En primer lugar deseo agradecer a Rafael Hernández y demás compañeros y compañeras de la revista TEMAS por haberme invitado a presentar el libro digital ¿QUÉ SOCIALISMO? De unas 700 páginas, incluye 15 artículos, 1 panel con 3 ponentes más el moderador y 7 entrevistas. Como bien dice Humberto Pérez, a quien se debe el prólogo de la publicación, la temática es diversa pero todos los trabajos se refieren a hechos y asuntos enmarcados en el proceso revolucionario de Cuba entre 1959 y 2017.
Entre los 25 autores se identifican economistas, filósofos, sociólogos, politólogos, juristas, periodistas y un cantante. En la publicación se hacen análisis y diagnósticos y se plantean propuestas y alternativas para recuperar la viabilidad económica y, a la vez, sostener la justicia social y la independencia nacional, y se esboza la necesidad de cambios en el sistema económico sin enajenar su esencia socialista.
No puedo analizar cada uno de los artículos y demás trabajos incluidos en el libro. Eso se lo dejo a ustedes, a los lectores. Solamente abordaré algunas características que considero deben estar presentes en el socialismo al que aspiramos hoy.
La palabra socialismo tiene múltiples interpretaciones. La primera obra escrita donde se caracteriza una sociedad sin propiedad privada y de absoluta comunidad de bienes es en La República, de Platón, en la Grecia Antigua.
Posteriormente se han expuesto diferentes teorías y esfuerzos prácticos para establecer un sistema social humanista con relaciones de ayuda y solidaridad entre sus integrantes, que pudieran considerarse socialistas. Se destacan los socialistas utópicos de los siglos XVIII y XIX. Fueron Carlos Marx y Federico Engels quienes formularon la teoría del socialismo científico basada en la concepción materialista y dialéctica de la historia, que luego fue desarrollada por Lenin.
Pero el término “socialista” no solamente ha sido utilizado por reformadores sociales progresistas. Recordemos que el partido político de Adolfo Hitler se denominaba Partido Nacional Socialista.
Con esta referencia histórica pretendo subrayar que ha habido muchos socialismos concebidos y descritos teóricamente. Los países nórdicos europeos se autodefinen como socialistas. La República de Sri Lanka también. El más ampliamente conocido fue el modelo soviético de socialismo experimentado en la Unión Soviética durante gran parte del siglo XX y que sirvió de referente para las llamadas democracias populares de la Europa Central y del Este, para China, Vietnam e incluso para Cuba.
Utilizaré la historia del auge y la caída de este modelo soviético de socialismo para exponer ante ustedes mi respuesta a la pregunta que se formula en el título del libro: ¿Qué socialismo? ¿A cuál socialismo nos referimos?
Quiero subrayar la idea, a riesgo de ser absoluto, que habrá tantos socialismos como países existen en el mundo. Desde luego que hay ciertos elementos básicos y generales para poder definir una sociedad contemporánea como socialista. Pero los rasgos nacionales, culturales e históricos de las naciones en cuestión determinan, en gran medida, las características del socialismo al que pueden aspirar.
También hay que diferenciar entre socialismo y transición socialista o período de construcción del socialismo. En ningún lugar del planeta se ha logrado establecer una sociedad socialista. Los procesos que se han autoproclamado como socialistas lo que han hecho es transitar por el período de construcción del socialismo, sin haber alcanzado el socialismo como tal.
Volvamos al modelo soviético de socialismo y su mecanismo de mando vertical. En la historia de la URSS se pueden reconocer aciertos y desaciertos. En un momento determinado, la acumulación de los últimos fue mayor que los primeros. De ahí el desenlace fatal del intento. Uno de los importantes aciertos fue la creación de una poderosa industria, incluyendo la nuclear, que convirtió a la URSS en una potencia militar. También se demostró el apoyo del pueblo en la derrota del nazifascismo y la consecuente y positiva recomposición política de Europa. En ello hay que subrayar que las medidas a favor de los trabajadores aplicadas como resultado de la Revolución de Octubre, la acertada conducción de la guerra una vez iniciada la agresión alemana y el patriotismo de los pueblos que componían la URSS fueron los factores decisivos en la victoria contra Hitler. Estas y otras manifestacines demuestran que la inmensa mayoría de las masas populares defendían a la URSS y su transición socialista ante el ataque extranjero. He aquí el primer rasgo, el más decisivo para alcanzar el socialismo: el irrestricto apoyo del pueblo a la vanguardia revolucionaria que lo dirige. Si el pueblo retira este apoyo, la revolución cae irremediablemente.
El sentido patriótico se mantuvo en la URSS y se mantiene hoy en la Federación Rusa. Pero el sistema político soviético se desintegró porque no mantuvo el apoyo de la mayoría del pueblo que decía representar. Son varias las causas por las que ese apoyo se debilitó y desapareció. Entre ellas hay que destacar las graves afectaciones a la moral y a la vida espiritual de ese pueblo, infligidas por la masiva política represiva ejercida durante la etapa estalinista y la falta de libertad en varios aspectos de la proclamada democracia socialista, con la consiguiente frustración de pueblo al respecto.
En no pocas ocasiones se difunde una visión restringida del concepto de sociedad socialista, priorizándose la definición de este tipo de sociedad como aquella donde prevalece la propiedad estatal, de todo el pueblo, sobre los medios fundamentales de producción. Es cierto que la economía y el sistema de propiedad constituyen la base estratégica del desarrollo social; pero, en el corto y mediano plazo, la superestructura de instituciones e ideas erigida sobre esa base estratégica, puede jugar un papel independiente y más activo en la influencia social y, por ende, determinar el rumbo de los acontecimientos. La importancia de la ética, la moral social y demás aspectos de la superestructura no pueden disminuirse. En gran medida, esto fue lo que ocurrió en la URSS.
A su vez, hay que acertar en la intencionalidad revolucionaria de las políticas económicas, sociales y de relaciones exteriores, las cuales también forman parte de la definición de socialismo.
No puede obviarse en este análisis acerca de la desintegración de la URSS, la agresiva política injerencista y contrarrevolucionaria de las potencias imperialistas contra el país de los soviets. No obstante, fueron causas internas las decisivas en la debacle.
En la actuación de los revolucionarios hay líneas rojas morales, del mundo subjetivo, de la espiritualidad del pueblo, que no pueden traspasarse. No como concepto abstracto y general sino, fundamentalmente, porque, en el terreno práctico, esas violaciones morales afectan el apoyo de las masas al movimiento revolucionario, lo que resulta fatal para el proceso.
Los más graves errores de Stalin vinculados a la represión contra personas inocentes tienen su origen en su desconfianza generalizada, que le hacía ver enemigos en todo su entorno. Debido a ello, desplegó una intensa y cruel represión contra personalidades soviéticas acusadas de “enemigos del pueblo”, muchas de las cuales fueron luego rehabilitadas por haber sido objeto de acusaciones injustificadas e ilegales.
Señalaré una manifestación evidente de la falta de realismo de la dirección soviética ante las realidades de su país y del mundo. En el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, realizado en octubre de 1961, se aprobó el Tercer Programa del Partido. En su texto estaba plasmado el objetivo de alcanzar la sociedad comunista en la Unión Soviética en el año 1980. Lo que en verdad ocurrió es que la URSS se desintegró en 1991.
A su vez, durante el período de Khrushchev y los que le siguieron, se mantuvo como antes el aplastamiento de importantes aspectos de la libertad individual en aras del supuesto interés colectivo, lo que se manifiesta en varias facetas de la sociedad. Sin pretender una identificación de prioridades, se destacan las restricciones a la utilización del mercado como regulador de la economía y la planificación central exageradamente administrativa aplicada.
Los impedimentos al traslado físico de las personas por motivos propios era otra de las expresiones de la limitación individual existente, sobre todo para salir, temporal o definitivamente, del territorio soviético.
Otra manifestación de la violación de la libertad individual era la mengua en el acceso a la información. Existían muchas dificultades para acceder a diferentes fuentes informativas internas y de otros países. El secretismo se enseñoreó en la actuación del PCUS y el Estado soviético y no solo en el período de Stalin y de Khruschev. Recordemos que el accidente de la planta nuclear de Chernóbil, en abril de 1986, fue ocultado al mundo por varios días ya durante el ejercicio gubernamental de Mijaíl Gorbachov.
En los tiempos actuales ya no es posible mantener informaciones ocultas. Con INTERNET la noticia se globaliza y millones de personas pueden acceder a ella en tiempo real con solo un click. Ahora se pueden ver los acontecimientos en el mismo momento que ocurren, incluyendo las guerras. El libre acceso a INTERNET generaliza la información a todos y a todas. Cualquiera puede colgar lo que quiera en la red y una vez allí ya es imposible ocultarlo. Todo está a la vista. INTERNET suprimió el secretismo. El socialismo tiene que tener en cuenta esta realidad.
En la URSS, aún mayores restricciones tenía la libertad de expresión. Las críticas que se formulaban públicamente se dirigían a los países capitalistas y no había señalamientos a los problemas de la sociedad soviética, salvo los que decidían los altos mandos del Partido y del Estado.
El ambiente restrictivo de la libertad de pensamiento impidió el desarrollo teórico y práctico de la doctrina marxista-leninista. El dogmatismo reinó en la investigación y la enseñanza de las ciencias sociales.
De manera significativa, la democracia se manifestaba mermada en los procesos de toma de decisiones en el Partido, el Estado, el gobierno y los demás organismos y organizaciones sociales. No se apreció la plena dimensión funcional del Estado, cuyos órganos ejecutivos, legislativos y judiciales en los distintos niveles territoriales actuaban bajo la dirección administrativa del PCUS, cuando, al contrario, la doctrina socialista ratifica que el pueblo es el soberano y debe estar con toda su dignidad representado en el parlamento, el cual debe actuar sin subordinación administrativa directa a otras instancias ni estatales ni partidistas.
En general, el PCUS no garantizó su influencia por la vía del ejemplo ético y utilizando la persuasión, sino por los métodos de órdenes verticales, la imposición administrativa y las exigencias legales. Perdió la condición de ser la fuerza inspiradora y movilizadora superior de la sociedad y su guía en la construcción del socialismo. No tuvo en cuenta que la confianza y el apoyo del pueblo son condiciones imprescindibles para que el Partido ejerza con eficiencia su capacidad de dirección.
Resumiendo, el modelo soviético, con todas sus virtudes y sus mayores deficiencias, no es la respuesta adecuada a la pregunta ¿Qué socialismo?
Para concluir esta presentación abordaré algunos aspectos del proceso de transición socialista en la Cuba de hoy.
El documento rector que caracteriza el momento actual y las perspectivas de la transición socialista por la que atraviesa nuestro pueblo es la “Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista” aprobado en abril de 2016 por el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba. También son referentes los “Lineamientos para el período 2016 – 2021” y “La Primera Conferencia Nacional del Partido”.
Una advertencia insoslayable. Cualquier análisis y propuesta que se formule para el perfeccionamiento de la sociedad cubana actual debe tener muy presente la permanente hostilidad contra la Revolución del gobierno imperialista de los Estados Unidos y el bloqueo que nos afecta desde hace casi 60 años. Ante estas realidades, la doctrina de la Guerra de Todo el Pueblo no puede debilitarse en lo más mínimo. A su vez, debe mantenerse la política de cooperación y solidaridad con los demás pueblos, que siempre nos ha caracterizado
La “Conceptualización…” define con certeza que la sociedad cubana se encuentra en el período de construcción del socialismo, el cual, cito “constituye un prolongado, heterogéneo, complejo y contradictorio proceso de profundas transformaciones en las estructuras políticas, económicas y sociales” (fin de la cita).
Otro documento que complementa a la “Conceptualización…” es el proyecto de Constitución sometido a consulta popular en estos momentos y cuyo contenido define una reforma del sistema político de la nación.
La Reforma Económica y la Reforma Política del país ya están en marcha. La dirección revolucionaria merece una felicitación por ello, pues el inmovilismo para mantener el statu quo comporta un riesgo mayor que adentrarnos en la inexplorada senda de los cambios que se deben acometer.
Muy acertado ha sido el método de consultar al pueblo en la confección de la Constitución y que se recojan para su análisis la totalidad de las opiniones vertidas. El pueblo cubano está actuando en asamblea constituyente y ha tomado muy en serio esta responsabilidad.
Para ilustrar los diferentes matices que pueden formularse a partir de los mencionados documentos y su aplicación, me referiré a cuatro aspectos abordados en ellos: el sector no estatal de la economía, las inversiones, la unificación monetaria y cambiaria, y el comercio exterior.
En el sector no estatal se incluyen las cooperativas, los trabajadores por cuenta propia y las medianas, pequeñas y microempresas privadas. Al inicio de la puesta en marcha de estas nuevas concepciones se planteó que la propiedad estatal se ocuparía de los medios fundamentales de producción y que el sector no estatal abarcaría, principalmente, la producción y prestación de servicios minoristas a la población. Incluso se dijo que los más de 14 mil establecimientos minoristas pasarían al sector no estatal para aligerar al Estado de esas responsabilidades. Recientemente este objetivo se ha paralizado y se aprecia un esfuerzo inversionista del Estado para remodelar cafeterías, pizzerías y otros establecimientos minoristas, lo que anuncia que se mantendrán en el sector estatal. El socialismo que concibo está apegado a los inicios del impulso al sector no estatal aquí referido, pues las cafeterías, pizzerías, paladares y otros establecimientos similares no constituyen “medios fundamentales de producción”.
En los “Lineamientos…” se plantea correctamente un impulso a las Inversiones Extranjeras Directas como fuente importante para el desarrollo del país y, en determinados sectores, como un elemento fundamental. Antes de esta formulación, las IED se concebían como elementos complementarios a la inversión nacional, que era la principal. En el proyecto de Constitución se abordan en varios artículos lo relacionado a las inversiones extranjeras. Considero que estas menciones deben ampliarse a la inversión nacional, tanto del sector estatal como no estatal, incluyendo personas naturales y jurídicas. Y no solo referido a los cubanos en el territorio nacional, sino también a los compatriotas residentes en el exterior.
En la unificación monetaria, la clave del tema es la unificación cambiaria. Deseo presentarles una provocación. La inmensa mayoría de las propuestas apuntan a mantener el CUP como moneda en circulación, lo que genera un proceso de modificaciones de la tasa de cambio. Sin embargo, si la moneda que se mantiene en circulación es el CUC, esta puede anclarse de inmediato con la tasa 1 CUC = 1 USD y mantenerla fija aplicando un régimen parcial de control de cambio. Sería conveniente realizar cálculos previos sobre los precios, salarios y jubilaciones a modificar, pero éstos sería mínimos con relación a si se deja el CUP en circulación.
Durante un largo período se proclamó en nuestro país el monopolio del comercio exterior, lo que significaba que solo las empresas estatales registradas en esta rama de la economía estaban facultadas para realizar operaciones de exportación e importación. Con el surgimiento de las empresas mixtas se modificó este monopolio y las empresas de capital conjunto cubano y extranjero fueron autorizadas a exportar e importar directamente. Las actuales condiciones en las que se desenvuelve nuestra economía requieren de una mayor flexibilidad y rapidez en las decisiones de las entidades económicas. Ello conduce a eliminar el monopolio del comercio exterior y autorizar a todas las personas naturales y jurídicas, tanto estatales como no estatales, a exportar e importar directamente. El Estado puede regular estas operaciones mediante las aduanas y otros mecanismos. Pueden existir empresas estatales del comercio exterior, pero éstas deben actuar en competencia con las entidades que necesiten salir al exterior.
Con lo dicho hasta aquí creo que puede colegirse mi respuesta a la pregunta ¿Qué socialismo? Muchas gracias.
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