Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 27 de junio de 2020

Desafios y premisas


Por Rafael Alhama Belamaric

Leo el acertado artículo de Julio Carranza “La historia y los desafios de hoy“. Estoy de acuerdo en que el hoy es parte de la historia del mañana, pero de la misma manera es parte de la historia del ayer. Y, lamentablemente, la política revolucionaria, si no se cultiva, puede convertirse en religión.

Como dice: “Es pertinente, necesario e interesante el análisis de este hecho histórico, como lo es el análisis de cualquier hecho histórico relevante, obviamente teniendo en cuenta las circunstancias nacionales e internacionales en el que tuvo lugar, es importante y cabe la discusión de si aquel proceso fue un error con consecuencias posteriores o no, lo cual supone una discusión en sí misma.“

Pero, hoy día se dispone de poco tiempo, y de disposición, para ahondar en los hechos históricos que marcaron época. Muchas veces se desconocen los hechos y los contextos, porqué se hizo, cómo se hizo, la génesis de los hechos e ideas, sobre todo entre las generaciones más jóvenes.

En cuanto a la Ofensiva Revolucionaria de 1968, y de antes, es cierto que se utiliza aún hoy, como argumento en pro y en contra  para ampliar o rechazar la diversificación e integración de las formas de propiedad, que tiene otras implicaciones. Es interesante leer hoy como hay estudiosos que analizan aquellas políticas fragmentadamente, sin ir más allá de la manifestación económica. Sin vincularlo con el enfoque político y con la concepción idealista general acerca de la nueva sociedad, y sobre todo con el conjunto de las relaciones sociales de producción. Aún menos con la influencia de los dogmas establecidos en los países del socialísmo real, profundamente codificados por algunos dirigentes del antiguo Partido Socialísta Popular, que habían expresado sus ideas desde los primeros momentos de la Revolución, y antes, desde la década del cuarenta, vinculado al tema de la transición al socialismo. Suerte que, a lo “cubano“, como dicen algunos, no llegara este proceso a medidas coercitivas-represivas dolorosas de otras latitudes.

En aras de coadyuvar y ampliar los análisis críticos y los estudios de los interesados en profundizar estos temas, que existen en el patio, reproduzco un acápite del libro “Cuba: propiedad social y construcción socialista“ de un colectivo de autores, con más de 700 citas y otras tantas bibliografías ( Cuba: propiedad social y construcción socialista - Google Books)

Sirva para argumentos determinantes para resolver los problemas y desafíos de hoy, con toda la experiencia del pasado de una sociedad pensada.

¿Sobre qué premisas teórico conceptuales se inician las transformaciones?

Muchas de las valoraciones que se han hecho acerca de los primeros  años de la Revolución Cubana, vinculadas al tema de los inicios de la “transición al socialismo” en Cuba, tienen su origen en las que, personalmente, hicieron los comunistas cubanos Blas Roca y Carlos Rafael Rodríguez sobre ese período, las cuales de manera significativa, condicionaron otras interpretaciones posteriores.
El ex secretario general del Primer Partido Comunista de Cuba, por ejemplo, en su conocida obra “Los fundamentos del socialismo en Cuba[i], -escrita en 1943, ampliada y editada nuevamente en 1949 y prologada por el propio autor con nuevas ampliaciones, en mayo de 1961, -desarrolló como criterios básicos: el carácter antiimperialista, nacional liberador y anti-latifundista de la revolución, se define por las medidas que erradicaron los monopolios imperialistas y el latifundio[ii] ; la necesidad del tránsito de la primera etapa hacia la segunda (el socialismo) se explica porque durante la etapa de liberación nacional aún subsistirá la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción y, por tanto, persistirá la explotación[iii]; establecer el socialismo significa pasar los medios fundamentales de producción a propiedad colectiva[iv]; el carácter socialista de la Revolución Cubana quedó definido cuando se nacionalizaron todos los centrales azucareros, todos los bancos, las grandes empresas industriales, los almacenes y otros grandes comercios, los ferrocarriles y otras empresas de transporte [v].
En septiembre de 1961, luego de retomar la  idea planteada por Fidel Castro el 26 de julio de ese año de que “aunque nuestra revolución es una revolución socialista, todavía en Cuba no tenemos plenamente el socialismo[vi], analiza la situación cubana del momento al tiempo que en reiteradas referencias a intervenciones de Fidel Castro en meses anteriores,[vii] va dejando ver un cuadro de las concepciones que marcaban el proceso de transformaciones en esa etapa, para concluir planteando las “tareas básicas de este periodo de construcción del Socialismo”. Blas Roca resume esas tareas, colocando en primer lugar la “defensa de la patria y de la revolución frente a todos los ataques y agresiones (económicas, políticas y militares) del imperialismo de Estados Unidos y sus lacayos y servidores, contrarrevolucionarios y vende- patrias”, para de inmediato enumerar todo un cuadro que refleja fielmente una concepción de socialismo: “Conducir la continuación del proceso de eliminación de la pluralidad de formaciones económicas y de construcción del Socialismo de modo que se refuerce la alianza obrero-campesina y se mantengan relaciones de cooperación con las capas medias en general.”; “Adoptar, observar y aplicar la planificación socialista, sin la cual no puede desarrollarse ni ascender la economía, ni promoverse la producción que responda a las necesidades del pueblo, ni garantizarse la armonía entre las diversas ramas de la economía. El capitalismo se basa en la anarquía de la producción; el socialismo en la planificación; Acelerar la producción agropecuaria y la diversificación agrícola, de modo que podamos satisfacer la demanda creciente de alimentos y materias primas provenientes de la agricultura, que se desarrolla impetuosamente a causa de la disminución rápida del desempleo y del ascenso del poder adquisitivo de las masas gracias a las medidas y transformaciones aplicadas por la revolución. Atender a las cuestiones de la agricultura, garantizar el éxito de las siembras y las cosechas, ayudar a la recogida y la preservación de los productos, evitar el sacrificio de reses hembras y de cochinos pequeños, evitar que el cerdo se ase y se desperdicie su grasa, deben ser ahora preocupaciones diarias y constantes de todos los revolucionarios; elevar la producción de la industria y los servicios y acelerar la industrialización del país; la industrialización es lo que garantiza, definitivamente, el predominio de la economía socialista sobre todos los restos del capitalismo, el triunfo del Socialismo en toda la economía cubana; elevar la productividad por hombre empleado, tanto en la industria como en la agricultura; la mayor productividad eleva la riqueza disponible para elevar las condiciones de vida del pueblo y para acelerar la industrialización; la emulación, el empleo de la maquinaria, el mejoramiento de la técnica, la elevación de la conciencia de los trabajadores y el premio al mejor y mayor trabajo, son los medios para aumentar la productividad; fortalecer la tendencia al ahorro de todo. Ahorro de dinero, ahorro de gastos, ahorro de energía, ahorro de materias primas, ahorro de transportes, ahorro de tiempo, ahorro en la casa, ahorro en el campo, ahorro en la fábrica, ahorro en la oficina. Todo ahorro fortalece, ahora, la economía de la patria. Todo ahorro aumenta la riqueza nacional y los medios disponibles para las inversiones básicas en la agricultura, en la industria y en la construcción; extender la cultura al pueblo. Intensificar los esfuerzos para vencer el analfabetismo en este año. Desarrollar las actividades culturales y deportivas de masas; formar una intelectualidad socialista. Darles oportunidad a los viejos técnicos e intelectuales de asimilar los principios socialistas. Promover el estudio de miles de muchachos que tienen la oportunidad de obtener becas, bien para hacerse técnicos o para seguir una carrera universitaria o para desarrollar su vocación artística, literaria, etc.; fortalecer la moral socialista que ha nacido en nuestro país y que impulsa al pueblo al trabajo voluntario, a la preocupación por los demás, a marchas como alfabetizadores, a apadrinar escuelas, a la cooperación, a la solidaridad y a la fraternidad, así como a odiar la explotación del hombre por el hombre, el “casasolismo”, el abuso, el egoísmo, la mezquindad y la injusticia; fortalecer la conciencia revolucionaria y socialista de todo el pueblo, difundir el conocimiento de lo que es el socialismo entre las masas, difundir el conocimiento de la teoría de Marx y Lenin, la economía política, el materialismo histórico y dialéctico; fortalecer el internacionalismo proletario, el espíritu de amistad y solidaridad con los pueblos del mundo, el latino americanismo popular y revolucionario frente al panamericanismo oficial, reaccionario y opresor, la amistad hacia la Unión Soviética, China, Checoslovaquia y todos los demás países del campo socialista; perfeccionar y fortalecer el poder revolucionario, el poder obrero y campesino, para garantizar una mayor y más constante participación de las masas laboriosas en todas las cuestiones del poder y para estimular la iniciativa revolucionaria del pueblo. Las masas deben hacerse conscientes de su poder, deben hacerse conscientes de que ellas mismas son gobierno a través del Gobierno revolucionario del Pueblo. Las instancias y los aparatos del poder deben concretarse, debe garantizarse el respeto estricto a las leyes y medidas revolucionarias de modo que rija la legalidad revolucionaria; fortalecer la organización y la unidad del pueblo. Todo cubano debe estar organizado. Todo el pueblo ha de mantenerse unido y cada día unirse más en torno al Gobierno revolucionario, en torno a as Organizaciones Revolucionarias Integradas y a nuestro querido y respetado líder Fidel Castro; fortalecer la organización revolucionaria socialista, que está en proceso de constituirse en Partido Unido de la Revolución Socialista, como vanguardia y núcleo dirigente de todo el pueblo y del poder revolucionario, como garantía de la acción organizada y metódica, junto al entusiasmo, a la iniciativa y al espíritu revolucionario de nuestro pueblo en la construcción del Socialismo”[viii].
Resulta relevante como en esta apretada síntesis se encierra un claro programa de transformaciones, que van mucho más allá de la imprescindible atención a las tareas inmediatas, de destrucción del nuevo orden,- tal vez por considerarse en lo esencial culminadas en ese momento-, para poner un marcado acento en tareas estratégicas de construcción del nuevo sistema.
Otros planteamientos acerca de esa primera fase los argumentó Carlos Rafael Rodríguez en sus conferencias a alumnos universitarios, publicadas en mayo de 1966, que se dieron a conocer, nuevamente, en 1979, bajo el título de “Cuba en el tránsito al socialismo. 1959-1963[ix]. En este texto él desarrolló varias tesis sobre ese tipo de transición entre  las cuales destacan: la primera característica de la revolución tenía que ser su contenido antiimperialista [x]; al iniciarse 1959 Cuba tenía ante sí la necesidad y la posibilidad de llevar adelante su revolución democrático-burguesa de liberación nacional[xi]; la revolución democrático-burguesa de liberación nacional era, al mismo tiempo, una revolución que, por su contenido, era agraria y antiimperialista[xii]; la revolución democrático-popular y antiimperialista en Cuba es un ejemplo de hacer nacionalizaciones progresistas sin llegar a tener un carácter socialista[xiii]; hoy apenas se discute que el único camino seguro para afianzar la liberación nacional conquistada es el desarrollo “no capitalista”. La Revolución Cubana, bajo la orientación de Fidel Castro, adoptó ese camino[xiv]; las medidas implantadas hasta agosto de 1960, que no hacían imposible la continuación de formas burguesas de propiedad en Cuba, se caracterizaban, sin embargo, por el propósito evidente de escoger una “vía no capitalista” porque aunque las propiedades expropiadas quedaron en el dominio estatal y fueron administradas por los representantes del pueblo, en ningún caso, resultaron transferidas a propietarios particulares [xv]; para considerar el inicio de una revolución socialista debe tenerse en cuenta, simultáneamente, dos elementos principales: primero, la inevitabilidad de transformar, desde el primer momento, una zona importante de la propiedad privada sobre los medios de producción en propiedad estatal colectiva. Y en segundo lugar, la posibilidad de que el volumen y la parte relativa de la propiedad nacionalizada, sea mayor o menor, según los casos concretos y sus características históricas[xvi].
Una idea bastante completa y totalmente coherente con esta última tesis esbozada antes, se expresa en la respuesta que Carlos Rafael brindó a la pregunta: ¿Cuándo, en realidad, surge en una revolución el contenido socialista? En este sentido él señaló: “Para que este aparezca (…), hace falta que en una parte mayor o menor de la economía del país, las relaciones de producción capitalistas- basadas en la explotación- sean sustituidas por relaciones socialistas, basadas en el interés común y la cooperación. Esto depende de que los medios fundamentales de producción hayan pasado a los representantes del pueblo, en particular del proletariado, a través del poder político de la clase obrera[xvii]
Tales ideas significan que para esta importante personalidad política y académica de nuestro país y para el propio Blas Roca como indican sus tesis más generales señaladas anteriormente, el socialismo se inicia en Cuba a partir de las nacionalizaciones de octubre de 1960 porque sólo desde esa fecha es que llegan a coincidir las dos condiciones básicas: primero, que la clase obrera hubiera conquistado el poder político  y después, como consecuencia de esto, que los medios fundamentales de producción pasaran “a los representantes del pueblo, en particular al proletariado”, lo que, según los propios dos autores, con las mencionadas medidas se acababa de lograr.
Esta conclusión de ambos, sin embargo, no responde importantes preguntas a propósito de la “transición del capitalismo al socialismo” en Cuba, cuyas respuestas están asociadas a posiciones teórico conceptuales de significativa trascendencia para toda la práctica ulterior: ¿Por qué hablar de una revolución democrático-burguesa, antiimperialista y antilatifundista, que antecede a la socialista (en correspondencia a las distintas tareas cumplidas en diferentes etapas y al grado de radicalización respectivo) si, desde enero de 1959, la burguesía en Cuba nunca fungió como clase políticamente hegemónica?;  ¿Por qué hablar de revolución socialista sólo a partir de las medidas de agosto-octubre de 1960 como si esa categoría (revolución socialista) únicamente abarcara aspectos de índole económica, cuando, al mismo tiempo, se reconoce que la revolución socialista también tiene un atributo político determinado por el acceso de la clase obrera al poder del Estado?
A pesar de la sentencia de Carlos Rafael expresada en los dos últimos renglones del texto valorado, con respecto a que “…A nuestro juicio, no hay otro modo de enfocar el nacimiento de la revolución socialista en Cuba”[xviii], se puede asegurar que sí existe otro enfoque dentro de la Ciencia Política a que dio paso el pensamiento de Marx que puede explicar cuándo se produjo el inicio de la revolución socialista en Cuba y, consiguientemente, cuándo comenzó el tránsito socialista en Cuba. Y, al mismo tiempo, si bien es cierto que aparece claramente identificado el problema de la transición socialista con la aparición de un nuevo tipo de propiedad, se evidencia que es necesario completar el desarrollo de los enfoques sobre la propiedad. No es suficiente abordarla en su manifestación económica, mucho menos en su expresión jurídica, fundamento insoslayable, pero no el único elemento del sistema de la propiedad en Cuba, que se expresa en el conjunto de las relaciones sociales de la producción.
Sería injusto absolutizar la ausencia de elementos en este sentido. Lo podemos apreciar en los propios planteamientos de Blas Roca citados anteriormente, en  discursos del Comandante en Jefe de la época y documentos de trabajo cuyo análisis es imprescindible para comprender la evolución de las concepciones y las prácticas en nuestro proceso revolucionario[xix]. Quizás con mucha más claridad aparece en los desarrollos del Ché ya en esos años, como cuando en “Las tareas industriales de la revolución en los años venideros”, junto a lineamientos muy concretos referentes al desarrollo de ramas industriales y cuestiones tecnológicas, comienza la defensa de la planificación económica, con un elemento central, indispensable para trascenderla como planificación social: “crear una conciencia socialista mediante la incorporación de los trabajadores a todas las tareas prácticas de la construcción del socialismo, participación en la dirección de las fábricas y otros lugares de trabajo socialista, en centros de estudio técnico, intervención en la planificación de la economía; intervención consciente en cada minuto del desarrollo industrial”[xx]…(…)…“Hay algo  que hemos considerado la enseñanza más grande de los trabajos de preparación del Plan: la importancia fundamental que tiene la discusión colectiva y la participación masiva en los trabajos de planificación de la producción. Todos los órganos de base de las fábricas y empresas deben orientar los trabajos de la clase obrera, uniéndolo al del propio dirigente y solidificándolo en una sola decisión de trabajo. Todos deben participar en las Asambleas de producción donde se controle la marcha de los trabajos, e interesarse diariamente en ellos a través del sindicato, que es el órgano representativo de la clase obrera. Por medio de sus mejores cuadros técnicos estarán presentes en los Comités Técnicos asesores, que deben aumentar  la calidad y cantidad de sus trabajos a medida que adquiera más seguridad y conciencia la clase obrera. La vanguardia del proletariado y de estos órganos de masa es el Núcleo de revolucionarios activos, cuya tarea es de orientación y vigilancia revolucionaria y de impulsión, mediante el ejemplo militante y la prédica, de todas las grandes consignas de la Revolución”[xxi]
No es la discusión acerca de límites entre etapas lo que debe ocupar nuestra atención, ni es nuestro objetivo, máxime partiendo de la concepción del socialismo como un proceso, el proceso de trascendencia del capital. Estos primeros años fueron tiempos de búsquedas, durante los cuales había que resolver ante todo el problema de la independencia nacional y la consolidación de un poder popular que garantizara la justicia y el progreso social, en las condiciones específicas cubanas marcadas con mucha fuerza por la situación en el campo. Fueron los años de atender los problemas más acuciantes en todos los planos de la vida social, caracterizados por la participación política en formas directas esencialmente, y por  lo que Ernesto Molina califica por una “justiciera política de redistribución del ingreso, no solo a favor del campesinado, sino también de toda la población trabajadora y especialmente de la clase obrera. Ello contribuyó al mejoramiento de las condiciones de trabajo y de salarios en una serie de sectores de la economía nacional: rebaja de los alquileres, reforma urbana, rebajas de las tarifas eléctricas y telefónicas, rebajas en el transporte y otros servicios a la población, etc.[xxii].
Como señala este  destacado investigador cubano “… Las concepciones económicas dominantes en el Estado revolucionario necesariamente tienen que desempeñar un papel muy activo en la política económica y en el propio desenvolvimiento de las tareas de la transformación socioeconómica. La política que se divorcia de la economía pierde su base objetiva y está condenada al fracaso. Al mismo tiempo, no es posible cumplir cabalmente las tareas económicas sin un acertado enfoque político, es decir, sin respetar los intereses de la sociedad en su conjunto y muy especialmente los intereses legítimos de las clases trabajadoras[xxiii]. Precisamente en esta interacción se encuentran importantes momentos que es imprescindible atender al estudiar y actuar durante la construcción socialista, específicamente en lo concerniente a la transformación del sistema de propiedad.
Sin ignorar los pasos dados hacia radicales transformaciones del sistema de relaciones sociales de la producción desde sus fundamentos en el proceso de organización del trabajo, como veremos en las siguientes páginas, la interacción entre las concepciones dentro de la dirección del proceso – con todos sus matices- y su asimilación por los actores del proceso, los hasta ese momento “desposeídos”, fue generando una concepción efectiva del sistema de relaciones sociales de la producción, decisiva en la realización práctica del sistema de propiedad. En este sentido resulta muy valioso profundizar en algunos elementos que brinda el profesor Louis A. Pérez Jr. En su obra “Ser Cubano. Identidad, nacionalidad y cultura”[xxiv]. El autor, con interesantes y argumentados análisis que no podemos extendernos en citar, introduce la idea de que “…El paradigma dominante de ‘civilización’ estaba en transición. El poder de la Revolución residía en su capacidad de reorganizar útilmente los patrones por los cuales se medía lo que era civilizado y, en el proceso, convocaba a tener una visión de un orden moral alternativo. La proposición de patria tomó un nuevo significado, como una comunidad que incluía a todos, para encontrar un sentido de propósito común y una fuente de identidad. La noción de patria, libre y soberana, fue reinventada alrededor de las funciones instrumentales en las cuales un proyecto igualitario cumplía las condiciones necesarias de civilización. Esto significaba ver a la patria como un medio de avance y garantía de bienestar….(…)…“El carácter de ‘lo cubano’ pasó a ser objeto de confrontación, y esta disputa en sí misma servía como fuerza de cambio. Nunca antes la explicación acerca de la nacionalidad había comprometido por completo a la imaginación pública. Tenía que ver, en gran medida, con la afirmación de lo cubano, de una Cuba para los cubanos….(…)…“Los nuevos términos de la proposición de lo cubano encontraron eco en toda la isla. Una vez más, el consumo se convirtió en el camino para afirmar la nacionalidad; pero ahora los productos eran hechos en Cuba”[xxv].
Aunque con un enfoque, y consecuentemente conclusiones tal vez demasiado simples, el autor nos llama la atención hacia un momento descuidado o poco analizado, indispensable para comprender el modo en que se empezó a concebir y transformar en la práctica el sistema de la propiedad en Cuba, en un proceso complejo y contradictorio en el cual “lo cubano” rápidamente pasaría a estar indisolublemente unido a “lo socialista”: la resolución socialista de la contradicción dialéctica entre la propiedad individual y la propiedad social, trascendiendo los estrechos marcos de la posesión simple privada excluyente que marca el desarrollo hasta el sistema del capital.
La resolución de esta permanente contradicción dialéctica en nuestras condiciones,  marca todo el complejo proceso de transformaciones socialistas cubano hasta el presente.”





[i] Ver: Los Fundamentos del Socialismo en Cuba, Ediciones Populares, La Habana, 1961. Según el autor Lucilo Batlle en su trabajo “Blas Roca, continuador de la obra de Baliño y Mella” (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005 p.107), el libro referido constituye “el análisis más completo y multilateral de la realidad neocolonial cubana hasta la aparición de “La Historia me absolverá”.
[ii] Los Fundamentos del Socialismo en Cuba, Ediciones Populares, La Habana, 1961, Ver: Prólogo pp. 13-14.
[iii]  Ibidem, pp. 211-213.
95 Blas Roca: “El camino del socialismo” en Cuba Socialista Nº 1, p, 12, septiembre de 1961.
[iv] Ibidem, pp. 221-223
[v] Ibidem, Ver: Prólogo p.14.
[vi] Roca, Blas, “El camino del socialismo”, Cuba Socialista, Número 1, Septiembre 1961, p. 7
[vii] Además del discurso de Fidel Castro el 26 de Julio, Blas Roca hace referencia a ideas de los discursos del 1 de mayo y el 17 de mayo, en los que se tratan las relaciones con los campesinos pobres y las cooperativas, y las capas medias de la sociedad.
[viii] Ibidem, pp. 19- 21 La negrita es nuestra.
[ix] Este trabajo, amén de otras ediciones,  apareció  nuevamente publicado, en 1983, en Letra con Filo, T-2, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, pp. 293-407
[x] Ibidem, p.336.
[xi] Ibidem, p.337
[xii] Ibidem, p.337
[xiii] Ibidem, pp. 373-374.
[xiv] Ibidem, p. 374
[xv] Ibidem, p. 381
[xvi] Ibidem, p.372
[xvii] Idem p. 388
[xviii] Idem p. 389
[xix] Ver por ejemplo el discurso del Comandante en Jefe del 2 de mayo de 1959, ante en Consejo Económico de los 21, en el Palacio del Ministerio de Industria y Comercio de Buenos Aires, donde subraya la imposibilidad de separar “el ideal económico, del ideal político; no veo como pueda separarse el problema político del problema económico”, y después pasa a revisar el papel de la inversión privada en la solución de los problemas cubanos del momento, las relaciones con los trabajadores y el papel del Estado: “…imaginemos que la inversión privada fuese a resolver todos los problemas.  Sabemos los conflictos que se producen constantemente o se pueden producir en un momento determinado entre la empresa y los obreros.  Cuando ese conflicto es nacional, pues son conflictos nacionales; cuando los conflictos se producen, por ejemplo, entre una empresa norteamericana y obreros de un país determinado, el conflicto adquiere características no nacionales y entran a formar nuevos ingredientes en el resentimiento y en la falta de comprensión.  Eso es una cosa que, si queremos resolver nuestros problemas de manera que la armonía mayor, la comprensión mayor y que la amistad mayor existan entre todos los pueblos del continente, debemos basarnos en la experiencia existente hasta hoy y comprender que debemos buscar soluciones que no sean soluciones por 10 ó 15 años y que sean problemas dentro de 20 años; debemos buscar soluciones definitivas.
No se trata de que nosotros estemos contra la inversión privada; pero sí entendemos que debemos fomentar la inversión privada de empresarios nacionales, debemos buscar la ayuda de los empresarios nacionales, facilitarla a través de las instituciones de crédito del Estado, con capital movilizado a través de las instituciones de crédito internacional.  Sí creemos en la conveniencia de la experiencia, del estímulo de las inversiones privadas, pero debemos aspirar a que sean inversiones privadas de empresas nacionales.  ¿Quiere decir que excluyamos las internacionales?  No, porque cuando haya un tipo de empresa donde haya interés de una inversión internacional, tendrá las mismas garantías y los mismos derechos que la empresa nacional; pero, sencillamente, no estamos buscando las soluciones hasta hoy encontradas, sino soluciones nuevas, soluciones que de verdad resuelvan nuestros problemas…” (Ver Discursos de Fidel Castro en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/) y su intervención ante los directores de periódicos en Washington el 17 de abril, de la cual aparece en el sitio solamente sus palabras iniciales, cuando se refiere a la presencia de industrias norteamericanas en Cuba y de nuevo a las inversiones privadas en el desarrollo de la industria cubana (el material completo se puede consultar en “Humanismo revolucionario. 4 piezas de oratoria”, Editorial Tierra Nueva, La Habana, julio 1959). Muy ilustrativo resulta el intercambio desarrollado entre Antonio Núñez Jiménez y los participantes en el Primer Forum Nacional sobre la reforma agraria, donde se analiza el papel de las transformaciones agrarias en Cuba, y el contenido de las mismas, en particular las cooperativas agrícolas fundadas por el INRA, respecto a las cuales Núñez Jiménez afirma que “a medida que nos apartáramos del individualismo en la producción, lógicamente tendríamos que acercarnos al socialismo…(…)..La cooperativa es un paso de avance hacia el socialismo, es un paso de alejamiento del individualismo en la producción agropecuaria”, Ver. “La Liberación de las islas”, Antonio Núñez Jiménez, Editorial Lex, La Habana, 1959, p. 351.
[xx] Guevara, Ernesto, “Tareas industriales de la Revolución en los años venideros”, Cuba Socialista”, Num. 7, Marzo 1962, p. 39.
[xxi] Ibidem., p. 44.
[xxii] Molina Molina, Ernesto, “El pensamiento económico en la nación cubana”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007, pp. 189- 190
[xxiii] Ibidem.,p. 189.
[xxiv] Pérez señala  que: “..La Revolución se había convertido al mismo tiempo en un medio y un mandato para hacer cambios; lo facilitaba al dar a los cubanos el papel de agentes del cambio. ¡Porque era mucho lo que los cubanos querían transformar! La dirección y la velocidad de este proceso, en 1959, estaban determinadas por una gran fuerza que surgió de pueblo e impuso su urgencia en la vida pública. Demandas largo tiempo pospuestas o denegadas, encontraron respuesta; muchas tenían que ver con las condiciones de vida, con jornales y salarios, con el costo de la vida. Era un momento de demandas, y muchos apreciaron la importancia del momento: un gobierno provisional recién establecido, que buscaba vías para consolidar su autoridad, no podía sostener su mandato mucho tiempo sin responder a los llamados de una excitada ciudadanía”…. …
“El sentimiento de cambio era palpable. Las demandas dominaban el discurso público y lo que más demandaban todos era el cambio. Es cierto que muchos habían visto la lucha armada como una defensa de la democracia y la libertad; esto significaba  diferentes cosas para cada persona. Estos conceptos se asociaban a una condición material, que implicaban bienestar, confort y satisfacción. ‘No veíamos futuro para nuestros hijos’, explicaba el abogado Alejandro Suero, en 1959. La revolución fue concebida, principalmente, por abogados, ingenieros, médicos, contadores y profesores universitarios, ‘hombres con gran sentido de dignidad’. Suero se quejaba de los altos precios de los refrigeradores norteamericanos, su precio se duplicaba: ‘Así como los televisores, automóviles y las instalaciones de baño. Y afirmaba que a los cubanos les gustaría comprar muchas más cosas, que en el país son sinónimos de democracia, vida independiente y salud, pero no podían permitírselo, y les gustaba tenerlos’ (Cita a Alejandro Suero: “Open setter to the American People”, Times of Havana, 30 de Enero de 1959, p. 15)   …. “La promesa de la nación y el significado de lo cubano estaban profundamente enraizados en la proposición de bienestar material, tal como gozaban otros países modernos. Fidel Castro defendía las reformas, y se comparó con Franklin Delano Roosevelt; él comentó que éste también había sido criticado por tratar de elevar los niveles de vida. Cuba podía aspirar a lo mismo que se disfrutaba en los Estados Unidos, y proclamó: ‘Somos iguales y tenemos los mismos derechos’ En realidad, la Revolución, anunció, traerá a Cuba un nivel de vida más alto que el que disfrutaba los Estados Unidos y la Unión Soviética: “…queremos elevar de tal manera el estándar de vida del pueblo que pueda vivir el campesino con todas las comodidades y beneficios a que tiene derecho un hombre que trabaja en una país tan rico como este’”.  Pérez, Jr., Louis A., “Ser Cubano. Identidad, Nacionalidad y Cultura”, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p. 688- 690, y hasta la 724.
[xxv] Ibidem, pp. 694- 695

4 comentarios:

  1. Todos los que abrazamos la revolución, estamos y estaremos muy de acuerdo con los cambios socioeconómicos y políticos que se produjeron.
    Lo que no entendemos es porque se permitió que todo se perdiera delante de sus narices cuando una y mil veces se advertía de las cosas que marchaban mal.
    Además que en el presente todo siga lento lento como si nada pasara es inconcebible.
    Rogelio Castro Muñiz

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  2. Rogelio la respuesta a tú planteamiento es sencilla,todo sigue tan lento,lento porque la destrucción durante 60 años ha sido tan grande que no saben como arreglarlo,el miedo a liberar las fuerzas productivas es tan grande ,que prefieren que Cuba se siga perdiendo entre el marabú a que se entreguen las tierras para que se produzca y el ejemplo es la persecución a campesinos para decomisarle lo que producen,inventarmles un delito y meterlos preso.En resumen lo que no sirve es el sistema corrupto que impera en Cuba,que los que dirigen "bien arriba" viven como magnates y de reunión en reunión sin hacer nada y los que "viven abajo" más miserables no pueden ser.Gracias.

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    1. Anonimo gracias por opinar, aunque no estoy de acuerdo con lo que plantea, no creo que exista perse intencionalidad en destruir nada, ni invertarles delito a nadie, quizás los mecanismos son muy rígidos y se han perpetuado en el tiempo. En busca de soluciones el Marubu se exporta en forma de carbon a Europa.

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  3. Rogelio muchas gracias. Pues ya viste que nos pasamos años sin hacer Congresos del PCC, y con marchas y contra marchas en la economia, en 1993 empezó a configurarse el nuevo modelo demandado por la practica y en 1997 con Chavez en el poder, pues empezamos a dar marcha atrás al mismo. Estamos en el punto donde no creo que exista otra opción que ir hacia adelante de una vez. Parte del inmobilismo radica en que nadie quiere cargar con la culpa si algo sale mal, cuando debería formar parte del proceso, y he visto actitudes muy conservadoras por ello. No se hasta que nivel pueda estar influyendo . Lo que si es un hecho es que el propio modelo hoy en dia no permite la innovación en la practica, hay miles de investigaciones científicas esperando por su implementación. ¿ Que lo traba? saludos

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