Stand de Cleber LLC en FIHAV 2016. Foto: Ismario Rodríguez.
Saúl Berenthal es un hombre perseverante. Nada parece dinamitar su voluntad de establecer comercialmente su empresa en Cuba, donde nació.
Emigrado en 1960, Berenthal es uno de los fundadores de Cleber LLC, una compañía con sede en Alabama empeñada en introducir en la isla un modelo de tractor de pequeño porte nombrado Oggún, como el dios guerrero de la mitología yoruba.
Expositor en bolsas comerciales cubanas, como la Feria Internacional de La Habana y la Feria Internacional Agroindustrial – Alimentaria, Cleber LLC presentó una solicitud para fabricar sus tractoresen la Zona Especial del Mariel, que resultó inicialmente bien acogida. Su persistencia para establecerse en Cuba les hizo merecer ilustrativos titulares que resaltaban su papel como abanderados contra el bloqueo de los Estados Unidos.
Tractor Oggún en FIHAV 2015. Foto: Claudio Peláez Sordo.
Sin embargo, luego de haber conseguido en febrero las licencias necesarias por parte del gobierno estadounidense, su proyecto en el Mariel ha sido suspendido por las autoridades cubanas. Medios internacionales se hicieron eco del hecho, enfatizando en la falta de argumentos para esta decisión y en sus posibles significados para las relaciones bilaterales.
Aun así, Cleber LLC estuvo presente en FIAH 2016 y OnCuba fue al encuentro de Saúl Berenthal para conocer, desde su posición, las interioridades e implicaciones de lo sucedido.
“Esto no fue algo que ocurrió hace unos días –comentó Berenthal. Ya teníamos algunos indicios de que podía pasar. Por eso, sin perder la esperanza de que se aprobara en Cuba decidimos montar también el proyecto en Alabama. Hoy tenemos allí una fábrica muy similar a la que hubiésemos querido tener en Mariel, que ya está fabricando tractores”, dijo.
“Parte de lo que habíamos planeado era traer también esos tractores a Cuba para poderlos certificar a través de las pruebas necesarias. Esta idea se paró y entonces lo que hicimos fue coger los primeros siete tractores para hacerles pruebas en grandes universidades agrícolas de Estados Unidos, en diferentes puntos del país, para probar el tractor en distintos tipos de suelos, de clima, en diferentes cultivos, para ver cualquier pista sobre posibles problemas del tractor y así poderlo después modificar en beneficio de los clientes. Es decir, control de calidad in situ, algo que nos pareció muy importante para un tractor pensado para usarse en Cuba en diferentes lugares y diferentes condiciones”, precisa.
“Y con el entendimiento de lo que podía pasar con Mariel, decidimos además venir a FIHAV preparados de antemano, con una gama mayor de productos y sabiendo que tenemos que tomar otro rumbo para poder llevar a cabo nuestro proyecto de los tractores Oggún en Cuba”, dijo Berenthal a OnCuba.
Saúl Berenthal en FIHAV 2016. Foto: Ismario Rodríguez.
¿Qué argumentos le dieron sobre la exclusión de su proyecto del Mariel?
Bueno, nos dieron tres argumentos principales. Primero, que la nuestra no es una empresa con un historial largo en la fabricación de tractores, lo cual es cierto porque somos una empresa relativamente nueva, de emprendedores que decidieron hacer un tractor que ya se había diseñado décadas atrás en Estados Unidos, y ponerlo en marcha con lógicas actualizaciones como una respuesta a las necesidades específicas de Cuba.
Nosotros no tenemos un gran abanico de productos en esta dirección, como sí lo tienen los fabricantes chinos o los rusos u otros norteamericanos, pero sí tenemos un tractor diseñado para el entorno agrícola cubano y eso nos parece una fortaleza. Pero ciertamente no tenemos un gran historial como compañía.
La segunda razón es que no teníamos las tecnologías y los dispositivos de protección medioambiental, y la tercera era esto mismo pero en lo referido a la seguridad al operador. Pero eso es algo que nosotros estamos incorporando a partir de las pruebas realizadas en las universidades en los Estados Unidos. Sabíamos que eran cambios que debíamos hacer y en nuestro plan eran parte del proceso de verificación y modificación necesario para la certificación aquí. Pero tomaron en cuenta las condiciones del proyecto inicial, que no se correspondían específicamente con lo que está normado en Cuba y por lo tanto lo consideraron como un defecto.
Sin embargo, los funcionarios del Mariel con los que nos reunimos, y que fueron muy amables y profesionales al darnos esta explicación, nos dijeron que esa decisión no nos cerraba las puertas de Cuba y que había otras oportunidades para hacer negocios en la isla. Y nosotros, por nuestra parte, los pusimos al tanto de nuestra intención de seguir intentándolo, hablando con el Ministerio de la Agricultura, con el Ministerio de la Construcción, para proponerles el mismo proyecto pero fuera de Mariel, con un enfoque acorde a las nuevas posibilidades, algo que a ellos les pareció bien.
¿Entonces no se siente desestimulado con lo sucedido?
En lo absoluto. Te voy a decir algo que he afirmado otras veces: yo vine a Cuba con la intención de poder contribuir en lo que pueda y poder participar en lo que me dejen. Así que nuestra empresa seguirá tratando de traer lo que pueda y analizar los diferentes entornos en los que nos permitan participar. No queremos desistir.
Para seguir adelante tuvimos que conseguir licencias para poder trabajar con el gobierno cubano, que era algo difícil, pero nosotros logramos convencer a las autoridades estadounidenses de que deberíamos tener esa opción, tanto con entidades estatales de la agricultura como de la construcción. Y hace pocas semanas conseguimos que el gobierno norteamericano nos diera cuatro licencias específicas, no solo para vender nuestro tractor en la isla sino también para traer herramientas e insumos, y poder hacer lo mismo para la parte de la construcción, que es otra área en la que nos gustaría contribuir.
Por eso vinimos a FIHAV preparados para ampliar los diálogos de negocios en estas direcciones y ya hemos hecho algunos contactos para certificar los tractores y poder importarlos a Cuba, y también los insumos y los componentes necesarios para su funcionamiento.
Saúl Berenthal conversa con OnCuba. Foto: Ismario Rodríguez.
¿Cómo valora la exclusión de su empresa de la Zona Especial del Mariel, a la luz del actual momento en las relaciones diplomáticas y comerciales entre los dos países? ¿Le parece un caso puntual o ve en lo sucedido cierto recelo con la inversión estadounidense en general, como han opinado algunos medios internacionales?
Uno nunca puede estar seguro de por qué las personas o los gobiernos actúan, pero yo particularmente les creo a los funcionarios de Mariel que nos explicaron nuestra salida. Mariel es una zona pensada específicamente para ciertos niveles empresariales y tecnológicos, y los argumentos que nos dieron, sobre todo nuestro poco historial en la fabricación de tractores, los entiendo y los acepto.
Pero también entiendo que en Cuba se necesita lo que estamos proponiendo. Y el hecho de que nos plantearan otros caminos que podemos tomar con nuestro proyecto y que las autoridades de Estados Unidos también nos hayan respaldado para seguir intentándolo me parece importante.
No creo personalmente que Mariel haya decidido cerrarse a los proyectos norteamericanos. No me parece que esa sea la intención. Lo que sí sé es que es muy difícil para los empresarios de Estados Unidos el poder hacer cosas debido a una serie de cuestiones que involucran al embargo.
Nosotros hemos tenido que trabajar muy duro para adquirir esas licencias de nuestro gobierno. Imagínese otras empresas estadounidenses que tengan que pasar por las mismas situaciones. Y más, las grandes empresas, que tienen oficinas legales muy rigurosas y que tienden a ser muy respetuosas con lo establecido para no quebrar las leyes existentes.
Varias de esas compañías están trabajando con nuestra empresa para poder brindar sus productos en Cuba, no directamente sino a través de nosotros. Así lo hacen también en otros países de Latinoamérica y el Caribe, utilizando distribuidores y representantes, y algunas vinieron a FIHAV para observar cómo podríamos nosotros promover sus productos en el mercado cubano. Esa es una manera que tiene la empresa norteamericana para poder empezar a establecer su marca y su reputación en Cuba sin hacerlo directamente ni tomar el riesgo de violar el embargo.
Piensa entonces que el bloqueo sigue siendo, a pesar de las medidas de la administración Obama, el punto neurálgico para la normalización de las relaciones entre los dos países…
En efecto. A mí me preguntaron recientemente por qué las empresas norteamericanas miran el riesgo como una de las razones para no hacer negocios en Cuba. Y en mi opinión es algo que asumen ellas mismas por temor al embargo. Es el embargo el que crea el riesgo y por ello resulta una limitante.
Por lo que he podido apreciar en la Feria, las grandes empresas de otros países sí están viniendo a la isla, sí están estableciendo relaciones comerciales y el embargo sirve ahora más para aislar a los Estados Unidos que para aislar a Cuba. Y es algo deprimente que los empresarios estadounidenses seamos los únicos que estemos aislados para hacer negocios con este país.
¿Qué cree que podría pasar en el futuro inmediato, teniendo en cuenta que apenas faltan días para las elecciones en su país?
No soy adivino ni me meto en política, pero en mi opinión, con independencia de quien sea el que gobierne, más tarde o más temprano, de manera más rápida o con más pausa, el embargo se va a eliminar. No hay razón para que continúe porque le hace más daño a las empresas estadounidenses que a las cubanas o a las de los demás países. Ellas sí están pudiendo disfrutar del comercio entre sí, mientras en Estados Unidos todavía se tiene respeto, si no miedo, a hacer negocios en Cuba. Así que el embargo se tiene que levantar en algún momento, espero que pronto, y yo quiero estar aquí cuando eso suceda
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