El premio Nobel de Economía 2013 y profesor de Economía de la Universidad de Yale cree que «la Reserva Federal debe subir los tipos de interés para atajar la aparición de burbujas inmobiliarias y bursátiles».
El premio Nobel de Economía 2013, Robert Shiller, en una entrevista anterior con ABC - ÁNGEL NAVARRETEJAVIER TAHIRI - @javiertahiriMadrid -
El premio Nobel de Economía 2013, Robert Shiller, en una entrevista anterior con ABC - ÁNGEL NAVARRETEJAVIER TAHIRI - @javiertahiriMadrid -
Las pulsiones humanas corren por las venas de los vaivenes bursátiles. Arrebatos irracionales que a veces estallan en burbujas, como las que ha estudiado –y detectado– Robert Shiller (Detroit, 1946) desde hace años. Su habilidad para auscultar a los mercados se demostró en 1999, cuando previó la burbuja de las «puntocom», y en 2005, al avisar de la burbuja inmobiliaria que estallaría años después. En su opinión, la fórmula para atajar las subidas irracionales de los mercados es la información, un enfoque que le valió elPremio Nobel de Economía en 2013. Ahora publica en España una nueva edición de «Exuberancia irracional» (Ediciones Deusto), uno de sus libros más conocidos cuyo título repite la expresión que el antiguo presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, pronunció ante la subida de la Bolsa en pleno apogeo de las «puntocom».
–¿Cree que la Eurozona y la UE han superado la incertidumbre sobre su continuidad?
–Hace unos años la gran preocupación era la economía. Ahora el foco ha cambiado. Los eventos de las últimas semanas parecen un desafío a la unión de los países miembros. Primero la crisis de los refugiados y ahora los ataques de terroristas, que aumentan el temor de que haya yihadistas entre estos mismos refugiados. Estos temas son ahora la mayor debilidad de Europa. La Unión Europea ha sido una de las mejores ideas surgidas, una prueba de inspiración para el resto del planeta tras la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora hay una crisis de confianza en las instituciones comunitarias y esto afecta a todos los ámbitos en los últimos años.
–¿Cuál puede ser el impacto de los ataques de París en la economía?
–Hemos visto que la Bolsa ha subido, no creo que tenga un gran efecto. Tras el 11-S la economía norteamericana entró en recesión aunque no creo que fuera por los ataques. Hace unos días, Hollande dijo que esto era la guerra. En el pasado, la reacción de los mercados a las guerras ha sido impredecible. Por ejemplo, en la I Guerra Mundial los mercados se hundieron. Con la II Guerra Mundial, cuando Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania en 1939, la Bolsa subió.
–En su libro dedica un capítulo a la prensa, como uno de los factores que explican que se generen burbujas. ¿Cuál es la responsabilidad de los medios?
–Los medios tienden a sobrevalorar determinadas historias, las subidas históricas, las cotizaciones récord. Solo diré que estadísticamente, antes de que hubiera periódicos las burbujas especulativas no eran tan frecuentes (risas). Internet ha potenciado esto.
–En «Exuberancia irracional», usted describe el clima que había antes de cada burbuja financiera, ¿en qué momento estamos ahora?
–Ahora...es diferente (risas). En 1999, antes de la burbuja de las «puntocom» había un ambiente de euforia. En 2007 este optimismo exacerbado aumentó aún más. Sin embargo, en la actualidad la situación reinante es el «new normal». ¿Qué es el «new normal»? Un futuro con problemas relacionados con el desempleo y una gran preocupación sobre cómo será el futuro. Esto no existía antes.
–¿Esta nueva situación incluye un estancamiento en el crecimiento de Europa y Estados Unidos?
–Depende de lo que quiera decir con crecimiento. En la actualidad el PIB deja fuera una gran parte de la actividad económica e infravalora mejoras que se han dado en el bienestar de la población. Hay factores que hacen que nuestra vida sea mejor que no incluye el PIB, como las tecnologías de la información. Donde sí hay un peligro es al ver el futuro del empleo: no está mejorando tanto cómo nos gustaría. Esta situación se traslada a los mercados bursátiles y al inmobiliario. Es algo que hace temer acerca de las rentas de trabajo: la sensación de seguridad de tener un puesto de trabajo no va a volver. Pero la población sigue comprando acciones o metiéndose en una hipoteca, aunque estas estén sobrevaloradas.
–Esta situación está creando una mayor desigualdad? Puede haber personas que ahora ganan menos, temen quedarse atrás e invierten en Bolsa para intentar obtener una rentabilidad que compense la devaluación laboral.
–Es cierto que muchas personas les está pasando esto, sobre todo comprando casas. Deberían diversificar más, pero se sigue pensando que invertir en un hogar es algo más seguro. Y puede tener mayores riesgos. El otro día estuve en Londres y el precio del inmobiliario estaba totalmente disparado. España, sin ir más lejos, es uno de los países con un índice de propiedad inmobiliario más elevado del mundo.
–¿Con esta situación en los mercados internacionales qué debe hacer Yellen, subir o bajar tipos?
–Es un asunto complicado. Creo que lo más indicado sería subir tipos de interés ya. No estoy hablando de un gran alza, pero esto reduciría la especulación. En Estados Unidos la Bolsa se ha disparado por encima de lo que debería, y en el mercado inmobiliario también se están formando burbujas en ciertas zonas del país. Pero también es cierto que la agenda de la Reserva Federal debe atender a otros factores. La inflación continúa a un nivel muy bajo lo que alimenta a los partidarios de que sigan los tipos bajos. Por otro lado, la tasa de paro de Estados Unidos está tocando mínimos, el 5%. Y creo que el riesgo de burbujas debe atajarse y una subida de tipos lo haría. Los tipos de interés nunca han estado tan bajos. Esto es el «new normal».
-¿Cómo puede impactar el aumento de los tipos de interés en las economías emergentes, que ya han comenzado a desacelerarse?
–Yo creo que en parte esta subida de tipos de interés ya ha comenzado a descontarse en los países emergentes, con la retirada de estímulos, por lo que el impacto no será mucho mayor. Si suben, probablemente lo harán al 0,25%, que no es mucho, pero seguirán estando en un entorno bajo bastante tiempo. Eso perjudicará a las exportaciones norteamericanas. Por otro lado, los intereses de la deuda pública a largo plazo son excepcionalmente bajos. El comportamiento de los bancos centrales explica parcialmente esto, por las inyecciones de liquidez a través del Quantitative Easing de la Reserva Federal y ahora del BCE. Sin embargo, este «new normal» hace que todos den por hecho que los tipos seguirán bajos y los intereses, también.
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