SEGUNDA
SERIE # 13
Marzo
5 de 2021
Juan M Ferran
Oliva
Como es sabido, hasta diciembre 31 del año 2020
la contabilidad en las empresas asumió la igualdad del humilde peso cubano con
el dólar norteamericano. A partir de enero primero se estableció una tasa de 24
pesos por un dólar norteamericano. Este
último ha sufrido una enorme depreciación
pero continúa siendo un referente indiscutido. ¿Hasta cuando? No lo sé.
Algún día ha de acabar pero todavía no le llegó la hora.
De momento
se producirán grandes cambios en las empresas del país. Los costos de
producción aumentarán y ello se reflejará en los precios que finalmente afectan
al ciudadano de a pie. La media es indispensable. Con la falaz igualdad
monetaria, resultan inútiles los análisis de gestión y de factibilidad. Muchas
producciones malas parecen buenas y viceversa. En definitiva la unificación va
encaminada –entre otros propósitos- a ponernos a tono. Durante años vivimos
encerrados en una campana de cristal con precios y salarios inmóviles mientras
en la economía rectora mundial se
producían cambios significativos. El
Partido-Gobierno se esfuerza en no apelar a las terapias de choque que
impondrían un régimen neoliberal. pero de cualquier modo se sufrirán algunos
cambios traumáticos. Es el precio que debemos pagar por ponernos al día.
El dólar ha perdido sus valores prístinos pero
continua con su papel de referente monetario universal. Hasta la Primera Guerra Mundial rigió el patrón
oro. En el interregno respecto a 1929
fue revivido con modificaciones. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se
impuso el dólar norteamericano en Bretton
Woods, complejo hotelero norteamericano donde se realizó la
trascendente conferencia homónima en junio de 1944. En ella
los
países más industrializados establecieron las pautas de sus relaciones financieras. Estados Unidos se había fortalecido
enormemente a raíz de la Segunda Guerra Mundial en la que no sufrió destrucción
en su territorio continental. Entonces concentraba el 50%
del PIB mundial con menos del 7% de la población. Poseía, además, la más potente industria
y el 80% de las reservas mundiales de
oro. Era el gran acreedor y no deseaba disipar su superávit comercial.
En la reunión fueron creados el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial. El primero reúne a 188 países de los 193 que integran la Organización
de las Naciones Unidas. Cuba no pertenece a estas estructuras. Participaron 44
naciones, entre ellas un Reino Unido vulnerable y deudor. Se produjo un debate entre el célebre John Maynard Keynes y Harry Dexter White, director del United States Department of the
Treasury. El campeón inglés proponía la creación de un banco
internacional de emisión y una moneda igualmente universal. Las respuestas de Mr. White fueron implacables.
¿Para que crear un nueva moneda
si tenemos el dólar?
Los
países europeos ya restablecidos, comenzaron a redimir los dólares
sobrevalorados. Francia y Gran Bretaña demandaron a Estados Unidos la
conversión de sus reservas en dólares y pusieron en jaque a Fort Knox. Richard
Nixon, presidente de turno, canceló unilateralmente la convertibilidad del
dólar y lo devaluó. Las exportaciones norteamericanas se vieron favorecidas. Un
arancel temporal a las importaciones de otros países fue otra medida
proteccionista formulada como respuesta por dicha administración. En 1973 se devaluó de nuevo hasta que finalmente terminó su
convertibilidad.
La
economía mundial comenzó a regirse por tipos de cambio fluctuantes que se
impusieron. Se manejó la desmonetización del oro para pasar a un patrón
fiduciario. En 1978 se adoptaron cambios flexibles.
La
moneda norteamericana inició una caída
profunda. A inicios de noviembre de 2016 dicho metal se cotizaba en algo más
de $1.200 la onza. Es decir, unas 35
veces más que lo estipulado en Bretton
Woods.
En
la actualidad otras divisas fuertes acompañan al dólar. En base a ellas se tasan
las demás monedas a mano pero sin
violar los marcos de la flotación. Todo se desenvuelve en medio de un obligado
clima de confianza.
Desde 1976 el dinero se basa en la creencia de
que una moneda dada será aceptada como medio de transacción por los demás. Las
divisas sirven de patrones sin que deban mantener su convertibilidad. Del entarimado resultante
surge la estructura monetaria internacional.
Las autoridades monetarias intervienen en los
mercados de divisas para suavizar las fluctuaciones de corto plazo y de este
modo mantener los niveles de precios. Tratan de evitar la hiperinflación que
destruye la confianza en una moneda determinada.
Las tasas de cambio expresan la relación entre
distintas monedas.
Y en eso llegó la moneda digital. Cuenta con
fanáticos y con detractores. En otro SINE DIE quizás hable de ello. De momento
no tengo criterio, pero me llama la atención el ataque de los bancos. Quizás no
sean tan malos el bitcoin y sus
similares.
Fin
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