La economía, al igual que la física cuántica, se enfrenta a una paradoja intrigante: el acto de medir un fenómeno puede alterarlo.
Fue Oskar Morgenstern (1963), en su trabajo seminal "On the Accuracy of Economic Observations", quien señaló que las estadísticas económicas no son meros registros pasivos de la realidad, sino construcciones complejas que pueden influir en el comportamiento económico. Brian Arthur, posteriormente, enfatizaría que la economía debe verse no como un sistema determinista y predecible, sino como un proceso orgánico en constante evolución, donde los agentes económicos continuamente ajustan sus decisiones, precios y expectativas en respuesta a los patrones que ellos mismos crean colectivamente; en parte por su medición (aquí).
La crisis financiera de 2008 y la pandemia de COVID-19 pusieron de manifiesto esta problemática de manera dramática, revelando las limitaciones fundamentales de nuestros sistemas de medición económica (aquí). Este hecho, si lo asumimos, debería obligar a los gestores de la política económica a actuar de manera más cautelosa, especialmente cuando existe incertidumbre multiplicativa sobre los parámetros que determinan la efectividad de la política (aquí). Esto no solo implica ser prudentes ante mediciones imperfectas, sino también considerar que una respuesta política demasiado agresiva puede aumentar la varianza del resultado final.
Pero ¿por qué el simple hecho de medir la economía pueda distorsionarla? La respuesta radica en la naturaleza misma de los sistemas económicos complejos, donde los elementos no solo reaccionan a su entorno local, sino que lo hacen con estrategia y previsión, considerando las consecuencias potenciales de sus acciones. En otras palabras, la adaptación continua de las expectativas de los agentes puede generar dinámicas complejas en los mercados (aquí).
Este proceso crea lo que Hansen y Sargent describieron como un ciclo de retroalimentación donde la medición influye en la realidad económica, y esta realidad modificada a su vez afecta a las mediciones futuras (aquí). Por esta razón, proponen un marco de "control robusto" donde los gestores de las políticas reconocen explícitamente que sus modelos son aproximaciones imperfectas de la realidad. En este contexto, las decisiones de política no solo deben considerar el modelo base sino también un conjunto de modelos alternativos estadísticamente plausibles, lo que lleva a estrategias más conservadoras diseñadas para funcionar razonablemente bien incluso en los peores escenarios posibles.
Sobre este respecto, Charles Manski señaló específicamente los desafíos en la comunicación de la incertidumbre en las estadísticas económicas oficiales, destacando cómo la precisión aparente de nuestras mediciones puede ocultar niveles significativos de incertidumbre subyacente (aquí). Esta observación se alinea con la visión de que la economía debe estudiarse no como un sistema en equilibrio estático, sino como un proceso en constante evolución donde los patrones emergen y se transforman continuamente, un punto que Thomas Sargent refuerza con su análisis de la racionalidad acotada en la toma de decisiones económicas (aquí).
Así pues, la comprensión de estas interacciones complejas es esencial, no solo para interpretar correctamente los datos económicos, sino también para formular políticas que reconozcan la naturaleza orgánica y evolutiva de los sistemas económicos.
¿Cómo es posible que el simple hecho de medir la economía pueda distorsionarla?
Trasladando la idea sugerida por el Principio de Incertidumbre de Heisenberg al ámbito económico, nos encontramos con que el mero hecho de intentar medir la economía puede influir en el comportamiento de los agentes económicos y, por lo tanto, distorsionar la realidad que se intenta capturar. Esta influencia no se debe simplemente a errores técnicos o a la imperfección de los instrumentos de medición, sino a la naturaleza misma de los sistemas económicos. Los agentes económicos no son átomos que reaccionan de forma mecánica a fuerzas externas; son individuos con expectativas, estrategias y capacidad de adaptación. Cuando se publica un dato económico, como la tasa de inflación o el crecimiento del PIB, este dato no solo describe la realidad, sino que también se convierte en un insumo para la toma de decisiones de los agentes.
La publicación de datos económicos, por lo tanto, no es un acto neutral. Puede generar reacciones en cadena, ciclos de retroalimentación y cambios en el comportamiento económico que distorsionan la realidad que se intenta medir. Este fenómeno se amplifica en momentos de alta incertidumbre, como durante la crisis financiera de 2008 o la pandemia de COVID-19, cuando los agentes económicos son más sensibles a cualquier información nueva, incluyendo las mediciones económicas oficiales.
El Concepto de "Doble Desorden"
Este fenómeno, donde la medición interactúa con la realidad económica, crea lo que podríamos llamar un "doble desorden" en la economía. Para comprenderlo mejor, debemos distinguir claramente entre dos fuentes de incertidumbre:
Entropía Natural: Esta es la incertidumbre inherente a cualquier sistema económico. Los mercados son volátiles por naturaleza, las preferencias de los consumidores cambian, las tecnologías evolucionan, y los eventos inesperados (como pandemias o guerras) pueden generar disrupciones significativas. Esta incertidumbre natural es inevitable y forma parte intrínseca de la dinámica económica.
Entropía de Medición: La segunda fuente de incertidumbre surge del proceso de medición. Nuestras mediciones económicas, incluso las más sofisticadas, son representaciones imperfectas de la realidad. Los datos pueden ser incompletos, las metodologías pueden ser imperfectas, y los conceptos económicos en sí mismos pueden ser ambiguos o estar sujetos a interpretación.
El "doble desorden" surge de la interacción entre estas dos fuentes de incertidumbre. No solo enfrentamos la incertidumbre natural del sistema económico, sino que también debemos lidiar con la incertidumbre adicional introducida por nuestras mediciones. Y lo que es aún más importante, estas dos fuentes de incertidumbre no son independientes. Existe un ciclo de retroalimentación constante entre la medición y la realidad económica.
Este ciclo de retroalimentación opera en tres fases. En primer lugar, las mediciones económicas moldean las expectativas de los agentes. Una vez moldeadas, en segundo lugar, estas expectativas alteran el comportamiento de dichos agentes (por ejemplo, anticipando consumo ante expectativas de inflación). Finalmente, y en tercer lugar, estos cambios de comportamiento modifican la realidad económica que será medida posteriormente, creando una dinámica que puede amplificar o moderar las tendencias iniciales.
Es obvio que este "doble desorden" se manifestará con sus particularidades en diferentes ámbitos de la economía, en concreto en la evolución en el corto plazo de algunas magnitudes.
Así, los anuncios de los bancos centrales sobre tipos de interés o proyecciones de inflación influyen directamente en las expectativas de los mercados, afectando la inflación y el crecimiento económico a corto plazo. Por ejemplo, el mero anuncio de una posible subida de tipos puede provocar ajustes inmediatos en los mercados financieros y en las decisiones de inversión empresarial.
En dichos mercados financieros, la publicación de datos económicos puede desencadenar reacciones en cadena que amplifican la volatilidad. Un dato de inflación o desempleo inesperado puede generar movimientos significativos en los mercados de bonos y acciones en cuestión de minutos, afectando a las condiciones financieras generales.
La política fiscal también se ve afectada por este fenómeno, especialmente cuando las decisiones se basan en mediciones inciertas del PIB. Por ejemplo, una sobreestimación del crecimiento económico podría llevar a políticas fiscales expansivas en un momento inapropiado, generando desequilibrios adicionales. Esta interacción entre medición y realidad económica resulta fundamental para la efectividad de las políticas monetarias y financieras en el corto plazo.
Comprender este "doble desorden" es esencial para interpretar correctamente los datos económicos y para formular políticas que reconozcan la naturaleza compleja e interconectada de la economía moderna.
Retos para la Política Económica
El reconocimiento del "doble desorden" en la economía plantea serios desafíos para la formulación e implementación de políticas económicas. Los gestores de políticas públicas no pueden, por estas razones, simplemente asumir que sus mediciones reflejan fielmente la realidad económica o que sus anuncios solo comunican información. Deben ser conscientes de que sus acciones pueden influir en las expectativas, el comportamiento y, en última instancia, en la propia realidad que intentan gestionar.
Este fenómeno afecta a la política económica en varios niveles. En primer lugar, la calibración de las políticas económicas se vuelve más compleja. Los gestores deben ser más cautelosos en sus respuestas, reconociendo que una intervención demasiado agresiva podría generar volatilidad e incertidumbre adicionales. Por ejemplo, si un banco central observa un aumento en la inflación, debe considerar si este aumento se debe a factores fundamentales o a un cambio en las expectativas. Una respuesta demasiado agresiva, como un aumento brusco de los tipos de interés, podría generar una reacción en cadena que amplifique la incertidumbre y perjudique la actividad económica. Algo de esto ha infundido el reciente debate sobre tipos e inflación a partir del aumento de la última en 2022.
En segundo lugar, la comunicación de la política económica también se vuelve más desafiante. Los anuncios de los gestores no solo transmiten información, sino que también pueden influir en las expectativas y el comportamiento económico. Por lo tanto, la comunicación debe ser cuidadosamente calibrada para evitar generar distorsiones innecesarias. Un ejemplo de esto son las políticas de "forward guidance" de los bancos centrales, que buscan guiar las expectativas de los mercados sobre la trayectoria futura de las tasas de interés. Estas políticas deben ser claras, consistentes y creíbles para evitar generar confusión o volatilidad en los mercados financieros.
En tercer lugar, el diseño de políticas económicas debe ser robusto a la incertidumbre en la medición y a los efectos de retroalimentación. Las políticas deben ser flexibles y adaptables, y deben considerar la posibilidad de que las mediciones no reflejen completamente la realidad económica o que las propias políticas puedan generar cambios en el comportamiento económico. Un ejemplo de esto son las políticas fiscales basadas en estimaciones del PIB, que deben considerar la posibilidad de que estas estimaciones sean revisadas en el futuro. Unas políticas fiscales demasiado rígidas podrían generar desequilibrios si las estimaciones iniciales del PIB resultan ser inexactas.
Hacia un Nuevo Marco de Medición
El "doble desorden" nos obliga a repensar cómo medimos la economía, especialmente en el ámbito monetario y financiero. Necesitamos un nuevo marco que reconozca explícitamente las limitaciones de nuestras herramientas y la complejidad del sistema económico. Este enfoque debe basarse en tres pilares fundamentales.
Primero, la transparencia en la incertidumbre. Los gestores de la política económica deben comunicar claramente los márgenes de error en sus estimaciones y las posibles revisiones futuras de los datos. Por ejemplo, las proyecciones de inflación podrían incorporar mediciones que valoren la confianza del cálculo, y las estimaciones del PIB podrían venir acompañadas por potenciales rangos de revisión.
Segundo, la diversificación de indicadores. Para la toma de decisiones a corto plazo, especialmente en política monetaria y financiera, es crucial complementar las métricas tradicionales con indicadores de alta frecuencia. El uso de datos en tiempo real de mercados financieros, junto con indicadores avanzados de actividad económica, puede proporcionar una imagen más completa y actualizada de la situación económica.
Finalmente, la incorporación de nuevas tecnologías. El big data y la inteligencia artificial permiten procesar grandes cantidades de información en tiempo real, identificando patrones y anticipando puntos de inflexión en los mercados. Estas herramientas, ya en uso por varios bancos centrales, pueden ayudar a detectar tempranamente desequilibrios y mejorar la calibración de las respuestas de política económica.
Este marco renovado no solo mejorará nuestra comprensión de la economía, sino que permitirá una formulación más precisa y efectiva de las políticas monetarias y financieras, especialmente en momentos de elevada incertidumbre.
Comentario HHC: Muy bueno el articulo para nuestra praxis.
Los pronósticos o planes en nuestro país son nefastos,
la mayoría no se cumplen o se sobrepasan en números excesivos, significando que
el grado de incertidumbre y sin fundamento es muy grande, cuando se fijan cotas
y hasta cuando se recalculan.
Dos ejemplos recientes:
a- Acaban de anunciar en la Asamblea Nacional por el
ministro de economía que el PIB de Cuba crecerá para el 2025 en +1.0 %, y
todavía no ha empezado el año y ya la CEPAL pronostica un descenso del -0.1
%. Es evidente que tenemos mas información que la CEPAL, pero ellos tienen
mejores métodos y herramientas, que posiblemente no la empleamos.
En los planes nuestros creo que hay mucho de linea de
deseos, falta de análisis estadísticos y que finalmente que sean además " políticamente
adecuados ". Y el bloqueo de EEUU esta ahi hace 60 años, y con Trump al
mando espero que se tomara en cuenta y ademas como contrarrestarlo. Están más que nunca vigentes las palabras de Fidel, que " quizás
en lo adelante todo sea más difícil".
b- El plan de Visitantes Internacionales del 2024, oscilaba
entre 3.1 a 3.3 millones de V.I, pero en la Asamblea Nacional del I semestre , el
ministro del ramo y la Asamblea Nacional aprobaron el ajuste a 2.7 millones V.I, y unos pocos meses después en la Asamblea Nacional recién finalizada, se reconoce
que solo llegaríamos a 2.2 millones de V.I, algo que habíamos previsto aquí,
sin tener los números de vuelos, las contrataciones con TTOO, etc., que si
tiene el MINTUR. Se equivocaron dos veces y por 1 millon de V.I.
Ahora el plan para el 2025 es de 2.6 millones de V.I, y ya habían
dos malas noticias cuando se anunció, la primera, Alemania suspenderá
los vuelos a Cuba por falta de demanda en abril 2025, y la segunda nuestros
"amigos congresistas" mal llamados cubanoamericanos, que quieren lo peor, "perdón lo
mejor", para Cuba, están fraguando hacer con Canadá, lo mismo que hicieron
con Europa, que si sus ciudadanos visitan Cuba, tendrán que pedir VISA para entrar a
EEUU, y ese país ( Canadá) es nuestro principal emisor de turismo. Y esto es de sentido comun.
Como se ve, hay que ponerle ciencia al análisis de la
realidad en que vivimos y su entorno, todos los días, para poder corregir con
tiempo las dificultades que se nos van presentando, con acciones
adecuadas, paar saber donde estamos "parados" todos los dias pero teniendo en cuenta las variables de incertidumbre que nos acechan.. Lo otro es tener culpables y poder explicar, con ellos, toda la
desviación existente.