Por Jorge Rodríguez Hernández
Llama la atención- en realidad se hace inexplicable- que siendo La Habana el epicentro de la pandemia de COVID-19, durante el actual rebrote de la COVID-19, y liderando también con números negativos los más de trece meses de iniciada esta , no figure entre las provincias cuyos por cientos de trabajadores laborando a distancia están por encima de la media nacional: 13%, dado que al cierre del mes de marzo 304 079 cubanos se desempeñaban como tal (Silva Correa: 2021).
Pudiera ser esto último una de las causas del visible y creciente movimiento de personas en la capital por diferentes vías y a todas horas, con el consiguiente peligro de contagio de la COVID, muy latente dado la gran dispersión de virus SARCoV-2 y sus nuevas cepas aún más letales.
A diferencia de La Habana, donde la acelerada evolución negativa de la pandemia, demanda el ejercicio del teletrabajo, provincias como las siguientes están por encima de la media nacional en esa modalidad: Guantánamo (27%), Pinar del Río (19%), Sancti Spíritus (18%), Las Tunas y Santiago de Cuba (17%), Granma (16 %) y Villa Clara (15%).
Sería oportuno que las autoridades habaneras asumieran con particular fuerza, hasta generalizarla, esta modalidad de trabajo, dado sus altos índices de contagio actuales de la capital, y por constituir esa forma de organización laboral una medida de prevención de la expansión de la letal enfermedad de la COVID-19, pues la movilidad potencia la ocurrencia de más casos, y de hecho se hace aún más incontrolable la pandemia.
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