Las invenciones y las innovaciones, ejes del progreso, suelen ser de signo positivo, aunque hay excepciones, entre otras, la guillotina, la silla eléctrica y la “inyección letal”. No obstante, la guinda del pastel y la gran paradoja es la dinamita, inventada por Alfredo Nobel en 1867, con la cual hizo fortuna. Sí Nobel fuera el padre de los premios que llevan su nombre, la dinamita, la más letal de todas las sustancias, es la madre.
A diferencia de los artefactos empleados solo para matar y de la bomba atómica usada solo con fines militares, la dinamita es de doble propósito. Sirve lo mismo para excavaciones, minería, canteras y otras tareas que, para usos militares en explosivos y proyectiles, torpedos, minas y balas. Las insurrecciones y el terrorismo hicieron amplio uso de ella.
Paradójicamente el creador de la dinamita Alfredo Nobel es una de las figuras más prestigiosas del ámbito científico y se le venera, no por sus invenciones, sino por la acción filantrópica de crear los premios que llevan su apellido y se entregan cada año en Medicina y Fisiología, Química, Física, Literatura y Paz. No se sabe por qué Nobel omitió disciplinas como matemáticas, arquitectura y otras.
En cualquier caso, ninguna distinción es hoy tan prestigiosa y codiciada como el Premio Nobel que, no obstante, ha sido rechazado por dos personas: Jean Paul Sarte en 1964 y el vietnamita Le Duc Tho en 1973.
Varios gobiernos, por razones políticas se han entrometido en la entrega del premio Nobel a sus ciudadanos. En 1937 Adolf Hitler prohibió por decreto que cualquier ciudadano alemán recibiera el Premio Nobel. Por tal motivo dejaron de hacerlo Richard Kuhn en química (1938), Adolf Butenandt (1939) también en química y Gerhard Domagk (1939). Concluida la II Guerra Mundial los científicos
recibieron sus respectivos galardones.
En 1947 el gobierno de Juan Domingo Perón y la prensa controlada por él reaccionaron negativamente ante la nominación del fisiólogo Bernardo Alberto Houssay para el Nobel de Medicina, alegando que la distinción tenía una motivación política. Aunque la Guerra había concluido, no se perdonó al científico su apoyo a los Aliados frente a los nazis, cosa que, en 1943 provocó su expulsión de la Universidad de Buenos Aires, decisión que estuvo vigente hasta 1955.
En 1958, presionado por las autoridades soviéticas Boris Pasternak quien lo mereció por su obra el Doctor Zhivago, renunció al premio Nobel de Literatura. En 1988 Mijaíl Gorbachov levantó las objeciones oficiales.
Está documentado que, impresionado por las consecuencias del uso masivo de la dinamita en los conflictos bélicos de su tiempo, Nobel padeció cierto cargo de conciencia, lo cual atenuó donando casi toda su fortuna, que depositada en el Banco de Suecia, cada año sirve para dotar con incentivos monetarios los galardones que llevan su nombre.
La fortuna y el testamento de Nobel La fortuna de Alfredo Nobel se formó junto con la de su padre con quien trabajó. En 1838, a la edad de nueve años, con su familia Alfredo Nobel se radicó en Rusia donde, con notable éxito, su padre negoció con varias de sus invenciones de uso militar con el gobierno del Zar Nicolás I.
Sin esposa, hijos ni hermanos, al morir en 1896, poseedor de más de 300 patentes, entre ellas la dinamita, Nobel dejó un testamento mediante el cual creó un fondo equivalente a unos 175 millones de euros depositados en el Banco de Suecia. La decisión antipática para presuntos herederos, dio lugar a litigios que demoraron la ejecución del testamento.
En 1901 la Academia Sueca de las Ciencias (física y química), el Instituto Karolinska de Estocolmo (fisiología y medicina), la Academia de Estocolmo (literatura) y el de la paz adjudicado por un Comité formado por cinco personas elegidas por el parlamento de Noruega, otorgaron los primeros premios.
Los manejos financieros que incluyen cobro de intereses bancarios e inversiones, han permitido que los fondos de la fundación Nobel crezcan sostenidamente, alcanzando actualmente unos 500 millones de euros.
Alfred Nobel no creó la dinamita para matar, cosa que ningún científico ha hecho nunca. Los creadores de la bomba atómica comenzado por Albert Einstein y Robert Hoppenheimer, eran humanistas y pacifistas, muchos socialistas que se consagraron a encontrar un modo de parar a Hitler y su bárbara propuesta, muchos fueron represaliados durante el macartismo. Ocurre que la ciencia es diferente de su utilización. Allá nos vemos.
05/07/ 2021
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