Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

martes, 17 de diciembre de 2019

Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe ( selección HHC)

Nota HHC:  Cuba como país, individualmente, no aparece un informe como el resto de los países por falta de información, solo se incluye o menciona en donde al parecer la CEPAL le fue posible estimar o tenía la información o pone la observación "se excluye Cuba".  ¿ Y nuestra ONEI ?

Resumen Ejecutivo

La sostenibilidad fiscal está muy ligada al crecimiento económico, la productividad y, por supuesto, al fortalecimiento de los ingresos públicos a través de mayores bases y cargas tributarias. Esto se puede lograr mejorando la progresividad de la estructura tributaria, fortaleciendo los impuestos a la renta personal y a la propiedad, reduciendo la evasión fiscal (que representa alrededor del 6,3% del PIB de la región), reevaluando los gastos tributarios (el 3,7% del PIB de la región) y avanzando en una nueva generación de impuestos relacionados con la economía digital, el medioambiente y la salud pública. La mejora de la calidad, la eficiencia y la eficacia del gasto es también central para la sostenibilidad. 

Por su parte, la política monetaria debe coordinar esfuerzos con la política fiscal para estimular la actividad económica, al tiempo que se hace cargo de la volatilidad cambiaria y del manejo de los riesgos financieros que podrían generarse. Para este fin, las autoridades monetarias deben seguir fortaleciendo los instrumentos macroprudenciales que se encuentran a su disposición. 

El contexto internacional 

Como ya se ha mencionado, los desafíos de reactivación económica se dan en un entorno global de bajo dinamismo económico. Durante 2019 el mundo crecerá solo un 2,5% —la menor tasa de expansión desde la crisis financiera y económica mundial—, ante la desaceleración generalizada tanto de las economías desarrolladas como de las emergentes. Desde la perspectiva de América Latina y el Caribe, destaca la desaceleración de sus dos socios comerciales principales, los Estados Unidos y China. Los países de la región no solo están expuestos al menor crecimiento de estos dos países en el ámbito de las exportaciones, sino también en el de los precios de las materias primas, ya que China y los Estados Unidos son actores importantes en los mercados mundiales de los productos básicos que exporta la región. 

Para 2020 las perspectivas no son mejores. La actividad económica y el comercio mundiales se encuentran débiles, y los riesgos están sesgados a la baja. Las tensiones comerciales han afectado los niveles de confianza y de inversión de algunas economías cuyos sectores están fuertemente expuestos al comercio internacional, y esto hace peligrar no solo el crecimiento actual, sino también el de mediano plazo. 

Al igual que en 2019, en 2020 se espera un crecimiento del 2,5%, con un leve repunte de las economías emergentes distintas de China. La desaceleración de las economías desarrolladas alcanzará a los Estados Unidos, que crecerá por debajo del 2,0% pese a encontrarse en la fase de expansión más larga de su historia. 

El comercio mundial se debilita cada vez más en medio de las tensiones comerciales, que, aunque con altibajos, se han perpetuado. Entre enero y septiembre de 2019 el volumen de comercio mundial cayó un 0,4% en comparación con el mismo período de 2018. Para 2020 se prevé un crecimiento del volumen del comercio mundial del 2,7%, con un considerable sesgo a la baja de prolongarse las tensiones comerciales. 

La dinámica de los precios de las materias primas, un factor muy relevante para las economías de América Latina y el Caribe, muestra una reducción generalizada de alrededor de un 5,0% en 2019. La tendencia a la baja se mantendrá en 2020 en gran parte de los productos básicos que exportan los países de la región. 

En términos de los mercados financieros internacionales, la acumulación de deuda a nivel mundial, impulsada en parte por las bajas tasas de interés de los principales bancos centrales, ha alcanzado niveles récord. En el segundo trimestre de 2019, el nivel de endeudamiento alcanzó un 320% del PIB mundial. El aumento de la deuda ha sido generalizado entre los distintos países y sectores económicos. Destaca particularmente el aumento de la deuda del gobierno en los países desarrollados y del sector corporativo no financiero en los países emergentes. Además de los niveles absolutos de endeudamiento, la creciente proporción de deuda cuyo rendimiento es negativo también constituye un factor de riesgo para la estabilidad financiera mundial. 

El sector externo 

El déficit en cuenta corriente de América Latina se mantiene relativamente constante en torno al 2,0%. Si bien el déficit de la balanza de renta crece a raíz de los menores ingresos provenientes de las utilidades de la inversión extranjera directa y los mayores pagos de intereses de la deuda, es compensado por el aumento de las remesas. Por otra parte, el superávit de la balanza de bienes y el déficit de la balanza de servicios permanecen constantes en un 0,4% y un 1,0% del PIB, respectivamente, como resultado de una contracción tanto de las exportaciones como de las importaciones a causa del empeoramiento de la actividad interna y de la demanda externa. 

Los términos de intercambio de la región empeoran en 2019, especialmente para los países exportadores de hidrocarburos y productos mineros. Esto afectará negativamente el ingreso disponible y las cuentas fiscales de las economías exportadoras de productos básicos. No obstante, el Caribe y Centroamérica se benefician de los menores precios de la energía, los alimentos y otros productos básicos. 

En el primer semestre de 2019, América Latina —sin considerar la Argentina— experimentó un aumento de los flujos financieros, como consecuencia de una recuperación de los flujos de depósitos y créditos que compensó los menores flujos de inversión extranjera directa y de cartera. Sin embargo, si se incluye a la Argentina, los flujos financieros totales hacia la región cayeron un 7%. 

En un contexto de bajas tasas de interés internacionales, a partir del segundo trimestre de 2019, han comenzado a aumentar las emisiones de bonos. Las emisiones de deuda tuvieron una expansión del 20% en los diez primeros meses de este año, en comparación con el mismo período de 2018, y totalizaron 103.000 millones de dólares. El alza se explica por el incremento de un 83% de las emisiones de empresas del sector corporativo no financiero y de un 28% de las emisiones realizadas por empresas bancarias. Por el contrario, las emisiones de bonos soberanos han disminuido ligeramente (-0,3%) debido a la elevada base de comparación de 2018, los bonos cuasisoberanos se han reducido un 13% y las emisiones supranacionales han caído un 30% en los diez primeros meses del año. 

Algunos países que no habían registrado emisiones en 2018 —El Salvador, Guatemala y Jamaica— vuelven a los mercados de deuda por medio de emisiones de bonos soberanos y otros —Ecuador y Perú— acometen el mejoramiento del perfil de su deuda. 

Por su parte, el nivel de riesgo soberano de la región ha mostrado durante el año una tendencia a la baja y su comportamiento en los países ha sido muy dispar. 

La actividad económica 

En el primer semestre del año, el PIB de América Latina se estancó y tuvo un crecimiento nulo, por debajo del 1,34% registrado en el mismo período del año anterior. La desaceleración se produjo en 18 de las 20 economías de América Latina, con la excepción de Colombia y Guatemala. 

Desde el punto de vista sectorial, este menor dinamismo se explica por la mayor cantidad de sectores que se contraen —como la industria manufacturera, la construcción y el comercio— y se suman al retroceso continuo de la minería en los últimos años. El desempeño de la demanda interna fue bajo en toda la región. Cada uno de sus componentes —consumo privado, gasto de gobierno e inversión— presenta tasas de variación anual negativas, que contribuyen negativamente al crecimiento del PIB. Solo el comercio exterior contribuye de manera positiva al crecimiento del PIB, sobre todo como consecuencia del crecimiento negativo de las importaciones, pues el dinamismo de las exportaciones es menor. 

En la evolución de la demanda interna, destaca la significativa reducción de los inventarios, que se contraen desde el primer trimestre del año, con tasas superiores a las observadas en años anteriores. En el primer semestre de 2019, la reducción de las existencias ha restado 0,5 puntos porcentuales al crecimiento del PIB. A la evolución negativa de los inventarios se suma la formación bruta de capital fijo, que disminuyó un 1,5% en la primera mitad del año, acumulando tres trimestres consecutivos de retroceso. Este resultado se atribuye a la reducción de las inversiones, tanto en construcción como en maquinaria y equipos. 

El consumo, público y privado, ha sido uno de los componentes de la demanda más golpeados. El detrimento del consumo público se enmarca en la dinámica de ajuste fiscal que han implementado los gobiernos de la región, cuyo objetivo se ha centrado más en mantener las cuentas fiscales bajo control que en potenciar el crecimiento del PIB mediante la política fiscal. Su contribución al crecimiento ha pasado de 0,5 puntos porcentuales en los últimos años a restar 0,2 puntos en el segundo trimestre de este año. 

En términos subregionales, tanto en América del Sur como en México y Centroamérica, se observa una clara reducción de las tasas de expansión en los primeros trimestres de 2019 respecto de la tasa media de crecimiento del año anterior, a pesar de las características disímiles que tienen las economías de dichas economías. Mientras que las de América del Sur se especializan en la producción de bienes primarios —en particular, petróleo, minerales y alimentos—, las de México y Centroamérica se vinculan principalmente al ritmo de expansión de los Estados Unidos. 

En el segundo trimestre de 2019, las economías de América del Sur crecieron a una tasa promedio del -0,26%, una cifra inferior al 1,0% del año anterior. En el mismo período, las economías de Centroamérica alcanzaron una tasa de crecimiento del 2,8%, 1,5 puntos menos que en el segundo trimestre de 2018. Si se toman en cuenta Centroamérica y México juntos, el crecimiento hasta el segundo trimestre de 2019 fue del 0,6%, una cifra muy inferior al 2,2% del mismo período de 2018. En forma análoga, el crecimiento en el Caribe de habla inglesa y holandesa disminuyó 0,3 puntos porcentuales en 2019 con respecto al 1,8% registrado el año anterior. 

Empleo y salarios 

En 2019, la debilidad de la actividad económica provocó, a nivel regional, un nuevo deterioro del mercado laboral, que se expresó en el empeoramiento de una serie de variables y fue bastante generalizado entre los países de la región. La tasa de desocupación nacional se incrementó, en promedio, de un 8,0% a un 8,2%. Aproximadamente 1 millón de personas engrosaron las filas de desocupados, con lo que el número de personas que buscan un empleo en la región ascendería a 25,2 millones de personas. 

El deterioro del mercado laboral se observa también en el hecho de que, en el conjunto de la región, se estima que el trabajo por cuenta propia se expandió un 3,0%, mientras que el empleo asalariado aumentó un 1,5%. El número de asalariados registrados se incrementó levemente, pero, por lo general, por debajo de la expansión del número de ocupados y de no asalariados, lo que constituye otro indicador del deterioro de la composición del empleo. El aumento del subempleo horario y de la informalidad laboral también ha sido bastante generalizado entre los países de la región. 

A pesar de que, en 2019, ha continuado reduciéndose la brecha de género con respecto a la tasa de ocupación, en el marco de un fuerte incremento de la tasa de participación de las mujeres, se ha ampliado la brecha entre hombres y mujeres en lo que respecta a la tasa de desocupación. Por otra parte, en un contexto de débil demanda laboral, existen indicios de que buena parte de los nuevos trabajos remunerados de las mujeres son de mala calidad. 

Los salarios medios reales del empleo registrado experimentaron, en la mayoría de los casos, leves incrementos. Esta evolución, sin embargo, no fue generalizada. En la Argentina, la aceleración de la inflación incidió en una caída significativa y, en el Brasil, se registró una leve pérdida del salario medio real del empleo registrado, a pesar de la reducción de la inflación. En México, por el contrario, el salario medio real del empleo registrado registró el mayor aumento desde 2002, en parte por el incremento significativo del salario mínimo. 

Sin embargo, la política salarial preponderante en los países de la región se centró en aumentos solo muy levemente por encima de la inflación. Así pues, en la mediana de los países, el aumento interanual del salario mínimo real calculado para los primeros tres trimestres del año fue, al igual que en 2018, de solo un 0,8%, lo que interrumpió la tendencia del decenio anterior, durante el cual se registraron incrementos más sustantivos. 

Las proyecciones de crecimiento económico para 2020 no dan motivo para esperar que repunte la generación de empleo de calidad. Seguiría prevaleciendo —con algunas diferencias entre los países— la tendencia al deterioro de la composición del empleo, en lo que se refiere a las categorías de ocupación, el subempleo y la informalidad. Entretanto, en los países que tienen una inflación baja y estable, los salarios reales del empleo registrado se mantendrían sin grandes cambios. En muchos países, es probable que también aumente la tasa de desocupación. En cuanto al promedio ponderado regional, se estima que la tasa de desocupación podría subir levemente con respecto al nivel de 2019, con lo que llegaría a alrededor de un 8,4%. 

Las políticas macroeconómicas 

La política fiscal 

Para el cierre de 2019, se prevé que el resultado primario de los gobiernos centrales de América Latina promedie el -0,2% del PIB, en comparación con el -0,4% registrado en 2018. Este descenso del déficit primario será resultado de la contracción del gasto primario. El resultado global se ubicará en torno al -2,8% del PIB. 

Según las proyecciones, los ingresos públicos totales de América Latina se mantendrán en un 18,1% del PIB en promedio, nivel similar al de 2018. Sin embargo, dichos ingresos podrían verse afectados por la desaceleración de la actividad económica y la reducción de los precios de los recursos naturales no renovables. 

El gasto público total también se mantendrá estable en la región en 2019, en torno al 20,9% del PIB. En lo que respecta al comportamiento de los componentes del gasto, se observa una reducción del gasto corriente primario y del gasto de capital de 0,1 puntos porcentuales del PIB en ambos casos, en comparación con 2018. Por otra parte, se prevé un aumento del pago de intereses de 0,1 puntos porcentuales del PIB con respecto a 2018. 

En cuanto a la deuda, al cierre del segundo trimestre de 2019, la deuda pública bruta de los gobiernos centrales de América Latina asciende, en promedio, al 43,2% del PIB, lo que representa un aumento de 1,3 puntos porcentuales del PIB en comparación con el cierre de 2018. El endeudamiento público ha crecido tanto en América del Sur como en Centroamérica y, en junio de 2019, se ubica en torno al 45% y el 41% del PIB, respectivamente. Los países del Caribe, por su parte, siguen consolidando una trayectoria a la baja de la deuda pública bruta, al pasar del 71,7% del PIB en 2018 al 69% del PIB al cierre del primer semestre de 2019. 

El manejo de la política fiscal más allá de los desafíos a corto plazo debe poder abordar los retos estructurales de la política fiscal de la región, entre los que destacan la insuficiente capacidad para movilizar recursos para el desarrollo, el débil músculo redistributivo, la deficiente provisión de bienes y servicios públicos, y una institucionalidad contracíclica limitada. Asimismo, uno de los desafíos más importantes de la política fiscal consiste en contribuir a redinamizar la actividad económica y atender las demandas sociales relacionadas con la reducción de la desigualdad. 

Las políticas cambiaria y monetaria y los precios 

En los primeros diez meses de 2019, la inflación promedio de América Latina y el Caribe se situó en niveles históricamente bajos y experimentó una reducción de 1,2 puntos porcentuales respecto al mismo período de 20181. Pasó de una tasa del 3,6% en octubre de 2018 al 2,4% en octubre de 2019. La dinámica antes mencionada de la inflación promedio regional refleja la reducción de la inflación interanual en 19 países de la región. A nivel de subregiones, la evolución de la inflación interanual se plasmó en una reducción en las economías de América del Sur de 1,0 punto porcentual, pasando de un 3,3% en octubre de 2018 a un 2,3% en octubre de 2019. En Centroamérica y México, la inflación interanual pasó de un 4,2% a un 2,7% entre octubre de 2018 y octubre de 2019, mientras que, en las economías del Caribe no hispanohablante, lo hizo del 3,0% al 2,5% en el mismo período. 

A nivel de los componentes del índice de inflación, el rubro alimentos registró un aumento de la inflación interanual entre octubre de 2018 y octubre de 2019, pasando de un 2,8% a un 3,3%, respectivamente. La inflación registrada en los bienes transables subió del 2,5% al 2,7% en ese mismo lapso. La inflación subyacente no sufrió modificaciones, sino que se mantuvo en un 2,7%. En el caso de la inflación de los bienes no transables y servicios, entre septiembre de 2018 y septiembre 2019, esta se redujo de un 4,3% a un 2,1%. 

La reducción de la tasa de inflación, junto con la prolongada y generalizada desaceleración de la demanda agregada interna en la región —en especial, del consumo y la inversión—, ha llevado a las autoridades monetarias a optar por la adopción de políticas monetarias expansivas en los primeros diez meses de 2019. 

El descenso registrado por la inflación en lo que va de año brinda, por un lado, un mayor espacio para instrumentar políticas monetarias expansivas, pero, por otro lado, pone de manifiesto la marcada desaceleración de la actividad. Las menores depreciaciones y el descenso de la volatilidad que han venido registrando las monedas de la región en 2019, en comparación con los niveles observados en 2018, también han hecho posible la adopción de políticas de estímulo a la demanda un tanto más expansivas, pero el repunte que ambas variables han mostrado en el segundo semestre del año puede llevar aparejados mayores riesgos de cara al futuro. 

1 En los promedios regionales y subregionales, no se incluyen la Argentina, Haití y Venezuela (República Bolivariana de), ya que estos países presentan repetidamente niveles de inflación muy superiores al resto de las economías de la región. Si se tuvieran en cuenta esos datos, se vería afectada la representatividad de la dinámica descrita por la inflación a nivel regional. 

La política monetaria tendió a ser expansiva y con reducciones de las tasas de política en aquellos países que la emplean como principal instrumento de política, mientras que, en la mayoría de las economías de la región en las que la regulación del crecimiento de los agregados monetarios es el principal instrumento de política, la base monetaria aceleró su crecimiento en los primeros tres trimestres de 2019 respecto a los niveles observados al cierre de 2018. Cabe recalcar que las iniciativas dirigidas a expandir la demanda agregada interna se acentuaron en el segundo semestre de 2019, ya que, hasta el primer semestre de 2019, solo cuatro bancos centrales habían reducido sus tasas de política. 

A pesar de esta política monetaria predominantemente expansiva, el crédito interno al sector privado, expresado en términos reales, ha tendido a contraerse en el conjunto de la región, con la excepción de las economías que emplean la tasa de interés como principal instrumento de política monetaria. En estas últimas, el crédito real otorgado al sector privado no ha dejado de crecer, pero a un ritmo cada vez menor. En las economías que emplean agregados monetarios, se ha acentuado la desaceleración que esta variable venía mostrando desde el tercer trimestre de 2017 y, en el tercer trimestre de 2019, se registró una contracción del 0,5%. En las economías del Caribe no hispanohablante, el crédito interno otorgado al sector privado se ha mantenido estancado desde el segundo trimestre de 2019, tras haber alcanzado tasas de crecimiento bajas pero positivas en 2018 y en el primer trimestre de 2019. 

En lo que se refiere a la evolución del tipo de cambio, en los primeros 11 meses de 2019, las cotizaciones de 13 (de 18) de las monedas de la región tendieron a depreciarse en términos nominales frente al dólar. En general, las tasas de depreciación anualizadas fueron menores en 2019 que en 2018, aunque en algunos países persisten tasas de depreciación de más del 5%. En 2019, en especial en el primer semestre del año, las cotizaciones de las monedas de la región también exhibieron una menor volatilidad, con reducciones en 11 de las 18 economías con tipos de cambio ajustables. 

Durante los primeros 11 meses de 2019, las reservas internacionales de la región experimentaron una caída de 6.300 millones de dólares, es decir, un 0,7% respecto al cierre de 2018. A lo largo del año, el ritmo de acumulación de las reservas internacionales cambió significativamente y, mientras que en los primeros siete meses de 2019 se experimentó un aumento del 4,5% (39.328 millones de dólares) respecto al cierre de 2018, entre julio y noviembre de 2019 el saldo de las reservas se redujo 45.629 millones de dólares, lo que equivale a un 5,0%. Esta evolución de las reservas se explica principalmente por las mayores intervenciones hechas en los mercados cambiarios durante el segundo semestre del año para atenuar las presiones sobre las cotizaciones de las divisas, así como por los resultados deficitarios de las cuentas externas. 

Desafíos y perspectivas para América Latina y el Caribe en 2020 

En 2019, la región ha enfrentado un escenario externo poco favorable en términos de crecimiento de la economía y comercio mundial. Para 2020 se espera que el escenario internacional se mantenga similar al de 2019, aunque con un sesgo hacia el aumento de la incertidumbre y la vulnerabilidad. Las tensiones comerciales se mantienen latentes y han afectado los niveles de confianza y de inversión en algunas economías con sectores ampliamente expuestos al comercio internacional, poniendo en riesgo no solo el crecimiento de corto plazo sino también el de mediano plazo. 

Para 2020 se prevén nuevamente caídas de los precios de gran parte de los productos básicos. En consecuencia, en particular las economías de América del Sur 

—que son exportadoras de estos productos— se verían afectadas por términos de intercambio menos favorables y, por ende, menores ingresos disponibles, así como por una reducción de los ingresos fiscales derivados de las actividades extractivas. A esto se suma la desaceleración de sus dos principales socios comerciales, los Estados Unidos —que en 2020 crecerían menos del 2%— y China, que en 2020 experimentaría un crecimiento inferior al 6%, la menor tasa en los últimos 30 años. 

Junto al escaso dinamismo derivado de la menor actividad y del comercio mundial, el año 2020 traerá consigo un considerable nivel de incertidumbre, dados los riesgos que persisten en los mercados financieros. La acumulación de deuda a nivel mundial, impulsada en parte por las reducidas tasas de interés de los principales bancos centrales, está creciendo a una tasa más alta que el nivel de ingreso mundial y ha alcanzado niveles récord. El aumento ha sido generalizado en todos los sectores, y el hecho de que una parte significativa de la deuda mundial, de las economías emergentes y también de América Latina esté denominada en moneda extranjera deja a las economías más expuestas a cambios en las políticas monetarias en todo el mundo, que pueden tener importantes efectos en las hojas de balances de los agentes financieros y su capacidad de pago. 

Además de los niveles absolutos de endeudamiento, un factor de riesgo para la economía mundial es la creciente proporción de la deuda que se transa con rendimientos negativos (la cual se estima actualmente en unos 17 billones de dólares, o sea, el 20% del PIB mundial). Esto aumenta la vulnerabilidad de la estabilidad financiera mundial, ya que los rendimientos bajos o negativos de los activos seguros estimulan una búsqueda de rendimiento a través de la demanda de activos de mayor riesgo. Así, los rendimientos tienden a homogeneizarse y dejan de reflejar debidamente los perfiles de riesgo de los distintos activos. 

Por último, cabe decir que persisten los riesgos de índole geopolítica —en particular, las tensiones entre Hong Kong (Región Administrativa Especial de China) y China, que se han agudizado en 2019— y están en marcha procesos con posibles consecuencias para el mundo que no se terminan de dilucidar, como el brexit y la forma que adoptarán en el futuro las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea. 

Las perspectivas para el escenario internacional en 2020 no son mejores de lo que fue 2019 y no es posible descartar nuevos episodios de aumento de la volatilidad y empeoramiento de las condiciones financieras que vayan acompañados de un mayor freno a la actividad económica en distintas regiones, incluida América Latina y el Caribe. 

Además, junto con el débil crecimiento económico, han surgido en algunos países de la región niveles crecientes de conflictividad social y demandas sociales. Esto ha redundado en revisiones a la baja de las tasas de crecimiento esperadas para el cierre de 2019 y también de 2020 en los países afectados. 

En un escenario externo difícil y con una desaceleración que abarca a 18 de las 20 economías de América Latina y 23 de las 33 economías de América Latina y el Caribe, se prevé que, en 2019, la región continúe en una senda de bajo crecimiento, con una expansión estimada del PIB del 0,1%. Si bien para 2020 se espera una mayor tasa de crecimiento que en 2019, esta se mantiene aún en niveles bajos, con un promedio para la región del 1,3%.

Algunos gráficos o tablas donde aparece Cuba:





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