SINE DIE 2022
TERCERA SERIE
# 36
AGOSTO
21 De 2022
Juan M Ferran
Oliva
La industria azucarera cubana, antes locomotora
de la economía, se convirtió en vagón, pero aún forma parte del tren.
Tal situación ha cambiado para mal.
El Grupo
Empresarial AzCuba se propuso un plan de
911.000 toneladas en la zafras 2021-2022. Los 35 centrales activos sólo
lograron 470.000 toneladas, más o menos
la mitad de la meta. La cifra apenas cubre la demanda nacional y representa un consumo
interno per cápita de 41 kg. Ya con
anterioridad fue necesario importar azúcar ¿habrá que repetir? Quizás ahora no
se cuente con divisas para ello. La
producción de azúcar salió del tren de la economía.
La prensa ha dado poca o ninguna divulgación a la
concluida zafra, con la excepción de visitas locales y exhortaciones. Pero han fallado los suministros y ello es causa de los
pobres resultados. Se trata de
combustibles, herbicidas, fertilizantes, oxigeno, repuestos, materiales, etc., todos comprometidos por la
adversa situación económica. La afectación clave es la de la caña que no llegó en cantidades
suficientes. Sus rendimientos fueron inferiores a las 30 toneladas por hectárea,
indicador muy por debajo del promedio mundial de unas 65 tm/ha.
Entre los años 1981 y 2000, el país dedicó
1.268 millones de hectáreas al cultivo de la caña. De 2002 a 2010 se vieron
reducidas a una tercera parte. Con anterioridad a esta hecatombe
se obtenían rendimientos de 52 Tm/ha. En la tabla adjunta se comparan los resultados en distintas zonas
cañeras mundiales.
Los rendimientos agrícolas cubanos decayeron desde las pobres 45.5 Tm/Ha. anteriores, a las paupérrimas 32.4 Tm/Ha obtenidas de 2002 a 2010 y el ínfimo resultado actual. Este indicador refleja el aprovechamiento del recurso tierra. Pero no es el único a considerar. En definitiva se producen costos de producción en los que juegan un papel determinante los rendimientos cañeros. Influyen también fenómenos exógenos como la lluvia, la calidad de los suelos y la temperatura. Los hay también institucionales como el modelo de dirección y la programación del corte.
Se insiste en la perpetuación de un sector estatal que supuestamente afirma
la condición socialista del país. La realidad muestra lo contrario. La condición que asumen casi todos los países
que directa o implícitamente siguen dicha corriente no se basa en la propiedad
sino en la soberanía política, en colocar al ser humano como objetivo y en no utilizar
al mercado como fin sino como herramienta. Y, en general, oponerse al
neoliberalismo.
Los resultados obtenidos inscriben a la menguada industria azucarera como simple aportadora al sector alimentario
del país. Y nada más. Es algo que duele a la historia.
Es hora de abandonar el sofisma de que la propiedad
estatal es sinónimo de socialismo. Quizás
sea conveniente adoptar una liberalización semejante a la recientemente otorgada al comercio mayorista y
minorista y abrir las puertas a la inversión extranjera para los centrales y
sus tierras cañeras. La propiedad no
implica socialismo.
Fin
Además, de acuerdo a las cifras de la ONEI, los rendimientos cañeros del sector privado, siempre han sido sido superiores al estatal.
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