Las últimas noticias sobre el sistema sanitario son malas pero en absoluto son catastróficas
Manifestación en Washington a favor de la reforma sanitaria de Obama GETTY STEPHEN BOITANO
Para los defensores de la reforma sanitaria, la historia de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible, también llamada Obamacare, ha sido una auténtica montaña rusa.
Primero, el drama legislativo, con una reforma al borde del fracaso hasta el mismísimo momento de su aprobación. Luego, el caos inicial de la web, seguido de noticias increíblemente buenas sobre el número de registros y los costes. Ahora, la reforma ha tropezado con un bache: tras varios años en los que han estado muy por debajo de las predicciones, las primas de los planes sanitarios cubiertos se han disparado más de un 20%.¿Hasta qué punto es malo el panorama?Quienes se han pasado todo el tiempo diciendo que la reforma no funcionaría, y se han equivocado una y otra vez, exigen que se les dé la razón. Pero se equivocan de nuevo. La mala noticia es real. Pero también lo son los logros de la reforma, que no desaparecerán aunque no se haga nada por resolver los problemas que están surgiendo. Y, desde un punto de vista técnico, e incluso político, son problemas bastante fáciles de arreglar.
La reforma sanitaria tenía dos grandes objetivos: asegurar a quienes no tienen seguro y frenar el aumento generalizado del coste de la asistencia sanitaria (“doblar la curva”, en la jerga de los expertos). Por supuesto, el porcentaje de estadounidenses sin seguro médico se ha reducido hasta ser más bajo que nunca, al tiempo que el aumento del coste ha caído en picado: desde que el Congreso aprobó la ley, el precio de los seguros privados ha subido a menos de la mitad del ritmo al que subió durante la última década, y los costes de Medicare han subido a menos de un quinto del ritmo anterior.
Pero si los costes sanitarios pintan bien, ¿a qué se debe el repunte de las primas? Solo afecta a un elemento del sistema sanitario: los “intercambios”, los mercados de seguros que creó Obamacare para quienes no están cubiertos ni por sus empresas ni por los programas gubernamentales, principalmente Medicare y Medicaid.
En teoría, el funcionamiento de los intercambios se basa en que tanto las personas sanas como las menos sanas se registren, de modo que las aseguradoras cuenten con una buena combinación de riesgo que les permita ofrecer pólizas a precios razonables. Se daba por hecho que la participación sería amplia porque la ley exige que todo el mundo esté asegurado —la “obligación”—, bajo pena de multa. Supuestamente, contratar un seguro seguiría siendo asequible porque la ley ofrece subvenciones a las familias con ingresos medios y bajos, lo que garantiza que los costes no suban demasiado en relación con los ingresos.
Muchas aseguradoras entraron en el mercado con la creencia de que el sistema funcionaría según lo anunciado. Después de todo, sistemas conceptualmente similares ya funcionan en otros países, como Suiza; Massachusetts tiene un sistema parecido desde 2006 (motivo por el que algunos lo llamamos ObamaRomneycare); e incluso ahora sigue funcionando bien en California, donde el programa se ha gestionado correctamente.
Sin embargo, en muchos Estados no se registró un número suficiente de personas, y ahora, las aseguradoras se están retirando o están subiendo las primas, en respuesta al desequilibrio en cuanto al riesgo. Como hasta ahora las primas eran muy inferiores a lo previsto, con esto solo vuelven al nivel esperado. Pero es evidente que no son buenas noticias.
Si están cubiertas por un seguro de su empresa, por Medicare o por Medicaid, no les afecta. Aunque contraten una póliza en los “intercambios”, están protegidas si sus ingresos son lo bastante bajos —97.200 dólares para una familia de cuatro miembros— para poder optar a una subvención. De modo que hablamos de una fracción de una fracción de la población (que, aun así, podría abarcar a varios millones de personas). Ah, y tengan en cuenta que muchos de los afectados por el repunte de las primas ya tenían antes problemas de salud, y que sin Obamacare no tendrían ninguna cobertura en absoluto.
Aunque los efectos directos de la subida de este año no sean tan grandes, ¿podría significar que Obamacare esté a punto de fracasar? No. La mayoría de las personas que participan en los intercambios recibe subvenciones, lo que significa que el repunte de las primas no las llevará a abandonar el sistema; quienes hablan de una “espiral mortal” no han hecho los deberes. De modo que la noticia es mala, pero su malignidad es limitada. Aun así, los artífices del Obamacare esperaban crear un sistema que, con el tiempo, cubriese a casi todo el mundo.
¿Se pueden resolver los problemas actuales?
Desde el punto de vista técnico, no cabe duda de que la respuesta es que sí. Insistir en la obligatoriedad; ampliar las subvenciones; cerrar las lagunas legales que han permitido a algunas aseguradoras saltarse los intercambios; adoptar una actitud más activa a la hora de establecer normas y llegar a las familias para que sean conscientes de las opciones que tienen. Algunos Estados lo están haciendo mucho mejor que otros, y no resultaría muy caro extender las prácticas más efectivas al conjunto de la nación.
El problema es que el Congreso tendría que votar a favor de ese gasto. De modo que, a menos que los demócratas consigan hacerse con la Cámara de Representantes (algo improbable) o los republicanos estén dispuestos a cooperar por el bien del interés general (aún más improbable), esa solución sencilla que salta a la vista tendrá que esperar algún tiempo.
En resumen, ¿son decepcionantes las últimas noticias sanitarias? Sí. ¿Son catastróficas? En absoluto.
Paul Krugman es premio Nobel de Economía.
© The New York Times Company, 2016. Traducción de News Clips.
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