Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 13 de septiembre de 2018

Los guardianes de la doctrina: ficción y balbuceo en el debate económico cubano


El colega Ricardo Torres, destacado economista, profesor e investigador universitario, expresó recientemente sus consideraciones sobre una serie de problemas claves del desarrollo nacional. Lo hizo en una entrevista publicada por la revista Temas. “En Cuba hay que hablar seria y profundamente sobre desigualdad”, Temas, 4 de septiembre de 2018 http://www.temas.cult.cu/catalejo/en-cuba-hay-que-hablar-seria-y-profundamente-sobre-desigualdad

No es la primera vez que Torres expone esos criterios y aclaro que no son meras opiniones. Sus puntos de vista reflejan un trabajo de investigación serio, paciente y reconocido en su profesión.

Torres es cualquier cosa menos un tecnócrata. Lejos de utilizar la técnica para devaluar lo político, integra la dimensión política a sus análisis económicos y sociales. Es demasiado amplia la obra de Ricardo Torres como para que esto no resulte evidente.

Son criterios que enriquecen el debate actual y el propio Ricardo Torres siempre aclara que tiene plena consciencia del carácter polémico de sus argumentos. Para Torres, ser criticado no es un problema en lo absoluto. Lo afirmo con propiedad porque muchas veces hemos debatido. Lo hace con altura. También con pasión.

Pero resulta que, entre las reacciones a la entrevista ofrecida por Torres, llama la atención el fárrago que ha publicado Carlos Luque Zayas Bazán. Lo ha hecho con un texto cuyo propio título parece insinuar que Ricardo Torres es un encubridor de resultados analíticos y es un economista que “elogia” el capitalismo. “¿Qué nos ocultan quienes elogian el capitalismo?”, La pupila insomne, 10 de septiembre de 2018, https://lapupilainsomne.wordpress.com/2018/09/10/que-nos-ocultan-quienes-elogian-el-capitalismo-por-carlos-luque-zayas-bazan/

Por supuesto que Luque puede expresar los criterios que desee. Con eso no hay problema, pero esa es una mala manera de tratar de debatir con alguien a quien ni siquiera se menciona por su nombre.

Sin embargo, pudiera ser que a Luque no le interese debatir sino simplemente descalificar (a Torres y a corrientes de pensamiento) y de paso “enredar la pita” mediante elucubraciones de diverso tipo y una interpretación muy particular del marxismo. También imprecisiones. Muchas imprecisiones.

Luque trata de armar su crítica tomando como punto de partida citas de criterios expresados por Ricardo Torres. De hecho, se apoya en dos citas:

Cita # 1: “Si bien el desarrollo capitalista es contradictorio y desigual, tanto al interior de los países, como entre estos; es capaz de generar un avance de las fuerzas productivas que no tiene paralelo hasta hoy. Y ha mostrado más flexibilidad y capacidad de adaptación que otras formaciones económico-sociales. El capitalismo tiene un mayor recorrido histórico, pero desde el principio mostró un dinamismo que lo llevó a convertirse en dominante.”

Cita # 2: “Todas las formas de propiedad…contribuyen por igual al proyecto socialista”.

La cita # 1 se encuentra en la entrevista de Torres. Por cierto, Marx y Engels dijeron algo parecido en El Manifiesto Comunista respecto al dinamismo del capitalismo. “La burguesía, desde su advenimiento, apenas hace un siglo, ha creado fuerzas productivas más variadas y colosales que todas las generaciones pasadas tomadas en conjunto. La subyugación de las fuerzas naturales, las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación a vapor, los ferrocarriles, los telégrafos eléctricos, la roturación de continentes enteros, la canalización de los ríos, las poblaciones surgiendo de la tierra como por encanto, ¿qué siglo anterior había sospechado que semejantes fuerzas productivas durmieran en el seno del trabajo social?”.

No sé cual es el asombro de Luque por lo anterior.

Sin embargo, la cita # 2 no es posible localizarla en la entrevista, contradiciendo la afirmación de Luque acerca de que se trata de “esta otra afirmación, en el mismo texto”.

Aquí Luque debería explicarse porque no queda claro de cuál texto habría salido la cita # 2. Lo que sí es seguro es que esa cita # 2 no se encuentra en la entrevista en Temas.

Esto es curioso porque Luque se monta en esas citas, una que refleja una visión marxista sobre la dinámica del capitalismo y otra que no se sabe de dónde salió, para insinuar que Ricardo Torres:
  • Incurre en “la apología del capitalismo” y “Correlativo a la apología del capitalismo, es la demonización del socialismo. Correlativo al elogio de la manera como el capitalismo hizo avanzar las fuerzas productivas, es la desacreditación de la necesidad que nuestros pueblos tienen de un Estado fuerte que los proteja”.
  • Considera que las restricciones al funcionamiento del capital “serían fatales y hay que excluirlas”.
  • Favorece una “gestión privada sin restricciones”.

Un mínimo ejercicio de rigor exigiría que Luque identificase con precisión dónde Ricardo Torres habría expresado:

Una “apología” (en el sentido de “defensa” y de “justificación” sistémica) del capitalismo en general (o en particular).
Una “demonización” del socialismo (alteración de hechos y descripciones para presentar el socialismo como un sistema nocivo)
La “desacreditación” de un Estado cubano que proteja el interés popular.
La consideración de que las restricciones al funcionamiento del capital en Cuba serían “fatales y hay que excluirlas”.
La propuesta de una “gestión privada sin restricciones”.

No he podido localizar nada de lo anterior ni en la entrevista en Temas ni en ningún otro trabajo de Ricardo Torres, pero quizás Luque habría tenido acceso a algún “texto maldito” de Ricardo Torres, en cuyo caso le ruego humildemente que lo comparta.

En realidad, no tiene sentido seguir discurriendo acerca de críticas basadas en ficciones. Eso sería perder el tiempo.

Por otra parte, es interesante, para decirlo amablemente, la manera en que, en el contexto de una supuesta crítica intelectual, se han sembrado en el texto de Luque -aquí y allá- una serie de insinuaciones descalificadoras como las siguientes.

“fría y calculada maldad clasista”.
“el artero y consciente propósito”.
“la prostitución de la inteligencia es la más nefanda de las traiciones”

Con esa mezcolanza anómala en el marco de un debate, el efecto predecible es que con quien supuestamente se intente discutir termine simplemente “mandando a freír tusas” al crítico erigido en fustigador político.

Probablemente la parte más aborrecible de los comentarios de Luque es aquella en la que insiste en la supuesta incompatibilidad del pensamiento de Ricardo Torres con la pertenencia a instituciones académicas públicas del país.

Dice Luque que “el enfoque y la intencionalidad de las principales ideas contenidas en esa entrevista, sobre todo el modo de reflexionar sobre el capitalismo nunca lo imaginé en un economista nuestro de una institución investigadora nuestra”.

Por si fuera poco, agrega que “como ciudadano me preocupo y me manifiesto en contra de que concepciones como esta militen en instituciones cubanas”.

Es una típica arrogancia de inquisidor. El uso de “nuestra” y de “nuestro” como si fuese el dueño del país.

¿No basta con distorsionar lo que alguien dice? ¿Hay también que reprimir institucionalmente a quien no piense como uno?

¿En serio?

Finalmente, concluyo llamando la atención respecto al balbuceante discurso de Luque sobre la política fiscal, la redistribución de ingresos y la desigualdad. No hay nada menos “tecnocrático” que la política fiscal. Es un factor clave para alcanzar objetivos políticos cruciales: combatir la pobreza y la desigualdad. Si Luque no entiende eso, supongo que es su problema.

Se equivoca Luque de “medio a medio” cuando confunde política fiscal con la teoría del “derrame”. Son dos cosas muy distintas. Cualquiera con un mínimo entrenamiento en Economía entiende la diferencia. Si no se entiende algo, mejor callar. O igualmente se puede hablar a la ligera y hacer el ridículo. También esa es una opción.

¿Qué nos ocultan quienes elogian el capitalismo?


Por Carlos Luque Zayas Bazán


10 SEPTIEMBRE, 2018 DE LA PUPILA INSOMNE


Desde hace algunos años Cuba ha tenido que acudir a la propiedad privada. Ahora se propone  constitucionalizarla. Pero eso no significa que sea la vía más conveniente para su proyecto. Es un mal necesario, uno de los atajos que se ve obligada a tomar una Revolución casi solitaria, que no cuenta con el apoyo de una comunidad significativa y fuerte de naciones que se propongan proyectos semejantes, sino que resiste, cual Isla con pocos recursos, navegando en un océano mayoritario de relaciones capitalistas mundializadas, y ante el genocidio de un imperio.

Ha sido duro el aprendizaje: construir una forma de vida distinta a la capitalista es un largo y tortuoso camino, de imprevisibles y formidables obstáculos, transición cuya meta alguna vez hasta las mentes más preclaras la creyeron al doblar de la esquina. Durante esa marcha se necesita no sólo una forma distinta y superior de cultura, sino también al unísono un ser humano capaz de sobreponer los intereses colectivos a los individuales, pero, a la vez esta adaptación nos implica utilizar el interés individual como motor económico. Ambas cosas son las más difíciles que el hombre ha intentado para salir de la prehistoria.
Pero adaptarse no significa hacer la apología del capitalismo, ni de sus instrumentos. Correlativo a la apología del capitalismo, es la demonización del socialismo. Correlativo al elogio de la manera como el capitalismo hizo avanzar las fuerzas productivas, es la desacreditación de la necesidad que nuestros pueblos tienen de un Estado fuerte que los proteja. Correlativo al elogio del avance de las fuerzas productivas que el capitalismo logró, es el olvido que la fuerza productiva más importante es el hombre, la fuerza de trabajo que se ve obligado a vender.
 Si el  capitalismo se considera dinámico y eficiente NO es por algo intrínseco y superior de su sistema, que no sea principalmente el saqueo inicial que hizo de los recursos mundiales, y sobre todo del hombre. Su dura explotación, las condiciones de trabajo que aún hoy existen en muchos puntos del planeta donde se verifica ese “dinamismo” portentoso del capitalismo, harían horrorizarse a aquel pensador amigo de Marx que describió cómo vivían los primeros obreros ingleses, durante aquel arranque del “portento” capitalista.
Esas fueron mis reflexiones iniciales al leer, recientemente este párrafo que cito:
“Si bien el desarrollo capitalista es contradictorio y desigual, tanto al interior de los países, como entre estos; es capaz de generar un avance de las fuerzas productivas que no tiene paralelo hasta hoy. Y ha mostrado más flexibilidad y capacidad de adaptación que otras formaciones económico-sociales. El capitalismo tiene un mayor recorrido histórico, pero desde el principio mostró un dinamismo que lo llevó a convertirse en dominante.”
Leyéndolo, recordé, quizás por capricho asociativo, la lectura del monumental libro Por el bien del imperio, del imprescindible historiador catalán, Josep Fontana, recientemente fallecido, título que toma el autor de una arenga de Alcibíades para arrastrar a los atenienses a una guerra en su propio provecho , según lo cuenta Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso. 
No me preguntéis si el recuerdo, y el correlato, está tomando por los pelos una imposible similitud. Quizás no la hay tan directa y evidente. Cada lector sacará sus propias conclusiones si relaciona la objetiva observación del párrafo que disparó el recuerdo, con esta otra afirmación, en el mismo texto: “Todas las formas de propiedad…contribuyen por igual al proyecto socialista”.  Y sólo tendría que hacer el intento de responder esta sencilla pregunta, que el emisor nunca aborda: ¿por qué y cómo el capitalismo fue capaz de generar un avance de las fuerzas productivas que no tiene paralelo hasta hoy?  Y, ¿A qué se debe su dinamismo?
En mi más que modestísima opinión, si no se tienen en cuenta esas dos interrogantes  al hacer esa afirmación, – el por qué y el cómo-, se está contribuyendo a que yo, ud que lee, y cualquiera, y si acaso no leemos mucho, y contrastamos, y cotejamos y comparamos, acabemos haciéndonos una idea muy equívoca con respecto a las soluciones que el proyecto cubano puede buscar en la propiedad privada y el mercado.
Es por ello que algunas personas, y entre ellas muy cultivadas, no entienden por qué hay que pensar muy seriamente en los límites o restricciones que se deben poner a la concentración de la propiedad en Cuba, si total, el capitalismo ha demostrado que es “capaz de generar un avance de las fuerzas productivas que no tiene paralelo hasta hoy” y además tiene un “dinamismo” formidable. Entonces, salgo y voto por esa maravilla y advierto, además, como está sucediendo, que las restricciones serían fatales y hay que excluirlas.
Esa afirmación es sorprendente. Más si la sostiene un especialista, no un hijo de vecino que si lee, lee las deportivas, y si acaso se topa por equivocación con ese aserto y aquel párrafo inicial, si no hace una mueca, quedará muy contento. También puede que salga y proponga lo mismo: gestión privada sin restricciones que cualquier tipo de propiedad va a contribuir por igual al proyecto socialista, porque además, el capitalismo mostró desde sus inicios un gran dinamismo e hizo avanzar formidablemente las fuerzas productivas…
Afirmar que “todas las formas de propiedad…contribuyen por igual al proyecto socialista”, en abstracto y sin ponderar análisis históricos y contextuales, deja fuera un mar profundo de graves consideraciones. Por sólo atender a uno de ellos: no tiene en cuenta que si así fuera, la propiedad privada en Venezuela o Ecuador no supondrían uno de los más formidables obstáculos para la buena marcha de sus procesos progresistas a favor de las grandes masas populares. ¿Contribuye “por igual” la propiedad privada al proyecto socialista bolivariano? ¿No hay que contextualizar?
Como no debemos manejar ningún concepto suspendido en el  éter, hay que considerar, respecto de la  propiedad privada, el  volumen de su capital, la envergadura de su influencia, y la función que tiene, por ejemplo, en las relaciones sociales de producción en Venezuela, si es el caso, y su significado, peso político y capacidad disruptiva. Y lo mismo vale para Cuba, donde se supone, si va a contribuir al proyecto socialista, que nunca debería alcanzar aquellas dimensiones, ni propiciar las condiciones de posibilidad que faciliten el impacto negativo del mercado sobre cualquier proyecto de emancipación.
Son numerosos los estudios y los autores que valoran los efectos esencial y radicalmente diferentes de la propiedad privada y el mercado sobre un proyecto emancipatorio. Más adelante haremos algunas consideraciones al respecto de los términos como tales, en especial del concepto mercado, y cómo puede suceder que cuando hablamos de él, en el coloquio común, podríamos poner a la Caperucita y al lobo en la misma habitación del pensamiento del prójimo, y muy contentos.
Se podría argumentar que en los países mencionados ni el poder económico ni el mediático están completamente controlados ni por el gobierno de finalidad socialista como el bolivariano, ni tampoco fue posible en el período correísta de la llamada Revolución Ciudadana ecuatoriana. Ambos ejemplos, entre otros, sólo han logrado el poder político circunstancial, y no totalmente – y por medio de los mismos instrumentos que funcionan para poner en el gobierno a un proyecto adverso con ayuda y apoyo internacional – y además constantemente agredido en el primer país por las oligarquías internas y externas, también acosado, pero ahora además traicionado en el segundo, a favor, precisamente, y bajo la presión de los intereses de los representantes  de los grandes propietarios privados.
Se podría argumentar, además, a favor de la posibilidad de controlar los efectos de la propiedad privada en Cuba, que aquí el poder político, y el económico y el mediático, están aunados. Pero, precisamente, si se sale de cauce la gravitación política de la propiedad privada en nuestro país, tendencia ineluctable del interés privado según ha demostrado siempre la experiencia histórica, tarde o temprano comenzaríamos a ser testigos de la nefasta influencia que necesitan lograr los intereses privados, para, ya convertidos en grupos o clases de presión, actuar en favor de sus objetivos en la esfera política e ideológica. Y este no será un proceso librado al ámbito endógeno sino que desde ya está siendo estimulado tanto por fuerzas internas y exógenas en dulce contubernio.
Cuando se discute si es conveniente limitar la concentración de la propiedad,  de la riqueza, o de ambas, suele olvidarse en el análisis lo expresado hasta el momento, aunque ello está tácitamente, en el meollo de la cuestión: el interés privado, dada cierta envergadura, tanto de la propiedad, como de la riqueza acumulada que ello permite, al convertirse en capital, tiene un objetivo rector, impulsivo e indetenible, que no depende de la filantropía del poseedor: necesita aumentar su capital y a su vez, su influencia política. Y no hay capital si no hay extracción de plusvalía y explotación del trabajo ajeno. Ahora bien: para lograrlo, el capital necesita, tarde o temprano, participar en la política, lo que equivale a decir, influir en las condiciones de posibilidad que le permitan seguir siendo capital, reproducirlo,  acrecentarlo y, en espiral, aumentar también su capital político.
Puede ser de una ingenuidad insólita, por ignorancia o lagunas de formación e información, o de una fría y calculada maldad clasista, según sean sus promotores, a estas alturas del nuevo siglo, desconocer, marginar, olvidar u ocultar estas enseñanzas elementales, según sea el caso la ingenuidad, el desconocimiento o el artero y consciente propósito. Respecto de estos temas, aunque abunda la intencionalidad clasista de los enemigos declarados del socialismo, en cambio, la ingenuidad es muy rara, aunque la ignorancia más abundante. Pero en el fondo, son determinadas concepciones que se explican a partir de los fundamentos de las cosmovisiones políticas y culturales que están en la base de cualquier opinión cuando no los estrechos márgenes de las especialidades.
Así ocurre con la idea inicial de estas notas según la cual toda forma de propiedad contribuye por igual al proyecto socialista. Aquí hay una simple afirmación generalizadora y abstracta, que evita por igual las conquistas del análisis marxista, las lecciones de la historia del capitalismo, en especial, la fuerza de gravedad del cercano imperialismo, a la vez que no tiene en cuenta las condicionantes geopolíticas de Cuba.
Una gravitación política significativa de grupos de presión de la propiedad privada en Cuba sería, está siendo desde sus prolegómenos ideológicos y económicos apenas se ha iniciado, instrumentalizada para desmontar el proyecto socialista cubano. Fue el objetivo declarado de la concepción obamiana, tanto como del giro trumpista. Uno mediante el abrazo tierno del león, otro mediante la violencia descarnada de la hiena.
Los intereses imperialistas no se oponen a Cuba por motivos meramente económicos, sino culturales y geopolíticos. No principalmente por Cuba, sino por el Sur, o mejor, por la dominación de los “sures” del planeta. Los motivos no son de la misma índole, claro está, por los que tienen a China o a Rusia, o a Irán, como sus principales enemigos íntimos. No hay en el Caribe una Ruta de la Seda que obstaculizar, un oleoducto que sabotear, una zona de influencia que frustrar, un poderío económico y nuclear que impedir, un rico yacimiento que dominar, una zona de diferencias étnicas o religiosas que balcanizar, un conjunto de estados que convertir en fallidos. Lo que hay en Cuba es una posición estratégica y un ejemplo antimperialista tenaz que hacer fracasar por completo para asegurar “con esa fuerza más”, la dominación del traspatio del imperio. Hoy en feroz competencia y disputa con China, Rusia y otros proyectos que se enciman sobre Latinoamérica. 
Si la gestión privada tiene éxito en Cuba, ese éxito sobredimensionado y sin sabias restricciones que algunos están promocionando, su apoyo exterior será directamente proporcional al debilitamiento del proyecto socialista que puedan obtener a cambio, y a la significación política que pueda alcanzar para liquidar el socialismo. Cuando la tendencia de la economía cubana sea fortalecerse y, a la vez, el proyecto socialista se fortalezca con ella, tanto la economía estatal como la privada será torpedeada por todos los medios posibles. Ponga ud el viceversa, como dice la grácil conductora de La Pupila Asombrada.
La peor de las pesadillas que le espera al que se duerma soñando con un despegue económico basado en los aportes de la propiedad privada, si y sólo si esta alcanza, repito, porque esta es la base de mi argumento, significación política y cultural en Cuba, será imaginar que ello será posible, – como en China, o en Vietnam-, con un Partido Comunista conductor de la Revolución, con un proyecto socialista en marcha y en progreso. Ambas cosas, al unísono y por igual, será impedido a toda costa, porque significaría, para el imperio, una victoria que se empeñan en liquidar hace ya 60 años. Y lo continuarán, porque está en el ADN de ese sistema de dominación y es una exigencia geopolítica imperial.
Toda propuesta, pues, que esté dirigida o contribuya a debilitar la unidad política cubana, el papel político rector del Partido, o la arquitectura económica y política del estado socialista, o su concepción propia de la democracia, o a debilitar sus instituciones, si no nace de un objetivo frío y calculador enemigo, que los hay, si no se origina en el desconocimiento, la falta de profundidad analítica de sus consecuencias políticas y económicas, quizás provenga, en última instancia, de una confianza extemporánea y ya anacrónica en los instrumentos del capitalismo. Y no creo que sea anacrónica la advertencia guevariana y fidelista.
¿Significa lo anterior que quien esto escribe es tozudamente, dogmáticamente, contrario a la existencia del mercado y la propiedad privada en Cuba? ¿Que no apoya lo acordado en los Lineamientos o en la Conceptualización? ¿Que se opone a ese punto de la nueva Constitución sobre la existencia de la variedad de sistemas de propiedad que propone para este momento de la Revolución? No.  No soy militante, sino un simple trabajador informático, ocupado con sus pequeñas y modestas armas en contribuir a los destinos del país. Apoyo todo lo anterior, no por disciplina, no por ganar favores ni méritos, entre otras razones éticas fundamentales, porque no tengo de dónde obtenerlos, ni quien me los otorgue, a cambio de mis ideas, incluso si ese fuera mi objetivo.
Pudiendo escribir para medios que pagan sus 30 monedas a cambio de cualquier texto así sea ligeramente hipercrítico, sesgado o descontextualizado sobre Cuba, mi opción es no hacerlo, según mi convicción de que la patria es ara y no pedestal, y que la prostitución de la inteligencia es la más nefandas de las traiciones que se pueda cometer contra la propia dignidad y la decencia humanas. 
Apoyo esos aspectos de la nueva realidad cubana por la certidumbre de que el actual estado de la correlación de fuerzas mundial hará que todo intento de transición hacia el socialismo sea el más largo y tortuoso camino imprevisible y cada vez más preñado de obstáculos para su despegue económico y su fortalecimiento hegemónico espiritual. También por la certidumbre histórica de que las experiencias socialistas intentadas en el mundo periférico y subdesarrollado nos deja la amarga lección de que hay que bogar una larga transición en que hay que conservar los sueños más ambiciosos para cuando esta humanidad ya no pueda más y eche a andar. Pero también apoyado en ciertas convicciones que el conocimiento y las lecciones de nuestros mayores y su sacrificio nos aporta.
Estoy convencido que el desafío mayor del proyecto socialista es cultural. Afirmarlo no excluye la importancia de lo económico. Al contrario, íntimamente lo incluye y es comprensible para quien no padezca una concepción estrecha de la cultura y la economía. Cultural es la necesidad de formar al hombre en un nuevo imaginario, como fruto de un cambio civilizatorio. El que ahora lo veamos tan lejos que lo creamos rayano en lo imposible, no justifica que lo olvidemos. Al avanzar, si se deja de ver el horizonte deseado, perdemos la orientación de la senda, y podemos llegar al punto de donde partimos o más atrás, en vez de arribar a la meta y descubrir así los nuevos horizontes.
La transformación sustancial y profunda del comportamiento humano que necesita el socialismo, no se verifica de modo inmediato, gracias a una profunda revolución económica y social, sino que es un proceso muy extenso y altamente complejo. Nuestra historia revolucionaria dio, y da de sí, muchos seres humanos cuyos pasos en la vida han mostrado una tendencia al mejoramiento humano, vislumbrándose en ellos ese ser distinto, como el resultado de un conjunto de vectores revolucionarios que propiciaron la formación de una directriz hacia un ser humano socialista y solidario. Pero la guerra multi aspectual  imperialista tuvo y tiene como principal objetivo impedir que ese vector NO se defina como predominante y en ascenso. Y lo ha conseguido en alguna medida. Negarlo es cerrar los ojos. Lo ha logrado no sólo en Cuba, sino en extensas regiones del mundo, porque su cultura es la hegemónica en el imaginario mundial. Y donde no ha podido con la letra, lo hace con el fuego. La base de ese predominio es el imperio de las relaciones capitalistas de la producción de los recursos que el hombre necesita para simplemente vivir, sostenido en la guerra de clases internacional y en la explotación de la mayoría de las naciones del planeta. Llegado a este punto, y por el conjunto de razones imposibles de apuntar aquí, Cuba debe, aunque siempre ha sido el camino de las  revoluciones, intentar avanzar por una senda semejante al estrecho desfiladero de Escila y Caribdis, los dos monstruos marinos mitológicos que acechaban a cada lado del camino al caminante atrevido, de manera tal que, evitando a uno, se corría el peligro de caer en las fauces del otro.
A un lado del camino, Escila: la comprensión de que el enemigo juega su carta a la indefensión económica y nos niega el agua, el pan y la sal para que la economía estatal socialista y el socialismo se revelen como incapaz e inferior al sistema económico del Capitalen las condiciones que ellos le han impuesto intentarlo. Lo subrayado es algo que olvidamos nosotros mismos, o nos invitan a olvidar, tan flaca es la memoriaUno de los momentos más tristes del raciocinio normal y corriente, que es el propio de quien esto escribe, si el pensamiento conceptual pudiera padecer de la tristeza, es cuando se oye o lee a un connacional nuestro al que se le supone alguna lucidez o aspiración revolucionaria, repetir lo que la cultura capitalista ha sembrado y propiciado con éxito, que la economía estatal socialista y la propiedad social son fallidas por sí mismas, con abstracción de las condiciones que les ha impuesto el dominio imperial de la economía mundial durante este más de medio siglo, midiéndola solo en el aspecto material y de cotas de consumo que ni aún todos los miembros de esas sociedades pueden satisfacer, y desconociendo cuánto tiene que cambiar el ser humano para que el interés social por el otro y lo común sea igual o mayor que el interés individual. Pero dejando a un lado también, y esto es lo más grave, cuánto hace el poder del Capital para que esa evolución sea imposible.
Del otro lado del desfiladero, Caribdis, un complejo infernal: el mercado, la propiedad privada, la relación entre economía y política, un país al que le robaron su normal desarrollo en la infancia de su historia la colonia y la neo colonia, y el dominio férreo de las relaciones capitalistas vigentes en el 99.9% del escenario mundial.
En este punto debo hacer algunas breves consideraciones acerca de estos últimos conceptos. Porque se tiende a la fácil refutación, en la ligereza y levedad de la reflexión de los medios digitales y la brevedad a ultranza que afirma sin argumentar, que pontifica sin pensar. Y porque el juego falso de la legitimación política a través del voto en los modelos de democracias que nos exigen importar, se basa en la esperanza de que el ser que llaman a decidir, lo haga por impulsión momentánea, por obediencia a los instintos y necesidades primarias inmediatas, sin reflexión en las consecuencias mediatas, y si es posible, guiado por la ignorancia y la propaganda, y las medias verdades sin análisis crítico. Y para lograrlo cuentan con el dominio mediático y el cansancio que provoca la búsqueda de alternativas sistemáticamente boicoteadas y agredidas.
Se observa que aquellas corrientes de opinión que más enfatizan el criterio de que a la propiedad privada, la acumulación de riqueza y las relaciones de mercado no se le deben imponer límites, se refieren con insistencia a los mecanismos “equilibrantes” del fisco y la redistribución  de la riqueza y recursos, como las panaceas solucionadoras de cualquier deformación grave del proyecto socialista que pueda sobrevenir. Como si en algún lugar, por ejemplo, de nuestro SUR el “derrame” de la riqueza generada por sus sistemas basados en la propiedad privada, resolviera los graves problemas de sus mayorías.  Aquí lo primero que se debe apuntar es que la búsqueda de la riqueza por la riqueza ya tiene al planeta a punto de no servir como hogar de la humanidad, o en camino de ello. Lo otro es que el capitalismo cada vez derrama menos y acumula más. ¿Habrá que mencionar las cifras que lo prueban?
Atenerse a la confianza de que los mecanismos tecnocráticos van a frenar la influencia política de la propiedad privada, resulta un sueño desmentido por los hechos, tan iluso como que el “derrame” es posible. Al capitalista le agrada que se hable mucho más de soluciones técnicas, de repartos y equilibrios, de control y regulación fiscal, porque eso no toca lo que en verdad le interesa conservar. Eso significa: esto debe seguir existiendo, no tiene alternativa, y allí están los remedios si algo se sale de cauce. Pero es que se sigue saliendo de cauce, pese a todo. Por eso las soluciones tecno económicas han formado parte  de una tendencia que ha predominado desde el ya viejo debate sobre el funcionamiento del capitalismo cuando sólo o principalmente se ha centrado en aspectos económicoshaciendo caso omiso, en algunos autores muy conscientemente, de las consecuencias políticas. Algo muy característico del pensamiento económico y político neoliberal. Algunos economistas cubanos que desde allende nuestras costas pretenden aportar consejos y soluciones a Cuba, permanecen cerrados todavía hoy  en los límites de esa corriente, sea por convicción, sea por conveniencia. También, algunas propuestas de gente sencilla que se leen en las redes. Lo que Cuba no debe dejar de hacer, hoy que asume la propiedad privada, es conocer y examinar profundamente las consecuencias de ese olvido y sus fundamentos. Estoy completamente seguro que nuestras mejores inteligencias en el seno del Partido y del Gobierno y de la Academia, no lo desconocen. Cuando se tiene que aceptar la existencia de la propiedad privada y las relaciones de mercado debe existir una estrategia de carácter mucho más político que económico para resolver las contradicciones que sobrevienen.
Una mala, o intencionalmente mala lectura del estas notas, puede concluir que este comentarista se opone a la propiedad privada en Cuba y al mercado. No me opongo, porque la asumí como decisión colectiva, y la evaluación de las condiciones del mundo actual, aunque ciertamente en lo personal aspiraría a que no hubiera sido nunca necesario. Sólo advierto la tendencia en ciertos opinantes, algunos de ellos con títulos y estudios, gente acostumbrada a la lectura y la reflexión, que insisten en las bondades de la redistribución y los impuestos, en el ahorro e inversiones de propietarios privados exitosos, con un entusiasmo racional irrefrenable por esos mecanismos que, al decir de Fidel, ya han demostrado que no sirven para los propósitos de una sociedad diferente a la capitalista. Un entusiasmo eufórico sin prevención da lugar al error de la temeridad y el destino de tantos años de lucha y resistencia. Como dijo un artista, sería muy jodido que nosotros mismos echáramos a perder esto.
Y hay una relación visible entre ese entusiasmo económico y sus algunas propuestas políticas.
Un ejemplo reciente que opino pertenece a esta corriente de pensamiento en el debate respecto al futuro del socialismo cubano, es el criterio, y en este caso es  de un economista!, según el cual el gobierno debe tener en cuenta y propiciar incluso toda la variedad de intereses políticos que puedan existir al interior de nuestra sociedad. Léase despacio, estimado lector. ¿Variedad de intereses políticos? ¿Incluso los intereses políticos de una propiedad privada en ascenso que pugne por tener influencia, voz y voto en el parlamento y los órganos de gobierno? Recordemos sólo dos de los “intereses políticos” que se han manifestado en el pasado reciente, para que se valore en su justa medida la envergadura de las consecuencias de esa propuesta y cómo todo este modo de pensar funciona en sistema:
  • Forma parte de emergentes intereses políticos la implementación del pluripartidismo, la separación de poderes.
  • Forma parte de ciertos intereses políticos el estrechamiento o debilitamiento del Estado, incluso el abandono del Partido Comunista de su función política rectora.
Me pregunto si – no el socialismo – sino cualquier otro proyecto que se pretenda  diferente al capitalismo, podría aspirar a serlo, aceptando el ascenso de intereses políticos propios de aquello de lo cual se quiere diferenciar.
El socialismo que estamos pretendiendo, en las circunstancias actuales de Cuba, no puede jugar al pluripartidismo, a propiciar la fragmentación social que ello conlleva, de manera que unos intereses económicamente más poderosos pero minoritarios se impongan sobre los intereses de los más débiles y del común. Y eso, entre otras varias consecuencias nefastas, traería incluir cualquier interés político privado entre la diversidad social que debe impulsar y asumir el gobierno. Simplemente, mucha razón tenía el preclaro comunista Fernando Martínez Heredia: la pugna por el capitalismo de ciertas corrientes y pensadores es algo que debemos advertir cada vez con mayor claridad.
La misma corriente de opinión que afirma lo anterior, nos intenta ilustrar respecto al mercado subrayando que la idea de que la humanidad no conoce otro mecanismo de coordinación tan eficiente y flexible como el mercado. Ese elogio nos quiere prevenir con respecto a prejuicios infundados contra ese mecanismo para que no seamos tan dogmáticos. Y advierte, con razón, que no se debe confundir el mercado con el capitalismo. De acuerdo, no son lo mismo. Cierto es, pero es necesario tener en cuenta de qué hablamos, también, cuando utilizamos el término mercado.
El hijo de vecino no tiene por qué saberlo. Ciertamente, el identificar ambos conceptos mercado = capitalismo, fue lo que llevó a pensar que luego de una transición socialista exitosa, que se creyó breve, y ya eventualmente derrotado el Capital, el mercado se extinguiría por sí sólo. Esta concepción se basaba en la confusión de dos procesos diferentes: 1) el mercado como dispositivo virtual o físico donde se verifican las transacciones comerciales, las operaciones de compra-venta, que es algo existente, en esencia, desde los albores de la humanidad, ya sea en forma de trueque en especies, o mediante el “dinero sal” (de allí el término “salario”), u otros medios de cambio, hasta la aparición de la forma dinero moderna como medio de cambio. Por ello, si alguna vez la humanidad vive una forma social diferente al capitalismo, la institución mercado-espacio-compra-venta puede adquirir otra fisonomía, pero mientras haya intercambio algo existirá para su realización semejante a esa función. Eso parece eterno si es eterna la humanidad.
Pero ocurre que no debemos hablar de mercado en general sin dañar a los queremos educar o persuadir o convencer. Un lector común como el que esto escribe, pero quizás no alerta o curioso, se confunde fácilmente y comienza a defender el “mercado”, sin saber qué defiende, ni a qué se refiere. Puede llegar a creer, como aquel personaje famoso, que está halando en prosa. Porque el  Mercado también constituye el dispositivo de la reproducción capitalista. El mercado como medio de transacción no se puede eliminar administrativamente. Se intentó y fue catastrófico en las experiencias de Stalin, Ceacescu, Henver, Kim II Sun y Pol Pot. Pero como medio de la reproducción capitalista, si no de raíz, si es necesario crearle restricciones, por lo menos en una experiencia que pretenda el socialismo. La teoría del derrame de la riqueza hacia toda la sociedad no puede engañarnos. Caen también chorros de plomo.
Pero lo que interesa subrayar es: no se puede pues, intentar despejar supuestos prejuicios del proyecto socialista cubano hacia el “mercado”, sin aclarar y reflexionar sobre esos dos básicos conceptos que son inconfundibles. Repito, porque esto es esencial: ello provoca que la doxa común  defienda el “mercado”, sin saber de qué habla. Y a votarlo y fomentarlo, y defender por ejemplo, que la Constitución no proponga priorizar las formas económicas de carácter más directa y fundamentalmente social, como acaba de hacer un entendido educador en las redes, sin saber a qué conlleva y cuáles pueden ser sus consecuencias. ¿Debe ser nuestro mercado ese dispositivo de la reproducción capitalista mediante el reconocimiento de sus intereses políticos? ¿A dónde iríamos por ese camino? ¿Quizás a que la propiedad privada contribuya “por igual” al socialismo? NO se puede confundir su aporte económico, con su probable y posible constitución en un mecanismo de reproducción  del Capital, tanto económico como político.
Argumentar en la defensa de los mecanismos capitalistas que podríamos utilizar en la transición socialista que el capitalismo mostró un gran dinamismo desde sus inicios, y logró un gran avance de las fuerzas productivas sin considerar a la vez que ello supuso lodo y sangre a raudales, la expulsión violentísima de los campesinos de sus lares en la época inglesa de los cercados, y la explotación y saqueo de las civilizaciones americanas del “nuevo mundo descubierto”, y que, en gran parte, aquel celebrado “dinamismo” es el resultado de que se financió con el sudor, la sangre, el oro y la plata ajenas arrebatadas violentamente, es algo realmente propio del pensamiento neocolonizado,   y enormemente preocupante si se le escucha a un especialista, a un conocedor. ¿Qué se pretende con ese olvido? ¿Qué olvidemos a qué se debe ese “dinamismo” salvador, a que separemos ese dinamismo de sus condiciones de posibilidad? Si yo le robo al vecino, mi mérito está en mi capacidad, mi fuerza y la superioridad de mis artes para robar. Y sólo allí. Más, sobre todo, cuando mi dinamismo histórico ha continuado sostenido en el robo, el pillaje y el saqueo.
La utilización del mercado y la propiedad privada por el proyecto socialista, ciertamente, implica no sólo el uso obvio de los espacios de intercambio, sino también hacerlo de manera que NO sea el dispositivo de la reproducción capitalista. El aporte del análisis marxista indica que  el sistema capitalista comienza a regir en su esplendor, es decir, utiliza el mercado, que le antecede, para sus fines de ampliación y reproducción, cuando existen relaciones salariales generalizadas y propiedad privada de los grandes medios de producción. Porque a partir de allí se condiciona la realización de su esencia económica que es la extracción de la plusvalía y la maximización del beneficio impulsado por la competencia y la conversión del dinero en capital.
Los que con esos olvidos, ensalzan el dinamismo y la flexibilidad del mercado y la propiedad privada, y a la vez afirman que las experiencias económicas socialistas han fracasado, ocultan que las dificultades socialistas en gran parte se deben a la existencia misma del capitalismo mundial y su actividad expoliadora. Así como que ese dinamismo no es un don divino sino el resultado de un despojo.

Recuerdos y preguntas relativas al debate del nuevo texto constitucional



Foto: Julio César Guanche



Por Ricardo J. Machado

A juzgar por la información televisiva, los cubanos se están tomando en serio la discusión del proyecto de reforma constitucional .No parece existir mucha intervención de los censores si tomamos en cuenta el atrevimiento de muchos de los planteamientos. Por ejemplo de que los ministros no deben ser diputados y que debe aprobarse la elección directa del presidente. Esto no tiene precedentes. La dirección del país ha asumido con valor la enorme responsabilidad que implica este proceso.

Las impresiones positivas que dejan estos debates me han despertado recuerdos de mis años universitarios relacionados con el tema. Estas notas tienen dos objetivos. Primero, comentar algunas experiencias vividas como alumno en la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público que, en mi opinión, tienen sentido ante lo que está sucediendo ahora en el país. Me apoyaré en mis recuerdos de las clases de dos profesores inolvidables: Ramón Infiesta, de Derecho Constitucional, y Guillermo Portela, de Economía Política. Segundo hacer un grupito de preguntas sobre aspectos del texto constitucional que para mí son esenciales.

Comenzando con Portela y sus clases de Economía Política.

Los que matriculamos la mencionada carrera (tenía como objetivos formar especialistas para trabajar en la administración central del Estado) tuvimos un raro privilegio. Nos daban clases los mismos profesores que tuvieron a Fidel como alumno. Portela fue el que más referencias hizo a la actitud de Fidel como estudiante, siempre con respeto y creo que hasta con afecto. Entre ellas contó como suspendió a Fidel en su asignatura, pero mencionó también como este después se presentó a premio y le hizo un examen brillante. Entonces existía en las facultades universitarias la práctica de que los alumnos con sobresaliente tenían derecho a presentarse a un examen especial de premio mediante un examen de muy alto rigor. Tuve esa experiencia personal. Cometí el atrevimiento de presentarme al premio de la asignatura de Portela. Solo fuimos tres alumnos. Estaba de segundo en la lista. El examen era oral y los realizaba en su despacho de la planta baja, con la puerta entreabierta por lo que podían oírse las respuestas de los estudiantes. Escuché las largas y detallosas exposiciones del primer estudiante considerado el mejor del aula. Cada vez que este terminaba una de sus interminables respuestas Portela le decía “y qué más” y así una y otra vez. Ya llevaba más de una hora escuchando aquella curiosa tortura pedagógica cuando decidí retirarme, al darme cuenta que no tenía la más mínima posibilidad.

Con relación a la anécdota del suspenso de Fidel terminó comentando que también a Martí lo habían suspendido en Economía Política en la Universidad de Zaragoza . “Ojalà esto no se convierta en una tradición en Cuba” concluía Portela con cierta ironía. Años más tarde vi en una publicación cubana —no recuerdo si en los anuarios del Centro de Estudios Martianos o en un folleto de la Biblioteca Nacional— una fotocopia de la boleta que certificaba el suspenso del Apóstol. Parece que es muy poco probable ser al mismo tiempo un genio en política y también en economía.

Otra anécdota de Portela circulaba por los pasillos de la facultad. Según ella, en la época del gangsterismo universitario los miembros del llamado “bonchismo estudiantil” tenían la costumbre de atemorizar mediante amenazas a los profesores para que los aprobaran. Algunos cedían. Cuando intentaron hacerlo con Portela, este se negó. Los bonchistas lo agredieron y le lesionaron con seriedad en las piernas para que no fuera a realizar el examen y lo sustituyera otro profesor más tolerante. El día del examen Portela se apareció en muletas y los supendió. Los bonchistas lo dejaron tranquilo. En una de las frecuentes vistas de Fidel a la Universidad en las noches de los años sesenta le escuché al Comandante referirse a Portela con el mismo respeto con que este se refirió a él. Lo calificó “como uno de los profesores más serios de la Universidad”.

Portela sometía a severa crítica la política económica de los gobiernos auténticos de Grau y Prío. Mencionó que el Congreso de la República tenía un departamento de investigaciones que había sido dirigido nada menos por Julián Alienes un prestigioso economista de origen español radicado en Cuba —famoso por su texto clásico Características fundamentales de la economía cubana—, pero al cual no le hacían mucho caso .(Ojo lector con este punto, por lo que viene después.)

Para sorpresa de los alumnos, dijo que la dirección de la economía de la primera parte del gobierno de Batista había sido más racional. Mencionaba el hecho de la creación de un centro de investigación vinculado a la industria azucarera —el ICIDCA— como una de las primeras experiencias de vincular la investigación a la producción en el continente. Esto confirma la tesis de que Batista era un sinvergüenza con talento.

Las Clases de Derecho Constitucional de Infiesta.

Los recuerdos de las ideas de Infiesta tienen más actualidad con relación al debate nacional. Ya era famoso en la Universidad porque Fidel lo había citado en su alegato de La historia me absolverá, concretamente con relación al derecho a la rebelión frente a la injusticia .

Sabíamos además que Infiesta era una autoridad con reconocimiento internacional. Tenía varios libros publicados, si mal no recuerdo, también en el extranjero. Era un hombre de porte aristocrático, pero accesible a los alumnos.

Aunque recuerdo de memoria algunos temas de sus brillantes exposiciones, hay una que me impresionó especialmente y en la que he pensado en más de una ocasión. Además de referirse a la poderosa tradición cubana en materia de constituciones, Infiesta dedicaba muchos comentarios a las relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo en las diversas etapas de los gobiernos republicanos en Cuba y en América Latina. Según él había una variable constante en los países del sur en cuanto a este tema: la subordinación del legislativo al poder ejecutivo.

Decía que tanto en Cuba como en el resto del continente no podía hablarse de independencia del legislativo y que la tendencia predominante era la relativa anulación de la influencia de las cámaras legislativas. Que las instituciones políticas —principalmente el Congreso— carecían de fuerza y estabilidad para influir en los gobiernos de los respectivos países. Estos, según Infiesta, funcionaban bajo “el principio del líder” y los órganos legislativos eran muy endebles para hacerle de contrapeso a la fuertes personalidades que caracterizaban a algunos “presidentes”. Ponía ejemplos de varios de los gobiernos de la república en los que el legislativo se había convertido en un apéndice del ejecutivo, con poca o ninguna independencia con relación a aquel. Lo recuerdo especialmente cuando veo en el nuestro la cantidad de funcionarios estatales que se convierten en diputados. ¿De qué independencia puede hablarse?

Infiesta aseguraba que era una cuestión de carácter histórico, ya que en los países del sur que eran pueblos muy jóvenes, no existía la madurez institucional para que funcionara la teoría de Montesquieu de los tres poderes. Concluía diciendo que había que esperar unos 200 años como en Francia o Inglaterra para que el poder legislativo alcanzara una influencia determinante en los gobiernos.

Quiero agregar por mi parte la opinión de que la teoría de los tres poderes —concepción previa a la era industrial— ya tiene un carácter obsoleto y que tampoco funciona en la mayoría de los países desarrollados. Que el verdadero poder —como casi todo el mundo sabe— es el del dinero. Esto no estaba tan claro como hoy, por lo que el ilustre profesor tampoco podía verlo.

La obra de Infiesta fue injustamente olvidada durante años por los claustros de nuestras facultades de Derecho. Tengo noticias alentadoras recientes que muestran que ha surgido el intento de reivindicar su legado. Con todo, creo que su referencia al papel de los procesos históricos y de madurez institucional tiene un núcleo racional sobre el que hay que pensar. Es obvio que quedan no pocas cosas pendientes por definir entre las relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo en las condiciones de Cuba.

Entrando en materia: preguntas en torno al debate constitucional actual

Cuando me toque participar en la discusión del texto constitucional voy a hacer dos preguntas, o si se quiere una familia por cada una de ellas.

Primera: ¿Por qué en el título V; Principios de la política educacional científica y cultural —que tiene 13 epígrafes— no se incluye uno referido a la necesidad de que el movimiento científico cubano supere la tendencia asimétrica, según la cual se da una prioridad unilateral, no excesiva, a las ciencias naturales —principalmente las biomédicas— con evidente subestimación a las Ciencias Sociales, que son las que tienen una incidencia directa en el desarrollo del modelo cubano?

De aquí se derivan otras inquietudes: ¿Por qué las ciencias del comportamiento (Economía, Sociología, Psicología —entre otras— tienen tan poca participación en el proceso de toma de decisiones en los diferentes niveles de gobierno ? ¿Por qué existe un número significativo de premios nacionales de Economía y Ciencias Sociales, identificados con los principios de nuestro socialismo que no son asesores directos del gobierno y no existen evidencias de que sus opiniones sean escuchadas, ni existan espacios para que puedan debatir directamente con los que toman las decisiones económicas en el país ? ¿Por qué cuando se celebra el día de la ciencia y se le dedica una mesa redonda no hay referencias a las mencionadas ciencias del comportamiento y se actúa como si no existieran? ¿Por qué en los eventos de economía y ciencias sociales y las defensas de doctorados de estas disciplinas los funcionarios y directivos de gobierno brillan por su ausencia? ¿Por qué la Asamblea Nacional no tiene un departamento de investigaciones que coordine con nuestras universidades las investigaciones pertinentes previas a cada periodo legislativo y que impidan que nuestros diputados se encuentren indefensos ante los informes de los ministros?

Todos conocemos la conocida afirmación de Fidel de que nuestro futuro tiene que ser necesariamente de hombres de ciencia y pensamiento. No es tan conocida sin embargo, la del primer secretario del partido Raúl Castro cuando señaló: “No podemos admitir que sucedan los problemas, tengamos conocimiento de ellos y no realicemos investigaciones profundas para saber por qué y como sucedieron.” (Reunión ampliada del Consejo de Ministros, Granma ,1ro de mayo de 2012) Pero no son pocos los funcionarios estatales que no las tienen en cuenta.

¿Hace falta mencionar algunos de los disparates cometidos recientemente en la esfera económica donde han predominado la improvisación y lo que el Che llamaba el “pragmatismo inconsecuente” ? (Por ejemplo, la creación apresurada de las Cooperativas no agropecuarias denunciada por el mismo primer secretario del partido por mencionar solo uno de ellos.)

Nadie niega la importancia de la Ciencias Naturales y Biomédicas en el desarrollo del país, pero tienen muy poco que aportar a los problemas candentes del desarrollo del modelo económico. Finalmente sugiero que en este titulo V sobre la ciencia se añada uno que diga:

-“El proceso de toma de decisiones fundamentales para el desarrollo económico y social del país debe estar fundamentado en estudios previos realizados por personal científico competente.”

El segundo tema sobre el que desearía hacer algunas preguntas es el relativo a la existencia de una cantidad significativa de diputados que carecen de vinculación directa con el territorio que dicen representar. Viven en Habana durante décadas y son diputados por un territorio oriental, a veces situado a más de mil kilómetros de distancia.

En mi barrio hubo un alto funcionario que representaba el municipio de Cacocum y salió a preguntarle a los vecinos orientales donde quedaba. Me cuenta un amigo, cercano a Alfredo Guevara, que este había sido electo como diputado por Jovellanos, y que Alfredo comentaba que debía pasar por allá pues no recordaba haber visitado alguna vez ese pueblo de Matanzas. ¿Por qué se eligen diputados que no tienen experiencias algunas relativas a los vecinos que deben representar?

En mi mismo municipio nunca he sabido a ciencia cierta quien tiene su representación en el parlamento, ni como este se entera directamente de las inquietudes de sus ciudadanos. El parlamento cubano es uno de los más grandes del mundo. Especialistas cubanos del tema aseguran que es casi del tamaño del de México, que tiene 10 veces más población que Cuba.

Sin embargo, no pueden atender sus asuntos a tiempo completo, pues no son profesionales y deben tener una plaza ocupada en algún centro laboral, plaza con la que no puede cumplir sus deberes a plenitud. En mi centro de trabajo había una diputada —abogada— que apenas tenía presencia física en el centro y la mayoría del colectivo deseaba que se trasladara.

La prensa ha informado que en las legislaturas de apenas tres días de duración se tratan unos 80 asuntos. ¿Cómo pueden profundizar en ellos en tan pocos días, y sin tener estudios previos en los que fundamentar sus criterios ni poder dedicar el tiempo necesario a su análisis?

Sugerencia: que se profesionalicen los diputados, que reciban un salario equivalente al de su puesto de trabajo y se amplíe el tiempo de las legislaturas.

Final

Dentro de poco, el parlamento se trasladará al Capitolio, edificio que está diseñado para otro tipo de órgano ente otras cosas porque refleja su carácter bicameral. ¿Dónde se van a meter los 600 diputados —ninguna de las dos cámaras tiene espacio para esa cantidad— y qué se van hacer con los cientos de oficinas que tiene ese edificio?

Nuestro gobierno ha mostrado un alto grado de confianza en la ciudadanía y esta le corresponde. Esperemos que haya percibido que se está metiendo en camisa de once varas.


Ricardo J. Machado. Sociólogo. Fue miembro del Consejo de Dirección de la Revista Pensamiento Crítico y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Berlín. Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1980-1994). Ha impartido docencia en universidades de América Latina. Fue profesor invitado de la Universidad de Berlín. Ha publicado varios textos relacionados con su especialidad: el factor humano en las organizaciones. Trabajó como consultor de las Naciones Unidas. Editó su más reciente libro en 2013 “Abrir y mantener un negocio por cuenta propia”, por la editorial Ciencias Sociales.

Destaca organismo de ONU alto índice de desarrollo humano en Cuba