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jueves, 11 de junio de 2020

Cuba después del COVID-19: fortalezas y desafíos


Por Progreso Semanal Actualizado Jun 11, 2020

LA HABANA. Hemos visto en las últimas semanas cómo en algunos países comienzan a relajarse las medidas de distanciamiento físico y cuarentena con las que se ha enfrentado el Coronavirus en el mundo. Para muchas personas lo peor ya ha pasado, y la idea de volver a la “normalidad” —la forma en que se concebían con anterioridad las dinámicas de socialización— sigue prendiendo entusiasmo. Cada país, eso sí, llegó a esta crisis epidemiológica en diferentes condiciones. De igual manera, cada nación presenta un panorama particular de cara al proceso de recuperación. ¿Y Cuba? ¿Cómo llega Cuba a esta reparación de daños?

Algunas fortalezas de la Isla se pueden destacar como obviedades. La independencia sociopolítica de esta nación es una de ellas, como resalta el investigador Jesús Arboleya. “De resultas, la principal fortaleza del Estado cubano es el nivel de soberanía e independencia alcanzados”. Sin ella, dice, “resulta imposible establecer estrategias propias que satisfagan a plenitud los intereses nacionales, incluyendo los económicos”.

Otra, según el propio académico, es la capacidad operativa para diseñar amplias estrategias y ponerlas en práctica, involucrando a la mayoría de la sociedad. “Esta capacidad operativa es lo que diferencia al sistema cubano de los regímenes neoliberales, donde el Estado ha perdido buena parte de su capacidad para gobernar”, dice.

En ese sentido, también la profesora y coordinadora de la Red de Emprendimiento de la Universidad de La Habana, Ileana Díaz, menciona la “capacidad de organización centralizada” del país. Sumado a esto, en palabras del profesor Armando Nova, es importante el “apoyo mayoritario de la población” al estado cubano. Para cualquier reajuste de planes económicos, medidas a gran escala y de rápida implementación, estas dos características son muy beneficiosas.

Como fortaleza de Cuba se aprecia enormemente el desarrollo de su capital humano. “De otra manera hubiese sido imposible gestionar la pandemia de la forma en que se ha llevado a cabo, u ofrecer asistencia a otros países”, opina Arboleya. Y agrega: “Esa cualidad no solo está presente en el área de la salud pública. Contar con la posibilidad de asumir las tecnologías más avanzadas en diversas esferas, incluso poder desarrollarlas en algunos casos, es una ventaja comparativa que caracteriza el potencial del mercado cubano de cara al futuro”.

El profesor Ricardo Torres, coincide en que las “capacidades y recursos humanos en sectores estratégicos, como la producción de alimentos y la industria médica”, es un elemento a favor de la Isla. Señala, además, la existencia de documentos políticos rectores “que proveen una base mínima para introducir transformaciones de gran alcance”.

La existencia en el país de una fuerza de trabajo calificada y el desarrollo de la ciencia en algunos sectores son características positivas del transcurso de la política cubana en las últimas décadas. En ello coinciden la doctora Ileana Díaz y el también economista Armando Nova. En específico, el sistema de salud en la Isla, aunque con las brechas y carencias conocidas, ha demostrado una gran eficiencia y fortaleza. También “una línea novedosa de medicamentos, resultado de investigaciones realizadas durante años, y aplicables para combatir la pandemia”, en palabras de Nova.

No son pocas ni breves, las bases con que cuenta un país como Cuba para afrontar una etapa pos COVID-19. No obstante, también existen debilidades igualmente entroncadas, sobre las que se necesita actuar de inmediato, por lo cual son en general las más abordadas en espacios públicos.

La otra cara de la moneda

Para los economistas consultados, la mayor parte de los agotamientos está relacionada, como es lógico, con su campo de estudios. Entre los elementos más señalados se encuentra una economía en recesión desde hace varios años.

De forma más específica fueron mencionados los siguientes:

  • Problemas estructurales de largo recorrido no resueltos: pobre oferta exportable y baja competitividad externa.
  • Escasez de recursos financieros nacionales para sostener inversión y amortiguar costos de ajuste.
  • Capacidad institucional disminuida (incluye burocracia ineficiente, atrasada conceptualmente, y toma de decisiones lenta y poco transparente)
  • Alta dependencia externa a las importaciones, en particular los alimentos y otras materias primas.
  • La ausencia de un enfoque sistémico en la búsqueda de soluciones.
  • Sistema empresarial estatal atrasado e ineficiente.
  • Desarrollo retrasado de la infraestructura tecnológica digital.
  • La morosidad en el proceso de eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria, pues ha causado grandes dificultades también en medio de la pandemia.
  • La no implementación de un modelo de gestión económico productivo, totalmente nuevo.
En el ámbito de la administración, el profesor Arboleya identifica que “no siempre se ha contado con la sabiduría necesaria para hacerlo de la mejor manera. En esto han influido concepciones políticas, vicios burocráticos y prejuicios sociales, agravados por una centralización administrativa que no ha alcanzado los niveles de participación democrática que exige el Estado socialista”.

También para la profesora Ileana Díaz, no dar participación a la población en la solución de los problemas nacionales, y una deficiente comunicación social, forman parte de los obstáculos a superar con mayor urgencia.

“Aunque el discurso oficial así lo reconoce desde hace años y las posibles soluciones han sido identificadas en los documentos rectores del país, después de haber sido discutidos y aprobados por toda la población, la existencia de una evidente resistencia doctrinaria y temores asociados a la estabilidad política del país, han impedido el pleno despliegue de estas acciones. Resulta alentador que, a la luz de los problemas originados por la pandemia, la máxima dirección del país esté convocando a superar estos obstáculos con determinación y urgencia”, explica Jesús Arboleya.

La resistencia a los cambios es un punto comúnmente identificado de forma negativa. Ha conllevado, según afirma Armando Nova, una serie de inconvenientes “para la aplicación de transformaciones profundas que eliminen las trabas internas que detienen el desarrollo de las fuerzas productivas; sin duda establecen fuertes restricciones que impiden que la economía pueda avanzar”.

Aplicar medidas de carácter estructural respecto a la economía cubana, en lugar de meras decisiones formales, ha restringido gravemente “el desarrollo del sector productivo agroalimentario (agricultura-industria procesadora-agroindustria de la caña de azúcar)”, ejemplifica.

Por supuesto, a la complejidad de esta situación, se suma el tremendo impacto del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. “Entre otras consecuencias, relacionadas con el acceso a recursos y mercados a niveles de asfixia económica, el bloqueo limita las alternativas posibles para la solución de muchos problemas. Aunque no sea una excusa para los errores, cualquier evaluación de la gestión del Estado cubano debe tener en cuenta esta realidad”, concluye Arboleya.

Llegados a este punto, la lógica nos devuelva al origen. Significa que la independencia, soberanía y potencialidades del país están fuertemente ligadas a la solución de los graves problemas que le afectan. Estos son una amenaza para todas nuestras conquistas, y el tiempo es hoy más que nunca una variable ineludible.

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