Por Hernán Martín
Algunos se muestran hoy decepcionados por la lentitud en que se concretan en medidas prácticas los pasos de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. Quizá cambien algo de opinión si calculan que el tiempo transcurrido desde el 17 de diciembre es menos del 1% de los 54 años en que ambos países no han tenido relaciones diplomáticas ni comerciales o de otro tipo con normalidad.
Aunque compañías de distintos sectores han expresado interés en el mercado cubano e incluso han anunciado pasos para abrirse a la Isla caribeña, la generalidad ha quedado en planes y a estas alturas contados casos indican un cambio en la dinámica bilateral de las relaciones empresariales o de negocios.
En ese contexto resalta una compañía, Airbnb, que dio un paso decidido a inicios de abril y halló una vía alternativa e innovadora para operar efectivamente en conjunto con propietarios de alquileres residenciales en Cuba.
Fundada en 2008, la compañía tiene como premisa el alquiler de residencias privadas para pagar menos que en hoteles. Según datos de la industria, hoy cuenta con una base de datos de más de un millón de habitaciones disponibles en casas, apartamentos y otros tipos de alojamiento, distribuidos por gran parte del mundo.
Una planta mayor que la de muchas grandes cadenas hoteleras, que cada vez interesa más a viajeros de placer y está penetrando también el mercado de los viajes de negocios, sobre todo el de pequeñas empresas (actualmente son el 10% del total de sus clientes), que buscan precios más asequibles.
La compañía está valorada en más de 9 000 millones de euros, según analistas de mercado.
Cuando comenzó a listar propiedades cubanas en su oferta, a inicios de abril, Airbnb incluía en su base de datos menos de un millar de alojamientos en la Isla, alrededor de la mitad de ellos en La Habana.
De acuerdo con datos de la empresa, desde entonces el número de propiedades listadas ubicadas en Cuba se ha duplicado. Exactamente, desde la fecha de apertura al mercado cubano, el pasado 2 de abril, 500 nuevos anfitriones en la Isla han añadido en Airbnb su oferta de alojamiento.
La compañía destacó la pasada semana que a destinos consolidados a nivel mundial como San Francisco o Berlín les tomó tres años llegar a las 1 000 propiedades listadas, mientras que Cuba solo demoró dos meses. Actualmente, 13 ciudades y poblados cubanos están presentes en las listas del servicio de renta de alojamiento persona a persona.
Desde el lanzamiento, hace menos de dos meses, las búsquedas sobre Cuba en Airbnb aumentaron 27%. Con el 40% de las propiedades cubanas listadas ubicadas en La Habana, la compañía incluso destaca que en las últimas semanas los estadounidenses hicieron más búsquedas relacionadas con Cuba que con Río de Janeiro, Buenos Aires o Ciudad de México.
A inicios de mayo, un mes después de la apertura hacia Cuba, la empresa refería que la Isla era ya uno de los destinos de América Latina y el Caribe más buscados en sus listas. De hecho, según el sondeo, estaba entre los primeros cinco que sus usuarios estadounidenses tenían entonces como prioridad para visitar en la región, por detrás de Bahamas, Brasil, Jamaica y Argentina.
Según una encuesta de la firma, la arquitectura (28%) y la cultura local (30%) están entre los elementos que más atraen a los estadounidenses en Cuba, además de las playas (33%) -aún vedadas legalmente pues sigue prohibido el turismo vacacional- y la cocina (28%).
Para sus operaciones en Cuba, Airbnb debió idear un mecanismo alternativo de transacciones. Dada la imposibilidad de transacciones bancarias entre ambos países, el viajero con reserva a una habitación o residencia en Cuba paga online, el sitio toma automáticamente el 3% y envía el resto al anfitrión. Para hacerlo, debió contratar los servicios de una firma de envío de dinero a la Isla, VaCuba, basada en Florida y especializada en el traslado y entrega de efectivo y regalos a residentes en el país caribeño.
Aun con esa restricción y con las limitaciones de acceso a Internet en Cuba, que obstaculizan en cierta medida las relaciones fluidas entre hosteleros cubanos y sus clientes estadounidenses -muy importantes para establecer la confianza que es clave en el modelo de Airbnb-, la firma ha seguido creciendo en la Isla impulsada por la demanda.
En su primer mes de operaciones con propiedades cubanas, más de 500 clientes estadounidenses (los únicos a los que puede ofrecer habitaciones caseras en Cuba) habían reservado más de mil noches de estancia en el país caribeño.
Cuba no es el único destino en la mira de Airbnb, que ha crecido exponencialmente a nivel internacional en pocos años. Analistas del sector incluso han llegado a advertir que las cadenas hoteleras establecidas podrían tener problemas en un futuro si no ven desde ahora a Airbnb como un serio competidor.
Lo cierto es que el servicio crece internacionalmente y en las ofertas desde Cuba al mercado de Estados Unidos. Tiene demanda y saca provecho de ella, favoreciendo de paso al sector de hosteleros privados en Cuba, que, según datos del Ministerio de Turismo, manejan unas 8 000 habitaciones en todo el país, complementan la oferta estatal y diversifican el producto turístico nacional.
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