Por Pedro Monreal, El Estado como tal.
El modelo cubano necesita un ADN empresarial híbrido. No simplemente diverso, sino capaz de hacer coexistir componentes discordantes. Esa es la conclusión preliminar que extraigo de los comentarios recibidos en los últimos días respecto a las dos notas publicadas aquí sobre la empresa estatal.
Trataré de sintetizar de manera muy general, a riesgo de pasar por alto detalles importantes, las observaciones que he recibido de varios colegas y que me han hecho llegar a la conclusión que he expresado en el párrafo inicial de esta nota:
- La reforma de la empresa estatal –no meramente su perfeccionamiento- es un componente central, como pocos otros, para lograr la transformación exitosa del modelo económico y social cubano. En opinión de un comentarista, se necesita una “restructuración radical” del sistema empresarial estatal.
- Además de su función en el progreso económico y social de la nación, la existencia de un sector empresarial estatal, con la escala y dinamismo adecuados, es un pilar del sistema político socialista del país.
- La reforma de la empresa estatal debería incluir la supresión de un número de empresas estatales que hoy existen, así como la eliminación, al menos, de un millón de puestos de trabajo en el sector empresarial estatal.
- El proceso reciente de descentralización de la gestión del sistema empresarial –que además de la empresa, incluye ahora la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) y las unidades empresariales de base (UEB)- es considerado como un componente criticable del perfeccionamiento. Anoto de pasada que se trata de un tema controversial, como ha señalado Jose Luis Rodriguez, y de hecho es una medida respecto a la cual especialistas como Ileana Díaz y Humberto Pérez han expresado opiniones críticas.
- La transformación de un número de empresas estatales y UEBs en PYMES estatales debería ser parte de la reforma del sector empresarial estatal.
- El desarrollo paralelo de las pequeñas y medianas empresas privadas (PYMES privadas) debería ser también un componente de la reforma de la empresa estatal.
- Deberían adoptarse mecanismos que posibiliten que las empresas estatales puedan funcionar como empresas públicas o sociedades anónimas (S.A), cuyo propietario sea el Estado, pero no los ministerios.
En mi opinión, el “vector resultante” de los comentarios recibidos apunta hacia la necesidad de pasar a una nueva etapa de la reforma del sistema empresarial cubano.
En ese sentido, me permito anotar algunas posibles líneas de debate. Se me hace difícil no asociarlas con las experiencias de la reforma económica en China. Obviamente no se trataría de “copiar”, y ni siquiera de “inspirarse” en ella. Lo que digo es que en ese país –ciertamente muy diferente a Cuba- ya se ha recorrido un largo trecho en la reforma de la empresa estatal que quizás pudiera tener alguna utilidad para las discusiones que habría que hacer en Cuba, las cuales, insisto, deben estar afincadas en las circunstancias especificas del país.
A manera de provocación, identifico una serie de preguntas relevantes para el debate en Cuba. Dos notas de cautela son necesarias. En primer lugar, no soy un especialista en el tema y por tanto me limitaré a sintetizar y a tratar de interpretar lo que dicen los expertos. En segundo lugar, el tema de la reforma de la empresa estatal china suscita verdadero interés global y por tanto mensualmente se publican miles de textos sobre el tema, con un notable nivel de contradicciones entre ellos, algo que hace extremadamente complejo intentar sacar conclusiones.
Aunque la reforma empresarial en China es un asunto de vieja data -que algunos autores consideran que tiene tres fases -los análisis sobre el tema han cobrado auge desde 2015, cuando se hizo evidente que comenzaría una nueva fase en las reformas de la empresa estatal en China, debido a una serie de problemas de rentabilidad, turbulencias en los mercados de valores del país, la necesidad de asegurar el liderazgo global de algunas empresas chinas, y la moderación del ritmo de crecimiento de la economía.
Las preguntas serían las siguientes:
¿Cuál pudiera ser el peso económico de la empresa estatal en el conjunto de la economía nacional?
En China existen aproximadamente 150,000 empresas estatales, con activos de 100 billones de yuan (15,7 billones de USD), que dan empleo a 30 millones de personas.
Hay un gráfico que muestra la disminución del peso relativo de las empresas estatales en la economía China.
Desde 1998 hasta 2010, el peso del valor producido por las empresas estatales se ha reducido en aproximadamente la mitad (línea azul) y se han producido igualmente reducciones del peso que tienen las empresas estatales en el empleo (línea roja), y en el total de activos económicos (línea verde).
Sin embargo, un gráfico como ese debe ser complementado con otros datos. Aunque ha existido una reducción porcentual significativa, los valores absolutos en cuanto a lo producido y total de activos se ha incrementado. Es decir, el grafico lo que indica es que el crecimiento del sector privado ha sido más rápido, pero no significa en modo alguno un “abandono” o encogimiento absoluto del sector de la empresa estatal. En otras palabras, se ha construido un sector privado que no ha significado la destrucción del sector empresarial estatal.
¿Cuál puede ser el significado del término “estratégico” en el contexto de las empresas estatales?
Normalmente, lo estratégico asume en el contexto de la reforma de la empresa estatal una connotación sectorial. Ese ha sido precisamente unos de los aspectos en los que se han registrado cambios más espectaculares en el sector empresarial estatal en China.
El grafico siguiente ilustra la situación.
El gráfico ilustra el por ciento que en dos parámetros –activos y valor bruto de la producción- representan las empresas de diversos sectores en el total del conjunto de las empresas estatales. El color azul oscuro denota el por ciento del valor de la producción y el color azul claro identifica el por ciento de los activos.
Se observa fácilmente que el Estado ha abandonado casi por completo las industrias intensivas en mano de obra (por ejemplo, textiles y calzado) para concentrarse en la producción y distribución de recursos naturales y energia, con una presencia muy alta en quipos de transporte y maquinaria. Las empresas estatales siguen dominando los sectores de servicios públicos (electricidad, agua), y de infraestructura y servicios productivos como la aviación, telecomunicaciones, banca, ferrocarriles y transporte marítimos.
Los términos utilizados para codificar las industrias estratégicas en los planes han ido modificándose. La tabla siguiente refleja la evolución, no solamente de las categorías utilizadas sino también de las industrias específicas que se han incluido en diferentes momentos.
Es notable la modificación experimentada en los últimos diez años. De una noción que equiparaba lo estratégico a lo “pesado”, se ha pasado rápidamente a una concepción de lo estratégico en el sentido de actividades intensivas en ciencia y tecnología, incluyendo las infraestructuras.
¿Puede tener el sector empresarial estatal un peso relativamente menor y seguir cumpliendo su papel de pilar del modelo?
La gran mayoría de las empresas chinas son privadas. En el sector industrial, solamente el 5% son empresas estatales, una aguda reducción porcentual respecto a 1998 cuando las estatales eran el 48% del total de las empresas industriales. Sin embargo, la reducción del peso relativo en cuanto a los activos fue menor, desde el 70% hasta el 40%.
Cuando se toman de conjunto esos datos, lo que queda claro es que las empresas estatales que se han mantenido son mucho más grandes y más intensivas en el uso de capital que las empresas privadas.
Como promedio, una empresa estatal tenía cinco veces más empleados, producía ocho veces más valor, y tenía una dotación de activos quince veces superior en comparación con las firmas no estatales.
En el caso de China, la reforma de la empresa estatal también ha favorecido el surgimiento acelerado de grandes empresas globales. Si a mediados de los 1990s el valor conjunto los ingresos de las principales 500 empresas estatales de China era inferior al de General Motors, ya en 2012 China había logrado colocar 54 empresas estatales en el listado de Fortune de las 500 empresas más grandes del mundo.
¿Cómo se ejerce la propiedad estatal sobre las empresas?
La gran mayoría de las empresas estatales chinas son controladas por los gobiernos locales, estimándose -en el caso de las industriales- que solamente un 18% del total es controlado por el gobierno central, especialmente un grupo selecto de grandes conglomerados, estimado en 106 grandes entidades.
Los ministerios no controlan empresas estatales en China. A nivel del gobierno central esa función le corresponde a una institución especializada: la Comisión para la Supervisión y Administración de Activos Estatales, normalmente mencionada en la literatura por sus siglas en ingles SASAC, que se subordina directamente al Consejo de Estado.
SASAC tiene nueve funciones bien definidas y quiero llamar la atención sobre dos de ellas: “ejecuta responsabilidades de inversionista, supervisa y gestiona los activos estatales de las empresas bajo la supervisión del Gobierno Central”, y “designa y despide a los directivos” de esas empresas.
El nivel de intromisión directa del gobierno central en la gestión empresarial es casi nulo para las empresas que no se encuentran controladas por el SASAC. Para esas otras empresas, la función de control es ejercida por los gobiernos locales.
¿Cuál debería ser el criterio de clasificación principal de las empresas estatales con vistas a diseñar e implementar su reforma?
La clasificación de las empresas estatales también ha ido modificándose.
En un momento inicial, cuando el acento de la reforma de la empresa estatal era “mantener lo grande y soltar lo pequeño” (así se le denominaba oficialmente), se utilizaron –hasta hace poco- cuatro categorías de empresas estatales: “estratégicas”, “innovadoras”, “las que deben ser consolidadas” y las “eliminables”.
Más recientemente, a partir de la publicación en septiembre de 2015 del documento “Opiniones orientadoras del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la profundización de la reforma de las empresas estatales”, se ha priorizado agrupar las empresas estatales por la función que deben cumplir, con el propósito de favorecer la consolidación de activos, la propiedad mixta de esas empresas (con participación de capital privado nacional), y para aligerar la autoridad estatal sobre la gestión ejecutiva de las empresas, especialmente en los sectores que no son estratégicos.
En ese sentido, las empresas estatales han sido clasificadas en dos categorías principales: las “públicas” (gongyilei) y las “comerciales” (shangyelei). Para las primeras, la función es proveer un “bien público”, mientras que la función de las segundas es producir ganancias. Lo anterior no significa que las “públicas” no deban producir ganancias, sino que esa no es su función principal.
Vale también anotar que a nivel de las 106 empresas controladas por SASAC -las llamadas empresas estatales subordinadas al gobierno central (zhongyang guoyou qiye)- hay dos grupos: un número muy selecto de 53 empresas (fubuji), cuyos directivos tienen un rango equivalente al de un vice-ministro, y el resto de las empresas del SASAC (zhengtingji), cuyos directivos tienen rango equivalente al de un jefe de departamento de una entidad central del gobierno.
A manera de provocación final
La invitación a revisar la experiencia de China con la reforma de la empresa estatal no es, en modo alguno, un convite a copiar.
Lo que ocurre es que se observan algunos “nudos” del debate cubano que pudieran indicar que la falta de avance –y sobre todo de éxito- en la reforma de la empresa estatal cubana pudiera estar relacionada con la adopción de un plano de análisis que no es el adecuado.
Asumiendo la adopción de un enfoque incremental de la reforma, modestamente considero que deberían revisarse varias premisas de lo que intenta hacerse en Cuba con la empresa estatal. Las anoto en forma de preguntas:
- ¿Es racional reducir el peso de la empresa estatal existente en cuanto a empleo, producción y activos, sin facilitar que ello sea asumido mediante el crecimiento de un tejido empresarial nuevo en Cuba, que –como mínimo- permita compensar la compresión de la empresa estatal tradicional?
- ¿Tiene sentido dedicarle atención a readecuar mecanismos de intermediación burocráticos del sistema empresarial estatal (como las OSDE), en vez de enfocarse en la reconstrucción y fomento de otras empresas, por ejemplo, PYMES estatales y PYMES privadas?
- ¿Qué ventajas pudiera tener mantener el 75% de las empresas estatales subordinadas a los ministerios, en comparación con el posible traspaso de la mayoría de estas al Poder Popular, y de la posibilidad de pasar el reducido número de empresas que merecerían el calificativo de estratégicas al control de una entidad estatal especializada, dependiente directamente del Consejo de Estado?
- ¿Es factible “reinventar” una parte de las actuales empresas estatales bajo la forma de PYMES “hibridas” que atraigan inversión de capital nacional a la vez que se mantenga el control estatal?
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