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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

martes, 3 de septiembre de 2019

Pensiones. Las bellezas del modelo sueco


El sistema de pensiones sueco es el que ha ido más lejos -y desde hace mucho tiempo- en la lógica de las llamadas cuentas nocionales. Incluso si el sistema de puntos propuesto para Francia no es un puro calco, se reclama de los mismos principios de contributividad y universalidad. Como al modelo sueco se le atribuyen todos los méritos, es esclarecedor analizarlo en detalle y ver el fondo del escenario 1/.

La ley de bronce de las pensiones

Las reformas de pensiones a menudo contienen una cláusula oculta: que no aumente la proporción de las pensiones en el ingreso nacional. La adopción de esta regla, a menudo llamada de sostenibilidad financiera, conduce aritméticamente a una disminución relativa de la pensión, ya que el número de las personas pensionistas aumenta más rápido que el de las activas (véase el anexo para una demostración). Por tanto, sea cual sea el sistema de pensiones, las reformas se distinguen solo por la elección de los dispositivos adoptados para hacer cumplir esta regla general que implica un empobrecimiento relativo (incluso absoluto) de las y los pensionistas.

Más fundamentalmente, se trata de una inversión total de la lógica social. Un sistema puro de reparto sigue una lógica de necesidades: a partir de las normas sobre la edad de jubilación y la tasa de reemplazo (la relación de la pensión con el ingreso de actividad), se calcula el importe total de las pensiones y se deduce retroactivamente el tipo de cotización. Un sistema puro de cuentas nocionales o por puntos opera de acuerdo con una lógica contable: se fija el importe total de las pensiones y se deriva de ello la tasa de reemplazo o la edad de jubilación compatibles con esta restricción. Otra diferencia, a la que volveremos, es que nos movemos de un sistema regido por normas sociales a otro en el que el ajuste es en gran parte el resultado de comportamientos individuales.

En el caso sueco, la reforma es bastante radical, ya que establece como objetivo una disminución de la parte de las pensiones [en relación con el PIB, ndt] de hasta el 7% en 2070. El gráfico de abajo ilustra esta trayectoria: muestra un estancamiento claro con la implementación de la reforma a fines de la década de 1990 y luego un repunte con la crisis. En ese momento, la curva debe reanudar su movimiento hacia abajo. Esta curva se ha establecido a partir de los datos oficiales de Eurostat y de la Comisión Europea para las previsiones 2/. Obviamente, si bien éstas están sujetas a una considerable incertidumbre, las proyecciones de población a largo plazo son más fiables. Esta es la segunda curva en el gráfico que describe la evolución pasada y prevista de la tasa de dependencia. Esta tasa, que relaciona la población de más de 65 años y la población en edad de trabajar (de 20 a 64 años), aumenta aproximadamente de forma regular, pasando del 29% en 1995 al 43% en 2070.

El estancamiento, o incluso la disminución, de la parte de las pensiones, combinado con un aumento en la tasa de dependencia, conduce mecánicamente a un empobrecimiento relativo de los pensionistas. La tasa de reemplazo, es decir la relación entre la pensión media y el ingreso medio de actividad, está programado para pasar del 50,5% en 2016 al 32,6% en 2070.

El objetivo de una parte constante de las pensiones es en realidad una opción social y el logro de la reforma sueca es el de haber pasado como una simple opción técnica. Pero al mismo tiempo se reclama de un amplio diálogo social que habría hecho emerger un amplio consenso.

La larga gestación del consenso neoliberal

En los años 1970, el sistema de pensiones sueco era un sistema de reparto, bastante similar al sistema francés. Tenía tres niveles: una pensión mínima de vejez (la pensión del pueblo), regularmente revalorizada, las pensiones públicas y las pensiones complementarias (para los y las funcionarias y empleadas, y el personal directivo). El conjunto del sistema aseguraba una tasa de reemplazo de alrededor del 75%. Era un símbolo (una joya familiar) del modelo socialdemócrata construido en la década de 1950.

Desde mediados de la década de 1980 se anunció en la necesidad de una reforma del sistema con tres argumentos: desaceleración del crecimiento, aumento de las salidas anticipadas del mercado de trabajo y aumento de la esperanza de vida. A esto se podría agregar el carácter demasiado redistributivo del sistema, que se suponía que lo hacía menos atractivo para los altos ingresos.

Después de un primer informe en 1990, considerado demasiado radical, un grupo de trabajo parlamentario, en el que estaban representados todos los partidos comenzó a trabajar el tema. Las líneas principales de su informe fueron validadas por una amplia mayoría del 85% del Parlamento en junio de 1994. La reforma se inició en torno a dos principios fundamentales. El primero, la búsqueda de una mayor contributividad; en otras palabras, el estrechamiento del vínculo entre la pensión y los ingresos recibidos durante la vida profesional, para así limitar los mecanismos redistributivos. El segundo principio, que el coste total de las pensiones debía evolucionar estrictamente de acuerdo con el crecimiento económico, lo que en la práctica quiere decir que la tasa de cotización debe quedar fijada de forma definitiva.

La implementación de la reforma llevó tiempo: inicialmente programada para el 1 de enero de 1996, la fecha de aplicación se pospondrá varias veces hasta el 1 de enero de 2001. En cualquier caso, como ocurre con las reformas sistémicas, hay un período de transición durante el cual el nuevo sistema reemplaza gradualmente al antiguo.

Esta reforma es elogiada a menudo por la lógica consensuada de su método de elaboración, que se supone que toma su tiempo. Pero se podría decir que esta vez se hizo principalmente para tratar los aspectos más negativos de la reforma, presentados como problemas técnicos que había que resolver. En efecto, se pusieron sobre la mesa muchas cuestiones, como en cualquier reforma sistémica de las pensiones: ¿Cómo indexar las pensiones? ¿Cuál es reparto entre las cotizaciones empresariales y las de los asalariados y asalariadas? ¿Qué tratamiento dar a las pensiones de los cónyuges? ¿Cómo validar los períodos de inactividad (educación de los hijos e hijas, estudios, servicio militar, desempleo, etc.)? Esas preguntas también las planteaba el proyecto de reforma presentado por Jean-Paul Delevoye en Francia 3/. En el caso sueco, el diseño de la reforma llevó mucho tiempo: el necesario para llegar a un consenso neoliberal sobre todas estas cuestiones.

Es casi como ahorrar en el banco

El principio fundamental del sistema es tender hacia una contributividad perfecta: “una corona de pensión por una corona cotizada” explica la Agencia de Pensiones a cargo del sistema 4/, una fórmula que evoca la de Emmanuel Macron: “por cada euro cotizado, el mismo derecho a pensión para todos”.
El documento de la Agencia pretende ser pedagógico: la cuenta funciona “como en el ahorro ordinario de un banco”, porque la idea de responsabilidad individual debe establecerse desde el principio. Formalmente, la comparación puede ser engañosa: las cotizaciones se acumulan en una cartilla individual y se revalorizan. La cuenta es virtual, de ahí el término nocional, y se materializa mediante un Sobre Naranja que se envía cada año a las y los asegurados y que resume el estado de su cuenta.

Las cuentas individuales se alimentan de las cotizaciones, que representan el 18.5% de los ingresos de la actividad. El 16% se coloca en uno de los fondos nacionales de pensiones y el 2,5% restante -la prima de jubilación (premium pension)- debe ser invertido en un fondo privado elegido por la gente asegurada entre 831 fondos gestionados por 103 sociedades; o, por defecto, en el fondo AP7 Såfa administrado por el gobierno (que capta el 36% del total). Además, las pensiones complementarias de empresa no han desaparecido y representan alrededor del 30% del total de las pensiones.

Es solo a partir de la edad de 61 años (y pronto de los 64) cuando la persona asegurada puede reclamar sus derechos de jubilación (a los 65 años para el mínimo de vejez). El capital acumulado, o más precisamente el capital contabilizado según las cotizaciones, es progresivamente devuelto en forma de pensión mensual durante el resto de su vida.

Tomar en cuenta la esperanza de vida

La especificidad de un sistema de cuentas nocionales en relación con un sistema de puntos es hacer que el cálculo de la pensión dependa de la esperanza de vida. En efecto, se calcula dividiendo el saldo de la cuenta por la esperanza de vida restante.

Tomemos como ejemplo una persona que tenga 2,5 millones de coronas registradas en su cuenta y que se jubila a los 65 años. El baremo establece que le quedan 20 años de vida. Esta esperanza de vida se reduce a 16,85 años para tener en cuenta las revalorizaciones futuras (a una tasa del 1,6% anual): su pensión anual será de 148.000 coronas (2,5 millones divididos por 16,85).

Lo que le "queda de vida" se establece de acuerdo con una escala de expectativas de vida asociada con cada grupo de edad que no tiene en cuenta el sexo ni los trabajos realizados. Pero, obviamente, las personas no respetan la esperanza de vida de referencia que se les atribuye. Algunos mueren antes de la fecha fijada por el baremo y dejan atrás las ganancias heredadas. Este capital no utilizado no se transfiere a sus herederos sino a sus compañeros de cohorte, nacidos en el mismo año que ellos: “los que viven más que el promedio reciben más que el valor de sus propios ahorros de pensión”, explica el citado Informe Orange, que incluso precisa que ese es uno de los objetivos del sistema.

Sin embargo, también sucede que, tanto en Suecia como en Francia, existen diferencias muy grandes en la esperanza de vida según las categorías profesionales:, “la tasa de mortalidad antes de la edad de 65 años difiere considerablemente de una profesión a otra”, según un equipo de investigación sueco 5/ que también ha calculado el porcentaje de sobrevivientes; en decir, las personas que continúan trabajando después de los 65 años. El siguiente cuadro presenta sus principales resultados, y son muy contundentes: solo el 41% de las personas asalariadas de la industria trabaja después de los 65 años, mientras que esta proporción es superior al 70% entre los directivos empresariales y las y los enseñantes. Y la lógica del sistema implica que partir más pronto a la jubilación conduce a una pensión inferior. Esos dos efectos se combinan para hacer que las categorías populares contribuyan a las pensiones de los más favorecidos.

Supervivientes
Enseñantes73,3
Directivos de empresa71,0
Empleados de oficina60,9
Operadores de máquinas49,4
Asalariados de la industria y los transportes41,2

Las pensiones reproducen las desigualdades hombres-mujeres

El mismo estudio distingue entre hombres y mujeres y muestra la posibilidad de transferencias a favor de las mujeres, ya que generalmente viven más tiempo que los hombres. Pero esto no es cierto para las categorías obreras.

Contrariamente a una imagen generalizada, Suecia está bastante mal posicionada desde el punto de vista de la igualdad de género. La Comisión Europea la clasifica en el mismo grupo que Finlandia, Rumania, Bulgaria, Polonia, Eslovenia o Lituania. Hay 2,1 millones de personas pensionistas en Suecia, aproximadamente el 20% de la población total, y poco más de la mitad (52%) de las mismas son mujeres. Pero el 57% de ellas percibe el mínimo vejez contra el 16% de los hombres. El documento oficial del que se extraen estas cifras afirma simplemente que “es el resultado de las tendencias históricas del mercado de trabajo lo que hace que la participación de las mujeres y sus ingresos del trabajo sean más bajos” 6/. Corregir estas desigualdades no forma parte, en esencia, del sistema de pensiones.

La Comisión Europea elabora un indicador de exposición al riesgo de pobreza o de exclusión social (AROPE). En 2016, el 17% de las personas suecas mayores de 65 años está expuesta a estos riesgos, pero esa proporción es del 22% para las mujeres, en comparación con el 11% para los hombres. A modo de comparación, esta proporción es del 10% en Francia y la diferencia entre hombres y mujeres es menor 7/.

Una revalorización subordinada al equilibrio del sistema

Las cantidades acumuladas se revalorizan de acuerdo con un índice que progresa como el ingreso promedio de la actividad. Por tanto, el sistema parece más favorable que una simple indexación sobre los precios, como es el caso de Francia. Pero el sistema aún debe ser equilibrado: “En caso de problemas de viabilidad financiera, se activa el mecanismo de equilibrio automático y la indexación se reducirá hasta que se restablezca la estabilidad. El mecanismo de equilibrio automático asegura que el sistema podrá financiar sus obligaciones a través de una tasa de contribución fija y de reglas fijas, independientemente de la evolución demográfica o económica” 8/.

Sin embargo, la crisis ha dado lugar a una desconexión entre el índice efectivo en comparación con el índice teórico y la brecha solo se ha reducido en 2018, como se muestra en el gráfico de abajo, extraído del citado Informe naranja. En 2010, el mecanismo de cálculo debería haber llevado a una disminución del 4,5%. Tuvo que ser suavizado, pero la caída fue aún del 3%9/. Por lo tanto, han sido las personas pensionistas quienes han soportado los gastos de la crisis: el vínculo entre las pensiones y los ingresos de la actividad se ha roto parcialmente y su poder adquisitivo ha disminuido en 2010 y 2011. Este impacto de la crisis muestra que las pensiones constituyen la verdadera variable de ajuste. Si, por ejemplo, el rendimiento de los fondos no fuera suficiente para garantizar el sacrosanto equilibrio, entonces se restablecería mecánicamente mediante una disminución de las pensiones. Desde el momento en que las tasas de cotización son irremediablemente fijas, ésta es la lógica profunda del sistema.
La edad de jubilación

En semejante sistema no hay lugar para una edad legal de jubilación. La persona asegurada debe esperar a los 61 años para reclamar sus derechos, y tiene hasta los 67 años para hacerlo. En la práctica, la edad promedio de jubilación es en la actualidad de 64,5 años. Dado su método de cálculo, el importe de la pensión será tanto mayor cuanto más se retrase la jubilación. La persona anteriormente mencionada que se jubilaba a los 65 años con una pensión anual de 148.000 coronas recibiría solo 128.000 si lo hubiera hecho a los 61, pero 162.000 si pudiera esperar a tener 67 años.

Ahora bien, este rango (de 61 a 67 años) puede cambiar, a diferencia de la tasa de cotización, aunque no de forma automática. El sistema ha de ser modificado de forma paramétrica, que es lo que se hizo a fines de 2017. Se decidió que la edad de jubilación aumentaría de 61 a 64 años en el horizonte del 2026; y entonces, será posible trabajar hasta los 69 años. Para justificar esta reforma, el Ministro de Asuntos Sociales y el Ministro de Mercados Financieros -una vecindad significativa-, repiten un argumento bien conocido: “Dado que vivimos más, tenemos que trabajar durante más tiempo para que las pensiones continúen aumentando”. En un bello espécimen de neo lengua, los ministros afirman que la reforma apunta a “fortalecer la seguridad de las y los pensionistas actuales y futuros” 10/.

El pretexto demográfico

El argumento demográfico, utilizado a menudo para justificar las reformas de las pensiones, no es muy convincente cuando se aplica a Suecia. El siguiente gráfico muestra que la relación de dependencia (definida aquí como la relación entre la población inactiva mayor de 65 años con respecto a la población con empleo de edades comprendidas entre 20 y 64 años) es del 33,8% en 2015, aproximadamente lo mismo que en Francia donde es del 33,3%. Además, se espera que esta proporción aumente solo 11,7 puntos entre 2015 y 2050, en comparación con 19 puntos en Francia y 26 para el conjunto de la Unión Europea 11/.
Fuentes: Eurostat, OCDE

El mismo gráfico también muestra la parte de las pensiones en el PIB. En Suecia, como hemos visto, la reforma permitió reducirla, mientras que en Francia esa proporción pasó del 9,9% al 12,3% entre 1995 y 2015. Esta observación muestra que una reforma a la sueca pretende más bien contener el peso de las pensiones en el ingreso nacional que acompañar a las evoluciones demográficas.

Esta comparación con Francia es una oportunidad para relativizar la imagen de Suecia como un paraíso socialdemócrata en el que sería deseable inspirarse. En realidad, esta imagen es obsoleta: Suecia adoptó el giro neoliberal en la recesión de 1974-75, antes que Francia. Con esta diferencia, la proporción de los salarios evoluciona en paralelo en ambos países, como se muestra en el gráfico a continuación. Suecia parece aún más flexible, con fluctuaciones más pronunciadas en torno a la tendencia.

Fuente: Ameco, Comisión Europea.

Contributividad contra solidaridad

Realmente, la situación relativa de las personas pensionistas suecas no es envidiable. En 2016, su ingreso medio representaba el 77% del ingreso de la población en edad activa, mientras que el promedio era del 93% para la Unión Europea. Anotemos de pasada que, con una relación del 102%, Francia dista menos del promedio europeo que Suecia 12/.

Los datos de la OCDE muestran que Suecia es un poco menos generosa que Francia en términos de tasa de reemplazo. Pero este es un reemplazo bruto, y la imagen es muy diferente cuando se considera la tasa neta de reemplazo que tiene en cuenta los impuestos, antes y después de la jubilación. Se puede ver que la tasa neta de reemplazo es significativamente menor en Suecia (54,9%) que en Francia, donde es del 74,5%. En otras palabras, el sistema tributario sueco no ejerce ningún efecto correctivo sobre un régimen de pensiones a priori poco generoso.

Una filosofía social

Detrás de los dispositivos técnicos, un sistema de pensiones siempre se basa en una concepción de la vida en sociedad. Es esta dimensión la que aborda un libro muy esclarecedor de Anette Nyqvist 13/ que describe la génesis de la reforma sueca a partir de entrevistas con sus protagonistas. Así se constata que el proyecto se desarrolló en un grupo de trabajo parlamentario donde todos los partidos estaban representados. Anette Nyqvist se entrevistó con la mayoría de los miembros de este grupo. Cuenta cómo, veinte años después, hablan del sistema como de una obra de arte, describiéndolo como “fantástico, genial, elegante, soberbio”.

Uno de los dos representantes socialdemócratas lo explicaba así: “Lo que me atrajo como economista, investigador e ingeniero social (social constructor), era la belleza de un sistema capaz de regularse de una manera perfectamente transparente”. Y un miembro del Partido de Izquierda (antiguo Partido Comunista) aludía, veinte años después, a la misma maravilla estética: “Lo que crea estabilidad, desde el punto de vista del Estado, es que existe un vínculo entre los activos y los pasivos. El cambio real y más importante es que hemos creado un sistema cuyas prestaciones están determinadas por sus recursos”. Paradójicamente, un tecnócrata que estuvo en el origen de la reforma era más lúcido: la estabilidad significa, dice, que “todos los riesgos se trasladan a la persona asegurada. Esa fue la gran idea”.

El cuasi consenso entre el conjunto de los partidos representados en el Parlamento se hizo en nombre de una filosofía social que evoca bastante la de Emmanuel Macron. Por tanto, la lógica aritmética del sistema es un ejemplo perfecto de este “gobierno por los números”, que Alain Supiot 14/ opone al gobierno por las leyes. Para Nyqvist, el mecanismo del sistema de pensiones está perfectamente en línea con una política neoliberal basada en “la autonomización y la responsabilidad de los individuos”. Ella se refiere en particular al libro de Nikolas Rose, Powers of Freedom 15/, en la que este último considera la posibilidad de “gobernar sobre la base de las ansiedades y las aspiraciones responsables y educadas de los individuos y sus familias”. Cada individuo se transforma así en “empresario de sí mismo”, por usar la fórmula de Michel Foucault 16/, el ejercicio del poder “consiste en guiar las conductas" (...) Gobernar, en este sentido, es estructurar el posible campo de acción de los demás” 17/. La reforma de las pensiones es, por tanto, un ejemplo emblemático de cómo las tecnologías políticas descritas por Foucault logran reformular una cuestión eminentemente social en el lenguaje de la técnica, o incluso de la simple aritmética.

En el caso sueco, la capitalización obligatoria de una parte de las pensiones no es más que un modesto consuelo para los mercados financieros, pero es también un instrumento educativo adicional destinado a la interiorización por las y los asalariados de las leyes de la economía. Pero lo esencial es institucionalizar, y hacer aceptar como natural, la ley de bronce según la cual la parte de las pensiones en el ingreso nacional se fija para toda la eternidad. Luego, que cada cual gestione su destino.

El recurso al gobierno de los números evacua así cualquier debate sobre el modelo social y produce efectos claramente ideológicos, ya que, como escribe Rose, “todos pueden cumplir mejor sus obligaciones con la nación al esforzarse por mejorar su propio bienestar económico, el de su familia, de su empresa de o su organización”. Cómo no pensar aquí en la fórmula de Emmanuel Macron quien, parafraseando a John Kennedy, declaró durante el mensaje de Año Nuevo en 2018: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino pregúntate cada mañana qué puedes hacer por tu país. Dígase a sí mismo que tiene algo que hacer para la Nación”.

Suecia como recordatorio

Por lo tanto, el sistema sueco tiene muchos efectos adversos poco conocidos y su revisión puede servir como una guía de lectura para la reforma en Francia. Incluso los economistas de la Comisión Europea reconocen en un documento reciente los límites de este sistema supuestamente ejemplar. Es cierto que comienzan celebrando su resiliencia: “Hasta ahora, el automatismo y la neutralidad presupuestaria, así como el amplio apoyo político a favor de la reforma han inmunizado al sistema contra reversiones tan comunes de la reforma en otros Estados miembros” 18/.

Pero emiten algunas reservas bastante devastadoras al final de su revisión: “Sin embargo, los mecanismos de ajuste que aseguran la viabilidad presupuestaria han transferido la carga financiera de los cambios de longevidad a los pensionistas. Si bien las personas más acomodadas podrán compensar una pensión pública más baja mediante pensiones profesionales o privadas, las personas menos acomodadas podrían ver caer su pensión por debajo de un nivel adecuado”. Y si la presión pública obliga al gobierno a tomar medidas puntuales para ajustar el sistema, entonces “la transparencia y la viabilidad financiera del sistema, dos de los principales objetivos de la reforma, podrían verse en peligro”.

Más allá de las diferencias técnicas entre las cuentas nocionales (Suecia) y el sistema de puntos, la experiencia sueca destaca tres problemas principales que también son aspectos de la reforma que se deben vigilar en el caso francés:
• La congelación de la parte de las pensiones en el ingreso nacional, sin tener en cuenta el envejecimiento de la población, conduce al empobrecimiento relativo de los pensionistas.

• La individualización es un obstáculo para la redistribución, teniendo en cuenta, en particular, las carreras precarizadas, especialmente las de las mujeres.
• La transición de un sistema de prestaciones definidas a un sistema de cotizaciones definidas va acompañada de un mecanismo ciego de ajuste que traslada los riesgos a los pensionistas y es por naturaleza difícil de ajustar a corto plazo.
_________________________
Anexo
La ley de bronce de las pensiones

La sociedad está compuesta por Na de activos que reciben un ingreso medio de actividad w, y de Nr pensionistas que reciben una pensión media igual a p.
Se supone que el ingreso de actividad aumenta al mismo ritmo que la productividad del trabajo. Por lo tanto, la participación de los ingresos de actividad en el PIB es constante: Na.w/GDP=e. El ingreso medio de la actividad es por lo tanto: w=e.PIB/Na.
La ley de bronce de las pensiones requiere que la proporción de las pensiones en el PIB sea constante: Nr.p/GDP=k. Por lo tanto, la pensión media es: p=k.PIB/Nr
La pensión expresada en función del ingreso de la actividad se escribe de la siguiente manera:
p/w=K.Na/Nr con K=k/e
En tasa de crecimiento (tx), tenemos: tx(p/w)= - tx (Nr/Na)
Dicho de otra forma, una parte constante de las pensiones implica que cualquier aumento en el número de pensionistas en relación con el número de personas que trabajan conduce a un aumento medio de las pensiones inferior al ingreso medio de actividad. CQFD.
21/08/2019
Traducción: viento sur
Notas:
1/ Todas las fuentes consultadas están disponibles en esta página .
3/ Rapport Delevoye, Pour un système universel de retraite, julio de 2019.
4/ Source:Orange Report, Swedish Pensions Agency, 2017.
5/ Source:Orange Report, Swedish Pensions Agency, 2017.
6/ Ministry of Health and Social Affairs, “The Swedish old-age pension system. How the income pension, premium pension and guarantee pension work”, Mayo de 2017.
7/ Fuente: European Commission, Pension adequacy report, Volumen 2, 2018.
11/ Fuente: OCDE, Panorama des pensions 2017.
12/ European Commission, Pension adequacy report, Volume 1, 2018.
14/ Alain Supiot, La Gouvernance par les nombres, Fayard, 2015.
15/ Nicholas Rose, Powers of Freedom. Reframing Political Thought, Cambridge University Press, 1999.
16/ Michel Foucault, Naissance de la biopolitique, Cours au Collège de France (1978-1979), Gallimard, 2004.
17/ Michel Foucault, “Le sujet et le pouvoir”, Dits et écrits, tome IV, Gallimard, 1994. (disponible en castellano aquí).
18/ Aspegren Hanna, Durán Jorge, Masselink Maarten, “Pension reform in Sweden: Sustainability and Adequacy of Public Pensions”, European Commission, Economic Brief, July 2019.

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