La revista The Economist colocó a Taiwán como el lugar más peligroso del planeta por lo que “Estados Unidos y China deben trabajar (sic) más duro para evitar una guerra sobre el futuro de Taiwán (https://econ.st/3vLSDQ9)”. Al menos que Biden use la carta de Taiwán como moneda de regateo con China, la portada de The Economist rememora la máxima crisis de la guerra fría entre Estados Unidos y la ex URSS por la crisis de los misiles en Cuba hace 59 años. Con Taiwán, EEUU –desde los Clinton/Obama, pasando por Trump, hasta Biden– ha pisoteado las líneas rojas aceptadas por Nixon/Kissinger a inicios de los años 70 del siglo pasado.
En su ponencia virtual conjunta “El desorden mundial: confrontando el desafío de China (https://bit.ly/2QKmA4h)”, con el senador israelí-estadounidense Joe Lieberman del Partido Demócrata, el también israelí-alemán-estadounidense Kissinger, a sus 97 años, advirtió en forma dramática la capacidad de la humanidad para extinguirse en un periodo finito de tiempo, debido a las tensiones crecientes entre Estados Unidos y China, en el foro Sedona anual del McCain Institute, con sede en Washington, dependiente de la Universidad del estado de Arizona.
Kissinger dramatizó que hoy el “máximo problema del mundo es la confrontación de Estados Unidos y China: es el principal problema para Washington; es el principal problema del mundo, ya que si no podemos resolverlo, entonces el riesgo es que se desarrollará en todo (sic) el mundo un género de guerra fría entre China y Estados Unidos (https://bit.ly/3ulIg50")”.
El ex asesor de Seguridad Nacional de Nixon y Ford afirmó que los avances en tecnología nuclear e inteligencia artificial (IA) –cuyas máquinas y algoritmos pueden ser autónomos sin intervención humana– donde China y Estados Unidos son líderes y han multiplicado la amenaza de un Armagedón.
Kissinger reconoce que las ya de por sí pletóricas armas nucleares eran más que suficientes durante la guerra fría para dañar al planeta entero, ahora los prodigiosos avances en la tecnología, en particular en el ámbito de la IA militar, tienen un colosal efecto multiplicador: hemos desarrollado la tecnología de un poder que va más allá de lo que cualquiera hubiera imaginado hace 70 años, ya que “un conflicto militar entre poderes high tech es de significado colosal” cuando al tema nuclear se ha sumado el tema high tech, que en el campo de la IA, en su esencia, se basa en que el hombre (sic) se vuelve socio de las máquinas y que las máquinas pueden desarrollar su propio juicio”.
Rememoró que la guerra fría después de la Segunda Guerra Mundial entre Estados Unidos y la ex URSS por décadas fue de carácter unidimensional, centrada en la competencia de armas nucleares: la URSS no tenía capacidad económica (sic). Tenían una tecnológica militar y no habían desarrollado una tecnológica como China. Hoy China es un inmenso (sic) poder económico, además de constituir un poder militar significativo.
¿No estará hoy exagerando el poder militar de China y depreciando el poder geoeconómico de Rusia? A mi juicio, tales errores de juicio y de cálculo desembocan seguido en catástrofes.
En su apocalíptico epílogo, el casi centenario Kissinger abogó por una política de Estados Unidos hacia China con un abordaje de dos vertientes: mantener firmes los principios de Estados Unidos y exigir respeto (sic) de China y mantener un diálogo constante en búsqueda de áreas de cooperación con métodos diplomáticos que no siempre llevarán a resultados benéficos.
Mientras Washington inicia su nada graciosa fuga de su guerra más duradera en Afganistán, en paralelo, el primer secretario de Defensa afroestadunidense, general Lloyd Austin, ha advertido en forma ominosa que “la forma en que combatamos la siguiente (sic) gran guerra será muy diferente a la forma en que hemos combatido las otras (https://bit.ly/3b1GChy)”.
Kissinger, que sueña todavía con un G-2 de Rusia con Estados Unidos contra China, no citó las categóricas líneas rojas de Putin del 21 de abril (https://bit.ly/3xKDrEA) ni citó las armas hipersónicas del Kremlin. A su cuenta y riesgo…
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