CAMAGÜEY.- En Vertientes el cultivo del arroz es mucho más que un renglón económico. Incontables familias del medio sur agramontino han curtido piel y espíritu bajo los fuertes rayos de sol en la costa, y tienen sus sustentos en la labranza del importante cereal. Gente buena que a pesar de los embates de sequías y carencias de toda índole no renuncian hasta pintar con espigas doradas los lodazales.

Esta vez el tesón de los arroceros no pudo frenar el impacto nefasto de los precios altísimos que les trajo enero con la Tarea Ordenamiento. Los costos “astronómicos” de las horas de vuelo, los servicios de preparación de tierra, el agua, así como productos químicos, combustibles y lubricantes han causado el detrimento de la campaña de frío (de diciembre al 28 de febrero) y ponen en grave peligro la contienda de primavera que debió arrancar en marzo.

El paisaje de la zona costera es la muestra fehaciente de esa preocupante realidad. Allí poco, muy poco, crece por estos días. Justamente ahora cuando la tierra debía parirnos más que nunca, cuando las profundas hendiduras económicas provocadas por la pandemia y el bloqueo nos han dejado sin venta de arroz liberado, lo cual pone en apuro mes tras mes el plato de los cubanos y ha disparado su valor en el mercado informal.

A PUNTA DE LÁPIZ

No hay maneras de que la cuenta dé, “ni con la disminución de algunos montos que informaron en la Mesa Redonda del día 17 de febrero”, aseguran categóricamente productores de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Manuel Ascunce Domenech, de dicho municipio.

Potestad les sobra para hablar del tema, pues esa base productiva fue la primera del país en llegar a los 100 000 quintales (en 2009), volumen que han mantenido desde entonces y que duplicaron en 2019.

Con 303 asociados, 268 de ellos arroceros ubicados en las zonas de El Alazán, Laguna de Guano, La Lima y El Cenizo, el colectivo se ha consolidado como el mayor cosechador en Cuba entre los afiliados de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

Arturo Durán muestra cómo hay grandes extensiones de tierras que no se han podido sembrar, cuando ya está por terminar la campaña de frío.Arturo Durán muestra cómo hay grandes extensiones de tierras que no se han podido sembrar, cuando ya está por terminar la campaña de frío.

Arturo Durán Arregoitía, campesino y presidente de la CCS desde su fundación, explicó a Adelante.cu: “El año pasado fue muy malo. El déficit de recursos afectó los rendimientos y muchos productores quedaron sin solvencia económica para enfrentar la contienda de frío. Como consecuencia de la Tarea Ordenamiento llevamos dos meses sin que el Banco nos apruebe ni un solo crédito, primero por la espera de los nuevos valores y luego porque los cálculos de gastos con los montos actuales de insumos y servicios dan pérdidas.

“Aun así se sembró con el poco dinero que les quedaba a algunos. Plantamos 501 hectáreas, del plan de 585.54 para la actual contienda, muy por debajo de nuestras potencialidades. El compromiso para la primavera consiste en 1 955 hectáreas.

“La posición de los campesinos es revolucionaria, como siempre. Quieren sembrar pero se les hace imposible a partir de la negación de los préstamos, los altos costos y la carencia de medios que garanticen una buena cosecha para pagar el adelanto y que les quede alguna ganancia.

“Tenemos arroces de 50 días sin que nos entreguen ni un kilogramo de fertilizante. Estamos utilizando los bioproductos y ayudan, pero no le incorporan lo que necesita el suelo. La rentabilidad depende de la disciplina tecnológica. Por ejemplo, no aplicar la urea en el momento preciso provoca la pérdida mínima del 25 % del producto. No es un asunto de voluntad sino de economía”, aseguró.

La vida le ha dedicado Rafael Miranda Hernández al cereal. Campesino desde 1959 y administrador de la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) El Cenizo por más de 40 años, constituye sin dudas una autoridad entre los de su casta.

“Los cálculos no pueden dar porque se asumió a nivel de país un rendimiento promedio de 1 340 quintales por caballería, cuando el promedio histórico en Camagüey, teniendo los recursos que hoy no se aseguran, es de 900 quintales. En 2020 en la cooperativa no llegamos ni siquiera a los 600.

“En la Mesa Redonda la Ministra de Finanzas y Precios dijo que aumentaron 389 pesos a cada tonelada de arroz cáscara húmedo, lo que significa que subió 18 pesos el quintal (268 pesos). Con los descuentos nos quedamos con 225 pesos por cada quintal para enfrentar los gastos. El precio del grano ni siquiera lo duplicaron y los servicios y los productos se multiplicaron hasta por 10. De petróleo antes pagaba por una caballería 2 248 pesos, hoy aboné más de 16 000 pesos”, explicó.

A todas luces una de las principales cuestiones que afectan la producción arrocera de la zona es que a nivel de país se tomaron decisiones sin tener en cuenta la realidad de cada región y las opiniones de los productores. “A nosotros nadie nos preguntó ni nuestra ficha de costo, ni los promedios de cosechas”, apuntó Arturo Durán.

EL BANCO NO FINANCIA PÉRDIDAS

Una y otra vez Elexis Rivero Pérez, económica de la cooperativa, ha calculado la ficha de costo. Una y otra vez se han sentado con los directivos del complejo agroindustrial de granos Ruta Invasora y del Banco, pero de cada análisis resulta lo mismo.

“El Banco no financia pérdidas. Mientras la ficha de costo que le presentemos no dé ganancias, no nos aprueban los préstamos. La siembra de frío se nos fue y por cada mes de atraso se pierden 200 quintales. Para tratar de salvar la situación llevamos la sugerencia de confeccionar una ficha de costo personalizada para cada productor y no el paquete completo como antes. Ello daría la posibilidad de que el campesino pida el dinero justo para asumir el laboreo. Pero esa propuesta no se ha aprobado”.

“El reclamo nuestro no es que suban el precio del cereal, afirma Lázaro Mena Rubio, otro asociado de la ‘Manuel Ascunce’. Necesitamos que bajen los costos. Las empresas tienen que pensar en el destino de las cosechas, el pueblo”.

Revisar los importes de cada servicio, de cada insumo, ajustarlos, deviene una urgencia. No puede ser que las ineficiencias de las entidades las cubran los productores, como alerta Rainor Llanes Rivero que ocurre con el agua.

“Hay que pagar más de la que necesitamos porque se pierde casi la mitad por la baja eficiencia de los canales. Nos la miden a la salida de la presa y no la que llega al campo. Los conductos no son de nosotros, pero además tenemos que sufragar su limpieza. ¿Por qué abonar 4.7 veces por un líquido que cayó del cielo?”, se pregunta el agricultor.

“Estamos muy disgustados. Queremos producir y nos sentimos con las manos atadas. Si no cambia la situación no vamos a poder sembrar, lo que afecta la comida de la población y los ingresos de cientos de familias que viven de esta labor”, apunta el también asociado Ricardo Zorrilla Ramírez.

Normalmente, este conducto irrigaría plantaciones de arroz que ahora los campesinos no pudieron sembrar por los altos costos de los insumos, incluida el agua, por la cual deben pagar casi el doble debido a la cantidad que se pierde por la baja efi ciencia de los canales.Normalmente, este conducto irrigaría plantaciones de arroz que ahora los campesinos no pudieron sembrar por los altos costos de los insumos, incluida el agua, por la cual deben pagar casi el doble debido a la cantidad que se pierde por la baja efi ciencia de los canales.

Las máximas autoridades del país han resaltado una y otra vez como uno de los principales objetivos de la Tarea Ordenamiento incentivar el incremento de las producciones y sustituir importaciones, lo cual convierte a la obtención nacional del grano en un asunto estratégico para garantizar la soberanía alimentaria; pero en la concreta, junto al surco, del dicho al hecho hay un gran trecho. En reciente encuentro de productores agropecuarios con directivos de varios ministerios, se escucharon estas y otras preocupaciones, pero no se afirmó ninguna solución a corto plazo.

Actualmente en Cuba se cultiva el 22 % del cereal que se consume. Para aumentar esa cifra hay que rectificar de prisa tales torceduras. La aspiración debe ser que se produzca más, pero también que los campesinos tengan solvencia económica. Mucho tiempo se ha perdido ya, allí están los campos yermos como testigos. Una situación que alarma porque nos ha dejado más cálculos que arroz sobre la mesa.

Cooperativa de créditos y servicios Manuel Ascunce (mayor productora de arroz de Camagüey)

  • Inversión básica para hacer producir una caballería de arroz: 360 000 pesos.
  • De una caballería se obtienen como promedio 1 000 quinta-les (268 000 pesos).
  • Tras el descuento del 5 % de la ONAT y el 1 % para la cuenta sociocultural de la cooperativa, quedan 251 920 pesos, con 108 080 pesos de pérdida.
  • Para sufragar solo la inversión, necesitarían lograr 1 300 quintales por caballería (en 2020 obtuvieron 574 quintales como promedio).

 

El único crédito que le aprobaron a la CCS Manuel Ascunce fue para fi nanciar el área colectiva porque la fi cha de costo está calculada con insumos que aseguraron antes de que llegara el día cero.El único crédito que le aprobaron a la CCS Manuel Ascunce fue para fi nanciar el área colectiva porque la fi cha de costo está calculada con insumos que aseguraron antes de que llegara el día cero.