Una
elevación significativa de los precios de consumo, en condiciones de menor
aumento de salarios y de pensiones, reduciría el poder compra de los ciudadanos
y ello pudiera representar una extensión de la pobreza y una ampliación de la desigualdad,
dos ingredientes potenciales de desasosiego social y de conmoción política.
Exactamente el tipo de riesgos que, por lo general, muy pocos políticos toman a
la ligera.
El término
empleado por los economistas para denominar ese fenómeno de trasmisión de los
efectos de una devaluación de la moneda nacional hacia los precios es el
concepto de “traspaso de tasa de cambio”, conocido por sus siglas en ingles
ERPT (exchange rate pass-through). Usualmente
se mide mediante un coeficiente que luego se expresa como el por ciento de
incremento de los precios en moneda local que se produce por cada 1% de
modificación en la tasa de cambio. Por ejemplo, un coeficiente ERPT de 0,20
significa que por cada 1% de devaluación se produce un 0,2% de incremento del
precio.
Es un
problema muy importante para Cuba debido a dos factores. En primer lugar, el
carácter “abierto” de la economía nacional, pues mientras mayor peso relativo
tienen las importaciones en el Producto Interno Bruto (PIB), mayor tiende a ser
el coeficiente ERPT con el que se mide el traspaso. En segundo lugar, la
previsible devaluación del CUP pudiera ser muy grande, probablemente a nivel de
una “hiper- maxi devaluación”. Ello significaría que con un nivel determinado
del coeficiente ERPT, mientras mayor sea la devaluación, debería esperarse un
mayor incremento de los precios.
¿Qué se dice
sobre el traspaso en el marco del actual debate sobre el “reordenamiento”
monetario en Cuba?
De manera
pública, desde algún tiempo no se observa mención explícita alguna al concepto
de traspaso, lo cual contrasta con un momento anterior, aproximadamente entre 2010
y 2014, cuando varios especialistas cubanos –Vilma Hidalgo, Yaima Doimeadiós,
Pavel Vidal, Omar Everleny Pérez y Eduardo Hernández- incluyeron el concepto en
sus análisis y propuestas sobre el proceso de unificación monetaria y cambiaria
del país. (1)
Es posible
que el concepto haya sido utilizado últimamente por los especialistas que han
estado trabajando por encargo gubernamental para diseñar el “reordenamiento”
monetario, pero no ha existido información pública sobre el asunto.
Varios colegas
han abordado recientemente el problema, en textos publicados y en intercambios
de mensajes, sin utilizar explícitamente el concepto de traspaso y se han
expresado ideas muy diferentes sobre el posible efecto de la devaluación en los
precios. Algunos especialistas consideran que pudiera existir un incremento elevado
de precios como resultado de la devaluación, pero que ello sería un costo del
“reordenamiento” que habría que asumir, mientras que otros especialistas han
expresado que no se produciría un incremento de precios al interior del sector
estatal de la economía.
¿De qué
manera deberíamos lidiar con el heterogéneo cuadro que resulta de la
combinación de lo que dice la teoría, el mutismo respecto a lo que hacen los
especialistas que disponen de datos de calidad, y las notables divergencias que
se observan entre los especialistas que expresan sus opiniones en el debate
público?
Una posible
alternativa incluiría dos componentes. Por una parte, “abrir” el debate de
manera que el conocimiento que actualmente está “restringido” pudiera
enriquecer la reflexión colectiva sobre un tema crucial que es de interés
público. Por otra parte, traer de nuevo
el concepto de traspaso al debate sobre el “reordenamiento”.
Lo primero
no depende de quienes aspiramos a poder hacer un debate abierto sobre el tema.
Por esa razón, conviene entonces tratar de concentrarnos en lo que se encuentra
al alcance de los especialistas que hoy participan en las discusiones públicas:
reintroducir el concepto de traspaso en el análisis sobre el proceso de
“reordenamiento”.
Si de lo que
se trata es de debatir un tema con el objetivo de poder informar mejor el
proceso de toma de decisiones relativo al “reordenamiento”, entonces debería
discutirse el tema con la mayor precisión posible. El traspaso es un fenómeno
que cuenta con un cuerpo teórico bien desarrollado y diverso, y con un análisis
empírico que no debería ser pasado por alto en el debate cubano sobre el
“reordenamiento” monetario.
La
devaluación del CUP –en su tasa oficial- pudiera ser la decisión de política
económica más complicada -por el grado de dificultad de sus soluciones-
a la que se habrían enfrentado las autoridades cubanas en los últimos veinte
años. También pudiera ser la decisión más compleja debido a la
multiplicidad de niveles que integran el sistema monetario y cambiario.
Los componentes
de ese sistema se transforman y al hacerlo modifican el contexto en que operan otros
componentes. Lo hacen de una manera que generalmente no es predecible y que por
tanto no se ajusta a ideas preconcebidas sobre la dirección y la intensidad del
cambio.
Las
interrelaciones entre tasa de cambio y precios representan un caso típico del
funcionamiento de un sistema social complejo. Es poco aconsejable tomar
decisiones en esta materia si los argumentos de los que se dispone son
esencialmente teóricos o si -incluyendo elementos prácticos- no se toma en
cuenta la dimensión adaptativa de los componentes del sistema.
-
¿Cuál es el estimado oficial acerca de cuánto pudieran
crecer los precios en el marco de una devaluación del peso cubano?
-
¿Será gestionada la devaluación del peso cubano (CUP)
como una maxi- devaluación?
No ha sido
divulgada una posición oficial sobre las respuestas a esas dos preguntas, pero
la ausencia de definiciones públicas no es motivo suficiente para asumir que ya
existen respuestas categóricas a esos problemas. En cualquier caso, es el tipo
de tema cuya discusión amplia pudiera beneficiar el diseño de políticas.
Esta nota
centra la atención en la primera pregunta, la cuestión del traspaso de una
devaluación hacia los precios. En una próxima nota se abordará la relación que
pudiera tener el traspaso con la secuencia de la devaluación, especialmente
respecto a si lo más conveniente sería aplicar una maxi- devaluación, una serie
de devaluaciones menores, o una combinación de maxi- devaluación y de minidevaluaciones.
¿Inflación o sacudida de precios?
Aunque de
manera coloquial se le llama inflación a cualquier incremento de precios, el
análisis de la relación entre devaluación y nivel de precios exige una precisión
básica respecto al término inflación.
A los efectos
del punto que desea destacarse aquí, no hace falta teorizar mucho. Es
suficiente adoptar una definición “operativa” en el sentido de que la inflación
no es simplemente cualquier alza de precios sino un proceso de incremento
persistente del nivel general de precios, algo que la distingue de un alza
transitoria de precios, inclusive cuando esta pudiera asumir la modalidad de
una sacudida de precios (price shock).
La
distinción es relevante porque una parte de los especialistas que han estudiado
la relación entre devaluación y el incremento de los precios tiende a adoptar
el enfoque de sacudida de precios y no el de inflación. (2)
La
implicación de este último enfoque es que la devaluación debería tener un
impacto temporalmente demarcado en cuanto al crecimiento de los precios y que,
por tanto, la devaluación no funcionaría necesariamente como una fuente
inflacionaria en el largo plazo.
Esto nos
lleva a la cuestión de que la dinámica de los precios en una economía depende
de diversos factores, algunos de ellos de tipo “estructural” -por ejemplo, el peso
relativo de las importaciones y la segmentación de mercados- y, por tanto, la
devaluación funcionaría en el marco de un conjunto amplio de circunstancias
económicas en el que existen otras relaciones causales sobre los precios. (3)
La
devaluación pudiera ser –dependiendo del contexto nacional concreto- no un
factor “detonante” del incremento de precios, sino que pudiera operar como un
factor “acelerador” o “amplificador” de un alza de precios provocada por otros
factores.
¿Tiene Cuba
una economía inflacionaria?
No la tiene
cuando se mide por los índices de precios de una serie de “agregados” de las
cuentas nacionales: demanda global, demanda interna, consumo final y consumo de
hogares. Son índices cuyos registros mayores desde 2011 nunca han superado el
12,5% de incremento anual y que por lo general se ubican en un rango de crecimientos
anuales de entre 1% y 6%. El “índice de precios al consumidor”, en los mercados
en pesos cubanos, no ha sobrepasado el nivel de 2,8% desde 2012 y, de hecho, en
2016 el índice se redujo en 2,9%. (4)
¿Existen
factores en Cuba que pudieran estar asociados a tendencias subyacentes hacia el
alza de precios?
Hay varios
factores que pudieran ser considerados:
-
Limitada capacidad de respuesta de la oferta nacional,
en buena medida derivada de la descapitalización de la economía y de las
restricciones para lograr tasas de inversión adecuadas, algo que a la vez
estaría causado por una serie de factores que incluirían una baja tasa de
ahorro nacional, el bloqueo impuesto por EE.UU, el limitado acceso al crédito
internacional, y el bajo nivel de captación de inversión extranjera, entre
otros.
-
Mercados internos favorables a la colusión de precios,
principalmente los mercados agropecuarios de oferta y demanda.
-
Alto nivel relativo del déficit presupuestario. El
déficit del “saldo fiscal” se ha disparado en los últimos años, pasando de un
1,3% del PIB en 2013 a un 8,6% en 2017, es decir el déficit –como porciento del
PIB- ha crecido en ese período a un ritmo promedio anual de 60,38%, una
dinámica preocupante. (5)
Es bien
conocido que el elevado componente importado del producto nacional tiende a
“internalizar” los efectos de las oscilaciones de precios en el mercado
internacional. En ocasiones, el efecto puede ser beneficioso (aumento de
precios de lo que se exporta o reducción del precio de las importaciones), pero
también existe el riesgo de súbitos aumentos de los precios internacionales que
tienden a elevar los costos de producción y a provocar el desabastecimiento de
los mercados internos.
En el caso
de Cuba, el riesgo de absorber internamente precios internacionales en alza es
un riesgo “amplificado” porque existe un marco restringido para sustituir
importaciones, por una parte, debido a la baja inversión y, por otra parte,
debido a la existencia de una tasa de cambio oficial sobrevaluada (1 CUP = 1
USD) que penaliza la rentabilidad de la sustitución de importaciones.
Aunque no es
posible afirmarlo de manera tajante, en balance parecería ser que en Cuba el
riesgo de un incremento de precios internos se inclinaría más hacia el posible
efecto de sacudidas de precios originadas en el sector externo que hacia el
lado de una inflación internamente generada y esa es, precisamente, la
preocupación que parecería existir con una devaluación súbita y grande del CUP.
Dos breves
acotaciones adicionales:
-
Como ocurre con todo incremento grande de precios, una
posible sacudida de precios asociada a una devaluación tendría un efecto
negativo en los niveles de pobreza y de desigualdad, algo que tendría una clara
connotación política. He estimado de manera gruesa que entre el 40 y el 51% de
la población cubana pudiera ubicarse en una zona de riesgo de pobreza. No se
conocen indicadores de desigualdad, pero no habría que descartar que el índice
de Gini estuviese rondando el nivel de 0,5, lo cual representaría un nivel muy
alto, en caso de que pudiera confirmarse tal nivel. Una “absorción” fuerte de
la devaluación en forma de sacudida de precios pudiera empeorar los indicadores
de pobreza y desigualdad de manera muy rápida. (6)
-
Uno de los procesos “compensadores” del efecto
negativo de una devaluación sobre los precios -la sustitución de importaciones-
pudiera no funcionar adecuadamente en Cuba. Una devaluación modifica los
precios relativos y tiende a hacer más redituable la producción nacional frente
a las importaciones. Sin embargo, la devaluación es una “señal” que requiere
condiciones para que pueda tener la posibilidad de estimular una transformación
productiva. Eso requiere, como mínimo, capacidad para adoptar decisiones ágiles,
disponibilidad de recursos para poder materializar la transformación
(incluyendo divisas), funcionamiento de cadenas productivas (involucrando
diferentes formas de propiedad) y también se necesitan inversiones. Si esas
condiciones no existen, la señal potencialmente positiva de una devaluación “se
queda en el aire”.
El traspaso “incompleto” de una devaluación hacia los
precios
Se conoce
que cuando ocurre una devaluación, los precios internos no tienden a aumentar
en la misma proporción en que se ha devaluado la moneda nacional. Generalmente,
el traspaso de una devaluación es incompleto.
No se trata
de una abstracción. Es un fenómeno que se mide y respecto al cual se dispone de
suficientes estudios empíricos. Obviamente toda medición -sus indicadores y
metodologías- se apoya en una teoría y por esa razón, la existencia de
distintas visiones teóricas conlleva a distintas mediciones del mismo fenómeno.
No es este un asunto que se aborda en este texto, pero conviene tenerlo en cuenta
especialmente cuando se discute el tema del traspaso.
De manera
inevitable, las diversas visiones teóricas que existen sobre el traspaso se
inscriben en las diferentes teorías más amplias que existen sobre la inflación.
No se trata simplemente de una cuestión académica sino de algo que ha tenido
una importancia práctica para el diseño y aplicación de políticas económicas.
Tomemos el caso de América Latina, donde desde la década del cincuenta ha
existido un contrapunteo entre dos escuelas teóricas acerca de la naturaleza de
la inflación: el estructuralismo y el monetarismo. (7)
Mientras que
el estructuralismo ubica las causas de la inflación en la estructura económica
(inmovilización de recursos, segmentación de mercados y desequilibrios entre la
demanda y la oferta entre sectores), el monetarismo considera que la inflación
es esencialmente el resultado de un exceso de oferta monetaria. Para el
estructuralismo, la devaluación es un instrumento exógeno de política
económica. Los monetaristas, por el contrario, afirman que la devaluación no es
un instrumento exógeno de política económica sino más bien una respuesta tardía
de las autoridades monetarias a los diferenciales de inflación entre la
economía nacional y otros países. (8)
Las
consecuencias de esas teorías para el diseño y gestión de las políticas
económicas son inevitablemente dispares. Los estructuralistas adoptan una
visión de más largo plazo para los procesos de estabilización de la inflación,
colocando el acento en las transformaciones institucionales que permitirían
resolver los “cuellos de botella” estructurales. Los monetaristas prefieren
soluciones de corto plazo centradas en una reducción rápida de la inflación,
las famosas “políticas de choque”. (9)
Hay autores
que plantean que en décadas recientes han cobrado relevancia los enfoques
eclécticos sobre la inflación que han favorecido una perspectiva de
retroalimentación o de causalidad recíproca entre devaluación e inflación, con
la particularidad de que parecería existir un consenso respecto a que la
devaluación funciona más como un factor “propagador” que como un factor “iniciador”
de la inflación. (10)
Tres
aspectos generales deberían ser considerados cuando se aborda el tema del
traspaso:
-
La opinión muy extendida entre los especialistas acerca
de que existen diferencias notables en el proceso de traspaso cuando se compara
la manera en que este funciona en las economías desarrolladas y en las subdesarrolladas.
-
La identificación de tres canales principales mediante
los cuales se trasmiten los movimientos de las tasas de cambio hacia el precio
de consumo: a) precios de los bienes de consumo importados, b) bienes
producidos nacionalmente cuyos precios se fijan por los precios en divisas de
productos equivalentes, y c) precios de productos intermedios para la
producción nacional. Se considera que los dos primeros son canales directos
mientras que el tercero es un canal indirecto que opera mediante la
modificación de los costos de producción. (11)
-
La existencia de dos fases en el proceso de traspaso.
La primera se relaciona con la reacción de los suministradores extranjeros, los
cuales pudieran -en principio- adoptar decisiones diferentes. Pudieran reducir
sus precios en divisas para mantener cuotas de mercado en el país que ha
aplicado la devaluación. Alternativamente, pudieran mantener invariables los
precios en divisas, lo cual aumentaría los precios en moneda local y
potencialmente haría menos competitiva su oferta importada. El segundo canal se
relaciona con las acciones que adoptarían los distribuidores locales respecto a
reducir o mantener sus márgenes en el momento de establecer los precios a los
que venden a sus clientes con posterioridad a la devaluación. (12)
¿Qué lecciones
pudieran retenerse de otras experiencias de traspaso?
Como se ha
expresado anteriormente, no existe información pública respecto a la manera en
que los especialistas que han estado trabajando por encargo del gobierno cubano
en el tema del “reordenamiento” pudieran haber conceptualizado el tema del
traspaso, ni acerca de cómo hubiesen podido incorporar en sus posibles
propuestas las lecciones de otros países.
Sobre este
último punto conviene destacar que las experiencias internacionales ofrecen una
amplia diversidad de situaciones, algo que se relaciona al menos con dos
aspectos. En primer lugar, la ausencia de un consenso acerca de las condiciones
que deberían existir para que tuviese lugar un traspaso moderado, o con un
nivel bajo, en el marco de un país subdesarrollado. En segundo lugar, el
elevado peso que tiene el contexto nacional en la determinación del grado y de
los tiempos del traspaso.
Aunque los
estudios sobre traspaso son relativamente menos abundantes en los países
subdesarrollados, existe un cuerpo de estudios empíricos lo suficientemente
amplio como para poder entender la complejidad del proceso, la centralidad del
contexto, y la conveniencia de no utilizar ideas preconcebidas.
Las
diferencias de traspaso que se observan en los estudios empíricos disponibles
se explican no solamente por las disparidades de las circunstancias económicas
sociales y políticas que existen entre países, sino también por el tipo
específico de traspaso (traspaso hacia importaciones, traspaso hacia precios
del productor, o traspaso hacia precios de consumo). También existen
diferencias en la medición, inclusive a nivel de un mismo país, debido al tipo
de modelo econométrico utilizado.
Algunos
ejemplos de los resultados derivados de estudios empíricos serían los
siguientes:
Colombia: Período estudiado: de enero de 1983 a octubre de
2002. El coeficiente de traspaso fue de 0,48 para los productos importados en
los tres primeros meses y de 0,80 al año de haberse producido la devaluación,
lo cual indica un proceso relativamente rápido y grande. Por otra parte, el
coeficiente de traspaso para los precios del productor fue de 0,28 en el primer
año. En el caso de los precios del consumidor, uno de los métodos utilizados
arrojó un coeficiente de traspaso de 0,08 y el otro método un coeficiente de 0,15,
ambos al finalizar el primer año de la devaluación. Si se adopta la última
cifra, eso significa que los precios se incrementaron en un 0,15% por cada 1% de
devaluación de la moneda. En este caso se observó un traspaso significativo a
los precios de las importaciones, un traspaso moderado a los precios del
productor y un traspaso mucho más limitado a los precios del consumidor. (13)
Sri Lanka. Período estudiado: de 2000 a 2005. El coeficiente de
traspaso fue de 0,8 para las importaciones al octavo mes de la devaluación, en
tanto el coeficiente fue de 0,3 para los precios del consumidor. Se observó un
traspaso “completo” (coeficiente de 1,0) para los precios mayoristas del
productor. (14)
India. Período estudiado: de 1997 a 2007. El coeficiente de
traspaso para el precio del consumidor es de 0,1 en el primer año y se reduce a
0,68 en el segundo año. (15)
Sierra Leona. Período estudiado: del primer trimestre de 1998 al
primer trimestre de 2011. El coeficiente de traspaso para el precio del
consumidor es de 0,27 en el primer trimestre después de la devaluación, de 0,41
después de 10 trimestres, habiéndose alcanzado el coeficiente máximo de 0,50 en
el segundo trimestre. (16)
Uganda. Período estudiado de 1999 a 2012. El coeficiente de
traspaso al precio del consumidor fue de 0,48 al finalizar el cuarto trimestre.
(17)
Namibia. Período estudiado de 2000 a 2014. Es un caso de
coeficientes de traspaso bajos. El coeficiente de traspaso para el precio del
consumidor es de 0,01 y de 0,04 al final del primer trimestre. Para el octavo
trimestre, ambos coeficientes registraron el mismo valor de 0,2. (18)
Ucrania. Período estudiado: de enero de 2007 a abril de 2016.
El estudio ofrece información del coeficiente de traspaso diferenciada por
categorías. Para el conjunto de precios de consumo el coeficiente fue de 0,172,
para las importaciones de bienes de consumo fue de 0,189, para los alimentos
básicos fue de 0,268 y para bienes de consumo no comestibles fue de 1,154. (19)
Etiopía. Período estudiado: de 1995 a 2017. El coeficiente de
traspaso para el precio del consumidor es de 0,0302, 0,0727, 0,0275 y 0, 0266
para el primer, segundo, tercer y cuarto trimestres respectivamente. (20)
Botswana. Período estudiado: de enero de 1998 a 2013. El
coeficiente de traspaso para el precio del consumidor es de 0,2. (21)
Nigeria. Período estudiado de enero de 1986 a 2013. El
coeficiente de traspaso para el precio del consumidor es de 0,33. (22)
Malawi. Período estudiado: del primer trimestre de 1990 al
primer trimestre de 2013. El traspaso en relación con los precios de consumo
fue calculado mediante dos métodos diferentes, resultando en un coeficiente de
0,15 en un caso y de 0,20 en otro. Se observó un impacto gradual de la
devaluación en el nivel de precios, alcanzándose el mayor coeficiente de
traspaso en el cuarto trimestre. El efecto de traspaso desapareció al finalizar
el noveno trimestre. (23)
Bangladesh: Período estudiado: del primer trimestre de 2000 al segundo
trimestre de 2011. El traspaso hacia el precio de las importaciones fue
moderado, con un coeficiente de 0,0192 al final del tercer trimestre y de
0,0312 al finalizar el sexto trimestre. Al finalizar el trimestre # 12, el
coeficiente era de 0,1183. El traspaso hacia el precio del productor fue de
0,041 al finalizar el tercer trimestre, alcanzando el coeficiente más alto de
0,1637 al finalizar el noveno trimestre. El traspaso hacia el precio del
consumidor fue de 0,0968 al finalizar el tercer trimestre y de 0,1348 al
finalizar el sexto trimestre. Después de tres años, el traspaso al precio del
consumidor fue de 0,2517. El estudio indica que el mayor efecto de traspaso se
produce en los precios del consumo, seguido por el traspaso a los precios del
productor. El traspaso a los precios de las importaciones es comparativamente menor.
(24)
Jamaica: Se comparan dos períodos distintos: 1990 a 1995 y
1996 a 2001. Los coeficientes de traspaso al precio del consumo en el primer período
al finalizar el tercero, el sexto, el noveno y el doceavo mes fueron 0.464,
0.728, 0.898, y 0.988 respectivamente. Los coeficientes de traspaso al precio
del consumo en el segundo período –para plazos comparables- fueron 0.316, 0.442,
0.479, y 0.488. En el primer período, el 80% del traspaso se había completado a
los seis meses de la devaluación, mientras que en el segundo período el
traspaso a los seis meses era relativamente menor, habiéndose completado
aproximadamente el 45% del traspaso observado. (25)
Chile: Período estudiado: de 1986 a 2001. “El coeficiente
de traspaso estimado, esto es, el impacto de la devaluación cambiaria en la
inflación doméstica, alcanza entre 9% y 11% en el corto plazo, y entre 21% y
32% en el largo plazo. Los datos apoyan la existencia de un cambio estructural en
1991, después del cual los coeficientes de traspaso se reducen
significativamente desde valores cercanos al 20% hasta estimaciones que se
ubican en el tramo entre 5% y 7%.” (26)
Además de
los ejemplos anteriores referidos a estudios de casos de economías
individuales, también se dispone de análisis relativos a grupos de países. Un estudio
de interés fue el publicado en 2016 por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), el cual presenta una evaluación comparada del fenómeno del traspaso en
seis países -Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Colombia y Perú- con series de
datos a partir de 2001. (27)
Los
resultados principales del estudio se sintetizan a continuación:
-
El traspaso promedio para el conjunto de esos 6 países
respecto a los precios de consumo fue de 14% en el plazo de un año y de 20% al
finalizar un período de dos años. Para los precios de los productos
comercializados internacionalmente (traded
goods) el traspaso promedio fue de 18% y 26% para los períodos respectivos.
Es decir, que, como promedio, después de una devaluación del 10% se produjeron
incrementos de los precios de los productos comercializados de 1,8% y de 2,6%,
derivados del efecto de la devaluación.
-
El mayor nivel de traspaso en los productos
comercializados se registró en Paraguay, lo que se explicaría por ser la
economía más abierta del conjunto de países del estudio. Según los autores del
documento, es un resultado que confirma análisis anteriores que establecen una
relación entre el grado de apertura de una economía y el nivel de traspaso. (28)
-
A pesar de que el coeficiente de traspaso de las
últimas dos décadas es menor en esos países que el registrado en períodos
anteriores, la devaluación se mantiene como un importante factor causal del
incremento de precios en varios países de la muestra. La evidencia de esto se
obtiene al incorporar un segundo indicador en el análisis: la descomposición
factorial de las variaciones de precios. Es decir, la estimación del distinto
peso relativo de varios factores que permitirían explicar un incremento de
precios, tanto del precio del consumo como del precio de los productos
comercializados. En los casos de Brasil y de Colombia se observó que más del
50% del incremento de los dos índices de precios -a mediano y largo plazo- se
derivaron de la devaluación. En otros países el peso relativo de la devaluación
en el impacto en los precios fue relativamente menor.
-
Los autores consideran que la relativa reducción del
traspaso en las últimas décadas pudiera haberse beneficiado de la adopción de
regímenes cambiarios de flotación que habrían sido complementados con un
incremento relativo de la credibilidad de la política monetaria, especialmente
en cuanto al control de la inflación. Afirman que las economías de la región
parecen haber superado los dilemas subyacentes hace dos décadas respecto a los
regímenes cambiarios de flotación hace dos años. Considero que son conclusiones
discutibles, particularmente a la luz de lo sucedido recientemente en Argentina
en 2018, donde se combina el mayor nivel de devaluación a nivel mundial para
este año (100,2% hasta principios de septiembre) con el mayor nivel de traspaso
de la región. (29)
-
El propio estudio advierte que sus resultados deben
ser tomados con cautela porque, aunque los niveles de traspaso estimados
proporcionan una caracterización útil respecto al efecto de la devaluación en
los precios en cada país, en determinados plazos, las cifras de traslado no son
estrictamente comparables entre países, especialmente porque el resultado en
cuanto a nivel de precios es influido por un conjunto más amplio de
circunstancias que son contextuales para cada país y momento. En ese sentido,
los autores del estudio destacan la opinión que sobre ese asunto ha expresado
otro autor: “Una advertencia importante respecto
a la conclusión de que el traspaso a los precios al consumidor es ahora muy bajo
es que la evidencia empírica sobre la que descansa esa conclusión es
principalmente de naturaleza incondicional. En otras palabras, refleja el
resultado promedio a través de una gama de diversos episodios, pero no nos dice
cómo la relación puede variar dependiendo de cuales choques golpearon la
economía. Sin embargo, ciertos choques específicos y las respuestas a ellos
pueden estar asociados con un traspaso considerablemente más alto que el
indicado por estas relaciones promedio”. (30)
Conclusiones parciales y sugerencia para el debate
Expresadas
de manera sucinta, las principales conclusiones parciales que pudieran
derivarse de esta nota son las siguientes:
-
Existe suficiente evidencia para considerar que el
traspaso de una devaluación hacia los precios expresa
un fenómeno económico que ocurre con regularidad en muchos países.
-
Los estudios empíricos sobre el tema no apoyan las
nociones de que el traspaso de una devaluación hacia los precios es evitable o
que puede ser minimizado en el marco de políticas económicas que incluyan un
proceso de devaluación.
-
No existen enfoques universales para medir y para
analizar el traspaso pues se trata de un fenómeno complejo (múltiples
componentes interactuando simultáneamente y cambiando todo el tiempo) que se
encuentra fuertemente determinado por el contexto específico en el que
funciona.
-
Las economías subdesarrolladas y abiertas son
particularmente proclives a presentar coeficientes de traspaso elevados.
-
El traspaso es usualmente “incompleto” y su nivel concreto,
aunque influido por factores de diverso tipo, tiene en la sustitución de
importaciones un importante mecanismo de moderación del traspaso. Sin embargo,
la sustitución de importaciones no se produce automáticamente como reacción a
una devaluación. Es necesario que existan condiciones para que se materialice
una sustitución de importaciones, incluyendo condiciones de tipo estructural.
-
Las estimaciones de los coeficientes de traspaso
-basadas en series de datos relativas a situaciones del pasado- deben ser
tomadas con cautela. No debe considerarse que pudieran desempeñar una función
de pronóstico preciso. Las estimaciones de los coeficientes de traspaso
reflejan circunstancias dinámicas donde muchas variables pueden cambiar en
direcciones no previsibles. Lo que haya ocurrido en un país, en un momento
dado, pudiera ofrecer lecciones analíticas que pudieran ser relevantes para
otro país, pero en modo alguno ello debería ser asumido como la posibilidad de una
“aplicabilidad” directa.
-
La gestión del proceso de traspaso se beneficia cuando
se acompaña de medidas complementarias de política económica dirigidas a
proporcionar un entorno macroeconómico estable, incluyendo un componente
antinflacionario.
Sugerencias
para el debate
-
Incorporar el proceso de traspaso de la devaluación
hacia los precios en el análisis actual sobre el “reordenamiento” monetario en
Cuba, reconocer la relevancia de ese proceso de traspaso y estimular una
discusión “abierta” sobre este fenómeno por ser el componente que probablemente
pudiera tener un impacto mayor y más directo en el plano político del “reordenamiento”.
-
Concederle una mayor atención a la probable
confluencia de dos circunstancias en Cuba que exigen un tratamiento cuidadoso del
problema del traspaso: la probabilidad de que la eventual devaluación del CUP pudiera
ser una de las mayores devaluaciones en años recientes a nivel mundial y la
existencia de un coeficiente de traspaso relativamente elevado, el cual estaría
asociado al alto peso relativo de las importaciones en el PIB.
-
Habría que considerar que no es suficiente contar
herramientas normativas para formar precios en un contexto de devaluación (como
las Resoluciones 19, 20 y 21 de 2014) si no se dispone de herramientas
analíticas confiables. Antes de intentar “formar” precios, habría que hacer primero
un análisis -con una validación científica lo más amplia posible- sobre la
posible trayectoria del traspaso, tanto en lo cualitativo como en lo
cuantitativo. Existen posibles escenarios de devaluación del CUP (por ejemplo,
una maxi- devaluación) en los cuales las normativas existentes de formación de
precios probablemente no serían funcionales.
-
Las condiciones que posibilitarían reducir el
coeficiente de traspaso antes de que se aplique una devaluación estarían
asociadas en buena medida a la factibilidad de la sustitución de importaciones.
Si esas condiciones no pudieran ser creadas con antelación a la devaluación,
una alternativa pudiera ser tratar de crear esas condiciones progresivamente
durante un proceso de devaluación que tomase algún tiempo en completarse. La
creación de condiciones no se relacionaría fundamentalmente con un proceso de
capacitación ni debería ser vista como una dilación superflua que pudiera ser
soslayada. La creación de condiciones se refiere a la solución de cuellos de
botella estructurales básicos. Una devaluación del CUP que no lograse
incrementar la oferta nacional correría el riesgo de que pudiera tener que acudirse
al expediente de reducir la demanda interna para poder balancear las cuentas
externas, a la vez que se produciría una “penalidad” a los ciudadanos por la
vía de un incremento de precios.
Notas
1 Pavel Vidal Alejandro y Omar Everleny Pérez
Villanueva. La reforma monetaria en Cuba
hasta el 2016: entre gradualidad y big bang. Brookings Institution.
Diciembre 2013. https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2016/06/monetary-reform-cuba-2016-alejandro-villanueva.pdf , Vilma
Hidalgo de los Santos y Yaima Doimeadiós, “Una agenda de secuencia para un
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Hidalgo y Yahima Doimeadiós, “Hacia la unificación monetaria en Cuba
Reflexiones sobre la Secuencia del Programa de Unificación Monetaria”. Capítulo
3 del libro: Políticas macroeconómicas en
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2011, http://cienciassociales.edu.uy/departamentodeeconomia/wp-content/uploads/sites/2/2014/06/14-Doimeadios-Pol%C3%ADtica-Monetaria.pdf , Eduardo
Hernández, “La elección cambiaria: propuesta para Cuba”. Tesis Doctoral. La
Habana: Facultad de Economía, Universidad de La Habana. 2010. Citado por Vilma
Hidalgo y Yahima Doimeadiós en “Hacia la unificación monetaria en Cuba
Reflexiones sobre la Secuencia del Programa de Unificación Monetaria”, op. cit.
El texto de 2011 de Vilma Hidalgo y Yahima Doimeadiós hace referencia a estudios
anteriores (2003 a 2010) sobre elasticidades de precios de importación escritos
por Isis Mañalich, Nancy Quiñones, Fernando Rubiera Morollón, Yordanka
Cribeiro, y Juan Triana.
2 B. W. Hafer. “Does Dollar Depreciation Cause
Inflation?”, Federal Reserve Bank of St Louis. 1989. https://files.stlouisfed.org/files/htdocs/publications/review/89/07/Dollar_Jul_Aug1989.pdf
3 Janine Aron, Ronald Macdonald y John Muellbauer (2014).
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4 ONEI. Anuario
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“Índices de precios”, http://www.one.cu/aec2015/00%20Anuario%20Estadistico%202015.pdf
5 ONEI. Anuario
Estadístico de Cuba 2017, Tabla 5.1 “Resumen de indicadores económicos”.
6 Ver, “Contando “ricos” y “pobres” en Cuba: ¿qué dicen
los datos disponibles?”, blog El Estado
como tal, 10 de agosto de 2018, https://elestadocomotal.com/2018/08/10/contando-ricos-y-pobres-en-cuba-que-dicen-los-datos-disponibles/ y “La
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Citado en Gudina Goda Korsa, Destaw Akele, K. Rajan. Op. Cit.
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Cronista, 6 de septiembre de 2018, https://www.cronista.com/economiapolitica/Dolar-Argentina-tiene-el-traslado-a-precios-mas-alto-de-la-region-20180905-0076.html
30 Frederic S Mishkin. “Exchange
rate pass-through and monetary policy”. Speech by Frederic
S Mishkin, Member
of the Board
of Governors of
the US Federal
Reserve System, at the Norges
Bank (Central Bank
of Norway) Conference
on Monetary Policy “Jarle Bergo Colloquium: Globalisation
and Monetary Policy”, Oslo, 7 March 2008.
https://www.bis.org/review/r080310e.pdf
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