El huracán Matthew azotó varios territorios del oriente cubano el 4 y 5 de octubre del año pasado y sus consecuencias se sufren todavía.
El vendedor Raulises Ramírez, temprano en la mañana, con los típicos cucuruchos de coco que elaboró el día anterior, dispuestos para la venta, en el viaducto de La Farola, que da acceso a la oriental ciudad de Baracoa, en Cuba
Foto: Jorge Luis Baños/IPS
BARACOA, Cuba, abr 2017 (IPS) – A primera hora del día, cuando un suave rocío moja la tierra y vegetación de las montañas del oriente cubano, el vendedor Raulises Ramírez se aposta a un lado del viaducto La Farola con un soporte de madera rústica donde exhibe los dulces de coco en forma de cucurucho.
“Estos tal vez sean los últimos… el cucurucho va a desaparecer porque el ciclón acabó con todos los cocos de Baracoa”, contó a IPS este emprendedor privado, de 52 años, que se gana la vida en la ciudad más antigua de Cuba vendiendo este dulce tradicional a base de coco, miel, frutas y especias, envuelto en un cono de yagua, la corteza fibrosa de la palma, cercana al tronco.
“¡Mira como está esto!”, exclamó Ramírez mientras señalaba con una mano los alrededores de la peligrosa carretera con troncos de cocoteros sobre el suelo arrasado o doblados por la fuerza de los vientos del huracán Matthew, que el 4 y 5 de octubre del año pasado azotó este y otros territorios del oriente cubano.
Este trabajador prevé mantener sus pequeñas producciones un tiempo más gracias a una reserva propia. Sus principales clientes son cubanos que pagan el equivalente a 25 centavos de dólar por cada dulce típico de este municipio, con una agricultura basada en el coco y el cacao y otros pocos productos.
Cuando acabe con el coco almacenado, Ramírez deberá buscar otra fuente de subsistencia a la que ha mantenido a su familia los últimos cinco años. “A los turistas les gusta comprar frutas frescas”, dijo en referencia a la creciente afluencia de visitantes internacionales en la zona.
La situación de Ramírez de alguna manera la comparte todo el sector agroalimentario de este municipio de 81.700 habitantes, que afronta un duro y prolongado reto: recuperar sus cultivos básicos de ciclo largo que fueron devastados por el ciclón más fuerte registrado en la provincia de Guantánamo, adonde pertenece Baracoa.
“Estimamos en cuatro años el menor tiempo posible para recuperar el coco y el cacao llevará dos años y medio. La reforestación sí tomará muchos más años, entre 15 y 20”, indicó el alcalde de Baracoa, Luis Sánchez, sobre el renglón fundamental de desarrollo económico compuesto por la producción de cacao, coco, café y forestales.
En los territorios afectados de Guantánamo, la agricultura figuró entre los sectores más golpeados, con 70.574 hectáreas dañadas. Se perdieron 27 por ciento de las plantaciones de cacao, coco y café, y 67 por ciento del patrimonio forestal, según reportes oficiales.
El ciclón dañó 35.681 hectáreas de los principales cultivos del municipio montañoso y costero de Baracoa. Solo quedaron en pie cuatro por ciento de las extensas plantaciones de cocoteros, que fueron utilizadas para cubrir parte de la semilla imprescindible para la recuperación.
Una playa del litoral de la ciudad de Baracoa, con los cocoteros dañados por los efectos del huracán Matthew, lo que es preocupante para este municipio del oriente de Cuba, que tiene en el coco uno de sus principales rubros agrícolas.
Foto: Jorge Luis Baños/IPS
“En pequeñas zonas de la periferia quedaron algunos cocoteros en fincas privadas y patios, con eso (las personas) han hecho sus cucuruchos y los venden, pero la fábrica estatal no está produciendo”, reveló Rodríguez, sobre la temporal desaparición de este símbolo de Baracoa.
La fábrica, única en elaborar los cucuruchos de coco y distribuirlos en las provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba y Holguín, ahora procesa tomates y frutas traídas de otros territorios. La industria del cacao sí se mantiene activa gracias a las reservas del grano, incluso con varios derivados.
Hasta ahora se han recuperado apenas 3.576 hectáreas de plantaciones forestales, coco, café, cacao y frutales, porque las autoridades priorizan “las áreas dedicadas a los cultivos de ciclo corto para obtener rápido comida, como viandas, vegetales y frutas, de consumo interno de la población”, explicó el alcalde en dialogo exclusivo con IPS.
“Baracoa, capital del cacao”, reza un enorme cartel en la entrada de la urbe erigida hace 505 años por colonizadores españoles. Y junto a los vendedores de cucuruchos como Ramírez, otros hombres y mujeres ofrecen en La Farola grandes bolas de chocolate oscuro elaborado a mano en esta localidad.
Matthew frenó un proyecto para crear cadenas productivas a partir del coco y el cacao, con inversiones para fomentar los cultivos y modernizar la base industrial alimentaria del municipio. La iniciativa prevé explotar otras potencialidades sobre todo del coco, la palmera más cultivada del planeta.
Las actuales producciones con base en coco y cacao no cubren la demanda interna de los 11,2 millones de habitantes de la isla caribeña ni de los turistas internacionales, que en 2016 sumaron en el país la cifra récord de cuatro millones.
El alcalde de Baracoa, Luis Sánchez Rodríguez, mientras exponía a IPS el impacto en la ciudad de Baracoa, la más antigua de Cuba, los daños ocasionados por el huracán Matthew, y las medidas adoptadas para reactivar la producción de los rubros agrícolas fundamentales para la economía del municipio.
Foto: Jorge Luis Baños/IPS
“Mientras tanto, hay que dar a la población ayuda para producir cultivos de sustento y proveer nuevas fuentes de ingresos hasta que comiencen a producir los cultivos comerciales perennes”, aconsejó Theodor Friedrich, representante en Cuba de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En ese sentido, FAO, explicó a IPS, apoya varias líneas de recuperación agrícola y alimentaria en la zona afectada por Matthew a través de dos proyectos financiados por el fondo de emergencias de la Organización de Naciones Unidas y recursos propios. Y espera la aprobación de un tercer proyecto más grande financiado por un donante.
“Urge la recuperación de las plantaciones más comerciales para no atrasar este proceso”, indicó Friedrich, un agrónomo defensor de restaurarlas con resiliencia a futuros choques climáticos.
“En parte se pueden aprovechar estas siembras para intercalar cultivos alimenticios e integrar nuevos cultivos con sus respectivas cadenas de valor”, enumeró.
Para el caso de los territorios damnificados y de conjunto con las autoridades locales, FAO apoya la propuesta de sembrar moringa entre los cultivos perennes, un arbusto usado para fortificar alimentos humanos, piensos para animales y que aporta fertilizantes naturales al suelo.
Esta línea puede fortalecer las pequeñas industrias de la zona para elaborar alimentos fortificados y la producción ganadera. “Aumenta la producción y disponibilidad de alimentos de alto valor, mientras al mismo tiempo da un ingreso financiero para las familias campesinas”, sopesó el representante de la FAO.
El gobierno de Baracoa identifica otra alternativa económica para su gente.
“El turismo es la alternativa más viable, porque se dilata la recuperación de la agricultura aunque exista un programa de desarrollo agroindustrial”, aseguró el alcalde Sánchez. “Después de Matthew se redujo la presencia del turismo nacional e internacional, pero hoy tenemos auge”, reveló.
El sector estatal de la industria de ocio cuenta con 275 habitaciones mientras otras 367 habitaciones son ofrecidas por 283 casas privadas de renta, que se han disparado para absorber el actual boom turístico.
Muy cerca del paseo marino de Baracoa, la jubilada Dolores Yamilé Selva tiene ocupado el hostal que opera desde 1998. Esta veterana piensa que existen oportunidades turísticas sin explotar. “El turismo que viene a nuestro pueblo, sobre todo de Europa, busca nuestra naturaleza”, explicó a IPS
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