Por Pedro Monreal, El estado como tal.
La prosperidad es uno de los seis componentes de la visión de nación que define el documento de la “conceptualización”. Al igual que otras metas, tampoco ha sido cuantificada. No se mide y por tanto no queda claro cómo sabremos si se avanza hacia ese objetivo.
A diferencia de la desigualdad, comentada en un breve texto anterior, se dispone en Cuba de varios indicadores para medir la prosperidad. Considero que el más adecuado es el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas, un índice compuesto que mide el logro promedio de un país en tres aspectos básicos del desarrollo: salud, conocimiento e ingresos.
Cuba es un país relativamente bien colocado en el “ranking” del IDH. Con un nivel de IDH de 0,775, ocupaba en 2015 el lugar 68 a nivel mundial, lo que ubica al país en el grupo de “alto desarrollo humano”, que es la segunda mejor categoría, solamente superada por los países con “muy alto desarrollo humano” (los países desarrollados).
El IDH le proporciona a los planificadores cubanos una meta concreta de prosperidad que debería ser alcanzada: un IDH de 0,8000. Esa cifra del IDH es el nivel mínimo que permitiría que Cuba fuese clasificada como un país desarrollado, según la metodología de Naciones Unidas.
El IDH es un indicador compuesto que toma como base tres índices y que se calcula como la “media geométrica” de estos. En el caso de Cuba, los niveles actuales de esos índices son los siguientes:
Índice de salud = 0,9169
Índice de educación = 0,7794
Índice de ingresos = 0,6512
Dado que el IDH es la “media geométrica” de esos tres índices, para poder incrementar el IDH desde su nivel actual de 0,775 hasta la meta de 0,0800 se necesitaría mejorar todos o algunos de los tres índices individuales. Pudiera parecer que no es tan complicado aumentar el IDH en 25 centésimas, pero en realidad pudiera ser muy difícil hacerlo.
Para ilustrar lo anterior, adoptemos el supuesto de que se mantienen constantes los índices de salud y de educación, y que por tanto cualquier mejoría del IDH dependería del índice de ingresos.
En ese ejemplo, si en vez de tener un índice de ingresos de 0,6512, Cuba tuviese un índice de ingresos de 0,7170, el IDH del país se colocaría en 0,8000, o sea, que Cuba sería hoy un país desarrollado, pero en realidad -como es evidente- Cuba se encuentra todavía muy lejos de ese nivel.
El detalle radica en que eso requeriría que el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita de Cuba fuese de 20132 USD, en vez del nivel de 7455 USD que realmente existe.
Es decir, Cuba necesitaría multiplicar casi por tres (2,7 veces) su nivel actual de INB per cápita. En realidad, no parecen ser niveles fuera del alcance potencial de Cuba. Países de la región como Uruguay, Panamá, Bahamas, y Antigua y Barbuda, registran ya esos datos de INB per cápita.
Es aquí donde entra en la discusión las tasas de crecimiento económico del país. Para alcanzar el índice de ingresos que se necesitaría para llevar el IDH al nivel mínimo de país desarrollado (IDH = 0,8000) se requerirían plazos y tasas de crecimiento del INB per cápita que pudieran tener variantes como las siguientes:
Con una tasa de crecimiento del 7 por ciento se necesitarían aproximadamente 15 años (para el año 2032).
Con una tasa de crecimiento del 5 por ciento se necesitarían aproximadamente 20 años (para el año 2037).
Con una tasa de crecimiento del 3 por ciento se necesitarían aproximadamente 34 años (para el año 2051).
Con una tasa de crecimiento del 2,5 por ciento se necesitarían aproximadamente 40 años (para el año 2057).
Obviamente, la mejoría simultánea de cualquiera de los otros dos índices (salud y educación), tendría el efecto de “aflojar” la presión sobre la necesidad del esfuerzo de crecimiento económico que se requiere, pero aun así, la mejoría del índice de ingresos resulta crucial para poder alcanzar el nivel de prosperidad mínimo –medido por el IDH- que colocaría a Cuba en la categoría de país desarrollado.
He explicado este tema aquí de manera sintética. Este es un asunto que abordaré con mayor detalle en un próximo texto.
Resumiendo:
- No hace falta seguir hablando en abstracto de la prosperidad nacional.
- Los planificadores cubanos disponen de la posibilidad de adoptar un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,8000 como la meta concreta de prosperidad nacional en el largo plazo.
- La posibilidad de alcanzar esa meta dependería en muy alto grado de poder mejorar el índice de ingresos (un componente del IDH), lo cual a su vez dependería de la posibilidad de multiplicar –al menos por 2,7 veces- el actual Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita del país.
- Sin tasas de crecimiento de entre el 5 y el 7 por ciento anuales, la materialización de la meta de prosperidad tiende a dilatarse excesivamente en el tiempo, más allá de un plazo de 30 años.
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