Lo que ahora ha comenzado a denominarse “Tarea Ordenamien
to” no parece destinada a cumplir la misma función de lo que hasta hace poco se denominaba “unificación monetaria y cambiaria”. Esta última era una medida básicamente de reforma económica, mientras que la “Tarea Ordenamiento” es esencialmente un “paquete” de medidas de ajuste económico.
¿Qué es más relevante, la “salida” del CUC o la devaluación del CUP?
Cuando anteriormente se hablaba de “unificación monetaria y cambiaria” se aludía básicamente a una devaluación del peso cubano (CUP) en su tasa oficial de 1 CUP = 1 USD. La retirada del peso convertible (CUC) para retener una moneda nacional única (el CUP) siempre ha sido una medida de menor complejidad y de menor impacto que la devaluación.
En realidad, no tiene sentido hablar en estos momentos de “unificación monetaria” pues la salida de circulación del CUC mantendría la dualidad monetaria del CUP y del USD (en representación de varias divisas).
¿Por qué la devaluación es una medida de reforma económica?
La devaluación se ha concebido como una acción deliberada para modificar el precio relativo más importante de una economía abierta como la cubana y con ello se transformarían sustancialmente los criterios de competitividad que servirían de marco de funcionamiento a los actores económicos. Era una intervención de reforma económica en el sentido “clásico” de eliminar distorsiones “transversales” del sistema económico, como es el caso de la extravagante tasa de cambio oficial de 1:1.
En ese sentido, hay una cuestión que debe ser entendida claramente: aunque por sus efectos una devaluación puede influir en el equilibrio macroeconómico (por ejemplo, mejorando la balanza de pagos o creando presión inflacionaria), la devaluación asociada a la “unificación monetaria y cambiaria” no se propuso entonces como un mecanismo para hacer ajustes macroeconómicos de corto plazo (corregir un desbalance entre oferta y demanda).
¿Es posible devaluar en medio de un equilibrio macroeconómico “no deseable”?
Durante años se asumió en Cuba que para poder implementar la “unificación monetaria y cambiaria” debería existir previamente una situación manejable de equilibrio macroeconómico. Es decir, que no se intentaría hacer la “unificación monetaria y cambiaria” en un contexto de desequilibrio macroeconómico.
Ese razonamiento es el que parece explicar el “frenazo en seco” de la preparación de la unificación que pareció acelerarse en 2014 y que luego entró en “zona de silencio” en 2015, un año en el que obviamente tuvieron lugar eventos preocupantes desde el punto de vista del equilibrio macroeconómico.
En el plano externo se produjo un deterioro del saldo de cuenta corriente de 54% entre 2015 y 2014, y en el plano interno el saldo fiscal negativo pasó de 2,2% a ser el 5,8% del Producto Interno Bruto (PIB). No recuerdo una explicación oficial de causa y efecto en ese sentido, pero es la típica situación que genera explicaciones del tipo de “dejar esto para cuando existan las condiciones adecuadas”.
¿Cómo se pasó (quizás) de la “unificación” a la “Tarea Ordenamiento”?
La evidencia fragmentada indica que a finales de 2019 comenzó a reactivarse un proceso de preparación de la “unificación monetaria y cambiaria” que fue detenido temporalmente por la crisis de COVID-19 y que se reactivó de nuevo con el anuncio de las medidas del pasado mes de julio, cuando se identificó como “la tarea de unificación monetaria y cambiaria”. Se presentaba todavía como una medida neta de reforma económica porque se vinculaba con la eliminación de “trabas” para liberar fuerzas productivas, pero no se informó mucho sobre el tema en aquel momento.
Ahora emerge de nuevo la medida, pero transformada en “Tarea Ordenamiento” y el cambio de denominación pudiera estar asociado a que no se limitaría a ser una “unificación monetaria y cambiaria” sino que consistiría en un paquete más amplio mediante el cual se suprimirán parcialmente subsidios y se aumentarían precios, salarios y pensiones.. Se menciona un ajuste de precios relacionado con la devaluación, pero debe precisarse que el ajuste mencionado sería un incremento de los precios en CUP de los productos importados.
Desempacando el paquete
Todos y cada uno de los componentes del “paquete” -devaluación, precios, subsidios, salarios y pensiones- inciden en balances (o desbalances) macroeconómicos y pueden ser gestionados para anular mutuamente posibles impactos individuales de manera que a nivel general pudiera establecerse un equilibrio.
Es un “paquete” que no se implementaría sobre una situación de equilibrio “deseable” pues se reconoce que hoy existe una situación precaria de las cuentas externas del país y que hay inflación reprimida. Por cierto, creo que es la primera vez que se menciona oficialmente ese concepto.
¿Por qué se hace el paquete?
El “paquete” se aplicaría para buscar un nuevo estado de equilibrio que pudiera enmendar el desajuste que introduciría la variable “devaluación”, que es -en sí misma- una medida de reforma económica.
La tradicional espera de “condiciones adecuadas” (equilibrio deseable) habría dejado de ser una restricción de la devaluación, y se habría pasado a una devaluación que estaría acompañada de medidas acompañantes para intentar alcanzar un nuevo punto de equilibrio.
Parece haber terminado “la espera”. Al ser “empaquetada”, la “unificación” vendría acompañada ahora de su propio proceso de ajuste.
¿En qué consistiría el ejercicio fino de sintonía macroeconómica que sugiere el “paquete”?
La devaluación tiende a incrementar precios, lo que, en ausencia de otras medidas, representaría un ajuste con afectación en el poder de compra de los ciudadanos pues reduciría la demanda efectiva.
Sin embargo, si se le acompaña de incrementos de salarios y pensiones (aumento de demanda) y de reducción de subsidios (reducción de demanda), pudiera intentarse alcanzar un equilibrio como resultado de las interacciones de esas variables.
Sería un ejercicio muy fino de sintonía macroeconómica, quizás demasiado fino para la realidad de la economía cubana.
Un problema de secuencia
En principio, intentaría hacerse el ajuste con un incremento de precios -por una vez- que luego no fuese inflacionario y es en este punto donde el análisis se pone interesante.
La reforma de una economía centralmente planificada siempre ha incluido dos componentes claves: una reforma de precios y una reforma empresarial.
Usualmente se ha preferido hacerlo en forma de reforma integral, pero el detalle está en la secuencia: ¿qué debería hacerse primero?
La evidencia histórica indica que no hay una respuesta única. Es algo que se resolvió de distintas maneras en diferentes países, y de manera desigual en un mismo país, en diferentes momentos.
¿Incluye realmente la “Tarea Ordenamiento” una reforma de precios?
El nivel incrementado de precios resultante de la “Tarea Ordenamiento” no sería en rigor una reforma de precios, aunque quizás se le denomine oficialmente de esa manera. En el marco de una economía centralmente planificada, una reforma de precios es otra cosa. Es el reemplazo (total o parcial) de un modelo de determinación administrativa de los precios por una formación de precios basada -aunque no únicamente- en el mercado.
Una reforma de precios de ese tipo no parece formar parte de la estrategia anunciada en el mes de julio y su ausencia pudiera indicar que la estrategia no incluye una reforma integral que permita abordar una de las “trabas” del modelo cubano: la formación administrativa de los precios (centralizada o menos centralizada).
¿Se evita la inflación con precios administrativos?
Cuando intenta proyectarse el posible efecto de la “Tarea Ordenamiento” con posterioridad al ajuste inicial (asumiendo que se fuera exitoso en ese momento inicial) habría que considerar las dinámicas de la oferta y de demanda a largo plazo.
Es problemático asumir que por el hecho de que los precios no cumplan una función de regulación activa de oferta y demanda, se evitaría una situación inflacionaria. Esta pudiera seguir ocurriendo, como hasta ahora, mediante una combinación de incrementos “abiertos” de precios y de inflación reprimida (escasez, colas, mercado negro).
Mientras que los incrementos de precios iniciales y de eliminación de subsidios de la “Tarea Ordenamiento” serían un evento de corto plazo que se producirían por una vez, los incrementos de salarios y pensiones se mantendrían en el largo plazo, lo que lleva a tener que considerar la tendencia de la oferta. Es decir, si no se garantiza una respuesta de oferta adecuada, habría desequilibrio respecto a la demanda y el riesgo de tendencias inflacionarias.
¿Por qué pudiera no existir capacidad para generar una respuesta de oferta adecuada?
Existirían muchas razones y este es un interesante tema para la Microeconomía y la Economía Política. Me limito a señalar tres factores relacionados con los puntos abordados anteriormente: ausencia de reforma sustantiva de la empresa estatal, subutilización del potencial del sector privado y cooperativo, y ausencia de reforma de precios.
Un punto importante: las reformas de empresas estatales en economías centralmente planificadas usualmente generaron desempleo. Debería existir, por tanto, una capacidad de absorción de empleo neto en el sector privado y cooperativo. Si no existe ese tipo de creación de empleo, se afectaría la capacidad de respuesta de oferta.
Una nota final sobre la necesidad de una reforma integrada con secuencias explícitamente explicadas
Más allá de la abundancia de términos que históricamente se ha utilizado para tratar de darle un toque de corrección ideológica a algunos componentes de las reformas de las economías centralmente planificadas, el núcleo duro de esas reformas siempre ha incluido la reforma de precios.
Los precios son probablemente el más “transversal” de los factores de un sistema económico. Pueden ser también el factor social más desestabilizante y en ocasiones el factor políticamente más explosivo.
Si algo debiera ser articulado con claridad en un programa de reforma económica es la manera en que se forman y funcionan los precios en cada etapa de la reforma. También es importante considerar que, en determinadas condiciones, una reforma empresarial pudiera ir primero en la secuencia porque tendría la capacidad para corregir las distorsiones de precios.
No existen fórmulas universales pues el precio es una variable muy dependiente del contexto. La secuencia respecto a lo que se hace, o se deja de hacer, con los precios puede representar la diferencia entre el éxito o el fracaso de esta.
https://elestadocomotal.com/2020/10/09/tarea-ordenamiento-y-unificacion-es-lo-mismo/
La unificación monetaria pasó a la historia, ahora se trata de la anulación del CUC y eliminación de la falsa convertibilidad de este en las empresas del Estado.
ResponderEliminarEn cualquier variante el Estado tiene que fijar las tasas de convertibilidad de todas las MLC contra el peso cubano (CUP).
Las empresas lo necesitan para conocer su eficiencia financiera y la población para decidir el consumo en el mercado creado a tal efecto.
Las leyes económicas se encargan de expresar las consecuencias.
Rogelio Castro Muñiz