Cuando en el 2014 Granma indagó sobre la producción de envases y embalajes en el país, había cifras que obligaban a leerlas más de una vez, sobre todo aquellas relacionadas con las importaciones.
Se decía, por ejemplo, que para la compra en mercados foráneos de envases flexibles, o sea, los estuches en los cuales se colocan las pastas largas, el café, el yogur, los jabones… se proyectaban más de 22 millones de dólares y otros diez para la adquisición de etiquetas.
En el 2018, las cifras continúan sugiriendo relecturas. Por tales «nailitos» el país erogó, en el año que recién concluyó, más de 42 millones de dólares, y en las etiquetas los montos casi rozan los 11 millones.
Similar a aquel momento, las latas de aluminio para bebidas, los envases de vidrio, las cajas de cartón corrugado, así como las bolsas de alta y baja densidad, las tapas metálicas… conforman un grupo de diez surtidos, cuyos valores de importación casi concentraron el 80 % de los más de 266 millones de dólares invertidos por este concepto en el 2017.
En las inversiones que permitirán suprimir o acortar las compras en mercados foráneos de latas de aluminio, envases de vidrio y flexibles (películas), por solo citar aquellos productos que agrupan los mayores montos de importaciones, ya se trabajaba en el 2014. Y todavía hoy se continúa laborando en los mismos proyectos, un poco más adelantados.
Cierto es que se han incorporado otros, e incluso algunos comenzaron, terminaron y ya dan sus frutos, como la planta destinada a la fabricación de bandejas para huevos, que permitió satisfacer en el 2017 la demanda de la agricultura y no se proyectan importaciones para el 2018.
También en el trabajo de cuatro años atrás se reconocía que la inejecución de los planes inversionistas, debido a demoras en la elaboración de los estudios de factibilidad y la no identificación de fuentes financieras o socios externos para materializar los proyectos, figuraba como la principal limitación en aras de desarrollar la industria nacional.
En el informe del balance de trabajo del 2017, la dirección de envases y embalajes del Ministerio de Industrias (Mindus) incorporó un párrafo con palabras casi idénticas, o lo que es lo mismo, con problemas casi idénticos.
No obstante, si bien este análisis explicita cuánto queda pendiente en pos de satisfacer una demanda cada vez mayor, no obvia, en modo alguno, la tendencia creciente que en los últimos años ha mantenido, como regla general, la producción de Envases en el país, tras la aprobación, en marzo del 2013, de la política para el desarrollo de esta esfera.
Según Yamilín González Milián, subdirectora de Envases y embalajes del Mindus, los niveles productivos de la industria nacional en el 2017 crecieron un 26 % respecto al año anterior, y las inversiones, en el orden de los 42,4 millones de pesos, también se incrementaron.
Fue posible, además, la creación del Centro de Envases y Embalajes, unidad empresarial de base que estará dedicada a la evaluación de las materias primas y a seguir e incorporar, según nuestras posibilidades, las tendencias más novedosas en el mundo.
Y si de ordenamiento se trata, vale resaltar la aprobación de la Resolución No. 94 del 2017, del Mindus, Reglamento Técnico de Envases y Embalajes, cuya letra y espíritu unifica los modos de hacer y utilizar estas producciones en el país.
PASITO A PASITO…, PERO SE ANDA
Los principios de la política de envases, suscritos en el 2013, potencian, desde una visión integral, la fabricación de surtidos con destino a las actividades exportadoras y agroalimentarias, la venta de materiales de la construcción, así como la sustitución progresiva de las importaciones. Esas directrices, desde entonces, no han variado.
Pautaron lo hecho en el año anterior y trazan los rumbos de este 2018.
De acuerdo con Yamilín González, la oferta de envases en el 2017 (incorpora producción nacional e importaciones) superó los 620 millones de pesos, y para este año, pese a las restricciones financieras, se prevén unos 721 millones.
Los números, dice, también muestran incrementos en el aprovechamiento de las capacidades productivas, fundamentalmente en los envases de papel, cartón y plásticos. En ese sentido, la industria nacional proyecta una fabricación, en este 2018, de 448 millones de pesos, lo que permitirá satisfacer el 62 % de la demanda solvente (o sea, la que maneja el plan, pues la real sabemos que dista sobremanera de estos índices).
En pos de acercar cada vez más las proyecciones al comportamiento real de la industria, los planes del 2018 también se sustentaron, al decir de Juana Iris Herrera Fuentes, especialista de la Dirección de envases y embalajes del Mindus, en un balance de frutas frescas y vegetales a procesar en el país.
Tras los análisis, subraya, fue posible asegurar, con envases de pequeño formato, el 82 % de la producción terminada prevista, mientras que el resto, equivalente a unas 18 000 toneladas, deberá ser vendido a granel a la población, alternativa que requiere, en cada lugar, de acciones que garanticen la llegada oportuna del producto.
De todas formas, la zafra de tomate, por ejemplo, se ha comportado por debajo a lo concebido.
Este 2018 también pondrá énfasis, en sus palabras, en la reutilización de envases plásticos, de acero y vidrio, práctica que deberá considerar los procedimientos pertinentes. De los pronósticos se derivan unos 113 millones de recipientes de vidrio y 15 millones de sacos de polipropileno, si bien resulta estratégico continuar identificando posibilidades de reutilización.
Y como al inicio de cada año, o de cada nueva etapa, es casi obligatorio fijarse retos, Yamilín González vuelve sobre lo impostergable: identificar y potenciar las inversiones y negocios conjuntos que respalden tecnológica y financieramente el desarrollo de la industria nacional.
Dentro de ese gran grupo, ya sabemos dónde estará el hincapié: proyectos de empresas mixtas que tributen a la fabricación de latas de aluminio, envases flexibles y de vidrio, los mismos que arrastramos desde hace años y que no logramos, esfuerzos a un lado, materializar.
LA HOJALATA DEJA SU HUELLA
Los mayores incrementos de la producción nacional para el 2018 se reportan en los envases de hojalata, aunque todavía no se logran satisfacer todos los pedidos.
En las sesiones de diciembre último de la Asamblea Nacional del Poder Popular, este fue uno de los temas analizados con amplitud, teniendo en cuenta la demanda siempre creciente, sobre todo de los sectores alimentario y agrícola, y la imposibilidad de la industria de solventar las necesidades.
Para este año, explica Nelly Toirac Castaño, directora general de la empresa Envases y Recipientes Metálicos (Envametal), las cifras demandadas ascienden a 64 millones de envases de hojalata.
Con todas las esperanzas fijadas en la inversión que se lleva a cabo en el taller de producción Luis Melián, perteneciente a la fábrica Envases Occidente (Envocc), el plan prevé la producción de 50 millones, cifra, que si bien no cubre el pedido total, duplica lo hecho en el 2017.
El proceso inversionista, ascendente a 240 000 euros, consiste, por un lado, en el montaje de un paletizador que incrementará las capacidades productivas, y por otro, en la capacitación del personal que intervendrá en su operación y en el resto de las líneas.
De cumplirse los cronogramas previstos, sostiene Toirac Castaño, los resultados podrán percibirse a partir de abril, fecha que, a juzgar por los especialistas, supone una alta tensión para la industria si de alcanzar los planes se trata.
Según Sergio Medero Santana, director de Envocc, «el paletizador instalado hoy es mecánico manual, requiere dos operarios y paletiza 160 envases por minuto. El nuevo es semiautomático, necesita un operario y asimila 400 envases por minuto». El aumento productivo, más bien el salto con pértiga, es evidente.
No obstante, las cifras alcanzadas en enero, incluso sin esta inversión, le mitigan un poco el estrés que entraña el desafío productivo del 2018. «Con la nueva maquinaria proyectamos la fabricación de 4,7 millones de envases mensuales; sin embargo, con las condiciones actuales logramos hacer 3,7 millones, todo un récord».
Pero unido al ímpetu de los obreros, que a partir de abril estarán distribuidos en tres turnos de trabajo de ocho horas, es preciso contar, en opinión de Nelly Toirac, «con una estabilidad financiera que permita el pago a los principales proveedores de materias primas en el exterior», asunto que en el 2017 incidió en el incumplimiento de los niveles planificados.
«También hay que trabajar con las empresas nacionales para garantizar los aseguramientos, los cuales igualmente han fallado. Este es un tema de seguimiento diario por los directivos, para prever los contratiempos y anticiparse en las soluciones, porque lo que se deja de producir no se recupera».
Y su criterio lo comparte, absolutamente, Daymel Pérez González, director del taller Luis Melián, quien asegura que «este compromiso productivo implica mayor responsabilidad, trabajar con una cobertura superior al trimestre, aumentar la supervisión y el control, reducir los índices de mermas… Tengamos en cuenta que cerca del 98 % de nuestras producciones es encargo estatal».
LA CALIDAD, UNA CONSTANTE
En el taller Luis Melián funcionan actualmente dos líneas productoras de envases cilíndricos, distribuidos en ocho tipos de formatos. Ya en el 2008 y el 2012 se realizaron inversiones, enfocadas en mejorar la tecnología, aumentar los niveles productivos y favorecer la calidad, con la incorporación de la soldadura eléctrica.
De hecho, solo existe en Cuba un taller, el Armando Mirabal, que aún mantiene la soldadura plomo-estaño, y ya está previsto un proyecto de empresa mixta que permitirá modificar la tecnología y fabricar envases para pinturas, los cuales no se hacen hoy en el país.
Pero la calidad no anda solo de la mano de la tecnología, sino también de los operarios, ya acostumbrados a detectar las fallas, porque a los mecánicos Julio Alonso y Raúl Hernández, con 25 y 38 años de experiencia, respectivamente, no hay detalle que se les escape. Ni tampoco a Lázaro Mario García, técnico en control de la calidad, que cada media hora revisa las dimensiones de las latas, la altura, los fondos, la conformación…
«En verdad hay que andar pegado a las máquinas. Si se hacen 400 envases por minuto y te tardas dos en descubrir un desperfecto, cuántos recipientes
desaprovechas», lo dice y sale para la línea, «porque periodista, ya llevamos un rato hablando».
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