CAPÍTULO 8
LA
CREACION DE LA INFRAESTRUCTURA CIENTIFICA Y TECNOLOGICA
·
El Viceministerio para el
Desarrollo Técnico
En el
Seminario de Solidaridad Afro-asiática celebrado en Argel en 1965, el Che
planteó con toda intensidad:
En el aspecto económico,
necesitamos vencer el camino del desarrollo con la técnica más avanzada
posible. No podemos ponernos a seguir la larga escala ascendente de la
humanidad desde el feudalismo hasta la era atómica y automática, porque sería
un camino de ingentes sacrificios y parcialmente inútil. La técnica hay que
tomarla donde esté; hay que dar el gran salto técnico para ir disminuyendo la
diferencia que hoy existe entre los países más desarrollados y nosotros[1].
Esta
concepción estratégica, así como lo presentado en el capítulo anterior, muestra
cuál fue la base para la creación del Viceministerio para el Desarrollo Técnico
a fines de 1962, el cual debería dar los primeros pasos para solucionar
cuestiones de naturaleza científica y tecnológica asociadas a la realización de
las tareas estratégicas y aún inmediatas para el desarrollo industrial del
país. Se hacía cada vez más evidente que, para viabilizarlas, era
imprescindible crear una infraestructura adecuada de investigación, generación,
transferencia y asimilación de tecnologías.
Por otra
parte, desde los mismos inicios de este Viceministerio, él subrayaba la
vinculación política e ideológica de las tareas científico-tecnológicas:
Cada una de las etapas del
desarrollo de la sociedad socialista está basada en dos aspectos: primero, la
comprensión cabal del rol del proletariado en la construcción del socialismo y
segundo, en el desarrollo acelerado de la nueva técnica[2]
En este sentido el Che expresaba:
El
desarrollo de las investigaciones tecnológicas está orientado a impulsar no
sólo el resolver cuestiones inmediatas y conocer mejor los recursos naturales
del país, sino el ponerse al día en los avances de aquellas disciplinas que a
primera vista ofrecen más perspectiva a la industria, y seguidamente hacer
investigaciones propias, experimentos. Buscar la variante técnica cubana que se
compare favorablemente con las extranjeras. En otras palabras, crear los
cimientos para el desarrollo de una tecnología propia de acuerdo a los
recursos, imaginación y capacidad creadora[3]
El
Viceministerio de Construcción Industrial, existente
desde los inicios del Ministerio, cumplía parte de estas actividades,
especialmente lo relacionado con los procesos de transferencia de
tecnología.
Sin
embargo, esta necesidad era mucho más amplia. Al Viceministerio para el Desarrollo Técnico se le asignó la tarea de
crear, organizar y atender el desarrollo de distintos institutos de
investigación y otras unidades afines que debían, en su desarrollo, proveer, en
sus distintas áreas de actividad, la base adecuada para abordar las líneas
magistrales de desarrollo científico y tecnológico que se iban perfilando y definiendo
de acuerdo con las necesidades científico-técnicas y las orientaciones
políticas de la revolución.
Al Ing. Enrique Oltuski, quien
ocupaba el cargo de Director de Organización, le fue encargada la elaboración
de un proyecto de las funciones, instituciones y estructura de este
Viceministerio. Oltuski fue nombrado Viceministro en los momentos en que estaba
viajando en una misión por los países socialistas. El Che le envió un mensaje
informándole de esta noticia. Sin embargo, Oltuski no llegó a tomar posesión
del cargo, pues fue solicitado, para ocupar el cargo de Vicepresidente de la
Junta Central de Planificación.
Santiago Riera, quien era
Director de la Rama Mecánica en el Viceministerio de Industria Básica, fue
designado para ocupar ese cargo. Riera no tenía formación universitaria,
tampoco tenía una especialización técnica; sin embargo, era un compañero con
grandes dotes organizativas y de dirección, demostrada en sus anteriores cargos
como Director de las Empresas Consolidadas de Cigarros y la Automotriz y,
posteriormente, en la dirección de la Rama Mecánica[4].
Reunía, por tanto, las condiciones necesarias para iniciar la compleja y
difícil tarea de crear este Viceministerio, seleccionar los cuadros de
dirección, crear la base material de los institutos, perfilar las primeras
tareas de investigación, así como la articulación con el resto del aparato del
Ministerio y otras instituciones. En pocos meses de trabajo, el impulso que dio
a este nuevo órgano fue considerable. Cuando trabajamos juntos en el
Viceministerio de Industria Básica, él me ayudó mucho con su iniciativa y la
amplia actividad y entusiasmo que desarrollaba. Fuimos grandes amigos.
A
fines de 1962, Carlos Rafael Rodríguez, quien ocupaba la Jefatura del Instituto
Nacional de Reforma Agraria (INRA), solicitó al Che tres cuadros de probadas
condiciones de dirección para reforzar su organismo. El Che cedió a valiosos
compañeros: Mario Zorrilla, quien ocupaba el cargo de Viceministro de Economía;
Cristóbal Díaz Vallina, Director de la Empresa Consolidada del Níquel y Mario
Travieso, Director de Costos y Finanzas en el Ministerio.
La
sustitución de Zorrilla no era fácil. El Viceministerio de Economía estaba
enfrascado en la difícil tarea de desarrollar las bases metodológicas de los
primeros planes, su elaboración y compatibilización interna con todas las
empresas, con otros organismos y con la Junta Central de Planificación y de su
control, además de implementar las ideas del Sistema Presupuestario de
Financiamiento. De nuevo, Riera, por sus dotes organizativas y de dirección,
vueltas a demostrar en su actividad en el Viceministerio de Desarrollo Técnico,
se hacía la persona indicada para ocupar el cargo de Zorrilla.
Cuando
Riera ocupó el cargo de Viceministro de Economía, el Che consideró que yo debía
asumir el cargo de Viceministro para el Desarrollo Técnico. Cuando me dieron la
noticia, exclamé:
¡Otro cambio más!
Realmente
en menos de dos años yo había ocupado siete cargos, para los cuales sólo en los
dos primeros tenía una buena formación pero ninguna experiencia; para los otros tuve que formarme
sobre la marcha. Cuando ya comenzaba, después de mucho trabajo, a
familiarizarme con los problemas de la Industria Básica, tenía que pasar a una
nueva tarea, aunque, es justo decirlo, estaba mejor preparado para las
actividades del desarrollo técnico que para las anteriores. Además, Riera había
avanzado mucho en la organización del Viceministerio, lo cual me allanó mucho
el camino.
·
La organización del
Viceministerio para el Desarrollo Técnico
El Viceministerio
tenía un gabinete sin mucho personal, siguiendo la orientación para todo el
Ministerio de Industrias. Éramos seis personas: el Viceministro, una jefa de
despacho, una secretaria, dos auxiliares – una de las cuales trabajaba durante
la tarde y la noche – y un chofer.
El
Che dio orientaciones precisas relacionadas con las tareas fundamentales que
este Viceministerio debería realizar; entre ellas:
Ø
impulsar la tecnificación del
país y la conexión de las distintas ramas de la ciencia y la tecnología con los
sectores productivos a fin de orientarlos;
Ø
mantener una estrecha
coordinación entre la investigación y la producción;
Ø
sentar las bases organizativas
para que los centros de I+D del Ministerio alcanzaran un mayor nivel de
profundidad y de diversificación de sus estudios;
Ø
dirigir y ejecutar los planes
de capacitación de todo el organismo; y
Ø
desarrollar las tareas de
normalización.
Para
cumplir con estas funciones, el Viceministerio estaba integrado por institutos
de investigación y direcciones con perfil normativo y metodológico, aunque
también con funciones de carácter ejecutivo. Un Consejo de Dirección, en el
cual participaban todos los directores de las unidades vinculadas, daba un
carácter participativo a las decisiones más importantes que se tomaban.
Los
institutos y direcciones creados tomando
en consideración las prioridades indicadas en el capítulo anterior fueron los
siguientes:
Ø
El Instituto Cubano de
Recursos Minerales (ICRM);
Ø
El Instituto Cubano de
Investigaciones Minero-Metalúrgicas (ICIMM);
Ø
La Dirección de Automatización
y Electrónica (DAE);
Ø
El Instituto Cubano de
Desarrollo de Maquinarias (ICDM);
Ø
El Instituto Cubano de
Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA);
Ø
El Instituto Cubano de
Desarrollo de la Industria Química (ICDIQ);
Ø
El Instituto Cubano de
Investigaciones Tecnológicas (ICIT);
Ø
La Dirección de Normas y
Metrología;
Ø
La Dirección de Capacitación;
Ø
La Dirección de Colaboración
Técnico-Científica[5];
Ø
La Dirección del Plan para el
Desarrollo Técnico.
El Instituto Cubano de
Recursos Minerales (ICRM)
En
1961 se creó el Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM), el primer centro
de investigaciones creado por el Ministerio de Industrias, lo que muestra la
importancia estratégica que se le asignaba a esta área. Tenía como objetivo
acometer, con criterios científicos y prácticos, la investigación, prospección
y búsqueda de minerales, incluyendo el petróleo. Antes de la Revolución esas
actividades habían estado, fundamentalmente, en manos de empresas extranjeras,
principalmente norteamericanas. Durante un tiempo, hasta la creación del ICP,
la prospección y búsqueda de
petróleo estaba bajo la responsabilidad de ese Instituto.
Durante
sus dos primeros años de trabajo, el ICRM, tuvo una pobre organización y no se
observó progreso sensible en sus funciones. Sin embargo, era necesario tomar en
cuenta que sus actividades eran muy
variadas, distribuidas por todo el país en decenas de unidades de prospección y
búsqueda perforación y extracción de petróleo, así como de minerales sólidos, de brigadas de geofísica
de diferentes tipos, incluyendo la sísmica en el mar. Por su propia naturaleza,
se trataba de actividades que se desarrollan inevitablemente en lugares
intrincados, apartados de centros poblacionales. Casi siempre, había que abrir
caminos para transportar los equipos, construir facilidades temporales con
condiciones mínimas de vivienda, garantizar la logística para el suministro de
alimentos, combustibles, comunicación, materiales de trabajo, piezas de
repuesto, entre otros desafíos. Estas tareas múltiples se acometían sin
experiencia práctica alguna. Las tareas del
ICRM surgieron como una explosión gigantesca.
La carencia de fuerza técnica calificada era enorme en
el sector minero. En el Ministerio sólo había dos geólogos cubanos, quienes,
hasta ese momento, estaban ocupados en las actividades productivas en la
Empresa de la Minería. En tales condiciones, el fuerte contingente de
especialistas soviéticos y checoslovacos tuvo un papel relevante en el
desarrollo de ese sector en Cuba.
Las actividades de prospección y extracción de petróleo
en el ICP eran dirigidas por especialistas latinoamericanos, principalmente
argentinos; inclusive el Subdirector para esta actividad era un geólogo
argentino. Al trasladarse esta actividad para el ICRM, se produjo un choque
violento, una guerra declarada, a veces, sorda, sobre criterios técnicos – con
mucho trasfondo ideológico - entre los especialistas del ICP y los del campo
socialista. Se mostraban diferencias que parecían insalvables. Esas
desavenencias también contribuyeron a dificultar el avance de los trabajos del
petróleo en sus primeros tiempos.
El primer director del ICRM fue Omelio Sánchez, quien
antes ocupaba el cargo de Director de la Empresa Consolidada de la Minería. La
experiencia de Omelio y las condiciones de dirigente que demostraba, sobre la
cuales hablamos anteriormente, parecían augurarle éxito en el desempeño de su
trabajo. Sin embargo, su salud no le permitió desarrollar tarea de tal
magnitud, por lo que tuvo que abandonar el cargo, poco tiempo después de
nombrado.
Su sustituto, Augusto Enríquez, era médico; había sido,
primero, director de una de las fábricas del área de Jabonería y Perfumería[6] y luego Director de la
Empresa Consolidada de esa actividad. Después fue promovido a Director del Plan
de Abastecimientos en el Ministerio. Se pensaba que, con su experiencia, él
podría impulsar el trabajo en el ICRM. Sin embargo, no obtuvo los resultados
esperados. Fue sustituido, en 1963, por Jesús Suárez Gayol.
En
esa nueva fase del ICRM, en1963, el Che indicó al Instituto la prioridad en la
búsqueda de petróleo y la confección del Mapa Geológico de Cuba, considerando
en él aspectos prácticos de nuestra economía, como el incremento de reservas y
la prospección de yacimientos cuyos minerales sustituyen importaciones o son
fuente de divisas.
Al
presentar sus orientaciones para 1964[7],
volvió a insistir en la búsqueda de petróleo e indicó una tarea que se vinculaba
a su sueño de construir una planta siderúrgica: crear condiciones para la
búsqueda masiva de minerales ferrosos.
En
ese año, fui con Suárez Gayol, a visitar los pozos de petróleo de 5 mil metros
de profundidad – las profundidades mayores de perforación hasta aquellos
momentos en Cuba - que se estaba realizando en Cayo Francés[8].
Ahí me di cuenta de las condiciones difíciles en que trabajaban aquellos
perforadores, así como también los especialistas soviéticos. Recuerdo cómo,
cuando íbamos en la patana para llegare al cayo, maté decenas y decenas de
mosquitos en las espaldas de Suárez Gayol, quien se había quitado la camisa
para disfrutar del espléndido sol reinante. ¡Nunca había visto y sentido mosquitos tan agresivos!
Para
1965[9] se
asignó a dicho instituto una tarea de mayor complejidad y – aún hoy – de gran
relevancia: crear las bases organizativas y técnico-materiales para la
perforación en el mar para la búsqueda de petróleo, particularmente en la zona
de los cayos de la costa norte de la antigua provincia de Las Villas. Nótese
como la búsqueda de petróleo era una prioridad permanente en las orientaciones
del Che, quien combinaba la búsqueda de resultados inmediatos con la visión
estratégica. Recuerdo mi primera salida con él, en 1961, a visitar los campos
de petróleo en Jatibonico en la zona central del país. Estas visitas se
repitieron varias veces.
En
ese año también, se le dieron directivas concretas al Instituto para la
búsqueda de minerales raros, los que resultaban de importancia como base para
el desarrollo de una futura industria electrónica a la que se le daba una
importancia particular. Nótese otra vez, como el Che, en sus proyecciones, va
interconectando a las diferentes unidades del Ministerio en apoyo a las ideas
estratégicas centrales.
Así,
además de iniciarse un programa serio, con métodos y equipos modernos de origen
soviético para la prospección de petróleo, se ampliaron los estudios de las
reservas de níquel, cobre, cromo y minerales no metálicos.
Che
apoyó también una iniciativa de Suárez Gayol para la organización de
exploraciones populares, buscando incentivar, con un fin educativo y
vocacional, la incorporación masiva de jóvenes a la búsqueda de minerales.
Al analizar las actividades del ICRM, en noviembre de
1963, el Che subrayó, entre varios aspectos, que se notaba un nuevo espíritu en
el Instituto, reflejo de la labor de Suárez Gayol, de su fe y entusiasmo en el
trabajo, expresión de su carácter y que sabía comunicarlo a otras personas de
manera impresionante. El había logrado unificar los criterios de todos los
especialistas y mejorado sustancialmente los problemas organizativos que
anteriormente se manifestaban. Destacó además el trabajo científico que se
había realizado. Estos criterios del Che se reafirmaron en análisis posteriores[10].
El caso de Suárez Gayol merece un análisis particular.
El entró en las luchas revolucionarias siendo estudiante de Bachillerato en
Camagüey. Alcanzó los grados de Capitán en Pinar del Rio en el Ejército
Rebelde. Sin haber terminado sus estudios, tuvo que asumir en el Ministerio,
primero, la dirección de una empresa muy complicada: la Empresa Consolidada de
la Harina. Esta empresa estaba integrada por dos por molinos de trigo, varias
fábricas de dulces, galletas y biscochos y miles de panaderías, casi todas muy
pequeñas y rudimentarias, con mucho personal de baja calificación, repartidas
por todos los rincones del país.
Fue impresionante el trabajo que realizó al frente de la
empresa, llevándola, en
Suárez Gayol fue un valioso colaborador y uno de mis
mejores amigos. Al crearse el Ministerio de la Industria Azucarera en 1964,
Suárez Gayol fue solicitado para ocupar el cargo de Viceministro de Producción.
Años más tarde, el Che lo seleccionó para integrar la guerrilla que iría a
Bolivia. Fue el primer cubano que murió combatiendo en ese país.
La
colaboración soviética en el campo geológico fue muy amplia, tanto en la
transferencia de conocimientos científicos y tecnológicos, como de recursos
financieros y humanos y en la formación de especialistas. En 1965, fui
encargado de viajar a la URSS para negociar, a nombre del Gobierno, la
obtención de un crédito de 20 millones de rublos para la compra de equipos de
perforación de petróleo, el cual fue concedido.
Un
grupo numeroso de especialistas soviéticos fue enviado a Cuba. Ellos trabajaron
principalmente en las áreas de petróleo y minerales metálicos. Actuaron a todos
los niveles, desde asesores a nivel del Instituto, hasta en la base en las
brigadas de prospección y perforación. La colaboración checoslovaca fue también
importante, principalmente en el área de minerales no metálicos. En 1964, el
ICRM tenía 153 especialistas extranjeros.
El
Che contó con la valiosa asesoría de un geólogo checoslovaco, Pedro Kveton –
conocido popularmente con el apelativo cariñoso de “Pedro el Checo” -, quien
estuvo en Cuba por espacio de más de 4 años. Él no se limitaba a asesorar al
Che, sino que también brindaba valiosa ayuda y consejos a los demás
viceministros y directores de empresas e institutos. Trabajaba intensamente,
conocía a Cuba muy bien y, sobre todo, las características e idiosincrasia del
cubano[11].
A mí me resultó de una gran ayuda, inclusive me dio algunas clases de geología.
Por su recomendación se creó la Comisión Nacional de Reservas Minerales, así
como el Fondo Geológico, las cuales inicialmente yo presidí.
El
Ministro de Geología de la antigua Checoslovaquia, Josef Pravda, ayudó mucho a
materializar una efectiva colaboración, tanto con el ICRM como con la Empresa
de la Minería. Yo viajé a Checoslovaquia en varias oportunidades a discutir con
él diferentes aspectos de dicha colaboración. Siempre se comportó como un gran
amigo de Cuba, así como personal.
En
una ocasión, en 1964, Pravda estuvo en Cuba, haciendo un recorrido extenso por
todo el país, visitando plantas, minas y brigadas geológicas y geofísicas.
Incansable trabajador, siempre recordaba y contaba a todos en su país, que,
estando reunido en mi oficina con otros directores, a las 2 de la madrugada, el
Che, que estaba en su despacho, me había llamado por el intercomunicador. Él se
maravilló, no sólo que el Che estuviese a esa hora en su oficina, sino que
también llamaba a sus colaboradores como un procedimiento normal.
Durante
esa visita, sucedió un hecho simpático que demostraba la actitud del Che ante
determinadas situaciones. Convidó a Pravda a una cena en el restaurante “La
Torre”. A las 8 de la noche, como habíamos acordado, acompañé a Pravda al
despacho del Che, donde conversamos sobre la colaboración checoslovaca y otros
temas. De ahí salimos hacia el ascensor a tomar el carro. Resulta que el Che no
le había dicho nada de esa cena ni a Manresa, su Jefe de Despacho, ni a su
escolta. Descendimos y, como el Che vio que la escolta no se había dado cuenta
de nuestra salida, tomó el carro y nos pidió entrar. Yo que noté el fallo de la
seguridad, intenté avisar, pero él me lo prohibió. Como unos niños traviesos
que se escapan de la escuela, salimos para la cena. Cuando los miembros de la
escolta notaron la ausencia del Che, se asustaron y comenzó una intensa y
nerviosa búsqueda. Nadie sabía dónde estaba. Después de casi una hora, los
compañeros de la escolta llegaron jadeantes al restaurante. Me miraron con mala
cara por no haberles informado, bajo la sonrisa pícara del Che, quien me hizo
señas para no darle mayor importancia al asunto.
Resultaría muy extenso, describir todas las actividades,
muchas de ellas pioneras en Cuba, que fueron desarrolladas por el ICRM. Puede
decirse que esos esfuerzos iniciales fueron la base para el crecimiento de la
producción petrolera, que de unas pocas decenas de miles de toneladas
producidas nacionalmente durante los años 60s, alcanzó, en el año 2003, la
cifra de 4 millones de toneladas (hoy día, Cuba produce el 50% del petróleo que
demanda), además del aseguramiento de muchos minerales de importancia para la
economía como los lateríticos para la industria del níquel.
Uno
de los resultados científicos a destacar en el ICRM fue la obra La Geología de Cuba, publicado en 1964,
la que el Che impulsó desde la creación del instituto, por su comprensión de la
necesidad de un basamento científico para las tareas de prospección de
minerales. En el prólogo para ese libro, él resaltó la importancia de la
colaboración con los países socialistas en esta esfera. Por su profundo
significado y proyección latinoamericana, incluyendo su propia decisión de
participar directamente en los movimientos de liberación nacional,
transcribimos in extenso sus
palabras:
La importancia de este libro
es, precisamente, la demostración de la magnitud del apoyo que pueden prestarse
entre sí los países del campo socialista; en que Cuba, país interesado y sin
ningún desarrollo en estas técnicas, pueda, a los cinco años de la revolución,
presentar una geología de alto nivel científico para uso de todos sus futuros
profesionales. Es el verdadero milagro de la época que vivimos; el milagro que
realiza el hombre; el de su solidaridad; la expresión de la potencia de su
fuerza mancomunada; de su capacidad de eliminar las barreras geográficas y
trasladar la ciencia de un país a otro, sin condiciones, sin otro afán que la
ayuda fraterna a otros pueblos del mundo.
Para nosotros, los cubanos, la
ayuda prestada por los científicos de todos los países hermanos ha sido
fundamental y ha dejado dos enseñanzas preciosas: el de la técnica que poseen y
el de la solidaridad que conlleva. Nuestra joven revolución, como una esponja,
ávida de todos los conocimientos de todas las partes del mundo, se impregnará
en los anchos cauces de la ciencia socialista y de la solidaridad socialista
para repartirla, en el momento oportuno, por parte del continente americano
que aún espera por su liberación[12]
El
Instituto Cubano de Investigaciones en Minería y Metalurgia (ICIMM).
El
Instituto Cubano de Investigaciones de Minería y Metalurgia (ICIMM) se creó en
1962 y representaba una complementación fundamental al trabajo del ICRM. Tenía
el objetivo de desarrollar tecnologías adecuadas para el procesamiento de
recursos minerales propios, en particular de los lateríticos, de acuerdo con
las prioridades establecidas. Se estimulaba, de esa forma, el tratamiento
integral de esos minerales. O sea, además de la prospección y búsqueda, era
también importante viabilizar tecnológicamente su utilización en función del
desarrollo del país[13]
Consecuentemente, las tareas fundamentales establecidas para este instituto en
sus primeros años fueron:
Ø
Trabajar en la metalurgia
total de las lateritas con vista a su aprovechamiento integral.
Ø
Buscar técnicas no
convencionales de reducción, como el hierro-esponja, ante la evidente falta de
carbón coquificable que sirviera de materia prima para la industria
siderúrgica. El Che consideró que esto podía ser “un jalón en nuestro
desarrollo”.
Ø
Desarrollar nuevas tecnologías
de beneficio para los minerales de cobre, manganeso y no metálicos.
Ø
Desarrollar una tecnología y
un proyecto de inversiones que permitiera asegurar el abastecimiento de la
ampliación de “Antillana de Acero”.
Ø
Estudiar las modificaciones
necesarias en la planta de “Sulfometales”, para incrementar la recuperación y
producción de cobre y otros metales.[14]
Las dos primeras actividades representaban las grandes prioridades del ICIMM,
las tareas sobre las cuales se debía volcar con mayor intensidad.
Para
el Che, encontrar materiales sustitutos en el campo de la siderurgia podría ser
un paso muy grande en nuestro desarrollo.
La idea era producir el llamado “hierro esponja”, o sea, un hierro con las
características del arrabio, utilizando agentes reductores diferentes al coque:
antracita, carbón de baja ley – hasta el bagazo de caña llegó a ser considerado
- y procesado en hornos rotatorios en vez de altos hornos. Se perseguía
desarrollar un proceso similar a uno que se utilizaba en México. En la sede del
ICIMM, en la Vía Blanca en la ciudad de La Habana, se instaló un horno rotatorio piloto a estos fines.
Al
presentar sus Orientaciones para 1964,
el Che volvió a insistir en el desarrollo de los trabajos sobre hierro esponja
y en los estudios sobre la reducción directa del mineral de hierro, además de
otros aspectos tecnológicos que pudiesen viabilizar una industria siderúrgica
en Cuba. También orientó impulsar los trabajos de investigación sobre los
procesos tecnológicos del níquel, así como los de las lateritas en general,
indicando que estos trabajos que hasta ahora se llevaban por la Empresa
Consolidada del Níquel, pasaran bajo la responsabilidad del ICIMM[15]
Para
dirigir el ICIMM, se designó a Faustino Prado, un ingeniero metalúrgico de
altos conocimientos técnicos. Él había conversado extensamente con el Che sobre
las posibilidades que se podían alcanzar en la producción de hierro esponja.
Durante alrededor de dos años, él estuvo trabajando en este proceso, aunque en
forma poco sistemática, sin obtener resultados prometedores.
En
ese período, tampoco se alcanzaron resultados de importancia en los otros
objetivos del ICIMM. Nada hizo, concretamente para desarrollar los trabajos
sobre los procesos de níquel, una de las prioridades del Ministerio. En algunas
plantas piloto de la Empresa de la Minería se obtuvieron resultados de mayor
importancia, sin que en ellos el ICMM hubiese tenido participación alguna.
En
determinados momentos, yo argumenté con el Che que el ICIMM no estaba
debidamente estructurado, con un bajo potencial de recursos humanos – Prado era
el único investigador - para emprender tantas tareas prioritarias y no era
capaz de dirigir el Instituto. Administrativamente, el Instituto funcionaba mal
y Prado no conseguía coordinar al muy escaso personal técnico auxiliar para
colaborar en la ejecución de los trabajos de desarrollo tecnológico.
Aunque
poseía un alto nivel técnico, presentaba grandes fallas administrativas, con
tendencia centralizadora, individualista y autosuficiente. Además no se
apreciaba en él ningún espíritu en tratar de conseguir resultados. Aceptaba
todas las tareas con una sonrisa y después no las cumplía, volviendo a sonreír
ante las críticas por esos incumplimientos.
Mis
argumentos no fueron, evidentemente, bien comprendidos por el Che. Este
Instituto era uno de sus sueños y tenía que convencerse plenamente de que estos
objetivos no se podían cumplir. Quería dar algún tiempo más a Prado para que
pudiese demostrar su capacidad. Más tarde, el Che concordó con mi propuesta de
sustituirlo para que pudiera ser utilizado mejor como especialista. Ante esta
perspectiva, Prado abandonó el país durante una misión de trabajo a
Checoslovaquia.
Recuerdo
una anécdota simpática con relación a su personalidad. Un sábado en la tarde,
el Che nos citó a él y a mí para discutir las perspectivas del hierro esponja.
Prado se presentó elegantemente vestido, cuestión inusual en él, aunque el Che
no le prestó atención a ese hecho. La discusión se prolongaba durante varias
horas y Prado comenzó a mirar insistentemente su reloj. El Che le preguntó qué
le pasaba, si estaba con prisa. Él le respondió:
-
Comandante, es que esta tarde
me caso y voy a llegar tarde a la boda.
Cuando
Prado decidió quedarse en el extranjero, no teníamos a nadie capacitado para
sustituirlo. No nos quedó más remedio que proponer al Che a un compañero sin
calificación técnica, Omelio Sánchez Serrú, pero que había sido director de una
empresa en nuestro Ministerio y ocupado altos cargos en otro. Esto no funcionó.
Después de la salida del Che, el ICIMM se disolvió y el horno rotatorio se
envió para ser utilizado en ampliación de la fábrica de cemento de Artemisa.
Pienso que eso fue un error estratégico, ya que ese horno pudiera haber servido
para continuar los experimentos sobre hierro esponja para determinar si con
este proceso, que se utilizaba en México con
resultados positivos, era posible
producir arrabio, como soñaba el Che con mucha lógica. La inexperiencia en lidiar con actividades de
desarrollo tecnológico tuvo una gran influencia en lo que sucedió en el ICIMM.
Independientemente de las deficiencias de Prado, era imposible esperar
resultados tecnológicos de esa magnitud con sólo dos o tres años de trabajo e
insuficientes recursos humanos calificados.
Pienso,
muy personalmente, que la idea del Che de producir, con recursos minerales
propios, materia prima para la industria siderúrgica, podrían mantener su
vigencia. Valdría la pena, ahora que se cuenta con investigadores de
experiencia, dedicar esfuerzos para tratar de continuar esa idea impulsada por
Che y desarrollar tecnologías que nos permitiesen reducir grandes importaciones
de arrabio, crear fondos exportables y contribuir al desarrollo de la industria
sideromecánica.
Una
buena parte de las tareas del ICIMM encontró su continuidad en el posterior
Centro de Investigaciones para la Industria Minero-Metalúrgica (CIPIMM). En Moa[16]
hay un Centro de Investigaciones, básicamente destinado al níquel, incluso ahí
radica una Facultad de la Universidad de Holguín donde se forman ingenieros
metalúrgicos. La vieja planta de Nicaro ya no funciona como procesadora de
minerales lateríticos. Sus talleres mecánicos se han mantenido y funcionan como
una planta especializada, que brinda servicios a
·
La Dirección de Automatización
y Electrónica (DAE)
En
1962 se creó la Dirección de Automatización y Electrónica (DAE) la cual, además
de sus funciones metodológicas y de realización de estudios prospectivos, tenía
objetivos de investigación y desarrollo como actividades propias de un
instituto, con orientación sectorial.
Como
vimos anteriormente, para el Che la automatización y la electrónica
desempeñaban un papel fundamental en el desarrollo estratégico de la Revolución.
En ese sentido expresaba:
Se podrá objetar que ésta es
una de las ramas más nuevas y complejas de la industria y que sólo contados
países la dominan. Nosotros consideramos que esa es una razón más para acelerar
su estudio y desarrollo. El mundo camina hacia la electrónica… Vamos a volcar
nuestros esfuerzos en este sentido y a
incorporarnos al grupo de países que se adaptan más rápidamente a las
conmociones tecnológicas que están ocurriendo.[17]
Posteriormente,
la DAE se transformó en el Centro de Automatización Industrial (CAI) – otra de
las líneas estratégicas del Che - el que desempeñó un papel pionero en este
campo. De modo particular, al contribuir a graduar en la Escuela de
Automatización, los primeros técnicos de nivel medio y superior especializados
en control automático en nuestro país.
En
En
1964 y 1965, las tareas de la DAE fueron más precisas y de mayor calibre, entre
ellas:
Ø
Iniciar estudios concretos
sobre la automatización de la industria azucarera a partir de esquemas
sencillos y, posteriormente, establecer controles neumáticos e hidráulicos en
dicha industria
Ø
Preparar las condiciones para
el estudio profundo del establecimiento de una industria electrónica
desarrollada.
Ø Prestar
especial atención a la Escuela de Automatización[19]
En sus
conclusiones sobre el informe del Viceministerio de Desarrollo Técnico, el Che
planteó las tareas para la Dirección aún con más fuerza, indicando que ésta
tenía que iniciar un nuevo rumbo en el trabajo: el desarrollo de computadoras y
componentes, así como el desarrollo de todo el campo de la automatización en la
esfera económica y administrativa y un plan de automatización de las industrias
sobre la base de nuestras posibilidades.
Obsérvese nuevamente cómo
se orienta conjugar las tareas de solución inmediata, con los trabajos y
estudios prospectivos. Esa es una de las características básicas de las
orientaciones impartidas por el Che a las unidades encargadas del desarrollo
científico y tecnológico, y era la tónica general que se imprimía a las
distintas tareas a ser acometidas por el Ministerio de Industrias. Por otra
parte, se evidencia, otra vez, la ansiedad del Che por “quemar etapas”,
queriendo avanzar mucho más de lo que parecía posible.
El Director seleccionado
inicialmente para esta unidad fue el Ing. Guido Muñoz. Él se había graduado en
Ingeniería Eléctrica en Rensselaer Polytechnic Institute, donde también había
concluido su maestría. Nos conocíamos desde la época de estudiantes
universitarios; inclusive, nos alojamos en la misma casa por dos años.
Guido es otro caso de
cuadro técnico que se quedó en Cuba, sin formación política, pero dispuesto a
colaborar con la Revolución. En mi análisis crítico sobre su actuación como
dirigente, yo reconocía que él tenía conocimientos técnicos suficientes para
poder enfrentar las tareas que le fueron asignadas, pero tanto sus
planteamientos y concepciones, así como la conjugación de las tareas inmediatas
y perspectivas, carecían de objetividad y solidez; además, carecía de capacidad
gerencial. Aunque algunos trabajos importantes fueron realizados, esto se debió
principalmente a la labor y el esfuerzo de un especialista checoslovaco, Milan
Balda, quien realizó algunos estudios prospectivos útiles y muy interesantes.
Sin embargo, el trabajo de Guido era débil. El no supo manejar las luchas
internas creadas dentro de la Dirección, por lo que tuve que intervenir varias
veces, convocando a reuniones y asambleas con todos los trabajadores para
tratar de salvar o mejorar las difíciles situaciones creadas.
El Che estaba muy
insatisfecho con el trabajo desarrollado por la DAE. En su opinión, la
Dirección no había hecho nada nuevo y no era capaz de organizar lo que ya
tenía. Desarrollar el campo de la automatización era otro de los sueños dorados
del Che que no acababan de mostrar resultados tangibles.
Debido a estas
circunstancias, propuse al Che la sustitución de Guido. Esta fue aceptada y
Guido quedó como especialista en la DAE. El sustituto fue Marcelo Pla, quien
había hecho un buen trabajo dentro de la Dirección de Capacitación. Él había
iniciado estudios de Medicina, los que abandonó para incorporarse a las luchas
revolucionarias. Tenía un buen sentido de organización y de dirección: lo que
más se necesitaba en aquellos momentos. Inmediatamente, superó las luchas
internas y dio rumbo e impulsó adecuado a los trabajos de la Dirección.
Actualmente existe la Empresa denominada CEDAI, con alcance nacional y
resultados loables, la misma está integrada al Grupo de la Electrónica del
Ministerio de Industrias.
- El Instituto
Cubano de Desarrollo de Maquinaria (ICDM)
El
ICDM se creó en 1963 con el objetivo de apoyar el desarrollo de la industria
mecánica, fortaleciendo las actividades para la creación de la base industrial
del país. Entre las orientaciones para ese año[20],
el Che indicó el desarrollo de un proyecto de fabricación de piezas de repuesto
elaborado por un equipo de asesores soviéticos, así como las actividades de
control para el mejor aprovechamiento de las máquinas herramientas del
organismo. Estas tareas estaban vinculadas muy directamente con la actividad
productiva, foco de atención, manifestada en forma diversa en todos los centros
de investigación creados en el Ministerio. Aprovechaba, además, el fuerte grupo
de 22 especialistas soviéticos en las cuestiones de fabricación de piezas de
repuesto y su planificación.
Puede
llamar la atención, en el contexto actual, que estas tareas se trataran de
forma centralizada. Tómese en cuenta que, aunque se iban creando nuevas
capacidades de talleres mecánicos y cursos en estas esferas, la experiencia en
general de las empresas en cuanto a los tipos de piezas que necesitaban y cómo
y dónde producirlas era muy escasa.
Por
eso, se trataba de elaborar un plan general de producción de piezas de
repuesto, considerando las prioridades y posibilidades que ofrecía la
experiencia de la asistencia técnica obtenida, al mismo tiempo que se
desarrollaban tecnologías para fabricarlas. Esta era una tarea compleja para un
instituto que comenzaba, mas era un desafío que le permitía al ICDM ganar
experiencia para empeños ulteriores.
Para
1964[21]
el Che confirmó los propósitos sobre las tareas de piezas de repuesto y también
le asignó al ICDM la responsabilidad de
articularse con el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) para el
desarrollo de maquinaria agrícola. Las responsabilidades del Instituto se
incrementaban. Para 1965, destacábamos, entre otras, la intensificación de las
actividades iniciadas en cuanto a piezas de repuesto, continuar los trabajos de
maquinaria agrícola para la caña y el kenaf, así como colaborar en la
confección de un estudio sobre el desarrollo perspectivo de la Rama Mecánica.
El
ICDM marcó una etapa importante en el desarrollo de la construcción de
maquinarias en Cuba. A pesar de las limitaciones de todo tipo, consiguió
avanzar técnica y organizativamente. El Plan de Piezas de Repuesto, aunque se
elaboró y ejecutó dentro de una gran inexperiencia general, contribuyó a la
solución gradual de problemas en el sector. Comenzó a desarrollar prototipos y
máquinas de cortar cañas más avanzadas y los primeros centros de acopio[22]
de caña de azúcar, los que contribuyeron posteriormente a aumentar la calidad
de la caña recogida y la eficiencia de
la producción. Actualmente se cuenta con 680 unidades en todos los centrales
azucareras del país[23]
Estas no fueron las máquinas definitivas, pero abrieron caminos promisorios.
Ese esfuerzo permitió, sobre todo, formar recursos humanos y posibilitó ganar
una experiencia de gran valor para el avance de la industria mecánica.
En
esos trabajos tuvo una relevante participación un especialista cubano, el Ing.
Henderson, autor de varias máquinas importantes de cortar caña, entre ellas la
llamada “Libertadora”.
El
Che, analizando el trabajo del Instituto indicó que se notaba un avance
sostenido en el mismo, lo que le permitía desarrollar trabajos de mayor
envergadura[24].
En ese sentido, le indicó trabajar también en procesos vinculados a la
industria química.
Para
dirigir el ICDM fue designado el Ing. Alfredo López Viqueira[25],
un joven especialista uruguayo, quien era Asesor del Viceministro para la
Industria Básica en cuestiones de la industria mecánica. Él vino a Cuba junto
con su esposa, Raquel Morón[26],
matemática, quien trabajó como especialista en la Dirección de Capacitación del
Ministerio.
El
trabajo de Alfredo, fue serio y constante y sus resultados se mostraban en el
avance del ICDM. El aportaba muchas ideas, aunque su carácter fuerte le provocó
algunos problemas internos, los que fueron superados. Mantuvimos una fuerte amistad.
Más
tarde las funciones y tareas del ICDM se incorporaron a distintas entidades del
Ministerio de la Industria Sideromecánica, creado a fines de la década de 1970.
- El Instituto Cubano de Investigaciones de los
Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA)
El Instituto Cubano de
Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA) fue otro
instituto creado en 1963 en correspondencia con las líneas estratégicas del
Ministerio. El Che manifestaba que el futuro de la industria azucarera estaba
en conseguir que los derivados de la caña de azúcar se convirtieran en su
producto principal, quedando el azúcar como un subproducto.
El
ICIDCA se ubicó en las instalaciones de lo que fue anteriormente el Instituto
Cubano de Investigaciones Tecnológicas creado antes de la Revolución, bajo
auspicios norteamericanos, para apoyar deliberadamente un débil desarrollo de
la industria nacional, cuyas posibilidades de obtener resultados eran muy
escasas[27].
Su
primer Director fue Jorge Guerra[28],
un valiosísimo ingeniero químico, de elevados conocimientos científicos y
técnicos, aunque sin vocación administrativa. Él tuvo una tarea inicial muy
compleja, modificar las líneas de trabajo del antiguo ICIT, que no se
correspondían con las prioridades del nuevo Instituto. Guerra comprendió,
después de pocos meses de estar al frente de la institución, que él no reunía
los requisitos administrativos para ocupar este cargo, que él prefería volver a
su antiguo cargo de profesor en la Universidad de La Habana.
Esa
fue una actitud muy sincera que demostraba la honestidad y modestia de Guerra.
El Che lo comprendió así. Sin embargo, en aquella época, renunciar a un cargo
era considerado por muchas personas, de manera exagerada, como una actitud
acomodaticia, de no querer asumir responsabilidades, en medio de un proceso
revolucionario que necesitaba del esfuerzo de todos. Yo tuve que intervenir
varias veces en procesos de análisis de Guerra, particularmente para su ingreso
al Partido Comunista de Cuba, para explicar el verdadero significado de su
renuncia.
Guerra, después de su salida
del ICIDCA, fue un brillante, hasta sus últimos días, profesor e investigador
en el Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”[29],
en la ciudad de La Habana, donde alcanzó altos honores, reconocimientos y
condecoraciones. En ese Instituto, la cátedra azucarera lleva su nombre. Todos
los que lo conocimos, recordamos de él, además de las otras virtudes ya
mencionadas, su fina sensibilidad artística. El escribió un delicioso libro de
cuentos titulado Cinco cuentos por un
peso, el cual guardo con cariño.
Falleció a mediados de la década de los 90s.
Para sustituir a Guerra en el
cargo, propuse al Ing. Miguel Urrutia, graduado de Ingeniero Químico, en 1954,
en el Instituto Tecnológico de Case, en los Estados Unidos. Fue otro de los
técnicos que se quedó en Cuba, aunque en su caso particular, él tuvo, desde un
inicio, una definida posición de apoyo a la Revolución. De Jefe Técnico de la
Empresa Consolidada de la Goma, fue promovido para ocupar la Dirección del nuevo
Instituto de Investigaciones Tecnológicas (ICIT), en el cual hizo un buen
trabajo.
Urrutia dio un impulso notable
al ICIDCA. Él y yo, con nuestra formación de ingenieros químicos, habíamos
discutido mucho sobre la necesidad de incorporar a los centros de investigación
tecnológica, áreas de desarrollo tecnológico experimental: plantas pilotos y
talleres de prototipos; además de equipos de ingeniería que dieran una forma
más acabada, próxima a la producción de las tecnologías que fueran
desarrolladas. Además, iniciar los estudios de factibilidad técnico–económica
de nuevos procesos o productos, aspecto poco conocido en esos momentos en Cuba.
Urrutia,
cuando estuvo dirigiendo el nuevo ICIT, había realizado experiencias de esa
naturaleza, incluido en sus instalaciones áreas de este tipo dirigidas al
desarrollo tecnológico. En el ICIDCA él tuvo la posibilidad de materializar
esta filosofía de trabajo en el instituto. El desarrollo experimental, la
ingenierización y la evaluación técnico-económica de proyectos fueron elementos
incorporados en su trabajo. Se ponía en práctica algo que fue novedoso para un
instituto: un área de evaluación técnico-económica y otra de ingeniería, las
cuales trabajaban en equipos ad hoc
para el desarrollo final de proyectos. Hasta los años 80, puede decirse que el
ICIDCA fue la única institución de investigación tecnológica en introducir
estos elementos en la organización institucional. Su ejemplo fue después
seguido por otras.
Urrutia
fue después Viceministro en el Ministerio de la Industria Azucarera. Más tarde fue Vicepresidente Primero del
Comité Estatal de Ciencia y Tecnología y Vicepresidente Primero de la Academia
de Ciencias de Cuba, la que en esa etapa desempeñaba el doble papel de Academia
y de Ministerio de Ciencia y Tecnología. Durante varios años fue Presidente de
la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba, (ATAC). Murió de una penosa
enfermedad en el año 1988. Me correspondió, a solicitud de su familia, la muy
triste responsabilidad de pronunciar las palabras de duelo en su entierro.
Con
el objetivo de establecer la correspondiente base científica y tecnológica para
materializar estas ideas, el Che insistió sobre sus líneas perspectivas,
mostrando una percepción clara de la importancia de lo que hoy llamaríamos
“segunda generación de biotecnologías”.
…el futuro del ICIDCA está en
el énfasis cada vez más creciente de los procesos de fermentaciones que puede permitirle
al instituto tener una tecnología de avanzada en este aspecto. (…) tenemos que
centrar los esfuerzos para capacitar cuadros en este aspecto…[30]
Las primeras orientaciones que
el Che dio al ICIDCA para 1963[31],
fueron: organizarse perfectamente; estudiar los problemas relacionados con los
derivados de la caña; entrar en contacto con los distintos organismos
relacionados con esta gramínea y prestar particular atención al estudio de
nuevas técnicas de fermentación. Como puede apreciarse, a pesar de la importancia
que concedía a esta línea de desarrollo, el Che planteó las tareas para ser
acometidas con calma. Aquí influyó mucho la opinión del Ing. Urrutia.
Sobre las bases de estas
indicaciones, para 1964[32],
fueron jerarquizadas las siguientes líneas de trabajo: alfa-celulosa, materia
prima que se importaba para la producción de rayón[33];
dextrana, para uso clínico e industrial, refinación de cera de cachaza para
sustituir importaciones y transformarse en un posible rubro de exportación;
levadura Torula para la alimentación del ganado vacuno y carbón activado para
diversos usos industriales.
En cuanto al alfa-celulosa a
partir del bagazo de la caña, se trabajó en la selección y adaptación a escala
de micro-planta piloto una tecnología que indicaba preliminarmente la
posibilidad real de producir este producto a escala industrial.
En cuanto a la dextrana. La
planta de dextrana en el Central “España Republicana” fue abandonada sin
documentación por una empresa norteamericana. El ICIDCA la restableció con el
apoyo de especialistas de la RDA, asistencia técnica que se aprovechó muy bien.
La planta piloto construida por el instituto había logrado producir, 41,1
toneladas en 1964, aunque era necesario continuar estos trabajos de desarrollo,
En cuanto a la refinación de la cera de cachaza, bajo la
asesoría de un especialista muy calificado de la RDA, se realizaron trabajos
experimentales en pequeña escala los que deberían continuarse y ampliando hasta
alcanzar la tecnología adecuada para su proyección industrial.
En cuanto a la levadura Torula, se intensificó el
trabajo de investigación a nivel de laboratorio y de micro-planta. Sobre la
base de los resultados iniciales obtenidos se dieron los primeros pasos, en un
trabajo conjunto con la entonces Empresa Consolidada del Azúcar para el diseño
y construcción de una planta piloto en un
central azucarero.
En cuanto al carbón activado, el trabajo los trabajos de
investigación se concentraron, en una primera etapa, en la posibilidad del uso
de la cachaza de la caña como materia prima; previéndose la construcción de una
planta piloto para continuar los trabajos de desarrollo
El avance del ICIDCA en
aquellos primeros años fue notable. El Che se sintió muy satisfecho de los
resultados obtenidos y evaluó altamente el trabajo realizado.
En 1964, la Empresa
Consolidada del Azúcar se convirtió en el Ministerio de la Industria Azucarera
(MINAZ), el cual, desde 2012, pasó a denominarse Grupo Azucarero AZCUBA. Este
cambio se justificaba dada la importancia del azúcar para el país – era el
primer rubro de exportación de Cuba – y las favorables negociaciones económicas
y comerciales sobre este producto realizadas en aquellos momentos
principalmente con la URSS. Era el momento en que se pretendía alcanzar, en
1970, una producción de 10 millones de toneladas de azúcar. Meta la cual se
demostró imposible alcanzar en aquellos momentos.
Orlando Borrego, quien hasta
ese momento había sido Viceministro Primero del Ministerio de Industrias fue
nombrado Ministro de la Industria Azucarera. Lógicamente, el ICIDCA se trasladó
a este nuevo organismo, donde permanece hasta hoy.
- El Instituto
Cubano para el Desarrollo de la Industria Química (ICDIQ).
A
fin de materializar los criterios sobre el desarrollo de tecnologías
autóctonas, en 1963 se crearon el Instituto Cubano de Desarrollo de la
Industria Química (ICDIQ) y el Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas
(ICIT). Esos institutos fueron dotados de una base propia de construcción de
prototipos, plantas pilotos y equipamiento tecnológico, mostrándose una
temprana visión para Cuba – como fue indicado en el ICIDCA - de la importancia
del escalado en los procesos de investigación y desarrollo tecnológico.
El
ICDIQ tenía, entre sus tareas fundamentales, trabajar en un esquema de
desarrollo futuro de la industria química; generar tecnologías propias, y
asegurar la proyección, ejecución y puesta en marcha de las plantas derivadas
de estas tecnologías, incluyendo la fabricación de parte de su equipamiento[34].
Este
instituto se concebía como una estructura que incluía los laboratorios de
investigación, las plantas pilotos y los talleres de prototipos y de
construcción de equipos y maquinarias, las áreas de ingeniería de proyectos y
un equipo de construcción y montaje para las fábricas, cuyas tecnologías hubiese
desarrollado. Se realizó una inversión considerable para la época.
Para
el Che, la química, junto con la electrónica, eran elementos vitales para el
desarrollo industrial y económico de un país. Él había expresado, en 1964, que
…no podemos olvidar que somos un país
atrasado que tiene que desarrollar la química, que es una más dentro de las
cosas que están atrasadas. Que el ICDIQ se creó para desarrollar la industria
química...Que por ahora este instituto no debe ser nada más que el creador de
tecnologías y constructor de las fábricas de acuerdo con su tecnología, es
decir, desarrollando los aparatos y equipos necesarios. Y ha de ser también el
organismo...inversionista, en cuanto a nuevas plantas.[35]
Estas
palabras del Che reflejaban la importancia estratégica que él le asignaba al
desarrollo de la industria química y la intención de que este desarrollo se
realizara en una forma relativamente independiente de los procesos de
construcción de otras industrias. Por otro lado, en esa misma ocasión él demostraba
el papel protagónico que él le asignaba a García Piñera, su Director, en este
proceso. Al mencionar que es instituto fue creado para desarrollar la industria
química, señaló:
y también para aprovechar la
capacidad de trabajo del compañero Álvaro García Piñera[36]
y su entusiasmo por la Química. Se puede decir que este Instituto tiene la
firma de García Piñera debajo de las siglas del ICDIQ.[37]
Yo
concordaba plenamente con el Che en cuanto a la concepción organizativa del
ICDIQ. Sin embargo, creía, al igual que muchos compañeros dirigentes del
Ministerio, que García Piñera, aunque poseía indudables conocimientos técnicos,
actuaba frecuentemente con una osadía irresponsable, desarrollando “al olfato”,
sin claros principios tecnológicos y estableciendo plazos imposibles de cumplir
tecnológicamente. Varios compañeros tratamos de discutir con él esa actitud,
mas su estilo no daba pie al entendimiento de esta cuestión. La idea de que el
ICDIQ era “el instituto de García Piñera” le hacía daño a la institución Esto se lo expresé varias veces al Che quien
siempre me dijo que yo estaba equivocado.
García
Piñera era un Ingeniero Químico que procedía de la industria de jabonería y
perfumería, de la filial en Cuba de la Colgate-Palmolive. Se jactaba de no
tener vinculación ideológica con la Revolución y de no someterse necesariamente
a todas las disposiciones y reglamentos del Ministerio. Poseía una gran dosis
de autosuficiencia, se sentía inmune a las críticas ya que el Che no le daba
mucha importancia a esas actitudes.
En
un momento, le propuse al Che, sustituir a García Piñera. El asintió y me dijo
que esa tarde iba a salir de recorrido con él y le informaría de su
sustitución. Cuando regresó - recuerdo que estábamos reunidos todos los
Viceministros - me dijo:
-
No voy a sustituir al “Gordo”[38]. El hace cosas.
Dio
media vuelta y se fue.
Era
posible comprender la posición del Che. Ansioso como estaba por impulsar el
desarrollo industrial, daba todo el apoyo solicitado a tareas propuestas en
áreas prioritarias, cuando le aseguraban que podían ser realizadas, como
sucedió con Presilla y Prado, entre otros. Así como estimulaba a la clase
obrera a buscar ideas nuevas y ofrecer soluciones para los problemas del país,
también trataba de estimular al personal que tenía un alto nivel técnico. Eso
sucedió muchas veces en diferentes sectores de la Revolución.
En
el caso de García Piñera, ese estímulo se justificaba especialmente, dada la
importancia de los emprendimientos que él proponía, dirigidos fundamentalmente
a la mejoría de la salud en Cuba[39].
Su obra, aparentemente cumbre, sería el diseño y construcción de una planta de
antibióticos de diversos tipos, tomando como base las instalaciones existentes
de una planta de levadura panadera. Diseñar y construir una planta de
antibióticos con tecnología propia, a los pocos años del triunfo de la
Revolución, en un país que impulsaba prioritariamente la salud pública,
despertaba, sin dudas, un gran interés. De ahí todo el apoyo obtenido por
García Piñera, quien recibió todos los recursos que solicitó
Visité
la obra; le pedí a García Piñera que me mostrara el diseño y los planos de la
planta. Me respondió que el diseño se estaba haciendo a pie de obra y que no
existían ni documentos, ni planos. Esto me pareció inconcebible y se lo dije.
Él sonrió burlonamente y no dijo nada. Cuando llegué al Ministerio le conté
esto al Che. Me dijo que eso eran “celitos míos”; que esperara a que terminara
la planta y se pusiera en operación.
La
planta resultó un verdadero fiasco. No consiguió producir ni un gramo de
antibióticos. Después de muchos esfuerzos inútiles, volvió a ser lo que era
anteriormente: una planta productora de levadura de pan.
La
verdad es que todas las plantas químicas que
García Piñera había anunciado e incluido en los planes del Ministerio,
resultaron un fracaso; muchas eran absurdas y organizativamente fuera de lugar
como los proyectos para producir helicópteros y cartuchos de caza. El abordaje
técnico de los proyectos era muy superficial y desordenado.
Personalmente,
considero que fue una suerte el hecho de que el Che no haya podido, por razones
de salud, inaugurar la referida planta de antibióticos, evitando que el fiasco
posterior quedase muy ligado a su imagen.
La
planta de antibióticos se inauguraba un lunes de enero de 1963. El Che fue
convidado a hablar la noche anterior, un domingo, en un acto de la Central de
Trabajadores de Cuba, en el hotel Habana Libre. Durante toda la tarde los
viceministros y los directores de rama habíamos estado reunidos con él, en las
sesiones periódicas dominicales para el análisis de la producción. Esa mañana,
habíamos ido a cortar caña al central “Augusto Cesar Sandino”. Durante la tarde, el Che se había visto
cansado y muy afectado por el asma que siempre el polvillo de la caña le
provocaba. De esa reunión, salimos todos junto con él hacia el acto.
En
esa ocasión, el Che pronunció un discurso medular sobre el papel y la
responsabilidad de la clase obrera en aquellos momentos, el cual se transmitió
en vivo por televisión. Era evidente que tenía que hacer enormes esfuerzos
frente a las cámaras, pues el asma lo ahogaba. Él le había solicitado al
director de la transmisión que, de vez en cuando, las cámaras se dirigiesen a
otra parte del público presente para así el poder utilizar su nebulizador; esto
no se realizó; las cámaras quedaron fijas en él, sin embargo, con su tenacidad
y fuerza de voluntad habitual, él no concluyó su discurso hasta que no expresó
todas las ideas que tenía pensadas. Cuando finalizó, salió a toda prisa para su
casa.
Como
consecuencia de este ataque de asma, quedó en cama por pocos días y no pudo
asistir a la inauguración de la Planta de Antibióticos. Es fue la primera y
única vez que lo vi en cama sin poder ir al Ministerio. Borrego pronunció, a
nombre del Che, el discurso inaugural.
Sólo
logré sustituir a García Piñera después de que el Che marchó para otras
tierras. Poco tiempo después, García
Piñera emigró para los Estados Unidos.
A
pesar de los malos resultados obtenidos por el ICDIQ, es importante recordar
que la idea de estructurar integralmente todos los elementos esenciales
participantes en los procesos de innovación: laboratorios, talleres de
prototipos, plantas pilotos y la construcción y el montaje era válida. Esa
concepción volvería a predominar, años después, exitosamente en la producción
de fármacos de origen biotecnológico.
- El Instituto
Cubano de Investigaciones Tecnológicas (ICIT)
Aunque
con el mismo nombre, este instituto no era una simple continuidad del ICIT de
la década de los 50s. Este se organizó sobre bases distintas. Desde un inicio,
el nuevo ICIT se orientó al desarrollo de tecnologías basadas, en lo
fundamental, en materias primas de origen vegetal y en subproductos
industriales. La idea central era crear una vinculación de desarrollo más
estrecha entre la agricultura, considerada en aquellos momentos como eslabón
fundamental de la economía, y la industria.
Por otra parte, y, en sentido adicional al estricto
trabajo investigativo agrícola-industrial, el Che había manifestado en
diferentes reuniones de trabajo la importancia de introducir gradualmente en la
práctica agrícola de nuestro país
métodos de dirección industriales - generalmente más avanzados en
relación con los usados en la agricultura - mediante, una vinculación más
orgánica de ambos sectores, entre otras vías, anticipando la idea de los
futuros complejos agroindustriales. Ya en 1963[40],
El Che priorizó las investigaciones sobre diferentes cultivos.
La
sede central del Instituto se localizó en la Finca “La Luisa”[41],
que había sido propiedad de un riquísimo político que había abandonado el país:
José Manuel Cortina. En ese lugar comenzó, a partir de cero, la construcción de
los laboratorios, las plantas pilotos y los talleres. Esta concepción de la
inclusión de los elementos de desarrollo experimental, esencial para poder
alcanzar los objetivos planteados a la institución, fue introducida por su
primer director, Miguel Urrutia, de quien ya nos referimos anteriormente.
Urrutia, en el tiempo que estuvo al frente del Instituto, apenas un año – antes
de ser nombrado Director del ICIDCA – sólo se pudo concentrar en el trabajo de
crear las bases materiales del ICIT. Los recursos humanos científicamente
calificados eran exiguos.
Cuando
Urrutia fue transferido para el ICIDCA, yo no tenía en esos momentos candidatos
de nivel técnico disponibles para el ICIT. Entonces propuse al Che al compañero
Omelio Sánchez, de quien yo tenía una magnífica opinión desde que trabajamos
juntos en el ICP. Como ya explicamos, ante la falta de personal técnico
capacitado, teníamos que utilizar compañeros, sin preparación técnica, pero con
dotes de dirigente y entusiasmo para dirigir centros de investigación. Omelio,
a pesar de estar todavía enfermo, desplegó un trabajo intenso, prestándole gran
atención a la Estación Experimental “Ciro Redondo”[42],
adscrita al ICIT. De ella nos
ocuparemos más adelante.
Recuerdo que, a finales de 1963, en una reunión de
análisis sobre el trabajo del ICIT, Omelio le preguntó al Che, cuál sería, en
su opinión, la visión de futuro del ICIT. El Che meditó por un rato y expresó:
-
Un punto
en el horizonte: el comunismo.
Yo pensé que el Che había respondido jocosamente a esta
pregunta, lo cual no era habitual en él. Después comprendí su profundidad. Él
no podía, lógicamente, dar una orientación científico-técnica más allá de las
que había dado. Nuestra responsabilidad era buscar esa estrategia y proponerla[43]. Si se encontraba una
solución adecuada y se trabajaba consecuentemente sobre ella, el objetivo a
largo plazo del ICIT contribuiría al desarrollo de una sociedad comunista, en
la acepción marxista de la palabra. Eso era lo que él quería decir.
- La Estación
Experimental “Ciro Redondo”
Esta estación, adscrita al ICIT, tenía un carácter
especial. En ella se conjugaban las tareas experimentales agropecuarias, con
las de desarrollo de los productos agrícolas con fines industriales. En ella se
realizaban investigaciones pero, además, se aplicaban métodos de organización
del trabajo y los salarios y de estimulación tomando como criterios los
resultados del trabajo agrícola de cada obrero (productividad, calidad, así como su capacitación individual,
combinando formas de estímulo individual y colectivo).
“Ciro Redondo” fue una de las primeras unidades con
fines de experimentación creadas por el Che. En 1961 había dado instrucciones
para que se seleccionara una finca para estos fines, que no estuviera en muy
buenas condiciones para que no se le restara a las áreas efectivas de cultivo
del entonces Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). Así apareció, en
Jovellanos, la finca llamada “María Luisa”
En enero de 1962 fueron seleccionados los primeros 165
trabajadores procedentes de la Escuela de Superación del Ejército Rebelde en El
Morro, y de la guardia del Ministerio de Industrias. Casi todos habían pertenecido
a la Columna del Che durante la guerra; eran de origen campesino y poseían un
elevado espíritu de trabajo y sacrificio, aunque, en su casi totalidad, su
escolaridad era muy baja.
La tarea de rescatar aquel pedregal y poner en
producción en un año las primeras 200 hectáreas con escasos medios mecánicos,
requirió de un gran esfuerzo de aquel grupo inicial de compañeros, quienes
después de intensas jornadas laborales debían dedicar horas adicionales al
estudio, bajo la guía de un maestro: Raúl Arteche[44].
Al frente de la granja se nombró a Varela, un
excombatiente en el Ejército Rebelde[45],
también de origen campesino, esforzado, disciplinado y con capacidad
organizativa. Para dirigir las labores científico-técnicas de la unidad, el Che
indicó un ingeniero agrónomo, Guillermo Cid, a quien le profesaba alta estima
por su entusiasmo, conocimientos e iniciativas.
Dos años después, en 1964[46],
al precisar los objetivos del ICIT y, en particular, las de la unidad, señalaba
que su tarea fundamental era la agricultura como base para el desarrollo
industrial y la ciencia botánica.
Nótese la referencia del Che a la Botánica. Ella
evidencia el carácter científico que él quería imprimir a las investigaciones
agrícolas. La articulación con los conocimientos básicos de la agricultura se
estableció, a través de Cid, con la entonces llamada Estación Experimental
Agronómica de Santiago de las Vegas[47]
y, en particular, con los destacados científicos cubanos Juan Tomás Roig y
Julián Acuña Galé, que en ella laboraban.
Las tierras cultivables de la unidad se dedicaron
fundamentalmente a las tareas de experimentación, extensión o aclimatación de
variedades vegetales de interés industrial, en dos líneas principales: fibras
textiles, entre ellas el ramié y el kenaf y oleaginosas, como el maní y el
ajonjolí, para la industria alimentaria; el ben, de posible aplicación en
perfumería y otras industrias y el tung y el cártamo para la fabricación de
pinturas.
Lo anterior da una idea de cómo comienzan a plasmarse en
la práctica algunas de las concepciones del Che. Se fomentó una base
experimental agropecuaria propia, con vista al desarrollo de tecnologías de
cultivos que sirvieran de materia prima para la industria, y se dieron pasos,
al mismo tiempo, encaminados al desarrollo de tecnologías para el procesamiento
de las mismas, o sea, de verdaderos paquetes tecnológicos integrales, que
podrían contribuir al incremento de la cooperación y la integración
intersectorial, a través de una mayor utilización de nuestros recursos
naturales.
Se fue creando además un potencial científico-técnico en
esta esfera que, aunque pequeño, iba abriendo caminos en este quehacer y
compulsando el desarrollo ulterior de la agroindustria.
A pesar de las limitaciones en términos de recursos, de
las necesidades apremiantes de la producción y la falta de experiencia de todo
el colectivo, se fueron perfilando los eslabones necesarios en la actividad de
investigación-desarrollo: laboratorios de investigación y de servicios, áreas
de extensión agrícola y plantas piloto y acciones coordinadas con la industria.
En estas acciones se pueden apreciar pasos tempranos de lo que hoy llamaríamos
la planificación a ciclo completo de los procesos de innovación tecnológica.
El Che enfatizó en la necesidad de utilizar la
experiencia internacional en cuanto a los cultivos tropicales y su
aprovechamiento, en el ámbito de la estación Experimental. Por ello, en 1963 y
en 1964 se enviaron misiones a Brasil, encabezadas por Guillermo Cid, para
visitar centros experimentales, traer variedades agrícolas de interés y
establecer bases para la cooperación con dicho país en esta esfera. La última
misión coincidió con el golpe militar que derrocó al presidente Goulart, dando
inicio a la dictadura militar. Esto frustró el desarrollo ulterior de estas relaciones.
También, durante esos mismos años, una misión de especialistas en fibras
vegetales de la República Popular China prestó su colaboración en la “Ciro
Redondo”.
El experimento social iniciado en dicha unidad en la
esfera de la organización del trabajo y los salarios merece particular
relevancia. La propuesta que se experimentaba estaba insertada dentro de los
aspectos medulares del pensamiento político y económico del Che,
particularmente en lo referidos a la utilización de los estímulos morales y
materiales. El encontró en esa estación la oportunidad de investigar sus ideas
en el sector agropecuario. Sus concepciones acerca del sistema presupuestario,
de los métodos de dirección, de las vías de estimulación del trabajador y de
los fundamentos político-ideológicos de estas cuestiones fueron puestas en
práctica. Al mismo tiempo, eran motivo de un cuidadoso, profundo y sistemático
análisis en el Ministerio, para enriquecerlas, producir los necesarios ajustes
y correcciones y propiciar su perfeccionamiento.
A estos fines, conjuntamente con el Ministerio del
Trabajo, se preparó un estudio adecuado a los fines de la Estación, que
contenía los siguientes elementos:
Ø una escala salarial y un sistema de normas prácticas,
basadas en las que se utilizaban en el sector agrícola, con determinados
ajustes necesarios para este tipo de actividad vinculada a la investigación y
el desarrollo;
Ø un sistema de pago basado en dichas normas, cuyo
sobrecumplimiento determinaba la cuantía de las primas, las cuales tenían la
particularidad de acumularse en un fondo colectivo – no individual - de
premios, que se distribuía en función de determinados índices: la elevación de
la calificación, el cumplimiento de las normas o el plan de trabajo, la
asistencia y puntualidad en el trabajo y la calidad y el rendimiento en las
cosechas y los resultados docentes alcanzados;
Ø el establecimiento de dos tipos de premios en
dependencia del fondo colectivo; entre los del primer tipo se encontraban las
viviendas; entre las del segundo tipo, muebles, radios, caballos, etc. Los
premios del primer tipo se distribuían entre los trabajadores de elevada
puntuación, de acuerdo con los índices señalados anteriormente; los premios del
segundo tipo los recibían los que alcanzaban una puntuación intermedia; por
debajo de un determinado nivel de puntuación no se tenía derecho a optar por
premios. Por supuesto, del fondo colectivo se podrían financiar obras de
beneficio colectivo como cines, círculos infantiles y otros.
Esta forma de pago estaba dirigida a relacionar al
obrero con su productividad, con su interés en elevar su calificación, así como
a desarrollar su espíritu colectivo. De esa forma, su recompensa individual
estaba dada en la medida en que mayor hubiera sido su contribución y su
esfuerzo personal considerado integralmente, incluyendo el estudio. Para el
Che, ésta era también una forma de experimentar en la práctica algunas de sus
concepciones sobre el desarrollo de la conciencia socialista, como veremos después
en el Capítulo 11.
El Che acostumbraba a visitar la granja mensualmente. Yo
lo acompañaba junto con el Director del ICIT. Varias veces fue con nosotros
Augusto Martínez Sánchez, quien era entonces Ministro del Trabajo. Viajábamos
en el avión del Ministerio que el Che acostumbraba a pilotar, llevando siempre
a Eliseo de la Campa como copiloto. En la granja se había preparado una pequeña
pista de tierra para el aterrizaje de la nave.
Por lo general, la primera parte de la visita se
dedicaba a discutir con el director de la unidad y con Cid, el desarrollo de
los proyectos; después visitábamos las construcciones y se hacía un recorrido a
caballo por todos los cultivos[48]. Finalmente, nos reuníamos
con los trabajadores.
El Che discutía personalmente con todos ellos, sus
antiguos compañeros de lucha, este sistema de organización del trabajo y los
salarios, subrayando la necesidad de incrementar la producción y la
productividad por medio de la técnica, la superación y el esfuerzo individual y
colectivo. Se destacaba, en ese contexto, el papel que en todo ello desempeñaba
el desarrollo de la conciencia social y política. Eran explicaciones profundas,
expresadas de manera sencilla, en un ambiente fraternal entre compañeros de
combate.
El hombre y su desarrollo eran parte integrante de este
proyecto. Desde el primer momento estuvo presente un maestro, para impartir
clases sistemáticamente y con todo rigor a un contingente de trabajadores, casi
todos analfabetos o semianalfabetos al triunfo de la Revolución. Periódicamente,
una psicóloga, la doctora Graciela del Cueto, atendía aquellos casos que
presentaban dificultades en el aprendizaje o de otro tipo y se realizaban
chequeos médicos, incluyendo el optométrico.
Una vez, al chequear el desarrollo individual de los
estudios, uno de los trabajadores le dijo que él no avanzaba porque la lectura
le daba dolores de cabeza. Che le dijo:
-
Mira, yo
te conozco muy bien. Siempre fuiste muy vago para estudiar. Ahora lo vas a
tener que hacer, quieras o no quieras, pues es para tu propio bien. De todas
formas, vamos a indicar para que te chequeen la vista, por si necesitas
espejuelos.
Se le hizo el examen de la vista. En realidad no
necesitaba lentes. El compañero no dio más problemas con los estudios.
Del trabajo creador de los primeros años se obtuvo la
recuperación de decenas de hectáreas cultivables, la construcción de albergues,
del comedor, de almacenes, de naves para las plantas piloto, pero también de la
escuela y de las primeras 21 casas para ser distribuidas según el sistema de
premios establecido.
La superación y la formación integral de aquel grupo
inicial de trabajadores y de otros que posteriormente se incorporaron,
permitieron la creación de una importante cantera de cuadros que posteriormente
pasaron a ocupar cargos a distintos niveles del Partido Comunista de Cuba
(PCC), y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), en empresas agrícolas, y
centrales azucareros de la provincia de Matanzas, así como en cargos técnicos
de diferente índole.
- La Dirección de
Normalización, Metrología y Control de la Calidad.
Desde
1960, un grupo de trabajo creado en la Junta Central de Planificación
(JUCEPLAN) comenzó a dar los primeros pasos en la actividad de la
normalización, tratando de unificar las especificaciones de materias primas para
la industria.
La
Dirección de Normalización, Metrología y Control de la Calidad fue creada en el
Ministerio antes de crearse el Viceministerio para el Desarrollo Técnico. Sus
tareas eran esenciales para garantizar, el desarrollo cualitativo de la producción
industrial. El Che destacó ya en 1962 que la misión principal de esta Dirección
sería la elaboración de un sistema de normas de insumo de materiales y de
calidad por cada unidad de producto de acuerdo con las condiciones tecnológicas
de las fábricas; priorizando los productos destinados a la exportación.
El
trabajo de esta dirección era complejo, no sólo por su variedad, sino por la
interconexión que debía establecer con las empresas, las cuales, en aquellos
momentos no prestaban la importancia debida a estas tareas, dadas las enormes
dificultades que enfrentaban, la escasez de personal técnico calificado que
pudiera dedicarse a esta actividad, así como la falta de visión y experiencia
de sus dirigentes.
Además,
al trabajo, en sus primeras etapas, le faltaba impulso y energía, así como
algunos problemas internos de tipo político. Estos problemas eran originados
por un grupo trotskista que existía dentro de ella, obstaculizando su trabajo.
Cuando asumí el Viceministerio, el Che me instruyó para reunirme con ellos y
advertirles de que, si estos problemas persistían, nos veríamos en la necesidad
de tomar medidas de tipo administrativo. Las cuestiones de tipo político tenían
otras vías para ventilarse. Esta reunión resultó efectiva; a partir de ella,
esos problemas se eliminaron.
Un
paso importante dado fue la adscripción de Cuba, a través de esta Dirección, a
la Organización Internacional de Normalización (ISO). Esto le permitió recibir
información valiosa muy importante, así como intercambio de experiencias con
otros países.
Para
el año de 1963 se dio prioridad al desarrollo de las normas técnicas y al
establecimiento de un sistema de informaciones técnicas.
Para
1964, la prioridad fue, otra vez, el establecimiento de normas técnicas, además
de normas de calidad para los productos de exportación.
Che
determinó también que el plan piloto de metrología, ya iniciado, debería buscar
soluciones para los problemas prácticos que se presentaban en la adopción del
Sistema Métrico Decimal (SMD). En Cuba, debido a la influencia norteamericana
en nuestra economía se usaba el sistema inglés de medidas. Esa medida era de
particular importancia para, gradualmente, viabilizar el comercio y la
transferencia de tecnología con los países socialistas, así como con países europeos
que ya empleaban el SMD. Se creó, en 1964, el Laboratorio Central de Metrología
para el establecimiento gradual de patrones nacionales de diferentes tipos de
mediciones. Especial énfasis se prestó a la calibración de las básculas y
balanzas, la mayoría de las cuales estaba en estado lamentable. Al mismo
tiempo, conjuntamente con la Dirección de Capacitación, se creó la Escuela de
Metrología y se enviaron grupos de técnicos a la URSS y a la República
Democrática Alemana para prepararse en esta disciplina.
También
fue inaugurado en ese año el Laboratorio Central de Control de Calidad y se
organizaron cursos para preparar personal en las empresas.
Aunque
la calidad no apareció explícitamente como tarea priorizada por el Che para el
organismo en ningún año, ella fue, sin embargo, uno de los aspectos sobre los
cuales él más insistió, dándole a ésta un carácter social.
En
1964, al presidir la delegación cubana a la Asamblea General de la UNCTAD, en
Ginebra, Suiza, visitó una fábrica de relojes, quedando muy impresionado con
los criterios y controles de calidad utilizados en la misma. En una reunión del
Consejo de Dirección del Ministerio, él nos informó sobre la visita y, en la
discusión que siguió, pronunció una frase de gran contenido social y político:
La calidad es el respeto al pueblo.
En
esta expresión, que se hizo y conocida, el Che sintetizaba su criterio de que
la calidad no era sólo un problema económico, sino también un problema
político, ideológico, social, ético y cultural, que no se puede ni debe
analizar separadamente.
El Che
había sido muy crítico sobre la falta de calidad de muchos productos causada,
en parte, por los problemas del aseguramiento de las materias primas, pero,
también por la poca preocupación de las empresas por fabricar algo mejor con
los recursos disponibles. Así, públicamente, en una Reunión de Producción,
convocada por Fidel en 1962 y celebrada en el teatro Chaplin – hoy Karl Marx -,
en la que participaron dirigentes de todos los organismos del país, el Che
criticó el sabor de los refrescos de cola que producíamos con sabores
inventados por los técnicos de la industria, expresando que tenían sabor a “jarabe para el pecho”; se refirió al
endurecimiento de la pasta de dientes, criticó a los fósforos cuyas cabezas
saltaban y quemaban la ropa de las personas[49].
Estos problemas se derivaban, por una parte, a la improvisación
en sustituir materiales y materias primas sometidas al bloqueo, pero también a
la desidia y falta de interés de dirigentes y técnico de las empresas.
En
1964, dio instrucciones concretas para que el Departamento de Control de
Calidad hiciera inspecciones frecuentes a las fábricas y tiendas comerciales
para detectar problemas y que, en casos evidentemente graves, tuviera la
autoridad suficiente para detener la producción. Así lo hicimos.
Precisamente,
en aquellos momentos, apareció un serio problema en la harina de trigo recibida
en La Habana: estaba altamente infestada de un insecto: el llamado gorgojo del
trigo. Su presencia era evidente, principalmente en el pan. Cuando los
inspectores de calidad detectaron este problema, dimos instrucciones de parar
la producción de pan en las panaderías de la ciudad, ya que eso era una falta
de respeto a la población. La discusión que tuve con el Viceministro de
Industria Ligera del Ministerio y con el Director de la Empresa de la Harina
fue monumental, pero el Che me apoyó. Era preferible que se detuviera por dos o
tres días la producción, ya que eso representaba un grave problema sanitario.
Tuvieron que tomarse medidas urgentes para tamizar y fumigar toda la harina
almacenada en esas condiciones. Fue una gran experiencia para todos.
Poco
tiempo después, el equipo de dirección del Ministerio de Comercio Interior
sostuvo una reunión con el Che y el equipo del Ministerio para mostrar la baja
calidad de varios bienes de consumo que ellos distribuían y que eran producidos
por nuestras fábricas. Llevaron muestras defectuosas de ropas, muebles y
juguetes, entre otras. El Che pidió que le dejaran todas esas muestras y
convocó urgentemente a una reunión con todas las empresas en el salón de actos
del organismo. Se preparó una exhibición con todos esos productos y con unas
fotos tomadas por el Departamento de Control de Calidad. La “descarga” del Che
fue grande. Estaba muy molesto.
En
aquellos momentos, yo me sentí mal, porque, aunque esa “descarga” no estaba
dirigida hacia mi área de trabajo, sino a las empresas, sentía que mi
responsabilidad de atención al control de la calidad no se había cumplido
cabalmente. Nuestra actividad en relación a la calidad debería hacer enfatizar
más los aspectos educativos y de promover un mayor control preventivo en las
fábricas y empresas. Así comenzamos a promover la creación de laboratorios de
control en las diferentes empresas.
Sin
embargo, pasado el tiempo, recuerdo algunos momentos que ahora me parecen
simpáticos. Una de las fotos tomadas por miembros del Departamento de Control
de la Calidad con toda intención, mostraba, aumentado cientos de veces, la cabeza
de un “gorgojo” asomado por encima de unos granos de harina. Parecía la foto de
un extra-terrestre observando desde una roca. En otro momento, el Che tomó a
una muñeca que parecía un espantapájaros y dijo, tomando una frase de José
Martí que era muy utilizada por la Revolución:
-
Dicen que los niños nacen para
ser felices. ¿Ustedes creen que una niña puede ser feliz con esta porquería?
Aunque
el Che libró una ardua batalla por mejorar la calidad de los productos
industriales, este ha sido un problema de muy lenta solución; aún no se ha
resuelto a entera satisfacción, excepto en la producción de las industria
farmacéutica, particularmente la biotecnológica; la mecánica, electrónica y
algunos productos de exportación, con la introducción de las normas ISO y las
buenas prácticas de laboratorio y de producción, entre otras medidas. La
producción de bienes para el consumo interno, aún dista de ser satisfactoria en
términos generales. Varios factores negativos incidían en aquellos momentos –y
aún inciden en muchos casos – en la solución de la mejoría de la calidad:
Ø
la inseguridad e inestabilidad
de los suministros de materias primas y materiales; la necesidad de producir,
de cualquier forma, para resolver la demanda de la población, con el
consecuente relajamiento progresivo de la disciplina tecnológica;
Ø
la vigencia, durante muchos
años, de mecanismos y criterios de planificación en los que el cumplimiento del
plan de producción era el elemento evaluativo principal, sin considerar
aspectos cualitativos;
Ø
un mercado de exportación,
dentro de los países miembros del CAME, generalmente poco exigente en cuanto a
especificaciones cualitativas
Ø
la ausencia de controles
internos y penalidades por incumplimiento de normas de calidad;
Ø
la consecuente falta de
formación de una cultura productiva, particularmente en algunos sectores, en
que los criterios cualitativos quedaron rezagados a planos inferiores.
Ø
la desidia de dirigentes y
complacencia- echarle siempre culpa al bloqueo.
Algunos
de esos factores se refieren a dificultades que persisten desde el inicio de
los trabajos de normalización en la industria; otros tuvieron su origen en
prácticas y procedimientos organizativos y administrativos que no toman la
calidad como criterio básico de producción. Ha habido avances, es cierto, pero
mucho menos de lo necesario. No es posible discurrir sobre todos los factores
mencionados en este espacio. Mas, es importante destacar que compaginar un
nivel de calidad adecuado y correspondiente con las necesidades económicas, en
un contexto cada vez más exigente y competitivo, en medio de un feroz bloqueo,
con una perspectiva humana y social, como propugnaba el Che, continúa siendo
necesariamente una tarea prioritaria, aunque difícil.
El
jefe de la Dirección de Normas, Metrología y Control de la Calidad, el Ing.
Roberto Acosta, era una persona seria, organizada y trabajadora, aunque como el
Che y yo le señalamos en algunas oportunidades, era débil de carácter. Sin
embargo, después de superados los problemas internos, consiguió aglutinar un
equipo de trabajo que alcanzó buenos resultados.
Debo
destacar que el Che nunca me informó de que Acosta era el jefe de los
trotskistas en el país. Me enteré tiempo después que salí del Ministerio. Pienso que eso fue una muestra de
sensibilidad por su parte. En la medida de que el problema político del grupo
trotskista mencionado anteriormente había sido liquidado, la valoración del
trabajo de su Director tenía que ser considerada sobre la base del trabajo
realizado.
A
mediados de los años 70s, la Dirección se convirtió en el Comité Estatal de
Normalización, subordinado al Consejo de Ministros. Más tarde, se convirtió en
la Oficina Nacional de Normalización, adscrita a la Junta Central de
Planificación. En los momentos de escribir este libro, se encuentra adscrita al
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
- La Dirección del
Plan para el Desarrollo Técnico
La
función principal de esta Dirección era elaborar, controlar, coordinar y
evaluar el cumplimiento del Plan para el Desarrollo Técnico de todo el
Ministerio. Para 1963, el Che había indicado que debía colaborar estrechamente
con la Dirección del Plan Perspectivo de forma que se pudiese tener una visión
general de las acciones del Ministerio en las cuales se englobaban las acciones
de todo el Viceministerio y trazar los esquemas de trabajo para atender las
necesidades identificadas. Para 1964 indicó el inicio de un Plan Piloto de
Desarrollo Técnico.
En su concepción, el Che aspiraba a que el Ministerio en
su conjunto, en todas sus empresas y fábricas, alcanzase un adecuado desarrollo
científico y tecnológico. Esto tenía que ser el resultado del trabajo de los
institutos creados, de los trabajos de desarrollo de las propias empresas y de
una interrelación estrecha entre estos actores. En este sentido, la acción del
Viceministerio para el Desarrollo Técnico debería tener un sentido más global.
Debo
confesar que, en los primeros momentos de mi actuación como Viceministro de
esta área, no capté adecuadamente esta visión integral. Yo me concentré
principalmente en atender e impulsar el surgimiento de los diferentes
institutos bajo mi responsabilidad. También, para ser justo conmigo mismo, esa
atención tomaba prácticamente todo mi tiempo, considerando que en aquellos
momentos yo trabajaba días, noches y madrugadas, incluyendo sábados y domingos.
Yo
traté de que esta Dirección me ayudase a alcanzar los objetivos más globales
que nos habían sido fijados. Sin embargo, el equipo de la Dirección no ayudó en
este sentido. Su primer Director, Antonio Estévez, ingeniero químico, procedía
de una de las antiguas compañías petroleras en la que trabajó en aspectos de
desarrollo estratégico. Era una persona bien formada y seria, pero su enfoque
sobre su tarea y la del Viceministerio era completamente burocrático. Carecía de
conceptos básicos y prácticos sobre lo que había que hacer. El debió haber sido
mi mano derecha, mas no lo consiguió; tampoco el asesor checoslovaco que tuvo
la Dirección, Ladislav Riha, muy calificado[50],
quien tampoco tuvo posibilidades ser debidamente utilizado.
Yo me
reunía con Riha frecuentemente, aprovechando su experiencia y conocimientos,
para que me ilustrara sobre cuestiones de política y planeamiento en ciencia y
tecnología. Después de varios encuentros, él me propuso escribir conjuntamente
un artículo para Nuestra Industria Tecnológica sobre la
planificación de la ciencia y la tecnología en el socialismo. El escribió el
primer borrador; lo discutimos varias veces, hasta que consideramos que estaba
listo para su publicación. Riha insistió en que yo apareciera como primer
autor. Este fue el primer trabajo sobre política científica y tecnológica
publicado en Cuba[51].
Cuando
la revista salió publicada y el Che vio el artículo, me llamó.
-
¿Eres tú realmente el primer
autor de este artículo?
Yo le
expliqué el proceso de construcción del artículo, expresándole con mucha
sinceridad que Riha era quien conocía mucho más profundamente la materia;
también le expliqué que habíamos discutido bastante y trabajado en conjunto
durante varias semanas para hacer este trabajo asequible y útil al lector
cubano, considerando la importancia del tema. Por otra parte, por una cuestión
de jerarquía, como era práctica usual en los países socialistas, Riha insistía
en que yo tenía que aparecer como el primer autor. El Che me respondió con un
tono particularmente irónico, aunque amistoso:
-
Bueno, primer autor, sigue
utilizando a tu asesor. Él sabe mucho más que tú. Aprovecha bien todos sus
conocimientos y.…sigue escribiendo. No dejes de escribir. Vamos a ver si algún
día te conviertes en un científico en cuestiones de la dirección de la ciencia
y la tecnología.
En ese
sentido, traté de seguir sus consejos.
Estévez
protestó cuando supo que yo había propuesto su sustitución. Antes de tomar una
decisión definitiva, el Che siguió su habitual método de análisis para estos
casos: convocó a una reunión con Estévez, con los Viceministros y los
dirigentes del Viceministerio. Después de escuchar con paciencia todos los
criterios y opiniones y preguntar mucho, concordó con mi propuesta. El Che más
tarde expresaría que el anterior Director se había ganado la aversión de todas
las direcciones del Viceministerio.
Para
sustituir a Estévez se nombró a Jorge D’Almendray, economista, Bajo su dirección, el trabajo cobró
una nueva dinámica.
- Una evaluación de
la actividad científico-técnica.
Una de
las múltiples facetas de la actividad del Che al frente del entonces Ministerio
de Industrias fue la relacionada con el impulso temprano y sostenido al
desarrollo científico y tecnológico nacional. Se crearon instituciones que
abarcaban de manera integral distintas actividades que iban dirigidas a
articular la innovación tecnológica - término no utilizado en aquella época -
en la estrategia de desarrollo del organismo; se fomentó el desarrollo
tecnológico no sólo en estas instituciones, sino dentro de las propias
empresas; se dedicó una parte importante de los escasos recursos especializados
en aquellos momentos a promover la actividad de investigación y desarrollo
tecnológico; se estimuló de manera efectiva la participación de las masas
trabajadoras en la solución de los problemas prácticos y perspectivos de sus
fábricas. Se inició un fuerte proceso inversionista para crear nuevas
capacidades industriales, modernizar las existentes y, en algunos casos, concluir
la construcción y puesta en marcha de algunas instalaciones, como la conocida
hazaña de la planta de níquel de Moa.
Además,
se impulsaron las tareas por el control de la calidad y la normalización, la
información científico-técnica, creándose inclusive en el Ministerio el primer
centro en Cuba de estas características.
La
capacitación a todos los niveles se convirtió en tarea altamente priorizada con
resultados muy positivos. Todas estas actividades se concibieron de manera
integral y sistémica y se instrumentaron desde los niveles superiores hasta la
base. Con una visión ideológica de largo alcance, el Che luchó para que el
desarrollo científico y tecnológico se convirtiera en una realidad, junto a la
formación del hombre, en la construcción de la sociedad del futuro.
El Che
promovía la colaboración e interacción con otros organismos. Juntos fuimos a la
Universidad de La Habana, cuando fueron rectores Juan Marinello y después
Salvador Vilaseca y a la Universidad de Oriente, cuando era rector José Antonio
Portuondo, para discutir programas de colaboración. Con Antonio Núñez Jiménez,
entonces Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, iniciamos un trabajo
conjunto de colaboración en el campo de la Geología.
En el
análisis autocrítico de mi trabajo personal, contenido en el informe presentado
en 1964, sobre la actividad del Viceministerio de Desarrollo Técnico, yo señalé
con toda fuerza que mi fallo principal era no haber podido lograr un sistema
metódico y efectivo de control de las tareas de las distintas dependencias que
yo atendía. También señalaba que tenía muchas lagunas en el conocimiento de los
aspectos técnicos y económicos de los trabajos de investigación, lo que nos
hacía tomar decisiones a “ojo de buen cubero” o nos obligaba a demorarlas demasiado
para poder estudiar los problemas que me sometían. Prácticamente no me señalaba
ningún aspecto positivo.
Cuando
el Che hizo las conclusiones de la discusión sobre informe del Viceministerio,
expresó que éste, en su conjunto, había avanzado mucho. Analizó, con sus fallas
y aciertos, el trabajo de cada dependencia y sus directores; sin embargo, de mí
no dijo nada. Eso me hizo sentir preocupado
Cuando
terminó la reunión, fui a verlo para pedirle su opinión sobre mi trabajo. Con
una sonrisa algo burlona, me dijo:
-
Chico, como tu autocrítica fue
tan dura, yo no sé si el Viceministerio avanzó por ti o a pesar de ti.
Yo me
quedé perplejo con esa respuesta, pero enseguida me dio una palmada amistosa en
el hombro y me dijo:
-
Sigue así.
Acostumbrado
a que el Che no dispensara elogios frecuentemente, esa palmada fue el mayor
estímulo para mi trabajo.
Más de
medio siglo después, al ponerme a meditar sobre esta autocrítica, yo la
escribiría de forma muy diferente. En primer lugar, era grande la diversidad de
contenido y complejidad de las tareas asignadas a las distintas dependencias
del Viceministerio, todas ellas en un estadio inicial de desarrollo; sus
directores tenían características muy diferentes; los recursos humanos y
materiales eran muy limitados; debido a la presión siempre presente de los problemas de la producción, la comprensión y
consecuentemente la prioridad de la actividad científico-tecnológica era baja
para muchos dirigentes y funcionarios del Ministerio.
Yo no
podía esperar que, en un año hubiese alcanzado un dominio cabal de todas las
actividades para controlarlas adecuadamente y tomar decisiones rápidas. Pienso
que los fallos eran reales, aunque de tipo táctico sobre los cuales tenía que
seguir trabajando.
En su
excelente libro sobre el Che[52],
Helen Jaffee se refiere a una entrevista conmigo en Cuba en el año 2005. En esa
entrevista yo le informé autocríticamente que la principal deficiencia en mi
trabajo como Viceministro de Desarrollo Técnico consistía en no haberle
prestado suficiente atención al trabajo de la Dirección de Capacitación.
Después de haber leído lo que declaré en esa entrevista, pienso que mi
apreciación no fue realmente justa. Considero que mi atención a las tareas de
la capacitación fue adecuada. Mi fallo mayor fue no haber visto la actividad
científico-tecnológica del Ministerio de una forma integral, incluyendo en
ellas, de manera principal, a las empresas.
Esa era la visión que tenía el Che y que yo no comprendí cabalmente. Mi
visión era vertical, enfocada la atención a las dependencias que me estaban
subordinadas, cuando ésta debió haber sido horizontal, impulsando el desarrollo
de la ciencia y la tecnología en todo el Ministerio.
En el
Seminario conmemorativo por el 40 Aniversario de la creación del Ministerio de
Industrias, celebrado en febrero de 2002, en el Salón de Actos del Ministerio
de Industria Básica, el entonces Ministro, compañero Marcos Portal, presentó,
entre otros documentos sobre la actividad industrial, uno sobre diversas
expresiones del Che sobre este tema. En él encontré unas palabras. En un
informe al Consejo de Ministros en 1965, que yo desconocía. El Che escribió: El trabajo de la ciencia ha avanzado mucho en el
Ministerio.
Casi 40 años después, recibí, inesperadamente, una nueva
palmada en el hombro.
[1]
Guevara, 1970
[2]
Guevara, 1966g. p. 70
[3] Guevara 1966n,
pp. 673-674
[4] Como éste
ocurrieron otros casos similares de sustituciones y cambios muy rápidos de
cargos, principalmente debido a la carencia de cuadros confiables técnica y
políticamente. Posteriormente, Riera, ya fallecido,
asumió altos cargos en el Gobierno.
[5] Las Direcciones
de Capacitación y de Colaboración Científico-Técnica se examinarán en el
siguiente capítulo.
[6]
La antigua Gravi, situada en Jovellanos, provincia de Matanzas.
[7]
Guevara 1966o, p. 559
[8]
Al norte de la anterior provincia de Camagüey
[9]Guevara
1966q p. 641.
[10] Guevara 1966k,
p. 79
[11]Pedro hablaba el español bastante bien, aunque frecuentemente cometía gazapos. En una reunión, presidida por Che, sobre la industria del níquel, él quiso expresar que todavía en el proceso industrial se presentaban cuellos de botella; sin embargo, se equivocó y se refirió a los “culos de botella”, con la consiguiente carcajada general.
[12]
El subrayado es del autor. Guevara
1966p. pp. 741-743.
[13] Guevara 1966n p. 591.
[14]
Guevara 1966q, p. 641.
[15] Ver Guevara,
1966º, p. 612.
[16] Província de
Holguín.
[17] Guevara, 1962c, p. 345.
[18]
Guevara 1966n p. 589
[19] Ver Guevara 1966o y Guevara 1966q.
[20] Guevara 1966n, pp.590-591
[21] Guevara 1966o, p.612
[22] Centros de limpieza en seco de la caña de azúcar, donde a través de
ventiladores de gran porte se logra separa alrededor de un 65 % de las hojas
del tallo, buscando menor volumen de materias extraña en fábrica y mayor
rendimiento industrial.
[23] Comunicación verbal del Lic. Tirso Sáenz Coopat.
[24]
Guevara 1966v1, p. 142
[25]
Fallecido en diciembre de 2019.
[26]
Fallecida en Cuba durante los años 80s.
[27]
Para un análisis más detallado del antiguo ICIT, ver Sáenz y García Capote
(1989): op.cit., p.38.
[28]
Hijo del renombrado historiador cubano Ramiro Guerra.
[29]
Hoy denominada Universidad Tecnológica de La Habana
[30] Guevara, 1966r, p. 101.
[31]
Guevara, 1966n, p. 190,
[32]
Guevara, 1966n. p. 612.
[33]
El uso más importante del rayón, en aquellos momentos, era para la producción
de neumáticos.
[34] Guevara 1966s, pp. 97-100
[35] ibidem
[36] Quien había
sido nombrado Director del ICQDIQ
[37] Guevara 1966 v2 p. 97.
[38]
Así le decían a García Piñera.
[39] Como las
plantas de sueros y esteroides. Todas ellas colocadas en las tareas del
instituto.
[40] Guevara,
1966n, p. 591.
[41]
Ubicada en Arroyo Naranjo, actual municipio de La Habana. Quedaba frente a “La
Chata”, finca del ex-presidente Carlos Prío Socarrás. Actualmente, allí se
encuentra el Centro de Investigaciones para la Industria Minero-Metalúrgica
(CIPIMM) perteneciente al Ministerio de Energía y Minas.
[42] Ubicada en el
municipio de Jovellanos, provincia de Matanzas.
[43]
Ese método ya él lo había indicado al analizar y evaluar el Plan Perspectivo
elaborado por la Junta Central de Planificación y también al analizar el
proyecto elaborado por la propia Dirección del Plan Perspectivo en el
Ministerio.
[44]
Arteche también daba clases a los escoltas del Che.
[45]
No perteneció a la columna del Che.
[46]
Guevara, 1966, p. 611.
[47]
Hoy sede del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical
“Alejandro de Humboldt” (INIFAT)
[48] Esta parte era
la más difícil para mí, pues yo era un pésimo jinete. A veces no lograba que el
caballo caminara o me quedaba retrasado, pues el caballo se ponía a comer
hierba. Mis problemas ecuestres eran motivo de diversión para el Che
[49] Dio la casualidad de que en el
momento que él se estaba refiriendo a esto, alguien encendió un fósforo – en
esos momentos se fumaba en los teatros – cuya cabeza saltó como una pequeña luz
de bengala. Esto motivó una carcajada general, aunque confirmó la crítica del
Che.
No hay comentarios:
Publicar un comentario