Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 6 de junio de 2021

Libro "El CHE MINISTRO. TESTIMONIO DE UN COLABORADOR " 2ª Edición ( CapituIo IV)


 Por Tirso.W.Saenz

EL MINISTERIO DE INDUSTRIAS: DESAFÍOS TÉCNICOS Y POLÍTICOS

Ø  Los inicios.

Las labores del Che al frente de la industria cubana comenzaron, como se explicó en el capítulo anterior, el 7 de octubre de 1959, como Jefe del Departamento de Industrialización en el INRA. También, por aquella época fue nombrado Presidente del Banco Nacional, cargo que ocupó desde el 26 de noviembre de 1959 hasta febrero de 1961.

Existe la anécdota simpática de que, en una reunión de la máxima dirección de la Revolución, Fidel expresó que necesitaba un economista para presidir el Banco Nacional. El Che levantó la mano aceptando el cargo. Cuando terminó la reunión, Fidel le preguntó:

-          Che, yo no sabía que tú eras economista.

Che le respondió:

-          Yo no soy. Es que no te entendí. Creía que estabas solicitando un comunista.  Por eso levanté la mano.

En lo referido a la industria, en el momento del triunfo de la Revolución, el panorama en Cuba no era muy diferente de aquel apuntado por Fidel en el discurso de su defensa. El número de industrias cubanas era reducido y la mayoría eran pequeñas; las pocas industrias mayores y controladoras de áreas o materiales estratégicos era extranjeras y la dependencia tecnológica era casi integral.

A partir del triunfo de la Revolución, se intervino un grupo de fábricas pertenecientes a personeros de la tiranía batistiana y de otros que habían abandonado el país. Algunas empresas fueron compradas -realmente muy pocas- como la italiana Carlo Erba de productos farmacéuticos. En otros pocos casos también, los dueños entregaron su fábrica a la Revolución. Ese fue el caso de la fundición “Hermanos Steere” en la ciudad de Camagüey. Este caso merece una atención especial. Después de la entrega de su fábrica a la Revolución, ellos continuaron laborando, con una actitud ejemplar, como técnicos dentro de su fábrica y fueron una fuente inagotable de ideas innovadoras, como veremos posteriormente.

En agosto de 1960 se produjo la nacionalización de las primeras grandes empresas, todas ellas filiales de empresas norteamericanas: la Compañía Cubana de Electricidad, perteneciente a la Electric Bond and Share; la Cuban Telephone Company, filial de la ITT; las empresas petroleras, subordinadas a la Standard Oil, la Shell[1], la Texas Oil y la Sinclair; las empresas de níquel ubicadas en la parte norte oriental del país: la Nicaro Nickel Co., perteneciente al gobierno norteamericano y Moa, perteneciente a la Texas Sulphur Co. Además, poseían 24 centrales azucareros, entre los mayores y mejores del país; la United Fruit poseía 2 de los colosos: el Delicias y el Preston[2].

El 14 de octubre de ese mismo año, se nacionalizó prácticamente todo el resto de la industria radicada en Cuba.

La estrategia, la organización, la planificación, la preparación de los recursos laborales, el desarrollo económico, social y tecnológico de todo este conjunto industrial, así como su interconexión e interrelación con otros sectores de la economía y la sociedad cubana, requerían de la creación de un organismo rector para asumir esta responsabilidad. En los meses finales de 1960 se comenzó a trabajar en la organización de lo que sería el Ministerio de Industrias, fundado en febrero de 1961. El Che fue nombrado ministro.

En una entrevista al periódico Revolución, el 27 de febrero de 1961, a los pocos días de ser creado el Ministerio de Industrias, el Che expresó:

La Revolución Cubana ha entrado plenamente en el proceso de industrialización... Como uno de los grandes objetivos del Gobierno Revolucionario y de la cimentación de su desarrollo económico... En ese sentido se crea el Ministerio de Industrias para unificar la planificación y ejecución del desarrollo industrial.[3]


Puede decirse, sin peligro de exagerar, que la tarea era titánica. Al mismo tiempo que tenían que organizarse las tareas propias del Ministerio, debían enfrentarse enormes obstáculos: como el bloqueo y las agresiones del exterior, la escasez de personal técnico y la inexperiencia de los cuadros de dirección en general, como fue explicado en el capítulo anterior.

Cuando el Che tomo posesión de su cargo, se encontró con dificultades de todo orden que ocasionaban frecuentes paralizaciones o ineficiencias en las fábricas por operar por debajo de su capacidad o con parámetros técnicos inadecuados.

Ø  El bloqueo y el papel del Campo Socialista en el impulso a la industria

Con el triunfo de la Revolución y las subsiguientes medidas tomadas por la dirección de la misma, Cuba dejaba de ser una neocolonia norteamericana. Se habían producido importantes medidas liberadoras con respecto a la dependencia política existente hasta entonces de Estados Unidos. Medidas duras, pero imprescindibles, como la Reforma Agraria primero y la posterior intervención y nacionalización de empresas norteamericanas, provocaron el bloqueo de Estados Unidos por el cual se rompía con Cuba toda relación económica, financiera y comercial. Este bloqueo incluía el comercio con filiales norteamericanas radicadas fuera de Estados Unidos. El mercado tradicional de Cuba, por razón de su corta distancia - 140 kilómetros - era el país del Norte..

El bloqueo cortó el suministro tradicional de materias primas, equipamiento y piezas de repuesto desde prácticamente los mismos inicios del triunfo revolucionario. Si tomamos en consideración la dependencia casi absoluta de los Estados Unidos, el bloqueo creaba una situación de asfixia en la industria cubana.

En la medida que el bloqueo restringía el acceso a divisas libremente convertibles, era urgente acelerar el desenvolvimiento del país y la apertura de relaciones económicas y comerciales con la Unión Soviética y los demás países del campo socialista. Ellos ofertaban una amplia gama de productos y tecnologías incluyendo asistencia técnica y formación de recursos humanos bajo condiciones extremadamente favorables.

Sin embargo, ese proceso de relaciones comerciales y económicas tuvo que ser gradual. Las relaciones con el campo socialista, recién comenzaban a establecerse. En esos primeros momentos, se presentaron innumerables dificultades relacionadas con las características de sus productos, materias primas y equipamiento; a las formas de negociación con los nuevos socios, a la distancia, a las diferencias culturales, entre otros. Se requeriría de tiempo para que fuesen encontradas soluciones satisfactorias a las necesidades de Cuba. Menciono algunos ejemplos para dar una idea del desafío a enfrentar por el Ministerio de Industrias en lo que se refiere a las relaciones con estos países.

Muchos de los suministros provenientes del campo socialista eran inferiores en términos técnicos y de calidad a los correspondientes de los países capitalistas, particularmente norteamericanos o inadecuados a a las condiciones cubanas, lo que exigió muchos cambios urgentes y adaptaciones tecnológicas en relación a las nuevas materias primas, materiales, maquinarias y equipos que se importaban.

Estas diferencias en cuanto al patrón energético son un ejemplo importante. La generación de electricidad en Cuba se realiza a 60 hertzios; los motores eléctricos del campo socialista eran de 50 hertzios. Los motores en Cuba para uso no industrial - aunque también los pequeños utilizados en industrias - utilizaban corriente eléctrica de 110 voltios; los procedentes del campo socialista, de 220 voltios.

Otro aspecto técnico que se convirtió en un importante obstáculo fue la incompatibilidad con los sistemas de medidas. En Cuba se utilizaba predominantemente el sistema inglés de medidas; los suministradores socialistas de piezas de repuesto, materiales y equipos utilizaban el sistema métrico. Esto pudo resolverse, en buena medida, después de innúmeras negociaciones técnicas y comerciales y de esfuerzos tecnológicos dentro de la industria nacional.

En cuanto a la calidad, las tecnologías procedentes del campo socialista presentaban problemas que acarreaban graves dificultades. Una característica importante era que los equipos y piezas desarrollados para su consumo interno no eran adecuados al clima de Cuba. La falta de resistencia al calor, a la humedad y a la salinidad ocasionaba corrosión y, como consecuencia, costos elevados de mantenimiento, además de interferir en la productividad y en la calidad de los productos finales, entre otros aspectos.

Por otra parte, las tecnologías procedentes del campo socialista presentaban serias dificultades: atrasos de varios años con respecto a estándares internacionales, elevados consumos energéticos, de materias primas y otros insumos; altos índices de peso muerto, baja productividad, insuficiente confiabilidad, capacidades de producción sobredimensionadas, excesiva verticalidad en su integración, poca flexibilidad para efectuar cambios en los flujos productivos y agresividad ambiental, entre otras limitaciones.

En otros casos, no existían sustitutos en los países socialistas y había que comenzar a intentar desarrollarlos en dichos países para suministrárnoslos. Como ejemplo pueden citarse los materiales de cerámica especiales para las tuberías y equipos de la moderna planta de níquel de Moa, de avanzada tecnología para la época. Cerca de dos años demoró un instituto de investigaciones de materiales cerámicos en Checoslovaquia, de gran experiencia y nivel técnico, para desarrollar materiales sustitutos.

Graves problemas de calidad se produjeron con la falta de materias primas adecuadas para toda la industria. Por ejemplo, hubo que eliminar las etiquetas de las botellas de cervezas y refrescos y los envases a los jabones de lavar y de tocador; las pastas de dientes se endurecían; los refrescos sabían, usando la propia expresión del Che, a “jarabe para el pecho” y las cabezas de los fósforos saltaban y producían quemaduras en la piel y en las ropas, por sólo mencionar algunos ejemplos.

En aquellos momentos, esa situación no tenía alternativas; había que producir bienes para el pueblo, aunque fuesen de inferior calidad. Sin embargo, la costumbre creada al continuar esta “cultura” de producir de cualquier forma, produjo posteriormente un relajamiento en cuanto a la calidad y a la disciplina tecnológica que el propio Che combatió duramente.

Mas las opciones de Cuba eran extremadamente reducidas dadas las condiciones impuestas por el bloqueo, las que limitaron las posibles fuentes de suministros y tecnologías. Ese contexto no permitía un proceso de selección de tecnologías, de productos finales, de materias primas y otros insumos.

Adicionalmente, factores internos dificultaron que los procesos de evaluación previa de las tecnologías transferidas para Cuba identificasen con precisión –en aquellos primeros momentos y durante varios años después – las limitaciones y problemas de las tecnologías del campo socialista. Entre esos factores estaban la falta de experiencia y calificación de muchos profesionales responsabilizados en la selección, evaluación y negociación de tecnologías.

De todas formas, puede afirmarse sin duda alguna, que hubo una verdadera autodeterminación tecnológica. Aunque las variantes para la selección fuesen muy limitadas y las condiciones internas bastante difíciles, las decisiones se tomaron independientemente por las autoridades cubanas.

Como consecuencia de todo ese proceso y pesar de los problemas señalados, la transferencia de tecnologías e insumos del campo socialista  permitió - hay que subrayarlo por una elemental justicia histórica - alcanzar tasas de crecimiento y niveles de producción significativos en plazos relativamente breves; hacer surgir sectores prácticamente nuevos como el de la metalmecánica, la siderúrgica, la electrónica; ampliar significativamente la capacidad energética para, más tarde, electrificar prácticamente todo el país; abrir considerables fuentes de empleo; propiciar un desarrollo territorial más armónico y dotar de una alta calificación a la fuerza laboral[4].

El personal técnico.

La escasez de personal técnico de todo tipo – ingenieros, físicos, matemáticos, químicos, biólogos y técnicos medios, entre otros - agravada por la fuga de cerebros, promovida por el imperialismo norteamericano fue sin dudas, el elemento más complejo que tuvo que enfrentarse para iniciar un proceso de desarrollo industrial.

Al triunfo de la Revolución, en Cuba había alrededor de 6 000 médicos; más de 3 mil; un 50% abandonó el país en los dos o tres primeros años. Sin embargo, para enfrentar el desarrollo industrial que la Revolución se proponía, el país sólo contaba sólo con alrededor de 2 700 ingenieros de distintas especialidades, principalmente de ingeniería civil. Por ejemplo, en la industria azucarera había 3 100 especialistas de primera línea; el 60% marchó al extranjero[5]. Los graduados en las especialidades de ingeniería química y mecánica eran escasos y casi todos graduados en los Estados Unidos, pues sólo muy recientemente esas especialidades se habían iniciado en Cuba. De esos 2 700 ingenieros, sólo quedaron en el país unos 700[6]. ¡Nada menos que una cuarta parte del total! Era con lo que se contaba para promover el desarrollo industrial que la Revolución se proponía.

En cuanto al enorme éxodo de personal técnico promovido por los Estados Unidos, debe subrayarse que, en muchos casos, los técnicos que emigraron eran los de mayor nivel. En el caso de la industria de refinación de petróleo, en el período comprendido entre agosto de 1960, cuando se nacionalizó la misma en febrero de 1961[7], había emigrado más del 75% de los ingenieros, casi todos ellos de primera y segunda línea. Por otra parte, un grupo importante de los que quedaron en la industria, se manifestaban agresivamente contra la Revolución y posteriormente se marcharon del país. Lamentablemente, unos pocos, algunos de ellos con responsabilidades técnicas importantes en la refinería “Ñico López”, en La Habana, fueron captados por la CIA para realizar actos de sabotaje y de captación de personal con fines contrarrevolucionarios. Fue el llamado “Caso ICP”[8] detectado y controlado a tiempo por la Seguridad del Estado, antes de que pudieran concretarse acciones de sabotaje por ese grupo.

Un aspecto importante en el tratamiento al personal técnico estaba relacionada con sus salarios, El Che reconocía que durante la transición socialista los técnicos debían recibir mejor pago que los obreros menos calificados, aunque la remuneración siguiera vinculada a la labor realizada, pero no recibirían privilegios políticos o sociales por encima de otros trabajadores. Decía: «serán mejor pagados, además, porque la ley de la oferta y la demanda, en cierta medida, funciona todavía; y es necesario tener técnicos, pagarles mejor, para que rindan una tarea mejor también». Por otra parte, creía que a menudo los técnicos respondían mejor a los estímulos morales que el trabajador promedio, porque les gustaba ser reconocidos por sus logros y experiencia. Lamentaba que la pericia técnica y el compromiso revolucionario fueran una combinación rara de encontrar, pero aun así aspiraba a tener al menos un ingeniero en cada empresa. Esto se lograría en la medida en que los técnicos viejos que empiecen a incorporarse a la Revolución, llamados por el sentimiento de justicia que todo el mundo lleva dentro de sí, y comiencen a comprender el socialismo; asi como de los nuevos técnicos que nacen ya con otra conciencia y se van incorporando a nuestras empresas[9].

Por otra parte, independientemente de la escala salarial que se establecería para el personal técnico, estaba la cuestión de aquellos que habían decidido permanecer en Cuba y sus salarios eran en general elevados, en particular  de aquellos que trabajaban en filiales de importantes empresas norteamericanas. Ante esta situación, el gobierno cubano resolvió mantener el salario histórico para estos casos. Esta medida, en cierta forma, contribuyó a contener el éxodo de personal técnico.

Hubo algunos casos particulares de ingenieros que recibían salarios  relativamente elevados. Recuerdo el caso de ingeniero cubano Demetrio Presilla, quien trabajaba para la Nicaro Niquel Company en el norte de la región oriental del país, Desde un inicio, Presilla había brindado su valiosa colaboración en la industria del níquel y, en particular a la terminación de la otra planta de níquel en Moa. A esto nos referiremos posteriormente. El alto salario que recibía provocó alarma en varios funcionarios y dirigentes. Este asunto se presentó al Che, quien en una sesión del Consejo de Dirección del Ministerio expresó algo así como

-          Dejen tranquilo a Presilla, déjenlo trabajar. Su trabajo en la industria del níquel es tan importante que más que justifica su salario.

Lo anterior es una muestra que indica la razón por la cual, además de la escasez de personal técnico, en muchos casos, la utilización del mismo en los primeros años se veía limitada necesariamente por razones de confiabilidad política.

En ese sentido, el trabajo político junto a los técnicos adquiría una importancia fundamental. El Director de la Empresa Consolidada de la Electricidad en aquellos momentos era Ángel Gómez Trueba[10], quien después fue promovido a Viceministro para la Construcción Industrial. Esta empresa, además de su importancia estratégica y complejidad técnica, confrontaba serios problemas políticos. En el equipo de dirección de la misma, dirigentes, funcionarios y técnicos que provenían del Movimiento 26 de Julio, del Directorio Revolucionario “13 de Marzo” y del Partido Socialista Popular, estaban enfrentados entre sí, para disfrute de otro grupo no simpatizante de la Revolución.

Esa situación tenía que resolverse políticamente. Por tal motivo, fue convocada una asamblea de los trabajadores del aparato central de la empresa. La presidieron Fidel y el Che. Fidel fue conduciendo las discusiones, escuchando los diferentes puntos de vista, haciendo consideraciones y demostrando, poco a poco, como estos enfrentamientos entre revolucionarios estaban motivados por cuestiones de segunda importancia que podían resolverse en discusiones entre revolucionarios y que, por otra parte, esos desentendimientos estaban frenando el avance de la empresa. Los revolucionarios tenían que unirse.

En esa asamblea, el Che hizo una intervención sobre el papel de los técnicos revolucionarios y de la contribución, el sacrificio y el entusiasmo que de ellos se esperaba. Fue, a mi juicio, una de las más profundas y bellas que escuché del Che sobre este tema. Desdichadamente, esa intervención no se transcribió. Sin embargo, me recuerdo claramente de las ideas centrales de sus palabras, aunque no las pueda reproducir exactamente. El expresó que los técnicos de la Empresa Eléctrica[11] eran bien remunerados, con elevados salarios y excelentes condiciones de trabajo. La Revolución no podía ofrecerles, en aquellos momentos, mayores salarios. Podía ofrecerles, sin embargo, el orgullo de trabajar, la posibilidad de poner toda su experiencia, de sus conocimientos, no a favor de una empresa, sino a favor del desarrollo de la Patria, del desarrollo de todo el pueblo cubano. Eso daba una nueva calidad, una nueva dimensión a sus esfuerzos, a su trabajo. La Patria y el pueblo lo sabrían agradecer con todo cariño y respeto.

En aquellos momentos se estaba forjando el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS). Aquella reunión, bajo la dirección de Fidel y el Che, fue una de las primeras en que se comenzó el proceso de integración al partido escuchando las opiniones de la masa de trabajadores sobre las cualidades y defectos de las personas que debían integrar las filas del partido, o sea, el método de selección por las masas para ingresar a éste.

Ø  Los equipos de dirección del Ministerio, empresas y fábricas.

El Che, como es conocido, era médico. No tenía experiencia industrial alguna. Sus únicos contactos con la industria antes de su llegada a Cuba, fueron algunas minas que visitó en Perú y Chile, en particular la mina de cobre de Chuquicamata, en el recorrido que hizo por la América Latina con Alberto Granados. Aun así, los propósitos de esas visitas fueron eminentemente de índole social, para conocer de cerca la dura vida del minero, pero no para adentrarse en sus problemas tecnológicos[12].

De los cuatro viceministros – llamados entonces subsecretarios - nombrados al crearse el Ministerio de Industrias[13], sólo uno tenía entonces título universitario[14]. Ya en 1962, se nombran tres viceministros con nivel universitario[15]; aun así se nombraron posteriormente tres viceministros no universitarios[16]. En aquella época los viceministros nos llamábamos a nosotros mismos “los ilustres ignorantes”.

En las diferentes direcciones del Ministerio la proporción de universitarios con cargos dirigentes al nivel de la alta dirección del organismo, era mayor, aunque los universitarios cubanos que ocupaban estos cargos, poseían una experiencia limitada a su esfera de acción anterior. Muchos cargos fueron ocupados por especialistas latinoamericanos: chilenos, peruanos y ecuatorianos, entre otros, quienes vinieron a Cuba a dar apoyo a la revolución. Estos, aunque con entrega revolucionaria y grandes deseos de trabajar, desconocían las realidades cubanas.

En mi caso personal, eran claras las dificultades para atender todos los requisitos necesarios para dirigir áreas muy especializadas y estratégicas. Yo contaba con una buena experiencia y especialización en la producción de jabones y detergentes, pero no tenía la menor idea de lo que era la industria del petróleo cuando fui designado para ocupar un cargo de dirección en ella. La situación se volvió aún más complicada cuando fui nombrado Viceministro para la Industria Básica y pasé a ocuparme de las industrias azucarera, extractiva, mecánica, química y energética, entre otras.

En los Viceministerios de carácter más técnico, como los de Construcción Industrial y de Desarrollo Técnico, se trató de escoger personal graduado, con alguna experiencia y especialización para dirigir as diversas unidades. Mas eso siempre no fue posible, Fue necesario escoger, en varios casos, compañeros de confianza, que habían demostrado buen desempeño y capacidad de dirección en otros cargos.

La situación en la dirección de las empresas consolidadas[17] no era mejor. En 1961, en alrededor de 33 empresas, sólo cuatro directores eran universitarios[18]. Todavía era peor en las fábricas. Con las excepciones de dos de las tres refinerías de petróleo y alguna otra, éstas no tenían al frente de ellas a personas de nivel superior. Muy pocos tenían vencida la enseñanza media. El nivel cultural era por lo general muy bajo: podían encontrarse obreros con 2do y 3er. grados de enseñanza primaria dirigiendo fábricas importantes, como, por ejemplo, zapateros de bajo nivel cultural, aunque confiables políticamente – no había otra opción en aquellos momentos - dirigiendo centrales azucareros. Recuerdo como en la Empresa Consolidada de la Cerámica tuvimos que nombrar a un contador como Jefe de Producción[19], ante la falta de un cuadro técnico para ocupar esa posición.

Tomando en cuenta esa situación, el Che tuvo que dictar, en 1963, una disposición para que en un año los administradores alcanzaran el 6to grado. Esto se explicará más adelante.

Algunos administradores en los primeros años, independiente de que no tenían una preparación previa y, en muchos casos, ni siquiera un título de enseñanza media, realizaron un buen trabajo y demostraron ser capaces de ser promovidos. Uno de los casos fue el de Luis Gálvez, quien, era el administrador de la fábrica de cemento “José Mercerón” en Santiago de Cuba. Él fue uno de los  administradores de fábricas escogidos, al inicio del Ministerio de Industrias, entre personal con determinado nivel técnico, aunque no graduado universitario – era estudiante de ingeniería química –, pero sin experiencia gerencial. Un día el Che visitó esta planta y quedó muy satisfecho de la visita y de la conversación con Gálvez, quien se conocía al detalle todos los indicadores económicos de ella, los principales problemas y la forma de atacarlos. En un Consejo de Dirección del Ministerio, el Che  expresó que había conversado con “el administrador del futuro”. Gálvez posteriormente fue Administrador de la planta de níquel de Nicaro, con un buen desempeño y fue Viceministro del Ministerio de la Industria Azucarera. Por más más de 35 años se desempeñó como Director del Instituto Cubano de Investigaciones de Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA), donde hoy en día labora como investigador y asesor del Director General.

Los problemas políticos hacían la situación aún más difícil, pues, además de los criterios técnicos, razones de seguridad exigían que los dirigentes fuesen de indiscutible confiabilidad política, lo que era fundamental para garantizar que el trabajo se realizara conforme los principios de la Revolución.

La necesidad imperiosa de asumir responsabilidades y cargos de dirección para los cuales no estábamos preparados, puso a prueba, no sólo la voluntad, el esfuerzo y la decisión revolucionaria de muchos compañeros, sino también su fortaleza física y mental.

Hubo algunos casos lamentables de compañeros cuya salud se afectó sensiblemente. Recuerdo el caso del administrador de una planta de productos farmacéuticos, que en la desesperación ante la falta de materiales de envase, salió a la calle gritando que no podía producir por falta de envases.

Fue enorme el esfuerzo realizado para suplir la falta de conocimientos especializados en materia de tecnología, de administración, de organización, así como la falta general de experiencia de los cuadros a todos los niveles. Dormir tres o cuatro horas, inclusive los sábados y domingos, se hizo habitual para el Che y para todos nosotros.

En mi caso particular, mi salud se afectó por la dura carga del Ministerio. En febrero de 1962, fui promovido a Director de la Rama Energética en el Ministerio. Había acabado de salir de una fuerte hepatitis[20], iniciada en mi etapa de Director del ICP, que me mantuvo en reposo por más de dos meses. Salí directamente de mi lecho de enfermo para mi nuevo cargo. El médico había recomendado, cuando me dio de alta, que trabajara sólo 3 o 4 horas; el primer día trabajé 17 horas y así en los días subsiguientes. Las tareas eran arduas e impostergables.

En el verano de ese mismo año, se produjo una reestructuración en el Ministerio. Debido a las múltiples obligaciones del Che, quien, además de Ministro, tenía altas responsabilidades políticas, económicas y militares, era necesario crear el cargo de Viceministro Primero. Borrego fue designado para ese cargo y yo fui designado Viceministro para la Industria Básica. El trabajo, por consiguiente, se intensificó aún más, agravado por mi falta de conocimientos sobre las empresas que ahora tendría que atender. Como no había seguido las recomendaciones del médico con respecto a mi recuperación de la hepatitis, comencé a sentirme muy mal de salud; parecía un espectro circulando por los pasillos del Ministerio. El Che llegó a considerar mi sustitución como Viceministro, si no me recuperaba después de unas vacaciones que me concedió. Estas fueron las únicas vacaciones concedidas en aquellos momentos a un dirigente del Ministerio, ya que el Che había establecido la norma de que todos los altos dirigentes del Ministerio –incluyéndose a él mismo – debían pasar sus vacaciones como simples operarios en una fábrica para conocer de cerca los problemas y condiciones de trabajo de las unidades que dirigíamos. Afortunadamente, me recuperé completamente y pude continuar en el cargo.

A pesar de esta baja calificación de los niveles dirigentes a distintos niveles, el esfuerzo casi sin límites, la entrega al trabajo, la pasión revolucionaria y la dirección y el ejemplo personal del Che pudieron en gran medida recuperar la producción, mantenerla y hacerla avanzar.

Para resolver los problemas de la capacitación en toda la esfera del Ministerio, se desarrollaron intensos esfuerzos con vistas a ampliar el nivel de conocimientos generales y técnicos con programas que iban desde la formación primaria a la capacitación en funciones especializadas. Esas acciones se encuadraban en el gigantesco movimiento nacional para la formación de una base humana, social y económica, proceso en el cual la educación, general y técnica, tuvo una prioridad absoluta. El Ministerio de Industrias, como se mostrará posteriormente, tuvo un papel protagónico en ese movimiento.

Ø  Los criterios sobre la disciplina

El contexto y las condiciones en las cuales nos desempeñábamos hacía necesario crear un concepto de disciplina como parte del proceso de formación y como instrumento viabilizador del trabajo enorme y complejo que se tenía que realizar. Aunque había una preocupación particular con aquellos compañeros de menor experiencia administrativa, los criterios desarrollados eran aplicables a todos los niveles técnicos y de dirección. Un caso que recuerdo muy bien puede ayudar a ejemplificar esta situación.

Cada viceministro y director en el Ministerio tenía asignado un carro para su trabajo. Los gastos de mantenimiento del mismo iban por cuenta del Ministerio. El Che consideraba que eso era suficiente; los gastos de combustible y lubricantes – excepto cuando se viajaba fuera de la ciudad de La Habana – corrían por cuenta de cada uno.

Santiago Riera había sido nombrado recientemente como Viceministro y no conocía de esa disposición; cada vez que hacía un gasto de combustible, pedía un recibo y pasaba la cuenta al Ministerio. Al enterarse de esto, el Che llamó a Santiago y le dijo con tono de amistosa ironía, mostrándole los comprobantes de pago:

Compañero Viceministro, le debes 200 pesos al Ministerio. Puedes pagarlos en varios plazos[21]. Yo sé que tú no conocías de esta disposición, pero, de todas formas, tienes que cumplirla.

El Che insistía mucho en la disciplina financiera. Expresaba que los compañeros que se ocupaban de la contabilidad en una fábrica o en una empresa tenían que realizar sus deberes con una elevada disciplina. De hecho esta fue una tarea fundamental en todos los años en que estuvo al frente del Ministerio. En una reunión de análisis de la Empresa Consolidada de Productos Farmacéuticos, el 11 de mayo de 1963, el manifestó que:

[…] la gente no es perfecta mucho menos, y hay que perfeccionar los sistemas de control para la primera infracción que se produzca, porque esta es la que conduce a todas las demás. La gente puede ser muy buena, la primera vez, pero cuando basados en la indisciplina cometen actos de sustracciones de tipo personal para reponer a los dos o tres día, después se va enlazando esto y se convierten en ladrones, en traidores y se van sumiendo cada vez más en el delito.[22]

Consecuente con estos principios, se creó en el Ministerio la Dirección de Supervisión, dirigida con eficiencia por Juan Borroto[23]. Dentro de ella se encontraba el Departamento de Auditoria, integrado por un grupo de buenos especialistas. El método de trabajo seguido en estas auditorías era intenso. Con gran frecuencia, se aparecían los especialistas en fábricas y empresas para chequear el cumplimiento los sistemas de contabilidad, los inventarios y la situación de las cajas chicas, entre otros aspectos. Era tan efectivo este método, que en broma comentábamos:

Aquí se puede “meter la pata” pero no se puede “meter la mano”.

Significando con esto que los funcionarios podían equivocarse, pero no podían robar. De hecho, fueron muy contados los casos de personal que fue sancionado penalmente por actos de fraude o robo.

Las infracciones menores de la disciplina financiera tenían otras vías de sanciones administrativas, como veremos más adelante.

La Dirección de Supervisión contaba también con un Departamento de Inspección, el cual visitaba las fábricas y empresas para identificar las cuestiones más importantes en su funcionamiento: cumplimiento de las normas y directivas del Ministerio la organización, problemas con el suministro de materias primas y materiales, relaciones de la administración con el Sindicato, opiniones de los trabajadores, higiene y limpieza, entre otros aspectos.

Tanto los informes de auditoría como los de inspecciones se trasladaban a los Viceministros correspondientes para su atención y control. Las posibles sanciones administrativas resultantes de estos informes, según la importancia de los casos, se trasladaban a la consideración de las Comisiones creadas (CODIAD) para su análisis y recomendaciones, como después veremos.

Hasta aquí mencioné algunos de los principales desafíos internos más directamente relacionados con la actividad industrial, frente a los cuales el Ministerio tuvo que organizarse para resolverlos. Pero estos desafíos representaron apenas una parte de las dificultades que configuraron el contexto inicial en que el Ministerio – así como los demás organismos creados por la Revolución – fue obligado a moverse.

Durante los primeros años de la Revolución, ocurrieron algunos hechos de medular importancia para la historia de Cuba y que interfirieron en todo el proceso de desarrollo que la Revolución se proponía. . Evidentemente, las acciones relativas al fomento industrial no quedaron exentas de ese proceso. Destacaré a continuación, como parte de los desafíos iniciales enfrentados por el Ministerio, las agresiones y amenazas externas configuradas principalmente en los episodios de Playa Girón y la Crisis de Octubre.

 

Ø  Las agresiones y amenazas del exterior

Unido al bloqueo, se producían agresiones de todo tipo con dolorosas pérdidas de vidas humanas y destrucción de instalaciones. La más significativa fue la agresión armada mercenaria, financiada por los Estados Unidos, que culminó con la victoria cubana de Playa Girón en 1961[24]; además, la concentración de grupos armados contrarrevolucionarios infiltrados en las montañas del Escambray[25] y los sabotajes a diferentes instalaciones, entre otros. Todo ello significó un desvío considerable de recursos humanos y materiales que hubo que emplear para responder a estas agresiones, además de los necesarios para estar debidamente preparados para la defensa.

En los primeros años de la Revolución, avionetas piratas procedentes de los Estados Unidos, sobrevolaban frecuentemente los campos de caña de azúcar, arrojando fósforo vivo para provocar incendios, con el fin de perjudicar la zafra azucarera. Entre el 13 de febrero de 1959 y la aprobación de la ley del bloqueo en 1961 por el gobierno norteamericano, ocurrieron repetidas agresiones y sabotajes a la industria azucarera y su agricultura, los cuales tuvieron lugar en 11 de las actuales 14 provincias del país y el daño causado se estima cercano a los 17 millones de USD[26].  

Hay un episodio que vale la pena relatar. Siendo yo Viceministro para la Industria Básica, en 1962, estando en Camagüey con Arturo Guzmán, en esos momentos Director de la Rama Química, decidimos visitar la planta de madera artificial en el central “Amancio Rodríguez”. Habíamos viajado en la avioneta Cessna del Ministerio, con Eliseo de la Campa, el piloto del Che. Eliseo, conocedor de la situación de las avionetas piratas, trató de llamar al central por la planta de radio del aeropuerto civil de Camagüey para avisar nuestra llegada. En ese momento no se consiguió establecer la comunicación; para ganar tiempo, decidimos salir para allá, pidiéndole al operador que informara de nuestra llegada al ingenio, que nuestra señal de identificación sería dar tres vueltas sobre el mismo. Al llegar, eso hicimos y, cuando aterrizamos, nos encontramos un fuerte grupo de milicianos armados inclusive con una ametralladora antiaérea. Resulta que el operador de Camagüey no consiguió comunicarse con el central y, consecuentemente ellos no estaban informados de nuestra llegada. Los milicianos nos contaron que, al ver a la avioneta dando vueltas sobre el central, pensaron que era una nave pirata y ya estaban listos para derribarnos. Al ver, que aterrizaríamos pensaron que sería mejor capturarnos vivos. Nosotros no nos imaginábamos lo que estaba sucediendo abajo. Al descender tranquilamente, nos encontramos a ese grupo de milicianos apuntándonos con sus armas. Afortunadamente, ellos ya conocían a Eliseo, por las muchas veces que el Che había estado allá. ¡Nos libramos de una buena!

En 1963 también nos sucedió una situación similar, esta vez a varios miembros del Consejo de Dirección. Habíamos viajado con Eliseo a una reunión en Santa Clara. Esta vez fuimos en el Antonov-2 del Ministerio, un avión soviético usado para fumigación que se había modificado para transportar alrededor de 10 personas. De ahí deberíamos ir, al mediodía, a Santiago de Cuba para encontrarnos con el Che para, al día siguiente, participar en una reunión de trabajo con las autoridades de la entonces provincia de Oriente. La reunión en Santa Clara se prolongó más de la cuenta y salimos tarde rumbo a Santiago. Como estaba oscureciendo rápidamente y el AN-2 no tenía instrumentación para volar de noche, Eliseo decidió que era mejor descender en el aeropuerto de la base militar en Holguín y salir al día siguiente para Santiago. Volando hacia allá, él trató de comunicarse con ella por la planta de radio, pero la comunicación no se estableció. No teníamos más opciones que seguir adelante. El único aeropuerto donde podríamos aterrizar con urgencia, pues ya estaba anocheciendo, era ese. Decidimos correr el riesgo que eso significaba. Con gran preocupación aterrizamos sin autorización. Sabiendo que íbamos a ser recibidos como potenciales invasores, dejamos que el primero que descendiese, vestido de militar, como acostumbraba, fuera el Viceministro Comandante Castiñeiras, quien fue reconocido enseguida por varios de los oficiales que comandaban las tropas las que ya estaban listas para el combate. ¡Nos libramos de otra buena!

En otra ocasión, Eliseo viajaba en el Cessna para Cayo Fragoso con Jesús Suárez Gayol – quien murió combatiendo con el Che en Bolivia -, entonces Director del Instituto de Recursos Minerales y otros compañeros para visitar un pozo de petróleo que se estaba perforando. Durante el vuelo avistaron una avioneta pirata que estaba lanzando fósforo vivo en un cañaveral. Eliseo la persiguió y Suárez Gayol comenzó a disparar hasta derribarla. Cuando el Che fue informado de esa acción, envió al Comandante Raúl Castro, Ministro de las Fuerza Armadas Revolucionarias, un telegrama que decía:

Tengo el honor de informarle que las Fuerzas Aéreas del Ministerio de Industrias derribaron una avioneta pirata.

Ø  La Crisis de Octubre[27]

La Crisis de Octubre, aconteció en el año de 1962. En esos momentos yo era Viceministro para la Industria Básica. Se celebraba la reunión de chequeo correspondiente a la Empresa de la Madera Artificial, presidida, como de costumbre, por el Che. Estábamos presentes, Orlando Borrego, Viceministro Primero, Arturo Guzmán, Director de la Rama Química, a la cual se subordinaba la mencionada empresa; el Director de la misma, compañero Delgado; yo, como Viceministro para la Industria Básica, además de otros dirigentes del Ministerio y la empresa.

Bien avanzada la reunión, como a las 7 p.m., el Che recibe una llamada telefónica y le pide a Borrego que continúe presidiendo la reunión, pues él tenía que ausentarse por motivos de fuerza mayor. Media hora después, Borrego recibe otra llamada y me pide que presida la reunión, pues él también tiene que ausentarse. Al poco tiempo, Borrego me llama para que me presentara  urgentemente en el Ministerio. A esas alturas, decidimos suspender la reunión..

Al regresar al Ministerio, el Che nos informó de la situación creada, de la posibilidad de una agresión norteamericana a Cuba y que estábamos en alerta de guerra. Él tenía que trasladarse a otro lugar para atender sus obligaciones como Jefe Militar de la parte occidental del país. Dio orientaciones concretas a cada uno. Yo recibí el encargo de atender de forma priorizada la producción de combustibles, de electricidad y de oxígeno para fines médicos.

Desde aquel momento y hasta nuevas noticias, todos quedamos acuartelados en el Ministerio. Sólo enviamos a buscar ropa a nuestras casas. Yo no podía ni comunicarme directamente con mi familia pues, en esos momentos, no tenía teléfono en la casa debido a la ausencia de líneas telefónicas.

Las noticias eran muy preocupantes. Las declaraciones de Kennedy, muy agresivas. Todo hacía presagiar un ataque nuclear a nuestro país.

Al día siguiente, por la mañana, recibí una llamada telefónica del Che informándome muy rápidamente de que había recibido noticias de que se iba a producir un sabotaje, mediante la colocación de una bomba, en la mina de cobre de Matahambre, provincia de Pinar del Río, una de las más profundas de la América Latina. El plan tenía la intención de cortar el suministro de energía recibida del sistema nacional (la mina no tenía planta eléctrica propia), lo cual, seguramente ocasionaría la muerte por ahogo de cientos de mineros que quedarían atrapados en el fondo de la mina. Era, por tanto, urgentísimo instalar un generador diesel de emergencia para evitar un desastre de esa magnitud. De inmediato nos movilizamos.

Se necesitaba un generador de gran capacidad. Sólo una planta de ese tipo se encontraba en un barco en el puerto de La Habana, esperando espacio para atracar al muelle. Hicimos contactos con las Fuerzas Armadas, logramos desembarcarla inmediatamente. Conseguimos una rastra inmensa para trasladarla hacia la mina, además de una gran cantidad de sacos de cemento para realizar la construcción. En 48 horas la planta estaba instalada. A los pocos días, fue detectada y desactivada una bomba colocada en los carritos que trasladan el mineral por medio de unos funiculares a varios metros de altura. La agresión terrorista fue impedida.

Este caso no fue único. Otros ejemplos de soluciones rápidas, mucho más rápidas que lo que serían habitualmente, demostraban la increíble capacidad de respuesta, de movilización, que se tenía para resolver problemas, acuciados por el peligro a que estaba sometida la Patria. El Che diría después que ese mismo espíritu de alarma de combate para resolver problemas había que mantenerlo en momentos de paz.

Una mañana se recibió la noticia del trato, que había hecho Khruschov con Kennedy, a espaldas de Cuba: si los Estados Unidos retiraban los cohetes de Turquía, la URSS los retiraría de Cuba. Un Director de Rama que trabajaba conmigo, viejo militante del anterior Partido Socialista Popular llegó entusiasmado a mi oficina diciendo:

Esto es un gran triunfo del Socialismo y de la Unión Soviética.

Aunque todavía no se tenía ningún criterio oficial cubano, lo mandé a la mierda, le dije que ese era un criterio sectario, que no tomaba en cuenta la dignidad de Cuba. Fue una discusión en términos bien fuertes. Uno o dos días más tarde, Fidel habló por la televisión protestando de la actitud soviética y reclamando una discusión entre Cuba y la URSS “a nivel de Partido y de Gobierno”.

Para las discusiones “a nivel de Partido y Gobierno”, la URSS envió a Cuba a una de sus figuras más prestigiosas: Anastas Mikoyan, revolucionario activo y distinguido desde la época de Lenin, miembro del Buró Político del Partido Comunista de la URSS y Vicepresidente de ese país. Por la parte cubana participaron Fidel, Raúl Castro, Osvaldo Dorticós Torrado, que ocupaba entonces el cargo de Presidente de la República; el Che, Carlos Rafael Rodríguez y Emilio Aragonés todos miembros de la alta dirección de la Revolución[28]. Las reuniones se celebraron, en aquellos momentos, a puertas cerradas, dentro de la mayor confidencialidad, sin que se divulgara el contenido de las discusiones.

Una tarde, casi al anochecer, el Che, después que habían terminado esas conversaciones oficiales, convocó a los viceministros para discutir algunas cuestiones de la actividad del Ministerio. Nosotros, estábamos muy interesados por conocer lo que estaba sucediendo, por lo que le preguntamos. Él nos respondió con emoción:

-          Yo no puedo revelar lo que se está discutiendo. Ahora, el día que se pueda conocer el contenido de estas conversaciones, el pueblo de Cuba conocerá la verdadera dimensión  de estadista de Fidel.

Tres años después, en 1965, cuando Fidel leyó públicamente la carta de despedida del Che, en que éste se refiere a aquellos acontecimientos y a la actitud de Fidel, recordé las palabras de aquella tarde.

Ø  El ejemplo personal.

El esfuerzo casi sin límites, la entrega al trabajo, la pasión revolucionaria, la dirección y el ejemplo personal del Che fueron grandes impulsores en la  recuperación de la producción, mantenerla en un nivel satisfactorio y hacerla avanzar. En todo este libro se podrá apreciar este aspecto. Sin embargo, lo considero de tal importancia, que me gustaría de ofrecer al lector una idea, aunque sucinta, de aquello a que me refiero. Para ello, nada mejor que presentar un ejemplo fundamental.

Como parte del esquema disciplinario mencionado, Che estableció, entre otras sanciones administrativas, una por la cual, por cada día de incumplimiento de un acuerdo del Consejo de Dirección, al funcionario incumplidor se le descontaría un día de salario. Si alguien debía cumplir un acuerdo y, veía que, debido a razones no previstas anteriormente, el acuerdo no podía cumplirse adecuadamente en tiempo, se posibilitaba que se explicara la situación y, si se entendía que los argumentos eran válidos, se discutía con él una nueva fecha que ahora sería definitiva, sin posibilidades de prórrogas.

En una ocasión, Andrés Yebra, quien era Viceministro para la Industria Básica, complicado con muchas tareas que tuvo que atender en un momento dado, olvidó visitar la fábrica que tenía asignada. Cuando fue a recoger su salario, tenía 30 días de descuento por ese incumplimiento, el Viceministro, ese mes, no recibió un centavo.

Cuando él me contó su situación, yo le dije que fuera a ver al Che y le explicara que el incumplimiento no había sido causado por una negligencia, sino por un cúmulo de trabajo. El me respondió:

¿Qué tú dices? Recuérdate de la Crisis de Octubre.

¿Por qué esa referencia a la Crisis de Octubre?

Terminada la Crisis de Octubre, el Che regresó al Ministerio después de haber cumplido con sus responsabilidades militares. Ese día, correspondía celebrar la reunión del Consejo de Dirección en la que se controlaba el cumplimiento de las visitas de inspección a las fábricas por parte de los dirigentes del Ministerio. Juan Valdés Gravalosa, Secretario del Consejo, fue nombrando a cada uno y recibiendo los informes. El Che, viendo que no se le había nombrado, preguntó por qué. Gravalosa le respondió:

-       Comandante, Ud. estaba en los problemas de la defensa. Ud. no tenía tiempo de visitar su fábrica[29].

El Che, sacando del bolsillo de su chaqueta unos papeles, dijo:

-          Cuando yo salí de donde estaba durante la Crisis, fui a visitar la fábrica que me correspondía. Discúlpenme por traer el informe escrito a mano. No hubo tiempo para mecanografiarlo.

Este fue un ejemplo de disciplina, de modestia y de ejemplo personal que caracterizaba al Che. Esta era la razón de la respuesta que me dio Yebra

Esta sanción de descuento salarial fue aplicada realmente en muy pocas ocasiones. En el Ministerio se creó un espíritu tal de responsabilidad y de cumplimiento a todos los niveles que su funcionamiento armónico era el de una maquinaria bien aceitada. Cumplir se convirtió en un deber social comprendido y asimilado y no en un temor a ser sancionado.

El Che era incansable. En una reunión, la Dra. Graciela del Cueto, Jefa del Departamento de Psicología Aplicada del Ministerio, le expresó al Che en una reunión su preocupación por su forma intensa de trabajo, sin apenas descansar iba a afectar seriamente su salud. La respuesta del Che retrata su fuerza de voluntad y espíritu de sacrificio:

-          Mira Graciela, si por trabajar un 40% más, en esta etapa, uno vive un 40% menos, vale la pena.

Yo no he conocido a nadie con un asma tan pertinaz como el Che. Frecuentemente, aún durante la celebración de reuniones, él tenía que utilizar un nebulizador para mejorar su respiración. Algunos alimentos, como el pescado le caían mal y le provocaban asma; lo mismo sucedía – como veremos más adelante – con el polvillo de la caña de azúcar. Sin embargo, a pesar de esta limitación, arrastraba, con su ejemplo personal, a los equipos de dirección, funcionarios y trabajadores en general del Ministerio, de las empresas y de las fábricas al cumplimiento efectivo de todos los planes y tareas. Él era el primero en llegar al Ministerio y el último en salir. Se entregaba al trabajo con toda dedicación y empeño. La nave de la industria cubana tenía un gran capitán.

En agosto de 1960 se produjo la nacionalización de las primeras grandes empresas, todas ellas filiales de empresas norteamericanas: la Compañía Cubana de Electricidad, perteneciente a la Electric Bond and Share; la Cuban Telephone Company, filial de la ITT; las empresas petroleras, subordinadas a la Standard Oil, la Shell[30], la Texas Oil y la Sinclair; la empresas de níquel ubicadas en la parte norte oriental del país: la Nicaro Nickel Co., perteneciente al gobierno norteamericano y Moa, perteneciente a la Texas Sulphur Co. Además, poseían 24 centrales azucareros, entre los mayores y mejores del país; la United Fruit poseía 2 de los colosos: el Delicias y el Preston[31].

El 14 de octubre de ese mismo año, se produjo la nacionalización de prácticamente todo el resto de la industria radicada en Cuba. Entre ellas, Sabatés S.A., filial de la Procter & Gamble.

La estrategia, la organización, la planificación, la preparación de los recursos laborales, el desarrollo económico, social y tecnológico de todo este conjunto industrial, así como su interconexión e interrelación con otros sectores de la economía y la sociedad cubana, requerían de la creación de un organismo rector para asumir esta responsabilidad. En los meses finales de 1960 se comenzó a trabajar en la organización de lo que sería el Ministerio de Industrias, fundado en febrero de 1961. El Che fue nombrado ministro.

En una entrevista al periódico Revolución, el 27 de febrero de 1961, a los pocos días de ser creado el Ministerio de Industrias, el Che expresó:

La Revolución Cubana ha entrado plenamente en el proceso de industrialización... Como uno de los grandes objetivos del Gobierno Revolucionario y de la cimentación de su desarrollo económico... En ese sentido se crea el Ministerio de Industrias para unificar la planificación y ejecución del desarrollo industrial...

Puede decirse, sin peligro de exagerar, que la tarea fue titánica. Al mismo tiempo que tenían que organizarse las tareas propias del Ministerio, debían enfrentarse enormes obstáculos: como el bloqueo y las agresiones del exterior, la escasez de personal técnico, la inexperiencia de los cuadros de dirección en general, como fue explicado en el capítulo anterior.

Cuando el Che tomo posesión de su cargo, se encontró con dificultades de todo orden que ocasionaban frecuentes paralizaciones o ineficiencias en las fábricas por operar por debajo de su capacidad o con parámetros técnicos inadecuados.

de Fidel y el Che, fue una de las primeras en que se comenzó el proceso de integración al partido escuchando las opiniones de la masa de trabajadores sobre las cualidades y defectos de las personas que debían integrar las filas del partido, o sea, el método de selección por las masas para ingresar a éste.

Hasta aquí mencioné algunos de los principales desafíos internos más directamente relacionados con la actividad industrial, frente a los cuales el Ministerio tuvo que organizarse para resolverlos. Pero estos representaron apenas una parte de las dificultades que configuraron el contexto inicial en que el Ministerio – así como los demás organismos creados por la Revolución – fue obligado a moverse.

Durante los primeros años de la Revolución, ocurrieron algunos hechos de medular importancia para la historia de Cuba y que interfirieron en todo el proceso de desarrollo que la Revolución se proponía. . Evidentemente, las acciones relativas al fomento industrial no quedaron exentas de ese proceso. Destacaré a continuación, como parte de los desafíos iniciales enfrentados por el Ministerio, las agresiones y amenazas externas configuradas principalmente en los episodios de Playa Girón y la Crisis de Octubre.



[1] En este caso, británica.

[2] El primero radicado en la actual provincia de Las Tunas, actualmente llamado Antonio Guiteras, siendo uno de los tres mayores y más diversificados del país. El Preston, sito en la provincia de Holguín, tomó el nombre de Guatemala. Este último operó hasta el año 2002. Nota personal al autor del Lic. Tirso Sáenz Coopat.

[3]Guevara, 1961, p. 2.

[4] Sobre este tema ver Sáenz y García Capote, 1997.

[5] Nota personal del Lic. Tirso Sáenz Coopat.

[6] Nota personal al autor del Dr. Diosdado Pérez Franco, dirigente en aquellos tiempos de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de Cuba. De esta promoción de fuga de cerebros el autor presentó su experiencia personal en el primer capítulo.

[7] Fecha en que el autor comenzó a trabajar en dicha industria

[8] Presentado en forma de serial por la TV cubana.

[9] Jaffe , 2011, p. 113

[10] Fallecido en enero de 2005.

[11] Los trabajadores de esta empresa, antes de su nacionalización, pertenecían a una filial de la empresa multinacional norteamericana Electric Bond & Share.

[12] El excelente filme de Walter Salles, “El Diario de una motocicleta”, muestra claramente este aspecto.

[13] Orlando Borrego, Omar Fernández, Mario Zorrilla y Gustavo Machín; este último murió en Bolivia combatiendo en la guerrilla del Che.

[14] Omar Fernández, quien ya era médico. Cuando éste fue nombrado Ministro de Transportes lo sustituyó, en 1961, José Manuel Castañearas, quien tampoco tenía título universitario

[15] El autor sustituyó a Orlando Borrego quien fue promovido a Viceministro Primero; Angel Gómez Trueba, sustituyó a Gustavo Machín quien pasó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Enrique Oltuski, entonces Director de Organización, fue promovido para el recién creado Viceministerio de Desarrollo Técnico.

[16] Santiago Riera, Arturo Guzmán y Andrés Yebra.

[17] Las empresas consolidadas en aquella época agrupaban fábricas de producciones o tecnologías similares o relativamente próximas: la del azúcar, la del níquel, la de minería, la textil, la de electricidad, la del petróleo, etc. Hoy serían más o menos equivalentes a las llamadas uniones de empresas o grupos empresariales

[18] Alfonso Gutiérrez (mexicano) en la empresa del petróleo, a quien sustituyó el autor y Ángel Gómez Trueba en la de electricidad. Alfredo Menéndez, en la del azúcar.

[19] Jorge Gutiérrez. Años después ocupó altos cargos de dirección en diferentes esferas del Gobierno.

[20] En aquellos momentos (1962) en Cuba las hepatitis se identificaban por el número de cruces; mientras mayor el número de las mismas, mayor era su intensidad.

[21] La cantidad de 200 pesos sería equivalente, en aquellos momentos, a las dos terceras partes del salario de Riera.

[22] Guevara 1966i, pp. 122-123. 

[23] Borroto ocupó posteriormente el cargo de Director de Supervisión en el Ministerio de Comercio Interior

[24] En la literatura en el extranjero se le denomina como Bahía de Cochinos dentro de la cual se encuentra la Playa Girón en la que se desarrolló la victoriosa batalla final.

[25] Cordillera situada en la parte central de la isla.

[26] Información suministrada por el Lic. Tirso Sáenz Coopat.

[27] Fue una seria amenaza de confrontación nuclear entre Cuba y Los Estados Unidos, debido a la presencia de cohetes soviéticos con ojivas nucleares en Cuba.

[28] Me refiero, a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), primera forma que adoptó, en los primeros años de la década de los 60s.

[29] Le correspondía visitar la fábrica de lápices “Mitico”, en Batabanó, en el Sur de la actual provincia de La Habana.

[30] En este caso, británica.

[31] El primero, radicado en la actual provincia de Las Tunas, actualmente llamado Antonio Guiteras, siendo uno de los tres mayores y más diversificados del país. El Preston, sito en la provincia de Holguín, tomó el nombre de Guatemala. Este último operó hasta el año 2002. Nota del Lic. Tirso Sáenz Coopat.

 


Continuará

4 comentarios:

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