«Vivir de preguntar» es la nueva propuesta de Alma Mater para dialogar con importantes voces de la cultura, la política y la sociedad nuestra, con la intención de contextualizar los sucesos de la cotidianidad del país y al mismo tiempo polemizar sobre temas que transversalizan la agenda de los cubanos, y fundamentalmente la de los jóvenes
Diseño de portada: Ana González Polanco
Desde octubre de 2021, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos ha encontrado a 175 674 cubanos en la frontera con México, un aumento considerable respecto a los 38 674 referenciados el año pasado y a los 13 410 contabilizados en 2020, según datos de esa propia entidad.
Por mar, las tripulaciones de la Guardia Costera del país norteño han interceptado a 5 154 cubanos, según cifras publicadas en medios locales. Esta agencia realizó 5 396 interceptaciones en el 2016, el año con los mayores números desde la década de 1990.
Para el director del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), Dr. C. Antonio Aja Díaz, detrás de las olas migratorias no existe una sola causa, se trata de un fenómeno multicausal. A partir del interés de indagar más en este fenómeno, Alma Mater conversó con el también investigador, autor del libro Al cruzar las fronteras, publicado por la Editorial Ciencias Sociales en 2014.
— Años atrás en Cuba se tenía una visión mayormente prejuiciada de la migración. ¿En la actualidad cuál cree que sea la percepción por parte de la sociedad y particularmente de los jóvenes?
Creo que la migración dejó de ser prejuiciada después del Mariel en 1980. Para mí fue el último momento de prejuicio importante. Ya en la década del ’90, específicamente en agosto del ’94, y con los balseros de ese año fue totalmente diferente; la relación entre la familia emigrada y la familia que vive en Cuba cambió, no solamente porque enviaran dólares, fue lo que tiene que ser: una relación natural, humana, normal entre varias personas, que deciden estar en un escenario y otro. Lo que pasa es que en el escenario cubano siempre va a estar el trasfondo político debido a la relación con Estados Unidos. Hace mucho tiempo que el tema migratorio cambió, se quiera reconocer o no por la política, y creo que actualmente la política lo está reconociendo así.
Hoy un migrante en el mundo cuando sale de su casa al aeropuerto se está comunicando con la familia por el celular, cuando se monta en el avión le dice que ya se montó. Cuando llega a la otra parte del mundo le dice¨ Ya estoy acá¨, ¨ya llegué¨ y a partir de ahí sigue la relación.
El tema comunicacional ha cambiado la migración totalmente y eso de una manera la propicia, la genera, la humaniza y la hace mucho más viable y los jóvenes son los protagonistas de ese proceso.
— ¿Considera que la migración es un problema grave para nuestra sociedad?
Estoy en contra de que el tema migratorio se vea como un problema. La migración no es un problema, es un desafío. Porque si el tema migratorio fuera un problema ni tú y yo estuviéramos conversando aquí. Gracias a la migración, y en este caso, a la expansión de los capitales de los países europeos hacia esta región estamos todos nosotros aquí, más allá de los elementos inhumanos que significó la colonización. Pero no es un problema que las personas viajen, migren, se asienten en otras partes, conozcan otras culturas, porque enriquecen al resto de las culturas y la identidad propia. De lo contrario las culturas no fueran lo que son hoy. Por tanto, la migración no es un problema para Cuba, es un desafío demográfico, social, económico y político también.
— ¿Por qué emigran actualmente los jóvenes cubanos?
La migración es protagonizada por la población joven, las personas que ya tenemos determinada edad normalmente no tenemos un plan de vida que incluya emigrar.
Las razones son de dos tipos: las que empujan o las que atraen. Es una multicausalidad donde los elementos familiares, económicos, de mejores condiciones de vida, la diferencia salarial entre el país de origen y el receptor juegan un papel importante.
Los cubanos muchas veces queremos ser demasiado excepcionales y no somos tan excepcionales. La juventud en todas partes busca perspectivas, caminos y eso es parte de lo que motiva a la migración en el mundo, no solamente en Cuba.
Si revisamos los grandes flujos de migración en Centroamérica, esa que va por la ruta del sur que hacen las caravanas y que llegan a Guatemala, pasan la frontera con México y entran en Estados Unidos, es esencialmente de población joven, pero si vamos al Medio Oriente sucede lo mismo, y en Europa, también. Donde quiera el protagonismo en la migración es de los jóvenes. No estoy quitándole peso al asunto particular de nuestro país, lo que estoy contextualizándolo en la realidad del mundo para que comprendamos que el proceso que tenemos en Cuba tiene características particulares, pero tiene causas generales.
Hace 10 años las redes sociales digitales no jugaban el mismo papel, ni siquiera la comunicación, hoy juega un papel muy importante en la forma de actuación de los migrantes.
Tener internet le da también la posibilidad a un joven de saber hacia dónde se va a dirigir buscando una opción laboral o de estudios en otro país, acceder a redes que los van a estar guiando en ese proceso, ha cambiado el tema migratorio, lo ha potenciado, lo ha multiplicado de una manera extraordinaria.
También es interesante que en el caso, incluso trágico, que significan los balseros, hoy en la travesía no lleven brújula sino celulares, y se comunican a través de estos.
Diseño: Ana González Polanco
Están además las redes sociales, que no solo son familiares, sino de amistades, de relaciones profesionales, que van creando la expectativa, la viabilidad o no, de la decisión de emigrar -ya sea definitivo o temporal-, de cambiar de escenario ante situaciones económicas, sociales, incluso políticas. Esos elementos están presentes en la disposición individual o familiar de emigrar que puede tomar un joven cubano. Si además de eso hay familia en el exterior, si esa familia atrae, si se mantiene una relación armónica que pasa por la recepción de remesas pues entonces existen otros factores de atracción. Más allá de otros procesos que tienen que ver ya con elementos más directamente de robos de cerebros, de desvío de profesionales que se dan en el mundo y en el caso de Cuba suceden con determinadas particularidades por la relación conflictiva entre la nación antillana y los Estados Unidos.
Cuba es un país pobre, no atrasado desde el punto de vista cultural pero sí tecnológicamente. Sabemos que el cubano tiene serias dificultades económicas, donde están el bloqueo en una parte y la ineficiencia nuestra en la otra. Ambos elementos inciden en la vida cotidiana y en los jóvenes.
Pero decir que la migración es netamente económica sin revisar otros elementos que puedan ser sociales, familiares, e incluso de perspectivas políticas, no es real. Todas están presentes, pero la individualidad es la que decide el asunto. Es la explicación también de por qué aún cuando hay jóvenes con las mismas características unos emigran y otros deciden no hacerlo.
El proyecto social cubano es inclusivo, pero es de compromiso, no hay otra manera de hacerlo porque el valor del peso cubano nunca se va a comparar con el valor del dólar y el salario de un profesional en Cuba por muy alto que sea no va a tener el mismo valor en el mercado y en la vida cotidiana que tiene el salario de un profesor universitario en Estados Unidos, así que si alguien pretende hacer esa comparación, no va llegar a ninguna parte.
— ¿Cómo se vinculan migración y envejecimiento poblacional en Cuba?
Cuba tiene una urgencia desde el punto de vista demográfico. Es el país más envejecido de América Latina y el Caribe, con el 21,7 por ciento de la población mayor de 60 años. Hay un por ciento importante que tiene entre 30 y 35 años de edad, pero eso va ir descendiendo. No se va a revertir, porque lo determinan los nacimientos y la migración, y es muy difícil mover el comportamiento reproductivo de la pareja, casi ningún país lo logra en la magnitud que pudiera pensarse que es necesario, pero la migración sí.
Es decir, nosotros debemos tener una política proactiva para intentar que se emigre menos de Cuba, al menos de forma definitiva, y para intentar que se retorne, que haya una circularidad, para que los jóvenes primero quieran tener hijos en Cuba y también deseen participar en el desarrollo económico y social del país.
— ¿Qué evoluciones son necesarias por la legislación cubana en materia migratoria?
El carácter temporal o circular se afianzó mucho más cuando se aprueba en Cuba la reforma legal que modifica el tratamiento a la migración y que permite que la persona tenga dos años para estar fuera sin que sea categorizado como un migrante, eso se unió a otros elementos de corte jurídico con relación a las propiedades y dio una mayor apertura a las personas que emigran para mantener su inserción en la sociedad cubana.
Si la política migratoria cubana busca que se viaje, que se viva en otra parte pero que también se viva en Cuba, que se trabaje en otra parte y se trabaje en Cuba, que circule y recircule el conocimiento, el capital, y las personas como sucede en otras partes del mundo, como sucede en los países asiáticos que tienen un determinado socialismo, como China o Viet Nam -No estoy diciendo que ese sea el paradigma pero son ejemplos que hay que estudiar-, pues Cuba está avocada a un cambio en su política migratoria mucho más todavía de lo que está haciendo y un cambio en su política hacia la migración que reconozca al emigrado con los derechos y los deberes que tiene como cubano. Lo cual va a incidir positivamente también en la población que puede ser potencial migratorio y no ha emigrado. Tenemos que cambiar la forma de ver este asunto, no es un problema ninguno que un profesional viaje 6 meses, o que trabaje dos años en otra parte y retorne y trabaje aquí otros dos años.
— ¿Qué características particulares tiene la emigración cubana?
Los cubanos muchas veces queremos ser demasiado excepcionales y no lo somos. Que Cuba sea un país de emigración es una constante, pero generar migración es sustantivo para cualquier país del mundo, no es una cosa específica para el caso nuestro.
Lo que sí es particular de Cuba, es tener como principal destino migratorio a su antagonista histórico, -Estados Unidos-, y eso normalmente no ocurre con otros países. Al mismo tiempo ha persistido una politización, una ideologización del tema migratorio cubano por las diferentes administraciones estadounidenses, -demócratas o republicanas-, para usarlo como punta de lanza para su enfrentamiento contra la Revolución cubana como elemento para extraer población o para crear contrarrevolución. Pero hay que tener claro que no toda la migración es contrarrevolución, es disidencia u oposición, porque tendríamos que ver los grandes flujos migratorios que existen en otras partes del mundo como tales, y no son categorizados así.
Si no se comprende la historia es difícil entender el momento actual. Cuba es un país con un saldo migratorio negativo, -o sea, emigran más personas de las que migran al país- desde la década del 30 del siglo pasado. Esto significa que el país tiene redes sociales y cadenas migratorias arraigadas en muchas partes del mundo, aunque desde el 59 para acá con una mayor incidencia en Estados Unidos.
Actualmente casi el 11 por ciento de la población cubana está en la migración. Ha habido momentos puntuales de flujos de gran magnitud, como pueden ser el del año 1959 hasta el año 1965, o el de 1965 a 1972, el del Mariel en 1980 o el de agosto de 1994. Los años 2000, del presente siglo, marcan una continuidad en ese proceso de migración con el destino estadounidense como fundamental.
Pero a medida que nos vamos acercando a la actualidad, las cifras han ido disminuyendo, y eso es un aspecto importante, pues de la explosión migratoria a raíz del triunfo de la Revolución, a lo que hoy sucede, hay una gran diferencia en cuanto a los actores sociales del proceso migratorio y a los volúmenes de migración.
En los últimos años la realidad es que se ha mantenido un flujo, hasta inicios de la Covid, esencialmente por la vía legal ,hacia Estados Unidos y hacia otras partes del mundo, aunque el no cumplimiento de los acuerdos migratorios por ese país , el no otorgamiento de las 20 000 visas como mínimo para emigrar legalmente ha enrarecido el ambiente y ha obstaculizado el flujo legal y ha provocado la variante de que parte de la población cubana utilice segundas vías o terceras vías irregulares y como indocumentados por vía marítima o terrestre. Con la Covid es otro análisis porque se interrumpen las vías de comunicación, los vuelos, etc.
También se ve un nivel de feminización más alto que hace 20 años. Esta también es una característica del mundo, pues cada vez más las mujeres son protagonistas del acto migratorio y muchas veces acompañadas de población infantil. Con una diferencia en cuanto al color de la piel: Una mayor cantidad de blancos hacia los Estados Unidos, y más mulatos y negros a otros destinos, lo cual se entiende por quienes migraron en las primeras oleadas hacia ese país y por las condiciones de los afroamericanos ahí.
Otros destinos migratorios han ido diversificando el escenario como es el caso de Rusia.
Cuba es uno de los países con uno de los más altos niveles de instrucción de su población en América Latina y por tanto la migración no difiere de esa característica. La migración que hoy sale del país sea temporal, sea definitiva, de manera documentada o indocumentada, es esencialmente una migración que responde a los niveles de instrucción y calificación de la población cubana.
Lo que más está predominando principalmente es la temporalidad y la circularidad del migrante. Esa circularidad que significa que vivo un tiempo en Cuba, vivo un tiempo fuera, sin que pierda mi asentamiento en el país y quizás gane mi asentamiento en otra parte del mundo. Aspecto que es muy normal dentro de las relaciones transnacionales que existen en el mundo. Es decir, Cuba tiene hoy un gran número de personas que están en esa temporalidad, esa circularidad e incluso en el retorno temporal a Cuba de personas que son conceptualizadas como migrantes que han pasado tiempo y retornan al país. No solo personas mayores, sino también jóvenes que están retornando.
Foto: AFP
— ¿Cómo influye en este tema la relación de Cuba con Estados Unidos?
Lo que sucede en el caso de Estados Unidos es que el tratamiento político del migrante cubano difiere del que se hace a otros latinoamericanos y del resto del mundo. El migrante cubano sigue siendo conceptualizado de una u otra manera como un refugiado político a la larga, aunque inicialmente no lo sea y perfectamente vamos a estar encontrando un cubano que salga con un pasaporte legal, que vaya a Centroamérica, que haga la ruta del Sur, llegue a Guatemala, pase a México, y de ahí a territorio estadounidense. Si es un haitiano va ser devuelto, si es un cubano va a ser asentado porque existe la Ley de Ajuste Cubano que le da la posibilidad de aspirar a la inserción en Estados Unidos.
Obama eliminó la política «Pies secos-Pies mojados», que facilitaba mucho más el proceso, pero quedó la Ley de Ajuste Cubano -solo el Congreso pudiera cambiarla-, y esa ley sigue posibilitando que sea asentado un cubano que salga de Cuba e intente entrar de manera indocumentada a los Estados Unidos por la frontera terrestre. La persona que accede o compra su pasaporte en Cuba y viaja a países donde la mayoría necesitan visa, pero algunos no la necesitan, como es el caso de Nicaragua.
Otra vía que es de una u otra manera auspiciada y permitida por Estados Unidos, son las salidas indocumentadas por vía marítima, que tienen una historia prácticamente desde los años 60 y que ha tenido diferentes momentos de presencia en la misma medida en que la relación migratoria entre Cuba y los Estados Unidos se ha interrumpido y las visas legales para viajar y ver a los familiares no se han otorgado y aumenta la migración indocumentada por vía marítima y es también lo que estamos viviendo en estos momentos.
Hasta ahora el presidente Biden no ha tomado ninguna otra decisión que no sea mantener lo mismo que Trump, que era cerrar.[1] Lo único que está cumpliendo Estados Unidos del acuerdo migratorio con Cuba es la captura en alta mar y la devolución de un grupo de balseros cubanos La embajada está cerrada, la emisión de visas es prácticamente nula, cuando se hace es en un tercer país a un costo exorbitante y a veces no se obtiene el visado y todo eso va generando un clima de tensión migratoria que a su vez genera que se utilice la posibilidad de salir por la ruta del sur o por mar.
— ¿Qué efecto tiene el flujo migratorio que usa el libre visado de Nicaragua?
El flujo por esa vía se ha disparado, pero dándole una continuidad a algo que ya estaba sucediendo. Desde finales del 2019 ya había un flujo importante establecido por la ruta del sur hacia los Estados Unidos. Ahora lógicamente, al bajar la pandemia el tema ha vuelto a tener un peso importante. Antes de la Covid el tema era protagonizado por grupos de cubanos que salían de Cuba, muchas veces con documentos legales, pero se montaban en el tráfico de personas. En el tráfico de personas en América Latina se une el dinero del tráfico de droga, el tráfico de seres humanos, el tráfico de órganos y todo eso está metido en el mismo saco lamentablemente. No hay estudios académicos concretos, nos guiamos esencialmente por lo que la prensa va levantando y por lo que los países publican de información y lo que nos da es que es una cifra que comienza a ser de significación con un gran riesgo humano -en los años 2016 y 2017 trascendió el asesinato de cubanos en Centroamérica, y en México- y ese es el punto más importante, junto a una gran politización del asunto. En esas caravanas hay cualquier número de centroamericanos, pero esos no están «huyendo del gobierno».
Cuando uno revisa, Centroamérica está llena de gobiernos corruptos, proclives al neoliberalismo, que para nada dan preferencia al ser humano. No es el caso de Cuba.
Pero se dice que los cubanos sí están huyendo del gobierno de su país y esa es la forma de presentación del asunto cuando los dos -centroamericanos y cubanos- tienen realmente el mismo motivo migratorio, puede ser económico, puede ser de reunificación familiar, puede ser la situación del asentamiento donde viven con la diferencia de que el cubano a su vez sabe que su camino al final puede ser un camino factible por la Ley de Ajuste.
La migración es un fenómeno que se ha convertido funcional para el capitalismo y disfuncional para los países que aportan la migración y para los seres humanos que emigran, porque detrás está la trata de personas, la perdida de vidas humanas, sobre todo cuando estamos viendo una mayor presencia de mujeres, de niños acompañando a la familia.
— ¿Cree que los recientes anuncios de la administración estadounidense de la reanudación de trámites consulares respondan a una presión migratoria en su frontera con México?
No creo que sea exactamente por una presión migratoria porque esa presión no ha dejado de estar nunca. Hay muchos factores y ninguno nos da la verdad absoluta porque no estamos dentro de los que trazan la estrategia de la actual administración y menos aun en la cabeza del presidente de Estados Unidos, pero hay varios elementos que se pueden mencionar: Uno es el tiempo que se han tomado o que le han dado para esa decisión. Ningún presidente estadounidense en su primer año toma medidas drásticas de cambio y menos aún con un país como Cuba. Pensemos que Obama vino a tomar la medida más drástica, cuando estaba ya casi para irse.
Pareciera que nos estamos encaminando a que en un determinado momento se reanuden las relaciones, por lo menos en el tema de la embajada, donde hay además una gran acumulación de visados pendientes.
Otro factor es que la comunidad cubana en el sur de la Florida es muy diversa y una parte importante vota por el envío de las remesas, los viajes y que exista una relación con Cuba. Ese es otro punto que no se puede perder de vista.
Foto: EFE
— ¿Qué factores representan un obstáculo para seguir cambiando la mirada cubana hacia la migración?
Cuba no tiene otra opción que no sea propiciar ese cambio en el país, contra ello hay muchas cosas, desde la economía, hasta la mentalidad que aun tenemos en el tema migratorio. La historia migratoria no la podemos perder de vista tampoco, pero ya no son los mismos actores ni son los mismos procesos, y contra eso también tenemos al vecino del norte que no cesa en su empeño.
Cuba debe buscar un equilibrio entre condiciones de vida y compromiso o participación social, para que la población en general y sobre todo la población joven se sienta comprometida. Mas allá de los problemas que los cubanos tenemos. Más allá de que en nuestro país existen diferencias importantes entre el campo y la ciudad, entre las zonas rurales y las zonas urbanas, de que, con el salario, aunque lo aumenten no vas a verte realizado en un mercado, más allá incluso de que no tienes ese mercado.
El proyecto de nación cubano necesita a su población, a sus jóvenes, desde todos los puntos de vista, demográfico, económico, político, cultural e ideológico. Por tanto, el gran desafío está en cómo hacer que esa población migre menos, viaje, circule, retorne, vuelva a salir y una parte incluso no necesite volver a emigrar. En los estudios actuales sobre migración se habla del derecho a emigrar tanto como el derecho a no tener que emigrar.
Si no logramos un comprometimiento de los jóvenes real, participativo, la solución más rápida para esto será irse, salir, buscar un escenario diferente. Por eso es fundamental lograr que sean participantes, y que no sea la historia de la Revolución de los abuelos, de los padres, sino sea en primer lugar la del protagonismo de los jóvenes. Eso es lo decisivo.
[1] Posterior a la realización de la entrevista, la embajada de Estados Unidos en Cuba anunció el 1ro de septiembre último la reanudación de los trámites a las solicitudes pendientes del Programa de Parole de Reunificación Familiar Cubana (CFRP, por sus siglas en inglés), suspendido desde 2017.
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