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miércoles, 27 de junio de 2018

Ni lentos, ni ociosos

Junio 27, 2018

Por Luly Legrá Pichs

Caricatura: Félix

Hace algún tiempo alarma el gran porcentaje de recursos materiales inmovilizados en almacenes de toda Cuba, lo cual se traduce en dinero sin uso, ni utilidades, estancado y olvidado en el fondo de un lúgubre rincón durante años.

En el año 2013, el Consejo de Ministros aprobó el Decreto 315, acompañado de las Normas Complementarias 386 y 301 del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) y el de Comercio Interior (Mincin), documentos que facilitan la descongestión de los inventarios, para de esa forma resolver el asunto de los productos ociosos (PO) y de lento movimiento (LM).

Ese dictamen le otorga a las empresas cubanas la autoridad de comercializar esos renglones con otras entidades de su misma rama o fuera de esta, gestionar su mercantilización mayorista, acorde con el orden de prelación establecido.

Finalmente, si no se logra la salida de los recursos tienen como destino final su venta a materia prima, despiece o destrucción. Lo que sería, tal como dice la expresión “dinero botado por la ventana”.

En el universo empresarial de Holguín hasta el cierre de febrero en inventarios existían 961, 8 millones de pesos, de ellos 51, 1 millones de lento movimiento y 18, 7 de ociosos.

No se alarme lector, en términos de por cientos, esto solo representa el 7,3, cifra ínfima que demuestra el efecto de diversas iniciativas de la provincia por tratar de desterrar este lastre de la economía nacional.

Hasta esa fecha - precisó Alberto Leyva Rojas, quien en el momento de la entrevista se desempeñaba como subdirector global de la Dirección Provincial de Economía y Planificación- de las 105 empresas registradas en el territorio solo 47 tenían PO declarados a la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI); sin embargo, cabe preguntarse, ¿Son todos realmente ociosos? ¿Surten efecto las ferias para el expendio de estos productos? Sobre estas dos interrogantes ¡ahora! indaga.

¿Por qué lentos y ociosos?

La ordenanza antes mencionada establece que “los bienes de consumo e intermedios se definen de lento movimiento cuando las cantidades en existencia superan los ciclos de venta o reaprovisionamiento establecidos para cada actividad”.

“Para los de consumo, cuando superan los 120 días expuestos a la venta o al consumo y posean cobertura para más de tres meses”.

Mientras que los ociosos son aquellos “cuyo bajo o nulo valor de uso o comercial, para la entidad propietaria o depositaria, determina su inmovilización absoluta por ausencia total de su demanda. El tiempo admisible para definir un bien ocioso no debe exceder un año, salvo en casos excepcionales”.

Francisco García, especialista de la Dirección Estatal de Comercio Interior en Holguín, explicó que el lento movimiento se produce por exceso o desuso. En el primer caso, porque se compró en demasía, y en el segundo a causa de la tecnología obsoleta.

“El caso cubano en el mercado internacional se comporta de forma atípica. Por ejemplo, hoy disponemos de dinero, pero no existe el producto; mañana es a la inversa, y cuando esos dos ¨sujetos¨ se juntan es cuando vienen los excesos, porque no se sabe si el año próximo habrá presupuesto y las empresas compran demás para ¨precaver¨”, detalló García.

Esta es, sin dudas, una de las causas de la saturación de algunos recursos, pero no es la única. A ella se le unen, también, la mala planificación y gestión de algunas empresas, dado, en algunas ocasiones, por la poca preparación de quienes realizan la acción y la falta de control de los que deben exigir.

Por la acostumbrada “previsión” de “por si mañana no hay” o la prerrogativa de ejecutar el presupuesto “en lo que sea” para “evitar” que en el próximo año otorguen una cifra menor, hay muchos almacenes con rodamientos, correas, tornillos, tuercas y un sinnúmero de piezas que realmente no precisan.

Por otra parte, en la concepción de la clasificación que expone el Decreto 315 se originan, también, algunos inconvenientes que repercuten de forma negativa, posteriormente, en la economía de la empresa.

“Por ejemplo –agregó García- en los almacenes existen actualmente recursos que responden a un tipo de tecnología antigua, tal vez hubo una renovación y ya no sirve; sin embargo, puede que la maquinaria aún produzca y esas piezas sirvan de repuesto y el propietario las debe conservar, pero el decreto eso no lo contempla”.

Un caso famoso en Holguín es el de la hilandería Inejiro Asanuma de Gibara, la cual disponía de una maquinaria arcaica con sus piezas correspondientes en depósito, los cuales, además, no existían ya en el mercado internacional. Por ley está establecido deshacerse de ellos; no obstante, en caso de haberlo hecho, no hubiese tenido con qué continuar la producción ante una rotura.

Algo así sucede en Cubaníquel, ejemplifica Jorge Carmenaty, especialista comercial del Puerto de Moa. “La empresa espera una modificación a la ¨315¨ en ese aspecto, pues a veces esperamos hasta tres años por la importación de un determinado producto, debido a todos los parámetros exigidos para realizar esa adquisición, entonces no se concibe que a los 120 días pasen a lento movimiento cuando todavía son útiles en el equipamiento”.

“Por el mismo bloqueo económico de los Estados Unidos a Cuba, disponemos de 45 rastras de más de ocho líneas diferentes, es imposible casarse con una sola, si tuviésemos una en el almacén solo existirían 100 mil pesos, en cambio tenemos un millón 200 mil pesos para rastras, actualmente hay 3 millones, la mitad está en lento movimiento, pero en realidad no son ociosos, sino necesarios”.

Feria de oportunidades, ¿posible solución?

Para bajar los números de los inventarios, la provincia fue una de las pioneras en efectuar ferias comerciales en las cuales el empresariado holguinero, con productos ociosos y de lento movimiento, podía ofertarlos a otras y a la población. 

El espacio de expo-venta lo convoca el Consejo de la Administración Provincial con una frecuencia de dos a tres veces al año como una oportunidad más para “aliviar” los inventarios del sector empresarial holguinero.
Si bien la actividad ha sido elogiada por muchos medios de prensa cubanos, a varias ediciones de la primera es necesario revisar los rumbos que ha tomado esta experiencia.

Alexander Pupo, vecino del reparto Pueblo Nuevo, confesó ser asiduo al evento, aunque manifiesta su descontento por el precio elevado de algunos productos, como correas y rodamientos para carros.

No muy distinta es la experiencia de Roberto Martínez, quien aseguró haberse quedado muchas veces sin poder comprar alguna pieza necesaria para su hogar, pues los vendedores la comercializan en grandes cantidades a una sola persona para “salir” rápido de esa mercancía, así le ha sucedido con codos y llaves de agua.

Sobre el alto costo de algunos productos, señaló Francisco García, que es debido a que se obvian muchos pasos desde el lento movimiento. “Dice el decreto que pueden realizarse rebajas de precio hasta por debajo del costo, claro, autorizadas, colegiadas por el Consejo de Dirección de la entidad y puede empezar por el 5%, el 10% para motivar la comercialización de ese producto”
“Cuando llega a PO debe haber tenido una fuerte depreciación, pero no sucede así. Entonces en la Feria de oportunidades ese producto aparece con el precio de la empresa, no el de su costo, al que se le agrega el margen de ganancia que posee Cedipad (empresa del MINCIN), más Comercio”.

Precisamente, esa es una inquietud compartida por muchos de los participantes de empresas mayoristas, a los cuales la representación en venta se les encarece por el 2,3 o 2,5 por ciento que se les suma, por no poder vender directamente a la población, sino a través de Comercio.

El Comercial del de Puerto Moa declaró que “en ocasiones no podemos deshacernos del artículo porque es muy caro, entonces cómo si tienes un productos ocioso vas a incrementarle el precio”.

“La lógica dice que si la Norma 386 explica cómo bajarle el importe a lo mejor había que reducir, también, el porcentaje de ganancia del Mincin o el Divep, o que ellos lo hicieran gratis”.

Una sugerencia para nada descabellada, ¿por qué en los días de Feria no se aprueba un temporal de autorización para vender de forma minorista? Esa misma pregunta se la realiza el especialista de la Dirección Estatal de Comercio, pues si el objetivo es librarse de los productos ociosos y de lento movimiento ¿no es mejor despejar las trabas que pudieran permitir el continuo estancamiento del mismo y que la empresa no pierda dinero?

En las dos últimas Ferias de Oportunidades asombró a esta periodista la presencia de renglones con alta demanda en la ciudad cabecera que eran ofertados por entidades de Comercio de otros municipios, donde la oferta supera con creces el consumo real.

Este es, justamente, un ejemplo de poca eficiencia en la gestión de los recursos, pues no se realizan estudios de mercados para saber realmente dónde está el mayor número de posibles compradores. Una solo botón de muestra: mientras en los mercados industriales artesanales de Holguín el detergente líquido es “pan caliente” y de las sombrillas de 188 pesos no queda ni el recuerdo, en otros territorios el Decreto 315 les “pasa la cuenta” por lento movimiento.

Aún cuando los parámetros indican que la provincia no marcha mal, es necesario revisar los mecanismos para que enrumbe bien. Todo cuanto hagamos por impulsar a la economía cubana nunca será suficiente, y más cuando se trata de tener dinero “dormido” en los almacenes.
Luly Legrá Pichs

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