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viernes, 5 de marzo de 2021

La consagración del dólar

 

SINE DIE 2021 

                     SEGUNDA SERIE   # 13                    

 

Marzo 5 de 2021

Juan M Ferran Oliva

Como es sabido, hasta diciembre 31 del año 2020 la contabilidad en las empresas asumió la igualdad del humilde peso cubano con el dólar norteamericano. A partir de enero primero se estableció una tasa de 24 pesos por un dólar norteamericano.  Este último ha sufrido una enorme depreciación  pero continúa siendo un referente indiscutido. ¿Hasta cuando? No lo sé. Algún día ha de acabar pero todavía no le llegó la hora.

De momento  se producirán grandes cambios en las empresas del país. Los costos de producción aumentarán y ello se reflejará en los precios que finalmente afectan al ciudadano de a pie. La media es indispensable. Con la falaz igualdad monetaria, resultan inútiles los análisis de gestión y de factibilidad. Muchas producciones malas parecen buenas y viceversa. En definitiva la unificación va encaminada –entre otros propósitos- a ponernos a tono. Durante años vivimos encerrados en una campana de cristal con precios y salarios inmóviles mientras en la economía rectora mundial  se producían cambios significativos.  El Partido-Gobierno se esfuerza en no apelar a las terapias de choque que impondrían un régimen neoliberal. pero de cualquier modo se sufrirán algunos cambios traumáticos. Es el precio que debemos pagar por ponernos al día.

El dólar ha perdido sus valores prístinos pero continua con su papel de referente monetario universal. Hasta la Primera Guerra Mundial rigió el patrón oro. En el interregno respecto a  1929 fue revivido con modificaciones. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se impuso el dólar norteamericano en Bretton Woods, complejo hotelero norteamericano donde se realizó la trascendente conferencia homónima en junio de 1944. En ella los países más industrializados establecieron las pautas de sus relaciones financieras.  Estados Unidos se había fortalecido enormemente a raíz de la Segunda Guerra Mundial en la que no sufrió destrucción en su territorio continental. Entonces concentraba el 50% del PIB mundial con menos del 7% de la población.  Poseía, además, la más potente industria y  el 80% de las reservas mundiales de oro. Era el gran acreedor y no deseaba disipar su superávit comercial.

En la reunión fueron creados el Fondo Monetario Internacional (FMI) y  el Banco Mundial. El primero reúne a 188 países de los 193 que integran la Organización de las Naciones Unidas. Cuba no pertenece a estas estructuras. Participaron 44 naciones, entre ellas un Reino Unido vulnerable y deudor. Se produjo un debate entre el célebre John Maynard Keynes y Harry Dexter White, director del United States Department of the Treasury.  El campeón  inglés proponía la creación de un banco internacional de emisión y una moneda igualmente universal. Las respuestas de Mr. White fueron implacables.

¿Para que crear un nueva moneda si tenemos el dólar?

El sistema aprobado dio estabilidad a transacciones comerciales. El dólar norteamericano debía mantener un precio estable de US$ 35 por onza de oro.  Sería el patrón del resto de los países para tasar sus monedas. El periodo de 1944 - 1971  brindo  30 maravillosos años a  Estados Unidos. El encanto  comenzó a mostrar debilidades después de 1969.   El dólar era convertible en oro a través de una tasa fija. Las aventuras bélicas estadounidenses lo devaluaron. En 1971 suspendió unilateralmente su convertibilidad ante la amenaza de vaciar las reservas auríferas.

Los
países europeos ya restablecidos, comenzaron a redimir los dólares sobrevalorados. Francia y Gran Bretaña demandaron a Estados Unidos la conversión de sus reservas en dólares y pusieron en jaque a Fort Knox. Richard Nixon, presidente de turno, canceló unilateralmente la convertibilidad del dólar y lo devaluó. Las exportaciones norteamericanas se vieron favorecidas. Un arancel temporal a las importaciones de otros países fue otra medida proteccionista formulada como respuesta por dicha administración.
En 1973 se devaluó de nuevo hasta que finalmente terminó su convertibilidad.

La economía mundial comenzó a regirse por tipos de cambio fluctuantes que se impusieron. Se manejó la desmonetización del oro para pasar a un patrón fiduciario. En 1978 se adoptaron cambios flexibles.

La moneda  norteamericana inició una caída profunda. A inicios de noviembre de 2016 dicho metal se cotizaba en algo más de  $1.200 la onza. Es decir, unas 35 veces más que lo estipulado en Bretton Woods.

En la actualidad otras divisas fuertes acompañan al dólar. En base a ellas se tasan las demás monedas a mano pero sin violar los marcos de la flotación. Todo se desenvuelve en medio de un obligado clima de confianza.

Desde 1976 el dinero se basa en la creencia de que una moneda dada será aceptada como medio de transacción por los demás. Las divisas sirven de patrones sin que deban mantener su  convertibilidad. Del entarimado resultante surge la estructura monetaria internacional.

Las autoridades monetarias intervienen en los mercados de divisas para suavizar las fluctuaciones de corto plazo y de este modo mantener los niveles de precios. Tratan de evitar la hiperinflación que destruye la confianza en una moneda determinada.

Las tasas de cambio expresan la relación entre distintas monedas.

Y en eso llegó la moneda digital. Cuenta con fanáticos y con detractores. En otro SINE DIE quizás hable de ello. De momento no tengo criterio, pero me llama la atención el ataque de los bancos. Quizás no sean tan malos el bitcoin y sus similares.

 

Fin

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