Resumen económico anual
El 2020 quedó como uno de los más amargos de la economía cubana en varias décadas. Pero, en buena ley, el año, con sus balances, sorpresas y aflicciones, apenas es una convención fiscal. Ni las amarguras terminaron el 31 de diciembre, ni concluyó en esa fecha la Estrategia económica desenfundada en julio para enfrentar la crisis desatada por la pandemia de covid-19.
El primero de enero, eso sí, comenzó el Ordenamiento monetario, otro acontecimiento que hará historia. Pero la tasa de cambio nueva y única del peso cubano se hizo noticia, con pelos y señales, 21 días antes y la inflación, signo distintivo del inicio de esta reforma, enseñó las uñas en los mercados desde noviembre.
Para burlar los límites del año como convención, el peso cubano convertible (CUC), tras ser declarado en extinción, perdura en escena durante seis meses más, aunque sea en un solo sentido, y el cielo de la unificación monetaria y cambiaria con sus nuevos salarios, quedó empañado por la presencia expansiva del comercio en dólares y las colas infinitas en tiendas, panaderías y mercados agropecuarios.
En apretado resumen, cabe recordar que la pandemia de covid-19 combinada con las sanciones del bloqueo económico de Estados Unidos y otros conflictos agotó en extremo a la economía cubana en 2020. El PIB decreció un 11 por ciento. Aunque el gobierno espera crecimientos en el 2021, persisten síntomas de debilidad.
Después de caer abruptamente en 2020, el turismo programa un alza en el año que comienza, pero se mantendría con la mitad de visitantes de sus mejores momentos. Ante la severa contracción del comercio en todos sus espacios, ganó fuerzas la alternativa en moneda libremente convertible, con el 11,3 por ciento de la circulación mercantil y se expandió el comercio electrónico.
Las presiones inflacionarias crean un entorno difícil para el ordenamiento monetario, en marcha desde el primero de enero. La Estrategia de recuperación económica, anunciada en julio debe cobrar impulso con transformaciones cada vez más profundas en el modelo económico cubano.
Coronavirus, turismo y PIB
Con el Sars-Cov-2 se expandieron de manera fulminante desde el Lejano Oriente, por todo el mundo, la Covid-19, una contracción brutal de la economía y los debates de economistas y políticos sobre el origen de la crisis económica. Mientras unos la achacaban de manera directa a la pandemia, otros aludían a debilidades estructurales del sistema visibles desde años anteriores.
Lo cierto es que actividades económicas tan importantes como el comercio y los viajes se vieron obligadas a parar, ante la evidencia de que favorecían la transmisión de una enfermedad en extremo contagiosa y letal. La pandemia se había convertido en realidad apenas unas semanas después de ser noticia como nuevo coronavirus en China.
A Cuba llegó a cuestas de tres turistas italianos el 11 de marzo. Golpeó de inmediato a un sector fundamental de la economía desde hace tres décadas, el turismo. Como único modo de evitar la transmisión desde el exterior, el gobierno cerró los aeropuertos el 24 de marzo y los hoteles se vaciaron justo cuando solían estar llenos.
Otras numerosas instituciones públicas –escuelas y centros de trabajo económicamente prescindibles– también cerraron y se suspendieron los viajes interprovinciales. El rigor de las medidas aumentó de día en día.
En el 2020, Cuba recibió solo a 1,1 millón de turistas, apenas la cuarta parte de los visitantes que se había estabilizado en años anteriores, cuando variaciones de solo un dígito eran motivo de fiesta o de tormento. Expertos como José Luis Rodriguez , estiman los ingresos del sector entre 950 y mil millones de dólares, casi dos tercios menos que en 2019.
Los intentos de recuperar los viajes se han visto frustrados. El primero de julio, el país abrió aeropuertos de cayos turísticos y después en ciudades claves, pero el rebrote de la epidemia, desde noviembre con mayor fuerza, forzó protocolos sanitarios de mayor severidad y limitaciones para viajar.
Detrás del turismo se derrumbaron numerosas actividades y producciones encadenadas a la industria hotelera. El país prácticamente se paralizó entre abril y junio, con una contracción del producto interno bruto (PIB) en ese trimestre del 24,8 por ciento.
A pesar de los intentos por encontrar un mejor equilibrio entre las acciones sanitarias frente al coronavirus y las medidas para dar vitalidad a la economía, el 2020 cerró con un 11 por ciento de retroceso del PIB, el peor resultado desde la crisis recesiva de los años 90.
Ninguno de esos síntomas ha desaparecido de la historia clínica cubana al comenzar el 2021, aunque el gobierno confía en que el PIB crezca este año entre un 6 y un 7 por ciento. Son pronósticos en línea con las expectativas internacionales de recuperación y los avances de cuatro modelos de vacunas cubanas contra la Covid-19.
Las primeras operaciones de inmunización podrían comenzar exactamente un año después de cerrar el país puertos y aeropuertos.
Lo cierto es que la habitual temporada alta apunta a escapar este año también con los hoteles prácticamente cerrados. El gobierno pronostica duplicar hasta 2,2 millones la recepción de turistas en 2020, todavía lejos de los cerca de 5 millones de visitantes que había estabilizado antes de la era Covid.
Síntomas anteriores de la crisis
Realmente, la pandemia fue una suerte de mazazo en un organismo económico debilitado antes de aparecer el Sars-Cov-2. Las sanciones que Estados Unidos había adoptado en la segunda mitad de 2019 atacaron áreas económicas vitales: la energía, el turismo y las finanzas.
La administración de Donald Trump (2017- 2021) acosó a navieras de cualquier bandera que trasladaran petróleo venezolano a Cuba y había recrudecido las limitaciones de viajes y remesas a su vecina antillana.
Las colas en las gasolineras en 2019 testificaron una baja del PIB de 0,2 por ciento ese año, según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), luego de caer 1,7 por ciento y 2,2 por ciento en el tercer y cuarto trimestres, “bastante poco para la agresión que nos impusieron”, según juzgó el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, cuando presentó estos datos al parlamento un año después.
La Administración Trump amplió el régimen de bloqueo de EEUU a Cuba a extremos sin antecedentes, con costos para el país de 5.570 millones de dólares de abril de 2019 a marzo de 2020, superiores en más de 1.100 millones a los del año anterior. |
Los costos del bloqueo, que se venían intensificando desde mediados de 2017, escalaron a 5.570 millones de dólares en los doce meses transcurridos hasta marzo de 2020, un 28 por ciento superiores a los del año precedente (4.343,6 millones de dólares), de acuerdo con el informe oficial publicado por Cuba en octubre.
Ni siquiera las tiendas en pesos cubanos convertibles (CUC), que habían resistido otros malos momentos en la economía, escaparon en 2020 al desplome de la oferta.
Como alternativa, el gobierno amplió en julio el comercio en moneda libremente convertible (MLC). Agregó productos de aseo, alimentos y otros bienes, a equipos de consumo duradero como refrigeradores, televisores, aires acondicionados, motos eléctricas y piezas de repuesto de autos que había introducido en octubre del 2019. Es una reedición del recurso para obtener dólares con urgencia que Cuba adoptó por primera vez en medio del Período Especial, en los años 90.
Con esta medida, el gobierno decidió enfrentar la importación irregular de estos artículos por personas naturales, que lo hacían a precios multiplicados ante la desnudez evidente del comercio minorista. A la vez, obtiene divisas para reabastecer este mercado y cubrir otras urgencias del país.
A pesar de las polémicas sociales que genera este comercio, las autoridades lo mantienen abierto y expanden en este 2021, en clara señal de que la iliquidez en moneda dura no amaina.
Defensor de esta alternativa, Gil insistió ante los diputados en diciembre que “de no haber tomado esa medida la situación habría sido más compleja”. Los flujos de ingresos del país se contrajeron en 2020 de manera aguda y generalizada. De acuerdo con el informe anual presentado al cierre del año, el país consiguió solo el 55 por ciento de las divisas que había planificado, con el 60 por ciento de las importaciones.
Otro reporte, de The Economist Intelligence Unit, estima que la balanza de pagos de Cuba podría haberse reducido a 561 millones de dólares en el 2020, de 1.661 millones que consiguió un año antes.
La hora del comercio online
Las tiendas en CUC tuvieron que cerrar este año, primero, para evitar aglomeraciones públicas y atajar la expansión del coronavirus y segundo, por la contracción de los suministros.
El comercio online, muy poco desarrollado en Cuba, ganó fuerza como alternativa a la pandemia desde abril, alentado tanto por grupos empresariales del Estado como por las formas no estatales activas en el comercio y la gastronomía. La falta de experiencia generó cuellos de botellas y crisis literales en estos servicios, que absorbieron la atención de los medios de prensa durante el primer brote de la Covid-19.
Una de las opciones online más promocionadas, la plataforma Tuenvío.cu, de la Corporación Cimex, admitió atascos por el crecimiento exponencial de la clientela.
A pesar de sus irregularidades y las torturas cotidianas por el desabastecimiento, el comercio online se popularizó. Si los clientes del sistema para pagos electrónicos más popular del país, Transfermóvil, de la Empresa de Telecomunicaciones S.A. (ETECSA), habían escalado hasta medio millón en 2019, en el 2020 se triplicaron hasta 1,5 millones, con 180 millones de operaciones.
La expansión de estos servicios generó presiones lógicas sobre la banca. Las aglomeraciones contra las que se luchaba en las tiendas reaparecieron ante sucursales bancarias. Las personas acudían a abrir cuentas y a sacar o renovar tarjetas magnéticas.
Ante la escasez de oferta de las tiendas virtuales y del comercio en general, las colas persistieron como una de las grietas más preocupantes en el muro de contención ante la pandemia.
Dilema inflacionario
La circulación mercantil perdió sostén de manera abrupta, tanto por la caída de las importaciones como por el descenso abrupto de un gran número de producciones nacionales, como los alimentos.
Los agricultores y ganaderos tuvieron uno de sus peores años en 2020, con desplomes del 39,6 por ciento en las cosechas de viandas y del 64 por ciento en las hortalizas. Mientras, los molinos entregaron un 47 por ciento menos de arroz y de frijoles, arrasados por una plaga. Solo se cosecharon 9.400 toneladas, apenas un 13 por ciento de la demanda.
La leche entregada a la industria bajó un 38,2 por ciento y la producción de huevos, producción habitualmente resistente, perdió un 24 por ciento.
Una parte grande de las producciones industriales también experimentó descensos fuertes.
La congestión de tantas producciones y actividades de la economía anticipa en el informe de liquidación del Presupuesto del Estado una fuerte baja de la circulación mercantil en el año, tras caer un 4,9 por ciento en 2019.
El escenario monetario se enrareció, al unirse la disminución de la circulación mercantil, con el incremento de gastos del gobierno para hacer frente a la pandemia –más de 1.300 millones de pesos a un destino que no estaba previsto-, afectaciones en los aranceles de aduana y una reforma de salarios a fines del 2019, cuyos efectos se vieron en el 2020.
De acuerdo con un informe preliminar de la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, al Parlamento, el déficit presupuestario escaló al 20 por ciento del PIB en 2020, en torno a 20.734 millones de pesos. Ambos datos, contracción de la circulación mercantil y enorme déficit fiscal, generan una fuerte presión inflacionaria, como antecedente particularmente inoportuno para la reforma monetaria y cambiaria en marcha este año.
“El tratamiento de la deuda pública será uno de los temas más complejos que deberá enfrentar el gobierno a partir del 2021, tomando en cuenta –además– la emisión de liquidez que supone la Tarea Ordenamiento para compensar el efecto inflacionario de la devaluación”, opina el economista José Luis Rodríguez, ex ministro cubano de economía y planificación.
Estrategia de recuperación económica
Para reflotar la economía en un contexto agravado por la pandemia, las pérdidas vitales del turismo y las sanciones del bloqueo estadounidense, el gobierno cubano presentó en julio una nueva Estrategia económica. Con este paquete de medidas, se propuso acelerar medidas concebidas desde años previos en programas como los Lineamientos de la Economía que habían acordado dos congresos del Partido desde el 2011.
Entre las transformaciones más complejas y que mayor impacto pueden tener sobre el modelo económico cubano se encuentra la eliminación de la asignación centralizada de recursos en la planificación y administración pública. A la par, las autoridades se inclinan hacia mecanismos indirectos para regular el mercado y otorgan a las empresas estatales y a los gobiernos territoriales mayor autonomía para tomar decisiones.
Mientras los pasos hacia una descentralización se visibilizan más en el presente año, otra cambios se aplicaron apenas se hizo pública la Estrategia, como la ampliación de la franja del comercio minorista en moneda libremente convertible. En el 2020 el comercio en dólares ascendió al 11,3 por ciento de la circulación mercantil, recurso polémico al enredar el escenario para el ordenamiento monetario en ciernes.
Para evitar barreras en la afluencia de moneda dura, el Banco Central de Cuba eliminó el 20 de julio el conflictivo gravamen que mantenía sobre el dólar.
Entre sus pasos con mayor repercusión inmediata, la Estrategia ha buscado un igualamiento de la escena económica para actores estatales y no estatales, entre los que se agrupan cooperativas, trabajadores por cuenta propia y empresas privadas –estas últimas actúan de facto mientras aguardan por el reconocimiento de personalidad jurídica prometido por las autoridades.
En el propósito de igualar condiciones, Mercabal, el mercado mayorista que aprovisionaba ya a las cooperativas no agropecuarias, abrió sus puertas en julio a los trabajadores por cuenta propia de la gastronomía, aunque con las limitaciones de abastecimiento propias de la crisis económica. Del suministro a los productores agropecuarios privados se ocupa el Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura (GELMA).
El gobierno también flexibilizó las normas de comercio exterior, para permitir las exportaciones e importaciones de agentes no estatales (a través de una treintena de empresas especializadas del Estado. Hasta mediados de enero, durante los primeros cuatro meses de abierta esa opción, productores privados y cooperativas habían firmado 863 contratos: 42 para exportar y 821 para importar equipamiento o materias primas.
Otra medida prevista en la Estrategia de recuperación, la flexibilización de las listas y regulaciones del trabajo por cuenta propia, llegó finalmente en febrero del presente año.
Entre los pasos anunciados en ese camino, queda pendiente la apertura definitiva a las cooperativas no agropecuarias –aceptadas hasta ahora de manera experimental- y la hora de las empresas privadas, que llegarían bajo la sombrilla de una reforma que abra las puertas a las pequeñas y medianas empresas, las Pymes. Como condición, el gobierno había argumentado la necesidad de un ordenamiento monetario que estableciera una sola moneda y, sobre todo, una tasa de cambio única porque las condiciones cambiarias existentes hasta el cierre del 2020 ponían en franca desventaja a las entidades del Estado frente a las formas privadas.
Con la Estrategia en marcha, el gobierno introdujo bonificaciones tributarias y otros incentivos fiscales para estimular las producciones y servicios de actores estatales y no estatales con destino a las exportaciones y la Zona Especial de Desarrollo Mariel.
Pero probablemente las novedades más difíciles y de mayor impacto tengan que ver con el sistema bancario y el despliegue de alternativas de financiamiento, incluido un mercado de deuda pública mediante Letras del Tesoro e innovaciones en las políticas de créditos pensadas para formas no estatales y gobiernos locales. La creación de una banca de fomento agropecuario fue anunciada y está enlazada a otro de los objetivos priorizados por la Estrategia: la producción de alimentos.
Los pasos emprendidos en 2020 para reanimar la agricultura han descentralizado las actividades de acopio y el mercado mayorista, demasiado controlados antes por empresas del Estado. Pero tropiezan ahora con normas de precios que el gobierno ha puesto para viandas, hortalizas y frutas en este 2021, como freno ante presiones inflacionarias multiplicadas por la sequía de la circulación mercantil y los ajustes del ordenamiento monetario.
El fin demorado del 2020
Tres elementos pueden hacer diferente la evolución de la economía cubana en el actual año. Aunque comenzaron a sonar antes de concluir el 2020, sus efectos deben confirmarse solo bien entrado el 2021: la recuperación de sectores clave como el turismo, si finalmente la vacunación contra la Covid-19 alivia las presiones sobre los viajes y otras actividades; las expectativas de que el gobierno de JoeBiden atenúe el cariz agresivo del bloqueo económico de EEUU a Cuba; y el ordenamiento monetario, quizás el programa de transformaciones económicas más complejo emprendido por Cuba desde 1959.
Resúmenes Anuales Económicos |
El escenario, de cualquier manera, resulta difícil en extremo, después del grave debilitamiento del año 2020, con la suma de un déficit fiscal muy elevado, la caída de exportaciones e importaciones, la contracción severa de la circulación mercantil y la acumulación de peligrosas presiones inflacionarias. Pero la coyuntura apunta a ser también la oportunidad para el giro transformador más profundo en el modelo económico del socialismo cubano. (2021).
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