El año que recién acaba de concluir ha resultado uno de los momentos más difícil que ha enfrentado la Revolución desde 1959. No solamente se produjo un notable retroceso en la economía nacional, sino que la población cubana sufrió el impacto –aún no rebasado- de la COVID 19, una pandemia de características inéditas en la historia contemporánea por su elevada tasa de contagios y letalidad.
Adicionalmente no debe pasarse por alto que también fue el momento de mayor intensidad y dureza del bloqueo económico de EE.UU. contra nuestro país en los últimos años.
Esto último resulta relevante, ya que los ritmos de crecimiento de la economía cubana habían venido reflejando el efecto del creciente recrudecimiento de las agresiones norteamericanas desde el inicio de la administración de Donald Trump, que -tan temprano como en junio del 2017-[2] comenzó un acelerado proceso de incremento de las presiones para rendir por hambre y desesperación a nuestro pueblo, elevando el impacto del bloqueo hasta 5 570 millones de dólares en un año y con un costo acumulado de 144 413 millones en casi 60 años.[3]
De este modo, la tasa de crecimiento del PIB entre el 2016 y el 2019 reflejó una desaceleración hasta 1.01% promedio anual y ya en el 2019, la economía decreció un 0,2%, con una evolución negativa en el segundo semestre del año, cuando prácticamente hubo que trabajar con los inventarios de combustible solamente, ante la persecución de los barcos que lo transportaban desde Venezuela, atenuada solo por compras de emergencia en Rusia y Argelia en el último trimestre.
Las cifras oficiales recientemente publicadas revelan que la economía en el 2019 registró una caída de un 12,4% en el sector agropecuario, -7,1% en la industria y un -1,3% en el consumo de los hogares. Al propio tiempo, los visitantes internacionales bajaron un -9%, las exportaciones totales cayeron un -12,9% y las importaciones un -12,7%.
No obstante, se logró frenar en alguna medida la caída de estos indicadores mediante el crecimiento del valor agregado en los servicios sociales y se estima que se mantuvo todavía un saldo comercial positivo por 1 661 millones de dólares.
Pero las presiones financieras se incrementaron notablemente en el 2019.
En lo interno, si bien el índice de precios al consumidor se redujo algo (-1,3%) y el déficit fiscal en relación al PIB cayó del 9 al 6,2%, la liquidez en manos de la población se elevó al 58% del PIB, presión inflacionaria generada en buena medida por la contracción en la oferta de bienes y servicios.
En relación a las finanzas externas, Cuba continuó haciendo un notable esfuerzo en el 2019 para cumplir con el servicio de la deuda renegociada, erogándose 70 millones de dólares -de 85 millones a pagar-, para liquidar adeudos con el Club de París, incluyendo la aplicación de swap de deudas con un grupo de acreedores. Por otro lado, se informaba una reclamación de pagos pendientes por parte de los bancos internacionales de 2 091 millones de dólares en diciembre de ese año.[4]
En medio de la situación de iliquidez para cubrir el mercado interno en CUC en el segundo semestre del año, se aprobó en octubre la venta en USD a la población de bienes de consumo duradero, tales como refrigeradores, televisores y aparatos de aire acondicionado, así como piezas de repuesto para el transporte automotor, motos y ciclos eléctricos a precios competitivos. Esta medida cubriría dos objetivos: enfrentar, mediante la competencia estatal, la entrada al país de importaciones no comerciales de estos artículos por personas naturales que las realizan con ánimo de lucro y que son adquiridos en USD mayormente en el área.[5] Al mismo tiempo se retiene en el país una suma significativa de divisas para su uso en el reabastecimiento de este mercado y cubrir eventualmente otras necesidades de toda la sociedad.
Finalmente, la inversión extranjera directa (IED) continuó avanzando discretamente en el 2019, estimándose la entrada de unos 805 millones de dólares en el año, al cierre del cual en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel se contaba con 48 negocios aprobados, que cubrían una inversión de alrededor de 2 200 millones de dólares. No obstante, estos resultados se ubicaban por debajo de las necesidades del país y se encontraban frenados por el impacto de la política de Estados Unidos hacia Cuba.
Todos estos elementos esbozados sintéticamente tendrían que enfrentar una situación mucho más compleja e imprevisible en el 2020.
(Continuará)
Notas bibliográficas
[1] La información no citada expresamente en este trabajo se tomó de ONEI “Anuario Estadístico de Cuba. 2019” La Habana, 2020 en www.onei.gob.cu; “Intervención del Viceprimer Ministro y Ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil en la ANPP, diciembre 17 del 2020” CUBAVISION TV, diciembre 18 de 2020; The Economist Intelligence Unit (EIU) “Country Report. Cuba” January 2021 y “Country Risk Service. Cuba” October 2020 en www.eiu.com
[2] Desde esa fecha se computan más de 130 nuevas medidas implementadas contra nuestro país, entre las que se destacan la implementación del título III de la Ley Helms Burton, la campaña contra la presencia de los médicos cubanos en los servicios de salud de otros países y la persecución de los embarques de petróleo provenientes de Venezuela.
[3] Ver el informe “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica contra Cuba. Julio 2020” Octubre 22 2020 en www.cubadebate.cu
[4] Ver Bank for International Settlements (2020) “Cross borders positions on residents of Cuba (December 2019)” April 2020 en www.bis.org
[5] Baste señalar que –según fuentes panameñas- los viajeros cubanos adquieren mercancías para vender en la isla, solo en ese país, por unos 240 millones de dólares anuales.
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