Martin Jacques, profesor de historia económica en el King’s College de Cambridge. Inglaterra
Durante el mes de enero, la embestida de los medios de comunicación occidentales, contra el manejo de la epidemia de Covid-19 por parte del gobierno chino fue despiadada (en particular de los EE.UU. y del Reino Unido). El gobierno chino fue acusado de una actitud inhumana, de secretismo, de encubrimiento y de estar preocupado por su propia supervivencia por encima de cualquier otra consideración. Las pruebas reales eran escasas y la mayoría de las veces sólo era un insidioso rumor. Hubo veneno y mucha bilis en este asalto mediático.
Es cierto que al comienzo el gobierno Chino no reaccionó oportunamente en Wuhan y en Hubei. Pero mirando en retrospectiva el tiempo perdido ha resultado ser relativamente marginal comparado con el tiempo perdido en Occidente. Por nuestros lares se creía, hasta hace poco, que el virus no nos afectaría y que los chinos tenían la culpa. Ambas creencias nos han impedido aprender de la experiencia China.
Haber utilizado la tragedia de la epidemia de coronavirus (con todas las muertes, enfermedades y sufrimientos) como un garrote para golpear al gobierno chino -y a su pueblo- ha sido, como poco, una verdadera vergüenza. Cuando los chinos necesitaban compasión, apoyo y solidaridad, recibieron burlas, calumnias y un racismo apenas disimulado. A estas alturas deberíamos preguntarnos por qué occidente actúa de esa manera.
En realidad el prejuicio occidental contra China está históricamente muy arraigado y sigue pesando en nuestras conductas contemporáneas. En los últimos años, en los Estados Unidos, y en otros países, los prejuicios y ataques contra China se han intensificado. Sobretodo ha aumentado la sensación de resentimiento ante el continuado progreso de China. Las potencias occidentales se resisten a perder sus ventajas, quieren restaurar las viejas jerarquías económicas, políticas y étnicas.
El principal argumento de la agresión mediática contra China ha sido su sistema de gobierno. La epidemia de coronavirus ofrecía, al menos en apariencia, una oportunidad ideal para atacar al gigante asiático. Sin embargo, estaban equivocados. Estos prejuicios están resultando fatales para muchos.
Una vez que las autoridades chinas comprendieron la naturaleza y el peligro que supone el virus, manejaron la crisis de manera impecable. No debemos olvidar que para China, el virus era completamente desconocido. Ahora todos los países a los que devasta la pandemia pueden aprender de la experiencia de China.
Cuando apareció el virus en ningún lugar del planeta se conocía qué era exactamente este nuevo «tipo de gripe» mortal. China no sólo enfrentó un virus completamente nuevo, también descubrió los elementos que conforman su genoma e inmediatamente lo compartió con todo el mundo.
El gobierno Chino comprendió con notable celeridad que la epidemia requería de medidas drásticas. Fue necesario establecer una rígida cuarentena no sólo de Wuhan sino en todas las grandes ciudades.
A diferencia de las potencias occidentales el gobierno Chino entendió que la vida estaba antes que la economía. Su decisivo liderazgo tuvo una respuesta igualmente extraordinaria y proactiva del pueblo: fue un caso clásico de gobierno y pueblo actuando como uno solo.
Los resultados están ahí para que todos los vean. Los nuevos casos se han reducido a un goteo. Poco a poco, paso a paso, la economía se está reavivando. Poco a poco China está volviendo a la normalidad. Para aquellos que quieren evitar el coronavirus, China se está convirtiendo rápidamente en el lugar más seguro de la tierra. De hecho, China se ha visto obligada a cerrar las fronteras porque viajeros extranjeros han reintroducido el virus.
Mientras tanto, Occidente se enfrentan al tsunami provocado por el coronavirus. En Europa, Italia y España tienen el mayor número de afectados, pero Francia, Alemania y el Reino Unido están rápidamente siguiendo el mismo camino. Pronto toda Europa estará aquejada por la epidemia. Y en los Estados Unidos, la enfermedad está batiendo todos los record de infectados ( a pesar de ello Presidente Trump se resiste a declarar la cuarentena , al parecer, para el primero son los negocios ) .
Occidente -y, sobre todo, sus pueblos- están destinados a pagar un alto precio por su arrogancia y por su creencia que el coronavirus era solo un problema chino.
Demasiado tarde.
Después de haber perdido demasiado tiempo. Después de haber despreciado el conocimiento que China adquirió frente al virus, los gobiernos occidentales se enfrentan ahora a un temible desafío para la salud de sus poblaciones.
En enero la prensa oficial acusó al gobierno chino de haber desperdiciado una quincena; ahora se revela que los gobiernos occidentales han desperdiciado como mínimo dos meses y medio.
Pues bien , la marea ha cambiado. En la mayor crisis sanitaria de los últimos cien años, el gobierno chino ha estado a la altura del momento y ha asestado un golpe mortal al coronavirus. En cambio, la gobernanza occidental cegada por su suficiencia, ha sido incapaz de aprender de China, los países del “primer mundo” están demostrando estar mal equipados para emprender una acción radical de salud pública que se requiere con urgencia en estas circunstancias.
El gobierno del Reino Unido es una caso patético de majadería . No se me ocurre ningún otro ejemplo que exprese tan claramente la gran capacidad del gobierno chino por un lado y la total incompetencia de un gobierno occidental por el otro. En una hora de necesidad, el gobierno del otrora gran imperio ha defraudado a su pueblo.
Mientras tanto, la crítica occidental a China a cambiado. Ahora la mayoría de los grandes medios han adoptado la política de la desinformación . Pero, como lo demuestra Italia, Occidente no tienen otra alternativa, debe aprender de las medidas draconianas aplicadas en China.
¿Qué más pueden hacer? China ha tenido éxito. Nosotros no tenemos, en verdad, ningún otro lugar al que acudir para saber como derrotar la pandemia . Debemos aprender de China. Para muchos será un trago amargo. Pero, las ruedas de la historia están girando, irresistiblemente, hacia China. Y China está respondiendo con humildad ofreciendo toda la ayuda y experiencia que puede dar a Occidente.
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