Por Rolando Astarita
El debate sobre cómo medir la productividad conecta con la discusión sobre cómo se evalúa el desarrollo de las fuerzas productivas. Para ver por qué, supongamos que, dada una población obrera constante, aumenta la producción de valores de uso por trabajador, y que el valor agregado por trabajador permanece constante. ¿Cuál de estos ratios debe tomarse entonces cuando se evalúa si hubo, o no, desarrollo de las fuerzas productivas? Por lo que hemos explicado en notas anteriores (véase aquí, por ejemplo), sostenemos que debe tomarse en cuenta la razón producción de valores de uso (o riqueza material) por unidad de trabajo. De hecho, es el criterio que aplicaba Marx.
Pues bien, el mismo problema se suscita cuando se intenta evaluar si hay desarrollo de las fuerzas productivas por la relación inversión / producto bruto. Es que si se calcula este ratio en términos de valor, se puede concluir, equivocadamente, que las fuerzas productivas están estancadas – o que existe una tendencia al estancamiento. Por caso, François Chesnais, en varios trabajos, se apoya en ese ratio para demostrar que el modo de producción capitalista tiende al estancamiento, por lo menos desde mediados de los 1970.
Pero, como hemos adelantado, ese ratio puede ser engañoso. Es que, por un lado, el valor de las herramientas y equipos puede disminuir, de manera que disminuye la relación valor de las inversiones en equipos y herramientas / producto bruto, pero por otra parte la inversión, en términos reales, puede haber aumentado. Por ejemplo, supongamos que el valor de la herramienta X disminuye a la tercera parte, pero que la inversión de X se duplica. En ese caso, la relación inversión / producto en términos de valores puede bajar, en tanto que la inversión, en términos reales (esto es, en términos de medios de producción), aumentó.
Marx señala esta cuestión en El Capital. En el capítulo 22, apartado 4, se refiere a “las circunstancias que, independientemente de la división proporcional del plusvalor en capital y rédito, determinan el volumen de la acumulación”. Allí explica que si aumenta la productividad “(e)l mismo valor de capital constante se presenta en más medios de producción, esto es, en más medios de trabajo, material de trabajo y materias primas; suministra, por tanto, más elementos formadores de producto y asimismo más elementos formadores de valor, o absorbedores de trabajo. Por ende, si el valor del pluscapital se mantiene incambiado, e incluso si disminuye, se opera una acumulación acelerada” (p. 748, t. 1, edición Siglo XXI; énfasis nuestro).
La inversión en términos reales en las últimas décadas
La cuestión de cómo evaluar el desarrollo de las fuerzas productivas a partir de la relación inversión / producto se plantea con toda su agudeza en torno a la discusión sobre el debilitamiento de la inversión en el capitalismo global – y en particular, en los países capitalistas adelantados, EEUU, el área del euro y Japón – y su incidencia en la productividad (véase, por ejemplo, aquí). Todo indica que hubo un debilitamiento a partir de la crisis de 2007-09. Sin embargo, cuando se consideran las últimas tres décadas, y se calcula en términos reales, la inversión se ha mantenido en niveles relativamente altos. Es lo que surge del capítulo 3 – “The Price of Capital Goods: A Driver of Investment Under Threat?” – del World Economic Outlook, abril 2019, FMI.
En este informe se sostiene que en las últimas tres décadas hubo una caída importante de los precios de máquinas y equipamiento. Por eso, si bien desde 2007-09, a nivel mundial, el crecimiento de la inversión se ha desacelerado, cuando se lo compara con los niveles de los comienzos de los 1990, la inversión real en maquinaria y equipo, en relación al PBI real, se ha incrementado significativamente. Esto se debe a la caída de los precios relativos de maquinaria y equipo. Esta caída, a su vez, ha sido ocasionada por el crecimiento más rápido de la productividad en el sector productor de bienes de capital. Este incremento de la productividad estuvo vinculado a los avances en la tecnología informática. También contribuyó que la producción de maquinaria y equipo está fuertemente inmersa en las cadenas globales de valor.
De acuerdo a los datos, citamos en el trabajo, de Penn World Table versión 9.0 para 180 países los precios de maquinaria, equipos (excluyendo transporte) y transporte han declinado significativamente desde 1990 cuando se los compara con el deflactor del consumo. Los precios relativos de la maquinaria y equipos cayeron alrededor del 60% en los países adelantados y 40% en los atrasados. Comparados con 1990, los precios de maquinaria y equipos cayeron en relación al deflactor de consumo en todos los países adelantados, en el 87% de las economías de mercados emergentes y en el 68% de los países en desarrollo de bajo ingreso. Señalemos también que medir los cambios de los precios de bienes que experimentan mejoras sustanciales de calidad, tales como computadoras, equipo de comunicación y similares, presenta enormes dificultades porque no se están comparando bienes iguales.
Por otra parte, los precios de las estructuras residenciales y no residenciales han seguido aproximadamente los precios de los bienes de consumo; y en los países adelantados se han incrementado desde mediados de los 2000 en términos relativos. Los precios de otros bienes de inversión, consistentes en productos de propiedad intelectual, tales como I&D, software y bases de datos, también bajaron, aunque de forma más modesta que los bienes tangibles de los bienes de inversión transables. Por último, hubo una caída dramática de los precios relativos de equipos de computación (como fue el caso del hardware de computadoras, que cayó 90% desde 1990) y, en una menor cantidad, equipos de comunicación (cuyos precios cayeron casi 60%).
Esta evolución apoya la hipótesis de que los avances en la tecnología informática han jugado un rol importante en la caída de los precios de la inversión. Otros casos notables de caídas de precios: entre 2009 y 2017 los precios de los paneles solares fotovoltaicos cayeron 76%. Los precios de las turbinas de viento cayeron 34%.
Caída de la productividad y de la inversión
Por lo dicho en el apartado anterior no se debería perder de vista que, sin embargo, la inversión se debilitó significativamente en la década transcurrida desde la crisis. El World Economic Outlook de octubre de 2018, capítulo 2, señalaba al respecto que el aumento de la productividad en las economías más avanzadas que producen medios de producción se hizo más lento desde la crisis, y que se debilitó el gasto de I&D y la adopción de tecnologías. Por eso también el ritmo de caída de los precios de los bienes de capital (medios de producción) ya se ha hecho considerablemente más lento en las economías avanzadas en la última década. A nivel global, la inversión se mantuvo débil, con la excepción de China. En China la inversión aumentó del 40% del producto nacional, antes de la crisis, al 50%.
La caída de la inversión a nivel global puede haber estado determinada por menor acceso al crédito, y expectativas débiles de crecimiento y rentabilidad en el futuro. En 2017 la inversión global estaba un 25% por debajo de la tendencia de precrisis. La debilidad de la inversión puede explicar por qué la recuperación fue tan lenta. Esto implicó carencias en equipos de capital y, en la medida en que la tecnología está inmersa en la maquinaria, más lenta adopción de tecnología.
Inversión en los países atrasados
En lo que respecta a los países atrasados (en la terminología del FMI, países en desarrollo y países de mercados emergentes) las tasas de inversión aumentaron significativamente en las últimas tres décadas. Las tasas de inversión real en maquinaria y equipo en estos países casi se han duplicado en las tres décadas previas. Las altas tasas de inversión han sido una razón clave para las tasas de crecimiento significativamente más elevadas de los mercados emergentes y las economías en desarrollo que en las economías desarrolladas. Esto ha provocado una caída de la brecha del ingreso entre estos países. A pesar de esto, estas economías tienen todavía una fracción muy menor de capital en comparación con los países adelantados.
Esa profundización del capital en los mercados emergentes y los países en desarrollo en las tres últimas décadas ha coincidido con las notables caídas, a las que hicimos referencia, de los precios de los bienes de inversión, tales como maquinaria y equipos, en relación con otros precios de la economía, como los bienes de consumo. Sin embargo, se encuentra el mismo patrón si se tiene en cuenta la relación entre los precios de los bienes de inversión y el nivel general de precios del PBI. De conjunto significa una profundización de la acumulación capitalista en el alguna vez llamado “tercer mundo”. En términos globales se expresa en que la participación de estos países – calculada a paridad de poder de compra – en el producto mundial alcanza hoy el 60%.
Para terminar, señalamos tres cuestiones. En primer lugar, la relevancia que tiene el considerar los avances de la productividad en términos de riqueza – valores de uso – generados por unidad de tiempo de trabajo. En segundo término, la incidencia de los aumentos de productividad en los costos del capital, y su relación con la evolución de la tasa de ganancia. Una cuestión que remite a las discusiones sobre cómo opera, o incluso la validez, de la tesis de Marx sobre la tendencia al aumento de la composición orgánica del capital, y la caída tendencial de la tasa de ganancia. Por último, la realidad de la mundialización de la relación capital / trabajo. Esta relación no solo se ha extendido desde principios de los 1980 – con el giro de China al capitalismo, y luego con la caída de la URSS – sino también se ha profundizado. Una evolución que no encaja en la tesis – popular en algunos círculos de la izquierda – del estancamiento crónico, o de la tendencia al estancamiento crónico, del capitalismo.
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