El triunfo del Movimiento 26 de Julio ocasionó una suerte de diáspora tropical.
Durante muchos años los cubanos se escindieron en dos bandos bien definidos.
Quienes se sintieron real, potencial o imaginariamente perjudicados, optaron
por irse del país. Quedarse implicaba
tácitamente una aprobación de los cambios revolucionarios. Era, por supuesto,
una convención maniquea.
En los primeros años se
lograron avances sociales pero algunos fueron espejismos prontamente desvanecidos. Los desaciertos primeros
estuvieron vinculados con el
infantilismo político. Después prevaleció un desdén contumaz hacia los
mecanismos de mercado. En los años inmediatos a 1959, en medio de la ansiedad
por introducir mejoras sociales, los dirigentes hablaron en verso. Cuando se
impuso la realidad hubieron de apelar a la ruda prosa. Como reza un dicho
criollo: una cosa es con guitarra y otra con violín.
El arrebato del triunfo
convocó a prácticamente todos los cubanos, pero la inmensa masa comenzó a
erosionarse con las transformaciones. En breve empezó un éxodo político que para muchos
parecía temporal. Los primeros
que abandonaron el país fueron los seguidores de Batista que huían del castigo
por crímenes o corrupción. Les siguieron los descalabrados por las
nacionalizaciones y otras medidas revolucionarias, popularmente conocidos como siquitrillados[1].
Se les unieron los perjudicados sicológicos y los refractarios al comunismo influidos por
los prejuicios sembrados por los medios
de difusión masiva. La disminución
de adeptos revolucionarios corrió pareja con la radicalización del proceso.
Bajo todo hecho político
subyace un motivo económico, a veces solapado. En medio de la naciente
barahúnda ideológica la religión jugó un rol
sonado, aunque relativamente transitorio. La ansiada refundación social se
basaba en la transformación de las relaciones de producción. Se habló
insistentemente del hombre nuevo
que debía surgir del Olimpo revolucionario en construcción. Quizás fue un
atavismo religioso. Las expectativas de un dudoso más allá, fueron sustituidas
por esperanzas terrenales. La Tierra
será el Paraíso bello de la humanidad, reza un verso de La Internacional.
Lo divino y lo terreno
La urna de cristal creó también una situación ética particular. Mientras se mantuvo el ateísmo oficial, imperaba una religión política impuesta por el Partido Único. La condición de militante equivalía a la de católico o musulmán en los países regidos por esas religiones. La recomendación del cura o del imán, según el caso, equivalía a la del Secretario del Partido y jugaba su papel a la hora de propiciar algún beneficio oficial. La fidelidad a la creencia tenía más peso que la idoneidad. Esta situación cesó con la apertura religiosa. La condición de militante del Partido ya no tiene la connotación de otrora, pero sigue pesando.
Entre 1959 y 1962 las clases pudientes llevaron la voz cantante de los contestatarios. En
medio de la pugna se acrecentó su religiosidad católica habitual, muchas veces
formal y no pocas farisaica. Parte del clero le dio apoyo. Pero la vigorosa
Iglesia Romana no se movilizó para defender los intereses capitalistas
sino su supremacía en el ámbito espiritual[2].
El sociólogo Aurelio Alonso señala al respecto[3]
Ningún
argumento se esgrimió a lo largo del conflicto contra los sistemas de
creencias, contra el dogma de fe, contra las devociones. Pero la
institucionalidad cristiana quedaría intensamente lacerada, a partir de 1961,
por varias reformas sociales, muy especialmente la creación de un sistema único
de educación, pública, laica y gratuita, que excluía la enseñanza religiosa,
junto a la prohibición de reproducir otra iniciativa paralela.
La posición anticomunista de la Iglesia la colocó de
líder en su pugna con el Estado. El ateísmo se implantaría con relativa
facilidad, pero ello fue, quizás, más
aparente que real. Desde antes abundaban los
anticlericales pero los sin Dios eran pocos y de repente se manifestaban
en forma explosiva. Unos actuaron por contrición y otros por atrición,
aplicando un símil teológico.
Soy ateo ¡! gracias a dios !!
Ilustración 3
Creencias religiosas en Cuba. 1989
|
El IV Congreso del PCC de 1991 y la consiguiente Reforma Constitucional de
1992 redefinieron al Estado como laico. Se proscribió la discriminación
religiosa. En los alrededores de 1990 se desató un florecimiento místico coincidente con la eclosión del
Periodo Especial[4]. Asombrosamente la población actual parece ser tan
creyente o más que antes. Ello constituye una frustración para quienes tienen
concepciones científicas de la vida y esperaban otro resultado de la educación
materialista impartida durante años.
Este autor entre ellos.
La fe criolla se congeló bajo
los efectos de un estatus
discriminatorio. Cuando superó el letargo reaccionó como un boomerang, pero
invirtió los términos. Lo vergonzante dejó de serlo y lo tradicional no
recuperó vigencia. Según Ramírez Calzadilla[5],
se inició un proceso de desestigmatización
social del creyente religioso.
Un estudio llevado a cabo en 1989 evaluó las ideas místicas de los cubanos[6].
Un resumen de los resultados obtenidos
pudiera representarse estadísticamente como una distribución normal. En sus
extremos, con un 15% de probabilidades
en cada lado, aparecerían los grupos de los ateos consecuentes a la izquierda,
y el de creyentes institucionalizados a la derecha. En el amplio centro, con
algo más de 2/3 del total, se ubicarían los seguidores de creencias primitivas
politeístas, animistas y similares[7];
también los agnósticos. El mayor peso lo acapara el subgrupo referido a
creencias asociadas a la práctica: reflejan ideas imprecisas sobre la
muerte, curaciones mágicas, la suerte, el contacto con espíritus, los rezos y
ceremonias como vía para solucionar problemas [8].
Se está hablando de cultos de origen africano.
Según Alonso Tejada[9]
… la discriminación ateísta institucional duró hasta
los 90. La pregunta “¿tiene usted creencias religiosas?” se convirtió en un instrumento
burocrático de corte de posibilidades de acceso político, un signo tácito de
limitación electiva……
Concluye este autor[10].
1) los años de dogma ateísta, y
de discriminación práctica de la religiosidad y de la labor pastoral, no
impidieron que prevaleciera una religiosidad muy extendida en la población
cubana; 2) que esa religiosidad no es (no era a finales de los 80)
mayoritariamente institucional o comprometida, sino que se mantenía en el rango
definible como religiosidad popular; 3) que las dinámicas de recuperación
demográfica de la espiritualidad religiosa habían obrado ya el cambio en las
generaciones que se sucedieron entre los 60 y los 80; 4) que la proporción
entre creyentes y no creyentes puede ser indicativa de un patrón relativamente
estabilizado, pero que en las dos décadas siguientes es previsible que haya
variado consistentemente la correlación entre los niveles de religiosidad antes
establecidos; 5) que a simple vista no guarda relación la proporción de
creyentes y no creyentes en la población y en las esferas de dirección política
(o sea que parecería que vivimos en un país de creyentes dirigido por ateos).
El destape religioso fue tal que después de
1990 se permitió profesar creencias místicas
a los militantes comunistas. Conciliar el materialismo con el idealismo
fue, seguramente, un ejercicio de malabarismo filosófico para los ideólogos del
Partido.
Actualmente, y cediendo a una petición papal, ¡el
Viernes Santo es día feriado!
Acerca de las emergidas creencias de raíz africana,
argumenta una especialista[11]
---la vieja afirmación de que la santería era cosa de
negros brutos, ignorantes y lujuriosos, ha cedido. Se pensaba que estas
expresiones desaparecerían con la elevación del nivel de instrucción y
quedarían sólo como folklore. Pero no ha sido así. La santería se ha
revitalizado considerablemente y se ha extendido por todo el territorio, y aún
fuera de las fronteras. Ya no es privativa de ningún sector social y tiene
adeptos incluso entre profesionales y personas cultas.
La propia autora argumenta que esta creencia resulta
atractiva, entre otras causas, debido a que ofrece soluciones a enfermedades,
afectos, desenvolvimiento económico y
otras aspiraciones personales. Tales motivaciones emanan un tufillo
individualista.
No faltan quienes atribuyen el renacimiento religioso
al vacío ideológico provocado por la frustración política. Señala fray Betto[12]
… hay quienes reiteradamente aseguran que el hombre de
hoy en día está necesitado de utopías y que se accede a una vuelta a la
religión. Lo cierto es que como en otras ocasiones, la religión incrementa su
importancia y su papel en momentos de crisis.
Más
adelante afirma
…no cabe duda
que insatisfacciones, desorientaciones, sentimientos de desprotección, que
caracterizan las crisis sociales, potencian el recurso religioso como
explicación, respaldo, esperanza y la búsqueda de protección en lo
sobrenatural.
Del éxodo político a la emigración económica
Del éxodo político a la emigración económica
Los resortes del éxodo inicial fueron el sentimiento
de culpa de los personeros del régimen depuesto, las afectaciones económicas
institucionales e individuales, los prejuicios políticos y los sentimientos
religiosos presunta o realmente perturbados. Cuando ya no quedó nada por
nacionalizar, ni acomodados por afectar o creencias que menguar, la diáspora
dejó de tener justificaciones políticas. Entonces se convirtió en un lugar tan común como la emigración por razones económicas.
En general, los que marchaban definitivamente de Cuba
hasta 1965 lo hicieron por motivos políticos, familiares o místicos. Muchos se
iban convencidos de un pronto regreso motivado por la inminente caída de
Castro.
Durante muchos años fue el gobierno de Cuba el que
impuso obstáculos a la salida de sus ciudadanos del país. Era una decisión que,
entre otros propósitos, intentaba limitar la migración de personal calificado.
El 28 de septiembre de 1965 se anunció que el pequeño puerto de Camarioca,
cercano a Varadero, se abriría para facilitar a cubanos residentes en el
extranjero que viniesen a recoger parientes. El argumento era el reencuentro
familiar. Fue un primer antecedente que años más tarde marcaría el fin de las
restricciones internas a las salidas. La cala se mantuvo abierta hasta el 15 de
noviembre y en esos 75 días más de 5.000 personas embarcaron hacia Miami. Otros
estimados consignan cifras superiores. Un acuerdo entre gobiernos abrió una
forma más ordenada de salida. Fueron los llamados vuelos de la libertad,
que entre diciembre primero de 1965 y abril de 1973 transportaron 260.561
cubanos a Estados Unidos en 10 vuelos semanales[13].
El 15 de abril de 1980 un autobús irrumpió en la
embajada del Perú de La Habana con 12 solicitantes de asilo a bordo. En el
incidente murió un guarda cubano. Al quedar sin vigilancia, una multitud asaltó
el edificio hasta abarrotarlo increíblemente con 10.000 personas variopintas.
El suceso desembocó en una solución masiva similar a la de Camarioca. Fueron
autorizados viajes de embarcaciones menores al puerto de Mariel y por esa vía,
entre el 15 de abril y el 31 de octubre de aquel año, marcharon a Estados
Unidos unos 125.000 cubanos. Allá fueron bautizados peyorativamente como marielitos.
Este brote estuvo marcada por la presencia
delincuencial. Muchos que no tenían antecedentes los fingieron o exageraron con
el propósito de lograr la salida. Puede decirse que este punto marca la
frontera entre las motivaciones
políticas y las económicas. En lo
adelante prevalecieron estas últimas, a veces disfrazadas.
En pleno periodo especial – el 5 de agosto de 1994 –
se produjeron diversos disturbios al calor de una fatiga política creciente. El
propio Fidel Castro encabezó manifestaciones en contra de quienes impugnaban su
gobierno. Uno de las acciones desembocó en tragedia cuando una embarcación
apropiada por un grupo fugitivo colisionó con un remolcador que intentaba
atajarlo. Con posterioridad el gobierno cubano anunció que en lo sucesivo las
autoridades no actuarían ante los intentos de salidas clandestinas. Se
permitiría irse a todo el que lo quisiera. La medida dio un vuelco a la
anterior situación restrictiva y originó la llamada crisis de los balseros. Se cuentan a miles los que apelaron a esta
arriesgada vía. Se estima que unas 35.000 personas la emplearon con éxito. Una
cantidad imprecisa se perdió en el mar.
Más tarde se intentó oficializar la emigración hacia
Estados Unidos mediante un convenio bilateral que aprobaba 20.000 salidas
legales anuales. En 1998 había inscriptos 541.000 personas. Las cifras
acordadas no se cumplieron y el gobierno norteamericano fomentó salidas
irregulares con propósitos políticos. También hay emigración a través de otros
países y España es uno de los más solicitados.
A lo largo de todo el periodo se produjo una modalidad
escapatoria utilizada por algunos funcionarios, técnicos, artistas y
deportistas que viajaban oficialmente al exterior. Aprovechaban la oportunidad
para solicitar asilo político, argumento generalmente falso. Algunos, incluso,
malversaron fondos que les habían sido confiados. No fue un fenómeno masivo.
En un momento dado disminuyeron también las
limitaciones internas a las visitas de aquellos que se habían marchado.
Llegaban como hijos pródigos cargados de regalos, en su mayoría baratijas con
las que encandilaban a quienes no tenían acceso a ellas, o ni siquiera las
conocían. Venían en condición de turistas, algunos llenos de añoranza y otros
de presunción. Comoquiera que sea aportaban divisas al país a través de sus
gastos y regalos.
En Estados Unidos existe un lobby cubano anticastrista
pequeño y trasnochado, pero poderoso
dentro de aquel corrompido mundo electoral. Sus lemas habituales son la
democracia, la libertad y otros lugares comunes tan manipulados y falsos como
algunas honras fúnebres. Sin embargo la actual mayoría de cubanos no son
exiliados sino emigrantes. En conjunto suman unos 2 millones, la mayoría
radicados en Estados Unidos.
La enorme masa de simpatizantes con que contaba el
gobierno revolucionario en sus primeros años sufrió un proceso natural de
erosión. No existen encuestas conocidas sobre el apoyo o rechazo que
experimentan actualmente. Un estimado personal, totalmente subjetivo y más
osado que audaz[14],
sugiere que alrededor de un 15% de la población es fidelista
incondicional y hace de ello un ejercicio de fe. Un 30% se muestra integrada
pero con dudas racionales y desea cambios sustanciales. Un 40% es masa neutra o
apolítica que sigue la corriente y puede oscilar hacia un lado u otro. El 15%
restante estaría conformado por enemigos declarados.
Continuará
[1] La siquitrilla es un término
criollo que denomina a un hueso del pollo en forma de “Y”. Para los norteamericanos es el hueso de la
suerte. En Cuba siquitrillar o romper la siquitrilla significa desposeer de sus
bienes a alguien, que resulta un siquitriallado. Se aplica en sentido de
nacionalizar o estatalizar.
[2] Girardi, Giulio. Cuba después del derrumbe del comunismo.
¿Residuo del pasado o germen de un futuro nuevo?, Madrid, editorial Nueva
Utopía, 1994, Pág. 109. Citado por Aurelio Alonso Tejada en OPINIONES: Religión
y Revolución en Cuba. La Ventana - Religión y Revolución en Cuba.htm
[3] Señala Alonso Tejada que ello se
puede constatar en los discursos de Fidel Castro de 10 de agosto, 10 de octubre
y 27 de noviembre de 1960, en los cuales basa la defensa de sus posiciones en
el ejemplo de los primeros cristianos bajo el imperio romano; en Fidel Castro:
Revolución y religión. Encuentros, discursos y entrevistas, MINFAR, La Habana, 1997
[4] En 1996, Fidel Castro se
convirtió en el primer mandatario caribeño recibido en Roma por la máxima
figura católica. En diciembre de 1997 el gobierno cubano consideró feriado el
Día de Navidad, tras más de 30 años sin que lo fuera. Entre el 21 y el 25 de
enero de 1998, Juan Pablo II efectuó una
histórica visita a Cuba, reconocida por todos como un éxito rotundo. El Papa
condenó el neoliberalismo y sus males sociales así como el bloqueo de Estados
Unidos contra Cuba, al que calificó de
ilegal e inmoral.
[5] Jorge Ramírez Calzadilla: El
incremento del campo religioso: reactivamiento y significación social,
resultados inéditos en archivo del Centro de Investigaciones Psicológicas y
sociológicas (CIPS), La Habana, 1999.
[6] Realizado por el Departamento de
Estudios Socio-Religiosos del Centro de Investigaciones Psicológicas y
Sociológicas de Cuba. La encuesta abarcó todas las provincias y zonas urbanas y
rurales, con una mesta estructurada de 4.485 personas.
[7] Ferran Oliva, Joan M. La
Moreneta a Cuba. Pagès Editors. Lleida 2013.
En rigor los ateos representan el 13,6% de la muestra total. Los
seguidores fieles de religiones organizadas como el cristianismo y el judaísmo
alcanzan un 14%. Como existe un 2,3% de personas que no dieron criterio, asumí
convencionalmente que un 15% para cada uno de ambos casos. El resto referido a
quienes profesan creencias más o menos organizadas, predominan aquellos con
ideas de regusto mágico, prodigioso, supersticioso o milagrero.
[8] Ramírez Calzadilla, Jorge.
Religión, cultura y sociedad en Cuba. Papers 52, 1997. Pag. 148. Localizado en
Internet con las referencias señaladas. El autor es investigador del DESR del
CIPS
[9] Alonso Tejada, Aurelio.
OPINIONES: Religión y Revolución en Cuba. Obra citada
[10] Tomado de ¿DONDE SE ORIGINA LA MARCADA
REANIMACIÓN DE LA PRÁCTICA RELIGIOSA EN CUBA? ¿QUE PESO TENDRÁ EN EL CONJUNTO
DE LAS RELACIONES SOCIALES? Ponencia dell Dr. Aurelio Alonso Tejada presentada
en el Seminario 50 Aniversario de la Revolución Cubana, organizado por la
Universidad de La Habana y el Programa Martiano. Llevada a cabo entre el 14 y
el 16 de julio de 2008. Publicada el 12 de marzo de 2009 en La Ventana, Portal
Informativo de la Casa de las Américas.
[11] Gaguaga Iglesias, Maria Ileana,
historiadora y etnóloga. De Cuba- Santería o Regla de Osha. htm.
[12] Betto. F. Mistica y socilsimo.
Revista Casa de las Ameritas no. 185. oct. dic. La Habana 1991.
[13] El acuerdo inicial fue suscrito
durante el gobierno de Lyndon B. Johnson. Richard Nixon canceló el programa en
abril de 1973.
[14] Estimado por el autor del
presente ensayo. JMFO
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