Por JUSTIN LAHART
Hay similitudes inquietantes entre las crisis financieras de finales de los años 90 y los problemas que han afectado últimamente a la economía global. La diferencia hoy es que la economía y el mercado bursátil de Estados Unidos pueden ser más vulnerables que hace dos décadas.
La crisis financiera asiática de 1997 y la crisis de la deuda rusa de 1998 tuvieron un efecto durísimo en las finanzas y la economía de los países emergentes. Pero esas tormentas globales apenas rozaron la economía de EE.UU., en gran parte debido a que las caídas en los precios de la gasolina, la inflación y las tasas de interés que aquellas crisis ayudaron a desatar, impulsaron el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses.
En la actualidad, EE.UU. enfrenta una situación similar. La desaceleración de China y el posterior colapso de los precios de las materias primas han puesto a las economías en desarrollo contra las cuerdas. Las exportaciones de EE.UU. y las operaciones en el extranjero de empresas como Caterpillar Inc. y DuPont Co. están sufriendo, mientras que la caída de los precios de la gasolina y los productos importados y las bajas tasas de interés favorecen a los consumidores.
Pero esta combinación de factores puede perjudicar a EE.UU. con más fuerza e infligir daños de más largo plazo en las acciones que lo visto previamente. Esto podría hacerse evidente a medida que las empresas empiezan a reportar sus resultados del tercer trimestre.
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