Por Pedro Monreal 2016-04-19
La idea de que es posible planificar rigurosamente el desarrollo contemporáneo es un mito. Pudiera resultar atractivo, pero en realidad es poco relevante para las necesidades de Cuba. Las supuestas evidencias de que estrategias de desarrollo magistrales han funcionado con precisión en China o Vietnam son cuestionables (1).
La evidencia que se esgrime -casi siempre consistente en la existencia de un plan y de entidades planificadoras del desarrollo en esos países- no es suficiente para validar una relación de causalidad entre plan y desarrollo. Entre otras cosas, porque al desarrollo no se ha llegado en parte alguna cumpliendo disciplinadamente un calendario de metas establecidas de antemano. Muy por el contrario, el análisis cuidadoso de la experiencia real del desarrollo pone de relieve que este es un caso típico de lo que las ciencias sociales –especialmente los estudios de complejidad- han catalogado como un “problema torcido” (wicked problem) (2).
No estoy diciendo que esos países no hayan avanzado notablemente hacia niveles superiores de desarrollo, los cuales por cierto parecen tener serios problemas de sustentabilidad. Lo que afirmo es que no es demostrable que tal avance se deba fundamentalmente a la ejecución de un plan predeterminado y detallado. ¿Ha sido acaso parte de algún plan la transformación de grandes ciudades en inmensas aglomeraciones humanas donde la contaminación del aire supera en veinte veces los niveles de calidad del aire considerados como aceptables por la Organización Mundial de la Salud (OMS)?
De hecho, existe una acreditada literatura académica sobre el desarrollo que postula que casi todas las supuestas estrategias de desarrollo que son consideradas exitosas en realidad resultan coherentes solamente cuando se les analiza a posteriori. Se plantea que tales estrategias fueron el resultado de la agregación de políticas y de acciones no necesariamente coordinadas, frecuentemente contradictorias entre sí, adoptadas de manera ad hoc y que a menudo fueron modificadas durante sus trayectorias. En ese sentido, los planes y estrategias deben ser vistos más como procesos que como guiones para el desarrollo (3).
Lo que los planificadores cubanos pudieran poner por escrito respecto a una estrategia de desarrollo para el 2030 corre el riesgo de convertirse en papel mojado antes de que termine el año 2016. No digo que ello vaya a ocurrir, simplemente anoto que existen probabilidades de que tal cosa pudiera suceder, algo que debería ser suficiente para adoptar una perspectiva de modestia intelectual a la hora de acometer cualquier ejercicio de planificación.
Existen procesos de discontinuidad notables y vertiginosos en la sociedad contemporánea que solamente percibimos cuando se nos vienen encima de manera masiva. Por citar solamente un ejemplo, la empresa Airbnb surgió de la nada para convertirse en una compañía con una capitalización de 10 mil millones de dólares que en 2015 gestionó 550,000 alojamientos en 192 países y que rápidamente ha sobrepasado a gigantes tradicionales de la hotelería como Wyndham y Hyatt. Para algunos expertos, Airbnb representa la cúspide actual de un nuevo modelo de “sharing economy” y se vaticina que en un futuro cercano pudiera desplazar a InterContinental Hotels Group y a Hilton Worldwide de los primeros lugares de gestión hotelera del mundo (4).
Las implicaciones de algo así para los planes de desarrollo de Cuba pudieran ser significativas. ¿Quién debería ser considerado como socio preponderante en la planificación del desarrollo turístico de Cuba, una entidad tradicional como Marriot, o Airbnb? ¿O quizás el asociado más conveniente para la expansión turística de Cuba pudiera ser una “estrella” que todavía no ha surgido? ¿Sería realmente necesario invertir miles de millones de dólares en construir nuevos hoteles en Cuba en medio de lo que parece ser la transición del “modelo de negocios” del turismo hacia un enfoque que le concede una creciente función al alojamiento no hotelero?
La incertidumbre es una característica esencial de los sistemas sociales complejos de cuya transformación depende el desarrollo. Sin embargo, no todos los procesos que intervienen en el desarrollo son “problemas torcidos”; es decir, no todos se relacionan con la modificación de sistemas complejos. La relación entre planificación y complejidad es usualmente abordada a través de tres metáforas que intentan ilustrar las diferencias entre procesos: “hornear un cake”, para referirse a sistemas simples (las relaciones de causa y efecto son estables y predecibles); “lanzar un cohete”, para denotar sistemas complicados (las relaciones de causa y efecto se encuentran separadas en tiempo y espacio); y “educar un niño”, para hacer referencia a sistemas complejos (las relaciones entre causa y efecto solamente pueden ser apreciadas de manera retrospectiva y son relaciones que raramente se repiten en otros sistemas) (5).
La planificación del desarrollo incluye transformaciones de sistemas simples que admiten la aplicación de procedimientos estandarizados: “recetas”, “guiones” y “buenas prácticas”. El establecimiento de sistemas de contabilidad mejorados es un ejemplo típico de ese tipo de transformación que se corresponde con la metáfora de “hornear un cake”. Por otra parte, las estrategias de desarrollo también deben promover transformaciones para las cuales hay que crear cada vez el guión desde una página en blanco, pues no existen recetas preconcebidas. Sin embargo, mejorar el conocimiento que se tiene del fenómeno, así como la aplicación de determinadas herramientas de análisis, hace posible el diseño de soluciones. Se trata de problemas “complicados” (no complejos) que presentan grados de dificultad que pueden ser enfrentados mediante la aplicación perseverante del conocimiento. El establecimiento de una actividad económica nueva, por ejemplo, la industria farmacéutica, pudiera ser un ejemplo del tipo de problema complicado que se asocia a la metáfora de “lanzar un cohete”.
Sin embargo, para la transformación de sistemas complejos no basta con pensar mejor, se necesita pensar diferente. Las transformaciones de sistemas sociales complejos -caracterizados por los “problemas torcidos” que tales sistemas contienen- representan una elevada proporción de los retos centrales del desarrollo: regulación del mercado, coordinación de las dinámicas de diferentes formas de propiedad, establecimiento de instituciones efectivas para el desarrollo, creación de una nueva cultura económica, armonización de la eficiencia productiva y de la justicia social, la sustentabilidad del desarrollo, la apropiación local de procesos globales “positivos” y el bloqueo de procesos globales “negativos”, entre otros.
A riesgo de ser excesivamente escueto en la presentación de la relevancia que tiene la comprensión de los sistemas complejos para poder entender las restricciones y oportunidades que tiene la planificación del desarrollo en Cuba, considero que deben ser claramente identificadas al menos cuatro características de los sistemas sociales complejos que se intentan transformar en el país: a) son sistemas no lineales (el comportamiento del sistema no se expresa como la suma del comportamiento de sus componentes); b) un sistema dado tiene un “ecosistema” formado por otros sistemas que lo influyen (por ejemplo, la trasformación de un sistema económico se produce en el contexto de un “ecosistema” que rebasa ampliamente lo económico); c) los sistemas sociales complejos son reflexivos y “aprenden” durante el propio proceso de cambio (son capaces de adaptarse a la propia evolución del sistema); y d) son sistemas esencialmente políticos (directamente relacionados con la distribución del poder y con el ejercicio del poder) (6).
¿Significa lo anterior que resulta necesario abandonar la planificación del desarrollo?
En modo alguno. El reto al que se enfrenta Cuba al tratar de prever el tipo de desarrollo que es deseable y factible para el país no consiste en descartar la planificación, sino en modificar la idea que actualmente se tiene de ella. La clave pudiera ser reconocer que el plan no es efectivo como guión del cambio, pero que puede ser útil como un instrumento que permita reflejar sistemáticamente la manera en que un sistema puede ser transformado sobre la base de constantes adaptaciones resultantes de la retroalimentación del cambio y del conocimiento mejorado que pueda adquirirse sobre la marcha.
El plan no puede pretender ser un reflejo del futuro, pero la planificación puede incorporar mecanismos efectivos de adaptación que le permitan lidiar con la incertidumbre. La visión predominante de la planificación del desarrollo que todavía parece existir en Cuba presenta el riesgo de asumir un mundo imaginario en el que las consecuencias de las políticas serían fundamentalmente aquellas que se han planificado. Un enfoque distinto, más flexible y adaptativo de la planificación, permitiría dar cuenta de las otras consecuencias no previstas que pueden ocurrir y, sobre esa base, poder adaptar el plan.
Las transformaciones sociales que requiere el desarrollo de Cuba son principalmente complejas, impredecibles, no lineales, adaptativas, de gran amplitud social y de naturaleza política. La planificación de tales transformaciones conlleva requerimientos de diseño, de retroalimentación y de mecanismos sistemáticos de adaptación que rebasan ampliamente las capacidades de los expertos y de un número limitado de entidades gubernamentales y políticas.
La planificación del desarrollo pudiera ser el próximo gran espacio de participación popular sistemática en el perfeccionamiento de la sociedad cubana. Las tecnologías de la información y comunicación contemporáneas y la rápida extensión de procesos de producción colectiva de conocimientos hacen posible algo que es necesario para el desarrollo de Cuba: disponer de un sistema en red de retroalimentación en tiempo real del cambio y de bancos de datos masivos de posibles soluciones para el desarrollo. Con ello, existirían entonces la posibilidad de ofrecerle al desarrollo nacional una inteligencia colectiva muy superior a la que podrían proporcionar los expertos, así como un mecanismo adaptativo mucho más ágil y eficiente que el que puede brindar las posibles consultas periódicas de documentos.
Siguiendo la práctica de identificar con el término “wiki” los proyectos de creación y modificación de contenidos para bases de datos en línea mediante la colaboración de una comunidad de usuarios, el establecimiento de un mecanismo de participación popular para la planificación del desarrollo en Cuba pudiera concebirse como un “wiki-plan”. La pregunta no es tanto si eso ocurrirá o no, pues la tecnología pone al alcance de cualquiera la construcción de ese tipo de redes a muy bajo costo. La pregunta relevante es si el gobierno -como parte del seguimiento del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba- se decidirá a tomar una iniciativa de ese tipo.
Notas:
1. S. Philip Hsu, Yu-Sahn Wu, Suisheng Zhao (2011). In Search of China´s Development Model. Beyond the Bejing Consensus. Rouletdge. London; Eric Thun (2004). “Industrial Policy, Chinese Style: FDI, Regulations and Dreams of National Champions in the Auto Sector”, Journal of East Asian Studies, Vol 4 No 3 (September 2004); Eric Thun (2006). Changing Lanes in China: Foreign Direct Investment, Local Governments and Auto Sector Development. Cambridge University Press; y Thomas Moore (2002). China in the World Market: Chinese Industry and International Sources of Reform in the Post-Mao Era. Cambridge University Press. 2002.
2. Ben Ramalingam (2013). Aid on the Edge of Chaos: Rethinking International Cooperation in a Complex World. Oxford University Press.
3. Keith Griffin (1989). Alternative Strategies for Economic Development. MacMillan. London; y Peter Evans (1995). Embedded Autonomy. States and Industrial Transformation. Princeton University Press.
4. Datos tomados de la publicación especializada Fast Company http://www.fastcompany.com/3029361/most-innovative-companies-2014/airbnb-reportedly-closes-new-round-of-funding-valuing-it-at-1
5. Metáforas popularizadas por Christopher J. Roche, especialista en desarrollo internacional y Director del Instituto de Seguridad Humana y Cambio Social, Universidad La Trobe, Australia.
6. Sylvia Walby (2007). “Complexity Theory, Systems Theory, and Multiple Intersecting Social Inequalities”. Philosophy of the Social Sciences. Vo. 37. 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario