Innovar, es la más significativa de las aptitudes humanas, incompatible con el conservadurismo y con los dogmas. La humanidad avanza de una innovación a otra. Las primeras y más trascendentales formaron parte de la evolución y constituyeron opciones de supervivencia. Ante los ancestros humanos se planteó el dilema de protegerse de las inclemencias climáticas, dominar el fuego, crear herramientas, trabajar, introducir la rueda, o perecer.
En una dialéctica intrínseca, apoyada en la propensión genética a lo gregario, juntos los humanos que en ningunas circunstancias omitieron la individualidad, aprendieron a cazar y a cultivar, cocer los alimentos y domesticar animales, formar familias y reconocer jerarquías, lo cual contribuyó poderosamente al desarrollo del pensamiento, la inteligencia y la espiritualidad, cuyos puntos culminantes fueron el habla, la invención de la escritura y de los números.
En esos procesos se forjaron valores, convicciones y credos y la prédica del bien alcanzó las más altas cumbres. Jesucristo, Mahoma y Buda, embajadores de Dios, empujaron los horizontes humanos hasta el más allá. A los precursores que echaron las bases de la organización social y de la fe, se unieron los sabios de la antigüedad, la edad media, el renacimiento y los emprendedores de la era moderna.
Desde entonces, entre las grandes innovaciones predominan las que tienen lugar en el campo de las ideas, los conocimientos, incluidas las doctrinas y teorías políticas, económicas y jurídicas, las corrientes estéticas y los preceptos éticos. Una realización cumbre fue la invención del estado, forma institucionalizada del poder y, entre las fórmulas más atrevidas y fecundas, figura el liberalismo, la más popular y eficaz de las doctrinas sociales cuyas expresiones económicas, culturales y tecnológicas, emanciparon el pensamiento, permitiendo incluso el nacimiento del socialismo.
Karl Marx que en su juventud fue expulsado de su Prusia natal, de Francia y Bélgica, finalmente se radicó en Inglaterra donde ejerció como corresponsal para la prensa de Estados Unidos y en la biblioteca del British Museum, escribió parte significativa de su obra científica. En aquella misma ciudad organizó y escribió los estatutos y el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores. De hecho, al amparo de la democracia liberal se forjaron las tesis que auspician la innovación que propone reorientar la convivencia en dirección al socialismo.
Lamentablemente las opciones propuestas por los grandes innovadores socialistas se desorientaron al asociarse al poder. Hubo líderes que, en lugar de cultivar la pluralidad y la diversidad, optaron por la exclusividad. La creencia de que el marxismo contenía todas las respuestas y que la pretendida perfección del socialismo real lo colocaba más allá de toda crítica y de cualquier reforma, dañó irremediablemente lo que pudo ser la mayor innovación social y política desde que el género humano dejó las cavernas.
El socialismo será realizable cuando sus propuestas auspicien la variedad de formas de realización y, junto a la firmeza de los paradigmas morales, promueva la flexibilidad del pensamiento y la diversidad de la cultura, incluida la cultura política. La experiencia enseña el legado negativo que dejó la intolerancia, el dogmatismo y la exclusividad ideológica. Innovar es la palabra de orden. Los hechos están a la vista. Allá nos vemos.
25/06/2021
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