Por: José Luis Rodríguez
En este artículo: Comercio, COVID-19, Crecimiento, Crisis, Crisis Económica, Inversiones, Neoliberalismo, PIB
La economía mundial enfrenta en estos momentos una crisis sin precedentes. El estallido de la pandemia de la COVID–19 ha puesto en evidencia la crisis que se venía gestando en el modelo neoliberal que durante años se ha estado aplicando en las diferentes economías del mundo capitalista.
No se trata, pues, de que la emergencia sanitaria sea únicamente la causante del cataclismo que hoy afecta a todos los países sin excepción. Lo que esta pandemia está mostrando son las consecuencias del modelo capitalista actual y su incapacidad para superar las limitaciones que impone el mercado por encima de la existencia misma de la humanidad.
Como certeramente ha dicho Ignacio Ramonet en un ensayo reciente: “Todo está yendo muy rápido. Ninguna pandemia fue nunca tan fulminante y de tal magnitud. Surgido hace apenas cien días en una lejana ciudad desconocida, un virus ha recorrido ya todo el planeta y ha obligado a encerrarse en sus hogares a miles de millones de personas. Algo solo imaginable en las ficciones postapocalípticas.
“A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es solo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de “hecho social total”, en el sentido de que convulsiona el conjunto de las relaciones sociales y conmociona a la totalidad de los actores, instituciones y valores.
“La humanidad está viviendo –con miedo, sufrimiento y perplejidad– una experiencia inaugural. Verificando concretamente que aquella teoría del “fin de la historia” es una falacia… Descubriendo que la historia es, en realidad, impredecible.
“Nos hallamos ante una situación enigmática. Sin precedentes. Nadie sabe interpretar y clarificar este extraño momento de tanta opacidad, cuando nuestras sociedades siguen temblando sobre sus bases como frente a un cataclismo cósmico. Y no existen señales que nos ayuden a orientarnos… Un mundo se derrumba. Cuando todo termine la vida ya no será igual”. (1)
La sociedad cubana no escapa a esos impactos.
La evaluación preliminar de las consecuencias de la COVID–19 depende del escenario de afectación en tiempo e intensidad de la pandemia en Cuba y el mundo.
Dado el carácter abierto de nuestra economía, tiene una singular importancia examinar los impactos a que está sometida a partir de la evolución de la economía mundial.
De tal modo, y según los estimados más recientes del FMI (2), los pronósticos de la evolución económica mundial en este año llevarán globalmente a una caída del 3% en el PIB, con significativos impactos en EE.UU (-5.9%), la Unión Europea (-7%), Japón (-5.2%) y Rusia (-5.5%).
Se espera un crecimiento de solo un 1.2% en China y de 1.9% en la India, entre los países más grandes. En el caso de América Latina y el Caribe, el FMI pronostica una caída de -5.2%, similar al -5.3% previsto por la Cepal, donde todos los países –excepto Guyana– decrecen en 2020. (3)
Los impactos de la crisis a escala mundial se aprecian –además– en los pronósticos de caída de la inversión extranjera directa entre 30 y 40%; (4) la reducción del comercio mundial de entre 12.9 y 31.9%, según la OMC; (5) y la disminución de hasta 30% del turismo, (6) a lo que se añade que, según datos del Banco Mundial, se ha estimado un posible descenso del 19.7% en las remesas enviadas a los países de ingresos bajos y medios, (7) todo esto entre las consecuencias macroeconómicas más importantes identificadas hasta el momento.
En el caso de América latina y el Caribe, la CEPAL (8) identifica cinco canales por los que se prevé la mayor afectación en la región. Estos son:
–Disminución de la actividad económica de varios de los principales socios comerciales en las exportaciones de bienes de los países de la región. Las exportaciones de la región a ese destino podrían caer hasta 15% en términos de valor.
–Caída en la demanda de servicios de turismo, que impactaría más severamente en los países del Caribe. Se calcula que si la prohibición de viajes se prolonga por tres meses, la actividad turística en el Caribe en 2020 se contraería 25%.
–Interrupción de las cadenas globales de valor. Países que importan partes y bienes intermedios desde China para sus sectores manufactureros.
–Caída de los precios de los productos básicos (commodities), sobre todo para los países exportadores de materias primas en América del Sur.
–Mayor aversión al riesgo de los inversionistas, y empeoramiento de las condiciones financieras globales.
Estos canales están respaldando un pronóstico de impacto muy desfavorable para la región cuyos principales indicadores son:
1) Contracción de la actividad económica con una tasa de crecimiento del PIB negativa (-5.3%)
2) Aumento del desempleo, con una tasa en torno al 11.5% (un aumento de 3.4 puntos porcentuales respecto al nivel de 2019). El número de desempleados de la región llegaría a 37.7 millones
3) Incremento de la tasa de pobreza, llegando a 34.7% (4.4 puntos porcentuales mayor que en 2019), lo que significa un incremento a 214.7 millones de personas en situación de pobreza (28.7 millones más que en 2019) y 83.4 millones de personas en pobreza extrema (13.5%).
Dicho escenario se agrava en un contexto de insuficiente coordinación supranacional, en el que los países no están desarrollando agendas comunes para el abordaje de la crisis.
Los Gobiernos están tomando –fundamentalmente– medidas económicas, fiscales y monetarias que implican aumentar el gasto social, bajar las tasas de interés, intervenir los mercados de tipo de cambio, suspensión de cobros de créditos bancarios, provisión de líneas de crédito para el pago de los salarios de las compañías y acciones para evitar el desabastecimiento de bienes básicos, entre otras.
(Continuará)
Notas
(1) Ver Ramonet (2020)
(2) Ver FMI (2020)
(3) Ver Cepal (2020)
(4) Ver Unctad (2020)
(5) Ver OMC (2020)
(6) Ver OMT (2020)
(7) Ver Banco Mundial (2020)
(8) Ver Cepal (2020)
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