SD2
Juan F Ferran Oliva Agosto 27 de 2020
El llamado desastre
colonial de 1898 no tuvo el efecto negativo previsto. Fue doloroso para la
clase dirigente española y los chovinistas trasnochados. Resultaron
beneficiados quienes suministraban la tropa[1]. Las
clases humildes también, pero en otro sentido: ya no tuvieron que enviar sus
hijos a pelear por el Rey en ultramar. Quedó como asignatura pendiente el Norte
de África donde el caduco imperio jugó su última carta colonial.
Durante las tres primeras décadas del siglo XX
tuvo lugar el mayor de los trasvases
humanos de España hacia América[2].
Quienes llegaron a Cuba encontraron un país diferente. Estados Unidos lo retuvo
hasta 1902, cuando le concedió una
soberanía con limitaciones[3].
Sin embargo las condiciones sanitarias y sociales mejoraron y se realizaron
importantes inversiones. La situación contrastaba con el pobre desempeño
colonial español. Fueron incentivos para la inmigración.
Todo fue relativamente bien hasta que en 1921
se produjo un grave crac bancario y el capital norteamericano se apropió de
capitales cubanos y españoles. Ya no era fácil deslindarlos debido a las
sucesiones de padres hispanos a sus hijos nativos. Con posterioridad se produjo
la gran crisis mundial. Cuba que hasta el 1928 proveía el 50% del azúcar
consumido por Estados Unidos, en 1933 sólo le suministró la mitad. Se impuso en
lo adelante el comprometedor sistema de cuotas.
El desequilibrio universal puso fin a la prosperidad disfrutada al socaire de la
penetración norteamericana. Cesó la inmigración. El
crecimiento demográfico se tornó vegetativo. Algunos españoles retornaron,
otros habían echado raíces. La Guerra Civil española atrajo unos pocos, pero la
legislación vigente entonces impidió las llegadas masivas.
En 1925 los españoles nativos en Cuba constituían el
10.6 % de la población total. Antes la proporción fue algo inferior. El número
de habitantes tiene un tope determinado por factores
económicos y sociales[4].
Se estima que su techo, en las condiciones coloniales
rondaría el millón y medio de habitantes. En la nueva situación tras la
escamoteada independencia se acercaría a
los 6 millones. Actualmente parece andar
por 11 millones y sin inmigración.
A
mediados del siglo XX la cantidad de españoles nativos, algo envejecidos, aún
era ostensible. En el comercio detallista de víveres
abundaban los gallegos y asturianos. Los ferreteros mayoristas y minoristas
eran vascos. Canarios los campesinos y muchos de ellos tabaqueros. En general, españoles de diversas
procedencias se dedicaban al comercio en todos sus niveles y actividades. No
faltaban los industriales, financieros y
unos pocos profesionales. Algunas tabernas y establecimientos lúdicos recreaban
los ambientes dejados atrás[5].
Abundaban las sociedades regionales. Son prueba de ello los ex palacios del
Centro Gallego y del Centro Asturiano que engalanaban el centro de La Habana
junto al capitolio. Continúan existiendo pero con otros cometidos y nombres. Cuando bebas agua, no olvides a quien abrió
el manantial, reza un proverbio antiguo.
Pero la
cifra de hispanos nativos continuaba descendiendo por falta de reemplazo. En 1960 representaban sólo el 1.8% de la población cubana total. En el
año 2000 apenas llegaban al 0.4%.
Actualmente la cifra tiende a cero.
En contraste unos 150.000 de sus
descendientes nacidos en Cuba han reclamado la ciudadanía española. Si se amplía
la posibilidad a nietos y biznietos, la cifra puede desbordar los 260.000. La
motivación de muchos es facilitar su movimiento entre países, sobre todo a
Estados Unidos.
Con el cese de la inmigración española se ralentizó la
transportación trasatlántica, por
entonces exclusivamente marítima. Las embarcaciones dedicadas a tal servicio ya
no transportaban una masa de aspirantes a indianos. Se limitaban al pasaje
normal y a quienes podían realizar viajes de ida y vuelta al terruño.
Las generaciones que vivieron en la década de
1940 a 1950 deben recordar lo familiar que entonces resultaban los nombres de Magallanes y Marqués de Comillas. Se trata de dos vapores que cubrían la ruta
con España. La aviación comercial aún balbuceaba.
Ambos tuvieron su botadura en 1928 y cubrieron
durante muchos años la línea de Cuba. Eran gemelos[6]. Su
velocidad era de 16 nudos (30 Km) y cada
uno desplazaba 14.000 Tm con una eslora (largo) de 145 m Su capacidad de pasaje era de 150 en primera,
53 en segunda y unos 240 en tercera. Disponían además de más de 700 literas
para emigrantes en los sollados. Transportaban también carga general. El precio
de un pasaje en primera clase a La Habana desde España era de 1.500 pesetas; en
segunda de 1.000 y en tercera de 700. Por lo general eran montos considerables
para las personas de bajos ingresos.
Durante la Segunda Guerra Mundial ambos
llevaban pintada una gran bandera
rojigualda a babor y otra a estribor
para identificar su procedencia y guardarse del ataque de los submarinos
alemanes… y quizás de otros.
Alrededor de 1947 sus nombres eran muy
populares. Mantenían el contacto con la Península. Ya entonces había cesado el
flujo de inmigrantes, pero quienes podían los utilizaban en sus viajes de
recreo o de regreso a España. La ruta era vía Nueva York y los puertos de
Lisboa, Cádiz, Coruña, Vigo, Gijón y Bilbao.
El Comillas sufrió un incendio en 1961 que lo destruyó
por completo. Por entonces también había sido desguazado el Magallanes.
Por lo general todos los españoles eran
calificados como gallegos. Los judíos
como polacos, los árabes como moros,
los asiáticos como chinos y los
antillanos como jamaiquinos.
Muchos
cubanos destacados fueron descendientes directos de españoles[7]. Usualmente
la población los consideraba parte del
paisaje étnico del país. Hoy son vistos como extranjeros. Pero hay otro cambio
notable. Los que llegan en estos días son
empresarios o turistas. Nada tienen que ver con los inmigrantes de
antaño.
Fin
[1] Uniformes, calzado, arreos, alimentos, armas, municiones,
medicamentos, mantas, muebles ,servicios, etc..
[2] Guanche, Jesús.
Prólogo a Fernando Ortiz y España a cien
años de 1898. Fundación Fernando Ortiz. Ciudad de La Habana 1998. Pág. 8
[3] La más notoria fue la Enmienda Platt que establecía el derecho a la
intervención militar en Cuba cuando el Establishment lo considerase conveniente. No fue la única.
[4] Julián Alienes Urosa realizó estudios al respecto aplicando funciones
matemáticas. Halló el potencial señalado y las cifras censales ratifican el
estimado. Era el año 1950 cuando publicó estos resultados, siendo Jefe del
Departamento de Estudios Económicos del Banco Nacional de Cuba. Alienes Urosa,
Julián. Características
fundamentales de la economía cubana. 1950 Ed. Banco Nacional de Cuba. Pág. 50 y 52
[5] Son ejemplo de ello, en La Habana, la Taberna San Román, La Panera, el
Bar Galicia, el Centro Vasco, el Colmao, el Castillo de Farnés, El Baturro. El
Chiqui Jai, el Frontón Jai Alai y otros. La mayoría desaparecidos. Incluso la
Bodeguita del Medio y el Floridita fueron fundadas una familia de Lloret de
Mar. En esta última destacó el famoso barman Constanti Ribalaigua. Junto con
Hemingway consagró el Daiquiri. Uno de los socios fundadores se retiró en 1922
y creó en Barcelona el antológico Boada Coctail Bar.
[6] Fueron tres. pero el Juan Sebastián Elcano no participó de la ruta a
Cuba
[7] Piénsese, simplemente, en Martí y en Fidel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario