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El sistema económico que ha regido al mundo tendrá que cambiar para ser un modelo más pluralista, equitativo e incluyente. Cuando esto ocurra, sólo sobrevivirán aquellos negocios que en su manual de operación consideren la transparencia, la conectividad y la calidad.
Por Luis Carlos Chacón J.*
Si comparamos –metafóricamente hablando– la recesión económica actual con un coche, lo que está sucediendo hoy es como si no hubiera suficiente gasolina para llenar el tanque y ésta fuera más costosa que antes. Estamos en un contexto donde el capitalismo es de nuevo juzgado en medio de mercados que se mueven con lentitud y que no logran cumplir sus objetivos. Este fenómeno inevitablemente llega a las personas y el gasto disminuye.
En esta recesión no se juzga si el capitalismo es o no la mejor ‘manera’. Casos como el alemán, donde la eficiencia del sistema económico y la forma como éste genera industria, al tiempo que mantiene costos de vida que motivan el consumo interno, ratifican que el sistema necesita que la producción, inversión, gasto, sean libres. Así, el capitalismo está ratificado, pero no del todo validado, porque una cosa es Alemania y otra el resto del mundo, donde la pobreza reta todos los días a los gobiernos a pulir sus sistemas económicos y la forma como impactan a las personas.
¿Cuál será entonces la nueva cara del capitalismo en 2020? Desde una lectura de hechos y pensamiento social, político, económico, ambiental y cultural, podemos ver seis características relevantes de este modelo a futuro:
1. Habrá más volatilidad en los mercados financieros y, por ende, más oportunidades de crisis, como consecuencia del nivel de información al que se tiene acceso en tiempo real y la dependencia que existe entre mercados (que ha hecho que los indicadores bursátiles se desplomen en un día). De acuerdo con la Facultad de Economía de Harvard, en un siglo (1920–2020) migramos de momentos de crisis globales con intervalos de 15 a 20 años, a pasar por ellas cada quinquenio.
La globalización económica no logró traerle estabilidad al sistema. Por el contrario, es sinónimo de fragilidad para expertos en prospectiva, como Peter Schwartz que ha llegado a afirmar que el mundo del futuro cercano se basa en una ‘cascada’ en la que constantemente entramos y salimos de la crisis. Lo bueno —con un poco de humor negro— es que los latinoamericanos estamos acostumbrados a vivir este nivel de tensión.
2. Para muchos, la inequidad se consolidará como centro y referencia del capitalismo postmoderno. De acuerdo con Thomas Piketty y su “Capital en el siglo xxi”, sólo en Estados Unidos 10% de la población tiene el control de 71% de la riqueza y para 2025 habrá completado 90%. El economista francés sostiene que esto es consecuencia de la historia capitalista donde los grupos familiares (de reyes a terratenientes) han sostenido su poder a partir de ‘aglutinar’ el capital.
La afirmación de Piketty tiene varios detractores… Los gobiernos muestran que la brecha de desigualdad en diferentes partes está disminuyendo y que la entrada a la clase media en los países emergentes está creciendo.
Será relevante entender esta realidad revisando lo que significa hoy ser parte de la clase media (tener ingresos diarios de entre 10 y 50 dólares) y la llamada ‘clase vulnerable’ (que gana entre 4 y 10 dólares). La realidad es que según el Banco Mundial en América Latina los vulnerables representan a 35% de la población.
3. Aunque cueste creerlo, el capitalismo se reinventará porque de alguna manera el sueño de ser rico perderá relevancia. Las injusticias del sistema económico han hecho que para las nuevas generaciones sea más relevante vivir muchas experiencias, que acumular muchas posesiones; hecho que Silycon Valley ha sabido aprovechar a través de plataformas que promueven el intercambio económico entre pares, rentar, intercambiar y en sí no depender de las corporaciones o comprar constantemente productos nuevos para vivir.
Según Time, sólo en el mercado de renta (transporte e inmobiliario) para 2020 las principales plataformas de sharing economy —como Uber y Airbnb— lograrán el mismo nivel de ingresos que el mercado tradicional.
Bajo la mirada de Jeremy Rifkin, este cambio cultural llevará el sistema económico y social al ‘cero costo marginal’ donde el mercado será controlado por las personas y no por las corporaciones.
Para este economista, la tecnología abrió la posibilidad de buscar diferentes fuentes de ingreso que no se traducen en dinero, y estas economías pasan al mundo tangible en el futuro cercano. Más que detractores, esta forma de ver el capitalismo tiene varios seguidores, sobre todo entre los millennials, ambientalistas e industrias creativas.
4. Las corporaciones tendrán una nueva estrategia con dos caras. Por un lado, el ‘supercapitalismo’ de Robert Reich afirma que para 2020 personas y gobiernos dejarán de percibir las empresas como personas (no lo son) y exigirán que tengan un rol activo en la construcción de la humanidad.
Dicho pronóstico se adelantó y hoy comenzamos a ver cambios drásticos en la forma como se gestionan las compañías, gracias a las demandas de la opinión pública que quiere saber qué está consumiendo y qué tanto daño le hacen, o no, los productos a su cuerpo y al medio ambiente. Más allá de la responsabilidad social.
Por otro lado, la ‘deshumanización’ de las corporaciones hará que el desarrollo de empresa sea más eficiente, globalizado y predictivo, gracias a un momento donde la tecnología será realmente masiva, ubicua y capaz de discernir/recomendar. El ‘Internet de las Cosas’, la Inteligencia Artificial y la masificación del consumo digital harán que las multinacionales puedan generar una variedad de productos para todos sus consumidores.
5. El crecimiento de las ciudades emergentes le dará otra cara al capitalismo relacionada con el nuevo orden mundial. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, hace 15 años 95% de las empresas más globales tenía sus headquarters en los países desarrollados. Para 2025, al menos la mitad, quedará en China. Otra de las proyecciones muestra que la mitad del pib global dentro de 10 años vendrá de 440 ciudades emergentes. Hay lugares como Tianjin, en el sureste de China, que iguala el pib de Estocolmo (y que para 2025 podrá generar lo mismo que toda Suecia).
6. Esto no querrá decir que las economías de Europa y Estados Unidos dejen de ser relevantes. Como centros de innovación, estos mercados van a la vanguardia de nuevas formas de intercambio (bitcoins), tecnologías y propuestas de valor, gracias a la sofisticación y adelanto que se vive en sus principales capitales y que seguirá haciendo que éstas sigan siendo el ‘centro del mundo’.
Al final podemos llegar a pensar que el capitalismo en 2020 avanzará de la misma forma que lo ha hecho la sociedad hoy para convertirse en un modelo pluralista, equitativo e incluyente.
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*Luis Carlos Chacón es CCO/Futurist de Bautista, una consultora de tendencias y estudios del futuro. Luis.chacon@bautista.global
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