En Cuba se trabaja en protocolos de propagación vía estacas y plantas in vitro de tres especies de variedades proteicas.
La Habana, 12 oct.- Mientras escasea el alimento para el ganado, el campesino Misael Ponce, de Guanabacoa, mira tranquilo las tierras que explota: hasta donde alcanza la vista crecen diferentes variedades de cañas y plantas proteicas. Sus animales no pasarán hambre.
En la finca Vista Hermosa, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Emiliano Montes de Oca, donde cría ganado mayor, ovino caprino y porcino, la alimentación va por su cuenta, con base en plantas proteicas que cultiva en sus terrenos de esta capital.
La finca, de unas 67 hectáreas, tiene la mayoría de las tierras con estos cultivos, lo que permite obtener buenos niveles productivos en leche y carne e incursionar en producciones transgresoras: variedades de queso de cabra, chorizos y jamón serrano propios.
Para las cebas intensivas, es preciso garantizar la comida, sobre todo en tiempos en que los barcos ya no traen los piensos importados.
“Debemos tener altos niveles de alimentos y preparar varias plantas forrajeras para poder disponer de un buen forraje, sobre todo en la etapa seca. Para mí, la morera es la primera por el volumen y los aportes proteicos que proporciona”, considera Ponce.
La base alimentaria propia
En el país existe un Programa de Plantas Proteicas, cuyo fin es sustituir con estas variedades las proteínas que contienen productos como la soya y el maíz importados.
Boris Ramos, jefe de proyecto de plantas proteicas de la Entidad de Ciencia, Tecnología e Innovación (ECTI) Sierra Maestra, indicó durante el I Foro Iberoamericano de Jóvenes Agroecólogos, que hoy se incluyen las especies moringa (Moringa oleífera Lam), morera (Morus alba L), tithonia (Tithonia diversifolia Lam) y cratylia (Cratylia argéntea).
Con alto contenido proteico, entre 18 y 30 por ciento, estas plantas “tienen muchísimas aplicaciones desde el punto de vista nutricional para los animales, sin excepción, desde los rumiantes hasta las especies monogástricas”.
Ramos dijo que esas cuatro plantas exhiben características excepcionales de adaptación a las condiciones de Cuba, desde el punto de vista de la sequía y del suelo y además de elementos nutricionales tienen efecto antiparasitario.
Entre sus ventajas, explicó, el proyecto ha obtenido resultados acerca de la alta productividad de la tithonia y “los elevados niveles de biomasa que produce en condiciones nuestras”.
Otra de las fortalezas de su utilización es que sirven tanto para productores pequeños como para grandes extensiones de tierra. Los estudios indican que pueden obtenerse 100 toneladas de biomasa fresca por hectárea.
De acuerdo con el investigador, estas plantas son bien aceptadas por las diferentes especies de animales, ya sea como bebidas, harinas y pasto fresco, además de que se pueden peletizar.
“Son alternativas reales y se ha demostrado en la práctica que pueden sustituir niveles importantes de proteína y algunos complementos de las dietas, por ejemplo la soya y la harina”, incluso en la producción de carneros y peces.
Poca aceptación
Pese a las dificultades enfrentadas por los ganaderos para garantizar la alimentación de sus rebaños por la contracción de las importaciones de piensos en los últimos años, esta idea no acaba de conseguir la aceptación esperada, con la consiguiente reducción de rendimientos en carne, leche y reproducción y el alza de la mortalidad.
“En contextos como el que vive nuestro país en la actualidad, resulta insostenible continuar gastando más de 800 millones de dólares en la compra de trigo, soya y maíz, destinados a la alimentación animal”, indicó a inicios de octubre el periódico oficial Granma.
Según datos de la prensa local, en la central provincia de Villa Clara en lo que va de año estaba previsto sembrar 425,8 hectáreas, de las cuales apenas se habían plantado 223,5, al decir de Fausto Vega, especialista en agrotecnia responsable de esa actividad en la Delegación Provincial de la Agricultura.
A causas como la carencia de combustible y las lluvias de meses recientes, se suma la baja disponibilidad de semilla, fundamentalmente de moringa y morera.
El Programa de Producción y Certificación de Semillas de Plantas Proteicas, aprobado en 2019, señala que la utilización de semillas de buena calidad en las Plantas Proteicas puede incrementar entre 40 y 50 por ciento los rendimientos, a partir del aporte genético que hace y la influencia positiva del vigor, calidad física y fitosanitaria.
Por la necesidad de impulsar el programa, la ECTI Sierra Maestra y varios institutos de investigación elaboraron una guía técnica para ponerla a disposición de quienes trabajan la tierra, que incluye informaciones de la producción y uso de las semillas disponibles.
En la primera etapa del programa, hasta 2022, se pretende alcanzar 43.000 hectáreas para incluir en el balance de alimentos un 10 por ciento de plantas proteicas, equivalente a cinco kilogramos diarios por cabeza de ganado que reciben suplementos alimentarios.
Para ello, siete grupos empresariales del sector agropecuario deben plantar en 2020 un total de 8.425 hectáreas de simientes de las cuatro especies: moringa y morera (40 por ciento) y tithonia y cratylia (10 por ciento), dentro de un programa que comprende el desarrollo escalonado de semillas original, básica, registrada, certificada y fiscalizadas.
Informaciones recientes revelan que una metodología desarrollada en la entidad ETICA Centro, en el municipio de Ranchuelo, en Villa Clara, permite alcanzar altos porcentajes de brotación y enraizamiento de morera, que generaría cada tres meses de 40.000 nuevas plantas.
A su vez, el centro trabaja en protocolos de propagación vía estacas y plantas in vitro de tres especies de variedades proteicas (morera, cratylia y tithonia). (2020)
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