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En este artículo: Cuba, Economía, Ministerio de Turismo (MINTUR), Turismo
18 junio 2019
En este artículo: Cuba, Economía, Ministerio de Turismo (MINTUR), Turismo
18 junio 2019
El podcast de Cubadebate se centra hoy en el turismo, uno de los seis sectores estratégicos identificados para afrontar la compleja situación que presenta actualmente el país. El propósito es que, mediante los encadenamientos, la industria del ocio impulse otros despegues.
Hemos invitado a dos expertos cubanos:
- María del Pilar Macías Rutes, directora general de Operaciones y Calidad del Ministerio de Turismo.
- Miguel Alejandro Figueras, Doctor en Ciencias Económicas y profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana.
—¿Por qué el turismo puede convertirse en la locomotora de la economía cubana? ¿Cuáles son sus potencialidades?
María del Pilar: Indudablemente, el turismo es un sector muy transversal, en el que participan muchas otras actividades. Es por esa característica que en otros países se ha convertido en la locomotora de la economía, porque el turismo impulsa en su propio desarrollo el de otros sectores. En nuestro país también sucede de esa manera, pues la industria del ocio requiere de las demás sectores para garantizar las ofertas de bienes y servicios. No obstante, hay sectores que no aprovechan esta realidad.
—En los últimos años, Cuba ha experimentado un incremento del número de turistas y de habitaciones hoteleras; sin embargo, el apoyo de los organismos en tributar productos y servicios con calidad al sector no ha avanzado con igual ritmo. ¿Por qué no se logran estos encadenamientos?, ¿qué factores atentan?
María del Pilar: Uno de los factores que influye es el económico. Para desarrollar nuevas inversiones hay que disponer de recursos financieros, a los cuales no todos los sectores acceden, pues no se recuperan con la misma rapidez con que lo hace el turismo. Además, esta actividad genera en su propia operación los recursos financieros para pagar créditos. Esa realidad incide en que el resto de la economía no acompañe lo suficiente al desarrollo del turismo. A lo cual se suma el impacto del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
Miguel: Considero muy bueno el actual propósito de sustituir las importaciones que realiza el sector turístico cubano, calculadas en alrededor de dos mil millones de pesos anualmente, incluyendo el petróleo que se gasta en la electricidad. No obstante, se trata de un problema viejo. En los años noventa, cuando el Periodo Especial, una de las medidas impulsadas por el Comandante en Jefe consistió en que el turismo fuese uno de los ingresos más importantes para el país y que ayudase a levantar al resto de la economía (en aquel entonces deprimida).
A mediados de la década de los noventa, las empresas constructoras estaban produciendo solo al 40% del nivel alcanzado a finales de los ochenta. La producción de cemento había disminuido cuatro veces; la industria textil redujo su producción desde 220 millones de metros hasta 44 millones. En el año 1994, se produjo, y con baja calidad, solamente la tercera parte del nivel de cerveza alcanzado cinco años antes y la mitad del agua embotellada.
¿Qué se hizo? Para revertir esto se creó, mediante recursos asignados, la empresa Finatur, la cual se encargó de trabajar, detalle a detalle, con las entidades productoras, organismos y ministerio. A la par se introdujeron nuevas producciones y proyectos. En la industria ligera, por ejemplo, hubo cambios totales para lograr la especialización en surtidos necesarios en el turismo, como los uniformes. También hubo transformaciones en la industria alimenticia, la cual introdujo nuevos envases, así como en la agricultura que fomentó la producción de los cultivos protegidos.
De forma general, el turismo definió reglas del juego: era necesario producir con calidad internacional, entregar en tiempo y que los precios fuesen competitivos. Las empresas que incumplieran esas reglas debían salir del juego, porque el turismo ayuda, pero no subsidia, ni debe relacionarse con empresas que no sean serias.
También resulta vital asignar recursos integralmente: si vas a hacer un traje necesitas la tela, los botones, el forro y los hilos, si falla una de esas materias primas no resuelves nada. De ahí que el mecanismo de planificación se deba adaptar a esas exigencias.
—Miguel, en un artículo suyo publicado en la revista Temas, usted plantea que en los años noventa el turismo logró el objetivo de movilizar y despertar el resto de la economía. ¿Cómo se consiguió esto? ¿Qué medidas se pueden retomar en la actualidad?
Miguel: Cada etapa tiene sus características. Por ejemplo, no hay que copiar la empresa de Finatur, sino aprender de su experiencia. ¿Qué pasó con esta entidad? En 1990 la oferta nacional solamente satisfacía el 12% de la demanda requerida por el sector turístico y debido al impacto de esa institución ya en 2004 fue un 67%. Pero en aquella etapa se llevó a cabo una restructuración bancaria y empezaron a funcionar los nuevos bancos y a dar créditos. Hubo empresas y organismos que tomaron esos préstamos y no le pagaron a Finatur, lo cual provocó que esta quebrara.
Por otra parte, se tomó la mala decisión de crear una cuenta única mediante la cual era imposible el correcto funcionamiento de Finatur. Esta cuenta se cerró cuatro años después de constituida. De ahí que si todo el dinero iba al banco y luego la asignación de recursos financieros no tenía en cuenta las necesidades del turismo, su desarrollo se veía limitado.
La experiencia de Finatur no hay que copiarla exactamente, pero sí hay que tener el convencimiento de la necesidad de establecer reglas claras.
—En la actualidad, ¿cuánto satisface la oferta nacional los pedidos del turismo? ¿Podría darnos datos del comportamiento de las compras a la industria nacional en los últimos años?
María del Pilar: Resultado de las medidas tomadas en los años noventa, hoy el turismo recoge frutos. Hay muchas empresas que nacieron en aquella época bajo los esquemas de financiamiento mencionados o como empresa mixta que abastecen al turismo con productos de buena calidad y en el momento en que se necesitan. Derivado de la experiencia de Finatur surgieron años después los esquemas cerrados de financiamiento.
El Ministerio de Turismo tiene un financiamiento en CL, que lo genera mediante sus propias ventas, montos que este le entrega a las empresas que abastecen al turismo. De esa manera acceden a las materias primas, aunque no incluye las inversiones. Entre ellas está Suchel, Suchel Proquimia y entidades de confecciones. Se trata de productos que ya no se importan. Ya no existe la modalidad de financiamiento mediante Finatur, sino a partir de los esquemas cerrados, que todavía presenta imperfecciones, pues no abarca las inversiones, tan necesarias en la industria nacional. Son asuntos que van quedando en un segundo plano y que a la larga perjudica el desarrollo de las entidades.
En la actualidad, este tipo de relación con la Industria Ligera ha permitido que el sector del turismo disponga de productos de calidad y competitivos, entre ellos los amenities, los artículos de higiene, los productos químicos de lavandería y la lencería, que solo se importa en el caso de las personalizadas. En ese sentido estamos trabajando con el grupo de la Industria Ligera para lograr que también se fabriquen aquí. Asimismo está pendiente el tema de los uniformes, para lo cual este año comenzará a funcionar una empresa mixta. Poco a poco se ha ido incorporando un grupo de producciones para evitar su importación.
—En ese sentido, ¿dónde persisten las debilidades?
María del Pilar: Como decía el profesor Figueras, hacen falta resortes económicos que posibiliten que la industria acceda a recursos monetarios, no solo para la compra de materias primas, sino también para desarrollar nuevas inversiones. Hoy tenemos que importar muchos productos, porque la industria presenta déficit de capacidad productiva, como en el caso de la cerveza.
El turismo debería importar solo para disponer de productos de marcas internacionales, pues los visitantes que llegan a Cuba son en su mayoría de países desarrollados, con una filosofía consumista. Es cierto que cuando llegan aquí queremos mostrarle lo nuestro, pero también tienen costumbres de consumir determinada comida, bebida o perfume. Esperemos lograr que, en algún momento, solo tengamos que comprar esos productos.
A veces tenemos que importar hasta la llamada línea económica, cuando puede ser ofertada por la industria nacional. Nos sucede con la cerveza, cuando importamos algunas que ni resultan ser famosas pero son económicas, al no disponer de una oferta nacional.
Hay que tener claro que el turismo para brindar sus servicios necesita recursos. El cliente que en su desayuno le falte algún alimento habitual y común, no se le puede dar al otro día doble. Por tal motivo, para que este sector sea competitivo también lo tienen que ser las empresas que lo abastecen.
Ciertamente, el turismo es prioridad para el país y para eso se creó desde hace algunos años una comisión gubernamental dedicada al estímulo y desarrollo de la actividad turística. En ella participan ocho ministerios, incluido el de la Agricultura. En este caso, uno de los problemas más recurrentes es el relacionado con el envase y embalaje, así como con la variedad de los surtidos.
Tenemos hermosas playas y los visitantes también reconocen la cultura, el patrimonio, nuestra idiosincrasia y seguridad. Pero faltan detalles para ofertar un producto completo. En nuestro país tenemos además el asunto de la dualidad monetaria y cambiaria que incide en la conformación de los precios.
Hay empresas que, ante un aumento de los precios de la materia prima, transfieren, a veces de manera lineal, ese incremento a sus costos de producción y, por ende, modifican su precio de venta. En el sector del turismo no se puede hacer eso, porque las contrataciones son con mucho tiempo de antelación, en dependencia de los mercados, pueden ser conciliadas hasta un año antes. Y por otro lado existe una fuerte competencia en el Caribe que está vendiendo un producto turístico proveniente de su industria nacional de calidad y con precios competitivos. Y el cliente también se decide según los precios.
Son temas que, indudablemente, lo está viendo la economía en su proceso de planificación. En la comisión gubernamental ya se van tomando acuerdos, uno de ellos tiene que ver con el estudio y revisión del funcionamiento de Finatur. El objetivo es que resurja sin los defectos de aquella época, para que la industria nacional pueda acceder a financiamientos y que también le permita desarrollar inversiones, para aumentar sus capacidades productivas e incorporar tecnologías más eficientes.
—Un comentario reiterado por los foristas de Cubadebate es que el sector, en vez de ampliar la planta hotelera con instalaciones de lujo, debe mejorar la existente, sobre todo, cuando el nivel de ocupación está alrededor del 50%. ¿Cuál es su opinión?
Miguel: La Habana disponía de 12 mil habitaciones cuando nos sorprendió el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, en 2015, y con ello el aumento de las visitas de ciudadanos de ese país. Necesidades de alojamiento que cubrió en parte el sector privado, no solo en La Habana sino en el resto del país.
La capital requiere de más hoteles, aunque ahora su nivel de ocupación no sea el máximo. Esto es imprescindible para desarrollar el turismo y con ello la economía del país. Además, hay que reparar los existentes.
Tal y como lo ha planteado el presidente Miguel Díaz-Canel, hay que trabajar de conjunto para apoyar al turismo, encadenarlo con los demás sectores de la economía y sustituir importaciones.
Se trata de un propósito que no se logrará solo con decirlo, hay que revisar un grupo de cosas. Por ejemplo, leí una noticia que en el año 2017 se aprobó una empresa mixta entre Iberostar y AT Comercial para abastecer el turismo. Aunque estoy a favor de las empresas mixtas y de la inversión extranjera, me parece que por lógica no se debía haber constituido, cuando su objetivo es precisamente fomentar importaciones, lo contrario a lo que requiere el país.
—Cuando se habla de que la ocupación está al 50% es también síntoma de que persiste ineficiencia.
María del Pilar: Todo sector tiene que mirarse hacia adentro, y el nuestro lo hace bastante, aunque no siempre se logran los resultados esperados. Tenemos un compromiso con el Estado cubano de ser más eficiente, de ser más competitivos, de ocupar mejor las habitaciones hoteleras.
En la temporada alta se logra mejores niveles de ocupación. Sucedió en La Habana cuando el restablecimiento de las relaciones con EE.UU., que la demanda de habitaciones cinco estrellas estuvo por encima de la oferta, de ahí que se emprendiera la construcción de nuevos hoteles. Ya en la actualidad estamos ostentando productos de lujos, porque también queremos que vengan clientes dispuestos a pagar más caro.
Lejos de desacelerar el proceso inversionista, lo que tenemos que conseguir es ocupar los cuartos, ofrecer mejores productos, para generar mayores ingresos. Los nuevos hoteles que se construyen en La Habana poseen tecnologías de avanzada que son sostenibles y generan ahorro y eficiencia.
En el caso de los hoteles existentes, también tienen procesos inversionistas y un grupo de ellos aparecen en la cartera de negocios del MINTUR bajo la modalidad de contratos de administración con financiamiento, como el Neptuno Tritón y Plaza.
No obstante tenemos que seguir haciendo acciones comerciales que permitan ocupar mejor los hoteles. Además de romper la estacionalidad del turismo, característica muy marcada en nuestro país, pues de un día a otro de pronto comienzan a vaciarse los hoteles. Por eso debemos ser mucho más provisorios con las medidas de ahorro, para que las utilidades generadas en la temporada alta no se vayan después, para mantener niveles de operación que no generan eficiencia.
En cuanto a las alianzas con el sector no estatal, es válido resaltar que están muy presentes en nuestra rama, como en los mantenimientos y ampliaciones de centros recreativos, además de decoraciones y suministros de mobiliarios.
—¿Cuál es el gasto por cada dólar ingresado en el sector del turismo?
María del Pilar: Alrededor de 60 centavos, pues varía en dependencia de los grupos hoteleros y del tipo de actividad. Antiguamente se trabajaba con costos más elevados que poco a poco se han ido reduciendo. Sabemos que tenemos reservas, en ocasiones también hay sobreconsumos innecesarios, en el caso del agua y la electricidad. En ese sentido estamos trabajando con el objetivo de reducir los costos y gastos, pero sin afectar la calidad, como ha reiterado el ministro de Turismo.
—También los foristas llaman la atención sobre que si bien es necesario crecer en los arribos de turistas, también lo es incrementar los servicios extrahoteleros y así favorecer los ingresos del sector.
Miguel: Así es. Dice Leal que el turista no viene a ver el lobby, sino a caminar por la ciudad, a recrearse. Creo que hay que desarrollar más actividades extrahoteleras y promover más iniciativas, que permiten que el viajero desembolse su dinero, lo haga con gusto y se sienta satisfecho.
Considero que, durante los últimos 30 años, el turismo cubano ha logrado una epopeya, porque cuando hablamos de recibir cinco millones de viajeros hay que tomar en cuenta que se trata de un turista por cada cinco o seis que recibe el Caribe, y que la mitad de ellos son estadounidenses, quienes tienen prohibido vacacionar en la isla.
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Conversamos con
María del Pilar Macías Rutes: Licenciada en Economía.Directora general de Operaciones y Calidad del Ministerio de Turismo de Cuba, antes laboró en la misma actividad en el Grupo de Turismo Gaviota. Miembro de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba.
Miguel Alejandro Figueras: Economista cubano. Doctor en Ciencias Económicas. Profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana. Premio Nacional de Economía del año 2007. Cuenta con más de 50 años dedicados a la especialidad.
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