El incumplimiento de los planes de energía eléctrica en varias entidades agrícolas de Ciego de Ávila durante los primeros meses de este año denota que queda mucho por hacer en la materia, no solo en el control, sino también en la planificación, para prever cifras que se ajusten a las necesidades reales y no parezcan salidas de la improvisación.
No puede negarse el esfuerzo del territorio en el sector Agropecuario por garantizarle al pueblo los alimentos del campo, a pesar de no contar a tiempo con la cantidad necesaria de combustible para las diferentes labores y de lograr rendimientos bajos en algunos cultivos por falta de fertilizantes químicos debido a la situación financiera por la que atraviesa el país.
Una muestra lo es la campaña de frío 2020-2021, en la que quedaron cubiertas 17 876.2 hectáreas, de ellas 4 939,9 son de viandas, otras 5 931.7 de granos, 543.5 de frutales, y de hortalizas, 6 445.6 hectáreas.
Datos aportados por la Agricultura reflejan que, para la etapa de primavera, que comenzó en el mes de marzo, es objetivo de la provincia plantar 16 05 hectáreas, de ellas con viandas serán 6 845.74, de hortalizas 2 917.62, otras 5 175.73 de granos y de frutas 1 065.82.
Tal empeño transcurre en medio de un panorama mundial que cada día se agudiza más por la pandemia de la COVID-19, y la economía cubana siente sus efectos mucho más por el bloqueo norteamericano, razones más que suficientes para poner cada recurso donde más se necesita y rinda frutos; pero también para analizar y buscar más de una variante de solución ante cada problema que aparezca.
Enero último empezó para los que habitamos esta Isla con la implementación de la Tarea Ordenamiento, nadie dijo que sería fácil y, mucho menos, que no daría dolores de cabeza. Todo lo contrario, pondría a una nación entera a pensarse mejor, a reinventarse y mantener bien encendida esa chispa de emprendedora que la caracteriza.
A pensar como país ha sido el llamado, sin embargo, en Ciego de Ávila hay ejemplos que dejan mucho que desear y sobre los cuales vale la pena reflexionar y sacar experiencias.
Tal es el caso del plan de consumo de energía eléctrica del sector estatal, que precisa que cada entidad y organismo den prioridad a las actividades que realizan y, a la vez, implementen medidas de ahorro, para evitar despilfarro, teniendo en cuenta las limitaciones de combustibles fósiles a lo interno para generar electricidad.
¿Cómo se entiende que empresas agrícolas con un papel importante en la economía local y más allá de sus fronteras, estén entre las que no se ajustaron al consumo de electricidad asignado para enero y febrero del actual año? ¿Se fue al detalle con ellas en la planificación? ¿Se buscaron todas las variantes de reacomodo?
Figuran en la nómina de incumplidoras las entidades La Cuba, Arnaldo Ramírez, Agropecuaria Integral Ciego de Ávila, Semillas, Arrocera Máximo Gómez, Cítricos Caribe y Fruta Selecta, pertenecientes al Grupo Empresarial Agrícola Nacional, en el que también está la Agroindustrial Ceballos.
Indagaciones periodísticas en la “Arnaldo Ramírez” comprobaron que los planes de electricidad de ambos meses no se correspondieron con las cantidades de hectáreas sembradas, entre ellas las de papa, tubérculo muy exigente de regadío constante, porque es precisamente un cultivo de invierno.
Allí de papa solamente se ocuparon unas 250 hectáreas fértiles pero que necesitan de riego, sin embargo, lo dispuesto en cada mes para todos los sembrados fue 180 megawatt-hora.
Por lógica se excedieron, los cálculos en enero llegaron a 184 megawatt-hora y en febrero a 228.6 megawatt-hora, pero, para marzo, cuando ya tienen campos de papa cosechados, les otorgaron 200 megawatt-hora. ¡Algo contradictorio!
El otro ejemplo está relacionado con los precios del tomate que, según el destino, cambian, y muchas veces da la sensación de que se fijan arbitrariamente.
Por estos días, placitas, mercados y carretilleros muestran el apetecido vegetal, imprescindible en la cocina del cubano, ya sea en su forma natural o convertido en pasta, puré y salsas, pero también constituye un producto que contribuye a sustituir importaciones en el mercado interno y en el de frontera.
Sucede que su plan de siembra en la campaña de frío fue inferior al del año anterior y, por si fuera poco, los campos que estaban sembrados a inicios de temporada recibieron los estragos de las lluvias de octubre y luego las provocadas por la tormenta tropical Eta en noviembre.
A estos inconvenientes se les sumaron la carencia de fertilizantes y de combustible (petróleo) para garantizar el regadío cuando la planta lo necesitaba. Resultados: el tomate con destino a la industria no está rindiendo lo que se esperaba (entre 18 y 20 toneladas por hectárea), sino entre cuatro y cinco, lo cual pone a la agricultura en aprietos para cumplir lo pactado.
El tema precio agudiza mucho más el problema, pues sucede que la industria paga al productor el quintal de tomate a 261.00 pesos, mientras la Empresa de Acopio para distribuirlo en placitas y mercados compra ese mismo quintal a 550.00 pesos.
Y no es que esté en contra de que placitas, mercados y hasta los carretilleros estén abarrotados de tomate, todo lo contrario, solo reflexiono en que este vegetal está así al natural un par de meses, después no lo vemos, pero queremos tenerlo de forma industrial para sazonar los alimentos.
A pensar como país nos han convocado, entonces, no demoremos más y explotemos las neuronas.
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