Por: José Luis Rodríguez
El pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz incursionó en múltiples esferas del saber humano.
La insaciable sed de conocimientos que lo caracterizó durante toda su vida lo llevaron a formarse autodidactamente, en múltiples esferas del saber y a realizar aportes significativos en ciencias como la economía, a la que brindó especial atención, incluso desde antes de 1959.
Una particularidad de los aportes de Fidel Castro al análisis de los problemas económicos y sociales presentes en su quehacer revolucionario consistió en que los mismos no se derivaron de un estudio puramente académico de las complejas realidades de la construcción del socialismo en Cuba y del mundo contemporáneo. Realmente fue la asimilación de conceptos funcionales a la política, derivados de un profundo estudio de la historia y la experiencia práctica de la construcción del proceso revolucionario de nuestro país, lo que le condujo a la formulación de conceptos que constituyen un singular aporte teórico y práctico en el ámbito de la economía. Fue así que su comprensión del vínculo dialéctico entre las decisiones económicas y las políticas, las dejó plasmadas sintéticamente cuando afirmó: “…no hay economía sin política, ni política sin economía.”[1]Para lograr esa visión integradora, Fidel supo combinar una valoración estratégica de todos los problemas económicos que analizaba, unido a la necesaria consideración de los detalles de su implementación con una táctica adecuada, en la cual siempre planteó más de una alternativa en la solución de los problemas.
En el texto que se presenta a continuación, se ha partido de tratar de organizar las ideas económicas de Fidel tomando en cuenta el contexto en que las mismas se expresaron, que casi siempre fueron recogidas en discursos, entrevistas y –en contadas ocasiones- en trabajos especialmente redactados por él, o libros. Estas características llevan a destacar determinados segmentos de intervenciones públicas en la mayoría de los casos como lo más significativo de su pensamiento, aunque –desde luego- esto no representa una selección exhaustiva o definitiva de sus ideas, para lo que será preciso emprender un estudio que demandará un trabajo investigativo de largo aliento.
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4.- Período de 1990 al 2006
Al comenzar la crisis del Período especial se pondría a prueba la fortaleza del socialismo en Cuba, no ya para continuar el proceso de desarrollo, sino para preservar lo logrado y no sucumbir al enorme impacto de la crisis que representaba el derrumbe del socialismo en Europa y la desaparición de la URSS, proceso en el cual las ideas de Fidel mostrarían nuevamente su valor.
La visión previsora de la crisis que se avecinaba se puso de manifiesto en el discurso del 26 de julio de 1989, unos meses antes de que se produjera la caída del muro de Berlín en diciembre de ese año. En el mencionado discurso, Fidel asumió con valentía y audacia lo que ningún dirigente se atrevía a plantear en esos momentos, al señalar: “Tenemos que ser más realistas que nunca. Pero tenemos que hablar, tenemos que advertir al imperialismo que no se haga tantas ilusiones con relación a nuestra Revolución y con relación a la idea de que nuestra Revolución no pudiera resistir si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!”[1]
En los años 90 se pasó así del desarrollo a la resistencia,[2] adoptándose una estrategia centrada en conjurar el impacto de la crisis al menor costo social posible, al tiempo que se reinsertaba la economía cubana en las nuevas condiciones de la economía mundial.
Para enfrentar esta crisis el país debió adoptar medidas muy duras, pero que resultaban indispensables para la supervivencia. Múltiples discursos de Fidel se dedicaron a explicar estas medidas y entre ellos se destacan el del 26 de julio de 1993, donde se explicaron las medidas fundamentales que habría que adoptar. En esta ocasión Fidel señalaría: “Ahora tenemos que agudizar y multiplicar nuestra inteligencia, pero el éxito dependerá del pueblo, del apoyo del pueblo, de la comprensión del pueblo. Algunas de estas medidas son antipáticas, no nos gustan. De tal manera nos hemos adaptado a la igualdad, y con razón; de tal manera nos hemos adaptado a la equidad, que sufrimos cuando vemos a alguien disfrutando de un privilegio, porque no nos pasa por la mente. Y, bueno, habrá quiénes tengan privilegios que no tengan los demás, porque tienen un pariente, porque tienen una relación, porque les mandan dinero. Lo mejor es que todos y cada uno recibieran ese dinero, pero el pueblo va a recibir una parte apreciable de ese dinero para sus necesidades más vitales.”[3]
Otros dos discursos resultan indispensables para comprender las ideas de Fidel en el Período especial.
El primero es el discurso pronunciado en la apertura del IV Congreso del PCC, celebrado en octubre de 1991 en Santiago de Cuba, donde se explican detalladamente las condiciones que provocaron la necesidad de implantar el Período especial en Cuba en agosto de 1990 y su agudización.[4]
El segundo es el discurso del 5 de agosto de 1995 en el festival Cuba Vive en el que Fidel explica la base de las duras decisiones adoptadas frente a los invitados extranjeros del evento. Al respecto señalaría: “…si nosotros fuéramos un país de grandes riquezas petroleras u otros recursos semejantes, tal vez no hubiéramos ido al desarrollo del turismo en gran escala. De memoria nos sabemos todas las consecuencias del desarrollo del turismo en gran escala; sin embargo, en las condiciones de nuestro país no podíamos prescindir de esto, como en las condiciones actuales de nuestro país no podíamos prescindir de la inversión extranjera (…) estamos bien conscientes de que durante muchos años combatimos la inversión extranjera, estamos bien conscientes de que durante muchos años nos sentíamos orgullosos de que el pueblo fuera dueño de todos sus recursos, de todas sus industrias y de todos los bienes del país; sin embargo, en las condiciones actuales no podíamos prescindir de la inversión extranjera en un grado mayor porque necesitábamos capital, tecnología y mercados. Son los factores determinantes, lo contrario sería la parálisis, el estancamiento durante mucho tiempo. (…) Teníamos que crear empresas mixtas en tiempo relativamente breve, teníamos que aceptar la inversión extranjera, teníamos que hacer lo que hicimos con la despenalización de la moneda convertible, y tengan la seguridad de que nos dolió mucho, muchísimo, hacer esto último. Y estábamos conscientes de las desigualdades que creaba, de los privilegios que creaba; pero tuvimos que hacerlo y lo hicimos.”
Más adelante en ese medular discurso concluiría: “Hemos dicho que estamos introduciendo elementos de capitalismo en nuestro sistema, en nuestra economía, eso es real; hemos hablado, incluso, de consecuencias que observamos del empleo de esos mecanismos. Sí, lo estamos haciendo. (…) ¿Quién tiene el poder? Esa es la clave, porque si lo tiene el pueblo, si lo tienen los trabajadores, no los ricos, no los millonarios, entonces se puede hacer una política en favor del pueblo, respetando los compromisos que se hayan acordado con determinadas empresas extranjeras…”[5]
En la arena internacional un elemento que se introduce con fuerza en los años 90 es la protección del medio ambiente y la necesidad de conjugar la misma con el proceso de desarrollo, tema especialmente abordado en el discurso pronunciado por el Comandante en Jefe en la Cumbre de la Tierra celebrada en junio de 1992.
En un discurso muy sintético y profundo se afirmaría: “Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.”[6]
A pesar de todos los esfuerzos realizados y los resultados económicos gradualmente alcanzados, el desarrollo social del país se vio seriamente afectado durante el Período especial. El conocimiento de esta realidad motivó que a partir de un profundo análisis de las condiciones políticas y sociales que enfrentaba el país, así como de la importancia del factor subjetivo en la construcción del socialismo, fuera madurando un conjunto de programas sociales y productivos que se enmarcaron en la Batalla de Ideas a partir de las conclusiones del VII Congreso de la UJC celebrado en diciembre de 1998 y que cobraría un impulso masivo –mediante tribunas abiertas- tras el secuestro del niño Elián González en diciembre de 1999.
Bajo la orientación de nuestro Comandante en Jefe, los nuevos programas representaron también un cambio cualitativo en la formulación e implementación de las políticas sociales, pues en ellos se combinaban enfoques estratégicos decisivos para nuestro desarrollo, con la aplicación de métodos y estilos de trabajo que permitieron concentrar esfuerzos y materializar resultados en los plazos más cortos posibles.
Los principios aplicados en la Batalla de Ideas reflejarían interesantes ideas del compañero Fidel sobre el desarrollo económico y social y las mismas quedaron plasmadas en el discurso clausura del VIII Congreso de la UJC celebrado en 2004, en el que explicaba:
- “Ningún joven debe quedar abandonado y ningún ciudadano depender de su suerte.
- No hay problema sin solución, de lo que se trata es de encontrar alternativas.
- La labor de coordinación que se ejecuta debe contar con el estudio constante para la toma de decisiones, información actualizada que tome en cuenta con toda precisión los detalles; meditar y pensar bien cada acción, actuar con rapidez y no perder nunca un minuto.
- Encontrar nuevos métodos y mecanismos de coordinación para que todos los organismos y entidades participen bajo el concepto de que la prioridad está en los intereses del país por encima de contradicciones burocráticas, ansias protagónicas y celos institucionales.
- Lograr una alta implicación y compromiso de los cuadros y trabajadores que participan en cada uno de los programas.
- Aplicar la crítica y la reflexión oportunas.
- Cada idea nos conduce siempre a otra nueva y ésta a otras y otras. Una idea nueva, por buena que parezca, debe ser sometida a pruebas y experimentos serios en condiciones reales.
- La discreción y compartimentación son principios básicos en la labor de conducción y coordinación de los programas. Sólo se divulgarán éstos cuando ya sean realidades; evitaremos así promesas que puedan no cumplirse, o promesas cumplidas que luego se descuidan, olvidan y abandonan.
- Las empresas que participan no deben tener ninguna ganancia ni tampoco pérdidas. Las obras se deberán ejecutar de manera rápida, al costo, con calidad y uso óptimo de los recursos.
- Se garantizará el mantenimiento de los equipos y de las instalaciones puestos a disposición de los programas. Todo debe estar siempre como el primer día.”[7]
- Paralelamente y en medio del desarrollo de estos programas, fue necesario renegociar –nuevamente- la deuda externa. Teniendo en cuenta esta situación, el Comandante en Jefe orientó una revisión a fondo del uso de la divisa en la producción y los servicios, reclamando una mayor eficiencia en el mismo, proceso que se desarrollaría en todas las ramas de la economía entre los años 2003 y 2004.
En efecto, en su discurso del 6 de marzo del 2003, Fidel señalaba: “En el terreno de la economía aplicaremos nuevas experiencias que hemos adquirido en los últimos tiempos. La producción y el ahorro de petróleo continuarán aumentando.
Estamos en mejores condiciones que nunca para incrementar la eficiencia y establecer mucha más disciplina en nuestras empresas, que priorizando el autofinanciamiento en divisas cometen a veces errores que en definitiva gravitan sobre los recursos centrales del país.
Mucho hemos aprendido y mucho más seguiremos aprendiendo. Nuevas fuentes de ingreso surgen y el rigor en la administración de los recursos deberá incrementarse. Viejos y nuevos malos hábitos deberán ser erradicados. La eterna vigilancia es el precio de la honradez y la eficiencia.”[8]
Por otro lado, una nueva etapa que señala una mayor profundización en el análisis de los fenómenos de la economía mundial, se inauguraría con la celebración de los eventos Globalización y Desarrollo, celebrados anualmente en La Habana de 1998 a 2012 y que fueran presididos por Fidel Castro hasta el año 2006. En estos eventos, donde participarían cientos de personalidades de todo el mundo –incluyendo representantes del Banco Mundial y el FMI- se debatieron ampliamente las características de la evolución de la economía mundial en estos años, ocasión propicia para retomar el estudio de diferentes temas por parte del Comandante en Jefe.
Una ponencia especial –a modo de discurso de clausura del evento correspondiente a enero de 1999- muestra una síntesis de las concepciones de Fidel Castro sobre los principales problemas de la economía mundial en esos momentos, lo que ofrece una valoración sintética de sus criterios sobre el tema a la luz de la experiencia de muchos años.[9] Otros discursos de importancia en los eventos Globalización y Desarrollo se pronunciarían en el año 2002,[10] y 2003[11]. En estos discursos destaca el análisis de la coyuntura mundial y el debate en torno a conceptos de desarrollo que se exponen entre los participantes.
Finalmente, la experiencia acumulada por Fidel a lo largo de muchos años de enfrentamiento a las dificultades que afectaban a la sociedad cubana, -sometida a un férreo bloqueo por parte de EE.UU.- motivó en él profundas reflexiones en un discurso pronunciado en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005.
En esa ocasión extraería una serie de conclusiones de vigencia permanente para el proceso revolucionario cubano, al subrayar: “Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo.” Más adelante volvería a referirse a un tema medular y de total vigencia en la actualidad: “ Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.” Finalmente el Comandante en Jefe nos alertaba: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.”[12]
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No es posible en un breve espacio que pueda siquiera resumirse completamente el caudal de ideas del líder de la Revolución a lo largo de su existencia.[13] No obstante, siempre serán visibles elementos esenciales en el pensamiento de Fidel sobre los temas económicos, donde se destacan el vínculo esencial entre política y economía y donde el primer aspecto siempre tendrá prioridad, así como la necesaria secuencia y ordenamiento entre lo táctico y lo estratégico en la batalla por el desarrollo.
Sin embargo, es posible apreciar que enorme importancia tiene para todos los cubanos –pero especialmente para los jóvenes- conocer lo que se logró con las ideas de Fidel para que Cuba siga siendo hoy ejemplo de dignidad, firmeza y espíritu revolucionario, aun en medio de las mayores dificultades.
Su honestidad y ética revolucionaria formaron parte esencial de su papel como líder. Su espíritu autocrítico al valorar la obra revolucionaria –con su inevitable cuota de errores propios toda Revolución- siempre estuvo presente al mostrar los resultados del trabajo de nuestro pueblo
El fue capaz de avizorar el desarrollo de los acontecimientos políticos, sociales y económicos en cada momento y preparar a nuestro pueblo para enfrentarlos. Y en ese camino recorrido nunca dio cabida al pesimismo, jugando un papel muy importante como pedagogo y educador social, aun en las circunstancias más difíciles, para demostrar que no hay tarea imposible si se lucha sin descanso por convertir los sueños en realidad. HHC: Negritas y subrayados nuestros.
Referencias
[1] Ver Fidel Castro “Discurso del 14 de febrero del 2003”httpwww.cuba.cu/gobierno/discursos/2003/esp/140203e.html
"¿Qué tratamos de hacer y qué estamos haciendo dentro de esta situación? Nosotros planteamos que si debemos afrontar un período especial en época de paz, un duro período especial, nuestra tarea no debe ser solo la de sobrevivir, sino incluso la de desarrollarnos. Primero sería un período de adaptación a esa situación, mantener los programas básicos de desarrollo del país, las cosas esenciales, como es, en primer lugar, el programa alimentario. Eso que se llama programa alimentario, una palabra que la usábamos técnicamente, que ahora se ha popularizado, que ahora la menciona todo el mundo, sin que muchos, incluso, sepan qué es el programa alimentario. Hay algunos que creen que es sembrar boniato y recogerlo dentro de tres, cuatro o cinco meses, y hay boniatos de distintos tipos, algunos que se cosechan a los cuatro meses, otros a los seis meses, y hay boniatos que se cosechan hasta a los ocho meses; yucas que se cosechan también a los seis, a los ocho, o a los nueve meses sin que se pongan duras, etcétera. Hay distintas variedades, lo cual ayuda a la agricultura.
El programa alimentario comprende un conjunto de cosas. En primer lugar, el programa alimentario implica trabajar en 800 000 hectáreas de caña en el sistema de drenaje y riego parcelario, que duplica prácticamente la producción de caña por hectárea.
Tenemos en este momento 160 brigadas trabajando en eso. Esas 160 brigadas en un año pueden hacer 80 000 hectáreas; pensamos llegar de aquí a fines de año a 200 brigadas, que significarían la capacidad de 100 000 hectáreas por año. Es posible que las incrementemos en 1991 a 220 ó 230, pero más o menos eso lleva un número de años; esas 800 000 hectáreas no se hacen en seis meses, hay que pensar con profundidad, y, claro, la caña no es hoy solo elemento para producir azúcar, sino que es una materia prima importantísima para producir carne, para producir leche, porque a través de los resultados de nuestros centros de investigaciones se puede producir, a partir de la caña, un alimento rico en calorías y rico en proteínas para los animales, que equivale a un pienso que contenga soya, maíz, trigo.
El ganado bovino y también el ovino pueden comer todo lo que quieran; las aves, desgraciadamente, no pueden comer mucho más de un 10% ó un 12%; el porcino puede comer hasta un 20% ó 25%; varía según el tipo de animal. El bovino es un animal que tiene un aparato digestivo especial que le permite asimilar ese alimento que es en parte fibroso.
Pero de la caña salen también la melaza y la miel proteica, que son hoy dos de los principales alimentos para la producción de carne porcina. La melaza sirve también para el ganado vacuno. Es decir, hablo de caña no solo como fuente productora de azúcar; indiscutiblemente que podremos producir mucha más azúcar y produciremos tanta azúcar como tenga mercado, pero en ese plan azucarero tomamos en cuenta la producción alimentaria con destino al consumo de la población a través de los animales. Ese es uno de los aspectos importantes del programa azucarero y cañero y una parte importante del programa alimentario, y en eso se viene trabajando intensamente.
Hace dos años y medio no existían ni 10 de estas brigadas, y ya a fines de este año vamos a tener 200, muchas de ellas, o más bien una parte de cada brigada, con equipos construidos en Cuba. Ha sido un salto enorme, la técnica es relativamente nueva, pero la estamos aplicando aceleradamente.
Una parte del programa alimentario es la construcción del sistema ingeniero en el arroz. Le hemos dado prioridad a la caña, porque económicamente era más importante, pero ya estamos trabajando también con cierta intensidad en el sistema ingeniero del arroz, tenemos 10 brigadas —estas son brigadas más grandes— y tenemos que llegar a 40; a fines de año tendremos 15, pensamos el próximo año pasar de 25 y en el año subsiguiente llegar a las 40. Aspiramos a construir 1 000 hectáreas con este sistema por brigada al año.
Cada una de estas brigadas lleva 22 traíllas que construimos en el país y las halamos con un equipo soviético, un T-150K, o un K-700, o un K-701, o un T-170. Les puedo hablar de eso, porque todos los días estamos manejando estos problemas.
Nos proponemos llevar al sistema ingeniero las 160 000 hectáreas —y quizás un poco más— disponibles para el cultivo de arroz, y eso no se hace en seis meses.
Parte del programa alimentario es el plan de presas, construcción de canales y sistemas de riego. Estamos trabajando en la construcción de 30 nuevas presas simultáneamente y, al mismo tiempo, en los canales magistrales que llevan el agua de esas presas y de otras ya construidas, y en los sistemas de riego —todo, simultáneamente, un enorme esfuerzo—, para disponer de más agua para la caña, de más agua para el arroz y los demás cultivos.
Nosotros pensamos llevar el riego a más de 70 000 caballerías de caña, para poder asegurar nuestras producciones cañera y azucarera. Pero necesitamos todos estos sistemas hidráulicos. Se está haciendo un enorme esfuerzo, se han quintuplicado en tres años las inversiones en obras hidráulicas. Eso forma parte del programa alimentario.
Parte del programa alimentario es la construcción de los centros integrales porcinos, estamos construyendo 50: una parte son nuevos centros y otra parte son naves que se construyen en los actuales centros —de los nuevos ahora se están construyendo 27 y 23 centros es el equivalente en naves que hoy se construyen en los actuales centros—, para duplicar la producción de carne de cerdo; carne de cerdo que se produce a partir, fundamentalmente, del pienso líquido, que son los desperdicios de alimentos en escuelas, restaurantes y lugares similares, además, con la miel proteica. Ese programa se termina el año que viene. Ya en el segundo semestre de 1991 estará produciendo el equivalente a 50 centros integrales, que duplicarán la producción de cerdo. Un número de esos centros están terminados y se encuentran ya en producción".
Hay mucho más.......... de lo que se hizo, y al parecer se abandonó.
No creo que el bimonetarismo fue buena idea. De hecho aún estan buscando una formula para salir de él. Ahora wue
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