Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 29 de septiembre de 2018

Los republicanos y el juramento hipócrita


La mayoría de los estudiantes de medicina pronuncian al licenciarse una versión u otra del antiguo juramento hipocrático, una promesa de actuar moralmente en su función de médicos. Siendo como es la naturaleza humana, algunos rompen esa promesa. Pero aun así, esperamos que aquellos que proporcionan cuidados médicos se comporten de manera más ética que la media de la sociedad.

Sin embargo, en lo que se refiere a cómo se relacionan los políticos con la atención sanitaria, hemos llegado a esperar lo contrario, al menos en uno de los bandos. A menudo se tiene la impresión de que los políticos republicanos han adoptado secretamente el juramento hipócrita: la promesa de engañar a los votantes en la medida de sus posibilidades y afirmar que apoyan las protecciones a los enfermos que precisamente tratan de debilitar a toda costa.

Para entender a qué me refiero, piensen en el caso de Josh Hawley, que compite con Claire McCaskill para el puesto de senador por Missouri. Hawley es uno de los fiscales generales de 20 estados que han presentado una demanda intentando revocar una de las cláusulas clave de la Ley de Atención Sanitaria Asequible (ACA por sus siglas en inglés y conocida como Obamacare): la que protege a personas con afecciones médicas preexistentes, al exigir que las aseguradoras cubran a todas las personas de la misma edad con la misma prima, con independencia de su historial médico. Si se elimina esa cláusula, millones de estadounidenses vulnerables perderán su seguro.

Tengo que decir que es casi admirable la absoluta desfachatez de su deshonestidad a este respecto. Porque el proyecto de ley que Hawley ofrece es un fraude: está lleno de lagunas jurídicas que permiten a las aseguradoras discriminar de maneras que acabarían haciendo que la sanidad básica resulte inasequible para quienes más la necesitan. Por ejemplo, si bien les exigiría ofrecer un seguro a, pongamos por caso, pacientes con cáncer, les permitiría vender pólizas que no cubren tratamiento contra el cáncer, lo que significaría que las pólizas que sí cubriesen ese tratamiento se volverían prohibitivamente caras.Pero hay un problema: proteger la cobertura de afecciones preexistentes es muy popular, con un respaldo mayoritario incluso entre los republicanos. Y McCaskill ha estado machacando a Hawley por su participación en esa demanda judicial. De modo que Hawley ha respondido con anuncios en los que afirma que también él quiere proteger a las personas con afecciones preexistentes, como queda supuestamente demostrado por su apoyo a un proyecto de ley que propone proporcionar esa protección.

Y dejando a un lado la fraudulencia de este proyecto de ley, ni siquiera la reglamentación seria y no fraudulenta de las compañías aseguradoras no basta por sí sola para proporcionar cobertura asequible para las afecciones preexistentes. Si eso es todo lo que se hace, quienes soliciten la cobertura estarán mucho más enfermos que quienes no lo hacen, lo que significa un grupo de riesgo malo, lo que a su vez significa primas altas. Esa fue la experiencia de Nueva York: antes de la ACA, tenía unas reglamentaciones estrictas para las aseguradoras, pero las primas eran tan altas que solo personas con problemas de salud se hacían una póliza en el mercado individual, y eso a su vez mantenía las primas elevadas.

Para hacer que la reglamentación funcione, es necesario respaldarla con incentivos para que la gente sana se haga una póliza, como subvenciones para ayudar a familias con rentas más bajas. En otras palabras, si realmente se quiere hacer que la atención esencial esté disponible para afecciones preexistentes y al mismo tiempo seguir utilizando las empresas de seguro privadas, sería necesario un sistema que se pareciese mucho al Obamacare. De hecho, las primas en Nueva York bajaron a la mitad cuando la ACA entró en vigor.

Pero en este universo, los republicanos han decidido que deben ocultar su intención de retirarles la atención sanitaria a quienes más la necesitan. De modo que hacen lo que está haciendo Hawley: recurrir a una combinación de sabotaje y cortina de humo. Por un lado, erosionan los bordes de la Ley de Atención Sanitaria Asequible con la esperanza de que implosione. Y por el otro, fingen querer las mismas cosas –como la cobertura garantizada de las afecciones preexistentes– que tratan de destruir.De ahí lo del juramento hipócrita. A los republicanos les repugna la idea de garantizar que todos reciban la atención sanitaria básica, y francamente odian los impuestos a las rentas más altas que contribuyen a pagar las subvenciones establecidas en la ley de Obama. Y se pueden imaginar un universo político alternativo en el que el Partido Republicano admitiese abiertamente sus objetivos, justificándolos sobre la base de la libertad económica o algo por el estilo.

Por cierto, esta es la razón por la que muchos demócratas hablan de atención médica (Medicare) para todos. La ley de Obama era una reforma de los seguros sanitarios favorable al mercado, pensada en parte para ablandar a los conservadores; la respuesta de estos fue una oposición a ultranza, seguida por una serie de intentos de aprovechar la confusión ciudadana acerca de cómo funciona la Ley y lo que costará sostenerla. De modo que tiene lógica buscar un sistema más sencillo que fuese más difícil de manipular políticamente.

Porque hay que admitir que la estrategia cínica del Partido Republicano está funcionando hasta cierto punto. Es cierto que los sondeos muestran que los demócratas aventajan en mucho a los republicanos cuando se les pregunta a los ciudadanos en qué partido confían más en relación con la atención sanitaria. Pero esa diferencia sería sin duda aún mayor si más votantes se diesen cuenta de lo que verdaderamente intenta hacer el Partido Republicano.

De modo que seamos claros: si ustedes padecen una afección médica preexistente, sepan que los republicanos están intentando quitarle el seguro. Si dicen lo contrario, mienten.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía

© The New York Times Company, 2018

Traducción de News Clips

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