Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 14 de agosto de 2021

Historia de bolsillo del pensamiento económico

 SINE DIE 2021 

                     SEGUNDA SERIE   # 41                    

 

AGOSTO 12 de 2021

Juan M Ferran Oliva


En 1972 tuve la suerte de participar en el curso post grado que por entonces ofrecía el Istituto d’Estudi per lo Sviluppo Economico (ISVE) de Italia. Algunos de los colegas cubanos que lo pasaron lo calificaron de improcedente dado el carácter puramente burgués que le atribuían. Eran los tiempos del manualismo. Por el contrario me consideré afortunado y así lo informé. Descubrí asignaturas que no conocía. Por supuesto, considero positivo haber estudiado temas marxistas, pero no tuve acceso a la rica panoplia de la teoría económica que por entonces era despreciada en Cuba. Cuando se diseñaba la carrera se desarrolló entre bambalinas una pugna entre los defensores de un programa basado en los manuales al uso, contra otro que propugnaba la difusión de teorías económicas universales . Por desgracia esta última fue desechada.

 


La burguesía fue revolucionaria en su  lucha contra el feudalismo. Se convertiría en reaccionaria al afirmar su dominio. Los  llamados clásicos fundadores  de la economía como ciencia tuvieron un antecedente notable en el siglo XV. La Escuela de Salamanca[1] abordó teorías extraordinarias para la época, pero no interesaban al gobierno de raigambre feudal. Por el contrario, los clásicos formularon sus tesis en medio de la lucha capitalista por imponerse al antiguo régimen. Su obra tuvo repercusión social.

En el entorno del primer tercio del siglo XIX apareció lo que Marx denominó economía vulgar[2], limitada a describir las apariencias externas de los procesos económicos. Eludía la interpretación de la plusvalía como forma de explotación y justificaba un supuesto reparto equitativo del nuevo valor creado entre el trabajo, la tierra y el capital.  Además afirmaba que la  superproducción era imposible porqué los productos se valían recíprocamente de los mercados y toda oferta generaba su demanda. Las crisis se explicaban por las imprudencias institucionales que interfieren el rejuego armónico y rompían el equilibrio en un mundo panglosiano que no  puede ser mejor.

La concepción del valor-trabajo pareció demasiado áspera a los economistas que  en 1870 diseñaron un sucedáneo edulcorado que presumiblemente serviría de revelación a todos los secretos de la ciencia económica.

Dicen los ingleses que la esperanza no sirve para una comida pero da un buen desayuno. La teoría de la utilidad marginal -como se le llamó- se convirtió en un fruto esperanzador que avivó el apetito de los estudiosos y sobre su base -deliciosamente subjetiva- se construyó la abigarrada estructura de la economía política neo clásica. Su éxito se debe, más que a aspectos ideológicos, a sus  posibilidades de aplicación práctica.

Varios economistas, trabajando independientemente, siguieron este hilo conductor que los llevó a idénticas conclusiones, aunque se apoyaron en disciplinas dispares. El grupo de Viena tomó la sicología como soporte. De los trabajos de Walras y Jevons surgió la Escuela Matemática[3], también llamada de Lausana en honor al primero de estos autores. Junto con Pareto dieron los toques finales a la obra del equilibrio general

Los teóricos ingleses, en un medio más maduro que los vieneses, se dieron cuenta de que no debían desestimar la herencia clásica y construyeron un edificio teórico utilizándola como base, pero aplicando como contrafuertes a las formulaciones marginalistas debidamente depuradas y decoradas con un aparato matemático  más discreto que el walrasiano.  Alfred Marshall fue el arquitecto de esta obra con la que nació la Escuela Neoclásica. Las ideas de este profesor de Cambridge tuvieron una resonancia extraordinaria y su obra Principios de Economía, publicada en 1890, se convirtió en una biblia. A ello contribuyó su amplitud enciclopédica  y su acercamiento a la praxis económica. Esto último se convirtió en una tónica cada vez más acusada en sus continuadores, apremiados por la necesidad de hallar soluciones a problemas concretos .

En los primeros años del siglo XX  la teoría fue afinada en distintos países. Todo fue paz y armonía hasta 1927. Entonces se inició un motín. El norteamericano Chamberlin y la señora Robinson, inglesa, renunciaron a la ficción de la competencia pura y perfecta y elaboraron, por separado, la teoría de la competencia monopólica.

Poco más tarde surgió una apostasía aún mayor cuando Keynes abogó por la intervención estatal en la economía. En la práctica ya F.D. Roosevelt había hecho algo semejante con su New Deal. En las ciencias sociales la teoría suele rezagarse respecto a la práctica pero resulta útil como interpretación. Marshall se estremecería en su tumba al ver rodar por tierra su modelo ideal.  En lugar del equilibrio y el enfoque microeconómico, Keynes fijó su colimador en los problemas de la renta nacional, la ocupación general, el ahorro, el consumo y las inversiones. Hizo trizas al dogma de Say. También planteó que las contradicciones internas del sistema hacen indispensable la intervención estatal. ¡Algunos lo consideraron comunista!  Se acerca a Marx cuando afirma que simpatiza con la doctrina preclásica de que todo es producido por el trabajo, pero regresa a Marshall al referirse a la esfera microeconómica con la intervención de la oferta y la demanda como  principio universal de la vida económica. En consecuencia puso en manos de los economistas el macro análisis funcional e incorporó categorías como la eficacia marginal del capital y la preferencia por la liquidez.

Pero el keynesianismo desató al duende de la inflación y ello propició el contraataque de los neoclásicos más puros. Milton Friedman  desempolvó la teoría cuantitativa del dinero[4],  apoyándola en sus estudios empíricos sobre la inflación y retomó los medicamentos del liberalismo económico para enfrentarlos a la terapéutica de Keynes. Creó el monetarismo en el marco de la llamada Escuela de Chicago. Es la esencia del actual neoliberalismo.

Poco antes de 1940, resaltaron las ideas sobre la madurez económica vinculadas al estancamiento de aquellos años.  Más tarde el travieso Galbraith afirmó que los economistas no se habían percatado de que  afrontaban la sociedad de la abundancia,  que contrastaba con el contexto de escasez sobre el que habitualmente habían razonado; fue la teoría de la opulencia. Poco antes de los años '50 se descubrió que existen países subdesarrollados -término acuñado en esa época - y comenzaron a aparecer modelos de crecimiento.

Las distintas corrientes dieron un avance notable en el plano metodológico. A medida que se alejaban de la teoría abstracta y se acercaban a la investigación empírica, más elementos cognoscitivos ofrecían.  Se apoyaron en la matemática[5] , la estadística, la lógica, la sociología, la teoría de la información y el análisis de sistemas y otras. Se desarrolló, además, la economía aplicada y especializada y surgieron nuevas disciplinas derivadas.

Pareciera que los problemas relativos al valor quedaron resueltos entre 1870 y 1890 y que las debilidades de la economía neoclásica se superaron en 1930. Esta última afirmación se acerca a la verdad pero no faltaron los disidentes.

Los  marxistas continuaban pensando que la teoría de la plusvalía es la correcta. Pero también  encaminaron sus investigaciones hacía temas concretos. Después de 1917 su tarea principal se concentró en la búsqueda de una economía viable para el socialismo y en la elaboración de la teoría correspondiente. Afrontaron una gran desventaja pues trabajaron sobre un modelo en gestación. Sus antagonistas pudieron actuar sobre un environment maduro. Ello explica el atraso observado en lo referente al herramental analítico de los primeros.

Los prejuicios constituyeron un lastre importante no superado totalmente aún[6].  Muchos seguidores de las corrientes neoclásicas pecan de acientíficos al desconocer supinamente a Marx. Pero el otro cuarto se alquila y no pocos marxistas incurrieron en el error  de desperdiciar instrumentos o teorías valederas cuyo único pecado es proceder del lado opuesto de la cerca[7].

Durante el siglo XIX el debate sobre la Economía Política se centró en las cuestiones esenciales de la ciencia.  En el siguiente siglo se orientó hacía los aspectos funcionales. En este segundo tiempo, según Schumpeter  las ideas fundamentalmente nuevas han brillado casi totalmente por su ausencia. La escena ideológica del pasado desapareció para dar paso a la teoría aplicada.

No es probable, al menos por el momento, que se reanude la gran batalla. Los beligerantes continúan las hostilidades  en una guerra de trincheras. Detrás de ellas se aplican a sus problemas particulares y sólo alguna escaramuza ocasional les recuerda que aún son antagonistas. Primun vivere, deinde philosophare.

La ciencia económica continúa esperando una respuesta única acerca de sus fundamentos. El ansiado socialismo aún no cuaja. Esfumado el dogma, lo intentan Estados de todo tipo, Cuba entre ellos. En realidad lo perseguido es un modelo sustentable, soberano y que tenga al ser humano como objetivo. El que vamos perfilando en Cuba  tiene una diferencia de 180º con aquel con el que hasta 1990 pretendíamos construir el socialismo de corte soviético.

Por el momento  los economistas de ambos campos, enfrascados en tareas más inmediatas, parecen seguir el consejo del irónico Oscar Wilde y no dejan para mañana lo que pueden hacer pasado mañana.

Fin



[1] En particular  Martín de Azpilicueta (1493-1586), Luis de Alcalá (1490-1549) y Luis de Molina (1535-1600)

[2] Iniciada y preconizada por el francés Juan Bautista Say.

[3] hubo varias tentativas de matematizar la economía, como los trabajos estadísticos de William Petty en el siglo XVII. En el primer cuarto del XIX Antoine Augustin Cournot explicó la conducta de los consumidores mediante el cálculo diferencial. John Bates Clark descubrió independientemente el concepto de utilidad marginal. No puede terminarse esta relación sin mencionar al ucraniano Yevgueni Y. Slutsky, autor del teorema homónimo que en 1915  describió la conducta del consumidor ante variaciones de precios. 

[4] Desarrollada por el norteamericano Irving Fisher. Tuvo su antecedente en el mencionado Martin de Azpilicueta en Salamanca durante el siglo XV.

[5]  El francés A.Cournot se anticipó a la Escuela de Lausana y a Marshall. En sus Recherches sur les principes mathematiques de la theorie des richesses publicada en 1838, introdujo las fun­ciones de oferta y demanda y mostró la formación de precios en condiciones de monopolio, duopolio y competencia perfecta. Mediante el cálculo superior demostró que el monopolista maxi­miza su ganancia cuando su costo marginal iguala al precio marginal.  Fué el verdadero padre de la economía matemática.

[6] Oskar  Lange, polaco,  considera que la escuela neoclásica y Walras ayu­daron a una comprensión mayor de los aspectos prácticos. Por el contrario, estima que  la contribución de la escuela austríaca y Pareto al entendimiento de los procesos económicos es nula.

[7] Kantorovich, el descubridor de la programación lineal en la URSS -año 1939- no fué recibido con el mismo entusiasmo con que unos pocos años más tarde Dantzing, independientemente, también la descubrió en Estados Unidos. Era la época los métodos matemáticos eran mirados con recelo por su regusto capitalista. Leontief, que adquirió experiencia  con los balances de eco­nomía en la URSS donde ya en 1925 publicó algo al respecto, desarrolló su matriz de insumo producto en Occidente.  Después de 1960 los economistas marxistas iniciaron un aggiornamento para incorporar estas aplicaciones prácticas a su arsenal y desarrollar las propias.

 

2 comentarios:

  1. Comentario de la Dra. en Ciencias Económicas. Martha L. Bayón Sosa. Estimado Juan M Ferranio, aprecio su glosa y lo felicito por el esfuerzo de síntesis. Durante años impartí la asignatura Historia de las Doctrinas - Historia del Pensamiento-Historia del Pensamiento Económico - Historia de la Teoría Económica. Siempre, trate de desplegar el método de Marx, convencida de que el enfoque crítico-dialéctico-anti dogmático es la única manera de ejercitar la ciencia. La crítica está en todos los escritos de Marx, de hecho, su obra cumbre tiene como título completo: “El Capital. Crítica de la Economía Política”. La crítica marxista se caracteriza por recurrir a un comportamiento inmanente analítico-reflexivo, a asimilar-rechazar, a apreciar lo positivo y lo negativo, como dos caras de la misma moneda, que constituyen una unidad dialéctica; es decir, “…la intelección positiva de lo existente, lo cual incluye, al propio tiempo, la inteligencia de su negación” (El Capital, T.I). El valor de esta materia radica en el ejercicio del criterio, en iluminar el pensamiento, a través del conocimiento de diferentes enfoques sobre problemas económicos, que la mayoría de las veces se han repetido a través del tiempo, y el discernimiento de sus soluciones, procesos que pueden servir de base a nuevos proyectos. El valor de esta materia es registrado por autores como Krugman y Stiglitz (premios Nobel de Economía), quienes, no siendo marxistas, reconocen su importancia. Desdichadamente, dicha disciplina ocupa cada vez menos lugar en la maya curricular del economista cubano, relegada por otras materias.

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    1. Dra muchas gracias por su opinión, la cual se la hice llegar al profesor Ferran. Recuerdo con agrado la asignatura que menciona, 1980, me la impartio Rolando Ruiz Valiente un excelente profesor. Por cierto busque y encontre un articulo suyo compartido , " El Control Interno y las Pymes" el cual leere y eventualmente publicare en estos tiempos de Pymes que se respiran en Cuba. Saludos

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