Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 27 de junio de 2021

Libro "El CHE MINISTRO. TESTIMONIO DE UN COLABORADOR " 2ª Edición ( CapituIo VI)

 Por Tirso.W.Saenz

CAPÍTULO 6

LA ORGANIZACIÓN DEL MINISTERIO DE INDUSTRIAS Y EL IMPULSO A LA PRODUCCIÓN

 

Por lo presentado en los capítulos anteriores –  el cuadro general de la base industrial existente en Cuba y la creación del Ministerio de Industrias, además del caso específico del ICP – se puede tener una idea de lo que representaba el desafío de desarrollar la industria nacional dentro del contexto adverso en que se encontraba el país.

Bajo la dirección del Che, los problemas de la industrialización del país trataron de abordarse integralmente: resolver con la mayor agilidad posible las urgentes tareas de la producción y, al mismo tiempo, elaborar un criterio general de desarrollo perspectivo.

Se trataba de establecer un modelo dinámico que permitiera, por un lado, restablecer la producción y, por otro, perfeccionar la base productiva existente, viabilizando el tránsito gradual a una etapa de ampliación cualitativa y cuantitativa del tejido industrial. Este fue el inicio del primer proceso de reconversión industrial realizado en Cuba con una visión social y económica de profundo sentido ideológico. O sea, en este complejo proceso se integraba la política de la Revolución con las  tareas de la producción.

Esa integración presentaba múltiples desafíos. Algunos ya fueron citados anteriormente  y otros serán descritos en este y otros capítulos.

Desde el punto de vista de la producción, los obstáculos parecían ser, sobre todo, de naturaleza técnica. Y sin duda, lo eran. Sin embargo, las bases de todas las decisiones, planes, programas y actividades técnicas estarían, a partir de entonces, asociadas a los principios de la Revolución. El análisis, la definición y la implementación de una solución técnica para cualquier problema estaban fuertemente impregnados de elementos, además de económicos, sociales, políticos e ideológicos. Cambiaron los fundamentos y, consecuentemente, cambiaron los criterios. No se deseaba cualquier solución técnica, basada exclusivamente en los criterios de eficiencia obtenida a costa de la renuncia a los principios básicos de la Revolución. Encontrar soluciones para los problemas técnicos se tornaba un proceso mucho más complejo, en la medida en que se establecía una intrincada relación entre la técnica y la política. Se trataba, por tanto, de poner en práctica una nueva mentalidad, una nueva cultura, una nueva “visión del mundo”, asentadas ideológicamente y que necesitaba concretizarse en la construcción socialista de una nueva sociedad.

Bajo esa nueva perspectiva, la solución de los problemas técnicos ocasionados por el uso de nuevos o diferentes materiales, por ejemplo, pasaba a exigir también un esfuerzo científico y tecnológico interno. Era necesario crear capacidades propias, tanto para la toma de decisiones relacionadas con las selecciones científicas y tecnológicas, la generación y absorción de tecnologías externas, como para el fortalecimiento y la implementación de actividades internas que permitiesen recorrer un camino socialmente responsable.

Para alcanzar ese nuevo proyecto nacional, era necesario realizar cambios fundamentales en las concepciones y prácticas productivas. En primer lugar, dada la propuesta de la Revolución, era indispensable que todo esfuerzo productivo, científico, técnico, organizativo o gerencial tomase como referencia primordial al propio trabajador - al Hombre en sentido genérico - buscando la mejoría de las condiciones de trabajo, de salud, y de educación, entre otras, de forma accesible a toda la población. No estábamos delante de simples cambios en las técnicas de producción, sino delante de la creación de una nueva base técnica, científica, organizativa, gerencial e inclusive, cultural, dentro de una nueva concepción política y social[1].

Ø  Primeras medidas para impulsar la producción

Con estos fundamentos, el Ministerio de Industrias instrumentó un conjunto de medidas y acciones dirigidas a recuperar, ampliar y desarrollar la industria. Esa actuación se basó en un abordaje integral e integrador, de forma que, tanto los diversos problemas existentes, como las perspectivas futuras pudiesen ser analizados en sus múltiples correlaciones y también cuanto a sus causas y posibles soluciones. Se trataba de una actuación firme y decisiva. Era imperioso tomar decisiones, solucionar los problemas. Esto exigía de un firme sentido de disciplina, dedicación y cumplimiento de responsabilidades, a lo que se vinculaba también formas apropiadas de control. Al mismo tiempo, se estimuló la creatividad y la participación activa de la clase obrera.

El Che introdujo numerosas políticas dentro del MININD, dirigidas a preparar a la clase obrera para el control cada vez más directo y descentralizado de la producción, pretendía así aprovechar la energía creativa de los trabajadores a fin de encontrar soluciones a los problemas diarios en la producción y desarrollar las fuerzas productivas mediante la racionalización de la producción, la disminución de los costos, la elevación de la productividad y la introducción de innovaciones tecnológicas, forjando el concepto de que la industria cubana funcionara como una gran empresa, elevando el concepto del trabajo  como un deber social. En definitiva, todo ello buscaba imprimirle a la producción el carácter democrático y participativo necesario para preparar a la sociedad en transición hacia el comunismo.

Destacaremos, a continuación, algunos objetivos y metas que reflejaban de manera sintética, el trabajo del Ministerio bajo la dirección del Che. Algunos se referían a aspectos organizativos que permitieran acometer el abordaje que se preconizaba, otros estaban directamente relacionados a las actividades de recuperación, ampliación y desarrollo de la producción;

Ø  Organización y procesos de toma de decisión en el Ministerio

Era necesario establecer estructuras organizativas y mecanismos ágiles e interactivos desde la fábrica hasta el propio Ministerio para organizar la producción. Organizar un Ministerio de carácter socialista, abarcando la casi totalidad de la producción industrial del país, en el contexto de un cambio radical de propiedad social, sin experiencia previa en este tipo de proceso y con todos los problemas relatados anteriormente resultaba una cuestión de una elevada complejidad.

Enrique Oltuski[2], nombrado Director de Organización, hizo un gran esfuerzo para elaborar y proponer variantes de estructuras en corto tiempo. Como el propio señaló, esa Dirección se creó en contra de la opinión de especialistas de países socialistas[3]. Sin embargo, ella desempeñó un papel fundamental al dotar al Ministerio de una adecuada funcionalidad, organizándolo conforme a los criterios fundamentales y métodos de dirección esenciales al carácter socialista que se pretendía implantar.

Este trabajo organizativo se extendió por todo el tejido industrial y sus áreas administrativas directas, desde el Ministerio hasta el reglamento de las fábricas, resultando en la formación de una amplia estructura armónica. O sea, se estableció a través de toda la estructura del organismo, que abarcaba a centenares de miles de hombres, un método de trabajo único, conocido y aceptado en lo esencial por todos. Esto permitió a cada uno, a todos los niveles, conocer sus deberes y responsabilidades y como interactuar con los demás[4].

Una concepción importante para aquellos momentos fue la concepción de la Empresa Consolidada[5], o sea, la agrupación de fábricas de tecnologías similares bajo una dirección central. Se crearon 25 empresas consolidadas tales como la del Azúcar, la de Electricidad, la del Petróleo[6], la de Productos Farmacéuticos, la de Confecciones, la de Tejidos Planos, entre otras. Los directores de esas empresas respondían a los viceministros de Industria Básica o de Industria Ligera, según fuera el caso.

El Viceministro de Economía se encargaba de dirigir la planificación en todas sus categorías: producción, abastecimientos, trabajo y salarios, costos y precios e inversiones.

Al Viceministro, el de Construcción Industrial, le correspondían la negociación con otros países para la transferencia de tecnologías del exterior, parte de la proyección de ingeniería, principalmente civil, y la construcción de nuevas fábricas o la ampliación de otras.

El Viceministerio para el Desarrollo Técnico fue creado a finales de 1962, con el fin de promover y realizar actividades científicas y tecnológicas relacionadas con la actividad del Ministerio. Sobre su trabajo se tratará con mayor amplitud en el Capítulo 8.

Se hacía necesario establecer, por primera vez, un criterio de desarrollo nacional, basado en los intereses de todo el país. Es posible que criterios más actuales indicasen como más adecuada una estructura más horizontal y descentralizada de dirección, mas la realidad de la época apuntaba en sentido contrario, tomando en consideración dos factores principales: el bloqueo y la falta de dirigentes con la debida formación y experiencia.. Esta estructura vertical y centralizada, pero con una visión integral e integradora, permitía que se trataran de establecer flujos rápidos y efectivos de comunicación desde el nivel superior del organismo hasta la propia base, así como el control requerido sobre las actividades productivas. Aquella fluidez fue esencial, dada la realidad en la cual se debía actuar con las nuevas orientaciones

El ámbito del Ministerio era vasto y diverso; agrupaba a más del 80% de la producción industrial del país. Todo ese universo productivo debía operar y desarrollarse siguiendo criterios técnicos y económicos, pero también políticos y estratégicos - en muchas oportunidades, elaborados sobre la marcha - completamente nuevos para el país y, por tanto, para los dirigentes en general

Las extremadamente difíciles situaciones que enfrentaba el país requerían de soluciones y decisiones que debían ser pensadas técnica, económica y políticamente. No se podía olvidar que las consecuencias de las soluciones implementadas eran de gran complejidad política, social y económica, con impactos abarcadores y profundos en la nueva sociedad que se proponía consolidar.

Es necesario subrayar que el Che, con sus métodos y estilos de dirección, consiguió desarrollar junto a él un equipo de trabajo muy unido, entusiasta y esforzado, que discutía mucho, inclusive con el propio Che, para encontrar, dentro de un espíritu fraternal, las mejores soluciones a los innumerables problemas que se presentaban. En la reunión bimestral del 10 de marzo de 1962, el Che insistía en la importancia y la necesidad del trabajo colectivo, ya que:

[…] aumenta la comprensión de los problemas…aumenta la identificación de este equipo de gente que cada vez es capaz de interpretar las directivas en una forma uniforme y, al mismo tiempo, somos capaces de dar las directivas en una forma precisa de modo que nadie haga dos interpretaciones de ellas;[7]

Hoy, después de más de sesenta años, cuando los miembros de ese equipo – de los muy pocos que estamos aún vivos – nos encontramos para conmemorar cualquier ocasión, resulta una reunión de familia muy querida y llena de recuerdos.

Otros elementos esenciales y decisivos para garantizar el mejor desempeño posible del Ministerio fueron el entusiasmo y el esfuerzo personal y colectivo de sus dirigentes y trabajadores a todos los niveles, traducidos en largas jornadas - días, noches y madrugadas – que se extendían en función del cumplimiento de las metas y la solución a los problemas de la producción.

Esos factores, asociados a otras medidas que serán analizadas posteriormente, hicieron que pudiera decirse que, después de poco tiempo, que el Ministerio funcionara adecuadamente, casi como un reloj. Las directivas y orientaciones superiores llegaban y se ponían en efecto rápidamente; los problemas de la base generalmente se conocían con bastante claridad en la superestructura y en las empresas, tratándose de resolver a la brevedad posible; las informaciones requeridas fluían en tiempo y forma.

En ese proceso, el flujo ágil de la información estadística era un factor imprescindible. Para el Che, el desarrollo del país sería imposible si no fuesen combatidas serias deficiencias en cuanto al conocimiento básico en muchas áreas, entre ellas la matemática y la estadística. Una de sus exigencias primordiales era en la elaboración precisa de los datos y su análisis adecuado de las cifras referidas a la producción para la toma de decisiones. Para esto, instaló en el Ministerio una computadora, la primera que había entrado en Cuba antes de la Revolución – ¡para ser utilizada para el cálculo de las apuestas en las carreras de galgos![8]- Tal era la situación del país en cuanto a la computación[9]

Para alcanzar un adecuado control administrativo debía ocurrir una mejora radical en el conocimiento de las estadísticas, y tendrían que implementarse estructuras y metodologías de contabilidad para monitorear los costos de producción.

Ya en 1964, el día 10 de cada mes, se había logrado que estuvieran los datos estadísticos fundamentales de las fábricas que representaban el 75% del valor de producción del Ministerio.

En cuanto a la insistencia del Che en mejorar los métodos contables, las estadísticas para perfeccionar el análisis, el control y la eficiencia de las fábricas y empresas, Fidel expresó:

...algo a lo que el Che le prestó una atención absoluta, total y preeminente, fue a la contabilidad, al análisis de los gastos, al análisis de los costos, centavo a centavo. Che no concebía la construcción del socialismo y el manejo de la economía, sin la organización adecuada, el control eficiente y la contabilidad estricta de cada centavo. Che no concebía el desarrollo sin la elevación de la productividad del trabajo. Che, incluso, estudiaba matemática para aplicar fórmulas matemáticas al control de la economía y fórmulas matemáticas para medir la eficiencia de la economía. Che, algo más, soñó con la computación aplicada al manejo de la economía, como cosa esencial, fundamental, decisiva, para medir la eficiencia en el socialismo.[10]

Cumplir los planes de producción, bajo las condiciones de aquellos momentos, era una tarea harto difícil, pero se había convertido en una cuestión de honor revolucionario. Por lo tanto, promover, impulsar, contribuir a la solución de los problemas, controlar discutir, exigir para alcanzar las metas al máximo posible, fueron tareas prioritarias para todos los dirigentes del Ministerio, sus empresas y unidades de producción.

Recuerdo la primera fábrica que cumplió, en 1962, su plan de producción anticipadamente, dos o tres meses antes de que terminara el año: la fábrica de Tejas Infinitas, en Camagüey; una unidad pequeña, de tecnología muy rudimentaria, que producía tejas acanaladas de cartón, recubiertas con asfalto. En esos momentos, aunque ese hecho hubiese ocurrido en un centro pequeño y de impacto económico relativamente bajo, representaba una gran hazaña que debía ser altamente estimulada, dada su significación histórica y su ejemplo y acicate para otras fábricas

Arturo Guzmán y yo viajamos hasta allá para participar en la celebración de tal acontecimiento. Se había organizado un acto público de gran magnitud al frente de la fábrica. Cientos de personas entusiasmadas estaban congregadas al frente a ella. Comenzaron los discursos. Primero habló el administrador, informando de tal hazaña, después, el Secretario Provincial de la CTC, una persona muy conocida y respetada, gran orador. A continuación, habló Guzmán, quien también era un orador vibrante. El cierre me tocaba a mí. Hasta ese momento, yo nunca había hablado en un acto público de esa magnitud y nunca había ensayado una oratoria vibrante. Por otra parte, tampoco podía cerrar el acto con unas palabras flojas. Tenía que hablar al estilo de la Revolución. Por tanto, me llené de coraje, tomé el micrófono y comencé un discurso inflamado. El público, cada vez más entusiasmado, me interrumpía con aplausos cada vez más cerrados. Entusiasmado también estaba un hombrecito pequeñito que estaba detrás de mí en la tribuna, vestido de miliciano, quien no pudo reprimirse, me arrebató el micrófono y gritó con gran emoción:

-          ¡Viva la Revolución!, ¡Viva Fidel!

Y lo inesperado, que nos hizo sonreír disimuladamente:

-          ¡Viva Rusia!

 

Ø  Implantar un proceso de toma de decisiones participativo y responsable: las diferentes formas de análisis y dirección colectivas.

En la estructura del Ministerio de Industrias, en sus empresas y fábricas, se fue definiendo gradualmente, aunque con relativa rapidez, el papel de cada nivel de dirección en la toma de decisiones.

Un aspecto importante era el extremo cuidado que se tomaba para que las decisiones fueran bien fundamentadas. Inclusive, cuando se trataba de encaminar propuestas sobre asuntos cuyo nivel de decisión era de la responsabilidad de niveles superiores, era necesario elaborar una buena justificación con sugerencias y recomendaciones.

El estilo de trabajo colectivo era importantísimo. Cada dirigente necesitaba tener una visión integral y una actuación participativa en los trabajos del Ministerio. Ese método de trabajo colectivo de dirección utilizado por el Che fomentó el espíritu y el trabajo de equipo, sin los cuales sería imposible superar los obstáculos y garantizar la realización de los objetivos establecidos.

Con vistas a asegurar ese proceso participativo, se crearon varios órganos colectivos de dirección y se establecieron procedimientos para el análisis y control de las medidas ejecutivas en el Ministerio[11].

Veamos algunas de esas instancias.

·      El Consejo de Dirección

Era el máximo órgano colectivo de dirección del Ministerio, en el que se analizaban los aspectos fundamentales de la política del Organismo. su instrumentación y las medidas más importantes a tomar. Participaban en él los viceministros, los directores del organismo (durante un tiempo, los directores de las empresas del Azúcar, la Electricidad y el Petróleo) e invitados de la Junta Central de Planificación, del Ministerio de Comercio Exterior, del Ministerio del Trabajo y de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Durante la etapa de creación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), participaba en la reuniones, como su represente, el compañero Manuel Luzardo, viejo militante comunista, a quien el Che le profesaba gran aprecio y quien contribuyó en buena medida a los análisis políticos que en el seno del Consejo se realizaban.

Esas reuniones se caracterizaban por un espíritu amplio de discusión. Aún así, el Che trataba siempre de concretar las cuestiones debatidas y de plasmarlas en acuerdos bien claros, con el responsable de su ejecución y la fecha de cumplimiento. Buena parte del éxito del trabajo de Ministerio se basaba en este método de discusión y en la implementación de los acuerdos sobre los cuales se ejercía un riguroso control. Para garantizar el cumplimiento de los mismos sobre todo en la etapa inicial de funcionamiento del Consejo y la inexperiencia de sus participantes, el Che estableció un sistema de sanciones por incumplimiento de ellos, a los que nos referiremos con mayor amplitud posteriormente. Eso formaba parte de la creación de una cultura de compromiso con las normas establecidas, de la formación de criterios de disciplina.

La disciplina comenzaba por los criterios de puntualidad. Para evitar atrasos en los Consejos de Dirección del Ministerio, el Che - quien era muy puntual -, en una de las primeras sesiones, a las 8:00 a.m., hora de su inicio, cerró con llave las puertas del salón. Todos los que llegaron tarde no pudieron entrar. Nadie más llegó tarde a los Consejos de forma injustificada.

·      Las reuniones bimestrales

Cada dos meses, se realizaban reuniones más amplias en las cuales participaban los viceministros, los directores del Ministerio y de empresas, delegados provinciales y algunos invitados. El Che las utilizaba para analizar, fijar y desarrollar políticas de trabajo, brindar orientaciones generales y específicas de tipo político e ideológico, así como líneas perspectivas del Ministerio. Esos encuentros se convertían en una importante fuente de orientación para los principales cuadros del Organismo; además servían para que el Che pudiera analizar y discutir colectivamente muchos criterios y conceptos de diferentes tipos que él iba elaborando sobre la marcha. El, debido a sus múltiples responsabilidades, no disponía de mucho tiempo para poder profundizar suficientemente en la fundamentación de todas sus ideas, de cuya necesidad y trascendencia estaba convencido; por ejemplo, aquellas relativas al Sistema Presupuestario de Dirección y a la forma de dirigir en un Estado Socialista, entre otras. Un análisis detallado mostraría con mucha claridad como su pensamiento fue desarrollándose, evolucionando y perfeccionándose sobre diversos tópicos, particularmente los relacionados con el Sistema Presupuestario de Financiamiento, tomando como base el método de discusión y análisis colectivo.

A las primeras sesiones que asistí como Director del ICP, me sentía perdido, al oír al Che hablar de sus ideas sobre ese Sistema y su contraposición al Sistema de Cálculo Económico, utilizado y preconizado fuertemente por la URSS y demás países socialistas, así como por dirigentes y funcionarios cubanos. No entendía nada de esa controversia. Yo conocía el sistema presupuestario utilizado en la Procter & Gamble; las empresas petroleras  también usaban el mismo sistema. En mi ignorancia política, yo no podía entender cuál era el problema de tipo ideológico que el Che planteaba. Después leí el Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS, que se consideraba “la Biblia” del pensamiento económico marxista, en el que se defendía el Sistema del Cálculo Económico. Me confundí más aún. Yo no era economista y tales cuestiones no me resultaban familiares. Pero confiando en la claridad y lucidez del pensamiento del Che, comencé a profundizar y defender este Sistema.

·      El análisis de balance de las empresas

Estas reuniones fueron una de las herramientas de trabajo más importantes del Ministerio. Todas las empresas vinculadas al mismo tenían que presentar el balance anual integral de sus actividades, analizado en una reunión conjunta de los consejos de dirección del Ministerio y de la empresa respectiva. En este sentido, se elaboraba un cronograma de la presentación de los informes para todo el año. Cada semana se analizaba una empresa diferente. Una terna, designada por Che de entre los miembros del Consejo de Dirección, procedía a hacer un análisis más profundo y detallado del informe, incluyendo visitas a las fábricas y entrevistas con dirigentes de la empresa. Al final, rendían al Consejo un diagnóstico y una evaluación del informe. Al mismo tiempo, inspectores y auditores visitaban la empresa y sus fábricas chequeando aspectos económicos, administrativos y productivos, emitiendo un informe sobre el desempeño de la empresa. A su vez, cada dirección especializada del Ministerio hacía una valoración crítica de la actividad de su frente en la empresa.

Estas reuniones se realizaban todos los lunes, por la tarde y eran presididas por el Che, quien discutía con minuciosidad, casi página por página, el informe y sus aspectos relevantes, deficiencias, logros, medidas a tomar y el análisis del personal dirigente de la empresa, entre otros aspectos. La participación de los miembros de los respectivos consejos en las discusiones era amplia, con alto espíritu crítico, entendido éste como el análisis de los aspectos positivos y negativos. Al final de la reunión, el Che emitía sus conclusiones y recomendaciones.

Algunos informes fueron brillantes, otros, un desastre. Como resultado de esos análisis varios directores de empresas fueron promovidos; otros fueron sustituidos; todos recibieron críticas, observaciones y sugerencias. Estas reuniones de trabajo permitieron el avance sustancial de muchas empresas.

Varios ejemplos. En el informe de la Empresa Consolidada de Productos Farmacéuticos, en enero de 1963, mostrando su visión a largo plazo, expresó que había que crear la base de una verdadera industria farmacéutica. Estas palabras, con el tiempo, se convirtieron en realidad.

En el análisis de la Empresa Consolidada del Cemento, en marzo de 1963, señaló que las conclusiones del Director eran muy pobres, que mostraba poco dominio de ella; la empresa parecía que tenía tres jefes. Indicó que había que salir de ese bache organizativo.

Un mes más tarde, en el análisis de la empresa del Níquel, dijo que el informe reflejaba que el aspecto económico era pobre. Por otra parte, señaló que en el aspecto tecnológico, el informe era ejemplar. Calificó el informe de bueno.

El Viceministerio de la Industria Ligera fue fuertemente criticado en el análisis de la Empresa Convertidora de Papel y Cartón, en mayo de 1963, por no haber detectado a tiempo el deficiente trabajo de esta empresa. También criticó a la Dirección del Ministerio por haber mostrado cierta apatía en el caso.

El informe de la Empresa Consolidada del Petróleo, en octubre 21 de 1963, fue calificado de excelente, pocos informes habían merecido esa calificación.

Un recuerdo simpático. En el informe presentado a la reunión para analizar el trabajo de la Empresa Consolidada de Bebidas y Licores, en 1962, aparecía el “papel crepé verde” entre la larga lista de abastecimientos críticos,. El Che, extrañado, al igual que todos nosotros, se interesó en saber la necesidad de este rubro. El Director de la Empresa respondió:

-          Comandante, el papel crepé verde se utiliza para dar color al licor de menta.

Claro, este era el “colorante” que utilizaba la anterior empresa privada. Era evidente que no se podía continuar incurriendo en aquella práctica cuando debería usarse con un mejor criterio de higiene y calidad. Esto puso en evidencia, además, que el Director, magnífico compañero, combatiente de la Sierra Maestra quien había alcanzado el grado de Capitán, carecía de un mínimo de preparación y de poder de análisis para dirigirla. Poco tiempo después fue sustituido.

Efectivamente, la presentación de los balances era un momento clave en la vida de la empresa y en la evaluación de sus dirigentes. Por eso, cuando yo era Director del ICP, tuve que dirigir desde mi casa, ya que estaba padeciendo de una fuerte hepatitis, la elaboración del informe que debería ser discutido, inclusive sin mi presencia. Bajo protestas de mi esposa, quien reclamaba que el médico me había recomendado reposo absoluto, el trabajo se realizó. La tarea fue ardua, pero se realizó, aún con riesgo de mi salud. ¿Podía yo sustraerme a que mi empresa fuese analizada sin que yo pudiera dirigir el informe?

Después de mi primera conversación con el Che, de mi proceso de incorporación a la Revolución, de los dolores de cabeza y apuros que pasé en diversas etapas en el ICP, a pesar de todo, yo tenía que mostrar autocríticamente los avances, problemas y deficiencias de la institución y mi parte alícuota de responsabilidad en los avances y retrasos. ¿Y el Che, muchas veces no estaba en estas reuniones con un fuerte ataque de asma? Su ejemplo era de una fuerza enorme. No podía haber otra opción para mí.

El análisis del ICP se realizó en el mes de enero de 1962. Yo no pude asistir. El médico me lo prohibió terminantemente. Mi Vicedirector, el Ing. Salvador Sala, según me informaron, hizo una presentación brillante del informe, recibiéndose comentarios favorables del Consejo de Dirección y, en particular, del Che.

·      Reuniones de control de producción de las empresas

En estas reuniones se analizaba integralmente, con todo detalle, el cumplimiento de los planes de producción de los principales productos de las empresas (60% de toda la producción) así como la atención a la búsqueda de soluciones a los principales problemas detectados.

En ellas participaban los viceministros y directores de rama. Estas eran reuniones dominicales, que se realizaban en la tarde, después de la habitual  jornada de trabajo voluntario. Che cuidaba mucho de los gastos del Ministerio y, por ello, no ofrecía almuerzo los domingos a los participantes. En broma, decíamos que era tacaño. Por tanto, cada uno iba a su casa, tomaba un baño almorzaba rápidamente y se incorporaba a la reunión en el Ministerio.

Cuando era Viceministro para la Industria Básica, mi participación en esas reuniones, así como la de mis directores de rama era muy activa. Los informes sobre la situación de cada una de las empresas que atendía, tenían que estar listos el viernes por la tarde, discutirlo con mis directores, para rendir un informe objetivo, con propuestas de soluciones para cada problema. Sin este análisis previo, nadie se podía presentar a una reunión con el Che.

Cuando fui Viceministro para el Desarrollo Técnico, ya no tenía que hacer esto. Yo no atendía empresas. Sin embargo, yo tenía que atender a toda la discusión para, no sólo estar enterado de la situación general del Ministerio y ofrecer opiniones y sugerencias, sino, sobre todo, para analizar cual podía ser la contribución científica-tecnológica, así como de capacitación, controles de calidad y colaboración con el extranjero de las unidades que atendía en la solución de los problemas de las empresas. Cada dirigente del Ministerio tenía que tener una visión y participación integral de las labores del mismo. Esta experiencia me sirvió de mucho, sobre todo cuando tenía que proyectar el trabajo de la capacitación, de la normalización y el control de la calidad, de los institutos de investigación y en las discusiones de convenios y protocolos de colaboración con el exterior.

Estas reuniones duraban muchas veces hasta la medianoche. Sin embargo, muchas veces, Aleida, la esposa del Che, nos salvaba. Uno de sus escoltas llegaba, entre las 8 y las 9 de la noche, a preguntar, de parte de ella, si él iba a la casa a comer. Él nos miraba, probablemente pensando que nuestras esposas e hijos estarían preguntando lo mismo y, entonces, respondía afirmativamente. Todos nos mirábamos con alegría. La reunión terminaría pronto. Sin embargo, en otras oportunidades, esto no sucedía. Los problemas no se habían terminado de discutir. Por un sentido elemental de responsabilidad, la reunión no podía concluir y seguíamos hasta la medianoche o más tarde.

Un domingo de 1963, Día de las Madres, la reunión correspondiente fue convocada, como siempre. Días antes, Celia, la madre de Che, al regresar de un viaje a Cuba, había caído presa por la dictadura que en aquellos momentos dominaba a la Argentina. Cuando comenzó la reunión, el Che dijo algo así:

-          Yo sé que es el Día de las Madres y que a Uds. les gustaría ahora estar en su casa con sus madres, esposas e hijos. También sé que mi Vieja está presa. No piensen que, debido a la situación de ella, yo me estoy desquitando con Uds. Es que tenemos asuntos importantes que discutir.

Todos comprendimos.

·         Las visitas de inspección a fábricas.

Estas visitas de inspección a fábricas por los dirigentes del Ministerio – incluyendo al Ministro - fueron establecidas por reglamento. Cada dirigente debía visitar, cada mes, una fábrica para realizar una inspección integral. Esta incluía, desde el análisis con su Administrador y los dirigentes de ella fábrica, incluyendo al Partido y al Sindicato, sobre el cumplimiento de los planes, los abastecimientos críticos, la disciplina financiera, la capacitación y las relaciones internas, entre otras. Se recorría la instalación, se conocía sus tecnologías de producción y sus diferentes problemas, se conversaba con los obreros, se examinaba la higiene de los baños, el estado del comedor y la comida. En la visita al almacén se tomaban al azar algunos ítems, se contaban y se verificaba en la tarjeta de control, si el conteo físico coincidía con lo marcado en la tarjeta. Era una forma de constatar el estado del control de los inventarios, aspecto éste sobre el cual el Che era muy exigente. Finalmente, el visitante se reunía con el consejo de dirección de la fábrica para discutir sus impresiones y las medidas de todo tipo que deberían ser tomadas.

Resulta aleccionador revisar los comentarios, críticas y recomendaciones – inclusive el grado de detalle - hechas por el Che en algunas de las fábricas que visitó. Por ejemplo, en una visita realizada a Nicaro, observó el poco cuidado con los medios de producción, almacenes improvisados, piezas sin orden, una suciedad extrema; en horario de trabajo existía una buena cantidad de obreros en una cantina interior. En otra fábrica de la industria textil vio como goteras afectaban el control electrónico de una caldera, lo que, además de su incidencia en la producción, era peligroso para los trabajadores.

En una unidad de la Empresa de Servicios anotó que el local “era infame”, que no existía organización de la producción. Encontró el camión especial de reparaciones en total desuso, pese a todo el plan que se le presentó con respecto a él. Sin embargo, encontró que el Administrador parecía inteligente y capaz, por lo que había que ayudarlo a superar sus deficiencias.

En la inspección a una fábrica de pinturas encontró deficiencias del Administrador en el manejo de la contabilidad. Como parecía un compañero despierto y entusiasta, indicó a la Empresa de ocuparse de su capacitación en estos aspectos. En otra empresa textil encontró que el costo por peso por unidad de producción había aumentado en ese año sin que se hubiese efectuado un análisis a fondo. Indicó que la Empresa correspondiente debía informar en un mes sobre esta cuestión.

En la visita a una unidad de la Empresa de Suministros, daba instrucciones de coordinar acciones a los viceministros para la Industria Básica y la Industria Ligera respecto al área propia de dos empresas. Dio un plazo de 15 para realizar esta coordinación. Además encontró que no se notaba ningún trabajo de análisis económico en la Unidad. Como ya el administrador había pasado un curso en esta materia, no se podía esperar más nada de él.

Otras fábricas le dieron una buena impresión como en una de la Empresa de Licores y Vinos donde encontró un gran espíritu de trabajo.

Los problemas sociales vinculados a los trabajadores fueron también objeto de sus apreciaciones y recomendaciones. En la visita a Nicaro, referida anteriormente, enfatizó que era imprescindible extremar las medidas para que existiese un abastecimiento adecuado a la población, casas suficientes para asentar a los obreros, recreos y deportes adecuados, dotando el círculo social de los elementos adecuados[12].

En la visita a una unidad de la Empresa de Recuperación de Materias Primas indicó que el Viceministro correspondiente debía informar sobre la solución al problema de la ropa imprescindible para algunos trabajadores.

Estas visitas son otro ejemplo de la preocupación del Che con los factores humanos y con la necesidad de una activa interacción efectiva entre los dirigentes con todos los trabajadores.

Una vez yo le protesté porque me habían asignado visitar una fábrica pequeña de sombreros en Baracoa. Respondiendo a mi reclamación, el Che me dijo con toda ironía:

-          ¿Y qué quiere el “señorito”, visitar sólo las fábricas importantes, adecuadas a su nivel? No señor, tienes que visitar todo tipo de unidades para conocer los problemas que tienen esas pequeñitas unidades, de las que nadie se ocupa. Allí hay obreros de carne y hueso que mucho agradecen y se sienten estimulados cuando un dirigente va a ocuparse personalmente de sus problemas.

Así fue. Visité la artesanal fábrica, no presentaba ningún serio problema productivo; sin embargo, existían varios problemas de tipo social relacionados principalmente  con la alimentación que fueron atendidos tan pronto regresé a La Habana, Ahora, lo más emocionante resultó la asamblea con los trabajadores. Cuánta alegría y entusiasmo mostraron al saber que estaban siendo visitados y sus asuntos siendo atendidos a un alto nivel del Ministerio.

Ø  Orientaciones básicas para viabilizar el impulso a la producción

Dadas las condiciones ampliamente discutidas hasta aquí, era imprescindible crear una base mínima de conocimiento sectorial y buscar solución para los problemas inmediatos e impostergables. Esa era la base para que, posteriormente, pudiesen ser implementadas las líneas estratégicas que se construían para que el Ministerio pudiese ejercer, con propiedad, su misión de recuperar, ampliar y desarrollar la producción industrial en Cuba.

Con esa finalidad, el Che estableció algunas orientaciones básicas relacionadas, en general, con las mayores deficiencias y dificultades existentes. Siguiendo esas orientaciones, los dirigentes de todo el sistema ministerial deberían planear e implementar sus actividades observando los siguientes objetivos principales:

Ø  Dominar los procesos tecnológicos de los centros de producción más importantes y conocer sus capacidades, potencialidades y puntos de estrangulamiento.

Esta era una tarea compleja debido a la gran diversidad de procesos tecnológicos presentes en la industria. Para mí, aunque tenía formación de ingeniero, con alguna experiencia en el sector productivo, no me resultó nada fácil; para otros compañeros, provenientes de otras áreas resultó mucho más difícil. Por ejemplo, varios directores de empresas consolidadas importantes habían sido anteriormente vendedores de productos farmacéuticos. Para esto era necesario visitar las fábricas para comprender sus problemas productivos y sociales; conversar con el personal técnico, con los trabajadores, preguntar mucho, tomar muchas notas y estudiar. El propio Che fue el primero en dar el ejemplo: hizo todo eso y, con su esfuerzo personal e inteligencia, aprendió muy rápidamente.

Era muy alentador observar como muchos administradores, la gran mayoría de los cuales no alcanzaban siquiera un nivel secundario, conocían su fábrica, cada vez mejor, de manera integral El entusiasmo revolucionario, la toma de conciencia ante la responsabilidad asumida, la presión por resolver innumerables problemas, así como los chequeos y controles sistemáticos por los niveles superiores contribuyeron a que este conocimiento fuera alcanzado, en general, con relativa prontitud.

Las inspecciones y las auditorias frecuentes realizadas por la Dirección de Supervisión, dirigida con mucho acierto por Juan Borroto, fueron elemento esencial para tener un nivel de control sistemático del funcionamiento de todas la unidades del Ministerio.

En varias ocasiones el Che, al inicio de unas reuniones bimestrales, convocadas con los Directores de Empresa, los sometió, sin previo aviso, a una prueba escrita en que cada uno debía describir los principales procesos tecnológicos e indicadores de su empresa y fábricas, entre otros. Muchos la aprobaron. Los que no lo lograron, tomaron medidas para que, en una segunda ocasión, no tener que pasar por la vergüenza de no aprobar una prueba como ésta, también imprevista

Cada administrador de fábrica tenía que dominar obligatoriamente los indicadores productivos y económicos de su empresa, como base principal para analizarlos y tomar acciones consecuentes. Una vez, al visitar una fábrica de la Empresa de la Metalurgia No Ferrosa en Ciudad Libertad, en la ciudad de La Habana. Cuando comencé a preguntar al administrador de la fábrica los indicadores más importantes de la fábrica, él me respondió resignadamente:

-          Yo estaba seguro que un día me iban a hacer una inspección y, por eso, le había pedido a los Jefes de Producción y Económico que me hicieran una lista de todos esos datos; pero no me la hicieron. Ahora no sé responder.

Yo le expliqué que la cuestión no era que le elaboraran una lista. El debía dominar los principales indicadores de la fábrica que dirigía. Quedé muy mal impresionado de ese administrador.

Cuando llegué al Ministerio llamé a Yebra, el Viceministro que atendía la empresa. Cuando le informé del desastre que había visto en la fábrica, él se rió y me dijo:

-       Yo sabía que me ibas a llamar. El administrador de la fábrica que visitaste acaba de presentar su renuncia al cargo. De todas formas yo lo iba a sustituir.

·         Resolver de manera inmediata los problemas de los abastecimientos de nueva procedencia.

Esa fue otra tarea urgente y compleja, que tomó mucho tiempo para resolver con un mínimo de satisfacción. En muchas industrias complejas, como en la del petróleo, la del níquel y en las de bienes de consumo, las listas de abastecimientos necesarios eran extensas.

Para cada materia prima, materiales, piezas de repuesto, y otros ítems utilizados en la fabricación de un producto, era necesario encontrar un equivalente o lo que más se le aproximara en lo posible para encontrar nuevos suministradores, preferiblemente del campo socialista. El mercado capitalista era de difícil acceso, no solamente por razones del bloqueo, sino por la escasez de divisas fuertes. Los países socialistas tenían un mercado muy limitado, no empleaban las mismas normas técnicas que los Estados Unidos, ni poseían, en muchos casos, catálogos de sus productos disponibles.

Tenían que revisarse con la mayor urgencia las listas de productos ofrecidos por múltiples empresas de comercio exterior de esos países. Por otra parte, en los diferentes catálogos – cuando existían - muchas veces las listas no estaban en un idioma accesible, o las especificaciones de los materiales eran diferentes de las que las empresas cubanas conocían, o no aparecían las especificaciones, o simplemente el material buscado no aparecía o no existía.

Además, las materias primas que antes se recibían en las fábricas que eran filiales de empresas norteamericanas, frecuentemente, tenían un código, lo que nos impedía conocer sus especificaciones y, por tanto, identificarlas con otros suministradores. Esto era típico de la industria de cosméticos, de los perfumes para jabones y, por supuesto, del sabor de la Coca Cola.

Los especialistas de los países socialistas que vinieron a Cuba contratados para prestar asistencia técnica, ayudaron mucho en la búsqueda de nuevos abastecimientos. Sin embargo, la escasez de personal técnico calificado, hacía aún más difícil superar estos obstáculos.

Innumerables misiones fueron enviadas a los países socialistas para encontrar directamente en las propias empresas y fábricas, la solución a estos problemas. El Che presidió la primera misión en 1960.

Una gran dificultad adicional eran los miles de kilómetros de distancia entre Cuba y la Unión Soviética y los demás países socialistas, lo cual producía grandes demoras, particularmente en el invierno.

Esa era la situación general para toda la producción del país. Dependiente, como era, de tecnología, materias primas y de otros insumos externos.

La enormidad del problema se asociaba directamente a las posibilidades de sustituciones internas, al grado de avance tecnológico de las empresas y a la naturaleza estratégica de determinados sectores productivos. Por lo tanto, era evidente que algunas industrias precisaban de una atención redoblada en la solución de sus abastecimientos críticos.

No resulta difícil de entender que, cuanto más estratégica y de mayor demanda tecnológica requiriese un sector, empresa o fábrica, mayores eran los obstáculos, tanto por el control externo de la tecnología, como por el costo de ella, o por los abastecimientos necesarios para mantenerlos en actividad, o también por el tiempo requerido para desarrollar capacidades internas que hiciesen posible el dominio de los respectivos procesos.

Entre esos casos, dada su importancia para la economía cubana y su característica estratégica se encontraba la industria del níquel a la cual el Che le prestaba una atención especial. Él me encargó, como parte de mis obligaciones, cuando era Viceministro para la Industria Básica, que mantuviera una visita mensual a Nicaro y Moa, acompañado de funcionarios del Ministerio de Comercio Exterior y de la Junta Central de Planificación, así como de otros funcionarios de nuestro Ministerio. El objetivo era examinar de cerca la situación de esas plantas y tomar medidas prácticas para resolver sus difíciles problemas de funcionamiento y de abastecimientos y asegurar su producción.

En otras empresas tuvieron que realizarse, con mucha urgencia, procesos de adaptación tecnológica para nuevas materias primas con diferentes especificaciones, o sustituir materias primas o materiales, por otros no accesibles en el mercado. No es necesario resaltar, una vez más, como muchas de esas adaptaciones “de urgencia” afectaron de forma sensible la calidad de los productos en general. Recuerdo como, ante la ausencia de una materia prima usada como agente limpiador en los detergentes en polvo, recomendé otra, lo cual sabíamos de antemano, irritaría las manos de muchas amas de casa. Las opciones eran: producir con esta nueva formulación irritante para un determinado número de personas, o no producir y, consecuentemente, crear un grave problema de higiene. Evidentemente, optamos por la primera.

Recuerdo que varios años después, la Federación de Mujeres Cubanas en La Habana me convidó a que pronunciara una charla sobre el Che y su actuación como ministro con un grupo de miembros de esa organización. Durante la conversación, al tocar el tema de la irritación de las manos por el detergente, les pedí que levantaran la mano a aquellas que fueron afectadas por ello. Casi todas lo hicieron. Les dije: Les pido disculpas., Yo fui el responsable. Menos mal, todas comprendieron y se rieron.

Entre las iniciativas para enfrentar tales desafíos de forma colectiva, integrada y solidaria, se destaca la creación de los Comités de Industrias Locales (CILOS). Estos Comités constituían una organización complementaria a las empresas consolidadas, los que tenían el objetivo de coordinar las fábricas en sus respectivos territorios. Sus funciones principales eran: prestar ayuda mutua en cuanto a asistencia técnica-laboral y material entre las fábricas ubicadas en una misma localidad o región, coordinar actividades e intercambiar materias primas y medios e producción de uso común, entre otras. Este trabajo de integración ayudó a resolver muchos problemas con agilidad, en particular los relativos a los abastecimientos sin necesidad de recurrir a las instancias superiores del Ministerio.

Los CILOS tendían a crear un espíritu de apoyo y cooperación entre las diferentes fábricas de una región. Al establecer ese sistema, el Che estaba “innovando” en términos de organización de la gestión, a través de la cooperación regional o local, y así ir sembrando las bases de una sociedad nueva, aunque por la presión de los acontecimientos, algunos de esos mecanismos no estuviesen completamente articulados entre sí.

·         Viabilizar la construcción de maquinarias  y de piezas de repuesto

El Che había subrayado la urgencia de desarrollar con toda energía la mecánica, rama fundamental para el desarrollo de una base industrial nacional. Como ese asunto será uno de los tópicos tratados en el próximo capítulo, sólo destacaremos aquí su carácter prioritario en las acciones iniciales del Ministerio.

Si no lográsemos solucionar los problemas cotidianos relacionados con la maquinaria y las piezas de repuesto, seríamos vencidos por el bloqueo y por las demás dificultades ya presentadas. Ocurriría, en un breve espacio de tiempo, un total estancamiento de la producción industrial en el país, con todas las consecuencias económicas, sociales y políticas que comprometerían los propósitos de la Revolución.

En este sentido se dieron pasos firmes para promover la actividad de construcción de maquinaria en diferentes provincias; para crear o ampliar talleres mecánicos en fábricas existentes, y formar aceleradamente - tanto en Cuba como en el extranjero - una fuerza laboral calificada. Se contrataron y construyeron, con gran celeridad, varias fábricas de construcción de equipos y maquinarias: Planta Mecánica, la Industria Nacional de Producción de Utensilios Domésticos (INPUD) ambas en Santa Clara, y las fábricas de bujías y de bicicletas; la ampliación de capacidades en la fábrica Cubana de Acero[13]; la ampliación en gran escala de los talleres de mecánica de la industria del petróleo y del níquel, entre otros.

A la formación de personal calificado se le dio una atención destacada. Para cada una de estas plantas en el sector de la mecánica – al igual que se hacía para cada nueva inversión –, al mismo tiempo que se realizaba la construcción de la misma, se organizaba una escuela para formar a los obreros calificados y técnicos medios que las mismas requerirían. Eso se repetía en cada nueva inversión realizada en el Ministerio. También, se coordinaba con el Ministerio de Educación para la preparación de personal de niveles básico y medio para las inversiones futuras. Además, se enviaron muchísimos becarios a los países socialistas que ofrecían oportunidades de estudio y entrenamiento para nuestro personal. Por ejemplo, en el período 1963-64 se encontraban 161 becarios en diversos países socialistas realizando estudios universitarios en Ingeniería Mecánica[14].

La participación de la clase obrera fue decisiva en estos esfuerzos. Como se explicó anteriormente, la creación y funcionamiento de los Comités de Piezas de Repuesto y el Movimiento Construye tu Propia Maquinaria, contribuyeron en muchas  unidades productivas a la solución de innúmeros problemas.

En ese proceso de desarrollo de la industria mecánica y de la creación de una capacidad autóctona de generación de tecnología adecuada a las necesidades del país, se destacaban los esfuerzos relacionados a la caña de azúcar, dada su importancia para la economía cubana y las conocidas condiciones, casi inhumanas, de ese cultivo, de modo especial en las etapas de limpia, cosecha y transporte de la caña. Por eso, destacamos, a continuación, la experiencia que fue, innegablemente, prioritaria en los primeros esfuerzos de mecanización agrícola en el país

  • Recuperación, ampliación y desarrollo de la producción

La mecanización de la cosecha de la caña

Para la Revolución, la mecanización de la cosecha de la caña de azúcar era de una enorme necesidad que requería de urgentes soluciones. Recuérdese que el azúcar era el primer rubro de exportación del país en aquellos momentos.

Resultados importantes de aquella primera etapa fueron las primeras alzadoras y cortadoras de caña, que abrieron el camino a la mecanización agrícola cañera y representaron un factor principal en la humanización y eficiencia del trabajo en esta esfera.

El corte y alza manual de la caña de azúcar es un trabajo que requiere de grandes y agotadores esfuerzos físicos como en los tiempos de la esclavitud, agravados en las condiciones climáticas tropicales y subtropicales.

Además de esa primordial razón humanitaria, aspectos económicos y sociales también imponían tal prioridad. Con el triunfo de la Revolución y favorecido por el amplio proceso de alfabetización y capacitación, se habían abierto muchas y mejores fuentes de empleo urbano, para la cual se dislocaba gran parte de la fuerza de trabajo rural. Por tanto, la fuerza laboral para la cosecha de la caña se había reducido notablemente y eran necesarias grandes movilizaciones de miles de trabajadores en todo el país - las llamadas Zafras del Pueblo -, para de modo permanente o de trabajo voluntario, alcanzar los volúmenes previstos de producción. Esto, sin dudas, desestabilizaba el funcionamiento de los demás sectores económicos del país, pues de ellos provenían los millares de trabajadores para el corte de caña.

En cuanto a la eficiencia productiva, es preciso subrayar que los bajos precios del azúcar en el mercado mundial exigían una reducción de los costos de producción y una mayor eficiencia en el trabajo agrícola.

Por tanto, la mecanización de la cosecha de la caña fue establecida como una de las más importantes prioridades para las inversiones en la creación de una industria mecánica nacional. De ahí, resultaron las primeras alzadoras y cortadoras de caña que abrían caminos a la mecanización de la agricultura cañera y representaron un elemento esencial en la humanización y eficiencia del trabajo en esa actividad.

Independientemente de esa evidente y urgente necesidad, muchas personas veían con escepticismo las posibilidades de desarrollar una máquina cortadora de caña en Cuba. Sin embargo, no había alternativas en aquellos momentos. Los principales fabricantes de máquinas para la cosecha mecanizada eran los Estados Unidos, Australia y Alemania. Otra vez el bloqueo y la falta de divisas libremente convertibles no permitían otras opciones.

El Che creó un grupo especial[15] dirigido por Miguel Ángel Duque de Estrada, Jefe de la Dirección de Asuntos Especiales y varios ingenieros y técnicos para desarrollar, primero, una alzadora de caña, la que, con sucesivas modificaciones, resulto un éxito. Esta máquina ya aliviaba considerablemente el trabajo humano y su eficiencia. Al mismo tiempo se iba trabajando en una máquina, muy simple, para cortar caña.

En las áreas agrícolas del central Baraguá[16] existía una máquina cortadora de caña norteamericana, que no fue utilizada durante la etapa capitalista debido a la férrea oposición de los trabajadores. Ellos veían a esta máquina como una enemiga que les quitaría puestos de trabajo. Después de la Revolución, adoptándose una nueva y diferente visión social y económica de los problemas, el equipo de Duque de Estrada consiguió hacerla funcionar. Sin embargo, su operación era muy complicada y el estudio para copiarla fue abandonado.

Al buscar conocer experiencias y recoger información, de diferentes países, sobre otras máquinas existentes para las actividades del cultivo de la caña de azúcar, los especialistas cubanos vieron funcionando y fotografiaron máquinas alzadoras de caña. Con las fotos, realizaron un verdadero trabajo de ingeniería inversa, construyendo diversos prototipos, los cuales, después de sucesivas modificaciones, culminaron en una primera máquina exitosa.

Esa alzadora no estaba considerada en los proyectos iniciales, sin embargo, aliviaba de forma considerable el trabajo humano, además de aumentar su eficiencia. Por lo tanto, ya representaba un resultado alentador que estimuló aún más el proyecto diseñar y construir la cortadora de caña ya proyectada. Ese proyecto, por otra parte, presentaba muchos problemas técnicos y prácticos, motivo por los cuales el trabajo se extendió por varios meses. Sin embargo, fue concluido, teniendo como resultado la primera cortadora de caña de tecnología cubana.

En 1962, en una de las primeras Zafras del Pueblo, Che, operó personalmente, durante un mes, este prototipo de cortadora de caña en las áreas agrícolas del central “Ciro Redondo”, en la actual provincia de Ciego de Ávila, Su ejemplo personal significó un estímulo a dicho trabajo y una muestra evidente del interés directo que él brindó a ese proyecto. Él quería demostrar y llamar la atención de que era posible diseñar y construir en Cuba una máquina capaz de mecanizar el corte de la caña. Ese acto contribuía a comenzar a romper barreras mentales y tecnológicas, resultantes de un escepticismo generalizado entre los técnicos y productores cañeros.

Ese fue un mes muy duro de trabajo para él, pues el polvo de la caña y, más aún, el de la caña quemada, le producía fortísimos ataques de asma. Eso era conocido sólo por sus colaboradores más próximos. Sólo su acerada fuerza de voluntad le permitió permanecer todo ese tiempo en el cañaveral.

En la falta de experiencia de los primeros momentos, el Che no observó que un hombre de su escolta estaba junto a la máquina y, al arrancarla, golpeo el pie de ese hombre con la cuchilla. Afortunadamente, él sacó el pie muy rápido, evitando que fuese cortado, solo lastimado. El Che se sintió muy apenado por ese incidente.

Los frutos de aquellos primeros esfuerzos en ese campo están hoy materializados en las combinadas cañeras cubanas KTP, fabricadas en la ciudad de Holguín, las que cosechan alrededor más de un alta proporción de la caña en cada zafra.

  • Otras iniciativas tecnológicas

Además de lo observado para el desarrollo de la industria mecánica, era necesario, siguiendo las metas trazadas por el Che, trabajar intensamente en las modificaciones tecnológicas que permitiesen, por un lado, adecuar la producción al cambio de materias primas y, por otro, mejorar las condiciones de trabajo de muchas de ellas.

Las necesidades y tareas impuestas por esa meta eran enormes en función de las situaciones y desafíos ya presentados al lector. Entre las principales acciones pueden mencionarse las siguientes:

Ø  En la industria del petróleo se trabajó arduamente para ajustar el proceso de las torres de destilación dada la necesidad de procesar con mayor eficiencia el petróleo crudo soviético, con mayor contenido de gases que el petróleo venezolano.

Ø  En la industria de la goma se estudiaron y realizaron grandes modificaciones tecnológicas, con vistas a producir neumáticos seguros con las nuevas materias primas oriundas de los países socialistas.

Ø  En la industria cerámica, para la producción de azulejos y muebles sanitarios, hubo que realizar grandes modificaciones tecnológicas que posibilitasen la utilización de materias primas importadas, con especificaciones diferentes a las que se usaban en la etapa anterior. Eso ocurrió con relación al feldespato, y a materias primas nacionales, como el caolín.

Ø  En la industria minera se encuentra otro caso importante de esfuerzos tecnológicos e innovaciones urgentes dirigidos a humanizar el trabajo, siguiendo el mismo criterio en relación al de la cosecha cañera.

Recuerdo la primera vez que visité, en 1962, las minas de cromo de Cayogüán y Yamanigüey, cerca de Moa. Los antiguos propietarios de aquellas minas nunca se preocuparon por proveer las más elementales condiciones de seguridad a sus trabajadores. De un nivel a otro, se ascendía a pie por planos inclinados construidos sobre rocas húmedas y resbaladizas, sujetándose de una soga. Debo confesar que, cuando comenzó el recorrido y comencé a ascender mi primer plano inclinado, sentí un miedo enorme, pero no podía dejar traslucirlo y hacer el ridículo, sobre todo sabiendo que hacía poco el Che había visitado la mina y hecho el mismo recorrido. Los mineros que trabajan bajo tierra, gustan de mostrar y demostrar a los visitantes las condiciones difíciles en que ellos laboran. Si alguien los acompañaba sin demostrar miedo en el recorrido, ellos lo atendían y le respondían sus preguntas; en caso contrario, si se mostraba temor ante el peligro, paraban el recorrido y no mostraban más nada. Por tanto, bajo la sonrisa, primero burlona y después de aprobación, subí por todos aquellos planos. Gané unas palmadas en los hombros como señal de aprobación.

Posteriormente, con asesoría checoslovaca, esas minas se modificaron y su seguridad aumentó notablemente. Esfuerzos en ese mismo sentido se realizaron en los trabajos de perforación en las minas de cobre y de manganeso bajo tierra para reducir los riesgos de silicosis y manganismo, enfermedades profesionales típicas de la minería.

Otro ejemplo fueron las mejorías realizadas en la ventilación de varias fundiciones de metal.

Indudablemente, los desafíos inmediatos no se agotaban con las adaptaciones y mejorías relativas a las materias primas, materiales, maquinarias, piezas de repuesto y condiciones de trabajo. Como se mostró, el parque industrial cubano era muy reducido. La propuesta revolucionaria para promover el desarrollo del país, sumado a la limitación en la adquisición de bienes en el exterior, colocaba al Ministerio de Industrias como uno de los principales organismos responsables por el impulso a la ampliación de ese parque y la urgente substitución de importaciones. Por eso, otra meta prioritaria que se imponía era:

·         Planificar y ejecutar las inversiones de nuevas fábricas y las de reposición y ampliación de las fábricas existentes

Gran parte de las  fábricas heredadas del período pre-revolucionario eran muy antiguas. Otras tenían una capacidad de producción insuficiente para las necesidades que se vislumbraban, por lo que era necesario realizar un importante y diverso volumen de inversiones.

A pesar de lo extraordinariamente difícil que resultaba esbozar en Cuba una estrategia de desarrollo industrial a principios de los años 60, era imperioso elaborar, al menos, algunos criterios básicos orientadores para una política inversionista. Ellos fueron:

Ø  La creación de nuevas fuentes de exportaciones, tomando en cuenta el mercado internacional y las nuevas relaciones con el campo socialista.

Ø  La sustitución real de importaciones, utilizando cada vez en mayor medida fuentes propias de materias primas.

Ø  La especialización de determinadas ramas de producción.

Ø  El mejoramiento de la distribución nacional de las fuerzas productivas, localizando las nuevas fábricas en la propia geografía de los recursos naturales y humanos.

Ø  La creación de relaciones intersectoriales más estrechas, en primer lugar, entre la agricultura y la industria.

Ø  El establecimiento de un mejor equilibrio en la producción de medios básicos y de consumo.

Ø  El logro de un mayor nivel tecnológico y una mayor productividad, principalmente en las inversiones dirigidas a productos de exportación, con el objetivo de resistir favorablemente la prueba de la competencia mundial.

La materialización de las ideas sobre la industrialización del país, a partir de 1960, se inició con negociaciones con la Unión Soviética y otros países socialistas. Se firmaron convenios de crédito para la adquisición de un buen número de industrias que se estimaron necesarias para el desarrollo industrial del país. Un factor de consideración fue la distribución geográfica de las mismas con vistas a crear nuevos empleos en el interior del país.

Posteriormente se comprobó que algunas de estas nuevas fábricas funcionaban con tecnologías muy atrasadas, requerían de altos niveles de importación de materias primas y materiales y  realizaban producciones de baja calidad. Recuerdo una de ellas, la de producción de limas necesarias principalmente para el corte manual de cañas de azúcar, las denominadas Limas Guaso[17]. En el Ministerio corrió como broma la frase: “Las limas Guaso son un fracaso”.

El Che se quejó por estas inversiones y otras que aún no estaban en operación. El criterio básico utilizado para su selección fue la sustitución de importaciones utilizando solamente la lista de importaciones realizadas en los últimos años. La falta de conocimientos y experiencia, el desconocimiento de técnicas de evaluación de inversiones fueron responsables por estos “fracasos”;

En una reunión del Consejo de Dirección. Albán Lataste[18], un economista chileno, Director de Planificación en el Ministerio. Realizó severas críticas a estas inversiones. El Che le dijo: Albán, tienes toda la razón, aunque  recuerda que tú estabas conmigo en el grupo que las seleccionó y también estabas conmigo, en el viaje durante el cual las firmamos.

Después de estas inversiones él insistió en que las nuevas inversiones debían tener en cuenta la productividad a nivel mundial.

Varios aspectos vitales encaminados a servir de punto de sostén al desarrollo económico de Cuba mediante la transferencia tecnológica debían ser abordados de inmediato. Se trataba principalmente de:

·         Ampliar la capacidad energética del país.

·         Crear una base mecánica y metalúrgica inicial.

·         Ampliar las capacidades de producción de fertilizantes, textiles y cemento.

·         Desarrollar la industria extractiva, particularmente la del níquel.

Es bien conocido que al adquirir tecnologías de muchos países capitalistas desarrollados, muchos de los países subdesarrollados lo hacen en condiciones onerosas. En ese proceso, aumentan su dependencia económica y tecnológica y limitan su autodeterminación. Al mismo tiempo, se produce un fenómeno de descapitalización y desnacionalización que los hunden aún más en el subdesarrollo. En el caso de Cuba, las relaciones de nuevo tipo con el campo socialista garantizaron la mayor parte de la transferencia tecnológica necesaria para edificar sobre bases sólidas la industria cubana.

El Viceministerio de Construcción Industrial estaba encargado de dirigir todo el intenso proceso de transferencia de tecnología, desde los aspectos de negociación hasta los de proyección y construcción. Este fue dirigido primero por Gustavo “Tabo” Machín[19]; poco tiempo después por José A. Cueto y, a partir de 1962 por Ángel Gómez Trueba[20].

En ese Viceministerio, se creó también un equipo para la realización de proyectos de ingeniería. La experiencia de Gómez Trueba en el desarrollo de esta actividad resulta un testimonio de gran valor. No se debe olvidar que esos son elementos esenciales para la concreción de procesos de innovación. Aunque en sus primeras etapas los proyectos civiles eran más numerosos, para los cuales Cuba contaba con cierta tradición, ese grupo representó el embrión de lo que actualmente decenas de empresas proyectistas enfrentan proyectos de mayor envergadura.

También se creó un aparato de construcción y montaje cuyo desarrollo ulterior ha permitido enfrentar, con una fuerte participación nacional, obras de mucha mayor complejidad. Por último, comenzó el desarrollo de un equipo inversionista que posibilitó aumentar gradualmente una capacidad negociadora propia en los procesos de transferencia tecnológica.[21]

Además de la atención con el personal especializado a nivel de proyectos y otras tareas, era urgente preparar personal para operar las nuevas inversiones. Con esa finalidad, en 1964, se encontraban en entrenamiento, en diversos países, 109 técnicos y obreros calificados, además de los que se preparaban dentro del propio país.

Era necesario impulsar desde un inicio el desarrollo energético del país. Con la Unión Soviética se construyeron las termoeléctricas de Mariel, provincia de Artemisa y Renté en Santiago de Cuba. Después, se contrataron unidades japonesa para Cienfuegos y checoslovacas para Cienfuegos, Nuevitas y La Habana. Se logró dar continuidad a la instalación de unidades de la República Federal Alemana en la vieja planta de Tallapiedra en la ciudad de La Habana y otra francesa para la termoeléctrica de Matanzas.

El Astillero de Remonta[22] para la reparación de barcos, contó con la asistencia de la República Popular de Polonia.

Otro criterio importante en la estrategia establecida fue el de crear focos para el desarrollo industrial en zonas atrasadas, combinando ésta con la política de sustitución de importaciones. Esa determinación originó, por ejemplo, la fábrica de limas y de picos y palas en Guantánamo y las de electrodos de soldar y alambres de púas en Nuevitas. En la misma forma se llevó a cabo el Combinado 30 de Noviembre de Santiago de Cuba para la producción de tuercas y tornillos.

En la industria ligera, las industrias textil y del calzado fueron de las primeras en recibir un impulso. La hilandería de Gibara, inició su producción en 1961. Dos nuevas textileras; Alquitex en Alquízar, y Bellotex en Matanzas fueron adquiridas. Alquitex se inauguró en 1966, después de la partida del Che. Bellotex se perdió en un incendio y fue instalada posteriormente.

La importación de sacos de kenaf para ensacar el azúcar y otras producciones era elevada. Sobre la base de investigaciones realizadas, se fomentó la siembra de kenaf en la actual provincia de Ciego de Ávila y en las provincias orientales. Con la fibra obtenida, fueron instaladas fábricas para elaborar sacos en Santa Clara y Bayamo. En su momento, estas fábricas concebidas, diseñadas y montadas por especialistas cubanos, eran de un nivel tecnológico a escala mundial.

La capacidad de producción de harina de trigo en La Habana y Santiago de Cuba se duplicó y se puso en funcionamiento en el puerto de La Habana una gran instalación receptora de granos.

Con tecnología propia se puso en marcha la tenería de Matanzas. En Checoslovaquia se adquirió una gran fábrica de calzado, la que fue instalada en Guanabacoa[23],.

En la producción de aceites vegetales se completó la instalación existente de producción en Regla y Rancho Boyeros. En 1963 se inauguró la fábrica de chocolate de Baracoa, vieja aspiración de los cultivadores de cacao de esa zona.

La capacidad de producción de cemento fue más que duplicada con la ampliación de la fábrica “José Mercerón” en Santiago de Cuba y la instalación de nuevas fábricas en Sigüaney, Sancti Spiritus y Nuevitas, donde junto con las fábricas de electrodos y alambre de púas, comenzó a configurarse un importante polo industrial que se completaba con la fábrica de fertilizantes nitrogenados y la termoeléctrica.

En La Habana se desarrolló la producción de vidrios planos para la construcción y se amplió la de la fábrica de botellas. En la Isla de la Juventud, se creó la planta procesadora de caolín, materia prima para la producción de cerámica de calidad.

La producción de levadura Torula a partir de mieles de caña, para la alimentación animal, se consideró estratégica. Se conocía que la operación de esa planta dependería de la coyuntura política, o sea, de la posibilidad de adquirir pienso en el mercado mundial, y del precio de la miel de caña. Se contactó con una firma francesa y se obtuvo la tecnología continua de fermentación, adquiriéndose el suministro y la asistencia técnica para instalar una planta en el central “Ciro Redondo”, en la provincia actual de Ciego de Ávila[24].

En la industria química, se instalaron plantas para la producción de carburo de calcio y de oxígeno, mejorando la situación de los gases técnicos.

La planta de fertilizantes Cubanitro, en la ciudad de Matanzas, fue abandonada por su contratista italiano después del triunfo de la Revolución. Por su importancia estratégica se gestionó ayuda técnica con el Partido Comunista de Italia, la cual no pudo concretarse y con la empresa química de Halle en la República Democrática Alemana. La ayuda de esta última fue decisiva. Para completarla, fue necesario, además, reiniciar relaciones con proveedores de Inglaterra, Italia, Suiza y la República Federal Alemana.

La planta siderúrgica “José Martí” (Antillana de Acero), en el Cotorro, actual provincia de La Habana, era una pieza clave para el desarrollo de las industrias de construcción y mecánica. La construcción civil y el montaje de la ampliación de Antillana de Acero, permitió nuclear una fuerte organización de construcción industrial en la capital.

Un caso relevante de lo que se consiguió realizar en esa fase de reconstrucción de la capacidad industrial cubana es el de la planta de níquel “Pedro Soto Alba” en Moa. Esta planta era propiedad de la empresa norteamericana “Texas Sulphur Co.”. Cuando se intervino por el Gobierno Revolucionario, aún no estaba terminada su construcción. Su tecnología era moderna, muy diferente de la de la otra planta de níquel existente en aquellos momentos[25], y requería de materiales muy específicos para soportar un proceso basado en ácido sulfúrico a presión y altas temperaturas, para procesar un mineral en condiciones muy abrasivas. Al abandonar la planta, los dirigentes y técnicos norteamericanos que allí se encontraban afirmaron que los cubanos no serían capaces de terminar la planta y ponerla en operación.

El Che aceptó este reto. Para ello convocó al Ing. Demetrio Presilla, un especialista muy bien considerado por la antigua empresa, quien había decidido quedarse en el país. Las características personales de Presilla, que combinan un espíritu audaz y de liderazgo, con altos conocimientos de ingeniería y de elementos prácticos, junto a un espíritu de cubano muy simple, con gran sentido del humor y del disfrute de la vida hogareña, merecerían un capítulo aparte, imposible de abarcar en este libro.

Una noche, después de una larga conversación con el Che, él se comprometió a terminar y poner en marcha la planta. Necesitaba fundamentalmente de algún personal técnico, que ya había trabajado en ella, algunos de los cuales estaban trabajando en otras empresas y otros que habían solicitado abandonar el país.

El Che mandó a localizar a todo ese personal para reunirse con ellos. A los que habían solicitado la salida del país les pidió que ayudaran a Presilla a terminar la planta, cuando ella estuviera lista, él se comprometía a viabilizar su salida[26]. El Che cumplió su palabra.

Presilla recibió un amplio apoyo en recursos para su obra. En un tiempo breve, la planta estuvo funcionando. Se puede considerar esa obra como un monumento a la audacia técnica, al esfuerzo personal y a la capacidad técnica y dirigente de Presilla y a la voluntad y decisión del Che.

Gómez Trueba, quien fuera Viceministro de Construcción Industrial,  una vez me expresó que el Che le dijo en una ocasión que, si el Ministerio administrativamente “volara en pedazos”, quedarían, como su aporte, las industrias que él hubiera sido capaz de instalar.

Esa gigantesca obra de desarrollar una nueva infraestructura industrial, permitió formar un equipo de negociadores de transferencia de tecnología, de proyectistas de plantas y de montadores de industrias con formación profesional capaz de enfrentar el montaje de cualquier industria, como se demostró en Cuba posteriormente.

·         Incrementar la productividad del trabajo introduciendo medidas elementales de racionalización, normalización y mecanización del trabajo.

La industria del calzado es un ejemplo muy ilustrativo de los esfuerzos por la racionalización del trabajo.

Al nacionalizarse esta industria, existían cientos de pequeñas unidades artesanales productoras de calzado conformadas por núcleos pequeños de trabajadores de baja escolaridad, pocos de los cuales había completado la enseñanza primaria. Un estudio inicial sobre la elevación de la productividad en este sector mostraba que mediante simples medidas racionalizadoras, integrando unidades pequeñas en unidades mayores con cierto flujo elemental de producción, existía la posibilidad de alcanzar incrementos sustanciales en este índice.

Sin embargo, esto planteaba un serio problema social y político: esa racionalización generaría un excedente de alrededor de 5 mil trabajadores en todo el país, ya que su baja calificación no les permitía una fácil reubicación en otros centros industriales y la política de la Revolución se dirigía a lograr el pleno empleo. Se imponía elaborar, por consiguiente, una fórmula que conjugara creativamente la posibilidad de lograr los necesarios incrementos de productividad en la industria del calzado y no producir desempleo. Se trataba de evitar uno de los círculos viciosos que muchos países subdesarrollados no encuentran cómo romper.

Refiriéndose a esta cuestión, el Comandante Guevara expresó:

…todo obrero que está de más en una fábrica es un desocupado social (…) ¿sacarlos para qué?, ¿para botarlos? No. Para que vayan a escuelas, para que se especialicen (…) de tal manera que no hay ningún peligro en plantear y aumentar la productividad con la racionalización de los sistemas y en los lugares que sea preciso con la instalación de nuevas maquinarias…[27]

Sobre este mismo tópico precisó sus ideas de la siguiente manera:

La contradicción entre el avance técnico y el empleo debe resolverse de todos modos mediante el gasto improductivo, en un régimen de justicia social; nuestro planteamiento es que se valoricen estos gastos, dándole el énfasis a la preparación de cuadros técnicos[28].

Como en esos momentos, se daban, los primeros pasos para crear una base mecánica nacional para la cual escaseaba la mano de obra calificada, se encontró ahí una excelente oportunidad para colocar en práctica esa visión defendida por el Che. Aquellos obreros del calzado, que hubieran podido quedar desempleados, eran parte del potencial nacional para suplir las deficiencias de la industria mecánica.

Para viabilizar ese potencial, se crearon las que se llamaron Escuelas Populares - alrededor de 50 en todo el país -, en las que ingresaron los 5 000 obreros excedentes, sin afectación de su salario. Primero se trató de elevar su escolaridad hasta 6to grado y después fueron encaminados, para calificarse en los distintos oficios necesarios a los talleres e industrias mecánicas de las distintas provincias.

Esta tarea no resultó fácil. Crear, organizar y dotar de personal docente adecuado en 50 escuelas en todas las provincias requirió de un serio esfuerzo de todo el equipo de la Dirección de Capacitación. Participé en algunas reuniones con estos trabajadores para explicarles el proyecto. Muchos comprendieron y aceptaron la idea, pero otros se resistieron a cambiar de oficio o a incorporarse a la industria mecánica. Esto último se manifestó particularmente en el caso de algunas mujeres. Recuerdo algunos casos. Una muchacha, en particular, me resultó simpática por la forma en que dijo, marcando bien las palabras:

-          Yo- no- voy- para- la- industria- mecánica. Yo quiero ser enfermera o artista.

Tuve que explicarle que, para poder entrar en cualquiera de estas profesiones, tenía que estudiar. Por tanto, le pedimos que entrara en la Escuela, alcanzara el 6to grado y después discutiríamos su traslado. Ahí nos dimos cuenta de que era necesaria cierta flexibilidad, la que discutimos con el Che. Finalmente, no todas fueron para la industria mecánica. No recuerdo si alguna se hizo enfermera o artista, pero no quedaron desempleadas.

De esta forma se resolvieron tres problemas: se incrementaba la productividad de la industria del calzado mediante procesos de concentración y racionalización; se atendió, de inmediato, un problema político al no producirse desempleo y se apoyó el desarrollo de la industria mecánica, mediante la formación de recursos calificados en todas las provincias. Estos obreros, por otra parte, con su nueva formación tendrían una mayor remuneración y posibilidades de seguir avanzando en la industria mecánica mediante sucesivos procesos de capacitación y entrenamiento. Esto no les hubiera sido  posible en su oficio anterior.

Es importante observar que este tipo de desafío no ocurre exclusivamente en determinadas etapas de desarrollo de un país. Al contrario, él está cada vez más presente e intensificado por la elevada rapidez de los cambios tecnológicos y obsolescencia de las tecnologías, así como por las crecientes exigencias para el aprendizaje de nuevas funciones. Este es, por lo tanto, un problema permanente para los formuladores e instrumentadores de las políticas social, industrial y educacional de cualquier país, particularmente subdesarrollado.

En el año 2002, la agroindustria azucarera cubana realizó un profundo proceso de reestructuración, en el que 70 centrales azucareros dejaron de producir azúcar para reconvertirse en empresas y granjas productoras de alimentos y forestales para el pueblo. Más del 60% de las áreas agrícolas, anteriormente cañeras, se dedicaron a otros cultivos[29]. Como resultado de este proceso más de 8 mil trabajadores fueron enviados a formarse y recibir entrenamiento en otras funciones, sin afectarse su salario, para ser reubicados posteriormente en otros puestos de trabajo[30].

·         Promover y posibilitar la participación directa de la clase obrera en la solución de los problemas.

Es un deber destacar la singular y decisiva participación de la clase obrera cubana en el proceso de construcción de la base industrial. Para canalizar debidamente esa poderosa fuerza, era necesario estimular esa participación de forma organizada. Los Consejos Técnicos Asesores, los Comités de Piezas de Repuesto, y el Movimiento Construye tu Propia Maquinaria, contribuyeron en cada unidad productiva a la solución de innumerables problemas

La respuesta altamente positiva de los obreros cubanos a los llamados para su participación masiva en la solución de los innumerables problemas que diariamente se presentaban en la producción y en las tareas del desarrollo científico-técnico, fue, sin dudas, uno de los logros más importantes del Ministerio de Industrias.

El Che nos instaba a estimular en todas partes el aporte de la inteligencia creadora de las masas trabajadoras y a usar esta vía como método de vital trascendencia política para la selección, desarrollo y promoción de cuadros de dirección.  En este sentido subrayaba:

…si todo el mundo trata con afán investigador de ir un poquito más lejos, de agregar un granito a cada cosa, de poner un ladrillito donde estaba el último, todas esas son cosas que están en la naturaleza humana, que también tenemos que saber aprovecharla y saber impulsar y desarrollar a toda la gente que a todos los niveles demuestra esa inquietud. A todos los obreros que hacen máquinas, a todos los obreros que inventan fórmulas, a todos los obreros que se preocupan por la racionalización del trabajo que es más difícil todavía que buscar una máquina (…) a esa gente hay que darle la oportunidad de [llegar a ser] director”[31].

Los Comités de Piezas de Repuesto fueron creados prácticamente con la creación del Ministerio. Enfrentaron una tarea extraordinariamente difícil, para la cual el país carecía de tradición, de experiencia y, en muchos casos de bases técnicas y materiales mínimas; carecía, inclusive, de los propios talleres donde ejecutar sus trabajos.

Se promovió el Movimiento Construye tu Propia Maquinaria, dirigido a contribuir con la iniciativa e inventiva de los trabajadores a vencer, con soluciones propias, el bloqueo imperialista impuesto a nuestro país.

La actual Asociación de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) tuvo su germen de inicio en los Comités de Piezas de Repuesto, en los participantes en el Movimiento de Construye tu Propia Maquinaria.

La creación de los Consejos Técnicos Asesores constituyó otra medida práctica para incorporar a la clase obrera a la solución de los problemas de la producción.

El Consejo Técnico Asesor de una fábrica estaba integrado por sus obreros más destacados, que asesoraban al administrador sobre las medidas prácticas a tomar. Es bueno recordar que en aquellos momentos prácticamente ningún administrador poseía nivel técnico o experiencia en la producción de la fábrica que dirigía. Los consejos debían, además, estudiar la solución a los graves problemas de las piezas de repuesto y proponer medidas relacionadas con la racionalización de los procesos de producción y el aumento de la productividad del trabajo, así como realizar otras tareas de similar naturaleza.

Los consejos fueron una importante herramienta revolucionaria en la intensa lucha de clases que se desarrollaba en el país, en medio de la cual los obreros tenían que enfrentarse, bajo condiciones en extremo difíciles, a los complejos problemas de la producción.  Sobre ellos decía el Che:

El Consejo Técnico Asesor es, pues, el laboratorio experimental donde la clase obrera se prepara para las grandes tareas futuras de la conducción integral del país. Tiene que ir desarrollando a todos los obreros susceptibles de ser elevados técnicamente y proponerlos, junto con los sindicatos, para las distintas escuelas que se están formando; debe trabajar constantemente para que se mejoren los niveles técnicos de los obreros, ya que el sindicato y las organizaciones revolucionarias se encargan de elevar su nivel cultural e ideológico[32].

Yo atendía, como Viceministro para el Desarrollo Técnico, el Departamento de Inventores y Racionalizadores creado por iniciativa del Che. La atención que debía dársele a cada persona que traía un posible invento debía ser atendida, independientemente de la viabilidad de su propuesta.

Aparecieron muchas iniciativas importantes. Sin embargo, independientemente de esto, un aspecto a tomar en cuenta era que, aunque la propuesta de un invento no fuera factible, ese “inventor” era una persona que pensaba, que estaba interesada en dar su aporte al avance de la producción, aunque muchas veces su propuesta no fuera viable debido a que le faltaban elementos técnicos que él desconocía. Por tanto, en muchos casos, esas personas fueron enviadas a tomar cursos técnicos y de superación cultural.

En ese Departamento se recibieron algunos inventos que merecen ser recordados con humor. Estaban relacionados con la cosecha de la caña. Uno fue el helicóptero para cortar caña. El inventor trajo un dibujo de un helicóptero volando invertido con las aspas afiladas para cortar la caña.

El otro fue el prototipo de una bota para cortar caña. Uno de los movimientos que más cansan en el corte manual, es la inclinación continuada del cuerpo para poder dar un corte bien abajo. La bota tenía montada en su frente una enorme tijera que se accionaba con una palanca lateral, que salía también de la bota, la cual se accionaba a la altura de la mano del cortador, sin necesidad de inclinarse. El problema de este invento era que la bota con sus aditamentos pesaba tanto que la persona que la usara se hundiría en el terreno.

Aparte de esos ejemplos humorísticos, muchos problemas importantes fueron resueltos por la iniciativa de técnicos y trabajadores. Entre ellos, destacase el caso, ya mencionado de los hermanos Steere, que traspasaron al gobierno la fundición de su propiedad en Camagüey y, como técnicos brindaron una inestimable contribución a la industria cubana. En particular crearon el sistema Steere de fundición de gran eficiencia, que elevaba la calidad de los productos. Máximo Steere recibió varias condecoraciones, como trabajador destacado del Ministerio y Héroe del Trabajo Socialista. El Che les tenía gran respeto y les profesaba un cariño especial. Muchas veces visitó es fábrica y conversó largamente con los Steere.

Otro resultado importante fue el caso de la máquina de fabricar pelotas de beisbol. La falta de pelotas que antes se importaban de los Estados Unidos, en un momento dado, puso en peligro la celebración de los campeonatos de este deporte, el más popular y que recibe gran atención del pueblo cubano. La solución estuvo dada por la máquina ideada por los hermanos Sarabozo para fabricar estas pelotas en Cuba. El pueblo cubano no perdió la posibilidad de disfrutar de su deporte favorito.

En otro caso, las bombas para la venta de gasolina usaban unos flotadores internos que comenzaron a echarse a perder por su uso prolongado, más allá de lo especificado. Esos flotadores eran importados. Un operario del ICP, encontró la solución salvadora: sustituir los flotadores por bagá, una madera bien porosa y ligera.

La impresionante flota de automóviles y camiones de origen norteamericano todavía existente, en la mayoría de los casos con más de 60 y hasta 70 años de vida, es una prueba irrefutable de la disposición y creatividad de la clase obrera cubana para resolver los problemas de las piezas de repuesto.

  Continuará



[1] Ver Guevara 1966h, pp. 665-722.

 [2] Oltuski tuvo una larga y fructífera hoja de servicios en la Revolución. Fue dirigente en la clandestinidad del Movimiento 26 de Julio, Ministro de Comunicaciones, Vicepresidente de la Junta Central de Planificación y Viceministro de la Industria Pesquera.

[3] Oltuski, 2001, p.7

[4]ibidem

[5] Hoy sería aproximadamente equivalente a la Unión de Empresas o Grupo Empresarial

[6] A partir de ese momento (1962), el anterior ICP, se denominó Empresa Consolidada del Petróleo.

[7] Guevara, 1966b, p. 185. 

[8] El cinódromo se encontraba en lo que es hoy el Centro Deportivo “Eduardo Saborit”, en el municipio de Playa, en la ciudad de La Habana.

[9] Sáenz & García Capote, 1989, op. cit., pp. 37-54.

[10] Castro, 1987.

[11] Sobre este tema ver Arcos Bergnes, 2001

[12] Alrededor de algunas fábricas, como en los centrales azucareros, se aglutinaba uma población resultante de las familias de los trabajadores de ellas – los llamados bateyes. Este era el caso también de Nicaro.

[13] Se había castellanizado el nombre que usaba antes de la Revolución: American Steel Co.

[14] Ver Viceministerio para el Desarrollo Técnico, 1964, pp. 267-268

 [15] Hoy se le llamaría grupo-tarea o “task forceo  fuerza-tarea.

[16] Hoy día Central Azucarero Ecuador, radicado en la provincia de Ciego de Avila

[17] Guaso es el nombre que se utiliza como referencia a un territorio, en este caso Guantánamo

[18] Años después él desempeño altos cargos en la dirección económica durante el gobierno en Chile de Salvador Allende.

[19] Murió combatiendo en la guerrilla del Che en Bolivia.

[20] Desgraciadamente murió en enero de 2005, sin dejar un testimonio detallado de sus experiencias en el sector de la Construcción Industrial, tanto en la época del Ministerio de Industrias como después, durante 40 años.

[21] Sobre este proceso de construcción de nuevas instalaciones productivas en esa época.  Ver Gómez Trueba, 2001.

[22] Este era el nombre con el que se conocía. La palabra remonta fue tomada del polaco; significa reparación.

[23] En la actual ciudad de La Habana.

[24] En las décadas del 70 y los 80 se instalaron 9 plantas más de levadura Torula

[25] La planta de Nicaro, “René Ramos Latour”, situada también en la actual provincia de Holguín, que pertenecía al Gobierno norteamericano.

[26] Comunicación verbal de Omelio Sánchez, quien estuvo presente en esa reunión.

[27] Guevara, 1966a, p 147

[28] Guevara, 1972b, p. 38.

[29] Comunicación personal del Lic. Tirso Sáenz Coopat.

[30] Tomado de Granma, 23 de octubre de 2002

[31] Guevara, 1966ª, p. 150.

[32] Guevara, 1972ª, p. 172.

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