Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

lunes, 25 de abril de 2016

Mirar hacia adelante



Foto: Kaloian Santos Cabrera.

25 abril, 2016 



Entre las mejores noticias del recién concluido séptimo Congreso del Partido resaltó la decisión de discutir con una cantidad mayor de personas el documento que definirá el modelo económico y social del país. Era una decisión fundamental pues el país lo construimos todos, y a todos nos pertenece.

La experiencia anterior de generación de un consenso en torno a un programa del Partido (vivida en la discusión de los Lineamientos de 2011) servía de base para esta decisión, porque en aquella ocasión, gracias al concurso de la opinión popular, más del 50 por ciento del documento original fue transformado.

Cuba está entrando en una etapa decisiva del proceso de transformaciones iniciado años atrás. Decisiva por muchas razones: por un nuevo y complejo contexto internacional, con oportunidades y amenazas; porque en los cinco años mediados entre un Congreso y otro el país ha cambiado significativamente; porque los cambios generados exigen otros nuevos cada vez serán más complejos. No queda de otra, es así y tendrá que ser así.

El primero de todos los cambios es, al menos desde mi perspectiva, también el más importante. A diferencia de cinco años atrás ahora existe una especie de columna vertebral de la transformación futura, que tiene en la visión de país (una economía “socialista, sostenible y próspera”) la meta principal, y en los ejes estratégicos y los objetivos estratégicos los aspectos/ instrumentos/ recursos principales para alcanzarlo.

El carácter estratégico de los diferentes sectores estará determinado por cómo estos contribuyen con los ejes y objetivos, no es por lo tanto una suma de partes, sino un ejercicio integrador. Todo ello debe converger en un plan de desarrollo hasta el año 2030, plan que aun no ha sido diseñado en detalles.

Pero quizás el ejercicio más difícil en el futuro cercano esté en lograr el equilibrio necesario entre el desarrollo de formas estatales y no estatales (privadas y cooperativas).

Si la empresa estatal debe ser el motor de la economía nacional entonces habrá que lograr que sean empresas, que su dinámica sea la que una empresa debe tener, que tengan los rangos de libertad necesarios para responder de forma ágil a las oportunidades y a las demandas existentes. Hay que lograr que nuestros empresarios sean empresarios, pero también hay que dejarlos ser empresarios.

Hay que lograr que la innovación se convierta en una de los motores de esa empresa estatal. Hoy lamentablemente no lo es. El sapiens cubanensis aún no logra aplicar a plenitud sus “genes” innovadores y luego, cuando los aplica y obtiene resultados, siente que los incentivos asociados no son totalmente efectivos.

También tenemos que lograr que las empresas compitan entre ellas por los mercados existentes y que cuando haga falta, puedan nacer nuevas empresas sin un “trabajo de parto” tan largo y doloroso como en los días presentes.

Además, deberíamos lograr que aquellas empresas que no puedan ser eficientes puedan ser disueltas y reabsorbidas de “forma natural”, sin demoras que alargan una agonía que afecta a todos.

A todos, porque las empresas estatales son todas “del pueblo cubano” y cuando hay que “apoyar” financieramente a alguna que no es eficiente, ese apoyo sale de los bolsillos de todos nosotros.

Foto: Kaloian Santos Cabrera.

Mirémoslo de otro manera. Un sistema estatal fuerte y dinámico no sólo será decisivo para alcanzar altas tasas de crecimiento, sino que también debe convertirse en una gran fuente de demanda, para otras empresas estatales, y también para todo ese otro sector no estatal que deberá crecer y evolucionar junto con toda la economía.

Sin embargo, desde mi perspectiva, todavía ese sistema estatal es demasiado grande, abarca muchas veces elementos no decisivos, se desgasta en gestionar muchos “medios de producción no fundamentales”. Por ejemplo, todavía hoy miles de cafeterías estatales siguen siendo gestionadas por formas estatales y el sistema de comercio, todo, incluyendo las imprescindibles bodegas de barrio, sigue siendo gestionado también por entidades estatales.

Todos los recursos que el Estado debe emplear en mantener funcionando esas entidades podrían ser utilizados en otros sectores. ¿Acaso no es preferible en vez de gastar en manteles para restaurantes que apenas venden, utilizar ese dinero en sábanas para hospitales, por ejemplo?

Todo el sistema de tiendas recaudadoras de divisas sigue siendo gestionado de forma estatal, pero hago esta pregunta: ¿es necesario? ¿No puede el Estado participar como dueño o accionista y dejar que la gestión pase a otras manos?

Son todos retos, algunos de ellos de dimensiones sin precedentes. Decidir cuáles serán los medios de producción fundamentales es mucho más que un ejercicio teórico.

Diseñar los sistemas regulatorios (incentivos incluidos) para que toda la economía de conjunto avance es también otro de los grandes retos para permitir el despegue de lo que se continúa definiendo como el actor principal del entramado económico: la empresa estatal.

Mientras tanto, en otra parte podemos ubicar todo el sector no estatal.

Desde el salario de los trabajadores hasta el régimen tributario, se encuentra aquí un reto mayor. De una parte tenemos y tendremos un gran sector estatal que debe seguir generando la mayoría del empleo, pero a su lado, el sector no estatal debe crecer sostenidamente en el futuro. En ese sector también tenemos empleadores y empleados y desde la perspectiva de los ingresos (salarios y beneficios) las diferencias con el sector estatal son significativas.

Si se desea que el sector no estatal no sea solamente, ni preferiblemente, un sector de subsistencia, si en nuestra concepción de país ese sector debe jugar un rol complementario en términos de tamaño pero también importante en términos de transformación productiva y de generación de empleo calificado, entonces, entonces debemos mirarlo y pensarlo de otra forma.

Lo que resulta ya hoy una verdad demostrada es que en algunos sectores de la economía su rol es cada vez mayor y su desempeño, a pesar de las limitaciones (sospechas y resquemores) que aún deben enfrentar, es cada vez más importante e incluso me atrevería a decir que decisivo.

Restaurantes y cafeterías privados o cooperativos, contratistas y cooperativas de la construcción son buenos ejemplos. Pero también es cierto que sólo con restaurantes y cafeterías no se alcanza el impulso necesario, menos aún el deseado. ¿Por qué no expandirlo a otros oficios y tipos de negocios?

Hoy cuando ya hablamos de micro, pequeñas y medianas empresas en nuestro país, cabe pensar en los espacios nuevos que ellas deberán ocupar. En el mundo contemporáneo ocupan un lugar importante en la generación de empleo, en algunos países, en especial subdesarrollados, están confinadas a economías de subsistencia y a generar empleo precario.

En otros países se han diseñado políticas específicas que le han permitido a las también llamadas PyMES generar procesos dinamizadores de la economía, por su capacidad de innovación y su ubicación adecuada dentro de cadenas de valor (en productos y servicios). Se han convertido en parte decisiva del proceso de mejora de en esos países, contribuyendo a mejorar también el bienestar de las poblaciones respectivas.

Ese debe ser el destino de la pequeña y mediana empresa cubana. El proceso de transformaciones que Cuba deberá transitar. Lo requiere por varias razones que van desde el grado de calificación de nuestra población hasta el hecho real de que muchas veces resulta más conveniente estimular el nacimiento y crecimiento de estas empresas como el primer paso para el desarrollo de futuros bienes y servicios de importancia, reduciendo los costos totales.

Desde mi perspectiva, una de las ideas que ha presidido el proceso de transformaciones iniciado hace ya más de cinco años ha sido el de estimular esa integración. Cierto que aun se está lejos de esa meta, obstáculos han existido y muchos, resistencia a esos cambios también. Pero hay que seguir adelante.

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