Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 5 de julio de 2020

Algunos apuntes sobre China y el socialismo (I,II y III)

Por Ernesto Escobar Soto

I

No son pocos los estudiosos que hoy día, comparan el exitoso desarrollo económico de China y Viet  Nam con el de Cuba. Algunos con buenos fines, otros con la aviesa intención de menoscabar a la revolución cubana o impulsarla a copiar indiscriminadamente sin tener en cuenta las diferencias. Es una necesidad de primer orden para nuestro país evaluar de manera crítica y profunda las experiencias de China y Viet Nam, tanto de sus éxitos como de sus errores y aplicar aquellas que sean útiles. No se puede desconocer que cada uno de estos países, sus pueblos y revoluciones tuvo y tienen características y particularidades que se corresponden a sus realidades y son diametralmente diferentes entre sí.

Cuba, en las actuales circunstancias como país pequeño, subdesarrollado, bloqueado, a solo unas pocas millas de la mayor potencia del mundo, la que durante 60 años no ha cejado en su empeño
de destruir a la revolución, debe beneficiarse de aquellas experiencias que respondan a nuestra realidad, sin olvidar que en las actuales circunstancias el tiempo apremia y no es posible equivocarnos si queremos seguir construyendo el socialismo y salvar a nuestro país.

El término con el que denominaba el pueblo chino a su país traducido al castellano es el Reino Central o el Reino del Medio, considerado por ellos como el centro geográfico del mundo y del poder mundial. En el siglo XV la mayor parte del comercio en el planeta se realizaba en el Pacífico, superando al que se realizaba en el Mediterráneo y en el Mar del Norte de Europa. Ya Adam Smith en 1776, consideraba que China era tan rica como toda Europa. A su vez Napoleón, en una ocasión expresó la preocupación por el despertar del gigante chino. En el mismo siglo de los viajes de Cristóbal Colon, durante el mandato del emperador Yongle de la dinastía Ming una formidable flota bajo las órdenes del almirante ?Zheng He, recorrió África y al Medio Oriente. Finalmente el emperador por diferentes motivos renunció al proyecto y ordenó destruirla. Con esta acción posiblemente cambió los destinos del mundo.

Podemos comparar esta enorme marina dotada de la última técnica de construcción de barcos, con la de Colón, que cruzó el Atlántico con una carabela, dos frágiles naos y unos pocos marineros, muchos de ellos reos a los que se les había enrolados prometiéndole la libertad. Con la colonización de Las Américas por los europeos cambió la geopolítica, el océano Atlántico desplazó al Pacifico y al Mediterráneo. Europa se convirtió en el epicentro del mundo y sobrevino la hegemonía de Occidente. Las riquezas de Las Américas permitieron la acumulación originaria del capital y en la Europa renacentista, provistos con la imprenta de Gutenberg y los descubrimientos científicos, surgió la revolución industrial y se impuso el sistema capitalista, primeramente en Inglaterra, Holanda, Francia y posteriormente en Estados Unidos. El Imperio chino, por diversas razones quedó atrás con su tipo de economía tradicional.

Siglos más tarde las potencias occidentales y Japón, crecidas sus fuerzas, saquearon a China entre 1842 y 1945. Entre las agresiones se deben destacar las dos Guerras del Opio. Esta etapa se denominó por los chinos como el llamado "Siglo de humillación".

Hace algún tiempo escuché una interesante conferencia sobre China. El académico occidental en su amplia disertación señaló que China, una de las primeras civilizaciones que existieron en la Antigüedad, protegida por las alturas del Himalaya, desiertos, selvas y mares, era el único país del mundo donde por cinco mil años se había mantenido el mismo pueblo con una propia, impar y original cultura y tradiciones. Esta poderosa cultura fue capaz de lograr que los invasores mongoles y manchúes la adoptaran como suya. Finalizó señalando que sería muy difícil modificar lo que durante miles de años se había forjado.

En el siglo XX China tuvo tres significativas procesos de cambios. Los primeros fueron a causa del derrocamiento de la dinastía manchuriana en 1912, y la proclamación de China como república democrática por Sun Yat-sen del partido Kuomintang. La segunda etapa de cambios ocurrió a causa del triunfo del PCCH tras vencer en épicas y cruentas luchas a sus enemigos y de la proclamación por Mao Zedong de la República Popular Socialista China en 1949. Esto ocurría después de un largo período de contiendas: guerra civil entre los comunistas y las fuerzas reaccionarias lideradas por Chiang Kai-shek, sucesor de Sun Yat-sen y de forma paralela el enfrentamiento armado contra el ejército invasor japonés.

 La triunfante revolución socialista provocó nuevas y grandes transformaciones políticas, sociales y económicas. Pero las más profundas transformaciones han sido las que han ocurrido en los últimos 40 años a causa de las Reformas económicas.

La China socialista estableció tratados de alianza con la URSS, la otra gran potencia socialista. Esto le permitía enfrentar la amenaza de EE.UU., que continuaba ayudando a Chiang Kai-shek refugiado en la isla de Taiwán, y agredía continuamente al país. Entre 1950 y 1953 participó decisivamente con tropas a favor de Corea del Norte en la guerra contra EE.UU., quien intervino a en apoyo de Corea del Sur.

Esto hizo que China no pudiera ejecutar su proyecto de invadir a Taiwán para recuperarla. En 1979 China invadió abusiva e injustamente a Viet Nam. La causa fue la intervención que hiciera este país en Kampuchea, con el fin de apartar del poder a los repudiados y brutales khmers rojos.

Ya desde que Mao Zedong ocupó la dirección del PCCH en la década del 30 del siglo XX, tenía concepciones propias de como tomar el poder, diferentes a las de la ortodoxia soviética. Mao daba prioridad a los campesinos por ser la inmensa mayoría del pueblo chino, sobre los obreros urbanos que constituían una exigua minoría. Al triunfar la revolución en China, durante varios años los dos grandes países socialistas mantuvieron relaciones y alianzas. Pero la URSS y China tenían pueblos con formaciones históricas diferentes, estadios de desarrollo económico, cultural, social disímiles, e intereses nacionales y concepciones ideológicas y políticas distintas en cuanto a cómo interpretar el marxismo leninismo, o sobre la política soviética de la coexistencia pacífica. Diversos especialistas señalan que las concepciones políticas de ambas naciones estaban permeadas por el sentimiento de gran potencia de la URSS y de ser el referente del movimiento comunista internacional y el carácter nacionalista, con raíces campesinas de la dirección china.

Eran momentos en que todo parecía posible, y de que al fin, el mundo podría cambiar para bien de la humanidad. El planeta se sacudía por la guerra de Viet Nam, la enorme y sorprendente reacción del pueblo estadounidense contra la inmoral contienda y finalmente la vergonzosa derrota de los EE.UU.; el fortalecimiento de la URSS; la existencia de la China socialista; el triunfo en Cuba, de la primera revolución socialista en el hemisferio occidental; la efervescencia revolucionaria en América Latina; la ascensión al poder de partidos, movimientos y dirigentes progresistas en las recién independizadas colonias africanas, así como en el mundo árabe, y especialmente el fracaso de la Francia colonial en Argelia; los sucesos del 8 de Mayo en París; el surgimiento del Movimiento de los No Alineados y otros.

En aquellos años la revolución cubana sometida a invasiones, bloqueos, actos terroristas, guerras subversivas por EE.UU. y con la enemistad declarada de todos los gobiernos de la América salvo México y Canadá, colaboraba activamente con movimientos revolucionarios en la región latinoamericana y con los de liberación nacional de África, pero de igual forma se empeñaba denodadamente en organizar con los países del III Mundo una alianza de paz y desarme para afrontar el imperialismo y el colonialismo. Cuba consideraba indispensable eliminar las contradicciones (a las que consideraba absurdas) entre la URSS y China, por su influencia negativa sobre la indispensable unidad de las fuerza progresistas en los países subdesarrollados.

La insuperable contradicción entre los dos partidos comunistas más grandes del mundo, en instantes en que el escenario político mundial se presentaba con buenos augurios, dividió profundamente a los partidos comunistas, organizaciones políticas e intelectuales de izquierda y provocó daños históricos irreparables al movimiento revolucionario mundial.

Como nadie ha podido, ni sabe cómo edificar el socialismo, todas las revoluciones socialistas han cometido costosos errores. China no es la excepción. Los analistas destacan dos hechos. El primero fue el del Gran Salto Adelante (1958-1961) cuyo objetivo era el de acelerar la construcción del socialismo, y causó efectos desastrosos en la economía, luego fue el de la Revolución Cultural (Gran Revolución Cultural Proletaria) entre 1966 y 1976, que desató el caos en el país, y condujo a los posteriores acontecimientos de la "Banda de los cuatro" y los sucesos de la Plaza de Tiananmen, lo que puso en grave peligro el socialismo en China y tuvo severas consecuencias políticas, ideológicas y económicas en la sociedad y afectó su prestigio en el mundo.

En 1972 Richard Nixon, presidente de los EE.UU., con su gobierno atascado en la guerra de Viet Nam, dio un paso audaz y con una nueva visión de la realidad geopolítica, normalizó las relaciones con China.

De igual modo el presidente Bill Clinton en 1996 regularizó las relaciones con Vietnam. Fue en la década del 70 del pasado siglo, que China y Viet Nam socialistas, con sus economías profundamente atrasadas, sus pueblos sometidos al hambre y a la más atroz miseria, eran acosados por los países capitalistas que intentaban atraerlos para que aplicaran el capitalismo. Rechazado el "socialismo estatalizado" soviético consideraron que en las circunstancias en que
se hallaban no tenían otra opción que impulsar nuevas reformas para desarrollar sus economías a las que llamaron "socialismo de mercado".

Los partidos comunistas y gobiernos de estos países valoraron que esta política les permitiría utilizar la enorme energía económica que genera este sistema. Decidieron emprender esta experiencia asegurando que serían capaces de controlar la seductora, pero peligrosa dinámica de mercado, reafirmando que no renunciaban a edificar la nueva sociedad socialista.

En 1978, luego de la Revolución Cultural, el Partido Comunista de China (PCCH) en la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, acordó implantar las reformas propugnadas por Deng Xiaoping denominadas como socialismo con "características chinas". Este consistía en aplicar una economía de "mercado socialista" para salir de la profunda crisis en que se hallaban, desarrollar las fuerzas productivas, elevar el nivel de vida del pueblo y evitar ser un país con un capitalismo subdesarrollado y subordinado a Occidente. Con este modelo intentaban concertar métodos económicos del capitalismo, con las concepciones esenciales del socialismo de justicia e igualdad social. Como parte de estas concepciones, la construcción del socialismo para China sería un largo y complejo proceso.

Con la desaparición de la URSS el sistema capitalista mundial se extendió impetuoso por todo el planeta y la economía se globalizó con su versión neoliberal. Mostrando un sentido práctico alejado de concepciones ideológicas las autoridades chinas establecieron como objetivo el atraer las inversiones extranjeras. Planearon en base a las Reformas aprovechar las ventajas que les daba ser un inmenso país con una enorme población y riquezas naturales por explotar. Los cambios habidos en las relaciones con EE.UU., le permitían a la nación asiática desarrollar esta estrategia. A inicios del siglo XXI, EE.UU y las potencias occidentales permitieron el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y le abrieron sus mercados a la industria china, lo que se tradujo en numerosas inversiones de las corporaciones occidentales y en los enormes crecimientos del PIB de la nación asiática.

II

En el empeño de realizar estos profundos cambios el Partido comunista ha desempeñado un papel fundamental y observadores internacionales aseguran que China no los hubiera podido realizar, ni permanecido unido y cohesionado como país sin un sistema de partido único. Es criterio general que la mayor parte de la población expresa su apoyo al partido comunista. Hay analistas que al evaluar sus congresos partidarios aprecian que los principales problemas, errores y deficiencias se debaten con amplio sentido crítico y autocritico y que en consecuencia adoptan acuerdos y medidas para erradicarlos, aspecto determinante para progresar.

Sucesivos gobiernos aplicaron una política económica con nociones, métodos y técnicas propias del mercado. Liberaron de trabas administrativas-burocráticas tanto a las empresas estatales como a las privadas y favorecieron la multiplicación de estas últimas. Reservaron el carácter estatal de los sectores trascendentales y precisaron cuales eran las áreas estratégicas para conquistar a los inversores occidentales. Se destacan las condiciones laborales ofrecidas a las corporaciones que las favorecían en detrimento de los trabajadores. Aprovecharon la peculiaridad cultural del pueblo migrante chino de constituir colonias en el extranjero con singular cohesión y un profundo amor a la madre patria, para atraer las inversiones de los chinos poseedores de capital. Estos respondieron positivamente ya que las Reformas respondían a sus intereses.


Con una inteligente y flexible planificación a largo plazo, destreza económica y espíritu autocritico, beneficiándose de las singulares condiciones del país y de su pueblo, ejecutaron enormes inversiones en la industria y en las infraestructuras y  se convirtieron primero en la fábrica de manufacturas del mundo y luego, con acertada maestría lograron un desarrollo sorprendente y vertiginoso de las ciencias y de las nuevas tecnologías, especialmente de las de comunicaciones e informatización. El extraordinario y apresurado crecimiento económico de China provocó que aunque trabaja por reducir  la carga contaminante, sea actualmente uno de los países que más dañan a la atmosfera de nuestro planeta.
 Todo esto les ha permitido en unas pocas decenas de años sacar a la mayoría del pueblo chino de la pobreza, elevar su nivel de vida en el orden material y espiritual y alcanzar y hasta superar con rapidez asombrosa el nivel económico, científico-tecnológico de los países capitalistas desarrollados. Como mantiene el control de la banca ahora trabajan en elevar su papel en las esferas financiera y monetaria mundial, para independizarse de la tutela del dólar. El acrecentar sus reservas en oro en lugar de dólares y bonos del tesoro,  y el anunciado lanzamiento de su yuan digital forman parte de esta estrategia. No olvidar el ambicioso programa que acometen para fortalecer sus fuerzas armadas y desarrollar su alta tecnología militar.
Ha sido un esfuerzo notable el acoplar una cultura tan singular como la China, a una civilización occidental capitalista en su versión neoliberal completamente diferente, tratando de no perder su naturaleza y su identidad, sobrellevando la destrucción de muchas de sus tradiciones. Aunque han conservado sus esencias como pueblo se han modificado concepciones y costumbres fijadas en la subjetividad de los chinos durante miles de años por la influencia de sistemas filosóficos-religiosos como el confucianismo, el taoísmo, y también del budismo, las llamadas tres religiones (san-chao). El confucionismo, cuyo principio fundamental es de la inmutabilidad del régimen existente, sembró profundas bases subjetivas en la sociedad china. Ese mundo es diametralmente ajeno a las costumbres y modos de vida, filosofías y religiones de origen greco-latino-hebreo y al desarrollo económico de Occidente. Las concepciones de los influyentes pensadores Confucio y LaoTse, no tienen nada en común con Platón y Aristóteles.
China, es un país asiático de una enorme extensión (9,6 millones de Kms2), lo que lo hace uno de los más grandes y con 1300 millones de habitantes, el de mayor población del planeta. Cuenta con numerosas riquezas naturales. Era y es el más codiciado mercado y la más grande reserva laboral del orbe. La población china se multiplicó rápidamente en la etapa de Mao Zedong. En estos momentos se ha detenido su crecimiento demográfico y comienza e envejecer a causa entre otras, de la excepcional política gubernamental decretada por razones económicas, de que cada familia podía tener un solo hijo. Esta medida ya fue eliminada.
La población china se caracteriza por su extraordinaria laboriosidad, disciplina y frugalidad. En tratar de profundizar en lo esbozado por Karl Marx sobre el Modo de Producción Asiático, habría que intentar buscar explicaciones históricas sobre estas cualidades. La construcción de la monumental Muralla China con fines defensivos ante las amenazas de los nómadas del norte, y las inmensas obras de irrigación son prueba de ello. La Muralla extendida por más de 7000 Kms. y construida por cientos de generaciones de chinos, durante 2 milenios, da prueba fehaciente de cómo se formó la personalidad de este singular pueblo. Las nuevas reformas, el extraordinario número de trabajadores chinos, los bajos salarios (un obrero chino ganaba 20 veces menos que uno estadounidense), las reglamentaciones laborales que beneficiaban a los inversores y su extrema laboriosidad y disciplina fueron elementos que hicieron que las corporaciones de EE.UU. y otras potencias occidentales invirtieran sumas de cientos de miles de millones de dólares en China. Este elemento ha sido decisivo para el desarrollo económico de este gran país. Viet Nam, país del sudeste asiático con 95 millones de habitantes,  ha sido también destino de grandes inversiones de EE.UU. y de Occidente. Es obvio que las condiciones como país y como pueblo del heroico Viet Nam, al igual que las características y particularidades de su modelo (Doi Moi), y sus condiciones como país y pueblo aunque diferentes a las de China, guardan más similitudes entre ellas que con Cuba.
 El sistema capitalista mundial y sus voraces corporaciones necesitaban invertir en China para sobreexplotar su inmensa fuerza de trabajo en busca de aumentar su tasa de ganancia. En los gobiernos de EE.UU., primaron los intereses de las corporaciones y no los del propio país, por lo que  permitieron que sus transnacionales deslocalizaran miles de sus industrias con sus tecnologías en China y con ello perdieran la hegemonía de la producción industrial que poseían. Esto se explica porque EE.UU., es una sociedad sumamente privatizada, el Estado se halla supeditado a la propiedad privada capitalista y la política de sus  gobiernos es dirigida por la banca y las megacorporaciones. Por ello este país no cuenta con un sistema de planificación económica, ni con una política industrial. De igual manera, deslumbrados por la obtención de ganancias subestimaron al partido, gobierno y pueblo chino, y al parecer no previeron establecer a su favor, los marcos legales regulatorios imprescindibles para estas relaciones.
En cambio, China siguiendo los consejos de Deng Xiaoping, mantuvo un perfil bajo para no generar antagonismos y suspicacias, mientras avanzaba en su estrategia  económica y política. A su vez salvaguardó su soberanía y protegió sus intereses en las relaciones con las corporaciones capitalistas occidentales. Los EE.UU. y Europa pensaron erróneamente que con sus gigantescas inversiones influirían en la conversión de China en un país capitalista dependiente y subdesarrollado.

A principios del siglo XXI el gobierno de Bush (hijo) convencido del poder omnímodo del imperio y del comienzo del “siglo americano”, utilizó la tragedia de las Torres Gemelas en New York, para desarrollar una ciega política imperial guerrerista. A la falta de un enemigo y necesitados de crear uno nuevo, declararon la guerra al terrorismo (una hidra de cien cabezas) e invadieron a Afganistán y a Irak. Con ello destrozaron totalmente a estos países y multiplicaron el terrorismo en todo el planeta. Los costos económicos y políticos de estas guerras y de otras que siguieron después, fueron incalculables e incidieron fuertemente en la decadencia de EE.UU. Sus administraciones con visión corta, imbuidos de una gran autosuficiencia y embrollados en estas guerras infructuosas y permanentes perdieron conciencia de los profundos cambios que comenzaban a ocurrir en la realidad geopolítica, principalmente en China y Rusia.

En las últimas décadas, el comercio anual entre EE.UU. y China, ha sido  deficitario en cientos de miles de millones de dólares para Estados Unidos. Este país, perdida su capacidad industrial compra cada año mucho más  de lo que le vende a China. Debido a este enorme déficit comercial, EE.UU. se ha convertido en un gran deudor de China. Beijing ha invertido grandes sumas de sus utilidades en la compra de dólares y bonos del tesoro de EE.UU. para acrecentar su reserva. Esta estrecha relación dependiente de acreedor y deudor es lo que permite que los consumidores estadounidenses puedan comprar las mercancías chinas a bajo precio. Según el Wall Street Journal el comercio entre China y Estados Unidos (pese a las guerras comerciales de Trump y la pandemia) aumentó drásticamente en abril con un crecimiento de 39.7 mil millones de dólares, más del 40 por ciento respecto al mes anterior, dejando a China como el mayor socio comercial de EE.UU. El déficit general de su comercio exterior se amplió en  abril en 49.4 mil millones de dólares (un 16.7 % más).
A diferencia del presidente estadounidense Barak Obama, que señaló a Rusia como la principal amenaza para EE.UU., Donald Trump desde su llegada al poder en el 2016, consideró que dado el extraordinario desarrollo económico-tecnológico alcanzado por China la hegemonía de EE.UU. estaba en peligro, y la declaró como su principal contendiente. Trump con una nueva política aislacionista y proteccionista, declaró el propósito de fortalecer de nuevo la industria manufacturera de EE.UU., y hacer regresar a las industrias radicadas en China. Quiso poner fin a decenas de años de fuertes relaciones económicas en las que predominaban las inversiones de las corporaciones estadounidenses en ese país y el comercio multimillonario deficitario para EE.UU. Por espacio de todos estos años las corporaciones estadounidenses se han beneficiado al obtener colosales beneficios económicos, pero parte de estas utilidades son repatriadas a EE.UU., lo que lesiona la economía de China. Especialistas internacionales comentan  que China trata de comprar a bajos precios algunas de estas empresas occidentales que han quebrado por la actual crisis.
Donald Trump echando a un lado los estrechos vínculos que se habían creado de mutua dependencia entre los dos países y los efectos nocivos que con seguridad se producirían para ambos contendientes y a la economía mundial, ha promovido guerras comerciales contra China, aplicado sanciones  económicas, ha acentuado una lógica de ‎desafío militar, campañas mediáticas de desprestigio y las consabidas operaciones subversivas, especialmente en el Tíbet y en Xinjiang. Pese a que EE.UU. se encuentra a más de una docena de miles de Kms de distancia, una de sus flotas de guerra surca los mares del sur de China. Ahora aprovechando determinados conflictos existentes en Hong Kong, en donde se desarrolla el experimento acordado con Gran Bretaña de "un país, dos sistemas" por espacio de 50 años, trata de promover allí disturbios, de igual modo intenta  distanciar a Taiwán de la madre patria. Muchos estudiosos señalan el peligro de estos enfrentamientos, pero aseguran que el gobierno de los Estados Unidos lo pensará mucho antes de provocar un conflicto bélico por el temor a las repuestas de este poderoso país.
III
A partir de la crisis financiera del 2008 que afectó al planeta, disminuyeron las altísimas tasas de crecimiento del PIB de China. Esto se ha acentuado en los últimos años. Como a todos, la pandemia del corona virus y la recesión económica mundial dañarán a la economía china. El país sigue siendo muy dependiente de los recursos y mercados extranjeros. En el 2020, el crecimiento económico se reducirá aún más, pero el incremento de su PIB seguirá siendo mayor que el de las potencias occidentales. Aunque ha aumentado la deuda del gobierno central, esta es baja comparada con la de otros países desarrollados. Por otra parte, China aunque es un deudor, también es un gran acreedor y el mundo le debe mucho más de lo que debe. Es una incógnita como China actuará para con las naciones subdesarrolladas que le son deudoras y los impagos debidos a la crisis generada por la pandemia. Además, posee grandes reservas en dólares, bonos del tesoro de EE.UU., euros y oro. China sufre de una excesiva y multimillonaria inversión en infraestructuras, muchas de ellas ejecutadas por las autoridades territoriales. El envejecimiento de la población es otro problema, para el 2050 la fuerza laboral se reducirá en un 20%.

Asimismo afectan severamente a la economía China, las guerras comerciales y sanciones del gobierno de los  EE.UU. señaladas antes. China estudia detenidamente cómo responder a cada una de estas  sanciones. Por ejemplo, ante el ataque de EE.UU. contra Huawei, China podría a su vez, afectar gravemente a las corporaciones digitales estadounidenses radicadas en el país. Ya desde antes de la Covi19, debido a la política anti china del gobierno de Trump y por el aumento de los salarios de los obreros chinos, algunas corporaciones occidentales habían comenzado a trasladar sus inversiones de este país para Viet Nam y otros países de Asia. Especialistas en el tema aseguran que la mayoría de las transnacionales occidentales que solo buscan ganancias, no se marcharan de China y hasta seguirán invirtiendo en el país por el colosal mercado que esta ofrece. Y porque sus trabajadores no aceptarían los mismos salarios por los mismos trabajos que realizan los chinos (es 7 veces superior) y a la alta capacitación alcanzada  por su fuerza de trabajo. Expresión de este gigantesco empeño educativo es la preparación de cien millones de estudiantes universitarios chinos.

Las autoridades chinas lideradas por Xi Jinping advirtiendo los cambios que habrán de ocurrir en la globalización y en las extensas cadenas de producción y comercio, a las que ha estado estrechamente vinculada, han  ratificado su política de no seguir dependiendo de los clientes occidentales y de elevar el consumo interno de su enorme población, insistiendo en convertir a su población rural en consumidores, mantener la producción  tradicional de baja gama y acelerar la producción de mercancías de alto valor agregado, el desarrollo de las ciencias y las tecnologías. Como parte de su política a largo plazo pese a las aumentadas presiones y campañas de EE.UU., por impedirlo, China rememorando los antiguos intercambios con  las culturas de occidente, se esfuerza por crear la nueva Ruta de la Seda (terrestre y marítima) que beneficiaría a muchos países y consolidaría su preeminencia económica mundial. Aquí también se manifiesta su política de paz y cooperación y de ganar-ganar para con otros países.
El desarrollo de China en primer lugar y de Rusia e India abren paso al multilateralismo y se vaticina que en el futuro ocuparán junto a EE.UU. los roles más importantes en el escenario mundial. Pero EE.UU., aunque decadente, es aún muy poderoso y agresivo. Sus mecanismos de control geopolítico para sostener su hegemonía se basan en la impresión sin límites (y suicida por el endeudamiento) de dólares por la Reserva Federal, que aunque como moneda no cuente con sustento real, sigue siendo la divisa de reserva mundial apoyada en el comercio del petróleo; en el endeudamiento de muchos países con las instituciones financieras controladas por ellos; en su poder militar basado en las 800 bases militares extendidas por todo el planeta; en el de sus agencias de inteligencia y en el absoluto predominio cultural mediático a nivel mundial (ahora extendido a internet y las redes sociales). 

Ante la permanente hostilidad y las crecientes agresiones de EE.UU., China imbuida de un fuerte espíritu nacionalista, ha trabajado por acelerar el paso de ese mundo unipolar a uno multipolar y volver a ocupar el lugar que históricamente consideran les corresponde. El enfrentamiento ocurre entre la nación que creó la primera república democrática burguesa, y que se supone nacida con un “destino manifiesto” trascendental, y el reino del centro del mundo y del poder mundial que se considera heredera de una historia y una cultura impar. Analistas internacionales señalan que las contradicciones entre China y Estados Unidos no tienen ribetes ideológicos, están enmarcadas solo en términos económicos y por supuesto en los tecnológicos. Indican que la nación asiática elaboró una estrategia dirigida a trasformar  la geopolítica mundial. Para ello era indispensable estrechar las relaciones con Rusia, crear los BRICS y a diferentes instituciones financieras independientes del FMI y el BM. Salvo las relaciones con Rusia que marchan bien, los demás proyectos no han prosperado. De manera paralela el impetuoso crecimiento económico de China le ha permitido ejecutar millonarias inversiones en todo el planeta, y realizar monumentales compras de materias primas lo que lo convirtió en el motor de la economía mundial.  Es una opinión generalizada que China y Rusia, al enfrentar la hegemonía unipolar y abusiva de los EE.UU., han  hecho más libres a los países y pueblos del III Mundo. 

La pandemia demostró la debilidad, no de la humanidad y sí del sistema capitalista neoliberal con su enflaquecimiento del Estado, en particular de sus sistemas de sanidad pública. La sobre valoración de sus fuerzas y la actuación descuidada e irresponsable de las autoridades de EE.UU. y de varios países de Europa hizo que subestimaran a la enfermedad. El covid19 aceleró el arribo de la anunciada gran recesión económica. La humanidad ha visto amenazada su existencia por crisis capitalistas sistémicas cada vez peores, pero está a diferencia de las anteriores es más grave pues tiene un carácter estructural y se manifiesta en la economía y en la política, es humanitaria, alimentaria, demográfica, eco-climática y en el orden espiritual de carácter moral y ética.

Uno de los aspectos revelados fue que además de la dependencia de EE.UU. (y Occidente) de las mercancías a bajo precio de ‎la industria china, descubrieron que pese a ser líder en numerosas  ciencias y con altas tecnologías de avanzada, no tenían la capacidad de producir los equipos e implementos necesarios para enfrentar al corona virus y que debieron comprarlos en China. Y hasta de robárselos a otros países.
Nunca  antes EE.UU., ha estado tan debilitado y dividido socialmente, las calles han sido tomadas por el pueblo en contra del racismo y la desigualdad. Donald Trump ha actuado con una negligencia criminal ante la pandemia y esta apuró la crisis, su economía especulativa y fraudulenta hace aguas, y la laceran cada vez más la creciente y enorme deuda impagable y el dólar en franco retroceso. Mientras, la Unión Europea liderada por Alemania, sumida en un atolladero dividida cada vez más por el egoísmo y la falta de solidaridad con los países más vulnerables del Mediterráneo, no acaba de tener una política propia, independiente  de los Estados Unidos. Pese a las histéricas campañas  del gobierno de Trump, el prestigio y la autoridad de China han crecido por sus amplias relaciones comerciales y económicas con el III Mundo y hoy, al calor de los efectos del corona virus, por su control de la pandemia  y sus acciones solidarias con numerosos países. La mayoría de los estudiosos han augurado el comienzo del Siglo de Asia y que esto dependerá de la China.

El PCCH y el Gobierno planean y trabajan con proyectos a largo plazo, uno de los más importantes es erradicar la pobreza extrema y desarrollar el interior del país que se halla más atrasado. Otro propósito es llegar a ser los primeros en el mundo en cuanto al nivel de desarrollo de las  ciencias y las tecnologías. Han acogido a internet, y desarrollado el G5, el internet de las cosas, y las han puesto al servicio de la producción, del comercio electrónico y de la vida de la sociedad. Ahora en un planeta que se sumerge en una grave recesión, el futuro de China dependerá de la rapidez con que haga la recuperación económica de la industria, la generalización de la 5G y el desarrollo de la 4ta Revolución industrial que prioriza adelantar las innovaciones tecnológicas en 10 áreas específicas, entre ellas: la inteligencia artificial con la robótica y la automatización,  la aeroespacial, la biofarmacéutica, las tele-comunicaciones.

Penderá de su capacidad de mantener la estabilidad social alcanzada; en el afrontar al grave fenómeno de la corrupción; desafiar con éxito la guerra económica, subversiva y diplomática de EE.UU., especialmente en lo relacionado con los intentos de secesión de Hong Kong (aquí requerirá de toda su inteligencia para controlar la situación); impedir la maniobra de EE.UU., que trata de establecer un cerco a su alrededor creando una asociación antichina con la participación de la  OTAN y países como India, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur; en estrechar su alianza estratégica con Rusia y de carácter comercial y económica con Europa( principalmente con Alemania), de amistad y de relaciones comerciales y de inversiones con el III Mundo, de manera especial con África; así como en solucionar pacíficamente y con suma agudeza y flexibilidad sus litigios limítrofes con varios países, primordialmente con Viet Nam y con la India de Modi (un fanático hinduista nacionalista), evitando con esta última la confrontación militar.

El país está obligado a enfrentar la estrategia mediática-cultural elaborada por EE.UU. y sus aliados que incluye la promoción de la democracia participativa, el Estado de Derecho y los derechos humanos con la óptica occidental y el uso de la seductora bandera del “consumismo”. Esto sin contar, los cambios culturales e ideológicos que sufre internamente y son consustanciales de todo proceso de producción capitalista como son, la fijación de rasgos de individualismo, egoísmo y avaricia, característicos de este tipo de relaciones sociales basadas en la propiedad-mercado.

La China socialista ha utilizado el modelo de “Capitalismo de Estado”, como una eficaz herramienta para desarrollar económicamente al país, eliminar la miseria, elevar el nivel de vida, del pueblo y convertir a China en una superpotencia. En la aplicación de este modelo de “hacer volar el pájaro capitalista en la jaula”, siempre existe el peligro real de que la explotación capitalista aumente indeteniblemente y profundice gradualmente las desigualdades sociales y económicas ya existentes entre los nuevos beneficiados y los menos favorecidos; el aumento de la corrupción; la concentración de la riqueza privada y el surgimiento de una clase burguesa (hay en China numerosos millonarios y multimillonarios), que con el tiempo tras consolidar su poder económico pueda transformarse en una clase burguesa (para sí), con las lógicas consecuencias para el proyecto de edificar la nueva sociedad. Sera importante seguir las tendencias de los cambios económico-sociales que ocurran en el país, pues  es sabido que el aumento de la riqueza privada menoscaba directa e invariablemente la que posee la población, y provoca a su vez, la mengua de la que se halla en manos del Estado, lo que afecta el dominio de los gobiernos para administrar la economía nacional, invertir en temas sociales, recibir ingresos fiscales y redistribuirlos para amortiguar la desigualdad.

Muchos observadores señalan que esta vía denominada como Capitalismo de Estado los conducirá al capitalismo. Algunos ponen como ejemplo que las relaciones del Estado-Gobierno chino con muchos países es de cooperación y solidaridad, pero el de sus empresas estatales (como las privadas) se rige por las formas de actuar de las corporaciones occidentales en busca de ganancias, lo que niega su carácter socialista. Subrayan que aunque la existencia de un único partido y de un fuerte Estado son indispensables para  edificar el socialismo, no son solo ellos la garantía del éxito de la magna empresa. Agregan que sería incoherente considerar a la economía, el único o principal elemento a tener en cuenta, y que a la par, el imprescindible acrecentamiento de la democracia socialista con el empoderamiento cada vez mayor del pueblo, y de la justicia y la igualdad social (no de manera formal) tienen forzosamente que caracterizar al socialismo. Así como es ineludible, considerar a la cultura integral, la moral socialista, la dignidad plena del hombre y la solidaridad como elementos esenciales y concluyentes, sin los cuales no se podrá conformar una subjetividad que se corresponda con la edificación de una sociedad socialista.


Como en todo proceso de este tipo, además de los pasmosos resultados económicos, científicos y tecnológicos ya alcanzados por China, las consecuencias  políticas, ideológicas, culturales y sociales se verán en el futuro. Porque de lo que se trata realmente es sobre el tema de las clases sociales, sus intereses y luchas antagónicas, los continuos procesos de cambios y de los resultados de estos en el orden material y espiritual en la sociedad. De esto dependerá el futuro de China. O súper potencia hegemónica capitalista o una gran nación socialista que haga suya la bandera de la solidaridad (ya que sin ella no habrá socialismo verdadero), y así podrá contribuir a la salvación de la humanidad. La humanidad espera que este sea el destino del que fuera el Reino del Medio. El planeta con su naturaleza devastada, no podría soportar a una China capitalista sustentada en el egoísmo de gran potencia, la expoliación de otros países y el irracional y depredador consumismo.


 A China, Viet Nam y a Cuba las unen hoy, una estrecha hermandad solidaria y el propósito de edificar el socialismo. Confiemos en la capacidad e inteligencia de las autoridades y de sus pueblos para sortear todos los peligros y amenazas y convertir en realidad el eterno sueño de la humanidad de vivir en una nueva sociedad.

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