CAPÍTULO 7
LA VISION
ESTRATEGICA DEL CHE
·
Las líneas estratégicas
generales
Aunque
los esfuerzos por recuperar, mantener y, más aún, ampliar l
os niveles y
surtidos de la producción, después del triunfo de la Revolución, exigiesen
esfuerzos inconmensurables, el Che insistía en que no podíamos perder la visión
prospectiva, que comprendía el propósito también de fomentar la base productiva
industrial. Eso exigía un trabajo aún más arduo y complejo, aunque
imprescindible para el desarrollo del país. El siempre reflexionaba sobre el
tema en las reuniones, alertándonos para que no permitiésemos que lo cotidiano
nos hiciese olvidar el futuro.
Ese abordaje reforzaba la necesidad de trazar
una estrategia que permitiese, simultáneamente con las tareas urgentes y de
corto plazo, sentar las bases del sistema industrial
cubano con visiones a mediano y largo plazos. Urgía pensar en líneas de acción
estratégica definiendo temas y sectores sobre los cuales trabajar
prioritariamente para establecer los fundamentos básicos de sustentación del
desarrollo industrial en general.
La
base científica y tecnológica
Mantener la producción en circunstancias tan adversas
era, de por sí, una tarea que requería ingentes esfuerzos de dirección.
Realizar esto y, al propio tiempo, elaborar sobre la marcha una estrategia que
permitiera tomar medidas tempranas para asegurar el futuro, promoviendo y
utilizando de manera adecuada el desarrollo de la ciencia y la tecnología,
significó un esfuerzo que confirma la visión y la voluntad de la Revolución
Cubana, y, en el caso particular del Ministerio de Industrias bajo la dirección
del Che.
Para
el Che el trabajo científico y tecnológico debía apoyar las tareas actuales de
la producción y su desarrollo ulterior, así como sentar, simultáneamente, los
cimientos de su despliegue futuro.
En
una carta a Carlos Quijano, del semanario Marcha
de Montevideo, publicada el 12 de marzo de 1965, que se volvió famosa en un
texto conocido como “El Hombre y el
Socialismo en Cuba” [1],
el Che afirmó que
“la
construcción de la nueva sociedad se basaba en dos pilares fundamentales: la
formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica”.
En
esta propia obra hizo notar que:
[...] En ambos aspectos nos
hace falta mucho por hacer, pero es menos excusable el atraso en cuanto a la
concepción de la técnica como base fundamental, ya que aquí no se trata de
avanzar a ciegas sino de seguir durante un buen tramo el camino abierto por los
países más adelantados del mundo[2].
O
sea, que, en su concepción, la tecnología – o la técnica, término más empleado
en aquella época en Cuba – era una parte indisoluble de un proceso de
concientización para alcanzar las elevadas metas que se proponía la Revolución.
Esta
concepción no fue simple retórica, sino que debe ser comprendida como una
muestra más de la integralidad del pensamiento del Che. El desarrollo
científico y tecnológico se convirtió en elemento esencial en su visión
perspectiva, no sólo en sus aspectos más generales y conceptuales, sino también
en la determinación de líneas definidas y concretas y en su consecuente
implementación y acción.
En un informe sobre las
actividades del Ministerio en el período comprendido entre 1961 y 1962,
resaltaba:
Nuestro punto de referencia
debe ser penetrar rápidamente en el dominio de aquellas ramas industriales que
tienden a crecer aceleradamente y que darán fisonomía al mundo industrial en la
próxima generación. Es necesario prestar atención preferente a lo que es nuevo
en el terreno industrial, a lo que tiende a desarrollarse más rápidamente, sin
llegar a subestimar lo convencional. Estas nuevas tendencias industriales están
muy ligadas al dominio de la química, la electrónica, la mecánica fina o de
precisión, la técnica de fabricación de nuevos metales, etcétera. Si nuestro
sistema industrial se perfila desde un comienzo acorde a las tendencias más
progresistas y a las posibilidades objetivas, se estarán asegurando para el
futuro altas tasas de incremento de la productividad, y por ende, del nivel de
vida; habrá la posibilidad de actuar en el mercado internacional en un plano
verdaderamente favorable, de conseguir una situación cualitativamente distinta a la presente[3].
Las tecnologías autóctonas como elemento estratégico
En
el editorial que escribió en 1962 para el primer número de la revista Nuestra Industria Tecnológica, el
Comandante Guevara formuló la siguiente idea:
…debemos (…) desarrollar
tecnologías que nazcan de las condiciones concretas de nuestro suelo, de
nuestras materias primas, de nuestro ambiente cultural y de nuestro desarrollo
actual, para poder dar al mercado cubano y al mercado mundial, los productos de
nuestro suelo elaborados hasta el máximo permitido por la técnica, de acuerdo
con la inventiva y la ciencia de nuestros propios tecnólogos[4].
Poco tiempo antes, había
expresado:
…la ciencia puesta al servicio
del pueblo es una gran ayuda para el tránsito al socialismo (...) Nosotros
podemos apoyarnos en una tecnología propia, en una ciencia de vanguardia que
podemos desarrollar en pocos años[5].
Una
noche, en su despacho, tuvimos una larga conversación sobre el tema de las
tecnologías autóctonas. La esencia de lo que me dijo fue la siguiente:
-
Tú estás viendo la importancia
y la atención que le presto a todo el trabajo de las nuevas inversiones de
tecnologías extranjeras y a las construcciones que estamos haciendo. Sin esto
no podríamos avanzar en nuestro proceso de industrialización. Sin embargo, y
sin que esto signifique un criterio autárquico, tenemos que desarrollar
tecnologías que sean apropiadas a nuestras posibilidades científicas y
financieras, a nuestros propios recursos naturales y nuestras propias
características culturales. Esa es la labor que tu Viceministerio (para el
Desarrollo Técnico) tiene que realizar, paciente pero sistemáticamente y con
toda decisión. Piensa en los productos que podemos desarrollar a partir de la
caña de azúcar, de nuestras lateritas, de nuestros recursos minerales, de la infinidad
de productos, inclusive medicamentos, fibras, alimentos, etc. que podrían salir
de nuestra flora. Eso permitirá también crear un inmenso potencial de
científicos, ingenieros, especialistas de todo tipo, que, con el tiempo y la
experiencia adquirida, podrá acometer cualquier tarea técnica, de cualquier
dimensión. Eso sí, estamos hablando de técnicos revolucionarios dispuestos a
dar todo su esfuerzo a estos propósitos. No de “blandengues” y de acomodados
que quieren trabajar sólo 8 horas. Esta es una tarea de entrega total. Ya ves,
esa es tu gran responsabilidad. Usa tu “cabecita”[6] para acelerar el desarrollo de tu Viceministerio. Yo no te puedo
orientar en los detalles de cómo abordar los temas de la investigación; tú
tienes una mejor formación en ese sentido. Apóyate en los cuadros y en los
asesores extranjeros que tenemos y que tienen una gran experiencia.
Esa
conversación fue decisiva para mi trabajo al frente del Viceministerio, así
como posteriormente en las distintas responsabilidades que ocupé en la esfera
científico-tecnológica.
El
Che fijó con claridad que las empresas productoras debían tener una
participación activa en el desarrollo tecnológico y que el desarrollo de
tecnologías autóctonas no era privilegio exclusivo de los institutos de investigación,
si bien a ellos correspondía abordar aquellas más complejas. Insistía en que:
…para que la empresa pueda
tomar su característica de empresa productora, con todo lo que significa (…)
tiene que ser investigadora de las materias primas, (…) creadora de nuevos
procesos…[7]
Ocurría
que las empresas productivas, excepto Nicaro y otras pocas, no disponían de
recursos adecuados en términos de laboratorios, plantas piloto, talleres de
prototipos y personal de investigación y desarrollo. En el caso de Nicaro,
donde existía una buena planta piloto, las tareas principales de desarrollo
fueron realizadas en la propia fábrica y no en el Instituto Cubano de
Investigaciones Minero Metalúrgicas (ICIMM), que no tenía los recursos
materiales para emprenderlas.
Otros
ejemplos: en 1962, le encargó a la Empresa Consolidada Automotriz el desarrollo
de piezas de repuesto para el transporte susceptibles de fabricarse en Cuba; a
la Empresa de Madera Artificial, la búsqueda de impermeabilizantes baratos
factibles de utilizarse en Cuba; a la de Agua Minerales y Refrescos, la
búsqueda de nuevos productos cubanos.
·
La planificación y la
definición de prioridades
Para atender los
objetivos expresados por el Che, expresados anteriormente, era necesario trazar
una visión estratégica con un horizonte temporal a mayor plazo, superior al
anual. Èl, entonces, dio instrucciones precisas a la Dirección General del Plan
Perspectivo, para elaborar un proyecto
de plan quinquenal para 1965-1970, continuar trabajando en cifras proyectadas
más allá de estas fechas, así como en el análisis de las grandes líneas de
producción que debían priorizarse en el país.
Para abordar el
desarrollo a largo plazo se requería comenzar un proceso de precisión de las
producciones fundamentales que debían desarrollarse prioritariamente en Cuba,
tratando de asegurar un equilibrio entre la producción de medios básicos
(bienes de capital) y de consumo.
Se concebía además la
necesidad de especialización en diferentes ramas, tomando en consideración las
posibilidades de colaboración con los países socialistas; la sustitución de
importaciones y la creación de nuevos fondos exportables por medio de nuevas
inversiones.
Al mismo tiempo, debía
preocuparse por el aseguramiento de tecnologías de avanzada, sobre todo de aquellas
cuya inserción en el proceso cubano de industrialización garantizara un
desarrollo económico y social armónico y acelerado.
La Dirección del Plan
Perspectivo estaba dirigida por Miguel A. Figueras[8],
un joven economista de sólida formación, quien se rodeó de un pequeño pero
valioso equipo de especialistas de diferentes ramas. Ellos se dedicaron con
tesón a esta tarea y elaboraron diferentes documentos de proyecciones ramales,
como paso previo a una visión más integral. En aquellos momentos, un plan de
visión a cinco años nos parecía un plazo prolongadísimo a muchos de nosotros,
que aún no estábamos acostumbrados, ni teníamos la menor idea sobre el
significado y valor de los enfoques estratégicos.
En
un artículo publicado en la revista Cuba
Socialista en marzo de 1962[9],
el Che esbozó, con la corta experiencia de aquellos años y estimando los rumbos
posibles del desarrollo del país, una estrategia para la industria cubana. En
ese momento señaló cuatro líneas importantes para la industrialización del país:
la metalurgia, la construcción naval, la electrónica y los derivados de la caña
de azúcar[10].
Como pilares básicos de estas líneas se planteaban a su vez tres elementos: el
aprovechamiento racional de los recursos naturales, la creación de una base mecánica
y la capacitación a todos los niveles.
En
este capítulo, trataremos sobre esas líneas y sus pilares[11].
·
La creación de una base
mecánica
La
industria mecánica y la fabricación de piezas de repuesto fueron definidas como
prioridades máximas desde el inicio del Ministerio como base fundamental de
todo el fomento industrial. Sin esto, las tareas urgentes de recuperar y
mantener la producción no serían posibles, ni tampoco serían viables las
actividades relacionadas a las nuevas líneas para el desarrollo industrial
indicadas por el Che en 1962, o cualquier otra iniciativa posterior de mayor
envergadura.
Consecuentemente,
se prestó especial atención a la creación y desarrollo de esa industria de modo
de asegurar, desde el inicio, una base sólida para atender la gran necesidad de
reparaciones de las instalaciones y maquinarias existentes, producir piezas de
repuesto, así como desarrollar algunos tipos específicos de productos, en
particular, de maquinaria agrícola, de gran importancia en aquellos momentos.
La
industria mecánica era virtualmente inexistente antes del triunfo de la
Revolución. En las propias palabras del Che era urgente:
…desarrollar con toda energía
la mecánica, rama fundamental para el desarrollo y mantenimiento de la
industria”[12].
El Che, sin embargo, consideraba que el
desarrollo de la industria mecánica debería ser visto apenas como un apoyo al
desarrollo industrial, no como una rama principal del desarrollo. En ese
sentido, deberían desenvolverse, en las primeras etapas, aquellos elementos
para los cuales existiese condiciones adecuadas y considerando que la
maquinaria agrícola debía apoyar al desarrollo de ese sector, señalado como
eslabón fundamental de la economía en aquellos primeros años.
En
esta dirección se dieron pasos firmes en diferentes provincias para crear o
ampliar talleres mecánicos en fábricas existentes, y formar aceleradamente
-tanto en Cuba como en el extranjero - una fuerza de trabajo calificada.
Resultados
importantes de aquella primera etapa – como fue descrito anteriormente - fueron
las primeras alzadoras y cortadoras de caña.
·
El aprovechamiento de los
recursos naturales.
La
búsqueda y la explotación de los recursos naturales propios, en particular los
minerales, eran vistos como requisito indispensable para un desarrollo
autosustentable. El Che subrayó la necesidad de seguir firmemente el desarrollo
de la geología, de la minería, de la investigación y de la explotación y
aprovechamiento de los recursos naturales en general. En este sentido expresó:
…debemos impulsar al máximo el
aprovechamiento de nuestros recursos naturales, crear la base técnica necesaria
para la detección, desarrollo e industrialización de nuestras minas y campos
petroleros; hacer que cada metro cúbico del territorio nacional sea
inspeccionado acuciosamente y explotado en el menor tiempo posible[13].
A
la búsqueda de petróleo el Che le asignó una importancia fundamental:
…desde el punto de vista
científico, hay que precisar exactamente (…) los minerales más interesantes
para Cuba (…) en este momento, en Cuba tiene que dársele atención preferente al
petróleo, porque ahora ha surgido la posibilidad real de encontrarlo en alguna
zona, continuar las investigaciones de tal manera que podamos ver si es posible
suprimir una importación que consume 80 millones de dólares al año[14].
Como
vimos, en lo que se refiere a la prospección y búsqueda de petróleo, hasta 1962 las actividades
estuvieron bajo la responsabilidad del ICP. Posteriormente, se creó el
Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM) – sobre el cual se hablará en el
próximo capítulo – que absorbió todas las actividades dirigidas a la
investigación de todo el conjunto de esos recursos.
·
La metalurgia
El
desarrollo de la metalurgia se asentaba en el aprovechamiento integral de las
lateritas, no sólo para la extracción de níquel y cobalto, sino para la
producción de aceros comunes y, lo que es todavía más importante, por su mayor
valor agregado, para la producción de aceros especiales. Se planteaba
igualmente el desarrollo de otros recursos minerales no metálicos complementarios, como la magnesita y la dolomita, además
del mayor aprovechamiento de la extracción de cobre con vistas a su futura
elaboración en productos tan necesarios como los cables eléctricos. En este
análisis se destacaba la falta de recursos energéticos, elemento de importancia
fundamental.
Definir
el desarrollo metalúrgico, como línea estratégica, revestía una extraordinaria
significación. Se proponía en primer lugar, como se señaló, la utilización
integral de los minerales lateríticos, recurso natural abundante en el país –
una de las mayores reservas en el mundo -, así como la búsqueda y desarrollo de
otros recursos naturales, entre ellos, los energéticos. Se trataba de buscar un
aumento de los fondos exportables del país y una especialización en la división
internacional del trabajo con la comunidad del campo socialista. Se proyectaba
la creación de una base propia de apoyo para la formación de la industria mecánica, y se posibilitaban condiciones
para un factible desarrollo industrial vertical a partir de las lateritas, todo
lo cual tendía al establecimiento de relaciones horizontales con otros sectores
de la producción y los servicios. Además, una cuestión básica: se propiciaba el
afianzamiento y la ampliación de importantes polos de desarrollo económico en
distintas partes del país.
En
la base de toda esta proyección y, en las aspiraciones del Che estaban las
posibilidades que parecían ofrecer las colas[15]
de Nicaro, muy ricas en hierro, pero no en la forma de los minerales ferrosos
tradicionales para producir arrabio[16].
Esto requería del desarrollo de tecnologías no tradicionales.
Entendí
que era mi responsabilidad estudiar y documentarme muy bien sobre todo lo
relativo a altos hornos, su tecnología, los parámetros principales que definen
su eficiencia, las distintas variantes tecnológicas, etc. Cuando visité Polonia
y Checoslovaquia en 1963 y 1964, solicité visitar varias siderúrgicas; nunca
había visto una. En Checoslovaquia visité una planta grande y sostuve una larga
conversación con el Director a quien le hice múltiples preguntas sobre el
proceso. Era necesario aprender para poder contribuir con fundamentos las
frecuentes discusiones que sobre este tema se realizaban en el Ministerio.
·
La construcción naval.
La
concepción del Che acerca de la construcción naval fue un tema muy debatido. El
consideraba que, dado el gran peso del comercio exterior en la economía abierta
de Cuba la construcción nacional de barcos mercantes era un elemento
estratégico importante.
Sin
embargo, como los análisis técnico-económicos después demostraron, la
fabricación de barcos mercantes de alto tonelaje no resultaba factible en Cuba,
ya que se requieren grandes inversiones en la construcción de astilleros; del
desarrollo vertical y horizontal de un conjunto de industrias estrechamente
relacionadas de elevado nivel tecnológico - motores, calderas, estructuras
metálicas, etc.- y de la importación de una gran proporción de equipos
imposibles de producir nacionalmente. Por otra parte, las escalas de producción
serían comparativamente bajas a escala internacional y sus costos de producción
no serían competitivos.
En
1962, era admisible que el Che pudiera considerar la construcción naval de alto
tonelaje como una línea prioritaria estratégica de desarrollo. Era escaso el
conocimiento que teníamos en aquellos momentos de las enormes complejidades
tecnológicas de ese tipo de construcción y de los elevados volúmenes de inversiones
requeridos. Tampoco teníamos un dominio cabal de las posibilidades de la
colaboración internacional, particularmente con los países socialistas. Mas,
también era un momento en que las capacidades de la industria naviera de esos
países eran insuficientes para satisfacer sus propias necesidades y que la
hostilidad norteamericana podría dificultar el transporte comercial marítimo
con Cuba en barcos de países capitalistas. Recordemos que, con el arreciamiento
del bloqueo norteamericano, los barcos que llegan a Cuba son impedidos de
entrar en los Estados Unidos hasta seis meses después. Esos factores producían
una especie de espejismo que llevaba a creer en las posibilidades de desarrollo
de esa industria en Cuba.
En
1963, fui a la Feria Internacional de Sopot, Polonia, al frente de una
delegación del Ministerio de Industrias. Además de las gestiones para ver sobre
el terreno diferentes productos que podrían ser adquiridos por Cuba, el Che me
indicó visitar los astilleros de Gdansk para conocer de cerca la producción de
barcos y las posibilidades de Polonia para ofrecernos la transferencia de
tecnologías para la producción de barcos de alto porte. En el astillero fui
atendido personalmente por un Viceministro de Comercio Exterior, quien, de
forma muy enfática trató de convencerme de lo no viable que era para Cuba la
producción de barcos. Desde un punto de vista económico y tecnológico, él tenía
razón, pero el interés polaco realmente no iba en este sentido. Su interés era
puramente comercial. Lo que más les interesaba era vendernos barcos, no
tecnologías de producción de barcos. No le interesaba apoyar a un posible
competidor dentro del campo socialista.
Esta
fue mi primera visita a un país socialista. Llegué a Varsovia ilusionado en ver
de cerca las maravillas que me habían hablado del Socialismo. Mis desilusiones
comenzaron en las negociaciones que sostuve con varios dirigentes. En sus
argumentos estaban ausentes criterios políticos, de solidaridad, y de apoyo al
naciente desarrollo de Cuba dentro del Socialismo, aunque sí aparecían en la
retórica oficial. Encontré criterios de negociantes de la peor estofa, tratando
de vendernos a precios elevadísimos productos o plantas de la peor calidad. Al
conversar con el Viceministro de Industrias que me atendió, yo le pregunté cómo
los factores ideológicos influían en las decisiones estratégicas de la
industria, Me sorprendí con su respuesta:
-
En estos asuntos de desarrollo,
no necesitamos hablar de Marx ni de Lenin. Aquí lo importante es el dinero (moviendo sus dedos con la
señal típica de dinero)
Cuando
regresé a Cuba, muy decepcionado políticamente por lo que había visto, conté al
Che mis impresiones me dijo:
-
Están “jodidos”. Un país en que
no prevalecen los principios morales – ya ni hablar de los ideológicos – no se
puede llamar un país socialista.
Este
criterio me ayudó mucho a comprender las cosas que vería en los siguientes
viajes que realicé a esos países.
La
apreciación sobre el volumen de los buques a construir fue seguramente
sobrevalorada; sin embargo, la necesidad de desarrollar una industria naviera
para la flota pesquera se demostró justificada en aquellos momentos. Como los
pasos iniciales de esta concepción estuvieron encaminados precisamente en esa
dirección, los esfuerzos inversionistas y de formación de cuadros resultaron
oportunos y efectivos. Así, se comenzó la fabricación de barcos pesqueros en
los astilleros Chullima construidos en 1962 en la desembocadura del río
Almendares, en La Habana. Para esto se creó la Empresa de Construcción Naval
dentro del Viceministerio de Industria Básica.
El
Che había pensado que en ese primer año se podían construir 20 barcos. La
experiencia de otras inversiones demostró que eso no era posible en tan corto
tiempo y en las condiciones de Cuba.
La
construcción de este astillero resultó muy problemática. Lo que se imaginó,
ilusoriamente, que sería una tarea relativamente fácil, no resultó así. Los
pilotes de madera que debían colocarse en lecho del río se hundían mucho en el
lodo. Por tanto, la construcción se demoró más de lo previsto.
Se
presentaban otros problemas. El casco de madera del barco tenía que ser
construido por carpinteros de ribera especializados y no había suficientes en
el país, por lo que era necesario formarlos sobre la marcha. Por otra parte, se
demoraban extraordinariamente las negociaciones para la importación de las
maquinarias y los materiales del barco: motores, radares, metales especiales,
equipos de comunicación, etc. Yo visité el lugar de las obras varias veces,
sostuve innumerables reuniones con los constructores, con los importadores.
Sobre este proceso mantenía informado al Che, quien continuaba impaciente. Al
final se llegó a la conclusión que la construcción de los 20 barcos había que
posponerla para el siguiente año.
Cuando
se lo comuniqué, la bronca que me formó fue enorme. Insatisfecho, convocó a una
reunión con todos los involucrados, incluyendo a los compañeros del Ministerio
de Comercio Exterior. Al final, después de arduas discusiones, se convenció.
Puede
decirse que la impaciencia, era una característica de la personalidad del Che.
El sentía la necesidad de, como él repetía, de “quemar etapas”, o sea, la
necesidad de resolver problemas, independientemente de su magnitud, sin que
necesariamente hubiera que transitar por las vías estimadas como tradicionales,
Las presiones que él ejercía para que cosas consideradas importantes se
realizaran eran enormes. Había que esforzarse al máximo para cumplir los
compromisos en tiempo y forma – tampoco el aceptaría algo mal hecho por la
presión del tiempo. Era preciso, al mismo tiempo, mantener la serenidad
suficiente para discutir con él las posibilidades reales de cumplir con
determinadas metas y hasta de convencerlo, con argumentos y razones, bien
ponderados.
Lo
positivo de este esfuerzo pionero fue el avance ulterior de esta línea de
producción, que incluyó la construcción de barcos de ferrocemento y fibra de
vidrio. Esto fue un elemento fundamental en el desarrollo de la industria
pesquera y en los crecimientos de su producción en aquellos momentos. Por otra
parte, los cuadros formados en los países socialistas en las diferentes
especialidades de ingeniería naval fueron de gran utilidad en la asimilación
tecnológica y conducción de los buques de distinto tipo, cada vez de mayor
tonelaje, que Cuba adquirió en el transcurso de los años.
Infelizmente,
la difícil situación económica del país, los elevados costos de operación de la
pesca en mares profundos lejanos a Cuba, las legislaciones internacionales
sobre las fronteras marítimas económicas – que dejaron prácticamente realengos
de pesca en el mundo -, los también elevados costos de mantenimiento y
reparación de los barcos, hayan reducido notablemente las actividades de la
industria pesquera y de la flota de transporte marítimo.
·
La electrónica y la
automatización
El
Che concebía la electrónica como línea estratégica de desarrollo, en la medida
que sería indispensable para sentar las bases de la automatización, en forma
gradual, de los procesos de producción. Los incrementos en la productividad en estas
etapas iniciales del fomento industrial serían los primeros resultados de la
racionalización de la producción, del esfuerzo consciente de los trabajadores y
de una creciente mecanización de los procesos, en la medida de que eso fuera
posible.
Sobre
la electrónica expresaba:
Todo indica que esta ciencia
se constituirá en algo así como una medida del desarrollo; quien la domine será
un país de vanguardia. Vamos a volcar nuestros esfuerzos en este sentido con
audacia revolucionaria, y a incorporarnos al grupo de países que se adapten más
rápidamente a las conmociones tecnológicas que están ocurriendo[17]
En
una de sus reuniones periódicas con todos los directores del Ministerio y sus
empresas, avizoraba el futuro y trazaba las medidas estratégicas consecuentes:
Estamos entrando en la era de
la automatización y de la electrónica, tenemos que pensar en la electrónica en
función del socialismo y en el tránsito al comunismo... La electrónica se
convierte en un problema político fundamental del país. Hoy y mañana hay que
preparar los cuadros para que en el futuro estén listos para tomar en sus manos
toda la gran tarea tecnológica posterior y de la automatización cada vez más
grande de toda la producción, la liberación del hombre por medio de la máquina[18].
Nótese
en estas palabras como se repite su idea de considerar al desarrollo científico
y tecnológico inseparablemente vinculados a los aspectos políticos y sociales.
Fue acertado plantearse en ese momento lo relacionado con la electrónica y la
automatización.
Sin
embargo, en el desarrollo científico y tecnológico contemporáneo, las omisiones
en la prospección y en la toma correspondiente de medidas resultan costosas y a
veces difíciles o imposibles de recuperar. Por ejemplo, en la Unión Soviética,
al finalizar la II Guerra Mundial, el desarrollo de la computación y en
definitiva de la cibernética tuvo características contradictorias y
problemáticas. Sus conceptos fueron dura e injustamente criticados y rechazados
por el PCUS como ciencia burguesa norteamericana, oscurantista y reaccionaria.
A pesar de avances posteriores realizados por científicos y tecnólogos
soviéticos, principalmente en las esferas cosmonáutica y militar, el PCUS
continuó mostrándose hostil a estas ideas. Esto, sin dudas, representó un serio
atraso en el desarrollo tecnológico de la Unión Soviética y en el resto del
campo socialista. Esto no permitió una adecuada cooperación y asesoría con el
campo socialista en aquellos momentos; sin embargo, el Che insistió en mantener
y buscar vías para avanzar con intensidad en estas esferas en la medida de lo
posible. Esta era una línea fundamental de desarrollo que no podía mantenerse
retrasada de forma alguna.
Transcurridos los tres
primeros años del triunfo de la Revolución, el problema del desempleo estaba
solucionado en lo esencial; podía encararse con otra óptica la batalla por la
productividad y la utilización, sobre bases económicas y según las
posibilidades, de tecnologías más modernas, automatizadas y humanas, lo que es parte inseparable de la
doctrina socialista.
La
idea de construir computadoras en Cuba importando componentes, en forma tal que
se desarrollaran los cuadros y el costo final en divisas de los equipos
resultara mucho menor, fue acariciada por el Che desde los primeros años de la
Revolución, pues tomaba en cuenta que los mayores gastos de la producción de
una computadora eran de tipo intelectual. Incluso, entre los elementos a
considerar en el desarrollo de una industria nacional figuraba la posible fabricación
de componentes electrónicos.
Preparar
cuadros, crear bases materiales, desarrollar cierta experiencia de trabajo y de
investigación en el campo de la electrónica, la cibernética, la instrumentación
y la informática[19] requería tiempo, aunque sólo se
considerara el nivel propio necesario para una eficaz asimilación de la
tecnología importada. El desarrollo contemporáneo de la informática, confirma
la justeza de esta temprana visión perspectiva, la que permitió el ulterior
desarrollo alcanzado en Cuba en el desarrollo de softwares y de hardwares y
de equipos e instrumentos médicos e industriales, en el apoyo a la
biotecnología y en la asimilación de las técnicas modernas de computación.
El
Che consideraba que, antes de llegar a la automatización, era preciso una labor
previa de racionalización del trabajo y el impulso a métodos más técnicos de la
producción; ello traería aparejada una
mayor socialización hasta alcanzar altas proporciones de la actividad
industrial
Como
apoyo científico y tecnológico a esta línea se creó, como veremos después, la
Dirección de Automatización y Electrónica.
·
Los derivados de la caña de
azúcar.
La
decisión de considerar la línea de los derivados de la caña de azúcar como una
de las líneas prioritarias de la política industrial y tecnológica se basaba en
la gran capacidad instalada de la industria azucarera cubana y en sus
potencialidades para un desarrollo vertical. En aquellos momentos se preveía
que el azúcar continuaría siendo el renglón principal de producción y
exportación, que debería financiar en buena medida el desarrollo de la economía
cubana. Sin embargo, la producción de azúcar, más una producción marginal de
mieles y alcohol, representaba un aprovechamiento muy bajo de las posibilidades
de este cultivo.
El Che
definía el desarrollo de la producción de azúcar como cuestión estratégica para
el país y afirmaba en ocasión de la plenaria nacional azucarera en 1962:
Cuba, país de azúcar, dejará
de tener como característica definitoria el azúcar en el momento en que basado
en sus propias producciones en gran escala afectivas con buenos precios,
precios competitivos en el mercado mundial, pueda desarrollar las otras tareas[20].
Con el
término “otras tareas”, él se estaba refiriendo a los derivados de la caña de
azúcar. Alcanzar objetivos tan ambiciosos era posible solo con una estrategia
audaz que hiciera competitiva la producción azucarera y afirmaba:
Nosotros pensamos mantener
nuestra especialidad de azúcar bajando los costos, creando toda una serie de
industrias derivadas de la caña de azúcar.[21]
El papel de la caña como materia prima de grandes
posibilidades, explotada de forma insuficiente fue apreciado por el Che cuando
afirmó:
...Hay que acostumbrarse a ver
en la caña de azúcar una materia prima de ilimitadas posibilidades y que exige
un estudio minucioso...Con la caña
sembrada, quizás, para todo el año, para producir todos estos otros productos
distintos del azúcar, y convertir entonces, no todos estos subproductos del
azúcar, sino al azúcar en subproductos de toda una serie de productos orgánicos
de mucho valor en el mercado. Entonces estamos en condiciones de competir en el
mercado mundial en el azúcar[22].
Para
la producción de renglones importantes de derivados de la caña para la
alimentación del ganado, era necesario impulsar la utilización de técnicas
conocidas y la asimilación de nuevas técnicas en el campo de la fermentación.
La
demanda nacional de papel y de fibras sintéticas como el rayón y la posible
producción de ambos a partir del bagazo, requerían de una inmediata atención.
Todavía en esos momentos no resultaban claras las posibilidades del desarrollo
de una amplia gama de productos a partir del furfural, presente en el bagazo de
la caña, que hubieran podido constituir, a más largo plazo, la base de una
industria química nacional a partir de un recurso natural abundante como la
caña de azúcar. Los derivados del furfural no han tenido una importante
repercusión económica en Cuba, dado en gran medida a la competencia del bagazo
como combustible para la producción de energía eléctrica “limpia”[23].
Para
profundizar en la investigación y desarrollo en esa área, fue creado el
Instituto Cubano de Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA), uno de los
institutos que serán presentados en el próximo capítulo.
Como resultado de las
acciones emprendidas, ya en 1963 el Che insistía en las amplias perspectivas
que se abrían a los derivados de la caña de azúcar:
…es
necesario trabajar para convertir en realidad que el azúcar al igual que las
mieles, por ejemplo, sea un subproducto de la industrialización de la caña de
azúcar, para poder competir en cualquier mercado y asegurar la materia prima
para la esfera de la química que es el futuro de la humanidad, junto con la
automatización[24].
Esta perspectiva se
dirigía a transformar la situación de la industria azucarera y de sus
derivados, la que podría, de esa forma, crecer, ramificarse e interconectarse,
haciendo surgir, alrededor de los centrales azucareros, zonas industriales
estables que coadyuvaran además a un desarrollo territorial más uniforme y
armónico.
- La creación de una
cultura productiva, científica y técnica: las publicaciones
Además
de lo que era realizado por medio de las actividades directamente relacionadas
a la producción, a la investigación y al desarrollo tecnológico, el Ministerio
trataba de crear y fortalecer una cultura productiva, científica, tecnológica,
económica y política a todos los niveles. A esos fines, desempeñó un papel
importante la creación de tres revistas:
Nuestra Industria, dirigida
a todos los trabajadores del Ministerio. Ofrecía a los obreros un bosquejo
amplio y comprensible de las luchas del organismo, sus trabajos y las
dificultades en el momento actual. Era una publicación ágil y amena, de una
impresión modesta pero agradable. Su responsable era Juan Valdés Gravalosa,
Secretario del Consejo de Dirección. Si se quisiera hacer una historia
detallada del Ministerio de Industrias en esaépoca, la colección de Nuestra Industria constituye un material
de referencia obligado.
Nuestra Industria Económica era
una revista de carácter más académico, utilizada para debatir los problemas
económicos más acuciantes de nuestro desarrollo. Estaba bajo la responsabilidad
del Viceministro de Economía. En ella, el Che escribió varios artículos sobre
sus ideas y conceptos teóricos sobre el Sistema Presupuestario de
Financiamiento, los que dieron motivo a otros artículos de dirigentes como
Alberto Mora, entonces Ministro de Comercio Exterior y Marcelo Fernández Font,
Presidente del Banco Nacional de Cuba, quienes rebatían los puntos de vista del
Che. Esto abrió un importante debate teórico entre ellos de alto nivel e
interés.
El
caso de estos debates trae a colación un hecho que revela un aspecto importante
de la personalidad del Che. Alberto Mora, quien contradecía fuertemente algunas
ideas del Che sobre la economía, fue sustituido como Ministro de Comercio
Exterior y el Che lo llamó para trabajar con él como Asesor. Su función
principal era seguir siendo su oponente, su “abogado del
diablo”, en lo referido al sistema de financiamiento. Yo nunca había visto tal
cosa: un asesor para contradecir al jefe.
Nuestra Industria Tecnológica.
Vale la pena reproducir in extenso el
editorial que el Che escribió para el primer número de esta revista. En este se
ofrece un cuadro sintético de su pensamiento en cuanto al proceso que tuvo que
enfrentar la Revolución Cubana y, en particular, el desarrollo industrial y al
papel de la ciencia y la tecnología en Cuba:
(La revista) está destinada
fundamentalmente a nuestros técnicos y a todos aquellos compañeros obreros y
estudiantes que se preparan...a cubrir cargos de responsabilidad en las
industrias que trabajan y en las que están por crearse; es también el intento
de establecer una comunicación directa a través de la tecnología con todos los
países del mundo...
La tarea de la Revolución
cubana ha sido grande en el corto lapso que media entre el primero de enero de
1959 y este mes del año 62 en que nace la revista. Hemos tenido que destruir
los restos del aparato estatal anterior, luchar contra el imperialismo,
rescatar para el pueblo todas las empresas, destruir la superestructura
completa en que
se basaba la dominación del régimen anterior, luchar contra el bloqueo, aceptar
el éxodo continuo de nuestros mejores técnicos, en el sentido científico, ya
que no moral de la palabra, y crear y desarrollar los existentes, basándonos en
el entusiasmo infatigable de unos cuantos pioneros que permitieron, en cada una
de las ramas industriales del país, cumplir con el pueblo en este momento
difícil.
La técnica cubana está
finalizando su etapa más dura, que fue la de tapar agujeros, tratar de que lo
que ahora existía y caminaba siguiera caminando; buscar la forma de cambiar un
tornillo por un alambre, un líquido por otro…en fin hacer maravillas para
que...nuestras máquinas pudieran seguir caminando. Pero, naturalmente, que este
es un sistema absurdo si se pretende seguir indefinidamente en él. Ya nuestros
técnicos están abocados a la segunda tarea que es la importante y fundamental
en estos momentos; crear tecnologías adecuadas para procesar las materias
primas cubanas y las que nos vienen del extranjero...y al mismo tiempo,
establecer una tecnología adecuada para hacer repuestos sólidos...Es una tarea
más previsora y de más envergadura. Nos llevará un tiempo desarrollarla a
fondo...Pero aun así, debemos ya prepararnos para entrar en la tercera que es
la de desarrollar tecnologías que nazcan de nuestro suelo, de nuestras materias
primas, de nuestro ambiente cultural y de nuestro desarrollo actual, para poder
dar al mercado cubano y al mercado mundial, los productos de nuestro suelo
elaborados hasta el máximo permitido por la técnica, de acuerdo con la
inventiva y la ciencia de nuestros propios tecnólogos. Aspiramos sinceramente,
revolucionariamente, a que el trabajo de todos convierta a esta revista, en el
menor tiempo posible, en la expresión de un pueblo que camina rápidamente por
las amplias vías de la ciencia moderna hacia un desarrollo industrial avanzado.[25]
Este
editorial escrito después de tres años del triunfo de la Revolución, constituía
un documento programático de política industrial, científica y tecnológica que
se convirtió rápidamente en acciones y medidas concretas.
La responsabilidad de que Nuestra Industria Tecnológica saliera a tiempo – a más tardar el
día 10 del mes correspondiente – era del Viceministro para el Desarrollo
Técnico. Roberto Acosta, Director del Normas Metrología y Control de la Calidad
estaba encargado del trabajo editorial
Yo no sabía, cuando ocupé ese cargo, que el Che insistía
mucho en la puntualidad de salida de las tres revistas. Por problemas en la
imprenta, la salida de Nuestra Industria Tecnológica – el primer número bajo mi responsabilidad –
estaba demorada. El día previsto para su salida, el Che me llamó:
-
Oye,
Tirso, ¿por qué no he recibido la revista? Hoy es día 10.
Yo no tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo,
tampoco tenía noción de que la revista debía salir publicada en ese día,
-
No sé. Le
respondí. Creo que hay problemas en la imprenta.
-
¿Cómo que
no sabes? Averigua enseguida qué es lo que está ocurriendo. Discute con la
imprenta, con quien sea, y deja el problema resuelto para que la revista salga
cuanto antes. Llámame después para informarme y, recuerda: la revista tiene que
salir siempre a tiempo.
El problema se resolvió, la revista salió dos días más
tarde. Más nunca se atrasó.
[1]
Guevara, 1965.
[2] Ibidem.
[3]
Guevara, 1966d, p. 668.
[4]
Guevara. 1966t, pp. 719-722.
[5]Guevara,
1966ª, p. 160.
[6] El Che
acostumbraba a hacer chistes sobre el tamaño de mi cabeza.
[7]
Guevara, 1966d, p. 81.
[8] Posteriormente
fue Vicepresidente de la Junta Central de Planificación, hoy día Ministerio de
Economía y Planificación. Fue Asesor del Ministro de Turismo.
[9]
Ver Guevara, 1972b.
[10]
En el artículo aparece como sucroquímica,
pero en realidad el Che no se refería a los derivados del azúcar, sino, en
forma más amplia, a los de la caña de azúcar.
[11]
La capacitación será tratada separadamente en el capítulo dedicado a los
recursos humanos
[12] Guevara,
1972b, pp.109-110
[13] Guevara, 1972b
[14] Guevara, 1966f, p. 148
[15]
Colas: residuos – en este caso, de los minerales lateríticos - después de la
extracción de níquel y cobalto.
[16]
El arrabio se produce generalmente a partir de minerales limoníticos reducidos
en altos hornos, con coque (carbón en forma de briquetas). Cuba no posee
cantidades importantes de limonitas; tampoco carbón. Por otra parte, la
producción de coque a partir de carbón importado sería incosteable.
[17]
Guevara, 1972b.
[18]Guevara,
1966ª, p. 155.
[19] Aunque en
aquellos tiempos no se utilizaba esa expresión en Cuba, sino computación.
[20]
Guevara, 1966e, p. 150.
[21]
Guevara, 1965, op. cit.
[22]
Guevara, 1966r, p. 102
[23]
La energía eléctrica producida a partir del bagazo de la caña de azúcar se
considera “limpia” pues el balance de generación de CO2 en su
producción es muchísimo menor al que la caña de azúcar absorbe de la atmosfera
en su proceso vegetativo. Muchos investigadores y tecnólogos -desde Álvaro
Reynoso hace ya casi 160 años- denominan a la caña de azúcar como un “sumidero
de CO2”
[24]
Guevara, 1966h, p. 671
[25] Guevara, 1966p, pp. 741-745.
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