Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 2 de junio de 2018

Teoría del valor, respuesta a crítica desde Cuba

Esta nota es una respuesta a “El valor de cambio. Notas a propósito de un artículo de Rolando Astarita”, de Miguel Ángel Hayes Martínez, publicado en  La Trinchera, Cuba, el 10/05/18 (http://www.desdetutrinchera.com/2018/05/548/). 
I
Lo que dice Hayes Martínez
Mi crítico escribe: “según Astarita, los austriacos niegan la existencia de la ‘sustancia común’ de los valores de cambio”. Luego: “Para Astarita es indudable,-y lo demuestra con toda una serie de citas y razonamientos-, la existencia de esa “sustancia común” de los valores de cambio. Según su tesis, estos son reducibles a la susodicha sustancia, a una medida común: el valor, por tanto, a su trabajo”. Hayes Martínez sostiene que el propio Marx desmintió las ideas que le atribuyo en la nota. Para probarlo, cita las “Glosas marginales al ‘Tratado de economía política’ de Adolph Wagner, donde Marx dice: “Yo no hablo en parte alguna de la ‘sustancia social común del valor de cambio’; digo, por el contrario, que los valores de cambio… representan algo que les es común, algo que es ‘en absoluto independiente de sus valores de uso”.  Más adelante escribe:
“Al parecer muchos pensaron que el valor de cambio, llevaba escondido elementos cuantitativos que permitían la tan necesaria conmensurabilidad del cambio. Quien piense así ha construido el camino teórico al revés. Por eso, ese razonamiento termina por decir que es el trabajo esa sustancia común. Respecto a eso, Marx afirma: Yo no digo que la sustancia social común del valor de cambio sea el trabajo. (4 pág. 171). También sostiene que, según Marx, el valor, “al quedar separado de su elemento referencial (el valor equivalencial), queda solo como algo que la sociedad le atribuye cierto valor, reconocimiento, identidad, poder, porque lo valida como valor de uso”. Después afirma que las “esencias (valor) son de sustancia puramente social, lo cual quiere decir, que es un reconocimiento al papel que juega la mercancía en la sociedad. La identidad (valor), resulta de cómo los hombres reconocen racionalmente los resultados del trabajo, lo que como elemento consciente, está determinado por factores de índole cultural, histórica, e incluso pulsionales”. Esto es, la sustancia “puramente social” que es el valor se explica “por un reconocimiento al papel que juega la mercancía en la sociedad”. Hayes Martínez también nos recuerda que “la lógica formal, establece su identidad de la forma, estableciendo la comparación en términos de cantidad. De esa misma manera han procedido muchos (como Astarita) a buscar esa cantidad -en este caso de trabajo- que permita establecer la comparación”.
A lo que agrega que “Marx en un primer momento, en su análisis desde la forma, compara cuantitativamente una mercancía con otra (tanto de A por tanto de B). Desde ahí, construye su noción de contenido (valor), que no intenta cuantificar nuevamente. No existe momento del tomo primero donde Marx equipare dos mercancías en términos de horas, sino en su forma, cantidades de mercancías. Eso contribuye a demostrar que esa o sustancia común no existe, al menos como tal sustancia (…). El hecho de que el cambio se explique  en términos de valores de uso, está mostrando como el contenido de ese cambio se entenderá a partir de los papeles de esas formas (valores de uso) en la sociedad”.
Veamos ahora lo que afirma Hayes Martínez a la luz del capítulo 1 del tomo 1 de El Capital. En la segunda parte de la nota analizaré las Glosas sobre Wagner, de hecho el único texto que cita Hayes Martínez en su crítica.
Lo que escribió Marx y Hayes Martínez dice que no escribió
En lo que sigue las referencias son tomadas de la edición Siglo XXI de El Capital. Voy a mostrar que, según Marx, y contra lo que afirma Hayes Martínez: a) los valores de cambio son reducidos, de hecho, a sustancia común en el intercambio; b) que esa sustancia común es el valor; c) que el valor es tiempo de trabajo socialmente necesario objetivado en la mercancía; d) que Marx da importancia a la determinación cuantitativa del valor. Además, y por la negativa, se verá que Marx no sostiene que el trabajo sea la sustancia común de los valores de cambio.
Empecemos entonces con los pasajes más significativos del capítulo 1 de El Capital.
En la p. 45 Marx explica que “los valores de cambio vigentes de la misma mercancía expresan un algo que es igual” (énfasis agregado, 3ª y 4ª edición), y distingue entre forma y contenido: “… el valor de cambio únicamente puede ser el modo de expresión, o ‘forma de manifestarse’ de un contenido diferenciable de él” (ibid.). Obsérvese que si es forma o modo de manifestarse, no puede ser lo mismo que el contenido que manifiesta.
Luego, en la p. 46, dice que existe “algo comúnde la misma magnitud” en dos cosas distintas, tanto en 1 quarter de trigo como en quintales de hierro. Y agrega: “por consiguiente, son iguales a una tercera…  Cada una de ellas, pues, en tanto valor de cambio, tiene que ser reducible a esta tercera”  (énfasis agregado). Un poco más adelante: “es preciso reducir los valores de cambio de las mercancías a algo que les sea común, con respecto a lo cual representen un más o un menos” (énfasis agregado). Señalemos en este punto que estos pasajes están en concordancia con la noción de medida, contenida en la Ciencia de la Lógica, de Hegel. Es que la medida en Hegel es la categoría de transición hacia la esencia, desde la esfera del ser. Y en Marx la medida nos lleva desde el valor de cambio –proporción cuantitativa en que se intercambian las mercancías- al valor (tiempo de trabajo socialmente necesario) que gobierna las relaciones de cambio. Por eso no son casuales los ejemplos presentados por Marx, tomados de Hegel, sobre las relaciones cuantitativas en que se combinan los elementos químicos, para ilustrar las cuestiones referidas a la magnitud del valor. Algunos autores deberían alardear un poco menos de “pensamiento dialéctico” y aplicarlo un poco más al análisis científico.
Prosigamos ahora con el capítulo 1 de El Capital. En las pp. 46-7 procede Marx a esa reducción por medio de la abstracción: “Si hacemos abstracción de su valor de uso, abstraemos también los componentes y formas corpóreas que hacen de él [el producto del trabajo] un valor de uso” (énfasis agregado). Realizada esta reducción, Marx examina “el residuo de los productos del trabajo” y dice que de ellos solo ha quedado “una misma objetividad espectral, una mera gelatina de trabajo humano sin consideración a la forma en que se gastó la misma”. O sea, ha llegado a ese “algo en común”, por el que se estaba preguntando desde que definió el valor de cambio como la relación cuantitativa en que se intercambian las mercancías.
A continuación escribe: “En cuanto cristalizaciones de esa sustancia social común a ellas, son valores” (énfasis agregado). Y esa sustancia social común es trabajo objetivado: “Un valor de uso o un bien, por ende, solo tiene valor porque en él está objetivado o materializado trabajo abstractamente humano” (p. 47). En ninguna parte encontramos que el valor se explique “como algo que la sociedad le atribuye cierto valor, reconocimiento, identidad, poder, porque lo valida como valor de uso”. Eso lo afirman aquellos que defienden una teoría del valor basado en la utilidad, o el valor de uso; pero no Marx. Véase, además, que Marx explícitamente habla de “sustancia común”. Sin embargo, Hayes Martínez dice que en Marx “esa sustancia común no existe, al menos como tal sustancia…”. ¿Qué quiere decir esto de “como tal sustancia”? ¿Acaso que no se trata de una sustancia física? Pero eso está dicho por Marx una y otra vez (véase aquí, para una discusión). El tiempo de trabajo socialmente necesario objetivado es, según Marx, una sustancia social. Pero que sea “social” no niega su carácter de sustancia común. ¿A qué viene entonces el agregado de “como tal sustancia”? La respuesta es que Hayes Martínez rechaza, en esencia, el razonamiento, de Marx, que lleva a concluir que el trabajo es la sustancia en común que subyace en el intercambio mercantil. En otros términos, se trata del rechazo, simple y puro, de la teoría del valor trabajo. En este respecto, Hayes Martínez está por detrás de Ricardo, y muy cerca de las teorías subjetivas del valor (ampliamos sobre este aspecto en la segunda parte).
En cuanto a la afirmación de Hayes Martínez sobre que el autor de El Capital “no intenta cuantificar el valor”, encontramos que en las pp. 47-8 Marx se pregunta cómo “medir la magnitud del valor”, y responde: “Por la cantidad de sustancia generadora de valor –por la cantidad de trabajo- contenida en ese valor de uso”. Agrega que esa cantidad de trabajo “se mide por su duración”, por “determinadas fracciones temporales como horadía, etcétera”. También: “Es solo la cantidad de trabajo socialmente necesario, pues, o el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de un valor de uso, lo que determina su magnitud de valor” (énfasis agregado). Un poco después afirma: “las mercancías que contienen cantidades iguales de trabajo, o que se pueden producir en el mismo tiempo de trabajo, tienen la misma magnitud de valor. El valor de una mercancía es al valor de cualquier otra, como el tiempo de trabajo necesario para la producción de la una es al tiempo de trabajo necesario para la producción de la otra” (p. 49; énfasis agregado). Asimismo: “La magnitud de valor de una mercancía se mantendría constante… si también fuera constante el tiempo de trabajo requerido para su producción” (ibid.; énfasis añadido).
A partir de aquí, son numerosos los pasajes en los que Marx habla de la sustancia del valor y de su magnitud, junto a la reducción a esa sustancia común. En la p. 55: “El trabajo sastreril y el textil… son sustancia del valor de la chaqueta y del valor del lienzo solo en tanto se hace abstracción de su cualidad específica, en tanto ambos poseen la misma cualidad, la de trabajo humano”. En la p. 56 reafirma que “[c]omo la magnitud de valor de una mercancía solo representa la cantidad del trabajo contenida en ella, las mercancías, en cierta proporción, serán siempre, necesariamente, valores iguales” (énfasis agregado). En la p. 61: “… las magnitudes de dos cosas diferentes no llegan a ser comparables cuantitativamente sino después de su reducción a una misma unidad. Solo en cuanto expresiones de la misma unidad son magnitudes de la misma denominación y por lo tanto conmensurables” (p. 61, énfasis agregado). Obsérvese de nuevo que en ningún momento dice que esa “misma unidad” que hace comparables a los valores sea “la sustancia de los valores de cambio”.
Por otra parte, es claro que para Marx esa reducción a “unidad”, a ese “algo” o “sustancia”, necesariamente está implícita en el intercambio. Ya lo había anticipado y ahora lo desarrolla. Escribe, en p. 61: “siempre está implícito que el lienzo y las chaquetas, en cuanto magnitudes de valor son expresiones de la misma unidad, cosas de igual naturaleza” (énfasis agregado). Luego, en la p. 62: “Si decimos que las mercancías, en cuanto valores, no son más que gelatina de trabajo humano, nuestro análisis las reduce a la abstracción de valor…” (énfasis agregado). “Nuestro análisis” se refiere al estudioso.  Pero en el intercambio, de hecho, también se equiparan trabajos, y por eso se reducen a lo que tienen de igual. Escribe Marx: “al igualar la chaqueta, en cuanto cosa que es valor, al lienzo se equipara el trabajo que se encierra en la primera al trabajo encerrado en el segundo… Pero la equiparación con este [del trabajo del sastre con el trabajo de tejer] reduce el trabajo del sastre, en realidad, a lo que en ambos trabajos es efectivamente igual, a su carácter común de trabajo humano” (énfasis agregado).  Y termina la página insistiendo en que la expresión de equivalencia de las mercancías “reduce” los trabajos heterogéneos a lo que les es común.
Más abajo, en p. 73, Marx reivindica la observación de Aristóteles sobre que la relación de intercambio 5 lechos = 1 casa “implica… que la casa se equipare cualitativamente al lecho, y que sin tal igualdad de esenciasno se podría establecer una relación recíproca, como magnitudes conmensurables, entre esas cosas que para nuestros sentidos son diferentes” (énfasis agregado).  Poco después cita aprobatoriamente la pregunta que hace Aristóteles “¿Qué es lo igual, es decir, cuál es la sustancia común que la casa representa para el lecho, en la expresión de valor de este?” (énfasis agregado). Nótese que Marx dice que, en la relación de intercambio, la casa (valor de cambio del lecho) representa para el lecho sustancia común. En ningún lado habla de alguna “sustancia común del valor de cambio”, ya que en ese caso el valor (contenido) y el valor de cambio (forma) serían indistinguibles. Pero la distinción entre forma y contenido del valor, y el análisis crítico de su relación, está en la base misma de la crítica de Marx a la Economía Política clásica, y en particular, a la teoría del valor de Ricardo; así como en su crítica a Wagner, como veremos más abajo.
Luego, en p. 90, Marx vuelve a explicar que en el intercambio, de hecho, los seres humanos equiparan productos heterogéneos reduciéndolos a trabajo abstractamente humanos: “… el que los hombres relacionen como valores los productos de su trabajo no se debe al hecho de que tales cosas cuenten para ellos como meras envolturas materiales de trabajo homogéneamente humano. A la inversa. Al equiparar entre sí en el cambio como valores sus productos heterogéneos, equiparan recíprocamente sus diversos trabajos como trabajos humanosNo lo saben, pero lo hacen” (énfasis agregado).
En definitiva, lo que Hayes Martínez dice que escribió Marx tiene poco que ver con lo que Marx escribió en el capítulo 1 de El Capital, dedicado al análisis crítico de la mercancía y del valor. Tengamos presente que ese capítulo fue revisado y corregido por Marx para otras tres reediciones de su obra. Nunca cambió el sentido fundamental de su escrito. Tampoco lo hizo en los textos que quedaron en borrador, desde los que conformaron los volúmenes 2 y 3 de El Capital, hasta los Grundrisse, pasando por Teorías de la plusvalía, por su abundante correspondencia, y escritos políticos. En todos ellos encontramos, con matices, las mismas ideas fundamentales: que el valor es tiempo de trabajo socialmente necesario objetivado; que se expresa a través del valor de cambio; y que, por lo tanto, la plusvalía es trabajo no pagado, apropiado por el capitalista. Por supuesto, cualquiera puede estar en contra de la teoría de Marx. Pero es inadmisible inventar cualquier cosa para hacerle decir a Marx (o a cualquier otro autor) lo que se nos ocurre que debe decir.
II
Cuestión de método
Antes de analizar lo que escribe Marx en las glosas sobre Wagner, es necesario realizar una observación con respecto a las discusiones o interpretaciones sobre autores. Se refiere a que no basta con contraponer la cita X a la cita Y para “demostrar” que Y debe ser dejada de lado a fin de interpretar correctamente el pensamiento de un autor; o a la inversa, citar Y para dejar de lado X.  Esta forma de polemizar es propia de dogmáticos, o de gente que no comprende de qué se está hablando. Así, si en el escrito X Marx parece sostener, con relación al mismo asunto y en el mismo sentido, lo opuesto de lo que afirma en Y, o bien estamos ante una contradicción lógica; o ante un cambio de posición; o simplemente X e Y se refieren a cuestiones distintas. Lo importante entonces es explicar. Más aún cuando se trata de conceptos fundamentales, como son los contenidos en el capítulo 1 de El Capital, y en otros textos de Marx que quedaron en borrador, pero que dicen lo mismo que en ese primer capítulo.
Las glosas sobre Wagner y la teoría del valor de Marx
 Vayamos ahora las “Glosas marginales al ’Tratado de Economía Política’ de Adolfo Wagner”, de Marx (en adelante, “Glosas”). Las citas que siguen corresponden a la versión contenida en el Apéndice del tomo 1 de El Capital, edición FCE, México, 1964; los pasajes citados los he comparado con la versión en alemán y la traducción al inglés que pueden consultarse en https://www.marxists.org/archive/marx/works/1881/01/wagner.htm. En lo que sigue, y en la medida en que indique solo el número de página, la cita pertenece a las “Glosas”.
Vayamos entonces al nudo de la cuestión. Como hemos visto en la primera parte de esa nota Marx habla, repetidas veces, sobre la reducción de los valores de cambio a sustancia común. Para dar ahora un solo ejemplo, ya citado, en la p. 46 del capítulo 1 de El Capital afirma que “es preciso reducir los valores de cambio de las mercancías a algo que les sea común, con respecto a lo cual representen un más o un menos.”
Sin embargo, y dado que Hayes Martínez no está de acuerdo con esta idea, le contrapone un pasaje tomado de las “Glosas” en el que Marx afirma que en ninguna parte habla de “la sustancia común del valor de cambio”. Sin embargo, son dos los pasajes que pueden desorientar a un lector superficial. A fin de clarificar la cuestión, los presentamos:
a) “Yo no hablo en parte alguna de ‘la sustancia social común del valor de cambio’; lo que digo es que los valores de cambio… representan algo común a ellos… a saber: el ‘valor’” (p. 713). Este pasaje es el que recuerda Hayes Martínez en su crítica.
b) “Yo no digo que la ‘sustancia social común del valor de cambio’ sea el ‘trabajo’; y como trato por extenso, en un apartado especial, de la forma del valor, es decir, del desarrollo del valor de cambio, sería curioso que yo redujera esta forma ‘a una sustancia común’, al trabajo” (pp. 713-4, corregido según versión alemana y traducción inglesa).
Como puede verse, estamos ante afirmaciones aparentemente contradictorias. En El Capital Marx explica que es preciso reducir los valores de cambio a algo que les sea común. Pero en las “Glosas” afirma que es equivocado hablar de la sustancia social común del valor de cambio, y precisa que sería “curioso” si él redujera el valor de cambio a “sustancia social común” (trabajo). Aunque en este texto Marx también recuerda el pasaje de El Capital, cap. 1, en el cual dice: “La sustancia común que se manifiesta en la relación de intercambio o el valor de cambio es, por lo tanto, su valor” (“Glosas”, p. 713; El Capital, p. 47 t. 1). Por lo tanto sabemos que en las “Glosas” Marx no modificó lo que escribió en El Capital. ¿Cómo se explican entonces los pasajes (a) y (b)?
El asunto se aclara una vez que entendemos de qué trata la crítica de Marx a Wagner. En primer lugar, tengamos presente que Marx critica a Wagner porque, según este, el determinante del valor son los costos, la utilidad, el provecho y el factor necesidad (véase p. 715). Marx está en desacuerdo, y de ahí su énfasis, en las mismas “Glosas”, en que la “sustancia social común” que subyace al intercambio es el gasto de fuerza de trabajo. Pero en segundo término, Marx  critica a Wagner por no distinguir entre valor y valor de cambio y hacer pasar por valor al “precio comercial”, o sea, al valor de cambio (véase p. 715).
Pues bien, esta segunda crítica explica por qué los pasajes (a) y (b) citados no están en contradicción lógica con lo que afirma en El Capital. La razón radica en que si no se distingue entre valor de cambio y valor (o sea, entre forma y contenido), el afirmar, como hace Wagner, que el valor de cambio se reduce a sustancia social común, equivale a identificarlo con el valor. Por lo cual es imposible “encontrar el valor detrás de la forma de manifestarse” (véase p. 723). Si por el contrario se distingue el valor de cambio del valor, la reducción a sustancia común significa pasar de la esfera de la forma al contenido; o sea, del valor de cambio al valorLo cual no es sinónimo de hacer desaparecer el valor de cambio en el valor, como ocurre en el razonamiento “a lo Wagner”. Por eso, la “reducción” que hace Marx no conlleva la equivocada idea de que el valor de cambio es el valor. Por eso también Marx dice que sería “curioso” que luego de haber tratado la forma del valor “por extenso y en un apartado especial”, la redujera a simple “sustancia social común”, o sea, al trabajo.
Agreguemos que esta cuestión está en el centro de la crítica de Marx, no solo a Wagner, sino también a la teoría del valor trabajo de Ricardo, y por consiguiente, a su teoría monetaria. Marx insiste una y otra vez que el valor de cambio es la manera de manifestarse del valor, y que por eso hay que operar la reducción a sustancia común de los valores de cambio. Pero esa reducción no disuelve a la forma en la “sustancia común”. Por eso también Marx sostuvo que el valor de cambio no puede reflejar, de manera inequívoca y exhaustiva, los cambios en las magnitudes de valor (véase, p. 67, t. 1, El Capital). Y en el mismo sentido criticó la idea de que el dinero pudiera expresar, de manera directa, el contenido del valor, el tiempo de trabajo social (véase, por ejemplo, su crítica a John Gray en Contribución a la crítica de la Economía Política).
Es claro entonces que no hay contradicción entre la crítica de Marx a Wagner y su afirmación de que es preciso reducir los valores de cambio de las mercancías a algo que les sea común.
Rechazo de la teoría del valor trabajo de Marx
Digamos por último que Hayes Martínez, en esencia, apunta contra la teoría del valor trabajo. Por eso en “Teoría del valor y dialéctica”, escribe: “No es el trabajo el que le da valor a las cosas, sino las cosas, las que adquieren un reconocimiento social (valor), y con esto, por transitividad, se valida la actividad creadora, el trabajo” (La Trinchera, 2/02/2018, http://www.desdetutrinchera.com/2018/02/teoria-del-valor-dialectica/).
En otro escrito, “¿Quién crea el valor?”, publicado en Rebelión  (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241145), leemos:
“¿Habrá alguna racionalidad que al decir que con más máquinas se crea menos valor? Por supuesto que sí, pero no precisamente haya menos “trabajo materializado”. Recordando lo que es el valor (lo que he expuesto), tiene toda la lógica del mundo que al intervenir máquinas que faciliten la producción, los hombres de una sociedad, le den un menor reconocimiento (figurado en un precio) al producto resultante. Sin duda alguna hay una reducción del valor, pero no por las máquinas per se, sino por el efecto en el subconsciente colectivo (cosa objetiva) y la nueva percepción respecto a los resultados del trabajo, a partir de los cambios en su producción”.
Pero cualquiera con un mínimo de conocimiento sabe que, según Marx, el valor del producto de una sociedad capitalista “no es más que trabajo social objetivado”. No hay manera de hacerle decir a Marx que el valor tiene como fuente “las percepciones sociales” y no el trabajo humano. No hay interpretación de las “Glosas” que pueda fundar semejante pretensión en la obra del autor de El Capital.
Por otra parte, cualquiera con un mínimo de conocimiento también sabe que, según Marx, la máquina no crea valor (véase, por ejemplo, p. 471, t. 1, El Capital); y que si la introducción de la máquina permite disminuir el tiempo de trabajo necesario para la producción de X, el valor de X disminuirá, al margen del efecto que pueda tener esa disminución “en el subconsciente colectivo”.
En definitiva, y en el mismo sentido en que terminaba la primera parte de la nota, repito: si se ha abrazado la teoría subjetiva del valor, lo más sano es decirlo abiertamente y no andar disimulando el asunto con charlatanería acerca de la “interpretación dialéctica de Marx”.

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