La China moderna que vivió intensamente la revolución nacionalista de Sun Yat-sen, lidió con el contradictorio desempeño del Kuomintang y Chiang Kai-shek, realizó la revolución socialista, fundó la Republica Popular (1949) y padeció la tormentosa relación con la Unión Soviética, Stalin, Kruzchov y Mao, fue de todos los países del socialismo real el que con más vehemencia se distanció del capitalismo.
Quien crea que, por auspiciar reformas que permiten utilizar los resortes del modo de producir y gestionar del capitalismo, China planea instalar ese modelo en el cual, por cierto, nunca vivió, no entiende nada.
Debido a que ha conservado el predominio del sector público de la economía, reforzado la estructura estatal y el sistema político encabezados por el Partido Comunista y realizado exitosas reformas económicas, China no solo ha preservado las conquistas sociales inherentes al socialismo, sino que las ha acrecentado. La combinación de propiedad estatal con elementos de mercado, capital extranjero y sector privado nacional, lejos de dañar al socialismo, lo han hecho viable.
El progreso de China no radica en la fidelidad a los dogmas, atribuidos a la Economía Política Marxista, sino a la ruptura con ellos, adoptando una práctica que trascendió la dicotomía de propiedad estatal versus privada y que, explotando el éxito, se adentra en la construcción de un modelo que, además de las empresas públicas y privadas, incluye una tercera estructura formada por las entidades mixtas en las cuales la propiedad se comparte entre privados nativos y el estado.
Como ocurrió en todos los países del socialismo real, en China predominan las empresas de propiedad estatal, con la diferencia que para lograr que sean eficientes y competitivas, se aplican diversas iniciativas, entre ellas la asociación con el capital nacional. A China le interesa más la eficiencia y la competitividad de su economía que la exclusividad de la propiedad que puede compartir sin dejar de ser lo que quiere ser.
Según Weng Jieming vicepresidente de la Comisión de Supervisión y Administración de Activos de Propiedad Estatal del Consejo de Estado, el gobierno apoya el desarrollo de negocios privados en conjunto con empresas estatales. Según expertos chinos, la propiedad mixta mejora la eficiencia y la competitividad, tanto del sector privado como del estatal. El esquema incluye capital extranjero.
Al aportar capital y compartir la propiedad, obviamente los representantes del sector privado acceden a la gerencia. Varias grandes empresas chinas cuentan en su consejo de administración con representantes del capital privado que circunstancialmente, incluso siendo millonarios, también militan en el Partido Comunista. La otra noticia es que en ningún caso son mayoritarios.
No obstante, la doctrina económica china sigue considerando imprescindible el predominio del sector público de la economía, cuya presencia neutraliza los inevitables efectos negativos del sector privado.
El quid del asunto no radica en que unos pocos particulares posean riquezas superiores a la media, sino en su aporte a la prosperidad general. Lo importante es que las mayorías satisfagan sus necesidades básicas y que el país en su conjunto avance hacia la construcción de una sociedad socialista “moderadamente acomodada”.
Para Cuba que busca caminos, no se trata de imitar hechos y copiar estructuras o prácticas, sino apropiarse de una lógica pragmática que no es exclusivamente asiáticas. Allá nos vemos.
07/01/2019
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Publicado por el diario ¡Por Esto! Al reproducirlo indicar la fuente.
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